Los toros de la Saca descansan en Valonsadero: bravos todos; alguno hasta soberbio
No bajan la cabeza. Si acaso para comer el pienso y el forraje que les echan Ramón, Álvaro o Santiago. Los toros de Valonsadero son eso, toros antes que erales aunque tengan la edad reglamentaria: te miran de frente y mejor guardar la distancia. Lo hacen hasta los pastores cuando los bajan esta mañana de miércoles por el caminito que discurre entre las chaparras. Es un manejo tranquilo, a unos cuantos metros, pero efectivo. Los bichos se dirigen al comedero sabedores ya de que hay dos intrusos apostados encima del muro (el autor de la imagen y del vídeo y quien escribe estas líneas). No es lo habitual dada la hora, en que solo los pastores de Cañada Honda están en la pradera.
Los turistas acuden por la tarde. La hipérbole no carece de sentido: son muchos los sorianos que desde que estos animales llegaron al monte, en el Desencajonamiento, se acercan a ver en vivo y en directo a los protagonistas de la fiesta de San Juan, más allá de los actos presanjuaneros, Lavalenguas y Compra.
Los animales vistos este miércoles en Valonsadero parecen distintos a los que han corrido en ambos festejos. Los de esta mañana son los mismos, pero pacen tranquilos y a su marcha. Nada que ver con las acometidas en caliente que han dado a los mozos estos días atrás. Bastante hermanados estos animales de la ganadería de Alicia Chico y Alicia García, provenientes de la finca Toros de Fuenterroble en Brihuega (Guadalajara). Entonces y ahora, los astados son "bravos y encastaos, encastaos. De los que dan arreones". Lenguaje taurino, de campo, del que se entiende a la perfección. Añadimos que son animales bellos -como la mayoría de los toros- y esbeltos.
Recortadores y animales se han empleado a fondo en el Lavalenguas y la Compra, con damnificados en ambas partes. Contusiones de diversa gravedad por el lado humano y cojeras que han requerido anti-inflamatorio en cuatro astados. Tres ya se han recuperado "casi un 60%" y uno está bastante mejor pero todavía renquea algo y es visible la cojera. "Viene el veterinario y se les trata con penicilina", explican los pastores, al servicio de la Asociación de Amigos de la Saca. Estos guardas de seguridad son Ramón Carús, Pedro Revilla y Santiago de Pedro.
Los animales también tienen nombres y bien que lo saben las cuadrillas, con una diferencia este año con respecto a años anteriores: este San Juan 2022 todos los toros de la Saca son negros y llevan más difuminado el marcaje, con lo que es más difícil reconocerlos. "Lo sabemos por el número de crotal, pero sí, no es fácil reconocerles". El lado positivo es que el público (entendidos taurinos al margen) tendrá más fácil distinguirlos de las vacas que les acompañarán en el recorrido.
Los erales son Gracioso (de La Cruz y San Pedro); Bucanero (Santa Catalina); Mentiroso (La Mayor); Castellano (El Rosel y San Blas); Limitativo (Santiago); Taconcitos (San Miguel); Montero (San Juan); Buenos días (Santo Tomé, San Clemente y San Martín); Lioso (San Esteban); Ciruelito (El Salvador); Rumbero (Santa Bárbara); Capitán (La Blanca). Montero fue el último en subirse al monte, ya antes del Lavalenguas, en sustitución de Ebanista, que no superó una timpanización.
Pesan en torno a los 420 kilos y nacieron en el año 2020: "Mira, lo indica el guarismo que tiene ahí en la paletilla. El año ganadero empieza en junio, así que alguna puede ser que tenga ya los dos años", dice Ramón. Entre todos se comen entre 85 y 90 kilos de harina al día además de forraje.
Por delante tienen ocho días de descanso. El jueves 30, día de la Saca, fiesta grande en Soria, todos recorrerán -es el deseo- ocho kilómetros hasta la capital, con las paradas de costumbre para descansar. Camino de su destino.
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