FERNANDO DE VALDÉS
BLANCO DE LA LEYENDA NEGRA. VOY PA SALAS. NOTAS DE MI DIARIO (2)
Recuperado de mi
afección renal ayer quitaronme la sonda y más tieso que un nabo tomo la
carrilana de la sierra de Faedo y del Pando y voy pa Salas uno de los concejos astures
que más me presta visitar.
Es villa torreada de almenas y castillos su
colegiata un baluarte que escucha el rumor de las aguas bravas del río Nonaya.
Puentes levadizos y en
la colegiata que me parece un pequeño Escorial rezo ante la tumba del gran
arzobispo de Sevilla don Fernando de Valdés defensor de la fe que pugnó contra
la herejía, mecenas de la cultura y fundador de la universidad de Oviedo.
Debió de ser un
asturiano egregio, generoso, inexpugnable, entero para quien su fe en Cristo
fue lo más relevante.
Tuvo agallas suficientes como para empapelar
al primado de Toledo Carranza que era un judaizante, confesor de Felipe II al
que casó con María Tudor, pero durante su estancia en Inglaterra debió de
contaminarse de sus ideas erasmistas.
Valdés mandó detenerlo
(he escrito yo sobre este asunto glosando el drama Proceso al obispo Carranza
de Joaquín Calvo Sotelo, leía la magnífica biografía del ovetense González
Novalín) el primado “fue habido y detenido sus bienes vendidos en almonedas por
todo lo que quiseren dar”. La estatua sedente que yace al lado del evangelio en
el altar de la colegiata me invita a hacer convidado de piedra y preguntarle si
son ciertas las infamias de las que se le acusan. Ciertamente los prohombres de
la Leyenda Negra no lo pueden ver.
Y gracias a él pudo mantenerse
la unión de los reinos españoles.
Prohibió el uso de las
lenguas vernáculas en la liturgia como el catalán y el árabe.
Ello le llevó a un
enfrentamiento con el papa Pio V y Felipe II quien de primeras acogió su
política con beneplácito luego mostró frialdad hacia su persona. Se alzaron en
armas los Países Bajos, Inglaterra declaró la guerra a España. Objetivamente el
gran arzobispo sevillano se mantuvo incólume en su defensa del dogma católico y
que mejor prueba para refrendar esto que una visita a la catedral hispalense
una de las más grandiosas y ricas de la Cristiandad.
Debió de ser pétreo y macizo, inexorable como
un silogismo.
Formado en la universidad
de Salamanca fue uno de los ayudantes de campo del cardenal Cisneros. Le ayudó
en las labores de la traducción de la biblia poliglota. Un asturiano no se
rinde jamás.
Forman parte de una raza
terne amical pero correosa y valiente. En punto a la moral y las cuestiones de
bragueta aquellos prelados medievales eran verdaderos príncipes.
No se daba importancia a
las relaciones con mujeres, al cardenal Mendoza se le computan por lo menos
quince hijos naturales, otro primado Carrillo tenía un hijo al que amaba con
delirio.
Y uno de los bastardos de don Fernando Valdés
se llamaba Diego Nuño que se embarcó a las Indias y fue uno de los
conquistadores del Perú. Para estos obispos y cardenales primaba la fe, la
grandeza del reino de Dios, plasmado en la liturgia, el arte, la oratoria
sagrada y el amor a la belleza de los renacentistas.
Estaban imbuidos por esa
filocalía (amantes de lo bueno y lo bello) la búsqueda de un ideal y las cosas buenas
que depara la existencia.
En sus obras trasciende
la presencia del Christus musicus, del Christus legens, del Christus pictor,
del Christus gaudens, del Christus structor o arquitecto.
La España católica
mostró al mundo la grandeza literaria, arquitectónica, musical y pictórica de
este episcopado prevenido en frontera que no renunciaba a las armas contra el
islam cuando era necesario pero que fundaba escuelas, hospitales y monasterios.
Este obispo astur vilipendiado por la leyenda negra fue epitome de toda esa
grandeza aunque hombre al fin y al cabo no estuvo exento de las miserias de la
condición humana.
No quemó herejes, mandó
a prisiones a los que renunciaban a sus errores.
Por desgracia los descendientes de aquellos
empapelados por el Santo Oficio tienen vara alta en la iglesia española.
Murió a los ochenta y cinco años; el traslado
de sus restos de Sevilla a Oviedo fue toda una aventura.
En pleno mes de enero pilló una cellisca a la
comitiva que estuvieron retenidos quince días en el puerto Pajares.
Yo tras esta visita y de
comprar dos enfiladas en una panadería de la plaza regreso a casa reconfortado
en mi fe y esperanza. Salas el pueblo del Inquisidor es un baluarte para los
que pensamos a contrapelo.
miércoles, 1 de febrero
de 2023
FERNANDO DE VALDÉS
BLANCO DE LA LEYENDA NEGRA. VOY PA SALAS. NOTAS DE MI DIARIO (2)
Recuperado de mi
afección renal ayer quitaronme la sonda y más tieso que un nabo tomo la
carrilana de la sierra de Faedo y del Pando y voy pa Salas uno de los concejos astures
que más me presta visitar.
Es villa torreada de almenas y castillos su
colegiata un baluarte que escucha el rumor de las aguas bravas del río Nonaya.
Puentes levadizos y en
la colegiata que me parece un pequeño Escorial rezo ante la tumba del gran
arzobispo de Sevilla don Fernando de Valdés defensor de la fe que pugnó contra
la herejía, mecenas de la cultura y fundador de la universidad de Oviedo.
Debió de ser un
asturiano egregio, generoso, inexpugnable, entero para quien su fe en Cristo
fue lo más relevante.
Tuvo agallas suficientes como para empapelar
al primado de Toledo Carranza que era un judaizante, confesor de Felipe II al
que casó con María Tudor, pero durante su estancia en Inglaterra debió de
contaminarse de sus ideas erasmistas.
Valdés mandó detenerlo
(he escrito yo sobre este asunto glosando el drama Proceso al obispo Carranza
de Joaquín Calvo Sotelo, leía la magnífica biografía del ovetense González
Novalín) el primado “fue habido y detenido sus bienes vendidos en almonedas por
todo lo que quiseren dar”. La estatua sedente que yace al lado del evangelio en
el altar de la colegiata me invita a hacer convidado de piedra y preguntarle si
son ciertas las infamias de las que se le acusan. Ciertamente los prohombres de
la Leyenda Negra no lo pueden ver.
Y gracias a él pudo mantenerse
la unión de los reinos españoles.
Prohibió el uso de las
lenguas vernáculas en la liturgia como el catalán y el árabe.
Ello le llevó a un
enfrentamiento con el papa Pio V y Felipe II quien de primeras acogió su
política con beneplácito luego mostró frialdad hacia su persona. Se alzaron en
armas los Países Bajos, Inglaterra declaró la guerra a España. Objetivamente el
gran arzobispo sevillano se mantuvo incólume en su defensa del dogma católico y
que mejor prueba para refrendar esto que una visita a la catedral hispalense
una de las más grandiosas y ricas de la Cristiandad.
Debió de ser pétreo y macizo, inexorable como
un silogismo.
Formado en la universidad
de Salamanca fue uno de los ayudantes de campo del cardenal Cisneros. Le ayudó
en las labores de la traducción de la biblia poliglota. Un asturiano no se
rinde jamás.
Forman parte de una raza
terne amical pero correosa y valiente. En punto a la moral y las cuestiones de
bragueta aquellos prelados medievales eran verdaderos príncipes.
No se daba importancia a
las relaciones con mujeres, al cardenal Mendoza se le computan por lo menos
quince hijos naturales, otro primado Carrillo tenía un hijo al que amaba con
delirio.
Y uno de los bastardos de don Fernando Valdés
se llamaba Diego Nuño que se embarcó a las Indias y fue uno de los
conquistadores del Perú. Para estos obispos y cardenales primaba la fe, la
grandeza del reino de Dios, plasmado en la liturgia, el arte, la oratoria
sagrada y el amor a la belleza de los renacentistas.
Estaban imbuidos por esa
filocalía (amantes de lo bueno y lo bello) la búsqueda de un ideal y las cosas buenas
que depara la existencia.
En sus obras trasciende
la presencia del Christus musicus, del Christus legens, del Christus pictor,
del Christus gaudens, del Christus structor o arquitecto.
La España católica
mostró al mundo la grandeza literaria, arquitectónica, musical y pictórica de
este episcopado prevenido en frontera que no renunciaba a las armas contra el
islam cuando era necesario pero que fundaba escuelas, hospitales y monasterios.
Este obispo astur vilipendiado por la leyenda negra fue epitome de toda esa
grandeza aunque hombre al fin y al cabo no estuvo exento de las miserias de la
condición humana.
No quemó herejes, mandó
a prisiones a los que renunciaban a sus errores.
Por desgracia los descendientes de aquellos
empapelados por el Santo Oficio tienen vara alta en la iglesia española.
Murió a los ochenta y cinco años; el traslado
de sus restos de Sevilla a Oviedo fue toda una aventura.
En pleno mes de enero pilló una cellisca a la
comitiva que estuvieron retenidos quince días en el puerto Pajares.
Yo tras esta visita y de
comprar dos enfiladas en una panadería de la plaza regreso a casa reconfortado
en mi fe y esperanza. Salas el pueblo del Inquisidor es un baluarte para los
que pensamos a contrapelo.
miércoles, 1 de febrero
de 2023
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