SAN ANTÓN EN BENIDORM A ESE P. ANGEL NO QUIERO VERLO NI EN PINTURA
Por san Antón la gallina pon y hasta san Antón pascuas son. Aquellas nevadas de mi infancia cuando iba a la escuela pisando nieve desde el Puente Valdevilla hasta el colegio de los claretianos mis botas se hundían más de una cuarta de nieve, cubiertas nuestras testas con pasamontañas han cedido lugar a los primaverales paseos a la vera del agua de Benidorm.
Los tiempos cambian, pero la fiesta sigue siendo entrañable. Aquí lo celebran con "cremás" y nosotros con filandones y matanzas (del puerco naturalmente)
Era entonces tiempo de heladas y de rizas. San Antonio Abad era el icono campesino patrón de los cristianos viejos, de los que no abominaban la carne de cerdo. San Antón abominaba el jalufo por supuesto y se le representa con un cerdillo a sus plantas.
Fue el único mortal que por designios de la providencia pudo domesticar a un gocho y hasta le hizo hablar y cantar con las piedras del desierto sirio, donde él llevó vida contemplativa hasta los 105 años. ¡Ah, el tostón de san Antón¡ el marranillo morato que ha convertido a este santo varón anacoreta en el patrón de los animales.
El 17 de enero es el santo de los burros y por extensión de todo ánade o mamífero a los que llevan a bendecir a la puerta del viejo convento de los Escolapios en el centro de Madrid.
Los conversos que a todo lo sacaban punta decían que el pueblo cristiano estaba integrado por cretinos al tener un patrón que protege a las acémilas.
Sin embargo, yo tengo para mí que este santo era muy bondadoso y milagrero. Proporcionaba las ristras de longanizas y el choricillo casero.
Digan lo que digan de este animal de cebo que no de compañía están sabrosos hasta los andares.
Quevedo, el poeta mayor de la lengua castellana y de orígenes poco claros porque a pesar de lo que cuenta la crítica, utilizaba el hebreo clásico y era el único español de su tiempo que había leído en el original el Testamento Viejo, la tenía tomada con don Luis de Góngora y Agorte, de orígenes mucho más inciertos y cristiano nuevo, le achaca "huir del lechón de san Antón como de la peste" y le dice que era un catarriberas, un primavera, un advenedizo y le dedica el siguiente soneto:
Yo te untaré mis obras con tocino/porque no me las muerdas, Gongorilla/perro de los ingenios de Castilla/docto en pullas cual mozo de camino/Apenas hombre, sacerdote indigno/que aprendiste sin christus la cartilla/chocarrero de Córdoba y Sevilla/y en la corte bufón a lo divino/¿Por qué censuras tú la lengua griega siendo rabí de la judía/cosa que tu nariz aún no lo niega?/ No escribas versos más por vida mía/aunque aquesto de escribas se te pega/por tener de sayón la rebeldía.
Regio y muy fuerte, pero estos sonetos poco tienen que ver con la tranquilidad de mi alma mientras paseo por la dársena de Benidorm y en Levante la fiesta del santo patrón se celebra con grandes hogueras y suenan las campanas de la iglesia del Carmen que inundan de paz y serenidad el paisaje urbano de esta bendita ciudad, una de las más amables de España, llena del seny valenciano muy alejada de las trifulcas televisivas y del zafarrancho de agresividad que vive mi España, en paz gracias a Dios y con ganas de gozar y de vivir.
Pelillos a la mar. Las gallinas empiezan a cacarear y los gallos lanzan sus triunfales epitalamios de madrugadas. Viva san Antón en este dulce y apacible Benidorm de guiris y jubilatas
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