2025-09-18

KYRIE ELEISON ES DURO DERRUMBARSE Y ABANDONARLO TODO. LA SUZI PADECÍA DE UN CÁNCER DE TIROIDES PERO CURÓ MERCED AL MEDICO INDIO QUE LA CURÓ Y LA INTERCESIÓN DE STA TERESITA DE LISIEUX

 

El cuervo locuaz desde el ambón del ventanal seguía cantando como un diácono impertérrito la epístola de las andanzas de la vida pasada. La voz del córvido se estrellaban contra un muro lateral, pero era tan penetrante que traspasaba las paredes y su canto como una melopea podían escucharla los enfermos de las contiguas salas. Los dichos y los hechos (de algunos yo no me acordaba) eran narrados en fabordón en un tono lúgubre del fiscal que incoa la causa mientras el juez con un ángel sentado a la derecha, era el serafín de  mi guarda, y un diablo inquisidor a su izquierda, con acuidad suprema, consultaban el sumario de la causa. San Miguel al fondo de la sala se acercó con una romana (la statera) iban a pesar mi alma. A un lado de la balanza, las cosas buenas que hice y enfrente las malas ¿Hacia dónde se inclinaría el fiel de la balanza? Mis hechos, mis dichos, mis odios, mis envidias, mis conjeturas y juras en falso, allá se pesaban  al fondo del iconostasio los nueve coros angélicos cantaban:

Kyrie eleison

El cuervo, con su voz testimonial y sus ojos escudriñadores, si observaba que yo me revolvía en mi lecho de dolor, decía:

Arrepiéntete, cabrón.

Yo me arrepiento de todo corazón por haber dejado a la Suzi preñada y luego desconvocar la boda por la iglesia que teníamos aplazada en Londres. Mi madre decía "te vas a casar con esa puta ... Que se va con todos" Estas palabras de mi madre me partían el corazón, pero al fin ganó la batalla el amor. Quemé las naves y me fui a Londres y una mañana de octubre creo que era el Día del Pilar contrajimos matrimonio en el Registro Civil de Romford. Yo había dejado en Madrid mis pluriempleos como periodista de SP y como redactor de Radio Nacional. También trabajaba de noche en la agencia EFE. Estaba agotado. No dormía ni sosegaba y esta intranquilidad y ese trajín afectó a mis nervios. Yo era un chico guapo, escribía bien, y se me abrían todas las puertas. En Inglaterra pude conseguir un trabajo como profesor de español en una escuela de Doncaster, pero a la Suzi,una bella londinense, aquella ciudad de provincias algo paleta, pero donde conocí muy buenas personas, no la probaba. Enfermó de un cáncer de tiroides. Todo se vino abajo después de nacer Helen. Cuando la  operaron en el Gran Hospital de St Stephens, la directora de Estudios no me permitió desplazarme hasta el Sur y cuando salió del hospital me dio la noticia de que se separaba de mí. Me derrumbé y una mañana de marzo cerré la puerta de mi domicilio en el 28 de Scott Crest Inglaterra, ahí te quedas Britania. Entonces salí de la casa que había  con gran sacrificio y regresé a España pero me quedé la llave con la esperanza de un casual regreso (es lo que hacen siempre los judíos cuando ahuecan el ala) algún día. Tengo un buen ángel de la guarda que me protege en todos los avatares de la vida. Él me buscó nada menos que una corresponsalía en la ciudad del Támesis. Verumtamen, tú has nacido de pies. Lo tuve por un milagro pues era lo que yo solaba ser corresponsal en el extranjero. Llamé a Suzanne desde una cabina telefónica. Se puso su madre que me dijo que mi mujer no quería volverme a ver más. El cuervo de la habitación cuando leía esta parte de mi vida empezó a llorar. Su clamor retumbaba por todo el edificio. Pero yo estaba arrepentido de mi pecado mayor con dolor de contrición y atrición. A causa de mi perversión pagaría la culpa al correr de mis días. Son cosas del karma, dicen los entendidos. Algo vale que yo poseo un buen aura.

 

 

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