EPÍLOGO
Mucho tiempo de
trabajos forzados, bastantes dudas y el
desánimo de saber que esta obra mía como las otras muchas que escribí, no serán
difundidas pero vaya por delante toda mi gratitud a la editorial Círculo Rojo, con cuya ayuda doy
a la estampa estas cuartillas que salen calentitas del obrador de la Red. La
idea que aletea sobre este texto es mi agradecimiento a Nuestro Señor y a mi fe
cristiana con los que he sobrevivido 81 años tiempos de cambio y de
tribulación. Es más a cencerros tapados. Es lo peor que le puede suceder a un
escritor. No el ataque y la invectiva sino el olvido. Yo tiré palante contra viento y marea (against odds, que dicen los ingleses). Estos
textos donde los personajes se difuminan en la nube del olvido son una conjura,
un exorcismo, contra las fuerzas del maligno y un clamor de esperanza de que el
mal sea vencido. También es un confiteor por los pecados del autor. Mucho me
pesa, pésame, Señor. Que retumben mis golpes de pecho pidiendo perdón a Suzanne Marie Hugh, mi amor eterno, presente
como un fantasma acosador y acusador en esta auto novela circular en la cual yo
soy el protagonista y el antagonista y el deuteragonista. Este atavismo de los
muchos años que pasé en Inglaterra y en USA es la causa de mi manía por incluir
muchas palabras en la lengua de Shakespeare. Ello se conjuga con el anhelo del
relato de recuperar lo perdido, de enmendar mis yerros y abrir mi alma en canal
ante el lector. Verdadero sueño onírico. Quise cantar a la belleza del mundo en
los recuerdos de la niñez y la el perfil de aquellos días perdidos. Es también
o quiere ser este libro un lamento por la destrucción del romanticismo y de la
familia y para eso está la máquina de follar que exhiben las reinas de los
berreaderos menoreros. Es también un lamento por Olga la bella rusa caída en el
fango, una de las más bellas del mundo que es maltratada por su macarra. Prefiero
entrar en estos portales desdeñando los que se refieren a la política tan
apocalíptica y a la guerra nuclear. Por último, este texto es un meditatio mortis. He superado un cáncer de próstata. Eso está ahí. La vida se acaba, no obstante. Tengo
81 años y no sé si podré escribir algún libro más. He aquí mi reflexión sobre
la vida que se acabará y me lanzo la interrogante del ubi sunt
de las coplas manriqueñas ¿Dónde están?
¿Qué fue de tanto frenesí y de tanto galán de las coplas de Jorge Manrique? Ahí
lo dejo como meditación en estas vísperas día del Pilar. Las campanas de
Zaragoza y de toda España en general tocan ya. Nuestras vidas son los ríos que
van a dar al mar. Algunos incluso en las altas esferas eclesiásticas, tan
aferradas al dinero y al poder, parecen haberlo olvidado pues sepan cuantos de
los pecados de nuestra Santa Madre Iglesia transformada en madrastra para mí y
muchos creyentes viejos como yo.
sábado, 11 de octubre
de 2025
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