Dr. LAGUNA EL SUEÑO DE LAS TRES CULTURAS
La idea humanística del erasmismo profesado por los
conversos españoles de los cuales fue adalid Andrés Laguna fue la reforma de
las costumbres de la iglesia latina.
Terminada la
edad media y acabada la reconquista, los intelectuales de la Europa escolástica
se apoderaron de la idea del no a la guerra. La medida de todas las cosas no es
Dios sino el hombre, glosando la carta de san Pablo ad corintios “nihil hominum alienum est mihi”; nada de
lo humano me es ajeno, me importa todo lo que le pasa y se le ocurre.
Querían alcanzar una reconciliación entre las tres
religiones monoteístas. Predicaban algo tan moderno como que las creencias
religiosas son un asunto personal y privado.
Abundando en ello, ─un ojo en el cielo y otro en el
suelo─ Ignacio de Loyola en sus Ejercicios
postulaba una separación del reino terrenal y el celestial. Pero la idea humanista
pronto abortó. La Europa de las catedrales pronto se convertiría en la Europa
de las guerras. El imperio otomano asomó por el Este acercándose a las puertas
de Viena. Todo el continente se desgarraba en guerras inherentes. Vino la peste,
la sífilis. El siglo del Amor el XVI vivía bajo el flagelo de las enfermedades venéreas
En Wittemberg Lutero clavaba a la puerta de la
catedral de aquella ciudad alemana las 9 tesis exigiendo la abolición del
papado… Roma para el fraile agustino era una puta y Enrique VIII proponía el
New Prayer Book como bandera del anglicanismo y su espiritualidad funcional y patriótica.
España se desangró en a guerras de Francia, derramaba la sangre de sus hijos en
defensa del sucesor de San Pedro.
Pocos sabían
que el Papa era un señor de la guerra como proclama el Lazarillo de Tormes una acerba crítica a las autoridades eclesiásticas.
Curiosamente la reconciliación de las tres monoteístas sólo se iba a dar en
Rusia después de la debacle revolucionaria y Stalin se reconcilia con el
patriarca Pimen y todo el Este soviético se alista en el ejército Rojo.
Fueron mahometanos los primeros soldados rusos que
llegaron a Berlín en primera línea mientras los popes en la retaguardia
bendecían a las tropas de asalto con plegarias de los tiempos del zar.
Ese fue el
gran desiderátum de los humanistas españoles de la Escuela de Salamanca:
derechos humanos, una conciencia universal, es un pecado hacer la guerra en
nombre de Dios.
Con la mejor de las intenciones y en contradicción
con las formulas maquiavélicas preconizaban la ingenuidad del amor entre toda la
raza humana. Un mirlo blanco, ya digo pero el guante que lanzaron sigue ahí con
las palabras evangélicas amaros unos a otros como yo es amado. Nadie hace caso.
Sin embargo, que viva la hermosa utopía. Moros judíos y cristianos vayamos
todos por la vida como hermanos. Whishful thinking…
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