Antonio
Parra
La
mesta mixta era morisca. Cruce de razas, empalme de caminos. Ribazos y cañadas
apriscos y majadas. Escuchaba de niño el tintineo del esquilón del morueco o carnero padre que iba al frente de los
rebaños al cruzar por el Puente de Valdevilla. Siempre sentí pasión por los que
van delante al frente y miran al horizonte y no los rezagados que hacen la
agachadiza, los que no se determinan, raza de víboras los llamó el Cristo, fariseos, hipócritas y comprendo
al Cid – Castiella face los homes y los desface, el buen vasallo si hubiera
buen señor que peleaba tanto a favor del moro como el cristiano- y aquel rumor
de grey me impresionaba. Ya se van los pastores a la Extremadura esto es a la
frontera. Soy hombre de frontera. Me calificarán los malvados de personaje pero
yo sé bien lo que me digo. Dentro de mí lo mozárabe.
Nunca
seré jamás un tornadizo ni un oportunista. Quod
decet et non decet, decían los
latinos. Ocho siglos de convivencia con el Islam han dejado marca en nuestras
almas. Sí. La mesta era morisca. Gente de avanzadilla en los dares y tomares de
la política y las pelas con el realengo y el abadengo. Sólo cuando había aceifa
o guerra entre los propios reyes cristianos o los taifas no salían a la
trashumancia. Era un código de valores en esa libertad libérrima de los
españoles. Sabían que a veces el moro podía ser más cabelloroso, más
hospitalario que el cristiano.
En su vocabulario se amontonan los vocablos de
origen arabe:. Rafala que era la
escolta de caballería montada que escoltaba a los pastores y la anafaga o
provisiones de boca que iban en la impedimenta con los mulos con las sartenes,
perolas y anafes. La anafaga yo la
he visto avanzar detrás entre los jumentos porteadores.
Sobre la mesta casi todo está dicho gracias a
un norteamericano K. Klein que escribió un libro magistral acerca de esta
organización económica, financiera y social que no se dio en ninguna parte de
Europa sino en Castilla, Aragón, el reino de valencia y el Reino de Murcia.
Pero no todo está aprehendido. Su ordenamiento jurídico se fija por Alfonso X
el Sabio en el Fuero de Cáceres 1256. Es
un documento escrito pero las reglas de la mesta que es un régimen de aparcería
y de derechos de paso o transito tenían una estructura oral-los pastores no
sabían leer aunque supieran muy bien tocar el caramillo- en los tratos de
avenencias sellados por la robla o alboroque (otra palabra de las montañas del
Rif) venga esa mano ajustando a los pastores desde San Martín a la virgen de
Agosto.
Las pagas se hacían en especie. Bodigos y
corderos recentales por san Juan de
Junio. Curiosamente a san Juan Bautista tan bien lo veneraban los musulmanes
españoles como uno de los profetas que permite el Corán. Iban en cuadrillas de
cien a doscientos para un rebaño pero había majadas que llegaban a contar con
hasta mil operarios entre rabadanes, pastores de honda y zagales (más nombres
moros) y gobernaban ganado mostrenco o comunal y mesteño o ajeno.
Los caminos reales de la mesta vulgarmente
cañadas cruzaban España de norte a sur hasta el Guadiana sin penetrar en
Andalucía por obvias razones. Se pagaba el aliud en maravedíes y en moneda forera pues los
deudores no admitían pago en especie a los terratenientes que eran en su mayor
parte los nobles que se beneficiaron por las encomiendas otorgados por los
reyes y de los obispos y ordenes militares. Aliud es el nombre de un pueblo
cerca del Burgo de Osma y en moro
significa judío lo que indica que eran hebreos los encargados de hacer las
transacciones. Estamos en la España de las tres culturas y la cosa funcionó
dentro de lo que cabe. Oro. Oro que paga salarios. Atropellos de los fanáticos
como Almanzor y los almohades pero a veces los descalabros los cometían las
rapiñas de la Iglesia. Con la de
Calatrava y la de Santiago hubieron no pocos pleitos los pastores de la
mesta y a estos conflictos de jurisdicción trató de poner fin con sus
ordenanzas el Rey Sabio quien por cierto tampoco se llevaba muy bien con el
alto clero.
Un primado de Toledo trajo a Alfonso a mal traer
y lo tuvo que desterrar de sus reinos. Sin embargo la mesta pateó caminos de
reconciliación y de acercamiento y elevó puentes pues aquellos pastores
sorianos tuvieron que cruzar no pocos puentes y muchos vados y pasar muchas
noches al relente. Tenían sus propios alcaldes y regidores. El Fuero de Cáceres
se supone al fuero de Alcaraz algo posterior. Y para demostrar que aunque
tolerante y mozarabe todos los concejos se harían en el nombre de la Trinidad.
En la sierra de Albacete se denomina al ganado
mostrenco de los castellanos ganado pejuguero pero hay pocas diferencias. Estas
reuniones donde los jueces y alcaides (más palabras árabes, de caíd jefe) oían
la causa de las querellas y litigios. Eran abiertos y se celebraban en pascua
florida y la de Pentecostés.
Si Castilla fue la creadora de la Caballería
andante y quijotesca, la Mesta me parece algo digno de subrayar por ser una
institución típicamente española porque representa la Caballería Trashumante en
el trajín de los siglos. No eran guerreros. Viajaban al sur en son de paz. Toda
la provincia e incluso la diócesis de Madrid es un resultado de aquel afán
mesteño de las cañadas segovianas que atravesaba los puertos por Somosierra y
Peñalara y llegaban a lo que se denominaba Tierra Madrid y de ahí el dicho de
que la capital española es el pueblo mayor de la provincia de Segovia.
Aunque algunas de las cañadas han sido
destruidas por el afán urbanístico me honra de vivir en un pueblo mesteño que
se llama Villanueva de la Cañada. Gracias a los antiguos pastores hoy muchos
madrileños tienen sendas ecológicas para hacer pedestrismo. Ojalá (adverbio de
modo que significa así lo quiera Alá) pues se conserven. A pesar de todo siguen
viniendo a Madrid los rebaños por el otoño y cruzan la Castellana que era cañada
real.
La mesta empezó a decaer en el siglo XV
después de las guerras dinásticas de los Trastamara y el Honrado Concejo de la
Mesta pasa a denominarse Comunidad de Villa y Tierra. La literatura pastoril y
las Coplas de Mingo Revulgo denotan esa capacidad que tenían los pastores para
reírse de todo y poner en solfa los despropósitos incluso de la corona. A
Enrique IV en dicho texto se le describe como una “haragán que folgaba entre
los setos”.
La
mesta es el talante libérrimo de todo español que huye al campo en busca de los
espacios y los horizontes abiertos y de vida en comunión con la naturaleza en
esta tierra que es España agraciada de dones como decía Alfonso X en su crónica
general pero donde patrón no manda marinero. La mesta no era más que esa mozarabía
que se echa al monte. Que buen vasallo si hubiese buen señor y que en el siglo
XIX se torna guerrillero.
El pastor tiró la garrota y cogió el trabuco.
Una pena que en nuestras escuelas se estudie catalán, gallego, inglés,
vascuence y se dé de lado al árabe una lengua que tuvo mucho que ver en la
formación del castellano y en la mentalidad de las gentes que habitan en este
país. Propongo lo morisco como nexo de unión de las culturas y de
diferenciación positiva para salvar incluso a la cristiandad.
Pero
Roma nos impuso su férula. Ay. Roma locuta
causa finita. Muchos cánones pero escasa caridad. Total. Hoy
antevíspera de la sarracina del centenario de 1609 me siento mozárabe si
no morisco recordando a los rebaños que cruzaban los puentes de mi infancia y el morueco
egregio que iba adelante con el cencerro al pescuezo. El carnero abriendo paso
era imagen del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, recuerdo importante
cuando hay tantos malos pastores y lobos disfrazados de cordero que nos desollarán
si nos descuidamos. Tolón. Tolón.
13/02/2022
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