MAÑANA SANTA LUCÍA LAS NOCHES MÁS LARGAS QUE LOS DÍAS
Luz del Adviento.
Llueve. Amanece tarde y atardece pronto pero estos días breves del adviento
resplandecen con una luz interior. La llama alumbra desde adentro. Es la dulce
espera del nacimiento del Salvador. La tierra se mueve deprisa en su movimiento
de rotación. Parece que el tiempo se acelera. Los romanos que sabían de esto
más que nosotros y tenían muy observada la naturaleza creían en el misterio de
las Doce Noches. Son dos semanas bajo la égida de Saturno, el dios oscuro,
cuando parece que el timón de la nave se mueve sin gobernalle. Para eso
inventaron las saturnales para aplacar al dios oscuro. Cristo quiso nacer en
medio de las saturnales para devolver la luz al mundo sumido en las tinieblas
pero en realidad la navidad tiene reminiscencias paganas. Algo que tiene que
ver en la eterna confrontación entre la luz y las sombras que los vikingos
denominaban Yul. Nabos en adviento y el amor y la verdad en todo tiempo. Desaparecidos
los jolgorios de mi juventud, yo celebro de mayor la pascua de la navidad con
gran recogimiento, recordando a los que se fueron. ¡Son ya tantos mis amigos
muertos y todos esa larga lista de seres queridos que desaparecieron. La cena
de navidad es para mí un banquete funeral, sin dejar de alabar a Dios por esta
familia a mi lado. Estos niños y adolescentes. La juventud viene pegando
fuerte. Estas navidades consumistas tienen poco que ver con las nochebuenas de
mi niñez ─sobre la mesa castañas, algo de marisco, huevos duros y un poco de
turrón de Xixona y algún villancico entrañable junto al belén: ─“Sobre tu cunita,
Niño Dios, he visto arder una farolica como la del tren”
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