2022-11-11

MI DEONTOLOGÍA PROFESIONAL

 

Saber mirar saber contar y narrar con cierto arte o agudeza de ingenio serían las claves de oro para llegar a ser un buen periodista. Luego yo añadiría otras dos.

El buen periodista tiene que ser un espía de su tiempo y no callarse nunca ni debajo del agua.

Los espías salvan vidas y ganan guerras. Los periodistas tratan de descubrir la verdad sin paliativos.

Dolorosa y hermosa profesión ahora muy minusvalorada y desagradecida. Yo me hice periodista en la escuela londinense de Fleet Street y aprendí de los ingleses a ser independiente del poder político y judicial o económico.

Hay que resistir las presiones de los poderes fácticos.

Para mí el periodismo fue siempre un acto de servicio como el de los espías y la Guardia Civil. Ninguna de estas cualidades salen a relucir en el bochornoso artículo publicado por LNE y firmado por una tal A. Serrano bajo el título de Cudillero es bueno para los viejos o algo así; esto es que están convirtiendo a la hermosa villa en un cementerio de elefantes pero esto no es Miami.

Esta señorita o señora también será vieja un día y creo que seguirá sin saber escribir porque donde no hay harina todo es mohína y lo que no da naturaleza no lo presta la universidad de Salamanca. Tenía en sus manos un tema precioso como es el de esas honorables ancianas que tuvieron hijos que aguardaron la arribada de las lanchas que sufrieron, que gozaron, que cantaron a pie de la Fuente el Canto, y narrar las cosas con cierto poderío no de esa forma tan "sansirolé" y pedestre.

Yo la mandaría a la escuela de periodismo para que aprendiera a escribir.

En un periódico norteamericano el copy editor la mandaría un mensaje fulminante: "You are fired, baby". ¡Qué artículo tan bochornoso sobre Cudillero! Nos trata a los mayores como si fuéramos monas de feria.

 

No hay comentarios: