UN FUNERAL
Hijo de perdición fue el inventor
del papel de estado. Ahora nos vienen con lechetreznas.
Hay que hacer antesala en cá el
sepulturero y contemplar el atrezzo inmobiliario.
Un ujier espía nuestra pinta desde
dentro de un reloj de cuco pues hoy enterraron a una reina de lo Inmediato.
Olía a carne quemada que olor tan
espantoso en el crematorio de la M30. Iban y venían las reinas de las mañanas
de luto riguroso enfundadas en sus gafas de sol. Todo es oscuro e incierto como
la muerte hoy. A la difunta la hicieron ceniza.
Quería vivir muchos años y se tomaba
un gintonic todas las tardes a imitación de la reina madre.
Amaba el dinero los bolsos de
lujo y los restoranes caros, era tacaña como su tatarabuelo el ministro de la
Isabelona que se hizo súper millonario con los bienes de la iglesia.
TODO SE ACABA. Una vela a dios y
otra al diablo. Mucho figurón. No aceptaba la decrepitud octogenaria y,
coqueta, jamás decía su edad.
Hay que hacer silla y tertuliar
para luego pasarse por caja. En el entierro estaban el perro Paco y el cura
Ángel el indómito clérigo trabucaire de las enejes bien atacado con el
tapabocas rojo que nunca falta a esta suerte de eventos, indispensable en
cualquier sarao.
Tres bodas y un funeral, el cura
siempre está ahí agazapado. Amistad de famosos y luego pasar el cazo. Fue una
triste despedida un tanto viral. Pero acudían todos y todas las del gineceo y
el mamoneo a chupar cámara. En otras partes otros muchos santos mártires
confesores y santas vírgenes. "santa... santa supita" clamaban los
esportilleros del agua de la fama y Verumtamen dijo no es sentencia firme.
Dejad que pasen unos años. A ésta la quieren subir al cielo por la vía rápida
como a su amigo Wojtyla.
Por el momento, Verumtamen, bien
están los santos y santas en sus retablos y que allá nos quieran esperar muchos
años. Echa un trago en su memoria. Mojemos el velorio. Santo Dios qué buena
era. Sí para el pinte…
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