MI ÚLTIMO VIAJE A LONDRES EN EL PRIMERO ME QUISIERON SODOMIZAR EN EL ULTIMO MATAR PERO YO RESISTO
Cuando estalló la
batalla de Maidan en el 14 los diarios difundieron el retrato de Waldemar
Zelenski y algo me dio en la nariz. Coño. Yo conozco a este tío. Fue el que
quiso dispararme un dardo en la cabeza tratando de hacer blanco sobre el
tablero del juego de las flechas que se juega en las tabernas del Reino Unido. Dios
mío qué aventura. Salí gritando de la casa donde Rose una vieja amiga
aristócrata ─era uno de los pocos números de teléfono que conservaba de la
agenda de mis años londinenses, la pedí auxilio puesto que estaba muy mal de
ánimos a causa del desaire de un padre que viene a ver a su hija por navidades
y le dan con la puerta en las narices─ a la cual yo había conocido en mis
tiempos de corresponsal en Londres y fui a la policía. Un boby me acompañó al
domicilio a recoger mis bártulos. Escasas pertenecías algunas las perdí en el
camino en medio de una trágica odisea larga de contar. El agente comprobó que
los hechos eran ciertos. Uno de los disparos habíame rozado la paletilla hizo
un rasguño cerca de mi oreja. Luego trató de echarme mano pero me zafé y en el
forcejeo desgarró mi gabardina al huir. En la declaración en comisaría dijo
llamarse Waldemar Zelenski. Llevaba en el Reino Unido medio año como refugiado
procedente de Ucrania. Había conocido en un pub de Belgravia el barrio más
exquisito londinense a Rose que casada con un lord se acababa de divorciar. La casa
estaba hecha un desastre. Los niños se habían ido con su padre a pasar las
fiestas de Guy Fawkes (Halloween) y no habían vuelto desde entonces. En la casa
todo estaba manga por hombro, los cacharros sin fregar y las sabanas sucias. A mí
me acomodaron en la habitación de los niños. A media noche me despierto al
escuchar voces. La pareja discutía y hablaban sobre mí porque el judío
ucraniano debía de haberse puesto celoso suponiendo lo que no había: una
historia de amores entre la dueña de la casa y yo:
─¿De qué conoces a ese
tipo?
─Era un foreign
Correspondent (corresponsal extranjero) amigo de mi marido cuando era
parlamentario. Portaba mucho por los Comunes y
hacía entrevistas a Lord Hume, Callaghan, Carrington y otros muchos.
─¿Lo conocías en el
sentido bíblico de la palabra, no te acostaste con él? Conozco bien a los
españoles y a los italianos.
─No, por Dios. You are a suspicious minded jew (Eres un
sucio judío de mente retorcida)
Sonaron portazos,
luego gritos y tortazos. A mí se me encogía el corazón. Luego vino una extraña
calma interrumpida por el batir de los muelles de un jergón en su dormitorio.
Estaban echando un polvo. Se estaban reconciliando. A la mañana siguiente Rose
apareció con el ojo morado y el judío no estaba de mal humor. Me di cuenta de
un hecho que comprobé a lo largo de mis prolongadas experiencias en Alemania.
Austria o Argentina los hebreos buscaban a sus mujeres entre las rubias y
blancas y se tiraban a las más exquisitas. ¿Venganza por dos milenios de
sumisión al cristianismo europeo? ¿Era uno de los corolarios planteados por la
teología del holocausto? El hecho es que ya se estaba urdiendo la destrucción
de Rusia atacando por su telón de Aquiles y también la línea medular de la
cultura rusa y la religión ortodoxa. Los Roschild predominantes en Inglaterra
convirtieron a las islas en tierras de acogida. Pero aquella mañana Zelenski
estaba de buen humor. Jugamos una partida de ajedrez y le gané. Esto le mosqueó.
Acto seguido, sacó la tabla de jugar a los dados. Tiré yo primero, hice dos
dianas pero a él le costó mucho acertar al blanco y cuando fui a desclavar uno
de los darts que se había quedado pegado al redondo panel siento silbar a una
de las flechas que pasó rozándome. La sentí bufar cerca de mi pabellón
auricular Miro para atrás y observo que el sujeto me miraba con ojos feroces de
perro rabioso.
─¿Qué haces, Waldemar?
Murmuró unas palabras
en hebrea que sonaron algo así como:
─Estoy matando a un
marrano
La frase tenía un
sentido doble. No se refería al gocho común sino al que marra que es como se
conocía a los judíos que marraban, esto es: que se desviaban de la ortodoxia. Maldito
talmud. El fulano me quería asaetear como san Sebastián, pegué un brinco y gané
la puerta en busca del primer cuartelillo de la policía constabularia. Me quedé
sin dinero porque Zelenski no sólo me quiso matar también me había robado la
cartera. Fui andando hasta el consulado y, explicado el caso, me dieron veinte
libras y extendieron un nuevo pasaporte. Pude llegar al aeropuerto Heathrow
pues tenía billete de ida y vuelta. Otras desdichas y fracasos me ocurrieron
que obvio pero nunca olvidé aquellas navidades de 1986 cuando quise ver a mi
hija Helen. Había conseguido su dirección a través de la Salvation Army. Se
habían mudado de Hornchurch a otro pueblo de Essex. Piqué a la puerta y salió a
abrir el pobre Mr. Hugh que dijo que sintiéndolo mucho no podía ver ni a
Suzanne ni a Helen. No tenía donde pasar la noche y me refugié en un portal de
una tienda de electrodoméstico enfrente a un monumento a los caídos durante las
dos guerras mundiales que proliferan por toda Inglaterra. Pensé que Inglaterra
donde pasé los mejores años de mi existencia como profesoro y periodista me
acogió con una mirada desabrida cuando en la estación de Paddington me quiso un
tipo dar por el culo y cuarenta y dos
años más tardes cerca de la estación Victoria un ucraniano que luego llegaría a
presidente de gobierno refugiado de la gran Sinagoga trató de poner mi cabeza
en el tablero. Vuelto a España, le escribí una carta en la que decía que el
Dios de Israel nos había salvado a los dos pues entonces yo tenía por seguro
pertenecer a su misma raza aunque de diferente tribu. Zelenski el patrocinado
de los Rochild en Londres se cuece el calvo de cultivo de todas las guerras no
contestó. Ahora cuando sale por la tele, Zelenski que es el gran culpable de
este desorden que padecemos en Europa, me dan ganas de sacar la pistola y
dispararle a la gran pantalla. Tampoco puedo entender cómo en un país tan
civilizado como Inglaterra un padre no haya
podido ver a su hija. Eso ni los cafres. Y con ese reconcomio moriré aunque
puede que sea un castigo por mis pecados de juventud. Castigo de Dios. Venganza
de la Suzi. No tengo ni idea como decía el maldito Padre Eguillor. Tú no tienes
ni idea, Tú.
lunes, 27 de octubre
de 2025
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