2025-10-26

 SAN FRUTOS PAJARERO PASADO POR AGUA

 

Llovía cántaros. No pudo salir la procesión pero yo acudí a cantar el himno rememorando mi infancia:

Al siervo bueno y fiel que rogando sin cesar consigue bienes eternos de su infinita bondad. Bendigan todos. Todos y alaben su virtud angelical

Sollozaron entonces los violines y yo escuché la voz de Marianillo aquel curilla de primero de retórica al que atropelló una moto  un jueves por la tarde de paseo junto a la dehesa de Enrique IV pasado el cuartel de la Guardia Civil. La voz de bajo sonaba en la garganta  de un teólogo que ya tenía las órdenes mayores y que alcanzaba la octava baja y debía de ser ruso. Y arriba en el paramento de la catedral estaba igual que hace siglos la imagen de san Frutos con sus barbas bizantinas la poderosa calva eminente y el cayado de los eremitas apoyado en el cual huyó de Segovia hasta las cuevas de Sepúlveda donde se refugió de la morisma. El infiel quería cortarle la cabeza a este santo visigodo patrono de la augusta y leal ciudad de Segovia. No sé si leal y augusta si se entiende que no tiene otro oficio que el turismo. Se habla árabe por doquier. Los moros no celebraban la fiesta pero esto no conviene decirlo. Yo que nací y fui bautizado en la antigua iglesia románica de San Millán no tengo ningún rubor en admitirlo. La morisma que desalojó a san Frutos de su sede episcopal y fue a refugiarse en compañía de su hermano Valentín y de su esposa santa Engracia ─por aquel entonces los clérigos podían tomar mujer por lo visto─ hasta las cuevas de San Vicente ya prepondera en la ciudad del Acueducto. La de los Siete Altares aun pueden ser visitados en Sepúlveda y en mi pueblo Fuentesoto también había morabitos y eremitas. Huyendo del mundanal ruido buscaban a Dios. Me arrodillé ante la urna que guarda sus cenizas y oré por mi ciudad, por mis hijos y por la Suzi que está algo malita pero se pondrá bien. He de decir que me colé librando de pagar los catorce euros que cuesta  la entrada para visitar la Dama de las Catedrales donde yo ayudaba a misa de niño y hablaba con el deán Revuelta:

─Don Fernando ¿por qué no se compra un 600 para venir a coro?

─¿Y de qué me serviría el coche si no tengo para gasolina, Parrita?

A la salida había muchos espectadores mirando para  arriba, para el libro del eremita por ver si pasaba la hoja pero que si quieres Catalina. Dicen que cuando pase la hoja ese libro de piedra que tiene abierto dentro de su hornacina sonará la trompeta del Juicio Final y hala todos al Valle de Josafat para que san Miguel el psicagogo divino pese nuestras almas y nos pida cuentas por lo que hicimos. Atravesé tras la misa la ciudad en medio de la lluvia casi cinco km. Calado de los huesos. Espero que san Frutos haga uno de sus milagros característicos y me libre de apañar una pulmonía

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