MEDARDO FRAILE
Suena el latiguillo de los niños de san Ildefonso
predicando el Gordo que anuncian la Navidad y mañana el Día de la Salud porque
esto de la lotería es el bálsamo de Ruibrás. Que no toca a nadie pero las teles
y las radios despliegan directos en busca de los afortunados.
Por toda España se descorchan botellas de cava
y habiendo champán y mujeres… y yo villano en mi rincón leo a Medardo Fraile
(Madrid 1925- Glasgow 2013).
Sus cuentos memorables se
publicaban en la Gaceta Literaria.
Era junto a Aldecoa el mejor
cuentista del idioma y fue uno de los muchos entre los cuales me cuento que
cruzaron el Canal y se fueron a enseñar
español a los ingleses, ardua labor, pero que sólo fue posible en aquellos
tiempos de esperanza.
You
never had it so good, dijo el premier MacMillan y era verdad porque
sus palabras anunciaron la llegada de la sociedad permisiva, la píldora,
Carnaby Street, los Beatles y los Rolling Stones.
Inglaterra era la Arcadia Feliz que se
despojaba del puritanismo y tenía una consigna haz el amor y no la guerra. Hoy la
enseñanza del español no es preceptiva pero la lengua de Cervantes nos dio de
comer y atesorar experiencias.
Aprendimos a entender a distancia
España en sus virtudes y en sus defectos
plasmados en su rica literatura.
La crueldad del catolicismo se
compendiaba con la ñoñería y la superstición pero también el valor y la
hidalguía del españolito de a pie.
La anglofilia trajo en pos de sí
una estela de ñoñería, atavismo tópico y típico de prejuicios de muestras clases
dirigentes que casi nunca estuvieron con el pueblo.
En el fondo veníamos huyendo de la maldición
de los borbones, de las levas de emigrados que trajeron nuestras guerras civiles
las cuales por desgracia tuvieron un epicentro en Londres donde mandaban los
Rochilds. España hace los hombres y los
deshace.
“La Penúltima Inglaterra” explica este fenómeno de la desconsideración
y el desprecio al escritor de valía en un párrafo: “Este libro es una pequeña antología de poemas en prosa escrita por un
español que para nuestra vergüenza tiene que peregrinar por otros mundos, por
otros cielos, ganando fama y honra que aquí le hemos negado”.
En alguna ocasión nos carteamos
cuando yo era corresponsal en Londres.
Decía que le gustaban mis
crónicas cuando mi pluma se columpiaba jocosamente en el columpio de la
política inglesa a la izquierda Wilson a la derecha Heath.
Nadie ha celebrado el centenario
de este escritor que cultiva la “short story” con el primor de un Clarín, de
Guy Mauppasant, de un Chejov, de un Gorki. Pero yo sí
lunes, 22 de diciembre de 2025
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