2025-06-26
PEDRO SANCHEZ OLE TUS
HUEVOS
Yo no soy un
periodista de partido político, soy un periodista total al servicio de España y
del bien común. Por eso me congratulo y felicito a nuestro presidente (a quien
le di bastante caña desde estas humildes páginas pero esta vez se ha portado
con la contundencia y valentía de un español) por subírsele a las barbas al
loco que rige los destinos de la casa Blanca. Quiere que más de la mitad de
nuestro presupuesto vaya a sus caudales
y encima tiene la desfachatez por cobrarnos en tasas un huevo de la cara
por los productos que exportamos a USA. Sánchez se ha quedado solo entre los
lameculos de la OTAN que preside ese holandés risitas con nombre de pueblo
sevillano un tal Rute. Los españoles somos expertos en el arte de resistir lo
que llaman los estrategas poliorcética. Y nuestro Sánchez contra viento y marea
se ha portado como el último de Filipinas dando sopas con ondas a los de la
derechona pro yanqui y pro israelí. Pese a la corrupción y a pesar de ese
ministro putero que colocaba en el gobierno a sus meretrices y pese a ese
navarro con pinta de aizkolari que se las arrimaba y de ese otro navarro al que
llaman el chato que metía la mano en el cajón y sacó no se cuantos millones,
vaya lo uno por lo otro, pero Pedro ole tus cojones. Le diste a Trump el autócrata
una lección. El Cid no se abajaba a besar la mano al papa y ese gringo
ojiporcuno, pelirrojo y zanahorio, sabe lo que puede dar de sí un español hijo
de la raza por más que en ocasiones haya querido Sánchez dar la impresión de
negarlo.
2025-06-25
MIS RECUERDOS DE CORRESPONSAL EN
NUEVA YORK. AMERICA HIZO DE MI UN BUEN PERIODISTA
El 30 de noviembre de 1976 enviado como corresponsal de la Prensa del Movimiento aterrizaba yo en en el aeropuerto Kennedy en medio de una gran nevada.
La cellisca fue a más y yo trataba de conseguir un hotel. Trampeando por las calles aledañas a la ONU con nieve hasta las rodillas fui al despacho, que me había legado mi predecesor en la corresponsalía en la planta primera del Edificio Azul y desde allí firmé mi primer despacho. Pero entré con mal pie en la ONU por cuanto diré más adelante.
Un colega indio me miraba de reojo, porque mi llegada había supuesto para él que tenía que compartir despacho y ya no podría colocar las piernas sobre su maquina de escribir en aquella camarilla cuyas ventanas daban al East River donde se veía pasar a las gabarras de la basura y de vez en cuando el cadáver de algún desesperado que se había suicidado bajo el puente de Brooklyn tirándose al agua.
Yo estaba nervioso cigarrillo tras cigarrillo de aquel paquete de celtas cortos. puesto que la crónica no me salía. creo que versaba sobre una disposición de Kurt Waldheim al cual echaron de su cargo los del lobby judío acusado de ser un nazi austriaco.
Fui a cenar y a la vuelta unas gafas bifocales que yo había comprado en Londres y el tabaco habían desaparecido. Me las habían robado y creo que fue el colega indio.
Logré una habitación en un hotel de la Segunda avenida. Estaba exhausto y calado hasta los huesos. Tiempo adelante traté de escribir una novela bajo el título de corresponsal en Nueva York pero la narrativa se me iba de las manos. Aquella megápolis era demasiado grande. Nueva York y América en general es el paraíso de los superlativos: las casas más altas, el puente más largo del mundo, los hombres más ricos y los más pobres.
La gran Manzana, para mi sorpresa, estaba llena de dropouts y de mendigos, las mujeres más bellas y las más horribles, lo más exquisito y lo más vulgar. Todo al de por junto,
Yo no sé cómo conseguí abrirme paso, comprar una casa que al venirme malvendí y de sufrir no pocas incidencias y contrariedades.
Yo cerré el ciclo de los grandes corresponsales españoles que conseguían conjugar la información con la literatura, no estaban mediatizados por los grupos de presión ni escribíamos al dictado.
Al menos yo no era un mindundi pero tengo bien grabada aquella noche toledana en Nueva York cuando me quitaron las gafas, me robaron el tabaco y cogí una pulmonía con la nevada que casi me lleva para el otro barrio. A pesar de todo sobreviví.
En Nueva York aprendí
este duro oficio de periodista, oficio sagrado de compromiso con la verdad, la
tolerancia, el escepticismo y la belleza. De todo eso hablaré más adelante.
miércoles, 25 de junio de 2025
BIENVENIDO MR TRUMP SU PLAN MARSHALL PARA LA GUERRA Y LA PAZ NO FURRULA. LO SUYO ES VENDER PISOS EN MANJATAN
DIOS EXALTA A LOS
HUMILDES Y CONFUNDE A LOS PREPOTENTES Y SOBERBIOS
Con esa frase me quedo del libro de Job y en esto que cuando yo pisé tierra americana en Nueva York en la mesilla de noche de mi primer hotel había una biblia en la que se mostraba a los residentes qué salmo debían decir si habían tenido un buen día, si habían conseguido un buen negocio o si habían vencido a algún enemigo.
El hecho me indignó. Aquellas biblias eran protestantes y yo del
Viejo Testamento yo solo me fio de la traducción de san Jerónimo y el versículo
que más me conmueva de la Escritura es aquel que dice “exalté a los humildes y
confundía a los prepotentes… la piedra rechazada por los arquitectos fue elegida
por roca basal”.
Conque la palabra de
Dios se ha cumplido. Israel perdió la guerra de los Doce Días y el munificente
y totalitario míster Trump es un tramposo que no dice una verdad en su vida.
Quiere que los españoles nos deshagamos de la
mitad de nuestro presupuesto para hacer rico al Tío Sam que nos venda material
de guerra de desecho como ocurrió después de la guerra de Corea: tanques sin
relejes, cañones que se embotaban matando a los servidores de pieza artilleros,
barcos de guerra para el desguace etc.
Para esto quiere Mr. Trompas -Trampas arrebatarnos nuestro presupuesto que nos quedemos sin
educación, sin sanidad, sin patria, sin paz y sin justicia.
Luego, después de
decir que los españoles somos un problema, tiene la desfachatez de imponernos
aranceles inexpugnables para los productos que vendemos a los EE. UU (aceite,
coches, trenes de alta velocidad, naranjas Esto es un trágala)
Tiene cara de
esperpento el tío. Nos quiere llevar a
una guerra con Rusia mientras él se queda en casa calentito.
Su prepotencia, su chulería y su fanatismo han quedado para el arrastre gracias a ese gran país musulmán que se llama Irán como también hace medio siglo y yo fui testigo de otra derrota yanqui la guerra de Vietnam que narré como corresponsal en Washington.
Los valientes soldados de Hanoi les dieron una buena
paliza a los presuntuosos gringos.
¡Que se habían creído esos gringos fanfarrones!
Pues eso que las guerras de Trump son las suyas, no son las nuestras. En las dos últimas mundiales fuimos neutrales. Que se las
meta por los cojones Mr. Trump.
Si yo fuera ministro
de la guerra en España me irá a renovar mi arsenal a China o a Rusia que son
mucho más fiables.
miércoles, 25 de junio
de 2025
GLORIA SUNDAY THE BELLS OF SAN GREGORIO
I met Aunt Apolonia when she was quite old and bent over. At the end of Mass, she would stay behind, touring the images in the chapels of San Pedro Church, a spiritual tour that could last up to half an hour, sometimes three-quarters of an hour, and Father Don Frutos asked me to close the church. Since it's not my intention to distract her from her pious prayers to all the saints of the heavenly court who blessed her from their pedestals: Saint Isidore the Farmer, Our Lady of Fatima, the Risen Christ donated by my poor grandfather Benjamin when he apparently recovered from prostate cancer, Saint Gregory the Pope, Our Lady of Sorrows, and above all Saint Peter, installed on a throne on the main altar beneath the sublime face of the eternal father, who appeared between clouds of glitter, flaunting the armillary sphere or ringing the bunch of heavy keys as if they were bells... Come on, Aunt Apolonia, come on, that's it for today:
─I still have Saint Spyridon and Saint Rita, advocate of the impossible.
"Well, come on, they're going to give us the grapes, and you don't know Don Frutos. When he gets angry, he'll think I've been drinking his consecration wine or touching his brush."
That wait made me think of a tale passed around the lips of the daring and salacious during the winter rush hours. It was about a priest who had an affair with the blacksmith's wife. They communicated by ringing bells. A ring of seven claps meant that the field was clear and that the good priest could approach the smithy to court his lady. Two rings in a row meant no. That there were Moors on the coast. And one ring meant that the field was clear for him to have access to his mistress.
The ballad had pedigree and rigor, so that the rings became a musical composition. From the tower, the lover sent a message to his beloved in those days when there was no internet:
─Ladybug, my lady, come, it's time.
Lo and behold, the blacksmith intercepted the communication and deciphered its cryptic language. So one afternoon, while he was at the forge sharpening a red-hot grate, he ordered his wife to sit on the anvil. Feeling the pain of the hot iron on his bottom, he jumped up and reached the ceiling.
─Oh!
─Is it warm, huh? the blacksmith exclaimed, laughing.
At that moment, the call of love rang out from the tower. The priest was starting to get impatient. Bells rang:
─Lovely ladybug, come, it's time.
And from below, so that the whole town could hear him, his booming voice:
─His ass is burned, he can't do it now.
That is to say, the girl was turned on by the singing.
Some people want to be at Mass and ringing the bells. It can't be.
Then Aunt Polonia, the sister of Father Don Cirilo, approached me. Her eyes were very blue, her hair white, she had no teeth, and her whiteness resembled the cotton skein the women of Fuentesoto spun at the gate. She had a gentle smile and a wolfish hue at the corner of her lip where a thicket of black hair had grown.
"It's time to lock up. Let's go."
"Yes, son, yes. I have so many obligations, so many dead people that I can't keep up, so many people waiting for me there (she looked toward the cemetery on the hill), so many people who died that there are hundreds of Our Fathers in Requiem. Are you Antonio, Uncle Benjamín's grandson? The one who's going to be a priest?" "I am."
We went out to the entrance and at the church door, taking me by the hand, he said:
"Look up, Antoñito. Tell me what you see."
"The tower of San Gregorio, the bell tower without a bell. The French took them to melt them down and turn them into cannonballs. The youths no longer swing them, nor do they ring the cries for the dead, or call out when a fire breaks out."
"That's right, but I'm going to tell you about a miracle that happened on Easter Sunday. My brother, Don Cirilo Sanz, and I had come from Rome on a pilgrimage to see Pope Leo XIII. It was Holy Sunday. We all woke up startled because we heard the sound of the Gloria bell, which a very ancient king, King Alfonso VII the Emperor, had ordered blessed. The town was up then.
It was a ribab, or fortress, to defend us from the Saracens." That holy king had ordered the construction of a monastery cordon of 24, from Sacramenia to Osma and Berlanga de Duero.
The Muslims attacked and destroyed the village; the church was destroyed, but the bells continued to ring for Mass. And they rang alone.
"Don't tell me, Aunt Polonia."
"Yes, son, yes. It's true.
"There are witches, Aunt Apolonia," I said, somewhat skeptically.
When the French took them away, the clamor ceased to be heard throughout the surrounding area. My brother, who was very devoted to Saint Gregory, asked him that before he died, he would like to hear that sound. The Lord granted us that grace, and that Easter they rang to glory as they had never rang before. My brother said a Mass of thanksgiving and preached a sermon in which he said:
GLORIA SUNDAY КОЛОКОЛА САН ГРЕГОРИО
Я встретил тетю Аполлонию, когда она была уже совсем старой и сгорбленной. В конце мессы она оставалась, осматривая образы в часовнях церкви Сан Педро, духовная экскурсия могла длиться до получаса, иногда три четверти часа, и отец Дон Фрутос просил меня закрыть церковь. Поскольку я не собираюсь отвлекать ее от благочестивых молитв всем святым небесного двора, которые благословили ее со своих пьедесталов: Святому Исидору Земледельцу, Богоматери Фатимской, Воскресшему Христу, подаренному моим бедным дедушкой Вениамином, когда он, по-видимому, выздоровел от рака простаты, Святому Григорию Папе, Богоматери Скорбящей и, прежде всего, Святому Петру, возведенному на троне на главном алтаре под возвышенным ликом вечного отца, который появился между облаками блеска, щеголяя армиллярной сферой или звеня связкой тяжелых ключей, как будто это были колокола... Давай, тетя Аполлония, давай, на сегодня все:
─У меня еще есть Святой Спиридон и Святая Рита, сторонница невозможного.
"Ну, давай, они дадут нам виноград, а ты не знаешь Дона Фрутоса. Когда он рассердится, он подумает, что я пил его вино для освящения или прикасался к его кисти".
Это ожидание заставило меня вспомнить историю, которая ходила по устам смелых и похотливых в зимние часы пик. Речь шла о священнике, у которого был роман с женой кузнеца. Они общались с помощью звона колоколов. Звон из семи хлопков означал, что поле чистое, и что добрый священник может подойти к кузнице, чтобы ухаживать за своей дамой. Два звонка подряд означали «нет». Что на побережье были мавры. А один звон означал, что поле чистое, и он может получить доступ к своей любовнице.
У баллады была родословная и строгость, так что кольца стали музыкальной композицией. С башни влюбленный послал сообщение своей возлюбленной в те дни, когда не было интернета:
─Божья коровка, моя леди, приди, пора.
И вот, кузнец перехватил сообщение и расшифровал его загадочный язык. Поэтому однажды днем, когда он был в кузнице, затачивая раскаленную решетку, он приказал своей жене сесть на наковальню. Почувствовав боль от горячего железа на своем заду, он подпрыгнул и достиг потолка.
─О!
─Тепло, а? — воскликнул кузнец, смеясь.
В этот момент из башни раздался зов любви. Священник начал терять терпение. Зазвонили колокола:
─Милая божья коровка, иди, пора.
А снизу, так, что весь город мог его услышать, его гулкий голос:
─Его задница обгорела, он не может этого сделать сейчас.
То есть, девушку возбудило пение.
Некоторые хотят быть на мессе и звонить в колокола. Этого не может быть.
Тут ко мне подошла тетя Полония, сестра отца дона Чирило. Глаза у нее были очень синие, волосы белые, зубов не было, а белизна ее напоминала моток хлопка, который пряли женщины Фуэнтесото у ворот. У нее была мягкая улыбка и волчий оттенок в уголке рта, где росли черные волосы.
«Пора запираться. Пойдем».
«Да, сынок, да. У меня так много обязательств, так много мертвых, за которыми я не могу угнаться, так много людей ждут меня там (она посмотрела в сторону кладбища на холме), так много людей умерло, что в Реквиеме сотни «Отче наш». Ты Антонио, внук дяди Бенхамина? Тот, кто собирается стать священником?» «Я».
Мы вышли к входу, и у церковных дверей, взяв меня за руку, он сказал:
«Посмотри наверх, Антонито. Расскажи мне, что ты видишь».
«Башня Сан-Грегорио, колокольня без колокола. Французы забрали их, чтобы переплавить и превратить в пушечные ядра. Молодежь больше не размахивает ими, и они не звонят в крики по умершим, и не кричат, когда вспыхивает пожар».
"Это верно, но я расскажу вам о чуде, которое произошло в пасхальное воскресенье. Мой брат, дон Сирило Санс, и я приехали из Рима в паломничество, чтобы увидеть Папу Льва XIII. Это было Святое воскресенье. Мы все проснулись в шоке, потому что услышали звук колокола Глория, который очень древний король, король Альфонсо VII Император, приказал благословить. Город тогда был наверху.
Это был рибаб, или крепость, чтобы защитить нас от сарацинов". Этот святой король приказал построить монастырский кордон из 24, от Сакрамении до Осмы и Берланга-де-Дуэро.
Мусульмане напали и разрушили деревню; церковь была разрушена, но колокола продолжали звонить на мессу. И они звонили одни.
"Не рассказывай мне, тетя Полония".
«Да, сынок, да. Это правда.
«Ведьмы есть, тетя Аполония», — сказал я несколько скептически.
Когда французы увезли их, шум перестал быть слышен по всей округе. Мой брат, который был очень предан Святому Григорию, спросил его, что перед смертью он хотел бы услышать этот звук. Господь даровал нам эту благодать, и в ту Пасху они звенели во славу, как никогда прежде. Мой брат отслужил мессу благодарения и прочитал проповедь, в которой сказал:
GLORIA-SONNTAG DIE GLOCKEN VON SAN GREGORIO
Ich lernte Tante Apolonia kennen, als sie schon ziemlich alt und gebeugt war. Nach der Messe blieb sie zurück und besichtigte die Heiligenbilder in den Kapellen der Kirche San Pedro. Dieser spirituelle Rundgang konnte bis zu einer halben Stunde, manchmal sogar bis zu einer Dreiviertelstunde dauern. Pater Don Frutos bat mich, die Kirche zu schließen. Denn es ist nicht meine Absicht, sie von ihren frommen Gebeten an all die Heiligen des himmlischen Hofes abzulenken, die sie von ihren Podesten aus gesegnet haben: den heiligen Isidor, den Bauern, Unsere Liebe Frau von Fatima, den auferstandenen Christus, den mein armer Großvater Benjamin gestiftet hatte, als er offenbar von Prostatakrebs genesen war, den heiligen Gregor, den Papst, Unsere Liebe Frau der Schmerzen und vor allem den heiligen Petrus, der auf einem Thron auf dem Hauptaltar unter dem erhabenen Antlitz des ewigen Vaters saß, der zwischen Glitzerwolken erschien, die Armillarsphäre zur Schau stellte oder mit dem schweren Schlüsselbund läutete, als wären es Glocken … Komm schon, Tante Apolonia, komm schon, das war’s für heute:
─Ich habe noch den heiligen Spyridon und die heilige Rita, die Verfechterin des Unmöglichen.
„Na, komm schon, sie werden uns die Trauben geben, und du kennst Don Frutos nicht. Wenn er wütend wird, wird er denken, ich hätte seinen Weihewein getrunken oder seinen Pinsel berührt.“
Dieses Warten ließ mich an eine Geschichte denken, die sich die Wagemutigen und Lüsternen während der winterlichen Stoßzeiten erzählten. Sie handelte von einem Priester, der eine Affäre mit der Frau des Schmieds hatte. Sie kommunizierten durch Glockenläuten. Siebenmaliges Klingeln bedeutete, dass das Feld frei war und der gute Priester sich der Schmiede nähern konnte, um seiner Frau den Hof zu machen. Zweimaliges Klingeln hintereinander bedeutete Nein. Dass Mauren an der Küste waren. Und einmal Klingeln bedeutete, dass das Feld frei war und er seine Geliebte erreichen konnte.
Die Ballade hatte einen Stammbaum und eine strenge Prägnanz, sodass die Klingeln zu einer musikalischen Komposition wurden. Vom Turm aus schickte der Liebhaber seiner Geliebten eine Nachricht, damals, als es noch kein Internet gab:
─Marienkäfer, meine Dame, komm, es ist Zeit.
Und siehe da, der Schmied fing die Nachricht ab und entschlüsselte ihre kryptische Sprache. Eines Nachmittags, als er an der Esse einen glühenden Rost schärfte, befahl er seiner Frau, sich auf den Amboss zu setzen. Er spürte den Schmerz des heißen Eisens an seinem Hintern, sprang hoch und erreichte die Decke.
─Oh!
─Ist es warm?, rief der Schmied lachend.
In diesem Moment ertönte der Ruf der Liebe vom Turm. Der Priester wurde langsam ungeduldig. Glocken läuteten:
─Liebster Marienkäfer, komm, es ist Zeit.
Und von unten, so dass die ganze Stadt ihn hören konnte, seine dröhnende Stimme:
─Sein Hintern ist verbrannt, er kann es jetzt nicht tun.
Das heißt, das Mädchen war vom Gesang angetörnt.
Manche Leute wollen zur Messe gehen und die Glocken läuten. Das kann nicht sein.
Dann kam Tante Polonia, die Schwester von Pater Don Cirilo, auf mich zu. Ihre Augen waren sehr blau, ihr Haar weiß, sie hatte keine Zähne, und ihre Weiße ähnelte dem Baumwollstrang, den die Frauen von Fuentesoto am Tor spannen. Sie lächelte sanft, und an den Lippenwinkeln, wo ein dichtes schwarzes Haar gewachsen war, lag ein wölfischer Schimmer.
„Es ist Zeit abzuschließen. Lass uns gehen.“
„Ja, mein Sohn, ja. Ich habe so viele Verpflichtungen, so viele Tote, denen ich nicht nachkommen kann, so viele Menschen, die dort auf mich warten (sie blickte zum Friedhof auf dem Hügel), so viele Tote, dass es Hunderte von Vaterunsern im Requiem gibt. Bist du Antonio, Onkel Benjamíns Enkel? Der, der Priester wird?“ „Ja.“
Wir gingen zum Eingang, und an der Kirchentür sagte er, mich an die Hand nehmend:
„Schau nach oben, Antoñito. Sag mir, was du siehst.“
„Den Turm von San Gregorio, den Glockenturm ohne Glocke. Die Franzosen haben sie eingeschmolzen und zu Kanonenkugeln verarbeitet. Die Jugendlichen schwingen sie nicht mehr, noch läuten sie die Totenrufe oder rufen, wenn ein Feuer ausbricht.“ „Das stimmt, aber ich werde euch von einem Wunder erzählen, das sich am Ostersonntag ereignete. Mein Bruder, Don Cirilo Sanz, und ich waren aus Rom zu einer Pilgerreise zu Papst Leo XIII. gekommen. Es war Karsonntag. Wir schreckten alle auf, weil wir den Klang der Gloria-Glocke hörten, die ein uralter König, Kaiser Alfons VII., hatte segnen lassen. Die Stadt stand damals in Flammen.
Sie war ein Ribab, eine Festung, die uns vor den Sarazenen schützen sollte.“ Dieser heilige König hatte den Bau eines 24-köpfigen Klostergürtels angeordnet, von Sacramenia bis Osma und Berlanga de Duero.
Die Muslime griffen das Dorf an und zerstörten es; die Kirche wurde zerstört, aber die Glocken läuteten weiterhin zur Messe. Und sie läuteten allein.
„Erzähl mir nichts davon, Tante Polonia.“ „Ja, mein Sohn, ja. Es stimmt.“
„Es gibt Hexen, Tante Apolonia“, sagte ich etwas skeptisch.
Als die Franzosen sie wegbrachten, verstummte der Lärm in der Umgebung. Mein Bruder, der dem heiligen Gregor sehr zugetan war, bat ihn, dieses Geräusch noch einmal zu hören, bevor er starb. Der Herr gewährte uns diese Gnade, und an Ostern läuteten sie zur Herrlichkeit wie nie zuvor. Mein Bruder las eine Dankmesse und hielt eine Predigt, in der er sagte:
LAS CAMPANAS TOCAN SOLAS EN UN ANUNCIO DE RESURRECCIÓN
DOMINGO DE GLORIALAS
CAMPANAS DE SAN GREGORIO
Yo conocí a la tía
Apolonia ya muy viejecita y encorvada. Al final de la misa se quedaba rezagada
haciendo un recorrido por las imágenes de las capillas de la iglesia de san
Pedro, gira espiritual que podría alargarse hasta media hora a veces tres
cuartos, y a mí me encargó el cura don Frutos cerrar la iglesia. Al no ser mi
intención distraerla de sus piadosas plegarias a todos los santos de la corte
celestial que a ella bendecían desde su peana: san Isidro Labrador, la Virgen
de Fátima, el Resucitado que donó mi pobre abuelo Benjamín cuando sanó
aparentemente del cáncer de próstata, san Gregorio papa, la Virgen de los Dolores
y sobre todo san Pedro instalando en un trono del altar mayor debajo de la cara
excelsa del padre eterno que se asomaba entre nubes de purpurina ostentando la
esfera armilar o hacía sonar el manojo de pesadas llaves como si fueran
campanas… Vamos tía Apolonia, vamos, que es para hoy:
─Aun me queda san
Espiridón y santa Rita abogada de imposibles.
─Pues venga que nos
van a dar las uvas y usted no conoce a don Frutos cuando se cabrea, pensará que
le estuve bebiendo el vino de consagrar o de haberle metido mano al cepillo
Aquella espera me
hacía pensar en un cuento que se dejaba caer en labios de los atrevidos y salaces en los filandones del
invierno. Se trataba de un cura que tenía un lío con la mujer del herrero.
Estos se comunicaban por medios de toques de campanas. Un repique de siete
badajadas significaba que el campo estaba expedito y que el buen párroco podía
acercarse a la herrería a cortejar su dama. Dos toques seguidos que no. Que
había moros en la costa. Y uno que sí que el campo estaba expedito para tener
acceso a su barragana.
El romance tuvo prosapia y rigor de modo que
los toques se convertían en una composición musical. Desde la torre el amante
enviaba un mensaje a su adorada en aquellas fechas que no había internet:
─Mariquita, mi señora,
venga que ya es hora.
He aquí que el herrero
interceptó la comunicación y descifró el lenguaje críptico de la misma. Así que
una tarde que estaba en la fragua afilando una reja candente le mandó a su
mujer que se sentase en la bigornia. Al sentir el dolor del hierro candente en
sus posaderas pega un brinco que alcanza hasta el techo.
─Ay
─¿Está calentito eh? ─
exclamó el herrero entre carcajadas.
En aquel momento sonó
desde la torre la llamada del amor. El párroco se estaba empezando a
impacientar. Repique que campanas:
─Mariquita
encantadora, ven que ya es hora.
Y desde abajo para que
le escuchara todo el pueblo con su vozarrón:
─Tiene el culo quemado
no puede ahora.
Es decir que la
calentó el canto a la moza.
Algunos quieren estar
en misa y repicando. No puede ser.
Entonces se me acercó
la tía Polonia la hermana del cura don Cirilo. Sus ojos eran muy azules el pelo
blanco, no tenía dientes y se parecía por la blancura al hopo de algodón que
hilaban las mujeres de Fuentesoto a la puerta. Dúctil sonrisa y un lobanillo en
la comisura del labio donde le había crecido un matorral de pelos negros.
─Ya es hora de
encerrar. Vamos.
─ Sí hijo, sí. Tengo
tantas obligaciones, tantos difuntos que no doy abasto, tanta gente que me
aguarda ahí en eso (miró para el camposanto en el cerro), tanta gente que se me
murió que son centenares de padrenuestros de Réquiem. ¿Eres tú el Antonio el
nieto del tío Benjamín? ¿El que va para cura?
─Soy
Salimos al cancel y a
la puerta de la iglesia tomándome de la mano me dijo:
─Mira para arriba, Antoñito.
Dirasme lo que ves.
─La torre de San Gregorio,
el campanario sin campana. Se las llevaron los franceses para fundirlas y
convertirlas en balas de cañón. Ya no la bolean los mozos ni tocan a clamor por
los difuntos o rebato cuando se produce
un fuego.
─Así es pero yo te voy
a contar un milagro que ocurrió el día de la Pascua de Resurrección. Habíamos
venido mi hermano y yo don Cirilo Sanz de Roma en peregrinación de ver al papa
León XIII. Era domingo de Gloria. Nos levantamos todos sobresaltados porque
escuchamos el sonido de la campana gloria que había mandado bendecir un rey muy
antiguo el rey Alfonso VII el emperador. Entonces el pueblo estaba arriba.
Era un ribab o fortaleza para defendernos
los del sarraceno. Ese rey santo había ordenado construir un cordón de
monasterio en número de 24 desde Sacramenia
a Osma y Berlanga de Duero.
Los musulmanes atacaron y destruyeron el
villar, la iglesia quedó destruida pero las campanas seguían tocando a misa. Y
tocaban solas.
─No me diga, tía Polonia.
─Pues sí, hijo, sí. Es
verdad
─Brujas haber haylas,
tía, Apolonia ─ dije yo algo escéptico
Cuando los franceses se las llevaron se dejó
de escuchar el clamor en toda la contornada. Mi hermano que era muy devoto de
san Gregorio le pidió que antes de morir querría oír aquel sonido. El Señor nos
concedió esa gracia y aquella pascua de resurrección bolearon a gloria como
nunca habían sonado. Mi hermano dijo una misa de acción de gracias y predicó un
sermón en el que dijo: el diablo nos arrebató las campanas pero no pudo con
nuestra fe. Mientras esté ahí el cementerio de san Gregorio seguiremos
creyentes. ¿Te ha gustado, Antoñito?
─Como no tía Apolonia;
usted lo cuenta que parece que lo ha vivido.
La anciana dibujó una
sonrisa y se alejó a paso corto.
Había sido muy guapa de moza y tuvo muchos pretendientes
a los que dio calabazas porque creía que sirviendo al cura era como si
profesase de monja y se consagrara a Dios.
Yo tomé el pesado
manojo de llaves y los llevé a la rectoral. Don Frutos el cura en mangas de
camisa cavaba en la cerca al lado del molino. Sudaba como un pavo.
─¿Quieres almorzar?
─No me vaga, señor
cura. Tengo que hacer un mandado a mi tía Paulina he de ir a la fuente a llenar
la botija.
Le conté la historia
al párroco según la tía Apolonia me había referido y don Frutos muy gnómico sin
dar un cuarto al pregonero pronunció este veredicto cita del padre Astete en su
catecismo:
─Fe es creer lo que no
vimos
Desde aquel día cada
año cuando llega la Pascua Florida dentro de mi alma yo escucho las campanas de
Resurrección que bolearon en el campanario de San Gregorio resistente al paso
de los siglos.
No he perdido el sentido del humor, tampoco la
fe que es creer en lo que no vimos.
miércoles, 25 de junio
de 2025