Vi
cómo salía del mar una bestia con diez cuernos y siete cabezas y sobre sus
cuernos tenía diez cabezas y sobre las cabezas nombres de blasfemia
Apocalipsis
13, 1-2
666: ESPAÑA, RUSIA Y EL ANTICRISTO
A la buena gente del concejo de
Cudillero que son cristianos viejos, asturiana cepa del majuelo español
Antonio PARRA GALINDO
Prólogo
La sigla o el nombre de la bestia – el
anosmia o numero innombrable que en griego idioma en el que se vertió la
escritura cada número se corresponde con una letra y la suma de tres seis daba
lugar a la cifra de la muerte- es un guarismo que tuvo bastante literatura. Se
basa en el libro del Apocalipsis, un opúsculo difícil de entender que significa
cambio o transformación, como corresponde a la exaltada imaginación de la mentalidad
judía. El pueblo elegido porta la antorcha de la revolución. Muchos han creído
ver en su lectura las señas de las
postrimerías. El fin del mundo seguirá al milenio igualitario y a la derrota de
la bestia. ¿Estamos en los preliminares o pródromos del fin del mundo o en el
quiliasmos igualitario? Tanto España como Rusia, dos naciones que sirvieron de
baluarte al cristianismo a decir de los talmudistas figuran en la nómina de
países que han de desaparecer. La una por Ucrania y la otra por Cataluña. España
ya está destruida. Rusia padece el acoso incesante de las tinieblas. No lo sabría exprimir aquí. Lo que sí sé es
que ha comenzado la tercera guerra mundial sin que muchos se hayan apercibido y
es una guerra primordialmente centrada en la información. Es la guerra de la
propaganda-información. Las redes cibernéticas multiplicaron por un millón esta
batalla de la comunicación que sustituye al viejo agitprop. Se derrama sangre
en sitios puntuales porque la lucha es asimétrica y las esferas del éter vomitan
mentiras en expansión. Es la tercera guerra mundial, la antesala del gran
exterminio, del holocausto. Ha sido iniciada por los americanos. Cuando veo a
Obama comparecer ante las cámaras creo ver en su frente el tatuaje del
innombrable. Cameron también cuelga entre las cejas el 666 como un carnero
bocho, sólo les faltan los cuernos a ambos personajes para representar a la
bestia diabólica Un novelista argentino Hugo Wast lo coteja en una de sus obras
más famosas, prácticamente hoy inencontrable. Con independencia de la calidad
de este literato – detrás del pseudónimo de
Martínez de Zubiría se agrupan fallos pero no pocos aciertos valederos
para el mundo actual- Hugo Wast pronostica la subida al solio pontificio de un
argentino y el triunfo de la sinagoga sobre la iglesia, lo que será el
precedente de un tiempo de nuevas persecuciones para los creyentes, y de
guerras locales bajo el dominio de un poder oculto que propiciará una época
funesta de caos controlado, de grandes migraciones o de presura y angustia para
los que profesan la fe de Nicea. Este es el meollo de la cuestión y el
vaticinio del reinado de la Bestia. Durante
largos años a mí me ha preocupado este fenómeno al que he dedicado muchos tajos
de mi pluma incandescente a lo largo de lustros y decenios. Desde la cúspide de
mi senectud hago esta entrega donde compendio muchos artículos, cuentos y
reflexiones recopilados a lo largo de los años. Me preocuparía irme de este
mundo sin haber dado a la estampa estos mis solos y paliques. El 666 es el imperio
de la mentira y el reto a la verdad del evangelio. Es el triunfo de la
fornicación bajo los auspicios de la gran ramera. Enhebro estas reflexiones
desde lo alto de la cumbre de mi Helicón desde donde medito y formulo mis reparos al mundo de hoy sujeto a cambios vertiginosos.
El Monte Arés en Atenas era una
eminencia sagrada que dominaba la ciudad griega. Allí reinaban las nueve musas
y plantaron su tienda las amazonas mitológicas. El Monte Arés al que me refiero
tiene poco que ver con el círculo olímpico o el areopagita aunque para mí
conserve una naturaleza sagrada. Está en el norte en una región que los romanos
denominaban Betulia por ser lugar donde crecen los abedules, un árbol al que
adoraban los celtas por su piel blanca y sus propiedades curativas. Dicho collado he aquí que es
refugio de mi vivir encalmado despertado por el chillido de las
gaviotas- esos chorlitos del aire pajarracos caradriformes de mal agüero-
cuando baja la marea o escuchando en la noche el silbido lastimero del búho.
Las quimas del lauredal frente a la casa cobran mayor altura de año en año a
medida que yo envejezco y crecen mis nietos. La escritura para mí es una
fórmula de combate contra la bestia, la que acecha fuera, y la que nos hostiga
dentro de nosotros mismos traspasándonos de incógnitas y desde mi helicón
particular en la falda del monte Arés enhebro estas crónicas, canto estos
solos, prorrumpo en mis paliques que vienen a ser un responso por la buena
literatura. Se trata de hogueras fugaces y pertinaces, angarios encendidos en
la costa contra la invasión que se acerca. Canto a un mundo que se está
viniendo abajo con la judaización de Jerusalén, la fiscalización de nuestras
vidas y nuestras conciencias a través de la red que han dejado de ser un
itinerario virtual de comunicación para convertirse en una aduana de control y
un servicio de vigilancia. Cada mañana un abedul adolescente me da los buenos
días y me felicita por haber alcanzado el objetivo haber sido escritor y seguir
siendo español sin renunciar a mis profundas convicciones de libertad en
reacción contra los convencionalismo, los tópicos, las ideas mascadas. Soy un
demócrata pero no se me hace la boca agua como a otros que se dicen tales y
sólo piensan en la alfalfa. A finales del siglo XX se ha producido en España un
regreso a los peores tiempos del siglo XIX
y por la carrera de san Jerónimo se pasea el espectro de Prim,
Espartero, Riego que va camino del patíbulo (le dieron mulé en la Plaza de la Cebada) y hasta Rosita la Pastelera viene por la Puerta de Alcalá. Trágico
destino de España entre las garras de la bestia y en manos de los Borbones.
Aquí la historia contradiciendo el axioma de Demócrito se repite más que la
cebolla bajo la tiranía de las cien familias que se reparten juego, dominan sus
cacicazgos y mangonean en sus cantones. No nos modernizamos por dentro aunque
aparentemente por fuera seamos tan” modelnos”. Todo esto me ha llevado a revolver en el
enjambrazón de crónicas, artículos, pensamientos, historias y sugerencias sobre
aspectos poco conocidos del latir español a lo largo de casi cuatro lustros,
que yo almacenaba en mi cajón de viejo periodista. Quiero darlos a la estampa.
Estos escritos surgen como protesta a la verdad unilateral que nos imponen los
de arriba, enhebrada por la mendacidad de un gobierno mundial que no se cohíbe
en perpetrar crímenes como el de la guerra de Ucrania o de asesinar moritos en
Gaza, que para el que suscribe es un auténtico rugido de la
Bestia, con sus artimañas. Se trata de un zarpazo a la
ortodoxia y viendo los informes de este conflicto un millón de desplazados la
actitud mafiosa deL Rey del Chocolate Prosherenko, la crueldad de los soldados
otanianos que se dicen ucranios me acuerdo que esta guerra estaba anunciada en
los protocolos de los sabios de Sión (los mundialistas no inventan
nada, carecen del poder de imaginación y utilizan la mentira y la
desinformación como reclamo pues todos sabemos que querían matar a Putin en
viaje de regreso de Brasil y confundiendo el avión presidencial con un malayo
en el cual viajaban 298 holandeses lo abatieron pues el fuselaje y las
características del aparato era casi idéntico al de Aeroflot, y luego acusan a
los prorrusos separatistas los que llevan una cinta con la cruz de san Jorge en
la solapa). Están demasiado asidos a la tierra. Son el cuerpo de la serpiente
que se arrastra llenando los países de babas y lágrimas y escupiendo
constantemente contra la cruz. Este no es el Israel santo sino el que mata a
los profetas. Volviendo las espaldas al Sinaí, adoran al Becerro de Oro y están
tratando de construir la nueva Babel bajo el signo de la democracia, los
derechos humanos, el feminismo radical, el tribadismo, la execración de lo más
sagrado. La nueva Babilonia porta en su altanera frente la marca del 666.
Hoy día de san Fermín de 2014 lanzo de
nuevo este libro a los tórculos. Entre las garras de la bestia es el compendio
de la labor de muchos años. Es miscelánea de crónicas, artículos y reflexiones
en las que estampo mis temores sobre el porvenir de España como nación. Ciertamente
estamos bajo las garras de unas fuerzas ocultas que nos manipulan, nos engañan,
nos irritan, nos confunden y nos humillan al albur de un sistema político con
nombre tan gaseoso como democracia y que en realidad es un régimen de tiranía a
escala global inexorable e impenetrable. Un escriturista por todos los signos
que se aprecian alrededor nuestro a este sistema que descabala todos los
principios, leyes, seguridades y estamentos con el que el mundo ha venido
funcionando los llamaría el reinado del anticristo. Hasta en las fechas de
caducidad de algunos productos que compramos y en el código de barras de los
artículos viene estampillado el 666. Al Apocalipsis sucederá la Segunda Venida y eso es un
signo de esperanza. He aquí una de las razones por las que me he decidido a dar
a la estampa estas reflexiones en defensa de la cultura española denunciando
sobre todo las manipulaciones con que las logias masónicas, más fuertes que
nunca, tratan coaccionar a la
Iglesia como
consecuencia de la sustitución de la teología del holocausto por la de la Encarnación. Las
fuerzas oscuras, los lacayos de Satanás mandan en el mundo. Se han propuesto
borrar de la faz de la tierra todo aquello que suene a cristianismo, a
catolicidad, a esperanza que están siendo sustituidos por el odio, el ateismo y
la desesperación. Entonces la pregunta
es si el pueblo de Dios se ha convertido por el gatuperio demócrata en el
pueblo del diablo. Como en el asunto Dreyfuss “yo acuso”. Estas crónicas al
desgaire desde mi Helicón llevan una intención de denuncia caiga el que caiga.
Y la lucha contra los heraldos de la mentira es mi objetivo. Quizás nos
aguarden fechas trágicas pero no hemos de tirar la toalla. Habrá que perseverar
y persistir en la demanda. La gracia fluye latente cual raudal salvífico debajo
de las cloacas. Por lo menos, en esa providencia se afirma mi esperanza
I
CORNELIO EL CENTURIÓN
DEL GÓLGOTA
Cuento de
Semana Santa
Cunctanter. Despacio. Easy, easy, dijo el Centurión Cornelio. Nunca le habíamos visto a
aquel rudo soldado tan excitado. Estaba hecho un flan como todos y es que el
servicio aquella tarde en el Gólgota se las traía. Algo extraño e inexplicable
estaba ocurriendo en nuestra unidad que íbamos todos de cabeza como resortes
movidos por la fuerza del sino. Representábamos un papel. Cumplimentábamos un
designio. El poder de Roma se supeditaba a las coacciones de un sanedrín y de
un tribunal ilegal que iba a dictar sentencia de muerte mediante testigos
falsos. Yo fui testigo de cargo y lo que voy a relatar – que la cera de este
palimpsesto no se derrita jamás y que sobre las tablillas de mi encerado
remanezca por los siglos de los siglos- fueron hechos verídicos. Contaré lo que
aquella tarde del Día de Venus en las idus de abril ocurrió en aquel cotarro a
las afueras de la Ciudad de la Paz.
-Um. ¡Qué ironía! Bélica debiera llamarse porque fue
erigida como tributo a Marte y todas las tribus y todas las etnias pugnaron por
ella opugnando sus muros y enfrentando sus clades unas contra otra con gran
efusión de sangre. ¿Se puede cometer homicidio en nombre de la deidad? Éramos
conscientes de estar siendo espectadores de un momento deshonroso para la
humanidad y a la veces sublime. Maldita sea mi sombra. Hubiera preferido pelear
con los partos o estar aquella tarde en el Hades. O con los tracios o los griegos de Macedonia que
entregaban como botín de guerra al vencedor vírgenes arrastrapeplos de
increíble belleza y de bien ceñidas cinturas. El amor es el premio y el
descanso del guerrero, su más codiciado exuvium. Es por lo que se pelea y por
lo que se emigra. Sin embargo, en Jerusalén no había tales bicocas. Las judías
se depilaban las cejas y cubrían su rostro con un griñón, insultaban a los
romanos y algunas utilizaban sus encantos femeninos con instintos homicidas.
Muchos de los nuestros perecieron cuando se encerraron solos como Judith en la
tienda de Olofernes. Y en el primer
sueño les degollaban al grito de muerte a los romanos. Amargo es el pan de esta
tierra y el ambiente es hostil. Añoro los huertos y riberas de mi Hispania
natal. Envidiaba a Cuneas nuestro portaestandarte que tenía rebajado el servicio por
no sé qué historia de haber degollado a un rabí que le estaba tirando los tejos
a su hetaira Pompea. Lo metieron en los calabozos del destacamento y a lo mejor
acaban de remate por crucificarlo. No se hará con un cives romanus que defiende el lábaro imperial de nuestro Cesar pero
los tiempos están cambiando tanto en esta Palestina de nuestros pecados donde
manda la política en la cual los judíos siendo tan arteros porfiados y ladinos
son casi invencibles. No hay quien pueda con ellos. Nunca se avienen a razones.
Son implacables y duros de cerviz. No temen a nadie ni a nada y el filo de
nuestra espada contra ellos resulta cosa inane. Así que ya digo. Quizás estas
razones de las que pongo al lector en preliminares sirven a lo mejor de
antecedentes para esclarecer un poco nuestra situación después de una noche
como la que pasamos desde la prima vigilia hasta cantar los gallos en el
pretorio para destetar hijos de puta idas y venidas los prohombres de la
decapolis y los funcionarios del gobierno provisional y las autoridades
religiosas que para colmo dicen llamarse pontífices y sacerdotes de los sumos
sacerdotes ¡qué lío vaya una marabunta! Esta fue una noche en la que escuchamos
exclamar al Inocente mientras sudaba sangre en el huerto tristis est anima mea usque ad mortem y de mucho jaleo. La plebe
estaba enfurecida y como sin control. Querían condenarle a muerte. ¿Qué mal ha
hecho? Un romano no entiende los recovecos mentales que exhiben a toda hora
estos legalistas jurisprudentes avezados al escrutinio de la letra muerta y se
jactan de conocedores impermeables de la ley por la ley. Una iota de la
escritura no se podrá cambiar sin que perezca el mundo. Pues apañados vamos.
Nos exasperan nos confunden a los romanos. Son el poder invisible. Vas a pegar
un tajo a la cabeza de uno que crees enemigo del Cesar y ya no está. Se ha
difuminado. Se esconden bajo las piedras, se ríen. Risa y llanto de Israel.
Carcajadas que resuenan en la tumba vacía. Lóbregas miradas detrás de los
ajimeces de la calle desierta. En esta provincia he temido las emboscadas como
en ningún otro lugar de la tierra. Son expertos en la guerra de guerrillas y en
los actos terroristas. La tropa anda y no es extraño con la moral vencida. Pues vamos camino del monte de las
calaveras un lugar horrible un osario u hoyo Castrillo como el que existe en la
oppidum de la cual provengo allá en
la Tarraconense de la Hispania. Me dicen el Iacetanus a cuenta de la ciudad
donde vi la luz pues bien allá hay un lugar a la salida de la Porta Cavea donde dejan a merced de los
buitres y las águilas los cadáveres de los animales muertos y de aquellos
ladrones, violadores asesinos mala gente condenada por los magistrados a
perecer sin sepultura pues este Gólgota es eso y acaso peor que el Podium Castellun de la localidad de
Jaca. Da un poco de miedo pasar por este lugar por cuya cima planean las
carroñeras y los cuervos hacen ronda, huele mal y hay mucha basura en las
laderas. Es el peor lugar para estirar la pata. Un sitio impuro para un romano
donde se teme a unos dioses familiares de los que se ríen siempre los hebreos y
a cuenta de ese odio que sienten hacia lo que ellos consideran idólatras se
ríen de nosotros y no desperdician ocasión para mentalmente arrinconarnos
mediante engaños y por virtud de sus artes secretas. Hasta no nos consideran
personas ni hombres. Somos paganos
depravados. Sombras. Un orgullo de casta sienten que les vuelve del mayor de los
fanatismos pues la verdad sea dicha no conozco gente más fanática ni testaruda
tampoco más envidiosa. Pues envidian a
los griegos a los que imitan en sus costumbres y en su alta calidad intelectiva
pero a los que luego tildan de borrachos y de maricones dada la inclinación de
sus filósofos al amor de los efebos. Los partos y los medos y los mismos
germanos no tienen el corazón tan duro como muestran estos señores de horca y
cuchillo, que se autoproclaman elegidos de Yahvé con la ley en la mano, a los que
el Inocente llamaba sepulcros blanqueados y razas de víbora. No se calló un
pelín y por eso lo elevaron al palo. Una venganza sistemática calculada fría
sin precipitación puro cálculo y con toda la alevosía de la cual es capaz el
ser humano. Cunctancter… Cunctanter decía nuestro capitán por decir algo. Es un
británico de casi dos metros de estatura
pero yo le he visto hoy medroso. Tiene el pelo rojizo y por debajo del penacho
del morrión de su galea de plumas de gallo y de cerdas de alazán rojizo horribili visu que infunde pavor al
enemigo cuando avistan nuestras turmas empenachadas le asoma un cogote lleno de
pecas y el miedo a las fuerzas oscuras ese espanto irracional hacia las cosas
invisibles e inexplicables ya que tiene de frente a un enemigo muy superior a
la de los peanes y los coribantes que conoce las normas secretas del mundo más
allá de los astros. El miedo es una palabra que no se escribe en idioma de un
legionario romano. Hoy no era aquel hombre que vimos en la entrada de Lutetia
hace una par de años o en Numancia. Todo el vexilum
rindiendo culto a su prócer estatura. Las escamas de su loriga de oro relucían
bajo el sol de Hispania rodeado por una cohorte de pretorianos nubios y de
esclavos que arrastraban el peplo y de las mujercillas que traía su
cohorte detrás de los lictores con el
hacha y las fasces y el orgullo de ser romano como exuvium o botín de guerra
acogidas a la sombra de su lacerna y
anhelando la protección de su gladium
a los sones triunfales de la tuba y del cornu
buccinum. Hasta en las cáligas trae
nuestro Centurión polvo glorioso de todas las conquistas. No me lo puedo creer.
Parece obra de brujos o la quemazón de un coruscante rayo que cae súpito en la
seca tormenta. Yo soy su decurión y tengo a mi cargo el control de los
manípulos del ala izquierda. En mi cohorte hay hastati o lanceros y triarii o
de la reserva. La vida es milicia un batallar constante. El honor de Roma lo
llevo esculpido en el pecho desde que juré fidelidad al emperador me humillé
ante las torques y esparcí la sangre del vítulo con la que bautizó el sacerdote
de Júpiter mi cataphracta. Es el
ardor de mi brazo. Es el fulgor de mi espada. Fidelidad a Cesar hasta la muerte
y lealtad a mi centurión Britanicus. Así le llaman pues viene de Eboracum ciudad
al otro lado de las Galias donde se encuentra el vallum o empalizada más al norte cerca de las tierras de los picti
que en verano ven sol a medianoche. Allí en una de las campañas de
nuestros tribunos fue hecho prisionero con sólo catorce años por los nuestros
cuando Cesar hizo la guerra domu
militiaeque por mar y por tierra y nuestras classes (tropa) atravesando la Támesa en persecución de silures,
trinobantes y dumnoni del trans fretum gallicum a cuya estirpe pertenecía
dirigiéndose hacia el Ousium en las márgenes de Eboracum. De primeras bajo la
jurisdicción del aquilífero que lo llevó a Roma como esclavo. En la Ciudad
Eterna se hizo notable por su fuerza y peleó en el circo como hoplomachus gladiador ante el cossesum
o admiración de la plebe que quedó maravillada de sus enormes fuerzas y de la
bella disposición de las partes de su cuerpo. Su fama de forzudo llegó a
equipararse con la de Urdus y otros espaderos de fama que se midió las
tarabillas con un toro de Etruria y lo dobló la testuz en desigual esgrima de hombre contra
minotauro estrangulándolo haciendo fuerza desde el morrillo a la cabeza.
Portentosas vires las suyas. Como cosa jamás vista o de designio de los dioses
el propio Augusto que presenciaba la lucha mando traerlo ante su imperial presencia.
Quedas libre, Britanicus. Las más hermosas matronas le dispersaron su
benevolencia y suspiraban por su intimidad. De la misma emperatriz fue fámulo.
Pídeme lo que quieras y te lo concederé. Sumo señor dominador yo solo quiero
servirte, dijo el esclavo. Entra pues en mi ejército. Manda a mis hombres y que
te asciendan a centurión. Fue así como fue manumitido aquel joven de Eboraco y
dejó la gleba. Para devenir en mílite que ganó territorio para el emperador. La
crista de su galea flameó por todos los rincones de las provincias desde el río
Ibero hasta el Rin. Se distinguió sobre todo en el asalto a plazas fuertes y en
las escaramuzas de las ciudades de los germanos y de los helvéticos. Primero
fue signífero y después aquilífero. Alférez de Roma no lo hubo mejor marchando
siempre en las vanguardias sin temor a los dardos hostiles a la sed y a la
nieve a los malos vientos y a los hielos
las noches de guarnición. Conoció todas las castrametaciones de la
Tarraconense y la Gallia. Estuvo en Panonia y en el Ponto como portador de las
águilas del imperio y de los símbolos de la victoria de nuestra legión. La
nuestra es la famosa Legio VII también conocida como la victrix porque en
verdad nunca hemos conocido derrota. Bajó las enseñas insignes de las otras legiones
famosas la Macedonia y la Coadiuvatrix
hizo la guerra a los bárbaros en
sus hombros toda la fuerza del Lacio y en sus pies toda la ligereza de Aquiles
alado. Ganó fama de concursator duro
en las marchas e inagotable calcando con sus pasos todas las piedras miliares
de las vías del imperio. En nuestra hoja de servicios figuran las empresas
contra los astures, vacceos, arévacos, autrigones y las salvajes tribus de los
bárbaros más al norte. Primero en las Galias y en Britania. Más tarde en
Helvetia y por fin peinamos las márgenes del Danubio desde Panonia a la Dacia.
Ahora Palestina que ha sido para nosotros la campaña más difícil de nuestra carrera militar. Muchos de los
muertos han perdido aquí la vida. Gracias a la dureza del terreno y a las intrigas
del enemigo que es un experto en la guerra psicológica nuestras filas están
siendo diezmadas por la deserción. El terror anímico aterriza sobre nuestras
empalizadas. Aparte Jerusalén me parece el destacamento más aburrido de los que
conozco. Demasiados predicadores. Muchas preocupaciones por las cosas divinas
pero aquí los hombres y las mujeres les importan poco. Se utiliza a dios como arma de
agresión. Se barajan excesivos pensamientos abstractos y los filósofos y
teólogos me parecen iluminados y la gente intolerante, orgullosa, hipócrita y
desalmada y a veces un poco irreverente con el ágora ateniense donde no se
toman en serio a los dioses incluso tienen un templo dedicado a la deidad
nombrada y se hacen grandes juergas y banquetes. Recordaba su visita al Olimpo
en tierras de Tesalia donde un dios tirado por un carro en que una cuadrilla de
tigres iban al freno se reía de las intemperancias de los mortales. Zeus era un
dios con rostro bímano que tenía en su poseer las mismas virtudes y defectos
agrandados del resto de los mortales. Aquí no. Los rabinos se lavan quinientas
veces al día pero ello no impide la suciedad interior. Me parece que por dentro
utilizan poco el pomo de jabón. Hay una mugre que le preocupa a un romano y es
la mugre de las almas. En Jerusalén las tabernas (cauponae) están prohibidas a la luz del día lo mismo que los
burdeles pero no he visto una ciudad con tantos lupanares ocultos bajo el
brillo de la luna y los sórdidos rincones extramuros. Las hetairas dominan la
vida de la ciudad y esa es una de las acusaciones que se han formulado contra
el Inocente que andaba de acá para allá en compañía de recaudadores extranjeros
de gentecilla de poco fuste y sobre todo de mujeres. Esto último no me extraña
pues algunas de mis amigas me han confesado que no hay otro hombre más bello en
toda Palestina como ese que dicen el Nazareno. Es bello como un griego. Alto
rubio de barba bellida y cabellos bien poblados ojos de mirar perfecto un hijo
enviado de los dioses tan elocuente en sus palabras como en sus silencios. En
mi manipulo se ha hablado mucho de él y es discutido pero todos lo conocen
desde los tribunos hasta el último recluta. ¿Por qué quieren matar al Basileus?
Porque se creía hijo de Adonai una blasfemia para los oídos de los celosos de la
ley. Pero esa no es razón. ¡El dinero! Valiente razón entre judíos. No diré las
dudas que me asaltan a lo largo de este relato. Los concursatores o tropa de
infantería han seguido a ese hombre en sus predicaciones por Galilea y han
tramado de ocultis el ingreso en su sinagoga. Al principio creíamos que era una
sinrazón de la gentecilla. Un vélite como yo he sido adscrito a la caballería
no teníamos por qué mezclarnos en las disquisiciones de la chusma. Tengo
autoridad y puedo decir a uno de los hombres de mi batallón ve y va pero el
Basileo utiliza otras razones que no son de aquí. Pienso que pertenece a un
grado de hombres superiores. No le entendíamos nosotros cuando dijo que vino a
traer la guerra. ¿Hablar de guerras a un romano? Estamos cansados de batallar.
A los milites nos gusta pelear. Es nuestro oficio asaltar villas talar campos y
escalar muros. En mi tierra hispana donde fui reclutado aprendí a manejar las
cajas de guerra la brigola el musculus de la zapa y el onager. Nuestros arietes
han taladrado mil puertas y bajo
nuestras lanzas cayeron por tierra muchos adarves porque para nuestra milicia
nunca se oyó hablar de moenia o muros inexpugnables ni cerco que
pudiera ser alzado por las armas a no ser por los equus troianus y eso que andando el tiempo diera en llamarse quinta
columna en las que se especializaron los hijos de Israel pero este hombre nos
desarma. Sus palabras sobre amar a los enemigos nos han dejado sin argumentos.
Metido en un carro de guerra participé en la toma de Iliturgis. Pasamos a la
ciudad a cuchillo sin respetar a mujeres niños o ancianos y en Numancia vimos
inmolarse a sus moradores. He matado a cientos. La crueldad es nuestra
compañera de viaje e incluso en las casas de Roma vi cómo las damas portan
consigo un punzón afilado para picar en las carnes de sus esclavas cuando éstas
no les eran obedientes. No me apiado pero no me acostumbro a ver morir a un
hombre aunque sea mi enemigo. Pero es la ley. Que perezca el hostis
para que Roma siempre viva. Una de nuestras diosas nacionales es la
cruel Bellona la de los múltiples brazos que ampara a los valientes y ahoga a
los cobardes con sus múltiples anillas. ¡Qué me vais a contar! Sin embargo no
he sentido tanto miedo a las deidades como en esta madrugada cuando llovía con
fuerza sobre las losas del pretorio y caían truenos y relámpagos. Para colmo
uno de nuestros flámines actuando como intercesor o capellán ante los dioses al
destripar las entrañas de un cuervo las pasadas calendas vio augurios
desagradables y un mulo de nuestros acemileros montó a una yegua sin aparear y
la dejó preñada. Nació un híbrido monstruoso que nos hizo temblar de miedo. Van
a pasar cosas. Ya están pasando. Los astros no engañan y el que padrea un
garañón nacido de burra y caballo se interpreta como el más ominoso de los
presagios. Maldigo la hora en que nuestra VII marchó a la Siria a aplastar la
revuelta de Israel contra Cesar. Barruntando desgracias me quedo solo pues hace
poco en una escaramuza al poco de marchar contra Sidón un dardo perdido me
alcanzó el calcañar y me ha dejado el pie yerto. Querían licenciarme pero yo me
he negado a pedir la absoluta. Eso equivaldría a la miseria y a la mendicidad.
Me estoy curando las heridas con unas yerbas en
una receta que me dio un soldado que había ido a consultar a la pitonisa
de Cumas para un caso semejante pero cojeo sensiblemente. Eso me preocupa pero
yo no puedo renunciar a mi stipendium
ni a mi soldada con la que mantengo a mi mujer Prímula y a mis tres hijos
Venancio Claudia y Corvinus que habitan en Bibilis. Seguiré sirviendo al Cesar.
Él es mi jefe mi guía mi dux y mi deus. Las pócimas de la saludadora no me
vienen mal. Pero si salgo de ésta con vida pienso peregrinar a Delfos y me
prosternaré ante la imagen de Afrodita en acción de gracias. Zeus sea loado que
no he quedado inútil para el servicio. Además creo que mi centurión me protege.
Cree que soy uno de sus mejores soldados. Un dardo enemigo le había dejado el
pie yerto. A pesar de su cojera el decurión no quiso pedir la absoluta.
Continuaba bajo las banderas de su milicia en el cuerpo del ejército que
dependía del gobernador de Siria y a las órdenes del preceptor Poncio. Sentía
una veneración religiosa por la figura del emperador que no solo era el jefe
caudillo o dux de los legionarios romanos y el Zeus o deus al que se invoca.
Para curar su herida acudió a Delfos donde la pitonisa amen de iniciarle en los
misterios póstumos de aquella tarde
horrenda en que sacrificaron al Inocente le receto una hierbas con las cuales
el estigma del dardo en el calcañar fue cerrando poco a poco. Hizo varios
sacrificios a Júpiter. Aunque maltrecho no había quedado inútil para el
servicio. Aun picó espuela algunos años como decurión del orden ecuestre y pudo
cabalgar por Palestina siendo testigo de movimientos de multitudes y de hechos
portentosos que se narraban en el entorno de aquel Galileo a los que sus
enemigos de la clase sacerdotal hebrea intentaban presentar como enemigo de
Augusto. Durante la convalecencia estuvo al frente de una patrulla de funditores
(honderos) baleáricos encargados de hostigar con sus tiracantos a las patrullas
rebeldes que infectaban las montañas de Judea. Eran grupos de fundamentalistas
religiosos a los que denominaban esenios y que formaba una secta que
anunciaba la inmediata llegada del Mesías que habría de libertar a Israel. Eran
hostiles a Roma y muchos de sus cabecillas perecerían en el palo de la
ignominia. Jacetanus llevaba algo así como año y medio en el regimiento que el
centurión Cornelius comandaba y añoraba otra clase de pelea a campo abierto
como por ejemplo, la que había presenciado en las Galias o en las somnolientas
guarniciones de Hispania o las estepas de las campañas en el reino de la noche
y el hielo contra los escitas al otro lado del Ponto. La guerra contra los
judíos tenía un carácter brutal y psicológico con aditamentos espurios de
“guerra sucia”. Por otro lado presentía que como enemigo de Roma el pueblo
judío era el peor que habían tenido en el Lacio y daba prácticamente la
desigual lucha por perdida. Las legiones y al cabo de más de una generación
quedaría demostrado tendrían las armas y la fuerza pero la voluntad de vencer
pertenecía a Israel. En aquel momento en el que se circunscriben estos
acontecimientos la provincia de Palestina que comandaban al alimón Herodes el
Tetrarca y el pretor Poncio Pilatos de Lusitania estaban pasando por un momento
delicado de gran inquietud social política y religiosa. La paz augusta había desencadenado un
movimiento de tregua (indutia) pero dicha tregua era también insegura y
la cosa estaba muy revuelta con el reparto de competencias, las sospechas, los
recelos y los anuncios de la venida de un verdadero rey de Israel que
rescataría a las trece tribus del yugo romano. Muchos de aquellos encuentros
acababan en las horcas caudinas cuando Augusto imponía su férula y ley.
Cornelio aquel mediodía estaba de un humor de perros.
No entendía nada. No entiendo nada. Cunctancter, cunctancter. Iba de acá para
allá como un sonámbulo. Se les había
pasado aviso desde el pretorio al destacamento para desempeñar una
misión que detesta todo legionario romano que se precie: la administración del
tormento. Se trataba de un castigo in ápice; primero una flagelación luego
escarnio y por ultimo la crucifixión en el Gólgota. El reo un tal Jesús al que
fue a escuchar al desierto cuando estuvo franco de servicio no le parecía a uno
de aquellos facinerosos tan abundantes en la Decapolis o un peligroso
conspirador esenio. Pese a la herida aun montaba los caballos de Panonia con la
solercia y habilidad de los desultores dacios. Picaba espuela y
cabalgaba por la provincia en armas patrullando la frontera con Persia e
Irania. Hasta Petra llegaron en sus cabalgadas a ofrecer incienso a los dioses.
No se agotó la llama y se quemó la resina de un golpe por lo que los sacerdotes
que oficiaban aquellos sacrificios lo tuvieron por una funesto omen
-Algo va a ocurrir. La muerte del Justo traerá la
ruina de Roma, dijo un agorero con las barbas en forma de boca de hacha.
Jacetanus aunque respetuoso con estas cuestiones de la
religión no era muy dado a fantasmas ni a predicciones de desgracias pensando
que en la vida todas ellas vienen por su cauce y que no somos nada. Sin embargo
no desestimaba hallarse el imperio en un tiempo de crisis que acarrearía la
resaca de un mar turbulento sobre las costas del Lacio. Llevaba año y medio en
el destacamento a las afueras de la ciudad santa contemplando en alguna de las
muchas guardias los atardeceres prodigiosos del horizonte jerosolimitano que
contemplaba desde su garita displicentemente alargando la mirada sobre un lugar
tan poco atractivo. Jerusalén sus dos acepciones hieros o connotación de santidad, en quiere decir shalán y esto
suena a mis oídos como la más augusta de las ironías; si no, miren la historia,
he ahí una ciudad sumida en guerra constante a costa de la idea de un dios que
cada uno interpreta a su manera- únicos en el mundo pero muy rapiñaos y mucho
mas repentinos que en aquellas zonas de las Galias y de Britania por donde
anduvo de patrulla. Le parecía al legionario hispánico que el lugar era un
sitio maldito y que el arca de la alianza no guardaba los santos preceptos como
decían los rabinos sino un código misterioso sobre la preeminencia diabólica en
las cosas del mundo. El rosa de los rayos declinantes de poniente besaba la
punta de los cirros y las murallas se teñían de un color ocre que contrastaba
con el brillante diamante de las cúpulas del templo de Salomón. Esto es una
guerra sucia. A mí que me vengan con monsergas. Son unos conflictos que no me
gustan donde la política se entremezcla con la religión. Luego están los judíos
un pueblo arrogante y problemático. El más orgulloso de la tierra también el
más levantisco e indomeñable. Ahora estamos en tiempo de tregua (indutia) pero la provincia anda
revuelta: disquisiciones sobre la llegada del Mesías, orden de prioridades,
exenciones, prerrogativas, bulas gentilicias. Dicen que va a llegar el
libertador de Israel que les liberara del yugo romano. Por eso comprendo la ira
de Cornelio. No da abasto. No comprendemos nada. Nadie nos explica que esta
pasando. Nos llamaron del pretorio para hacer un servicio desagradable. Primero
una flagelación con verbera sayones, escupitajos, blasfemias y todo y más tarde
y camino del oscurecer una crucifixión en lo alto del monte. El reo un tal
Jesús al que muchos conocían pues habían ido a escucharle al desierto. Yo
recuerdo su mirada dulce, su sonrisa tierna y su aspecto prócer. Cuando me tocó
una vez sobre el hombro quedé libre de
mi cojera. Pero más que de los males físicos le he de agradecer que me alejara
de las enfermedades del alma en particular de la melancolía que vengo
padeciendo. Siento añoranza de mi tierra oscense allá en las riberas del Ebro
con sus campos de cerezos y sus muchos piescales y rosales silvestres (cornata)
que rodean en espléndidos y surtidos valles los muros de mi Jacta natal. Entiendo porque la cólera del jefe. Me
pareció ver asimismo la cólera del dios en estos instantes. Las palabrotas de
grueso calibre y los juramentos le salían hasta por el penacho de su galea. Se
ha infligido la ley romana. Se ha pisoteado el jus-juris o derecho de
gentes. Ese orgullo que siente todo cives
romanus ha quedado conculcado y para el arrastre. Para los judíos no hay
leyes. Ellos son la ley
-Los judíos se ríen den nosotros, Manlio.
Sus palabras sonaron rotundas y airadas derramándose
con eco cruel sobre las baldosas del gazofilacio. Entrábamos entonces los de
relevo a hacer guardia en el pretorio. El pretor había pedido refuerzos y los
del sanedrín estaban en pie de guerra a causa de no sé qué, de ciertos dichos o ciertos
hechos del inculpado que dice llamarse enviado de Israel. Pedían su muerte a
gritos por las calles de la ciudad. ¡Cuan ingrato tornadizo y frágil de memoria
es el vulgo! Antes de anteayer se despojaban del manto para alfombrar el camino
ad portas de Jesús que entraba en la ciudad a la grupa de un pollino.
-Reo es de muerte.
-¿Qué pecado hizo? ¿Qué crimen ha cometido?
-Se hizo a sí mismo hijo de Yahvé ¿te parece poco?
También el cónsul de Roma estaba visiblemente contrariado.
Su prestigio de Licurgo togado y su capa
pretexta no quedarían indemnes al cabo de aquel proceso. Parecían llena de
escupitajos de los sacerdotes de la ley. Pero su serenidad y eso que el
gobernador estaba lívido contrastaba con la cara enrojecida de uno de los sumos
sacerdotes que se mesaba las barbas en señal de enojo golpea su pecho y se
rasga la pechera litúrgica con el racional cubierto de escamas de oro. ¿Es esa
la clase de justicia que hace roma defendiendo a los blasfemos y a los falsos profetas?
Cuando las cuestiones de la republica se enredan con las de la religión malo.
Mucho hay que temer. Y si Anás se portaba de esa manera no habríamos de perder
de vista a su suegro Caifás que echaba espumaradas por la boca se corto las
guedejas de sacerdote según la orden de Melquisedec (una frase hecha como otras
cualquiera) y ató un nudo de impureza sobre las filacterias. Este es pueblo es
muy teatral y ceremonioso. Hacen aspavientos hasta para demostrar su
indignación.
-Pon un centinela en cada flanco, Manlio.
Hice como me pedía mi centurión. El lithostros era un
mar de gente. Mucha gente ociosa barzoneaba por el enlosado con poco que hacer
y sin saber cómo pasar el tiempo de un día festivo. Había noctámbulos y los
habituales peregrinos que preferían merodear por las calles hasta ser de día
por no haber encontrado alojamiento. Otros eran gentes sencillas a los que las
nuevas del tumulto había sacado de sus casas y estaban a la expectativa de lo
que pudiera pasar con esa mirada intensa de expectación mesiánica tan
israelita. Por aquellos días la población flotante era bastante numerosa por
motivos de la pascua. Tampoco faltaba la chusma ni las mozas de partido
que andan siempre igual que el tábano
detrás de la matadura de una acémila. Gente desocupada que quería saber y enterarse de lo que pasaba. Jesús ha
sido piedra de escándalo y ya digo como era tarde de fiesta había bastante
pueblo en los alrededores del castillo. Acababan de cerrar algunos de los poco
chigres (cauponae) existentes dentro del recinto sagrado y allí se agrupaba una
multitud variopinta de alquilonas cananeas que hacen la carrera por las calles
de la Ciudad Santa a la caza de algún ultimo cliente, algún peregrino sin
posada o de algún milite de permiso. Cruzaban las calles vagabundas con harta
soledad y mucho frío en el cuerpo huyendo del relente de las noches del mes de
Nissan en puertas de la primavera pero cuando todavía hace frío en Jerusalén e
incluso hiela. No faltaban las fregatrices y las señoras de la limpieza y
merdellonas solicitas que gustan de hacer corrillos intempestivos con los
soldados y dicen frases y largan risas. A cambio de sus ocurrencias estas les
lavan la ropa gratis o les tienen la impedimenta y les llevan al cuartel sopa
caliente algún estofado y lo demás. Desde que senté plaza de soldado no he
visto jamás tanta movida. Este ir y venir. Este apostrofar. Este azacaneo de
noticias y despachos de truchimanes y de correveidiles. Los judíos se ríen y
avergüenzan de los romanos que comemos con los dedos y no nos purificamos o
lavamos las manos antes y después de cualquier refección. Me llamó la atención
en medio de las befas la insolencia de una de las Maritornes que le hizo sacar
los colores a un pobre hombre con aspecto de palurdo que se calentaba ad prunas en una hoguera que habían
encendido en el patio y que debía de ser amigo del hombre que juzgaban mediante
falsos testigos:
-Tú debes de ser de su cuadrilla. Hablas con acento
galileo.
Los galileos se expresan con un retintín especial. Es
un deje algo paleta que exaspera o causa risa a los jerosolimitanos castizos
que se consideran hijos de David porque menudos son ellos.
-No me vengas con tonterías. Yo soy de aquí aunque fui
pescador en el mar Tirreno.
-No te creo- dijo la fregatriz
El hombre tenía el pelo rizoso y era corpulento. Su
aspecto era el de un pescador a juzgar por las manos encallecidas. Parecía
acobardado pese a su prestancia física ante las preguntas capciosas de la
fémina. Parecía medroso y muy entristecido.
-Pues las cosas como son. Tú andabas con ese. Me lo ha
dicho una compañera que es de por ahí de donde tú y te conoce.
-No sé lo que me dices, mujer.
El intruso, presa entonces de un repentino temor
y llevándose la mano a la navaja por si
las moscas abandonó el porche. Oímos
cantar el gallo por segunda vez y a la tercera, cuando entonaron sus gritos
aleatorios los mastos de todos los corrales de Jerusalén, el buen galileo al
que dicen Cefas salió del recinto llorando. Era
ya la segunda vigilia..
-Vaya una noche para destetar hijos de puta – le
escuche decir a un veterano de la guerra de las Galias arropándose como podía
las orejas echándose el capote de piel de tigre sobre la cabeza. Era el gálico
Adrianes uno de mis hombres más fieles.
También estaba triste. Longinos
su compañero de terna junto con Maudilius tampoco hablaban. Estaba de plantón a
la salida de la escalinata paseando la guardia y andando sin descanso y
amenazando al mundo con su lanza. Como hacia frío tenia subido el borde del
capote o paludamentum hasta casi las orejas que le resguardaba del relente de
la amanecida. Las plumas de su penacho que eran el orgullo del destacamento por
el contrario ahora algo cresticaidas parecían, advirtiendo la pena y turbación
de los equites. La madrugada no podía ser más melancólica y allí todos
parecíamos desterrados. Y un destierro sagrado era el nuestro, cunctancter.
Cunctancter. Así, easy, vayamos paso.
Cruzó el cielo de aquella madrugada de viernes de abril una golondrina. También
parecía acongojada. Los pájaros en señal de de duelo cesaron en su canto. Roma
hace justicia pero nunca asesina.
-En menudo embolado que nos van a meter esos
israelitas.
Se cruzaban apuestas sobre quien habría de ir, se
retorcían los argumentos con esa habilidad típica que tienen los talmudistas
para hacer de la necesidad virtud para que las buenas intenciones se conviertan
en malas obras y para que el agua se transforme en vino. Vi al centurión por un
momentito. Llevaba en el peto incrustado los exvotos del dios con sus
agradecimientos y los exuvium o trofeos conquistados al enemigo durante
las maniobras de conquista. Eran el
testimonio de todas las campañas en las que había participado: una cabeza de
Isis de oro macizo, el prendedor de una matrona dálmata y un flavelo en miniatura que le había regalado una etiope. Es fuerza
confesar que nuestro centurión poseía un cierto ascendiente con las mujeres.
Colgaban también de una cadente que portaba al cuello dos figurillas de Castor
y Pólux las deidades a las cuales la milicia ecuestre se encomendaba antes de
arrostrar la lucha. Decía que tales fetiches le daban suerte, lo que no dudo
pero estaba seguro que en aquel día en que amaneció Júpiter, el mas inicuo de
las historias del mundo, íbamos a necesitarla pues estaba ocurriendo algo muy
gordo. ¿Era el principio del fin del imperio? Ante la fuerza de los hados nos
sentíamos inermes, de antemano derrotados. Las fuerzas del destino nos eran
contrarias y debajo de la columna rostral del Arco Mayor romano unos desalmados
se habían puesto a jugar a los dados. El sonido cual sistro siniestro del
cubileteo de las fichas dentro del capacete de la fortuna donde se movían
ciertos números con las papeletas del devenir hacia temblar los cimientos del
Capitolio. La loba capitolina daba siniestros gritos de dolor. La leche con la
que amamantaba a los dos mielgos veneno volviose. A las ninfas del cantón
siempre les hemos atraído los soldados no sé por que. Entonces fue cuando se
acerco a mi una tal Miriam que había visto hacer la carrera por toda la
Decapolis y me espeto de antuvión:
-Seguro que no eres partidario ni de los unos ni de
los otros. No eres ni griego ni galileo ni tirio ni troyano. Todo esto que esta
pasando te la debe de traer floja y lo más probable que no entiendas nada de
política. Vámonos a echar un polvo ¿Subimos un ratito?
La reina me ofrecía sus favores con ese desparpajo de
las meretrices hebreas tan agresivas como procaces con que acaparan,
funestísimas, a sus clientes.
-Mira, prenda, hoy Marte no puede ser cariñoso con
Venus- le dije temiendo una celada. Muchos compañeros de la brigada habían
sucumbido al ser seducidos por estas tusonas encerronas al servicio de la
guerrilla tan abundantes en Palestina
Livius Jacetanus conocía a aquella mujer pública de
verla por las calles de Ramala. Su nombre era Noemí y hacia honor a su
titulo que quiere decir hermosa. Creo que había trabajado como bayadera en el
cuerpo de baile de Herodías. Era amiga de María de Magdala y tenia su mejor
clientela entre el clero y los pontífices (¡oh como detesto esta palabra tan
altisonante de pontífice después de haber visto pedir con tanto denuedo a
Caifás el santurrón fariseo la cabeza del Inocente, pontífice o artífice de
puentes entre dios y la tierra!) pero Noemí había terminado ejerciendo su
oficio por las esquinas y garlitos de mala muerte de la ciudad santa. Entonces
se escucharon pasos y grita de gente que se acercaba. Oí la voz de Britanicus
autoritaria. A mí la guardia. Desenvainamos la poderosa de las estocadas.
Echamos fuera del recinto a las putas y a los mirones que huyeron presas del
pavor ante el filo de nuestras espadas y el fulgor de las lanzas. Yo estaba
enojado y me entraron ganas de hacer correr a gorrazos a alguna de aquellas
rameras. Nunca me ha apetecido maltratar a mujer alguna pero, vistas las
circunstancias, hubiese descargado mi ira contra lo primero que pillara como en aquella ciudad de la Betita donde pasamos a
cuchillo a los ancianos las mujeres y los niños a causa de la dura resistencia
que encontramos entre los defensores. Un romano no asesina solo cumple ordenes
pero existe un cierto placer morboso en ver correr la sangre y sentir
enervamiento de los gritos los aullidos y blasfemias que acompañan a toda
carnecería. Hay un punto en que el ser humano deja de ser racional para
convertirse en bestia y para demostrarlo basta con haber sido testigo de la
toma de cualquier ciudad extranjera por alguna de nuestras legiones una vez
traspasados sus muros y terebradas con
el rezón o el ariete algunas de sus puertas. Ello forma parte de
la belleza de la guerra. Es lo que llamaban los antiguos los dos valores. Formido
proelorum (el miedo y el pánico) que se entrevera contra la formositas
o virilidad del combate. A decir verdad y si nos hubiéramos dejado llevar de la
furia hubiéramos dispersado a aquella
chusma que entro a prender en el huerto de los olivos al Inocente con
palos y con fustas cuando solo un par de días antes alfombraban su paso por las
calles de Jerusalén con sus mismos mantos. ¡Qué voluble y tornadiza es la masa!
¡Que manipulable! En esto, bajo el dintel de la puerta principal de la fachada
de palacio aparece el buen Jesús. La puerta se inunda de una luz radiante,
cósmica, y de un aura de belleza y de quietud. La belleza y la gran serenidad
adornaban aquel rostro de varón. Miraba de frente y no parecía aturdido ni daba
muestras de ira ni arrepentimiento. Los del sanedrín, por el contrario,
mantenían la mirada baja. Jesús paseaba sus ojos con gesto de señorío por el
recinto en medio del más profundo de los silencios como si buscara a alguien.
Su mirada se cruzo con la de Cefas y entonces el Inocente sonrió. El apóstol
huye embargado por la tristeza los ojos arrasados en lágrimas. Se había
cumplido su promesa. Pedro había estado presenciando aquellas escenas de
ludibrio y de juerga desde una esquina. Antes de que el gallo cante por tercera
vez tú me habrás negado tres. Ciertamente, el cielo y las estrellas pasarían
pero sus palabras no pasaran. La profecía que había formulado el Maestro horas
antes, en la infausta noche del prendimiento, acababa de realizarse. Jesús era
un hombre de gran porte. No parecía un judío sino un griego, de miembros
vigorosos y atléticos, la barba rubia y partida en dos. Sus cabellos de estopa
eran muy densos. Lo que más maravillaba en su rostro era el poderío de su
mirada, la elegancia de aquellas manos que por doquier iban haciendo el bien,
dedos hechos para sanar y para bendecir y unos pies elásticos muy cuidados que
habían encauzado los pasos siempre por las rutas del bien. La frente tenía
distinción, y su porte era asimismo majestuoso. Y toda la cabeza parecía haber
salido del buril de Praxíteles. El cristo ungido no podría ser de otra manera
sino la cifra y el compendio del canon de las perfecciones. Una vez que nuestra
nave oneraria naufrago y hubimos de alcanzar a nado la ribera del Pireo
recuerdo que aproveche aquel tiempo para darle gracias a los dioses por estar
vivo. Fui al ágora a escuchar a los filósofos y ascendí al Partenón. Allí
prendió en mí la idea del dios desconocido, un dios que habría de venir y que
seria como aquellos que yo admiraba en las calles y en los templos de Atenas.
Bien me dije. Ese hombro tiene la respuesta a mis expectativas. Un dios nuevo
había nacido. Fidias y Mirón habían esculpido su rostro. Apolo habitaba entre
nosotros y todo aquella filosofía, todas las elucubraciones de los mitólogos y
de los poetas, revertían a aquel instante y a aquella hora y a aquel hombre
varón de dolores pero cifra y compendio de todas las perfecciones clavado en
una cruz. Sus ojos se fijaron en los míos con tristeza. Parecían conocerme por
dentro y al contacto con el brillo y aquel calor que transmitía su mirada quise
convertirme en un hombre nuevo, exento de mis pasiones y enfermedades, libre de
mi cojera. Creo que me reconoció pero no me miraba como uno de sus verdugos los
que habrían de afligirle y desollarle a latigazos. Devolvía mis golpes con
caricias de perdón y digotelo yo aquella mirada del Inocente era del todo
acariciante y sanadora. Me contempló desde el dintel del pretorio y no he
vuelto a sentir mi cojera. Fui herido en una pierna por un dardo en el asalto a
un oppidum de Asia Menor. Los
defensores arrojaban venablos piedras y calderas de aceite hirviendo contra
nosotros. No me abrase entonces con el plomo derretido que caían sobre nuestras
galeas (para la protección de la cabeza toda la testuz que atacaba y golpeaba
el ariete contra las murallas nos cubríamos los cascos con una mampara
de hierro testudo que hurtaba
el cuerpo a la acción de los defensores; llamábamoslo la sombrilla contra el
poder de los decapitados) pero me abrasé entonces con aquella mirada de amor y
de perdón que me lanzo Jesús desde la puerta. Creo que he dejado de ser el
mismo. Recuerdo que mi cerebro estaba lleno de odio y de desesperación como a
tantos soldados de mi cohors que se lanzarían por un barranco o se
unieran a las cuadrillas de asesinos. Cierto que fui su esbirro a regañadientes
por obediencia al Cesar y sometido a los presiones de los judíos que para mí
fueron los responsables del asesinato del Inocente pero devolviendo mal por
bien el dulce Jesús me curó de mis heridas y puso punto final a mías congojas.
“Señor, una palabra tuya bastara para sanarme” dije imitando a nuestro
centurión al que también había recitado a su hijo. Me dieron ganas de blandir
mi espada y salir en su defensa pero sentí ese miedo típico a los judíos que
sobrecogerá a muchos a lo largo de la historia. Me dieron ganas de deshacer sus
ataduras y poner en fuga de un tajo de mi gladium
a los insolentes que en aquel instante formaban
corte infernal de maltratadotes y escarnecedores en rededor. No fui
capaz o lo suficientemente valiente. Me faltaron las fuerzas. Me repudio a mí
mismo por haber sido victima de los respetos humanos y del temor al que dirán.
Teníamos reputación de valientes los legionarios de la séptima invicta.
Soldados de elite nos conocían en algunas partes de las Galias, de Panonia, de
Libia o del país de los escitas como los novios de la muerte y los sacamantecas
pero aquella tarde nos comportamos como unos gallinos y verdaderamente fue cosa
chocante y de naturaleza milagrosa. Y es que según vine a entender luego tenían
que cumplirse las escrituras y los que habían dicho los profetas Isaías y
Jeremías. La hora estaba cumplida. Es preciso que muriera el Hijo del Hombre
pero ay de aquel por el que fuese entregado. Más le hubiera valido no haber
nacido. Me consuela saber que el Inocente perdono a los verdugos. Dios tuvo
demasiada indulgencia con los que fuimos sayones del Redentor. Me hubiera
gustado aquella tarde no tener manos ni cabeza para no presenciar los
sufrimientos y dolores increíbles que infligimos en aquel cuerpo tan bello.
Claro que ahora al recordar encuentro un eximente. Estábamos borrachos. El
mando había enviado un aguardiente especial mezclado con unas hierbas
analgésicas. Se lo dimos a beber al reo. Lo probo pero no lo degusto. Nosotros,
eso sí, bebimos mas de la cuenta. En vez de defenderlo en el atrio frente a la
chusma que le hostigaba nos quedamos inertes y con los brazos cruzados.
Entonces se oyó el grito terrible de una dueña despiadada con una violencia
inusual y salido de las entrañas de un útero infame: “Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestro hijos”. Solo
una hebrea puede ser capaz de tanta
protervia. Y aquel fue el clamor mas infame que se escuchó. Es el grito de la
culpa que no se borrara jamás y que pesara siempre sobre la conciencia de un
pueblo deicida. Ante semejante barbaridad se me encogió el corazón. Estaba
claro que no querían ninguna indulgencia. Caiga su sangre sobre nosotros y
sobre nuestros hijos”. Esa frase únicamente podía salir de la boca de un judío.
Se hizo el más profundo de los silencios. Me fije en la túnica de Jesús. Era de
color escarlata, e lana de oveja núbil. Todo un ajuar para un profeta. Desnudos
venimos al más mundo y desnudos lo abandonamos.
Un verdadero contraste es la simplicidad de este
atuendo si se la compara con los más de veintitantos ornamentos que adornan el
cuerpo de los sacerdotes cuando ofician cerca del sancta sanctórum de Jerusalén
o la gran cidaria de los pontífices máximos que cantan constantemente sus
peanes en las ofrendas a Júpiter. Este hombre al morir en una cruz creo que ha
venido a traer la guerra. Es un revolucionario. Ha venido a poner las cosas del
revés. Sus palabras y sus actos constituyen una carga de profundidad a la línea
de flotación del sistema. Su gran delito, robar el fuego a los dioses y entrar
con un látigo en el templo de su padre que profanaban los cambistas y
publicanos. Su desnudez es una afrenta para los que visten pieles de marta
cibelina e inducen a las espaldas mantos de armiño y togas pretextas. El poder
siempre lo considerará un enemigo. Lo ahorcarán doscientas veces pero al cambo
siempre resultará e inundará las plazas con sus turbas de desarrapados, de
famélicos, enfermos y perdedores. Los curas y los políticos siempre andarán
sobre sus escritos con mirada vigilante pero en última instancia y al no
poderlo vencer intentarán usurparse mensaje y apropiarse de su enseñanzas. Así
que los curas y los obispos harán un montaje con su evangelio. El culto a los muertos
les dará de comer.
Mis ojos se posaron en la túnica del Salvador. Era de
color carmesí retinta en sangre de los golpes y de los palos del simulacro de
la coronación. ¿Eres rey de los judíos? Um pues ahora mismo te colocamos los
símbolos y le pusieron la caña por cetro, un saco por manto de armiño, un
pedrusco redondo que habían encontrado en los caminos por la imago mundi de la armilla que las testas
coronadas – y aquella era una testa coronada de dolor y escarnio, un rey de
aflictos que abrirá la comitiva de los de copas, espadas, oros y bastos, todos
los palos de la baraja, que en este mundo han sido y después de mí el diluvio y
todo lo demás- y encima de la cabeza aquella tonsura de pinchos ciñendo las
sienes admirables. La túnica de una sola pieza había sido tejida por los dedos
amorosos de una Penélope mística. La tejedora era aquella anciana de luto que
estaba al pie de la cruz y a la que otras dos compañeras sostenían por los
ijares para que no se desmayara. Madre dolorosa y aquella visión enorme y que
tuve el privilegio de contemplar como testigo ocular quedaría fijado en la
retina de la historia y sería fuente de inspiración de imagineros, pintores y
poetas.
-Aguarda, mira bien lo que dices, legionario romano y
guárdate del acrónimo: el cetro, la corona y el manto e armiño no era tributo
de los reyes bíblicos sino de las monarquías medievales.
-De acuerdo estamos jugando al escondite –dije a la
voz de la conciencia- con los símbolos. Las palabras de los cuatro evangelistas
cuarenta paginas que revolucionaron el mundo muy densas y a veces confusas pero
de una fuerza increíble y como si se tratase de un mensaje llevado en volandas
por el huracán del espíritu son una narración deslavazada pero de una fuerza
tal que todavía está haciendo girar al mundo. Su desconexión repetitiva es un
enigma que sigue causando verdaderos dolores de cabeza a los hermeneutas y a
los intérpretes de los sueños místicos.
-Somnia rerum,
yo sueño en mis cosas
-Hechos y dichos pero ¿todas esas parábolas son
ciertas?
-Tan ciertas que han volcado los toneles de la ley
pero pertenecen más que al mundo judío al romano. Por eso los rabinos están que
trina.
-Está claro que la tenían guardada.
-Nescio quid
dicis. No sé lo que dices.
-Yo me entiendo.
La voz me dijo que había una transposición de
términos. En realidad cada unos de los hilos de la túnica inconsútil forma
parte de la malla de un laberinto. Se me metió desde entonces por los ojos. Y
todavía veo el brillo del primer ornamento sagrado. Era la estola más pura el
primer efod y el mejor cíngulo que jamás ciñeran sobre sus lomos los sacerdotes
del templo de Salomón y los flamines romanos que siguiendo la tradición persa
ofrendaban sacrificios animales al Sol. Ello forma parte de los atributos de todas
las religiones órficas. Aquella vestidura sin mangas era la prenda determinada
por el señor para dejar proscritas las estolas, las cidarias, el efod y las
mitras de los jerarcas, todos aquellos ropajes, todas aquellas cosas inciertas
que quedarían abolidas para dejar paso a la nueva ley. La humilde túnica de un
crucificado por rebelde a los estatutos religiosos y políticos de Israel se
convertía en símbolo de un Nuevo Orden. Él se quedó desnudo en el madero pues
hasta le despojaron del paño de pudores o calzoncillos y se los jugaron a la
taba los mercenarios etíopes. Tengo que advertir que la escolta del pretorio
fue retirada y el ajusticiamiento fue llevado a cabo por una cross de la
Frigia.
-El dios está en calzoncillos. ¡Pues vaya!
La frase blasfema no dejó de parecerme un prurito de
verdad porque desde aquel vértice en la que el sol parecía renuente a
desplomarse por occidente la luz trajo los designios de la clarividencia. Los
circunstantes y circuyentes por dadiva divina nos transformamos en presagos y
videntes. En la suma de aquel cerro se daban cita los acontecimientos de la
humanidad en mezcolanza de escenas del presente, el pasado y el avenir. Se
veían escenas insólitas y se escuchaban parlamentos en lenguas extrañas
anunciando en tono de profecía lo que habría de llegar. Lo que fue es y será.
Se abrieron aquella tarde las fauces de la tierra y los sepulcros escupieron de
su boca a los muertos que allí yacían. La desnudez del crucificado era para que
a la humanidad en adelante no le faltara el vestido. El nuevo Adán quiso estar
en cueros para presentarse de esa manera a Yahvé cuando bajó a visitarle en el
jardín del Edén. A la sombra de la cruz nacía un nuevo orden y el paño de
pudores que se rifaban aquellos crudérrimos mercenarios etíopes la vestimenta
de un ajusticiado la prenda de nuestro rescate. En aquellas horas se nos hizo
fácil dejar escapar la imaginación para explicar muchas cosas que carecen de
sentido puesto que la verdad estábamos rodeados de símbolos y cada cosa que
acontecía y cada hora que pasaba era todo un ciclo histórico y un montón de
acontecimientos que serían el sostén de toda una parenética posterior. El mundo
a partir de aquella hora tercia estaría escuchando el sermón de las siete
palabras todos los viernes santos
Apreté la
túnica sagrada contra mi pecho. Sentía un calor extraño en mi piel, cierta paz
interior. La pena y la alegría a la vez bañaban mi rostro en lágrimas. Una
fuerza enorme me sujetaba a la tierra y no era la superstición a la cual tan
aficionados somos en Roma sino algo que estaba por encima de los dioses mismos.
Los decuriones nunca lloráis pero mira mi cara. Estoy llorando. ¿Quién es tu
capitán? Se presenta Manus Britanicus
decurión ¿En qué legión militas? La Victrix o séptima. ¿Ala? Tercera. ¿Mano?
Siniestra. ¿Manipulo? El de los honderos mallorquines. Está bien. Puedes
retirarte. Aquella prenda de abrigo despedía como una fuerza que en lugar de
venganza pedía perdón, que sustituía la turbación por la quietud y exhalaba ese
perfume de olíbano que poseen todas las cosas santas. Hasta incluso creo que me
inhibía de mi vehemencia, una característica por la cual yo me había
significado en el destacamento. Era yo de los de aquella milicia que no da un
paso atrás. Ahora estaba sobrecogido ante mi propia mansedumbre y a mi capitán
Britanicus le ocurría lo mismo puesto que iba de aquí para allá como alma en
pena repitiendo un adverbio de modo: “Cunctancter… cuncti, cuntancter, todos
juntos y despacito”.Bien sabrían nuestros enemigos que esto no era lo normal
pero al contacto con semejante “praeda” espiritual algo se movía dentro del
corazón de nosotros mismos. Algo estaba pasando. Semejante transformación no
entraba dentro de los prolegómenos de la casuística y de la estadística con que
nos marca el destino a los hombres. Venimos el mundo a ser uno más y a observar
una serie de comportamientos y de reacciones estándar. No te saldrás del
camino, beiby pero la gracia lo puede todo. ¿Qué había ocurrido? ¿Qué estaba
pasando? Este sentimiento de amistad y de tolerancia hacia nuestros semejantes
y que no era lo normal formaba parte del legado un mandamiento nuevo os doy.
Era su parte esencial. El testamento del cenáculo: el amor, el perdón a los
enemigos, una píldora muy difícil de tragar para un decurión como yo que recibe
el estipendio de la Legión Invicta. Esta noche se ha producido un verdadero
milagro. Fue aquel cambio, aquella metanoia. Llegaron refuerzos. Los
conscriptos de la impedimenta que en las marchas caminan en la retaguardia
arreando los onagros de Abisinia porteando en las artolas de arpillera
Britanicus trajo vino del Ponto jícaras enteras, orzas, picheles y yo creo que
me bebí una cratera. Beber para olvidar. Consumid el fruto de la uva de tal
manera que desaparezcan vuestros propios pensamientos y que vuestro ojo
desvaríe así que no pueda columbrar la ignominia de este día. Pronto había
muchos bolongos. Sin embargo por lo que a mí respecta a pesar de lo muchos que
bebía no me emborrachaba. El centurión aguantaba el que más pues se conoce que
estaba acostumbrado al lúpulo de Eboraco. Nos mandaban de verdugos a perpetrar
uno de los tormentos más ignominiosos en nuestras leyes penales. Sólo se
azotaba a los violadores, a los asesinos reincidentes, a los enemigos del
pueblo. A los delincuentes peligrosos. El castigo era tan duro que se tenía por
costumbre administrar algún lenitivo o clase de droga tanto a los corchetes que
administraban la feroz penitencia como a los reos. Jesús fue dado a probar una
copa de vino griego. Lo degustó pero no lo tomó y soportó el trance con una
entereza y una valor que yo no he visto en ningún otro hombre. Resistió la
verga con cabos de taba pungente y dientes de pescado-el gato- y demostró no
sólo hombría y valor físico sino una naturaleza humana de tan recio temple que
sobrepujaba los términos habituales. Uno, dos, tres. Hasta cinco mil latigazos.
He de confesar aquí que ninguno de mis hombres tocó al Inocente. Sentían como
una especie de reverencia y un pavor que no teníamos por costumbre. Se delegó
para tal vileza a una jarca de conscriptos judíos condenados a muerte y que se
emplearon con harta saña. El premio a aquella infamia fue la absolución de su
condena. Otro regalo del sanedrín al lábaro y las fasces romanas. Aquella
chusma recién soltada de las mazmorras de la Torre Antonia se empleó con valor
y a juzgar por su sevicia muchos de nuestra cohorte, los que no estábamos
ebrios, nos dimos cuenta que en la Palestinense la vida era tenida en muy poco.
Esa fue una de mis conclusiones. La otra, que los judíos son el pueblo más
racista y cruel de la tierra, raza maldita verdaderamente, viperina, y de
sepulcros blanqueados. A los pueblos que no han nacido bajo el consenso de la
circuncisión los consideran subhombres, auténticas bestias. Este orgullo de
casta les hace odiar a la condición humana a la que pretenden esclavizar
mediante el soborno del oro o las mentiras de su historia. Sacaron para aquel
mandado a todos los violadores, parricidas, salteadores de caminos, ladrones y
forajidos de toda especie. Barrabás era el capataz del equipo. Golpeaban con
tal contundencia que diríase fueran auténticos expertos manejando los verbera o trallas de esparto que
remataban en bolas de plomo como si el oficio hubiera sido el suyo de toda la
vida. Cinco mil vergajazos pero lo más humillante fueron las befas. Un buharro
se puso detrás de él e hizo amagos obscenos de sodomizarlo pero uno de mis
hombres desenvainando la espada le decapitó de un golpe certero. La cabeza rodó
por las baldosas del Lithostros igual que una peonza a la que un niño acabara
de soltar en trompo dejando en pos un reguero de sangre. El gentío que asistía
al martirio reía a carcajadas. El Inocente el rostro ensangrentado y todos los
hombros que parecían una llaga volvió la cabeza y como un relámpago se ciñó su
túnica sagrada desatando las cuernas con que estaba amarrado a la columna del
pretorio y adelantándose unos pasos recogió la cabeza ensangrentada del
sodomita y la unió al tronco. Éste se levantó como si no hubiera pasado nada
lleno de confusión pero arrepentido de aquellas obscenidades contra el Lirio de
de Dios paradigma de la castidad misma. Se prosternó ante él y lo adoró
saliendo después del lugar con su cabeza sobre los hombros. Como si no hubiera
pasado nada. Iba diciendo: éste verdaderamente es hijo de Dios. Le llamaban
Plauto según supe después el cognomen debido a su cojera y creo que era un
mercader de Salónica hermafrodita perdido y famoso por sus inclinaciones
paidófilas. Desde aquel entonces nunca le volvieron a ver en compañía de efebos. Huyó al desierto. Fue
bautizado y creo que murió mártir de los judíos que le llamaban El Impuro y
para los cuales no era óbice su arrepentimiento y la vida penitente que
arrastrara. Era la segunda vez que el ajusticiado utilizaba sus poderes
sobrenaturales después de haber conseguido otra ortomorfosis en la oreja de
Malco que fue tajada asimismo por uno de sus discípulos en un arranque de
valentía. Estaba claro que el Inocente
que se enfrentaba a la violencia y crueldad de la que jamás se había tenido
noticia bajo la capa del cielo no utilizaba la guerra para llevar adelante sus
planes de salvación. Bienaventurados los mansos de corazón. Al verle obrar
aquel portento comprendí que se estaba cumpliendo un designio anunciado mucho
antes.
Entonces un
escriba de los que habían acudido a pedir la muerte de Jesús a Pilato gritó:
-No le hagáis
caso. Es un hijo de la condenación. En nombre de Belcebú hace milagros.
Aquel hecho no
ablandó el corazón de pedernal de los que le condenaban. Seguían ternes en sus
blasfemias cubriendo su cuerpo de gargajos y pronunciando blasfemias. Estaban
cometiendo un pecado que nunca sería perdonando. Y quedaría adherido a aquella
raza de víboras como un estigma. Aquella tarde estaba naciendo el Amor Salvador
pero por paradoja en el Calvario también asistíamos al parto de un Odio
infinito a aquella cruz que sería el símbolo de la condenación y de la muerte
en un holocausto de todo el pueblo de Israel. Veo la ciudad llena de piras
funerarias y sobre sus murallas alzarse una nube densa de fuego que abrasará la
tierra. Los deicidas en esa hora obtendrán su paga. La soldadesca se creció a
raíz de aquel suceso y hubo varios conatos de tumulto que mis pretorianos, tras
el incidente nefando, hubieron de sofocar con las armas en la mano. Seguían
clamando a pesar de todo lo que dijo la vieja:
-Caiga su
sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
No tenían
ningún temor de Dios y menos al Cesar. Eran tan altaneros, tan pagados de sí
mismo y orgullosos de sus convicciones que pagarían cara su soberbia apenas dos
generaciones más tarde de que ocurrieran tales hecho. Más que la muerte de
aquel inocente a lo que más temían era a contaminarse pues era sábado y había
que guardar las reglas, ceñirse siempre a la letra muerta, rara vez al espíritu
de su Torá. Tampoco se conmovieron cuando fue sacado al pórtico c coronado de
espinas. Setenta y dos pinchos olorosísimos de cambronera. Aquí tenéis al rey.
Ecce homo. Prorrumpieron en carcajadas histéricas. Mayores gritos:
-Crucifícale,
crucifícale.
Pilatos
que estaba entristecido y como medroso
ante el furor de aquella gente se sentó sobre la curul a deliberar. La
gentualla pedía la cabeza del reo con mayor ahínco. El cónsul de Roma no
comprendía. Yo tampoco entendía nada. Era la hora del asombro. La razón humana
estaba siendo vencida, conculcada la lógica de modo que los argumentos poco
valían mostrándose tonante y prepotente Júpiter Pistor con una energía que
apabullaba. ¿O no era Zeus en realidad el que determinaba semejante secuela de
atropellos contra la verdad y la justicia? Uno tenía la sensación de andar como
flotando. No habíamos llamado a los dioses por su nombre aunque invocábamos su
fuerza. Era otra historia. Era otra cosa. Estábamos jugando al escondite con
los hechos ciertos mucho más allá de las coordenadas que determinan los humanos
comportamientos y desde el primer instante tuve el conocimiento de que aquel
ajusticiado entre los malhechores para ironía de esas special valúes que él al morir de esa manera tenía en tanto
menoscabo y que tanto estima la vanidad humana (ganar buena fama, tener sido en
consideración, ser rico e influyente) era el hijo de dios o hablaba con una
autoridad suprema propia de aquel que puede ejercer su influjo sobre los
astros. Que es capaz de decir a una estrella cae y el gran cuerpo celeste se
convierte en estrella filante. O apostrofar a los peces para que canten y toda
la ictiología de los reinos de la sombra del padre Océano inicia una melodía
infinita que esparcen las ondas y que mueven las mareas de uno al otro confín.
Fuerza suprema. Radiación lumínica y taumaturgia. Levántate, toma tu camilla y
camina le dijo al tullido de la piscina probática y el paralítico de toda la
vida inició una carrera por las trochas que circundan el valle de Hebrón. Yo
soy la verdad y la vida. ¿Quién puede pronunciarse de esa manera sino el
Mesías? Ha blasfemado. El supremo sacerdote escindió su pectoral de oro en dos.
La túnica se la había echado el Inocente sobre los hombros y Pilatos
apuntándole con el dedo dijo Ecce Homo.
¿Qué no os dais por satisfechos, cabrones? ¿No tenéis bastante ya? Les temblaba
la voz. Titilaba el odio en sus barbillas. ¿Ese loco qué se habrá creído? La
envidia, la presunción, los malos pasos, la soberbia orgullosa de los que
escucharon el sonido de las trompetas de Jericó. Todo resultaba inconexo y un
poco como sin lógica. Nuestro cónsul tenía miedo. Era su tercer año. Le
quedaban tan sólo unos meses de mandato. No le gustaba Palestina, nunca
entendió a los judíos. Se había limitado a llenar las alforjas para volver a
Toscana rico. Le aguardaba un retiro en la quietud de su villa cerca de Ostia
regando los geranios, vigilando sus silos y comerciando con los esclavos de
Iliria. Además amaba a su mujer Claudia profundamente a pesar de que habían
corrido rumores por el destacamento de que ésta llevaba una vida licenciosa
pero en el fondo era una buena mujer que se aburría en aquella ciudad cargada
de dioses y de prejuicios y le hacían
añorar a su ambiente de Roma. Los balnea.
Las entradas para el anfiteatro. Le había dado al gobernador cinco hijos.
Un fallo a tales alturas, pensaba Poncio Pilatos, podría ser ominoso de cara a
su jubilación tranquila. No dudaba que aquel hombre que había traído para ser
juzgado nada tenía que ver con las terribles acusaciones de las que era objeto.
Que había sido conducido al pretorio bajo la imputación de falsos testigos y
todas las pruebas eran una burda fabricación. El clima de odio era tan espeso
que casi podía ser cortado con una navaja. Y era aquel encono, aquella saña,
fruto de siglos, fecundaría los negros campos de la destrucción y de la guerra.
Tengo que regresar a Roma cargado de honores y de lingotes. La nave oneraria
que transporte mis posesiones será la admiración de mis admiradores. Mis
enemigos perecerán de envidia. He sufrido mucho esta noche en sueños por causa
de ese justo. La esposa solícita – la intuición de las mujeres resulta
determinante para conocer la verdad – enviaba recados al procurador pero ¿Quid est veritas? La ética de
circunstancias echaría un pulso a la deontología de un juez. Al fin y al cabo
muchos jueces romanos estaban corruptos y los senadores ambiciosos que eran
enviados de procónsules al Oriente sólo tenían ambición. Para volver con los
carros y transportes cargados de riquezas y encender un cirio en el templo de
Vesta enhiesto en una palmatoria de oro sembrando la admiración de los padres
conscriptos. Velay al hombre. Ciertamente es una injusticia. Este hombre no ha
hecho nada malo. Parece un orate pero escuchad cómo chillan en la platea. La
chusma brama pidiendo su muerte. Al fin y al cabo nadie sabe dónde está la
verdad. No puedo comprometerme ni poner mi carrera política en entredicho.
¿Quién eres tú? El ajusticiado se entregó al más impenetrable de los silencios
pero era un mutismo manso sin queja bajo la arcada de las columnas dóricas su
rostro dolorido bajo la imposta, los ojos traspasados de melancolía, de dolor
el gesto. Nadie quería compromisos ni complicaciones en la vida. A mí que me
dejen tranquilo. Yo voy a lo mío. Hágase mi voluntad y que se caiga toda la techumbre
del firmamento. No te metas en camisas de once varas. Entonces un esbirro de la
escolta con ganas de hacer méritos le arreó una bofetada y el alapa volvería a repetirse por el mismo
sujeto en la casa de Anás un viejo de barbas hirsutas la nariz larga y el gesto
hosco rapaz desconfiado e insolente. ¿Así respondes al pontífice? Tas, otra
bofetada. El Salvador abrió los labios. Si en algo falté dime en qué. Si no
¿por qué me golpeas? Pero otro puñetazo fue la respuesta. Aduladores y
cortesanos sinuosos como la serpiente. Vi a una mujer rapaz los ojos chiquitos
y muy móviles como los de una víbora que hablaba palabras de abominación. Tenía
flujo y su olor era bastante desagradable. Estaba sentada en la Biblioteca de
Alejandría. Era la encargada de los scrinia
o pequeños cofrecillos en los que se archivaban los papiros de la satánica
venganza. Esta mujer por nombre Livia pero que procedía de una ciudad cercana a
Iliberris era una bruja que decía tener poderes del maligno. Los que la
conocieron la temían y se guardaban mucho de pronunciar su nombre que era el de
Fonscrudelis. ¿Qué hacía aquella
arpía en el lugar de la visión? No lo sabemos pero venía escoltada por otra
hispana que le traía la cesta de las ofrendas y de las libaciones a las
deidades infames. No en tiendo por qué se encontraba en la casa del Sumo
Sacerdote pero su nariz era acabañada como el suyo y el pelo sucio y era algo
pecosa. Los que la conocían y temían dijeron que llegó desde la Bética como
cuadrillera que sigue a la tropa ofreciendo sus servicios pero bienquista con
un procónsul de cuyo nombre hago gracia al lector conquistó favores en el
pretorio del gobernador hasta alzarse a un lugar predominante de la
administración colonial. Hacía y deshacía y su influjo se hacía sentir sobre la
psique del propio Pilatos un hombre bueno pero débil y que vivía dominado por
su mujer y por su barragana porque Fonscrudelis había sido su favorita en la
legión. Era una matrona muy altiva como lo suelen ser las queridas y esposas de
los militares en Roma crueles y orgullosos. Al andar por los pasillos del
palacio residencial movía el cuerpo con mucho dengue y meneo y la cabeza la
giraba a compás igual que una jirafa. Si Flavio había aconsejado que librara
del patíbulo a Jesús la jienense le recomendó que fuera al palo. Reo es de
muerte. Aquella mala mujer ejercía una suerte de magnetismo nefasto sobre el
pretor Poncio. Y después de obser5var la gran nariz de Anás que se daba la mano
con la Fonscrudelis la maloliente pero tan fétida como bella. Era algo pecosa y
rojiza el rostro atractivo bien trabada de hombros y con un buen Partenón al
dos pues era portadora de uno de esos traseros que tanto gustan en las Galias y
que son un vehículo de promoción social. La nariz ya digo de Fonscrudelis era
de vultúrida. Lo de fuente cruel no era más que un mote pues los anales
refieren que nada más nacer fue ofrendada por su aya sobre el cadáver de la
madre que la trajo al mundo en mala hora a las deidades de la fuente Castalia y
Fuensanta la llamaron pero no pudo ser más irónico el cognomen a la vista de
los hechos de su vida. Aquella no era una mujer. Poseía rasgos que recordaba n
a la víbora. Se puso a silbar en medio del bullicio introduciéndose los dedos
en la boca para hacer flauta y clamando el crucifijo. No hay comando más
temible en nuestra lengua latina que aquel imperativa apostrofe con el que las
enardecidas turbas pedían la pena capital contra el galileo. Vi a la infame
Fonsi arrebujada en su velo mezclada entre la multitud odiosa. La reverberación
de los azotes los insultos y escupitajos era una elocuente referencia a las
secuelas de aquel magnicidio. Dos tres cuatro. Lentos sonaban los golpes de un
tenor acompasados. El sol del mes de
Nissan se ocultaba detrás de las nubes como si tuviera vergüenza de presenciar
tal espectáculo. Los verdugos sudorosos apagaban la sed en un aguardiente
infame de guindas que parecía tornarles más locos y agresivos. Al reo le dieron
a probar vinagre. He de confesar que ninguno de mis hombres tocó al inocente.
Sacaron de los calabozos a todos los rufianes y asesinos lo peor de cada casa y
a los legionarios que se encontraban cumpliendo cadena por algún crimen o toda
la gente sentenciada a muerte. A ellos echaron al cristo como tiempo adelante
echarían a sus discípulos a los leones. No podía ser mayor la infamia. Así
pues, la ley del flagelo caía rotunda sobre la espalda y las nalgas de los
ajusticiados. Estallaban en el aire los golpes del gato o látigo de cuerdas que
remataban por contera en tabas afiladas de huesos de animal o clavos. Tanto
reos como verdugos tenían que acudir a la bebida para paliar el tormento de la
sed. Tomaban una pócima especial a base de vino judiego a la griega mezclado
con aguija y aguardiente de moras. El trance no podía ser más atroz. Entre
nosotros el tormento de la flagelación superaba en horrores al de la
crucifixión pero el Inocente impelido por una fuerza divina o porque tenía que
cumplir el mandó de apurar el cáliz hasta la última hez los apuró todos. Una
variopinta chusma recién excarcelada de la Torre Antonia estaba dando rienda
suelta a su sadismo. El populacho y es un clamor que no paramos de oír en toda
la tarde decía:
-Duro con él.
Y había que
beber. Era preciso apurar el cáliz. Tres mil latigazos. Estuvieron solmenándole
desde la hora tercia pero la constitución física y la longanimidad –una fuerza
secreta dimanaba de su persona- eran portentosas. Una naturaleza envidiable y
una voluntad de hierro abroquelada en su misión de salvar al orbe. Ante el espectáculo el mundo futuro
comprenderá el comentario del centurión:
-Verdaderamente
éste era el hijo de Dios.
Nos estábamos
ciñendo al espíritu y la letra de un texto antiguo y había que cumplir el
mandado sin apartarse ni una línea. Vermis
sum et non homo. El espíritu de la profecía se estaba manifestando. Se me
abrieron los ojos aquella tarde en el Lithostros. Empecé a ver y empecé a creer
entre homicidas, sodomitas, rameras, sacerdotes encopetados con la cidaria a la
persa y filósofos. Querría que el responsable de aquel asesinato fuera a Roma a
ser juzgado y que el senado y el pueblo supieran acerca de lo que estaba
sucediendo en Palestina. Un suceso que tendría relevancia para generaciones
enteras y para toda la humanidad. Fui testigo de cargo y yo lo vi con mis
propios ojos. Yo acuso al Sanedrín y a la chusma judaica. Era ya de mañana
pasada la hora de tercia y el sol se alzaba besando sus resplandores los
morrillos del empedrado camino del monte de las Calaveras. Habíamos bebido
mucho vino de muchos grados pero ninguno de mis hombres daba muestras de borrachera.
Era el propio ajusticiado cuya sangre vertida se volvía vino por nosotros
infundiéndonos fuerzas. Ya arriba, lo clavaron entre dos ajusticiados, Dimas y
Gestas condenados por asesinato. Uno de ellos era un terrorista. Uno
improperaba. Otro bendecía. Al que le bendecía le prometió el paraíso. Tú,
Señor, tienes palabras de vida eterna. Jesús gustaba llamar a las cosas por su
nombre. Los que lo condenaron no. Muy a regañadientes o invitus el pretor pasó
sentencia. Vi su mirada turbada y sus dedos vacilantes. Sólo la devotio al emperador y aquellas amenazas
pronunciadas por los judíos de que si no lo mandas al palo no serás amigo del
Cesar le infundieron temor. Se había tatuado en un brazo la insignia del
emperador. El centurión por su parte estaba como ausente. Iba de a un lado al
otro del patíbulo donde habían colocado al reo junto a los dos ladrones dando
ordenes contradictorias. A sabiendas de tener sí una tarea difícil. ¿No le dará
pena? ¿Por qué piden su muerte? Y ante
aquella brutalidad le vino al alma la compassio que siempre caracterizara a
los ingleses. Cuando el Nazareno pidió de beber él mismo le acercó una esponja
mojada en vino y en hiel. No lo desdeñó. Lo probó pero no lo consumió. Fue un
verdadero milagro que hubiéramos ingerido entre todos casi doce cántaros y que
no estuviéramos ninguno ebrio. La beodez, la borrachera de amor vendría después
y sería una garantía de perdón para los pecados del mundo. Los de abajo le
seguían insultando. Le llamaban raca, hijo de puta y los gestos obscenos se
repetían una y otra vez. Las carcajadas y la provocación:
-Si eres hijo
de Dios baja de una vez. Desenclávate.
A golpes de
culata manteníamos a raya pero teníamos órdenes estrictas de no volver a
desenvainar el hierro ni cortarle a ninguno la cabeza como había ocurrido
previamente en Cilicia aunque ganas tampoco faltaran. Nuestros jefes tenían
miedo a los judíos y se ceñían a la horma del compromiso político y como los
romanos somos muy aficionados a los juegos de azar pusimos sobre el tapete sus
pobres prendas. Nos jugamos a los dados su túnica inconsútil la que le tejió su
madre María, el ceñidor, y sus sandalias. Pocas pertenencias para un rey desde
luego pero su reino no era de este mundo. La pera o alforja estaba vacía y la
bolsa de los caminos se la había llevado Judas. Su calceamenta estaba muy
gastada y manchada del polvo de todos los caminos de Judea. En lo alto del
monte del Gólgota se escuchaba el jadeo de los agonizantes, el llanto de las
buenas mujeres y el cubileteo de las téseras de los tahúres. No podía ser más
pobre el lote del defroque pero no podría ser más ardoroso el empeño de los que
administraban la puesta. Había asistido yo a lo largo de mi vida militar a unos
cuantos expolios mas en ninguno vi tanto empecinamiento y ganas de triunfo por
los jugadores como aquella tarde con Jesús. Parecía que les iba la vida en
aquel lance de fortuna. Todos le abominaban pero todos querían los despojos del
manso Cordero como si de ellos dimanara una fuente de salud. Aquella tarde dejé
de ir a ofrecer incienso a los dioses, de auscultar el vuelo de las aves y de
mirar para los astros. Una luz nueva era nacida dentro de mí
II
NOCHEBUENA EN EL FRENTE
DEL ESTE
A
los veinte mil españoles que murieron en Rusia.
Posición 375 sección de Antiaéreos. Frente
del Este 24 de diciembre de 1942
Querida
Aderita:
Recibí tu carta ayer. La trajeron los del hipomóvil de la Comandancia. No había podido hacer el
reparto en siete días pues hemos tenido una cellisca de las que hacen
época. Estos sí que son tormentas y no
las del Bierzo. Gracias por los
aguinaldos con el turrón y la botella de coñac el detente/bala y la estampa del
Niño Jesús que hemos colocado en sitio preferente de la chabola y está Jesusín
hecho un sol y yo no sé cómo con esos taparrabos blanco puede aguantar los
treinta y dos bajo cero. ¡Cómo es Dios y todo lo puede! No le harán mella ni las balas y lo que decía
nuestro general el otro día en una arenga que radiaron por radio Berlín: fuerte
será el invierno ruso pero más recia es mi raza.
Y tan recia, ¡pachasco! nuestro divino Niño lo
puede todo. Aguantar la helada y la nieve que tapa los ojos, hacer callar por ser Nochebuena los organillos de Stalin.
Hasta parece que lo conocen, oye. De vez en cuando nos lanzan octavillas en
castellano muy bien escritas por cierto y nos dicen mejor estabais, puñeteros,
al brasero con vuestras abuelas o junto a la estufa de un baile y no aquí.
Habéis
venido a defender a un tirano, el señor Hitler, pero un cabo primera de la Plana Mayor gaditano
ex legionario, agarró el altavoz y les dijo en perfecto idioma de Pushkin que
estábamos aquí en devolución de visita. Que en Cádiz son así de cánidos
mentales y que se mueran los feos y tal y tal. Nos elevó un poco la moral pero
la verdad que no está el horno para muchos bollos y la tenemos por los
suelos... Ojala Jesusito haga un milagro. No estoy muy seguro de que nos
lleguemos a ver en carne mortal. Tampoco importaría mucho. Un soldado no es
nadie. Un número. Un nombre en una esquela, una inscripción sobre una tumba con
un casco de acero y en el vértice dos palos cruzados. Si caemos en la tierra
rusa quiero que sea por algo y no estoy escribiendo mi testamento pero esta
noche es Navidad y se me amontan las congojas.
Si
me atizan en un fregao estoy seguro de que tú pensarás en mí. Ah aquel
chaval de Soria que se fue a estudiar a Madrid Filosofía y Letras, luchó con
los rojos pues quería cambiar el mundo. Lo cogieron los nacionales y para
redimir la culpa se apuntó a la División Azul. Un chalao. Un quijote. Un
idealista pero no del todo mal persona.
Un cabeza loca. Que quieres te diga, Derita. A mí esta tierra no se si me gusta
o me disgusta pero me impresiona me
embruja. Es tal y como la pensé cuando leía a los maestros rusos en el caserón
de San Bernardo. Luego está esta
naturaleza inmensa inabarcable. Pues verás nos liamos a cantar villancicos como
descosidos y después llorábamos todos como bobos. Hasta al Teniente Müller- espero que esta
noche no tengamos fuegos artificiales y que los ruskis no nos localicen
con los focos de sus potentes trazadoras porque entonces empezaría la caza del
conejo, que atacan en horda y son tan valiente y nos les importa morir, suena
el pito de un oficial y todos se lanzan a la bayoneta calada, una columna es
repelida y entonces salta otra y otra y la siguiente- que manda la batería y es un militar prusiano de aspecto
seco y que parece poco sentimental le rodaban las lágrimas. El tapabocas también te lo agradezco y más
sabiendo que ha sido tejido por ti con una toquilla que era de tu abuela. La botella de Carlos III nos la chiscamos en
amor y amistad fraterna.
No me dio a tiempo a dejar un poco para luego
pues cuando iba a la escuela y me daba mi madre un pan y una onza de chocolate
lo mordisqueaba mucho tiempo y decía
esto para después. Aquí no tenemos el sentido del ahorro como comprenderás. Te
pueden atizar un tiro al momento siguiente.
El cabo Seidenbaum escotó unas salchichas y
varias botellas de aguardiente del que por aquí llaman schnaps junto con
una botella de vodka que tomó de un ruso que hicieron prisionero y alguien sacó
una guitarra y una pandereta. Y fuera
penas. Dirás que somos unos borrachos
pero no. Sin algo de calor en él
estomago aquí te arrices pues como te digo aquí hace mucho más frío que en
León. Dirás que por que té cuentos estas cosas.
Pues es que no te tengo nada que contar.
Aquí sólo hay nieve y nieve.
Hasta los árboles se sumen debajo del talud
blanco y se redondean las casas de los enanitos del bosque como en los cuentos
de hadas. ¿Es Rusia el país de los cuentos de hada con leñador, trineos y
mujiks y coros que cantan como los ángeles? El otro día una panienka de la
retaguardia nos trajo dos panes de mijo y una icono del niño Jesús pero aquí el
Jesusito no está desnudo sino bien fajado y con los faldones de cristianar como
dice el Evangelio de san Mateo.
El nuestro en taparrabos es más carnal y preciso.
Pero ellos que guardan su religión un poco por lo antiguo son más imprecisos
así que su cristianismo menos concretizado parece que llama más a la puerta del
corazón. Perdona que haga estas reflexiones tan profundas y teológicas pero uno
de loes efectos que he sentido del contacto con el Frente del Este ha sido por
tener mucho tiempo libre, todo el del mundo, mientras estas de plantón,
esperando a que llegue la muerte, en esas cosas sagradas de la religión. Claro
que me acuerdo mucho de Dios. Sin embargo el teniente Weinmüller no es de la
misma opinión. Piensa que no hay nada después de esto…
Villancicos.
Cantamos La
Marimorena y Veinticinco
de diciembre Bum, Bum. Por aquí también hay catalanes y lo entonaron en el
idioma de su tierra. Somos una sección mixta de artilleros alemanes y
españoles. Mi unidad quedó tan diezmada
en los últimos días que hubo que agrupar fuerzas. Nos entendemos como ponemos pero yo he
aprendido algo de alemán aunque casi me entiendo mejor el ruski que me parece
menos difícil y en esa lengua me sé varias frases. Una que nos aprendemos cuando en las largas
marchas pie desde Grodno hasta esta zona que llaman la Rusia Blanca
entrábamos en las isbas o casuchas de los campesinos medio despeados y muertos
de sed y de hambre y nos salían a recibir niños descalzos abuelas sonrientes y
pobres viejos cubiertos de harapos. Y
allí la cantinela de siempre. Y
menia isti ñiet karovo ni malieko que quiere decir se nos han muerto
las vacas no tenemos leche. Pero los
pobres nos daban a los soldados lo que tenían y encendían el samovar y nos
calentaban té con un poco de pan. Nosotros le dábamos nuestras raciones. Les
hacían mucha ilusión las cantimploras de estaño de la Intendencia española.
Pero les daba lástima de nosotros.
-Por qué no tenéis ropa de abrigo? Cuando llegue el invierno al Volga
os moriréis de frío.
- Razón llevaba la babuska. Estos campesinos saben mucho.
Las abuelas bondadosas nos persignaban en la
frente pues así son cristianas Aderita y eso no me lo suponía yo que nos había
dicho que eran los rusos comunistas y rojos perdidos. Pues no es cierto. En las chozas aun en las más miserables había
imágenes de Nuestro Señor y de la Virgen. Tienen
mucha devoción a la Madre
de Dios que llaman Blogodortisa. La,
lamparilla encendida día y noche me recordaban un poco el altar de mi pueblo
cuando íbamos al rosario y hacíamos genuflexión de rodillas ante el
Santísimo. Los rusos no se arrodillan,
se inclinan y se hacen la cruz continuamente. Dicen que para espantar a los
malos espíritus.
Esta buena gente me impresionó y me pregunté
que hemos venido a hacer aquí a esta tierra a sembrar la muerte y
destrucción. Muchas dudas me asaltan
Aderita. Aquí hay un comandante Schmidt
que dice que la invasión de Rusia ha sido un error de Hitler. Que todos creíamos que lo que había que
cambiar era la desigualdad de pobres y ricos.
Schmidt dice que el diablo se metió en la cabeza loca del Führer. Y que esto es una chifladura suya que bien
caro pagaremos todos, sobre todo el pueblo alemán.
A mí la verdad nada me hicieron los rusos pues
aquí los comunistas que había en España no los vemos por ninguna parte, son
gente humilde y llana y muy sufrida como los castellanos, claro que el
comandante Schmidt sólo profiere esas dudas cuando ya llevan en el cuerpo cinco
o seis copas. Y como para su camisa
porque puede ser arrestado.
Yo soy el cabo pieza de un cañón que llamamos
Ocho- Ocho. Me harté a disparar contra
los aviones rusos y alguno he conseguido abatir. Luego sentía remordimiento. Me
daban pena de los pobres que iban en la carlinga. Eran soldados y jóvenes y con
toda una vida por delante como yo. Pero buena gana cada vez vienen más, son un
enjambre. El otro día sacaron a diez o
doce de la Wehrmacht
que estaban metidos en unos pozos de tirador.
Eran alemanes casi unos niños.
Tenían los pies congelados, se escucha el día y la noche la música de
los organillos de Stalin. Les paramos de
momento pero al poco rato traen refuerzos y atacan y atacan. Como condenados. Al son de los pitos y
pífanos de sus comisarios. Al fondo el cielo se tiñe de rojo. Y la tierra
nevada de sangre y destrucción.
Es el infierno de Stalingrado, Ayer estuvieron pasando convoyes de
batallones destrozados de retirada. Eran
infantes rumanos. Mal se presentan las
cosas, querida Aderita. Y yo mañana que
es Nochebuena cumplo 22 años. ¿A que he venid yo a Rusia, Dios? Una voz interior me dice que para cambiar el
mundo para hacerle mejor para defender a España del Comunismo pero la verdad es
que no lo tengo muy claro. Todas esas son palabras huecas de un vanílocuo
idealista como el que te escribe.
Me alisté voluntario en la División Azul. No sabía dónde me llevaban ni adonde me
metía, al principio todo iba bien y avanzábamos casi sin pegar un tiro. Yo cogí un mal constipado y me hospitalizaran
en una ciudad que se llama Vilna. Me lo
pasé en grande pues conocí una muchacha y fue conmigo al baile un par de veces
pero al siguiente día al ir a buscarla,
vi cómo la sacaban de su casa unos policías de paisano con abrigo de cuero y
cara de muy pocos amigos. Recuerdo su
nombre Ester, era judía y a mí por “confraternizar con el enemigo” por poco me
fusilan. Todo se quedó en una orden de
arresto de dos días en el calabozo y me enviaron otra vez al frente. Por lo
visto la Ester
organizaba partidas contra los alemanes. Las leyes de la guerra son terribles
pero no creo que la enchiqueraran por su raza ni por su religión, sino por
terrorista.
Ya te lo he contado maja. Aunque no te conozco me pareces una chavala
estupenda y hasta pienso que si regreso con vida de esta ratonera me gustaría
pedirte relaciones. Estás muy guapa en
la foto, tienes una cara de buena persona. Mándame más. En fin tu estampa piadosa me ha recordado otras navidades más felices y
el niño me mira con cara de ternura y hasta parece que me habla a mí solo
a mí y me dije Celerizo, yo te voy a ayudar.
Y me quedo ensimismado contemplándole. Mis camaradas dicen que es un Jesús muy
bonito, los alemanes no tienen imágenes pero creo que son también cristianos,
no creen en el papa. Los domingos suele
venir un páter que creo que es luterano se pone un gorro muy raro y una estola
negra como la de don Saturnino el cura de mi pueblo y cantan himnos y ya está
pero no dicen misa como los católicos, sólo cantar y los soldados los cantan
con mucha devoción pues parecen sentir muy adentro su religión más que
nosotros. Para que te vaya a contar si
no son calamidades aunque así me desahogo.
Soy el único que queda de los españoles porque
han ido cayendo todos. El jueves le
atizaron a un asturiano que se llamaba Teófilo Muñiz Salió a hacer del cuerpo el hombre y por lo
visto se puso en un sitio algo lejos de la tienda que no tenía desenfilada y le
arrearon. A Rodrigo que era mi mejor amigo un obús lo dejó sin pierna y lo
evacuaron a Riga. Pero esta muerte de
Muñiz impresionó. Murió en mis brazos. Llamaba a grandes voces a su madre y a mi se
parte el corazón. Madre…madre…madre. Y
el eco clamaba cual voz en el desierto por
la inmensa estepa, retronaba su voz moribunda. Madre, madre ¿dónde estás? Dios le tenga en
su seno. Pero ¿por qué no baja? ¿Por qué no hace algo ese Dios que dice que
está con nosotros? Lo pone un letrero que llevan aquí todos los quintos en la hebilla de su uniforme: Gott mit uns.
Aderita, me dices en la tuya que no haces más
que rezar por pues esas preces me vienen bien.
Tus velas a la Virgen
del Camino han dado resultado aunque pienso que salgamos enteros de aquí va a
ser un milagro y de los gordos.
Madre. Madre y las voces que
pegaba Teófilo eran las mismas que otro asturiano también amigo del alma que se
llamaba Agustín al que atizaron a lo tonto y a lo bobo. Era también muy
fraterno. De Cudillero. Me decía que
tan pronto acabase la guerra me convidaba a las fiestas de su pueblo que
son por san Pedro y los marineros hacen una ceremonia muy ocurrente y chistosa
que llaman la amura vela.
Se llamaba Agustín Fito. Si esta carta llegase a tus manos, yo
quisiera que se las remitiese por favor a su familia que vive en ese pueblo
dándole mis condolencias. De mi vida
aquí poco puedo contarte. Es muy monótona.
Los días se parecen unos a otras como dos gotas de agua. El único aliciente es la llegada de la
estafeta con la carta de casa momento feliz, que se mueran los feos, abajo las
penas. Lo demás comer y dormir. Uno se
embrutece y no piensa en nada. Sólo en sobrevivir pero las balas cuando vienen
de a hecho, como las cartas traen en el membrete tu nombre y dirección y hay
que recibirlas. Pero la que te ha de matar, dicen los veteranos, no la sentirás
venir.
¿Quién inventaría las guerras Aderita? Todas
son guarras las guerras. Llenas de obscenidades. Parece que las prepara una
gentuza. Son los mismos de siempre. Los discípulos de Satanás los que no pueden
vivir sin verter sangre en el altar de Moloch.
La verdad es que cuando recibí felicitaciones de la Komandatur por haber abatido
a cinco cazas enemigos no me sentí un héroe, me pusieron la cruz de hierro pero
yo estuve de decirle al comandante que se metiera la condecoración por donde le
cupiera y si no lo hice fue por tenemos s que me fusilen. Fue de pura chiripa mi coronel, respondía. Si
dijese lo contrario mentiría. También me pareció un despropósito que
condecoraran por el merito al valor al camarada que las diñó mientras estaba en
las letrinas. A título póstumo y muerto en combate rezaba el parte… No me hagas
reír.
No. No
me siento un héroe ni odio a los rusos.
¿Por que tener que disparar contra gente que no conozco y nunca se han metido
conmigo? Velay mis contradicciones,
Aderita bueno madrina, Felices Pascuas y ojalá el año que viene de 1943 sea
prospero y mejor que este puñetero 42.
Estoy seguro de que nos vamos a ver pronto tú
y yo que guay vamos a hacer buenas
migas. ¿Te gustan los bambinos? Claro
que te gustarán a no ser que tengas vocación de monja. Reza mucho por mí y con el Santo Niño Jesús de Praga, aprieta,
maja en tus oraciones, que a ti debe de hacerte caso pues eres muy buena, una
santa. Lo necesito. Y sin otro particular y desando la pasas bien
la Nochebuena
se despide este tu amigo y admirador este Karovo que lo es. Tu ahijado de guerra. Arriba España.¡ Viva
Franco Heil Hitler!, Etcétera.
Fermín Celerizo, sargento primero de
Artillería
Frente
del Este.
Hasta aquí la misiva. Llegó a mis manos porque lo
primero que hizo el sargento Celerizo cuando fue repatriado de Rusia fue
ponerse en contacto con la novia del muchacho asturiano que fue su compañero de
armas. Aderita, la madrina de guerra, se había casado con otro y envió la carta
a Fifi, creyendo que su ahijado había perecido en el Este. Desde 1942 no había
vuelto a saber más de él. Pero lo cierto es que Celerizo, habiendo sido hecho
prisionero, e internado de un campo de concentración, consiguió volver el año
1954 con los expedicionarios del capitán. Eran los últimos de Rusia. Los
últimos de Filipinas también. Unos locos pero gentes como Celerizo tenían buena
madera y que buen vasallo si hubiera buen señor. Esta epístola desde el Frente
Oriental encierra las claves de una bonita historia de amor. Que desbarató una
guerra. Malditas guerras. ¿Quién las inventaría, leche?
La carta del sargento Celerizo
la encontré yo el otro día hurgando entre los baúles traperos que hay en el
hórreo de nuestra casona. Era una carta amarilla de color desvaído por el
tiempo que estaba junto a otras e iban dirigidas mi tía Fifi que antes de
estallar la guerra hablaba según decía entonces con ese pixueto que
cayó en la estepa. Sentí una emoción intensa y miedo a profanar el relicario de
una triste novela. La tía Fifí se quedó soltera. La conocí que venía a nuestra
casa y muy cumplida y ceremoniosa pues había sido educada para ser una señorita
nos traía el bollo de Pascua. De moza debió de ser airosa pero cuando yo la
conocí estaba vieja y algo encorvada. Pensé
en Doña Berta la protagonista de uno de los cuentos de Clarín que quedando
para vestir santos le guardó ausencias al único amor de su vida. ¡Demasiado
romántica! Quizás el amor no tenga nada que ver con el sexo. Pero Tía Fifí se
volvió algo gruñona muy murmuradora y muy beata. Había celado bien el secreto
de sus amores. Nunca la vi llevar otra ropa que no fuese de luto. Con respecto
al sargento Celerizo investigando sobre estas cuestiones llegue a saber que
regresó de las trincheras aunque con un brazo de menos. Le dieron los del Ayuntamiento un puesto en Segovia y
vendía caramelos, periódicos y chuches. Debajo del mandil de menestral siempre
asomaba el forro de su camisa azul. Era una buena persona. Sin embargo en el
frente contrajo el vicio de la bebida. Los chaveas del barrio de Santa Eulalia
se reían de él y le ponían motes. Le tiraban piedras a su chiringuito y decían:
-Borracho… borracho, tío
Braguetita.
-Si voy-respondía-condenados
niños os meto un brazo por una manga.
Lo del sobrehúsa Braguetita
le debía de venir porque ya de mayor estaba algo de la próstata y tenía que
salir detrás del quiosco a hacer aguas menores. Fue un idealista. Un soñador y
un perdedor. Contaba historias extraordinarias de Rusia y cantaba con hermosa
voz de bajo. Una vez cuando yo era seminarista fuimos a entregarle un aguinaldo
como se solía hacer con los pobres de la ciudad por Nochebuena. Nos miró a
todos muy emocionado;
-Que majos
estáis curillas con esa sotana esa beca
y ese bonete. Si yo volviera a nacer me haría pope. Para entonar las letanías
y cantar en ruso el paternóster. Pope
ruso. Nada de cura católico.
-¿Y eso por
qué, tío Braguetita?
-Anda demonio.
Cosas de la vida.
Era un bendito de dios.
Murió de una borrachera. Pero no lo hizo por vicio sino para aliviar los
terribles dolores que le ocasionó un cáncer de próstata. El vino al fin y al
cabo es sangre de Cristo y él creía en la resurrección. Algunas tardes se le
veía asistir a las Vísperas en la iglesia del Salvador o en la de Santa
Eulalia y prosternarse ante una imagen
del Perpetuo Socorro que había traído del frente. Este icono luego desapareció
o lo robaron. Era un cuadro muy valioso y también milagroso.
Si alguien le preguntaba que
por que tenía tanta fe en aquella imagen que era tan abstracta y tan poco
significativa y no como la dolorosa de Santa Eulalia que parece tan guapa y a
la que le hacen todavía más guapa las lágrimas que ruedan por sus mejillas de
escayola el sargento de artillería
respondía invariablemente:
-Precisamente por eso porque
esta Virgen es más misteriosa.
-¿Y a que viene usted?
-A pedirle una buena muerte
para que resucite con su Hijo al tercer día. Yo creo en la resurrección.
Entonces se calaba su
gorra y se volvía por donde había
venido.
De ambas parroquias era
feligrés. El sargento Celerizo después el tío Braguetita era un bendito de
Dios. Y murió como un santo. El vino le ayudó a soportar el tormento de su
agonía.
He
de confesar aquí que la División Azul ha sido una de mis obsesiones literarias
porque ellos me acercaron misteriosamente a Rusia. Aunque derrotados el
espíritu que trajeron de aquella guerra mundial que todos los españoles
perdimos sigue vivo en la resurrección de los viejos valores: patria. Dios,
Familia, Europa. Justo aquella Europa que fundó Virgilio y que se nos está
yendo al traste porque han ganado la batalla los americanos arropados por el
impertérrito clan internacional zionista (los nuevos nazis al fin y al cabo
enemigos de la libertad u de la iniciativa personal. No sé lo que habrá sido
del pobre sargento Celerizo y de su novia Aderita pero su fantasma le oigo
cantar las viejas canciones legionarias en la baranda del hórreo las noches en
que muge el viento lebeche. Es un viento que viene de Siberia y me habla de
la División
azul y el alma rusa.
División azul, cisni divitsia, die Blau. Marchas
y canciones, juventud y mitos. Utilizada como arma de propaganda por el
franquismo contra Rusia y ahora por los antifranquistas con idéntico objetivo:
darle caña a Putin. Más de lo mismo. La verdad es que los rusos en el Este nos
dieron hasta en el carné de identidad. Aquellos mozos idealistas o aventureros
no estaban preparados ni para las crudezas del General Invierno porque carecían
de ropa de abrigo y los capotes que les dieron en Alemania tenían buen corte,
eran muy bonitos, pero nuestros artilleros, nuestros infantes, nuestros
pontoneros y hasta los rancheros tiritaban en las bajas temperaturas. El
invierno del año 41 fue el peor en varios siglos. Se encontraron, venida la
primavera, con otro enemigo formidable: la rasputitsa,
el barro de los caminos encharcados de la estepa a causa del deshielo. Las armas que les proporcionaron los alemanes
eran buenas pero no las supieron manejar, muchos desertaron, y soldados del
Wehrmacht, prevenidos en retaguardia, y arriesgando sus vidas para cubrir la
retirada de la Blau, que en algún momento se transformó en desbandada, hicieron
lo posible para que la “defensa elástica” o repliegue no acabase en desastre. Los
organillos de Stalin, unos pequeños cañones de retroceso que no hacían mucho
estruendo, pero que, mortíferos, metieron el miedo en el cuerpo de los soldados
del general Infantes, se convirtieron en una pesadilla; el verdugo de la Blau
tuvo un nombre: el general Yukov, un militar zarista que plantaría sus tanques
en Berlín y que luego sería purgado por los trotskistas. Stalin nunca le retiró el favor pero Beria,
el gran comisario judío, le mandó a Siberia al gran héroe de la Guerra Patria
Di una conferencia hace muchos años en la
sede de FN que ilustré con música polifónica ortodoxa. No me entendieron muy bien los antiguos
guripas pero no me arrepiento; mis observaciones crearon escuela sobre el alma
rusa y el resurgir de la Ortodoxia en el mundo, lo cual es un hecho que chincha
a muchos. La sala estaba
llena de fachas que no de falangistas y algunos se quejaron de que pronuncié el
nombre de una ciudad donde se libró encarnizado combate a orillas del lago
Ilmen a la rusa como “voljov” y no a la a la española que hace una mala versión
de la ch germánica que no es exactamente la “ch” castellana; "volchó" Saqué la conclusión de que muchos de aquellos
excombatientes no sabían donde habían estado, ni a qué fueron para allá; todo
eran ideas confusas pero ciertamente la Blau fue un mito sacrosanto para el
franquismo y yo me crié, como aquel que dice, en un cuerpo de guardia donde los
suboficiales y oficiales para matar la espera referían sus hazañas bélicas: los
asaltos a bayoneta calada, los pozos de tirador machacados por la catenaria de
un carro. No obstante, los militares que estuvieron en Rusia poseían cierto
pedigrí, eran la elite de aquellos regimientos. Debió de ser horroroso la
lucha, más que contra los soviéticos, contra los elementos atmosféricos de la
estepa. Lo importante para
mí no es meramente el valor de aquellos guripas (al soldado español el valor se
le supone) sino el espíritu que entroncó con lo más puro y hermoso del alma
rusa dando lugar a una gran generación literaria: los Laín, los Ridruejo, los
Gómez de la Serna, los Luis Romero, los Álvaro de la Iglesia, los Donato León
Tierno y sobre todo Tomás Salvador uno de los mejores novelistas de todos los
tiempos que escribió una obra memorable "División 250", la cual hace
una prognosis proféticas a la vista de las torres trucidadas de las cúpulas de
Novgorod, el Vaticano ruso, de que un día volverían a relucir y resurgir porque
no en vano Rusia es el país de la resurrección[2][1]. Lo otro eran batallitas. Recuerdo que mi padre traía a casa todos los
meses el Guión una revista que editó
el Ministerio del Ejército en que se ponderaba casi en cada número la hazaña de
aquellos divisionarios que lucieron el casco alemán pereciendo muchos en tumbas
olvidadas a la sombra de una cruz entrecruzada con dos palos de abedul. En la escala activa se respetó a los
divisionarios al principio. Luego fueron orillados porque en el cuadro
divisionario los masones brillaban por su ausencia y algunos se mostraron
contra la política del Sistema de antiestalinismo puro y de proamericanismo
neto que siguió Franco en los años 50. Hubo un teniente
que se chupó tres años en un castillo a causa de su rusofilia, le acusaban de
comunista. Lo del resto eran batallitas. Lo que no nos dijeron fue que
sufrieron muchas bajas, que no pocos se rindieron o se pasaron a los ruskis y
que estos les dieron una paliza porque aquella guerra no era la suya. Se
trataba de una guerra de exterminio organizada por los fabricantes alemanes de
armas de origen hebreo y los banqueros suizos. Hitler no sabía
donde se metía. Pero todo hay que decirlo: este destacamento ahorró con su
arrojo y valentía mucha sangre porque evitaron la intervención de España en la
segunda guerra mundial Al sargento Barbado, amigo de mi padre, se le congelaron las manos
izando su pieza del 15 y medio cuando descargaba proyectiles contra el palacio
de Catalina la Grande. Le habían dicho que la famosa zarina era un poco puta y
duro con ella… La propaganda alemana había prometido la cruz de hierro de
primera clase al artillero que consiguiera derribar una de las cúpulas del
palacio de invierno. Escribían en cada proyectil con tiza un saludo.
"Buenos días, camarada Stalin, espero que esta peladilla la saborees" No sabían dónde estaban, ni por qué luchaban,
ni donde se metían pero eran conscientes de que su sacrificio impediría la
invasión de la Wehrmacht de toda la península ibérica. Franco estaba jugando al ratón y al gato con
los ingleses y utilizó a Muñoz Grandes de quien se decía que Hitler quería
convertirlo en su sustituto, en cola de ratón. Supuestamente iban
en devolución de visita A luchar contra el comunismo, pero allí no encontraron
muchos de esos. En los avances atropaban cadáveres entre la nieve de la famosa
“pijota” [3][2] que atacaba en oleadas con cruces al cuello
e iconos con la imagen del Salvador en el bolsillo de la guerrera. ¿Dónde
quedaban los ateos? No eran diablos los combatientes que tenían enfrente sino mozos que
podían ser de tu escuadra y que trataban de repeler una invasión genocida con
las armas en la mano. Hitler estaba loco. Era un venado que no contaba ni con la dureza de
aquel pueblo que quería sujetar ni con las inclemencias del General Invierno,
ni de lo disparatado de la operación “Barbarroja”. Cayó como Felipón siguiendo
los pasos e incurriendo en los mismos errores de Napoleón. Algunos de la Blau se echaron novias
soviéticas y acudían a los bailes en la plaza del pueblo con las panienkas
pero las panienkas no eran rusas sino polacas y bielorrusas. Definitivamente,
nuestros guripas no sabían dónde estaban.
Estas muchachas cuando avanzaron las tropas
del general Yukov serían fusiladas o emplumadas por colaboracionistas. Hay
otra gran novela que profundiza en ese extremo. La escribió Rodrigo Royo
convaleciendo de un pepinazo en un hospital de sangre de Vilnius. El protagonista de “Guerra” se
enamoró de una judía a la que salva y otorga un pasaporte para regresar a
España. ¿Holocausto decía usted? bueno pues según y conforme... Esas son
palabras mayores. El holocausto que conocieron aquellos soldaditos hispanos
tuvo más que ver que con Auschwitz con el de Leningrado: un millón de muertos
en dos años la mayoría a causa del hambre en veintitantos meses de sitio. El
holocausto de Stalingrado cerca de quinientos mil entre rusos y alemanes. El
holocausto de la primera Guerra mundial[4][3] que padecieron ingleses y franceses. No se
borre nunca se memoria. Los rusos sienten un respeto profundo y se cuadran cuando oyen mentar
la “gran guerra patria” la mayor tragedia que han tenido en el siglo XX donde
pusieron toda la carne en el asador, todo su heroísmo, para repeler la agresión
nazista. Detrás de Stalin estaban los americanos armándose con los mejores
tanques pertrechándoles de buenos cazas de combate. Que los fementidos no nos vengan con sus batallitas. Ellos en parte
fueron los culpables y por eso han inventado un mito en el que muchos caen en
la trampa. La división azul no
sé si por aquella conferencia o por la aureola que tuvo entre nosotros a tiempo
pretérito constituye todo un género literario plagado de tópicos. Ahora se nos
presenta JM de Prada con su libro gordo de petete. Se llama “Me hallará la
muerte”. Es un coñazo pues no en vano este chico de la cuadra de Ansón, un
periodista que se han inventado los del régimen o se han sacado de la manga, es
de los que escriben largo y tendido. Es el pestiño de sus tardes con lágrimas
en la lluvia cuajada de moralina estilo COPE que se dio a conocer con una
novela que llevaba por título “Coños”, director del "Observatorio Romano”
en Madrid, columnista de ABC, archipremiado. Su mazacote se expende en todos
los escaparates de las librerías españolas mientras otros no podemos publicar y
si publicamos la nueva inquisición nos hace el vacío. Hay censura, una censura
programática. Pero no para estos lebreles del nuevo periodismo. Su libro sobre la Blau abunda en los tópicos
de siempre. Nadie podrá brillar a la altura de Tomás Salvador o de Rodrigo
Royo, dos nombres borrados del libro de la vida por nueva inquisición que nos
acogota; sin embargo, se derriten en alabanzas a este chico de Zamora, muy
beato, y muy del sistema capitalista que escribió “Coños”. Un coñazo de tío. Pero hubo gente, entre los que me cuento,
para los que la División Azul sirvió para dar pábulo a una gran generación
literaria arriba subrayada y entroncar con el alma rusa que es mesiánica y
salvífica. Caen las torres de Jericó y se pisan crucifijos. No importa;
precedido de una lluvia de estrellas mañana en la noche santa nacerá Cristo
(Xristos razdaet) y en el carillón de los campanarios de Novgorod, bolearán las
campanas por el nacimiento del redentor pues la natividad ortodoxa (mañana)se
rige por el viejo calendario el que cambiaron los pontífices el año que nació
Teresa. Entonemos un himno de gloria y esperanza. Para plantarle cara al
futuro. Una luz nos viene del Este. La atisbó Tomás Salvador que murió en la miseria y muy perseguido.
LA
DIVISIÓN AZUL Y RUSIA CRISTIANA
[Apuntes de una antigua conferencia que
pronuncié en la Sede
de FN en Madrid en 1992]
EL LAGO ILMEN
(1)
Cuenta
la leyenda que a orillas del lago Ilmen se paseaba Sadko tocando el gusli. Tan
bien tocaba el joven que las cúpulas de las iglesias de la hermosa ciudad de
Novgorod brillaban más que el sol. Al paso del joven músico por la ribera, las
encrespadas olas del famoso lago donde acamparon nuestros divisionarios de la Blau y fue escenario de una
cruenta batalla entre germanos y soviéticos revertiría la calma y regresaría la
bonanza. Hasta el propio zar de las aguas saltaba a la superficie desde lo
hondo de su reino linfático escoltado por una turba de ondinas y de nereidas.
Cuando Sadko atacaba las cuerdas de su instrumento, el mundo parecía dominado
por un poderoso sentimiento de caridad y reinaba la armonía entre los hombres.
Se acaban las guerras y las disputas y volvía la pureza de las costumbres y el
amor presidía sus relaciones. Nadie robaba ni cometía adulterio ni perjurio o
calumnia. En una ocasión en que el zar de las aguas reinaba en su palacio de
cristal al escuchar la voz de Sadko acercándose rozagante y magnífico le dijo:
bien tocas padrecito y bien mereces una recompensa y como premio a tu arte te
daré la mano de mi hija Voljova; la princesa Voljova era la más bella y casta
entre las mujeres. Sadko sin embargo aunque agradecido por la deferencia rehusó
la mano de la princesa y se hizo pope. Llegó a archimandrita y cantaba tan bien
que cuando entonaba el canto de Toda la
letanía, toda la ciudad acudía embelesada a escucharlo. Al eco de su voz entre
vaharadas de incienso se veía pasear a los Ángeles por el sabaoth de las
cúpulas. Los enfermos curaban y aquellos en cuyo corazón anidaban los malos
espíritus se verían pronto libres de las cadenas de los vicios y pecados. El
conjuro mágico de la salmodia del humilde pope no ya el Sadko mozo sino un eclesiástico
de barbas bizantinas que llevaba un rosario en el antebrazo operaba efectos
taumatúrgicos. Este bello cuento es un poco el símbolo de la ortodoxia: que
Cristo ha resucitado venciendo a la muerte y a todos los males del mundo. En la
ortodoxia se unen el culto cristológico y la devoción marial. La invocación en
la liturgia oriental a María, que suele hacerse en la misa inmediatamente a la
consagración, es continua porque la
Teotokos simboliza la victoria sobre el mal (zlo) con sus poderes angélicos. Ella es
el nuevo Miguel que aplastará la cabeza del dragón.
Si existe alguna diferencia entre la religiosidad eslava y la latina seria este
matiz que carga más el acento sobre la intuición que el intelecto. La teología
de santo Tomás es maravillosamente discursiva una pirámide perfecta donde cada
sillar apoya al siguiente al de delante y al de detrás. La bizantina se
abstiene de silogismos y no intenta revelar el misterio de la redención a la
luz de la razón. Simplemente cree en el misterio. Su única garantía es la
resurrección del cristo total. La eucaristía se diferencia de la católica pues
no hay consagración sino epiclesis o invocación al Espíritu Santo. El
celebrante después de la fracción del pan coloca sobre las divinas especies un
paño rojo que mueve ligeramente ayudado por el diácono y otros celebrantes
mientras canta la fórmula he aquí el cuerpo y la sangre del Salvador, rito al
que sigue una loa a la Virgen María
por haber traído al mundo al Hijo de Dios. Tampoco hay sagrario porque el
cuerpo y la sangre son consumidos de inmediato por los comulgantes. El
sacramento de la confirmación es muy distinto y hasta los niños más pequeños
son llevados a comulgar desde la más tierna infancia. Sin .eucaristía no hay
redención. El conservadurismo, este apego a las ancestrales tradiciones hace
que el cristianismo oriental se parezca al que hubo en Asia Menor y viene del
arameo. Está prácticamente intacto en sus preces, abluciones, misales,
antifonarios y en sus ancestrales cánticos. Desde san Cirilo y san Metodio. Es
precisamente este apego a la tradición lo que llena de encanto su maravillosa
liturgia la cual es grande y a la vez humilde y deprecante. En sus iglesias no
se tolera otro instrumento musical que el de la voz humana. El canto coral. Los
cantos y motetes en fabordón resuenan incesantes a lo largo de dilatados y
prolongados oficios. La polifonía de
este aura se desprende como una nube de incienso celestial. La recitación
hesicastica consigue que los creyentes guiados en su ascenso del camino místico
por los staretz alcancen la
perfección. Mantras, salmos, letanías. Es el oriente: cristiandades que según
la leyenda fueron evangelizadas por san Andrés el cual predicó en Novgorod y
antes en Kiev a orillas del Dnieper. Pero no hay Novgorod sin lago Ilmen. Aquí
precisamente vinieron a luchar los soldados de la división frente al
bolchevismo aquí donde Sadko tocaba su gusli a la vista de las cúpulas de las
catedrales e iglesias de esta ciudad. Eran un puñado de españoles idealistas
quijotescos que lo dieron todo a cambio de nada. Padecieron las privaciones y
fatigas del hielo la nieve y el hambre y en verano los cancanos y los mosquitos
insoportables de la rasputiza.
Los que pudieron regresar de Rusia luego serian médicos, periodistas, filólogos
catedráticos o empresarios. Ninguno fue capaz de olvidar a Rusia para bien o
para mal. Su sueño era Europa pero no la Europa de los mercaderes y
burócratas sino aquella a la que cantó Virgilio asentada sobre los valores de
Dios Patria Familia, era la
Europa de las catedrales de los talleres y de la justicia
social presidida por la cruz de la fraternidad de Xto. No la Europa de las
cresas plusvalías y materialista sino aquella Europa que rinde culto a los
valores del espíritu. Se combatía por dos palabras heimat y rodena.
Novgorod colonizada por los suecos significa
en dialecto varego la ciudad de la isla. Su catedral está dedicada a santa
Sofía y varios monasterios. Precisamente durante un corto periodo de tiempo fue
liberada y pudo establecerse el culto divino previamente suprimido el marxismo.
Etimológicamente Ilmen significa mar de barro opero no fue barro lo que se
encontraron los esquiadores del capitán Ordás sino hielo a 52 grados bajo cero
aquella sangrienta trágica tercera semana de enero de la que se cumple ahora
medio siglo. Tuvieron 196 bajas solo quedaron siete supervivientes en el
batallón. “Las guerras-ya lo decía Tito Livio- son concertadas por los más
viles y abyectos y combatidas por los más valientes y generosos”. En un tiempo
en que son derribados pedestales y caen las estatuas como en un cuento de Oscar
Wilde, tras el derrumbe del Muro de Berlín en la Europa del Este no sólo
cambian los nombres de las calles sino que también se profanan tumbas de
soldados convertidas en blanco del furor vindicativo de este finiseculo
sometido a los desmanes de un nuevo Termidor revanchista totalmente
anticristiano. Suprimido el comunismo y derrumbado el sistema soviético de una
forma tan acelerada y sorprendente, por todos los rincones de Europa se alzan
blandiendo las espadas ensangrentadas los nuevos sacerdotes de Moloq cabalgando
sobre alazanes de fuego que rasgan los aires agitando las crines en las que en
lugar de cabellos crecen serpientes. Sobre los cielos cobrizos de la estepa
esos cielos que el gran escritor divisionario Tomás Salvador describió como
falto de vitaminas sobrevuelan grandes bandas de cuervos. Esas siniestras aves
han aventado la cadaverina guiados por una rapacidad que atisba el amplio
expolio. Si bien es esto cierto también parece que la religiosidad del pueblo
ruso registra un nuevo florecer. Están llenos los templos, aumentan las
vocaciones sacerdotales y aspirantes al sacramento del bautismo. Y se siente el
blesni
de la cristiandad. Xto. regresa a su nación preferida con palabras de perdón y
de reconciliación. Él, que es fuente de eterna misericordia, como entona con
cadencia suplicante el diacono en su canto litúrgico de una riqueza melódica y
de una expresión adorante extraordinaria (blagoslusenia).
El subir del incienso y el refulgir del oro de las casullas y de esos
iconostasios que parecen pintados por Fra. Angélico agrada a la vista y al
oído. Todo eso debió de impresionar a Tomas Salvador así como otros muchos de
los expedicionarios participantes en la campaña. Habría que hablar de una
expresión que sólo existe en idioma ruso: la “sobornostb”.Cierto
que en la gran marcha a pie desde Polonia hasta la Rusia profunda muchos se
sentirían despeados y derrotados por la inmensidad misteriosa de la estepa. Sin
embargo darían por bien empleadas sus fatigas y los sufrimientos que trae
aparejados la vida del soldado al comprobar que las poblaciones les aclamaban
por libertadores. Se abrían las iglesias al culto al paso de los regimientos
blindados de la Wehrmacht. Volvían a brillar las lámparas en las credencias de
los altares de Minsk, Posad, Grigorovo. Se encendían candelas a la Virgen. Volvieronse
a escuchar las estrofas del himno del Akathistos.
En diversos narradores de la Blau
hemos podido compulsar este punto de contacto entre la religiosidad y el
idealismo: ese entusiasmo con los valores del espíritu. De ahí que para muchos
de los expedicionarios el contacto con la Rusia lejana supusiera una catarsis, un cierto
embeleso al ser deslumbrados por los fulgores viejos del antiguo cristianismo.
Estamos convencidos de que aquellas quintas que van desde el año 32 al 40 es
decir los nacidos entre 1912 y 1920 fueron un prodigioso apéndice de
penetración histórica. Algún día se les terminará haciendo justicia puesto que
como dijo el romance tras de tiempos vendrán tiempos y máxime ahora cuando las
cosas pasan deprisa y vienen tan aceleradas. Los españoles llevábamos sin salir
a Europa desde los Tercios. El común denominador de aquella generación fue la
espiritualidad y tengo que aludir aquí a Las
cartas del sargento Basilio de José García Luna. Espiritualidad y sentido
del humor todo junto. Otra constante en todos ellos es la ausencia de odio. En División 250 de Salvador y en las Cartas
del Sargento Basilio se habla del hermano Iván y del hermano Mischa “que nos
incomodan con su música de viento: los temibles organillos de Stalin”. Muchos
se sienten deslumbrados por la literatura rusa. Habían leído a Chejov en su
nostalgia angélica y por cuya obra pulula la aspiración a los ideales nobles choca
con la rutina de la existencia y el tedio de los hombres vencidos. O
contemplado el alma humana a través de Dostoievski o Tolstoi o admirado las
perfectas descripciones de la naturaleza de Turguenev. La narrativa rusa parece
un corolario o sobrehaz a las páginas del Evangelio. Así que las iglesias que
ellos contemplaron seguían siendo las mismas que las retratadas por los
maestros rusos: edificios sólidos, de traza cuadrada con un atrio o antojana
que lindaba con el camposanto, de muros abocinados de madera o de ladrillo rara
vez de piedra y con cúpulas bulbiformes. Hasta en las aldeas más míseras alza
su cresta por encima de las techumbres de bálago de las isbas el chapitel del
templo ortodoxo con sus cruces trilobuladas una exégesis trinitaria en medio
del campo y el bosque. Son torres sin campanarios..
En el interior no suele haber bancos o reclinatorios porque a las ceremonias
litúrgicas se suele asistir de pie. Tampoco hay imágenes o estatuas de santos,
una reminiscencia del tiempo de los iconoclastas. En las naves laterales aparecen
iconos y lamparillas de la
Theotokos, iluminado su rostro por velas, oscurecidos por la
pátina del tiempo.
2
El
altar donde se consagra y se alza el cuerpo y la sangre del Redentor por una
mediana algo más que la altura de un hombre (iconostasio); la ortodoxia por
herencia de los misterios órficos se guardó de la consagración coram pópulo a
sabiendas de que en toda religión ha de subyacer una cierta magia. Cuando todo
se desvela no hay misterio. Al iconostasio que solo se abre un par de veces
durante la eucaristía se accede por una cancela o verja que abre y cierra el
diacono y que se llama puerta real o “darov dvor”.
Las puertas quedan patentes durante la celebración sólo en las súplicas al
Paráclito o epiclesis; en el trisagio o invitatorio o Agios como fórmula del
concilio de Nicea contra los arrianos; en la comunión impartida bajo las dos especies y por último
en la bendición final que el celebrante imparte haciendo la señal de la cruz en
aspa.
La
anáfora es más larga que el canon latín y el padre nuestro se canta una vez y
se reza tres. El coro canta con frecuencia el Slava Tibie o gloria a Ti,
doxológico. Es un rito hermoso, cuajado de simbolismo y de reminiscencias
ancestrales de gestos mayestáticos y de una solemnidad suprema. Las capas
pluviales y dalmáticas recamadas de oros y cobaltos llevan en los vuelos
grabada la palabra Niké (victoria) y
la feligresía se persigna con frecuencia y realizan las genuflexiones o plokoni. Los ortodoxos rara vez se
arrodillan. Doblan el torso a veces hasta tocar el suelo con los dedos de la
mano. Se rigen por el calendario juliano que marca sus fiestas con respecto al
gregoriano con dos semanas de retraso. Tampoco coinciden en la celebración de
la pascua salvo una vez cada quinientos años. Es la fiesta más importante.
Después la de la Trinidad. Radiezstvo o nacimientos. Blagovenia en
conmemoración del Bautismo de Jesús, que suele coincidir en Occidente con la de
San Antón. En las fiestas mariales son importantes de Blagosloveñie o Anunciada
el 18 de diciembre y la
Ushpenie o Dormición el 15 de agosto. El santoral deriva de
los menologios griegos y en ellos se dan santos que no figuran en el
martirologio romano como san Mistofan, san Spiridon, san Josafat pero sí san
Jorge por ejemplo común a los dos ritos que
orientales y occidentales celebran el 23 de abril. Son importantes las
celebraciones de los profetas mayores: San Daniel, san Ezequiel, San Ezequiel o
san Jeremías. La fiesta de san Andrés el 12 de diciembre es una de las mayores
y con motu propio. La de san Juan Crisóstomo la celebran el 30 de noviembre
cuando nosotros veneramos a san Andrés por este retraso apuntado entre el
calendario juliano y el gregoriano. A san Juan Crisóstomo el patriarca de
Constantinopla expulsado al exilio de los montes de Armenia por fustigar en sus
sermones las corruptelas de la corte se le profesa gran devoción. Un pueblo de
gran sensibilidad como el ruso, tan inclinado al coloquio, y de sus grandes
capacitaciones literarias se encuentra a sí mismo en la fuerte tradición oral
surgida al pairo de los rapsodas pues es el país de los cuenta cuentos y de los
rapsodas tienen que venerar a la fuerza al Crisóstomo.
Rusia es el cuento de los cuenta cuentos y de las “sdachi” y que ha legado a la cultura del mundo historias tan
hermosas como la de Blancanieves o Zoliuska. Rusia al igual que Irlanda tiene
una fuerte implantación oral por los estratos campesinos de su población. En la
narración breve nadie consiguió ponerle un pie delante a Chejov o Andreiev. En
ambos autores un par de pinceladas sirven para condensar el pálpito de lo
bello, ese fulgor misterioso traspasado de serenidad y de clemente unción la
cual se refleja en los iconos. Los rusos no tuvieron edad media. Se plantaron
directamente en la modernidad desde el barroco. De ahí que la tradición
cristiana sin pasar por la contrarreforma o la ilustración. Para su suerte
desconocieron las luchas y escándalos a los que dio lugar el papado. Fue un
verdadero don de dios tener iglesias autocefalas y con ello se libraron de las
guerras de religión motivadas en parte por el escándalo y las corrupciones de
la sede apostólica durante el siglo XVI. El haber estado en parte bajo la
dominación otomana dio a los patriarcados cierta cohesión y fue un verdadero milagro
que no desaparecerá el cristianismo. Eso se debe a los zares herederos del
imperio bizantino. De este hecho arranca su supuesto mesianismo. Tan hondo caló
en el pueblo ruso el sentido mesiánico que la palabra para designar a un
campesino y a un creyente es la misma: “xristianki” como hombre o mujer de vida
sencilla que guarda los mandamientos y a la gente común almas. En la gran
narrativa rusa solo aletea el aliento resignado de la aceptación de la voluntad
divina. Los legionarios de la Blau se sorprendían de la mansedumbre,
servicialidad y falta de rencor que observaban en los soldados y oficiales que
hacían prisioneros en sus escaramuzas con el ejército rojo. Pese a su desgracia
parecían completamente avenidos a su destino. Ese talante melancólico inclinado
hacia la belleza sin una mala queja o un lamento, sabiendo percibir la vida
desde una óptica triste pero esperanzada en la resurrección se muestra en su gran capacidad espiritual.
Pero al propio tiempo esta resignación les vuelve indolentes y abúlicos a los
rusos. Casi resulta inexplicable como un imperio ha podido derrumbarse en estos
últimos días sin que haya pasado nada y sin que se haya disparado un solo tiro.
Las babiusas moscovitas armadas de infinita paciencia hacen cola a las puertas
de los Gastronom con sus mostradores vacíos en espera de una ración de carne de
leche o patatas. Esa actitud resignada, ese fatalismo anta la voluntad de dios (volia
boshe). Esta actitud resignada, este talante fatalista, lleno de sumisión,
se cruza constantemente como un espectro por las páginas más brillantes de la
literatura rusa aunque Dostoievski hable de una franja de locura pesimista que
las llena de nihilismo en periodos de abatimiento. Es un país que se extenuó
primero en la lucha contra el tártaro y después contra el turco. Es Europa y
Asia a la vez. El ángel de la melancolía rusa (tascá) se torna en ironía sapiencial en Gogol (ponia) y se vuelve complicada clarividencia en Dostoievski. Es
sencillamente ganas de vivir en Pushkin que se asoma a los rostros de los
tahúres que juegan en las noches de Petersburgo a la caza de la dama de picas.
Y en Chejov es esa sonrisa añorante que se convierte en suspiros y en taedium vitae. La vida no es más que un
triste jardín de los cerezos desde donde se nos expulsa. Suenan los golpes
secos del hacha en el jardín. Llegan los acreedores. Se cierra la finca. Nos
amenazan los consignatarios, la vulgaridad, la indiferencia, el desamor. Todas
las historias de grandeza concluyen en la crujía de un hospital en la galería o
en la cárcel o en el convento para perderse irremisiblemente en ese pañuelo de
tierra que nos aguarda. Solo el vaskresenia o la esperanza de la resurrección
en Xto. da sentido a la existencia. Puede mitigar tanto dolor. Aquí yace la
clave del gran humanismo ruso: en las veras esencias del cristianismo. De su
mano alcanzaría la novelística rusa las más altas cimas de excelsitud literaria
o se hundió en los penetrales de los flujos de conciencia psicológicos. El alma
rusa se ha enfrentado al bien y al mal con una sonrisa misteriosa “ylibiatsa”.
Es la sonrisa de Basilio el patriarca de Constantinopla que no aceptó las
exigencias del emperador Valente. O es la sonrisa que el viajero encuentra al
llegar a Moscú y que puede ocultar siempre cartas bajo la manga. Es la misma
sonrisa con que los mujiks acogían el látigo del barín. La troika siempre
avanzará por la taiga a golpes knut. Ante la tiranía del amo sólo cabe el
ensimismamiento. El mujik sometido parece decirle a sus propias barbas:
-Ahora
tú ganas, me maltratas, tu comportamiento es infame, pero poco importa porque
al final resucitará cristo y nos librará a ti y a mí del oprobio de nuestros
pecados. El se apiadará de tus culpas y a mí me librará de la injusticia.
Pero
semejante mansedumbre no es sinónimo de debilidad sino que es capacidad de
aguante o “vinolit”. Es la
resistencia rusa que plantó cara a Hitler y a Napoleón. Stalin cuando se vio
perdido y con los alemanes a las puertas de Moscú hubo de acudir al patriarca
Sergio y apelar al patriotismo eslavo que es profundamente religioso. Rusia –la
shirokaya natura-
es casi imposible conquerir militarmente. Siempre se guarda una carta en la
manga y exurge cuando parece vencida. Es el país de la resurrección. De la gran
pascua rusa que Rimski Korsakov pasó a los pentagramas. Los que ahora mismo
venden la piel del oso antes de cazarlo debieran ser cautelosos. “Russland ist krank-decía recientemente
un comentarista de la
Radio Deutsche Welle- aber
nicht todkrank”. Creo que muchos veteranos de la Blau aquí presentes y que
sobrevivieron al invierno ruso y a las pulgas y fiebres de la rasputitsa
creo que entenderán lo que quiero decir con tal afirmación. Rusia tiene una
cara oculta como la luna. Entre sus escritores unos son pro occidentales (raskolnieki o zapadniets) y otros eslavófilos. Culpan a la religión los
zapadniets del atraso de la incuria y de la incultura nacional como Turguenev mientras otros los raskolniki
dicen que Rusia ha de centrarse sobre sí misma. Tal es el caso de Dostoievski.
Solzhenitsin ha venido a determinar que el Oeste está podrido. Se está
refiriendo a los banqueros ingleses a los ambientes cosmopolitas alemanes que
generaron la Weltanshaung y los
padrinos del warmongering o maestros ajustadores de los conflictos. La
ortodoxia por su parte va en contra de ese latido pesimista y trae un mensaje
de alegría el de la resurrección...De un fracaso militar y estratégico como fue
aquel (la agrupación tuvo muchos prisioneros, infinidad e incontables
deserciones porque mucho se habían apuntado para pasarse a los rusos porque
habían combatido bajo las banderas del comunismo en la guerra civil) se siguió
un punto de partida, un algo que está en la mente de todos hoy. La gente de mi
generación sujeta a los vaivenes del idealismo y educada en la búsqueda de la
excelencia y de la utopía (pleno empleo, nivel de vida, amor libre, educación y
sanidad gratuitas) a través de una enseñanza tan excelsa como precaria en los
seminarios y colegios de frailes y monjas puede adolecer de confundir la verdad
con la fantasía. Nos lavaron en cerebros con lucubraciones entreveradas de lo
falsa y lo verdadero: en el amor y en la concepción de la mujer un tanto
petrarquista y en la creencia de que el orden de las cosas es de una sola pieza
con una línea demarcación tajante entre el bien y el mal, la noche y el día, la
luz y la sombra.
3
Al
correr de los años hemos ido descubriendo a base de descalabros y de desengaños
que no hay tal hito de separación. Que los campos se confunden. Era el
resultado de la propaganda franquista. Yo tenía una idea romántica de todo
aquello. Hube de marear la perdiz. Las batallitas de los de la división eran
charlas de cuarto de banderas en que se mezclaba el escozor de la derrota y de
las penalidades con el orgullo de haber sido supervivientes del invierno ruso y
al avance incontenible de la infantería soviética que peor pertrechada que la
alemana cuando los organillos de Stalin o pequeños bazucas eran su herramienta
principal había mostrado
ser la mejor del mundo. Los mozos de aquellos reemplazos que se alistaron en la
campaña de Leningrado tenía una idea vaga e imprecisa de sus motivos y esa
imprecisión seguiría después en los que crecimos al pairo de aquellas “gestas”.
Pese a la derrota, los militares regresaron con la moral y artilleros infantes
y caballería mecanizada aprenderían bastante sobre el arte de la guerra. Hasta
el punto de que puede decirse que aquellos veteranos serían la elite del
ejército de Franco. Rusia les había transformado. Les resucitó. ¿Por qué? No se
me ocurre otra explicación que el contacto con ese aire mesiánico y renovador
que tiene todo lo ruso. Uno se explica por qué ahora la ex Unión Soviética está
en el punto de mira de los ataques de la propaganda occidental. A tal respecto
a Rusia se la odia por ser cristiana y por ser depositaria de valores de la
cultura europea... De manera que la versión de autores que a mí me
entusiasmaban por entonces como Vadillo, Salvador o García Luna, no era falsa y
tiene en la actualidad plena vigencia. Otro pregunta que me asaltó al estudiar
las hojas militares de todos los que sirvieron en el Osten Front alemán fueron
relegados y ninguneados e incentivó mi curiosidad halló una explicación en los
tratados de amistad con los Estados Unidos que sólo sirvieron para mermar la
capacidad ofensiva y defensiva de nuestro ejército. Los americanos nos entregaron
partidas de desecho de la guerra de Corea. Jeeps que se atollaban en las
maniobras y carros de combate que no disparaban. En suma chatarra. Por lo menos
la Wehrmacht
estaba mucho mejor preparada y gran parte del material que se utilizó en España
en los años 50 y 60 era alemán y de muy buena calidad. Yo me había formado una
idea muy romántica de todos aquellos supuestos pero a grandes rasgos mis
percepciones no estaban muy alejadas de la verdad.
En la
ortodoxia todo gira en torno a la resurrección. La gran novela de Tolstoi del
mismo identifica un poco el alma a la vez melancólica y exaltada del pueblo
eslavo. Xto. no sólo triunfa de la muerte sino que da vida a la naturaleza
toda con savia nueva. Entonces el amor
llena la tierra. Es un ideal que nunca
se alcanza. La realidad de todos los días es el pecado y la muerte que se
acerca y un leitmotiv que se repite todos los años y que la humanidad avance
sin conseguir la meta. No importa. La noche del sábado santo todas las campanas
bolean a gloria por toda la tierra. Es un mensaje salvífico que impla los
confines de todas las cosas. En ruso en búlgaro en polaco el día del señor o
domingo se llama Resurrección. Otro aspecto diferenciador es el valor que se da
entre ellos a la tradición y a la
liturgia con su carga estética del platonismo. Bizancio por ejemplo ejerce un
gran influjo en los latinos hasta la baja edad media inspirando por ejemplo
todo el arte románico y la idea de belleza del Cristos Musicus, del Cristos
Sculptor y del Cristos Pictor que se refleja por ejemplo en el hieratismo del
Pórtico de la gloria. La fe ha de entrar por los ojos, es algo inefable. A ella
se llega por el oído y por la vista pero sobre todo por el oído. Fidex ex
auditu. El Cristo ortodoxo tiene que ver entonces muy poco con el Yahvé que
truena en el Sinaí, un dios que hace la guerra y que maldice a los enemigos. A
los popes no les está permitido tomar armas ni alistarse en el ejercito a
diferencia de lo que ocurrió entre las órdenes militares de occidente.
En
este año de 1993 se celebra el sexto centenario de San Sergio de Radonezh una
especie de san Juan de Dios a la rusa que abrió un sin número de hospitales y
casas de beneficencia por todo el país. Es uno de los bienaventurados más
milagrosos de todo el calendario del Santo sínodo y también un devoto de la
virgen puesto que gracias a él toda la vieja Rusia se llenó de viejos iconos.
De la Teotokos Hizo
una profecía que creo que se ha cumplido: que Rusia se salvaría mediante la
protección de la Virgen. Rusia
por tanto ha renunciado a los planes quinquenales y manda venir a los yurodivi o santones que van de un lado
para otro con unas alforjas y unos evangelios por todo bagaje, recorriendo en
bordonería mística la estepa. Su espiritualidad sigue los rumbos de los hindúes
y el camino de perfección lo va marcando a los iniciados un “staretz”. He aquí
que pues toda Rusia se ensimisma vuelve a su vieja espiritualidad mientras envía a la chatarra las divisiones
acorzadas y los bombardeos nucleares. Lo que no quiere decir que no sea un país
muy fuerte. Militarmente hablando sigue siendo tan fuerte como los Estados
Unidos e Israel y no es tan fácil destruirlo como quisieran muchos de sus
enemigos. Así pues Rusia propone un rearme moral como programa de salvación
para la humanidad mientras se acoge a la protección del manto de la Virgen. No soy teólogo
de oficio por más que lo sea de afición ni me creo la persona más idónea para
pronunciarse sobre cuestiones de tanta enjundia cómo el asunto de quien lleva
la razón en esta vieja disputa por cuestiones canónicas más que de dogmáticas
[el único matiz es el famoso Filioque que alejó a los latinos de los griegos en
el Concilio de Nicea en la interpretación de la hipóstasis trinitaria] entre
Roma y Bizancio que se vienen manteniendo desde el siglo XI. Doctores tiene la
Iglesia… empero, y lo digo como un atisbo la unión de los cristianos o de los
separados hermanos como se reza en el Octavario de la Unión de las Iglesias que
ahora celebramos
podía llegar muy pronto. Contamos con la presencia de un papa eslavo.
Juan Pabilo II puede ser el buen pastor que apaciente la grey hacia un mismo
aprisco. Karol Wojtyla es un papa que vino del frío y existe una máxima en la
Iglesia que afirma: “Ex oriente lux”. Y ciertamente en medio de las
convulsiones milenaristas del finiseculo cuando todos se trastoca y han
renacido viejas polémicas sangrientas en los Balcanes y el Cáucaso y renace el
fantasma de la sequía y de la presura
gentium y de los corrimientos de pueblos que darán ocasión a migraciones
masivas de la lluvia ácida y depleciones de ozono o el flagelo de la pandemia
(el sida es el equivalente a la inguinalis plaga del s.XIV) y el de la
superpoblación convergente con una carestía de recursos se alza redentora y
clemente la luz de la cruz que refulgió en el Gólgota. Es la antena de la
verdad pero la verdad se encuentra en crisis y más manipulada que nunca.
Sentarse ante la pantalla del televisor significa en la actualidad para muchas
gentes someterse a un maniluvio o baño que lava nuestro intelecto de cualquier
ilusión. Contra toda ética periodística en la actualidad se manipulan las
conciencias. Se trata de romper a la familia reducida a mero florero objeto o
por el contrario de hidra feminista que es totalitario y antiliberal. Muchos hogares
se han convertido en infiernos y esa es una de las causas de la llamada
violencia domestica lo que antiguamente se denominaba crimen pasional. Todo
ello forma parte de la confusión de un orden nuevo anticristiano y todo él una
antilogía contra los principios evangelios. Nos han arrebatado la alegría y nos
han sumido en la vanidad de la superstición y el materialismo que sólo cree en
el becerro de Oro. “Sed mundus vult
decipi” proclama Jerónimo. Tal vez siempre fue así aunque la propaganda
nunca contó con tanta proliferación de medios. La capacidad persuasiva del
diablo parece haber ido en aumento. Se combate la sabiduría, la bondad, el
silencio entre tanta gritería y tanta proclama histérica. El ser humano se
encuentra sumido en una postración moral. Quiere hacer de la persona humana
portadora de valores eternos según afirmaba José Antonio un pelele un muñeco
con alma de quita y pon igual que si fuera un bote de coca cola o un articulo
desechable. La jerarquía católica parece que asiste como convidada de piedra a
este evento, lo cual enfurecía a Joseph Ratzinger a la sazón secretario de la
Propaganda FIDE que contra los modernistas esgrimía una frase del Kempis. “Con
nuestra reivindicaciones formales mucho hablamos de la Iglesia pero nos estamos
olvidando de Cristo”. Era un grito contra la secularización y el abrazo a lo
inmanente echando al olvido lo trascendente. Los ortodoxos al conservar las
viejas tradiciones litúrgicas nos están dando una lección. Los patriarcados son
auto céfalos pero apolíticos, suelen estar con el pueblo. A ningún
archimandrita por ejemplo se le ocurriría bendecir a los terroristas etarras
como ha hecho un monseñor donostiarra. Había que dejar las cosas del siglo para
concentrarse en las cosas eclesiales. En nuestras viejas catedrales levantadas
por la fe de un pueblo como torres de expiación ante el Altísimo ya no surgen a
través de sus columnas de altas estrías flamígeras nubes de inciensos ni se
escucha el eco de los cantos. Solo se percibe el taconeo de los turistas que
pasan lejanos frente a las imágenes y en las sillerías de los coros duermen los
viejos cantorales de piel de becerro sobre el alma del facistol. Ya no hay
prima ni tercia ni vísperas. Ni se canta ya el oficio divino. No se ven
canónigos apoyando sus posaderas sobre las labradas misericordias de roble. La
iglesia española parece que alberga complejos por el pasado y ha renunciado a
sus esencias. Pero en fin no perdamos la experiencia. Cristo está en la
historia. Alcemos con Él el grito de salutación Pascual
-Cristos vaskriese.
-Paistini vaskriese.
-Arriba
España.
Se escucharon muchos aplausos en la sala
III
Anunció un tiempo terrible sin demasiadas ternezas y
pasó a los neo inquisidores la mano por el lomo. Aldous Huxley habló para toda
una época anunciando la posibilidad de un mundo irredento de listas negras y de
nuevos propaladores de consignas y palabras al oído con planchas masónicas sin
tolerar el sarcasmo y convirtiendo en un delito la alegría de vivir. Un tiempo
en el cual la ironía estaría penalizada por multas por los grandes sacerdotes y
los encomenderos de la persecución y la tortura utilizando fórmulas escritores
de confianza, sus rapsodas, sus pregoneros, sus políticos. ¿No estará pasando
eso en lo que antes era la vieja Yugoslavia? – esto se publicó en el Diario de Burgos el 5 de noviembre de
1994-. Aldous Huxley cien años cumple un apocalíptico.
Puede ser que su efemérides harto incomoda y picajosa
para los que andan pregonando el fin de la utopía resulte irreverente y piensen
suprimirla porque asistimos a una
especie de misa negra en la cual se quiere ofrendar en holocausto a la
inteligencia- esta ceremonia no es sino un vestigio de las viejas ordalías
medievales y de la quema de libros en la plaza pública. Se trata de borrar la
memoria de rescribir la historia y de provocar el caos controlado que acabará
con países de la vieja Europa; primero, Yugoslavia, a continuación Ucrania y
acto seguido vendrá Cataluña cuya secesión respalda el grupo judío
norteamericano. Inane ejercicio porque de los palimpsestos vuelve a surgir la
letra erradicada el nombre incomodo. El nombre de Aldous Huxley Londres 1894 –
California 1963 es tan incomodo como el de Orwell del que 1984 provocó muchas
vestiduras desgarradas entre los panegiristas de Reagan y de la Thatcher. Con su
ironía arde Huxley al igual que Eric
Blair, el nombre real de Orwell, en resonancia profética; denunciaron los
abusos de una sociedad superdeficiente bajo la vigilancia del Supercofrade con
grandes autopistas de la información
yendo y viniendo donde la opinión es tabú y casi no se puede pensar por cuenta propia
en que surgirían los grandes trusts periodísticos como meollos de la cuestión
una especie de juzgados de la verdad y oficinas de la noticia donde se gestiona
lo que ha de conocerse. Este sí. Este no. Quid
libet et illibet. La sutil manipulación de la cosa. Estos reinos de taifas
se encuentran regidos por auténticos midas de la comunicación muy arrogantes
que supervisan las ideas y las conciencias y cobran el barato del miedo. En
Francia empezó a surgir un nuevo individuo le penseur en congé, el periodista sin periódico. Vino uno y nos echó
a todos. Empezó la gran desbandada la operación de dispersión y de
manipulación. El gentleman británico una voz valiente que denunciara el caos
frágil de salud y medio cegato tuvo una visión de lince de lo que avendría en
el futuro. Como padre de la novela utópica científica. Un mundo feliz no
era más que un sarcasmo pero hubo bastantes críticos que se tomaron la obra en
serio. Empezar a ser como si el pasado no existiese y por supuesto el futuro
tampoco existiría. Aldabonazo a la memoria. Cien años después de su nacimiento
la obra de este gran autor inglés apocalíptico es un toque de advertencia a
todos aquellos que tratan de suprimir la memoria. La generación espontan4ea no
se da en la naturaleza. Tampoco hay el borrón y cuenta nueva a la totalidad.
Huxley intuyó la que se avecinaba con más de un siglo de adelanto. Las
libertades cibernéticas podrían sumir al género humano en la mayor de las
tiranías. Los poderosos utilizan “su libertad” para conculcar la Libertad y esa Libertad
pertenece a los otros aunque ellos no la respetan. Tendríamos, en consecuencia,
bloqueos económicos, chantajes, invasiones. La comunicación instantánea por
defecto traería la incomunicabilidad pavorosa del ser humano. Y entre los
individuos las familias las naciones. Tiempo de tinieblas. El regreso al buen
salvaje y al Emilio roussoniano supondría la aniquilación de dos milenios de
cristianismo y todavía estaba por llegar don cesar Vidal el pseudo que oculta
su fe y acude a las manifestaciones con un sombrero de rabino. El hombre un
lobo para el hombre. Prevalecería la fuerza bruta. Aquí nada de ideas.
Regresamos a la selva urbana haciendo tabla rasa de todas las conquistas
sociales en aras de un supuesto liberalismo económico fomentando la fraternidad
universal. Los negros llegarían a Berlín con un cartel en la solapa en cuyo
letrero ponía Europa el paraíso. Y estaba por anunciarse la gran invasión de
almadías pateras y cayucos sobre nuestros linderos. Uno me dijo en las siete
chimeneas vendrán a morirse a nuestra puerta y aquel colega del gabinete de
prensa tuvo una inflamación profética de la categoría de Huxley. La ley de la
pirámide invertida el mundo patas arriba y la verdad boca abajo. Este peligroso
juego de borrar la memoria dio pábulo al origen del superhombre
nieztschianiniano. Critican a los nazis pero estos sionistas mucho se parecen a
ellos. Son hijos de la gran Z. Se está creando un nuevo lumpen que es joven y
urbanita. Es bueno que haya muchos analfabetos. En la otra vertiente están los
escogidos people elected los lacayos
del sistema que rinden tributos y
obediencia al Supercofrade. Todos empezamos por entonces a hacer zapping y a
ser peleles del mando a distancia. La esclavitud a la carta. El nuevo gulag de
la aldea global que es aldeanísimo resentido lleno de resquemores mal pensado y
cuajado de vulgaridad que vive entre las ráfagas de las luces de neón y el
pretil de las frases hechas. Sus vidas cuelgan sobre el vacío pero ellos se
sienten a resguardo. Sería por lo tanto un alto privilegio la probabilidad de
pensar uno por sí mismo. Ilotas informativos sin posibilidad de remisión.
Huxley no era un profeta del viejo Testamento. Por eso no utiliza el furor de
los antiguos iluminados sino el understatement
de los británicos para enfundar su mensaje en un envoltorio como para no darlo
demasiada importancia y para reírse tal vez de sí mismo. Por más que Cela se
mofe con frecuencia y con esa socarronería suya tan de afilador garbancero. De
los profetas que según él cayeron en desuso en Huxley verdaderamente profeta
tenemos. La más grande tarea de un
escritor es la de hablar en nombre del futuro. Escribir ya los hemos dichos
muchas veces tiene que ver en gran medida con la corazonada o la genial
intuición el rasgo de humor y eso forma parte de ese quid divinum que ha de tener la profesión. Los escritores importantes
continúan la labor callada y cada uno en su medida y en su parcela de la Revelación.
Huxley
pertenecía a una escuela de grandes
novelistas ingleses quienes capitaneado por Wells encararon el futuro y
ensalzaron la utopía en sus servidumbres y grandezas con un poco de sorna. La
literatura inglesa aportó a la universal el periodismo, los libelos, la utopía
relacionada en lo protestante con el concepto católico de los Novísimos. Tomás
Moro y Robinsón en su isla. Swift y los viajes de Gulliver. Belloc. Chesterton.
Orwell. El robinsón en su isla del
tesoro. Todos estos nombres reflejan esa preocupación británica por el
advenimiento de un tiempo nuevo y de un mundo diferente. Fuentes que manan
leche y miel. Ínsulas baratarias. El dorado jauja todos a bordo del
transbordador de Staten Island. Aldous Huxley de formación científica plasma en
sus escritos el gran pesimismo de su generación esquilmada en las trincheras de
la primera guerra mundial: On the Margin, Themes &Variations, Point
Counterpoint, Those barren Leaves son producciones de su primera época.
Sobre todo instaura la novela política que se ha de trastocar en sátira de la
vida contemporánea. Novelas que constituían el aviso de un turbulento avenir
según el crítico G. Sampson. Aparte de Counterpoint fue relevante la de A
Brave New World porque este título de novela es ya una frase hecha. Tampoco
hay que olvidar La Máquina del Tiempo y el Post
master General. En estas obras se hace una critica social pero se
insiste en el aspecto de la injusticia y la dominación de unos pocos que tienen
bajo la bota de la esclavitud el chantaje y la amenaza a unos muchísimos y la
conclusión es la misma que la de la Rebelión En la Granja de Orwell: todos los animales son iguales
pero algunos son más iguales que otros. Se mantuvo en los precintos de las
minorías y la verdad es que sus novelas nunca alcanzaron los grandes tirajes.
Se le consideró una mosca cojonera que cantaba las verdades del barquero y tuvo
que exilarse a América. En realidad era un emigrante que buscó en Hollywood un
lugar al sol. La Metro
Goldwyn lo tuvo en su nomina como un lujo. Rara vez sus
guiones fueron aprovechables pero de otros se rodó alguna que otra película.
Este disgusto con su patria inglesa es algo que comparten gente de su
generación en mayor o menor escala: Maughan, Wells, Shaw, Bertrán Russell,
Graham Green, a los que les estomagaba la mediocridad y consistencia de la
monarquía inglesa. En especial con Isabel II en el trono. Murió en California
casi ciego a consecuencia de un cáncer en la lengua. Toda su vida fumó en pipa.
IV
AMANUENSES Y FONTANEROS. ORWELL
Es un mero fontanero y un amanuense al del dictado de otros.
Estamos tocando un mundo feliz con la punta de los dedos. Pero de este mundo
súper eficiente y al dictamen de las normas del Hermano Grande y Gordo (el big fat cat, el gato cebón) los
libertarios como yo lo vamos a pasar muy mal.
Pido la venia e invoco la misericordia del Altísimo porque este proyecto del gran
diseño pone patas arriba mis convicciones de cristiano. Estoy releyendo a mi
maestro Orwell con el que trabé contacto en Hull cuando pasaba hambre y me
olvidaba de la gazuza comprando libros de la Penguin.
Por un
par de chelines sacrifiqué una comida y me hice con dos de sus libros
imperecederos: 1984 y Animal Farm.
El homenaje a Cataluña siempre me pareció inferior pues cuenta sus
desdichas en el Frente del Ebro.
Pero la pluma
de Orwell sutil e inconsútil de una sola pieza vuelve a frisar alto en
sus historias del vagabundaje In and out London and Paris donde refiere
algo de su biografía como tramp.
Los mendigos son figuras
preocupantes que sin embargo rondan el cerebro de todo escritor sobre todo si
lo es de genio.
El escritor de raza intuye que su vida puede
acabar en la misma rúa de pordiosero. Dios nos libre.
Muchas veces
indeliberadamente se coloca detrás de un personaje de su invención y lo que
está detrás no es ficción. Le va a pasar a él. Por arte de birlibirloque por
esa magia que tiene la palabra para crear para intuir. El buen escritor adivina
el futuro Aunque el oficio de novelista tenga poco que ver con el de profeta
arúspice o quiromante, pero como el profeta habla en nombre de la deidad, como
arúspice introspección las entrañas negras de las aves cuando los ánsares se
ponen a graznar en el Capitolio como pasa ahora y ha pasado siempre, y en
cuanto quiromante tiene algo de brujo y de prestidigitador que va a la caza
mediante la palabra del aura espiritual que dimanan todos los seres.
En ellos el
poeta encuentra el aura y surgen chispas. En esas estamos. La soledad del literato,
el abandono, la miseria y el hambre que padecieron los genios.
A veces escribir es un acto profético y en
Orwell el derrelicto del malecón del Tmesis y el guerrero de nuestra contienda
civil que se preocupaba más que de las balas franquistas de su petaca porque si
le faltaban cigarrillos era incapaz de
coordinar las ideas ni de escribir un par de frases.
En “1984” proyecta el mundo de
hoy con sus ministerios de la verdad, el double talk (doble lenguaje) y
el new language (nuevo idioma) los ministerios de la Verdad y la presencia de un
poderoso gobierno omnisciente como los novelistas malos y omnipresente como el
propio Dios. El Gran Hermano de la tiranía tecnológica y totalitaria. Los
“demócratas” (entre paréntesis oiga que yo no tengo nada contra la democracia
bien entendida que como la caridad empieza siempre por uno mismo) se cabrean
mucho cuando se les dice que Orwell no estaba pensando en la sociedad al otro
lado del telón de acero, puesto que ya cayó el muro de Berlín y al Big Brother lo encontramos por doquier.
Sólo le falto a Eric Blair un
adjetivo; el de americano y ya tendríamos la reseña más cabal.
Es el imperio el que tira del carro. El sueño
global, sueño mesiánico por otra parte, como
lo fue el sueño católico de los españoles en el siglo XVI plasmado en el
soneto de Juan de Herrera de una sola grey bajo el cayado de un mismo pastor.
Lo que pasa el que el American Dream es laico aunque América sea toda ella una
nueva religión, una forma cultual amén de un credo político.
Quizás debajo de la chistera del Tío Sam o del
pariente que escudriña lo que escribimos por Internet, el vecino que nos espía
(he is watching behind the fence).
La amante que no es nuestra amante sino una
agente del gobierno, el jefe que nos persigue, los compañeros de trabajo que
auscultan nuestra ficha y dan el parte si llegamos tarde, (jó qué lío) pero
vivimos en el silencio y el terror sonámbulos por los pasillos del gran
edificio que describió Kafka, otro que tal baila en la Metamorfosis y en The
Trial.
A este paso nos vamos a convertir en cucarachas en
un mundo feliz donde hay que pensar por prójimo y adoptar los modos y creencia
que se nos impone desde arriba vía imagen y propaganda. Todos somos Wilson el
personaje de esta novela que sube a su buhardilla londinense con paso cansino y
en cada descansillo se encuentra con un cartel que le advierte:
-El Hermano mayor te vigila.
Una sociedad plana y sin
conflictos eso es el irenismo, una herejía de los siglos V y VI que se ha
vuelto a poner de moda. Pero ojo que en 1984 se habla del control del lenguaje.
De la doma de las palabras para que obtengan otro sentido semántica diferente a
aquel para lo que fueron inventadas y eso es lo temible y peligroso.
La reducción de todo un
idioma a una jerga de no más de mil palabras como es el lenguaje coprológico
neoyorquino, los analfabetismos mentales, peores que el analfabetismo real, los
cerebros bañados en estupidez y en soap opera, el
tialismo cultural [la tele nos quiere convertir a todos en tontos de baba a
base de drama y de películas made in Hollywood], la policía del pensamiento. Y
todo lo demás.
Cuando escribió este tratado
de sociología política novelada no estaba adelantando Orwell lo que pasaría en
1984 sino lo que está ocurriendo en 2008 y lo que ocurrirá en 2010 o 2020. A medida que se haga
más fuerte la presencia de la tecnología será más aleatoria la libertad de
conciencia porque a lo que en realidad vamos es a un totalitarismo.
Pero eso no tiene la culpa ZP que es un gran
intuitivo y un gran amante de la libertad. Él se limita a poner música a lo que
pone el libreto. El gran demiurgo esconde la cara y utiliza caras y cimbeles y
testaferros. Lo mismo daría Zapatero que Rajoy o Galardón o Merkel o Bush o
Zarcosy le petit juif.
V
IRENISMO TOTALITARIO. LA
FALSA PAZ Y EL GRAN ENGAÑO
El alto mando se ha hecho invisible y es el
que controla. Big Brother is watching you. En el país que describe 1984 hay ministerios
muy raros. Uno se llama ministerio de la Verdad y otro el ministerio del Amor pero todos
los años se celebra una fiesta: la del odio en la que aparece el enemigo
del pueblo un tal Stein, un judío al que
hay que golpear.
No sé si Orwell estaba
pensando en Big Laden cuando se puso a escribir en el Londres de la posguerra
derruido por las bombas de la Luftwaffe. También se trata de un enemigo
invisible. Quizás irreal pero al que hay que machacar y sacudir como
reafirmación de nuestro ser. Orwell escribió su obra maestra durante un
terrible invierno de posguerra el del 45 en una isla escocesa, apartado del
mundanal ruido de Londres. Al año siguiente entraría en un sanatorio de
enfermos de pecho en Gales. Estaba tuberculoso perdido.
Dentro de unos días será san Pelayo de
Córdoba, el monaguillo del obispo de Tuy al que quiso dar pol culo un califa
resistiéndose el pobre niño, y al grito de maricas y lesbianas de todo el mundo
uníos invertidos bolleras y pederastas tendrán su fiesta laica y sacarán a su
santo disfrazado de arco iris por las calles de Chueca. Axial la Virgen de la Paloma se nos convierte en
transexual. ZP ha creado un ministerio que nadie sabe para lo que es. El de la Igualdad.
Pujos feministas que ya adelanta Orwell en esa
mujer pálida y cara de arpía pelambrera color de arena que le hace la vida
imposible al protagonista Wilson.
Es la abanderada o alférez
del feminismo de batalla. Pervirtiendo el lenguaje se consigue un trasunto
semántica de la inversión de roles y de valores. La homosexualidad acaba con la
fecundación. Un mundo nuevo. Un nuevo concepto de familia uniparental.
Hijos probeta. Manipulación
genética y manipulación mental pero de todos estos peligros lo más peligroso es
la perversión del idioma. En las escuelas ya no se enseña castellano. Se enseña
lengua y por ahí por esos textos manipulados por ese prurito de enviar a la
hoguera las viejas y hermosas palabras que duermen en los diccionarios es por
donde puede acabar el mundo. In principio erat verbum.
Sin embargo no hay que ser
pesimistas. Höldering otro dichter
alemán visionario nos advertía de que las revoluciones de este tipo dejan un
sedimento positivo.
Y Yeats se alegraba con ese
algo nuevo nos ha caído. La hora más escura es la de la amanecida dicen
los sefarditas. En tal contexto, todos somos Wilson, todos somos Stein y nos
tienta la rubia fláccida con la cabellera terrosa. El diablo disfrazado de
gobernanta-señora de la limpieza- funcionaria del Big Brother-agente secreto -
chivata. No se puede decir miembro. Hay que decir miembra. No juez sino jueza.
El Hermano Grande habita
entre nosotros. Tanto nos ama que nos ha puesto la argolla de esclavos en un
mundo feliz sin castas ni barreras sin permisos de residencias ni diferencias
interétnicas. Un mundo feliz se convierte una entelequia. No es un paraíso sino
una mazmorra adonde bajan a golpearnos todas las tardes cien demoñillos
borrachos. También lo vio Quevedo como Orwell en sus Zahúrdas de Plutón.
Las utopías albergan un propósito bueno y
edificante. No son malas de por sí. Creo que este tiempo que nos ha tocado
vivir es bastante interesante.
A muchos españoles se les vuelven los dedos huéspedes; no les
gusta Zapatero. Lo han hecho en burro de todos sus palos. Pero él no tiene la culpa. Él sólo le juega
con las cartas que le echan. A mí sí.
Con independencia de que esos ministerios de la Verdad y de la Igualdad me parezcan
peligrosa. You ought to take the Good and the Bad. No todo es malo ni se
va a acabar el mundo. Sonrían por favor.
Tras
las conmociones del Viernes de Dolores – las profecías empezaron a cumplirse en
los meses que aguardan a la gran traición- ojos claros pero turbios se despacha
a sus anchas en sus instintos e institutos de venganza (give me more). Calixta la novia que tuvo neozelandesa con su cara
de kivi y su voz atiplada de cupletista pelirroja le gritaba aquella frase
imponente, Moisés bajó del Sinaí con las tablas de la ley en mano, y yo sólo
soy un pobre mortal, mientras hacían el
amor en la scullery de su piso con derecho a cocina junto a la estación de
metro de Earls Court en Londres. Oh Emiliano dame más. Me he quedado sin tralla
“Me dejaste a buenas noches”. Calixta criticaba la forma inconsiderada que
tenía Emilio de hacer el amor y su engorde. Se había comprado unos pantalones
en Marks&Spencer que le daban un aspecto payasil muy holgados de cintura y
desde entonces le puso el mote de Emiliano Pantalones. Eran grises como la
luz de atardecer que iluminaba su
penthouse de soltero en la calle Jardín de las Flores entre Fuljan y Oca Bromato Load. Tenía yo
ganas de huir y me uní al gran corro de la desbandada. Me producía una cierta
tristeza. Ya venían, las vi yo venir, predicas incriminatorias, precitas
instancias. Iba a cambiar la tortilla y yo echándome aquellas novias tan
exóticas que a la hora de pedir no se cortaban un pelo. Dame más. El personal
no quiere saber nada de nadie ni de nada. No me cuente usted su vida y en ese
grado de insolidaridad estamos llegando a los tiempos del 36 cuando los
madrileños en aquel otoño sangriento se paseaban por la Avenida del Quince y Medio
(Gran Vía) donde la zona de una de las aceras la de Telefónica estaba batida
por los obuses nacionales con un cartel en la solapa que decía: no me cuente Vd. su vida, ya me la sé.
El amor en tiempos de cólera que dijo un cursi pero yo voy a lo mío. Me siento
al volante y tira millas. Venga radiales, duro que te pego horizontales de
encintado vial de raya continúa. ¿Te motiva? Es el cansancio aquel que te afligía como cuando viajabas
desde Essex a Yorkshire. 180
millas en la
A1 en tu mini de color rojo. Parabas a tomar un café en un
pimpi y a hacer pis. Cuando un pueblo es marrano, eso queda muy consignado en
los servicios de las fondas en el camino real. Y los ingleses son unos
cochinos, pero los franceses lo son aun más y los portugueses para de contar.
Todo el país es como si le olieran los pies. Huele a Fátima y a milagro. A
melancólicas cuerdas de fado. En España
`por lo menos una taberna de mala muerte goza de las premisas de un excusado. Y
eso es civilización amigo mío y lo demás son vainas. Tenemos un pueblo
campesino los de abajo que se comportaba. Los de arriba, los condes, los marqueses,
Goya, Picasso, se afrancesaron y todos a mamar de la teta de la loba capitalina
y entre sorbete y sorbete prorrumpen en un ay lo mal que está este país. Muy
bien no vamos… tú come y calla. Cuando hay movida a esta gran nación que se
llamaba España siempre le sacan las castañas del fuego los de abajo, los curas
trabucaires, los chisperos, las putas. Y Agustina de Aragón puede ser un caso.
De ahí que el pistolero de Larra nunca me conmueve. Larra era un señorito y
escribía bastante mal. Y en afrancesado pero cayó en gracia sin ser gracioso
con sus cortes de traje a la medida y sus tallas de lindo pisaverde. Pues no te
digo, dándoselas de entendida, el regalo de pedida de doña Ficticia al príncipe
fue El Doncel de Enrique el Doliente un folletón por entregas con traza de
novela histórica. Malos gustos
literarios debe de tener esa doña Leti. Cierto la tristeza tiene un
color no puedo hablar no me entienden acaso sea muda. No me cuente su vida oiga
que es muy triste no venirme con milongas. Llevamos unos cuantos años con las
brigadas del amanecer haciendo de las suyas y no es el cartero que viene a
traernos un giro o una carta certificada sino el polizonte o el comisario que
llega a ponernos una denuncia y nos ruega vellis nolis acompáñame amos anda...
pero tú que te has creído... predicas infernales... ese doctor de las mañanas
de la tele que debe ser del hopos pues lleva años y años en antena no para de
hablar de cáncer... harte el encontradizo o el advenedizo que tú no te enteras
leñes que ellos piensen lo que les de la gana... tan, tan.. ¿Quién? Abra. Un
registro. Es usted ulanito de tal.- yo soy domingo García Sabell el jefe. Tenga
la bondad de acompañarnos. Aguarde que me ataco los pantalones. ¿Puedo ir al
baño? Pues tendrá que hacérselo por el camino. Puro tramite. El del mosquetón
que te observa por la mirilla del mingitorio mientras que tú evacuas tu vejiga.
Una triste saca. Un maldito paseo al amanecer. Billete de ida al reino del iras
y no volverás. La vuelta no se tarifa. Ni se expende. No existe. De los
sencillos y de los torpes es el reino de los cielos. Esa facultativa de ojos
claros y el culo gordo que archiva su ira y se pasa el día entero zampándose
tarrinas de chocolate. Por eso el culo se le ha puesto como un balón. Facultad
de que decía vuesa merced. Reñidas oposiciones y hoy tocan a fajina. El corazón
amante. Caballero a sus manos y señora a sus pies. Escucho en la distancia el
largo pitido del tren. Pican al timbre una madrugada de aquel verano en un
inmueble de la Red
de San Luis y ya digo no es el lechero. Nos devoramos unos a otros. Nos
fagotizamos con tanta guerra civil.- fotos trágicas el máuser en alto. El mono
azul y la guerrera postinera recogen mal los abultamientos de los senos de
aquella bella miliciana y un falangista en la cárcel de san Antón se le escapó
un piropo a la vista de su Verduga: niña, te quiero tanto que contigo en el
pelotón no me va importar acudir al paredón, será una muerte dulce. Subían
hacia Cibeles desde el palacio de Buenavista y de gobernación las camionetas del
ejército de la verdad. Un comisario se llamaba Dapena y nos van a liquidar
igual que conejos. Fue el que dijo esta sobra pues sí sobra claro que sí. Lo
malo es que había mucho más jefes que indios y los que maulaban y coloquiaban
que ya no se les pone gorda. En los tiempos de la gran duquesa leonesa yo me lo
monto con la señora Maqueta ale. La
Política no interesa y el que escribió el estatuto prostituto
se da aires de compinche y fuego fatuo. You dont tell me fibs. Pero si
eso es el placer de contra en eso precisamente está el misterio y la maula.
Mañana es domingo de ramos y arranco pa Segovia de estampida. Mis huidos y mis
circunvoluciones tienen bastante miga. El skyline de la ciudad donde yo nací me
tranquiliza pero es para ponerse muy sentimentales sino para precaverse.
¿Vienes pa muchos días? Sólo a las procesiones, Fuencisla. Las hermandades, los
cristos rotos, el entierro de los gascones la torre de san Justo proyectando su
sombra en viernes santo contra la luna el rumor lejano de las aguas del Rasemir,
el bamboleo de los pasos y un cirio que
arde y otro que se apaga al penetrar en la zona de corrientes del azoguejo que
nosotros denominábamos el arzobejo. El diablo que aparece a lo lejos con su
tridente. La banda del regimiento marca el paso y los gastadores estallan sus
botas contra el cemento de la calle. La banda de la academia ataca la Marcha fúnebre. Los prestes
entonan el gorigori en fa bardón. Un moro en cuclillas se acurruca respetuoso
cerca de las tapias del cementerio y él también ve el tránsito de los pasos. El
pueblo devoto canta Amante Jesús Mío. Las manolas visten velo de luto riguroso
y adornan su peinado con una peineta de carey. Alguien con voz de borracho se
arranca por una saeta. Sin belleza no puede haber misterio. Tampoco cristianismo
se acerca la Venus
victrix con su rozagante manto de dolorosa que porta en la mano un
arrastrapeplos. Todo esta bien drapeado por el que hizo el planteamiento pero
en esta noche hay alguien que nos estorba, las fichas parece que se mueven y
bailan los datos pero todo en esta atmósfera respira intensidad y tiene lo que
los alemanes denominan spanung. La
novela es un concepto musical y eso mismo lo tiene ahora mismo mi ciudad. Me
arrojo de cabeza, me sumo en el oleaje de los recuerdos a la busca de una
cierta congruencia y del hilo de la fábula. Las trenzas de Ariadna y su rubia
cabellera las llevamos recogidas en cintas multicolores. Me multiplico, he de
hacerme ubicuo y gozar del don de la bilocación con que el Señor favoreció a
algunos de sus determinados siervos. No he de tomar las cosas ab ovo, ni
tampoco perder la calma. Tengo que perderme en fárragos de burocracia mientras
las mucamas romanas esperan el autobús en la parada de mi barrio cuya
marquesina se ha convertido en objetivo de los gamberretes. Lo expliqué en un
artículo que este vicio moderno de las tribus se denomina clastomanía, un vicio
como otro cualquier, tan respetable, verbigracia, como la del millonario que
vive en los chalets de abajo, los que vierten al río y que rebusca en los cubos
de la basura y los contenedores, aquejado del mal de Diógenes, acumular y
guardar en el nido igual que las cornejas, pues eso. Ayer le vi al viejo bajar
la cuesta de los álamos subido en una bicicleta de carreras que seguramente no
mercó en la tienda, sino que es una de los muchos testimonios de su pasión por
la rebusca. Extrajo el triciclo de un contenedor. Ser y tener. Tanto tendrás
tanto valdrás. Los romanos tenían una cierta pasión ordenancista. Suum cuique, decía pero eran muy
supersticiosos y no se fiaban mucho del provenir cuando volaban las aves en
dirección contraria y escuchaban el dictamen de los arúspices asegurando esto
va mal. La crisis. Pues comamos y bebamos y bebamos que mañana viviremos. Al
triclinio y más tarde al vomitorio. El papado por ejemplo es una constitución
carolingia y la Iglesia como la literatura y su pasión por los cilicios
y las torturas mentales un cajón de sastre. Luego vinieron a perfeccionar el
sistema los visigodos con sus corregidores, bailíes, paciarios y el uso del sello y el balduque en los documentos
oficiales. Desde entonces todos los clérigos son funcionarios. En realidad es
lo que debieran ser los curas. Limitarse a su misión de funerales, bautizos y
matrimonios y poner nombres en los libros de registros. Cuando se salen de esa
misión específica ya empezamos todos a mear fuera del orinal. Clericus del
griego “kleros” que no quiere decir otra cosa que patrimonio. Los límites son
pues mucho más modestos que nuestras pretensiones y si nos ciñéramos a la
línea, si fuésemos un poco más modestos, las cosas empezarían tal vez a ir un
poco mejor. Lo que pasa es que hasta el siglo XVIII trono y altar fueron unidos
y no andaríamos metidos en equipolencias tomistas ni de discusiones a gritos en
las salas de grados. A flor del suelo yace mi realidad. El lecho o lectum era
la siguiente pieza consecutiva al triclinio porque de grandes cenas están las
sepulturas llenas y el lecho no era más que la tabla donde dejaban reposar el
cadáver los romanos. El descanso final. Pero desde la resurrección el sepulcro
está vacío y eso -¿lo es?- es una garantía de que nosotros también resucitaremos.
Ardua cuestión. Mejor no pensar. La muerte debe de ser como una gran novela sin
capitulo, sin espacios, sin dialogo sin puntos ni comas ni punto final. Temo a
la hinchazón post mortem la tumefacción y luego los gusanos. La lanzada de
Longinos me hizo sentir sed. Tengo sed
y pedí a san Pedro que me acercara un vaso. Pero tú eres uno de ellos. ¿Tú
estás en nómina? Me dieron posca mezclada
con hiel. Lo probé pero no lo bebí y he aquí que he muerto por asfixia como
morían todos los crucificados. Mi cabeza era un paquete de dolor. Me coronaron
con las ramas de una cambronera de púas aceradas y eréctil es. O vos omnes qui transitis per viam videte si es dolor qualis dolor meus. En la caja de un cuerpo
humano no puede caber tanto dolor pero yo resistí hasta el triunfo de la
resurrección. Tú, señor, pudiste (eras el hijos de dios) pero ¿y nosotros,
frágiles pecadores? En la sabana santa quedan marcas de la hematidrosis de
Getsemaní y del ziphus vulgaris que fue la zarza con se tejió la corona de
espinas. Un sacerdote tocaba el sistro en el altar de los sacrificios citando a
Jeremías y escupiendo para otro lado. Puaf... ese hombre. Nos vino s aguar la
fiesta. Tenemos que inventarnos otro holocausto- traedme a Isaac y a un
carnero. Se oscureció el sol, se hizo de noche, se desencadenó un vendaval y el
viento silbaba lúgubre entre las cruces,
el velo del templo se oscureció dice el evangelista. Velum templi scissum est et omnis terra
tremuit. Tremuit. Latro de cruce
clamabat dicens: memento mei domine memento mei dum veneris in regnum tuum.
Dimas esta misma tarde estarás conmigo en el paraíso le dijo el buen Jesús al
buen ladrón. No es extraño que después de este relato y de las santas reliquias
y marcas del santo síndone haya muchos hombres nos hayamos enamorado del
proyecto de Jesús en la historia. Porque fue dios lo asesinaron porque era
verdad cuanto decía lo contradicen. Y no hay vuelta de hoja.
VI
ORWELL ESCRITOR
DE ESCRITORES
He vuelto a las páginas de Orwell estos calurosos y
esperanzados días de la Copa
de Europa el pesimismo ambiente que nos embarga a los españoles por lo demás
tan inconscientes y vitalitas adoptando una actitud frente a la crisis pastueña
y resignada moruecos que llevan entre los cuernos un cartel con la leyenda de “échame
pan y llámame can”. La gran prosa de este escritor tan inglés y tan universal hace evadirnos de
los vaticinios apocalípticos sobre el incremento de los impuestos el
“corralito”, los hierofantes televisivos que nos meten mano al pensamiento. He
decidido no escuchar a Intereconomía donde hay un fulano conductor de un
programa de línea abierta apto sólo para masoquistas y para los pobres viejos
que viven en la cultura de la queja que es como una burbuja. Moaning…
Moaning. Nos queje
usted tanto, haga algo, tome decisiones resolutivas. A mí que soy algo judío y
creo en la ley del Talión Dios me ampare y me perdone si los sicarios matasen a
alguno de mi familia, voy a por ellos. No me gusta ser víctima, detesto a las
plañideras pero el locutor en cuestión parece un disco rayado contándonos la
desintegración de España, el derrumbe de las cajas. Quiere matar a los viejos
en la antigua radio de Serrano Suñer el ex nazi. ¡Esa boquita tuya de piñón, amigo
Eleuterio Ramos, parece una escupidera de sinrazones, una gárgola de odio y a
un radioescucha de Málaga, le dejó con la palabra en la boca! Modos
absolutistas del hijo de coronel. Trato de escaparme del pensamiento
único que anticipara Orwell. Los que suponen que su “Granja de cerdos” y
su “1984”
constituyen una sátira contra la utopía capitalista. Tiraba la barra mucho más
largo y se refería al mundo en 2012.
Anteayer presencié un debate televisivo en la BBC- cómo me recordó
mis años londinenses- dirigido por el gran David Dimbleby hijo de uno de
los grandes personajes de aquella casa en el que los participantes se quejaban
de que la libertad de prensa se encuentra en entredicho en el propio UK. La
llegada de Rupert Murdoch y el 11S acabaron con lo poco que quedara de
libertad. Cargó a lo largo de sus breves y azacaneados días contra el Capitalismo, Catolicismo, Sionismo y antisemitismo, Islam, el Pacifismo,
el Comunismo, el Troskismo. No conoció en su hora el empuje
revolucionario y casi demoníaco del Feminismo reduccionista que ha
puesto del revés a toda la sociedad occidental. Es muy de hoy. Tampoco el
movimiento gay tenía en los años 40 el predicamento de que goza hoy. España se
ha convertido en un laboratorio de este feminismo causante de la guerra de
géneros. Eric Blair únicamente conoció a la lucha de clases y al sufragismo. La
violencia doméstica poco arraigada en Inglaterra y si se produce porque allí el
matrimonio también está en crisis existe una consigna de maquillar los casos de
atentados en la intimidad del tálamo y aminorarlos para que no cunda el efecto
llamado al igual que se trata de silenciar los suicidios pero en España a lo
que se ve existe un sentimiento morboso de convertir en primera página y
entradilla de los telediarios de asesinatos conyugales sin que los noticieros
se adentren en pormenores o analicen las circunstancias desencadenantes.
Culpando al varón nunca a la mujer. Está visto que en España no podemos vivir
sin terrorismos. La violencia de género, número y caso se ha llevado a más
gente que la maldita ETA. Esta sociedad a la cual parece irle la marcha se
desintegra en su célula más viva que es la familia. Parece ser que eso es lo
que se pretende. ¿Quién gana de estos luctuosos sucesos? Los abogados y los
bancos. Tragedias cotidianas que los periodistas del duerno cuentan con la
impavidez del que se bebe un vaso de agua. ¡Qué horror! Pero seguiremos con
George Orwell. El negro zumbón Obama parece por lo siniestro y bocazas un protagonista
de sus dramas. Escritor de escritores, que ha resucitado al inglés
inconformista y al comunero castellano que llevo en mí. ¡Viva la rebelión en la
granja! El gran porquerizo se ríe de nosotros, nos trata como a cerdos, a
patadas y observa si nuestros jamones son lo suficientemente gordos y
demócratas antes de sacrificarnos en la toza. Todos aquellos que piensen
que la novela ha de ser un espejo que se tiende a lo largo del camino como
reflejo inerte e impávido de lo que se ve y lo que se halla, lo que se trama,
lo que acontece, cuando entren en la
apasionada prosa de Orwell se han de dar con un canto en los dientes pues él es
un anti Balzac que cuando se pone a escribir es porque una rabia le conmueve o
le abruma una rabia de denunciar una injusticia o descubrir una mentira. Los
argumentos de sus ensayos pedalean a piñón fijo. No hay salida. Tú ya no te me
escapas. Un libro para él ha de contener un mensaje, una tesis, una quemazón
interior que hace arder en el alma solitaria y a lo mejor vanidosa de todo
escritor un fuego misterioso. Así que ni espejos a lo largo del camino ni hojas
de ruta ni omnisciencia ni otras paridas, que son artilugios para los poco
agraciados en este oficio donde abundan los romos y los novelistas malos tienen
aquí vigencia alguna a lo largo de la trama de desencuentros en un mundo
totalitario. Esos carriles decimonónicos con estar ya muy gastados y ser harto
aburridos siguen no obstante una herramienta de trabajo para los escritores
malos y acomodaticios Vg.: Vargas Llosa y tantos y tantos escritores
ingleses o norteamericanos del momento que llenan páginas y más páginas de los
suplementos dominicales. Sin embargo, del advenimiento de estas ranas
literarias que croan al borde de la charca George Orwell ya nos previno. Son
los eternos compañeros de viaje, los comparsas de la orquesta y su llegada ha
ido en detrimento y desdoro del arte de las buenas letras: keep the
Aspidrista flying… Put a spool in Baodicea´s chariot son frases que se me
quedaron grabados de alguno de sus libros. Consciente de
la era que le había tocado donde la política ancilaria de los mercados de
valores, de los bancos y el gran capitalismo, Orwell se revela como un animal
político y también se rebela. Por eso lo pasó muy mal y fue un incomprendido.
Murió tuberculoso a los 47 años, fue un vagabundo por las calles de Londres y
de Paris y de tan fatal experiencia va a nacer su mejor libro Down and out
London and Paris.
Fue funcionario del Servicio Imperial de Su
Majestad, soldado mercenario en la guerra de España, periodista de la BBC de donde le expulsaron
bajo la sospecha de ser un agente comunista siendo así que no podía ver ni al
fascismo y el comunismo.
Fue quizás para él un drama remar contra
corriente y tratar de mantener su independencia en una era de auges del
totalitarismo en que había que definirse; o se está con unos o con otros, o
eres blimp o antiblimp.
Al menos no había sonado la hora del “pensamiento único” y consigue publicar a
pesar de ser odiado por la “inteligencia” británica que le llamaban el
“vagabundo”.Eric Blair había nacido en la India en 1903 hijo de un funcionario escocés. No
tuvo formación universitaria, no consiguió una beca para Oxford. Fue autodidacta llegando a escribir quizás el
mejor inglés en prosa la más sólida de los años treinta y cuarenta. Empedernido
lector de largas horas, consiguió un trabajo como dependiente en una librería
londinense y en esta pasión por la lectura cuajó un estilo, límpido, directo
sin los floreos y arrequives usuales entre los literatos de su generación.
Cinco años estuvo enrolado con la policía montada de Burma y esta experiencia
le puso en contacto con la brutalidad y la corrupción de sus camaradas con los
nativos. De regreso a la metrópoli la depresión del 29 le hace perder el
trabajo, cayó en la pobreza y se convierte en un “tramp” en un “homeless”
de esos que hemos visto dormir en las calles de Londres entre cartones. Conoció
el sufrimiento cara a cara y vio la muerte de cerca en el frente del Ebro donde
le pegaron un tiro una mañana cuando contaba en la trinchera un chiste a sus
camaradas acerca de los consejos que daba la policía imperial cuando una
súbdita de su majestad graciosa iba a ser violada por un local: aceptar lo
irremediable:
-Just close your
eyes, keep your mouth shut and think of England
Fue evacuado al
primer hospital de sangre en Barcelona y regresó a Londres. Su enrolamiento en
las Brigadas Internacionales obedeció no sólo a motivos de ideas sino a razones
económicas como a tantos y tantos mozos ingleses de su reemplazo en la cola del
paro. Ir a la guerra de España, aparte de toda una aventura, supondría algún
dinero aunque muchos no volvieron para contarlo. De esta experiencia nace uno
de los mejores libros que haya escrito un inglés sobre la guerra civil
española: Homage to Cataluña. Narra lo que vio: el gran desbarajuste,
las luchas internecinas del bando republicano y plasma su odio como miembro del
POUM comunista hacia los comunistas. Eric Blair es un autor genial pero lleno
de contradicciones. Sus simpatías hacia los catalanes a los que siempre
consideró españoles, habida cuenta del surgimiento de personajes como Arturo Mas,
Pujol, Rovira y toda la patulea de grandes separatistas chocarían
con lo expuesto en sus libros porque aunque no hablen de natío el castellano
los considera como los españoles más castizos y apegados al terruño. Ve en los
nacionalismos una expresión de los demonios del siglo XX. Caracteriza tales
movimientos como inestables, irracionales, xenófobos, pretenden que su lengua y
que su raza sean las mejores, lo que siempre será ocasión y rienda de
conflictos. Son inestables y se hallan llenos de complejos racistas. Se declara
pro-judío y ridiculiza a los graciosos que en el music hall devanaban chistes
antisemitas. Sin embargo, advierte de los peligros del Sionismo que
podría tomar el testigo del catolicismo como movimiento nacionalista universal
de cariz religioso. Uno de los escritores que más le desplace de su tiempo es Chesterton,
ese escritor cockney que cree que la religión romana frisa por encima del
protestantismo y el paganismo aunque no niega que el autor del “Candor del
Padre Brown” sea un novelista original con garra y con genio. Como muchos
británicos Orwell veía a la
Iglesia Católica como un instrumento de colonización
espiritual. El Vaticano fue para ellos una potencia extranjera. Dijo en
su tiempo verdades de a puño. Sin embargo, gozó de la oportunidad de denunciar
el estalinismo cuando corrían los más crudos vientos siberianos de la guerra
fría. Él no lo sabía porque toda su obra
es dentro de su lucidez un barrunto con los ojos cerrados, pero contra lo que
en realidad estaba arremetiendo este lobo estepario era contra lo que vendría
al final de la guerra fría tras la caída
del muro de Berlín, el desplome del comunismo; se equivocó en un lustro porque
su novela en lugar de titularse 1984 debería haberse llamado 1989:
fue cuando vino el doble lenguaje y la dualidad de pensamiento y el
control del individuo merced a la introducción de la electrónica en el mundo de
la comunicación. Verbigracia.: Snowdwn y Assange, Wikilileaks, las grandes
agencias del espionaje que desde Londres y Washington espían nuestros mails y
nuestras conversaciones por el móvil. Su gran libro 1984 no ha sido
reeditado con la frecuencia que debiera porque es un manual de usuario para saber
lo que está pasando en un planeta globalizado y unipolar. No convendría
mantener a este gran novelista inglés en el ostracismo. Es un maestro del arte
moderno de la literatura aunque muy poco convencional. Cada vez que algo le
ponía de los nervios escribía una novela yendo así contra toda la preceptiva
del arte narrativo. Fue un elegante periodista y escritor de escritores denso
de ideas que dio a la estampa esas grandes utopías que fueron 1984 y Animals
Farm.
VII
Se
viene bien desde Busdongo corazón arriba entre gollizos gargantas y
desfiladeros que jalonan el perfil orográfico de la Sierra Madre, torres románicas,
pueblos viejos del antiguo reino leonés que guarda perfumes mágicos del arca
sagrada de las Españas. La tierra empieza a ascender a levantarse, dueña de su
empinación mítica pasadas las revueltas pinariegas del Rabizo. Yo siempre
paraba en la Venta
la Tuerta a desbeber y a dejar que se columpiaran mis niños en el pequeño
parque temático de este antiguo corral de relejes para las diligencias que
hacían la ruta de Asturias. Habré hecho el camino mil veces. La primera vez una
noche de julio del 68 iba yo a probar mi primer seiscientos galano y a ver a
una media novia que tuve en Oviedo. Aquel amor se ha muerto y ahora de vez en
cuando la llevo un ramo de flores blancas a su tumba un cementerio entre
castaños y cipreses sobre una colina vigilante del trajín fabril. Tengo las
sensaciones de aquel primer viaje metido en los cuadriles de mi memoria. En
Busdongo probé por primera vez la sidra y cruzado el puerto paré en una romería
que había en el pueblo más bonito de la
península ibérica por la vista y el nombre que se llama Flor de Acebos y ahora en lugar de flores a María recuerdos y melancolías es lo que llevo.
Estos parajes de montaña siempre han tirado de mí siendo una orientación o
querencia inexplicable. Ya no bebo culines como entonces y Flor de Acebos es
casi una aldea deshabitada razón la crisis la gente se va muriendo cierran las
casas se derrumban los hórreos y ya no se escucha el cloqueteo musical de las
lecheras que bajaban con la herrada a la cabeza avisando al son de sus madreñas
¡ay mozas de mi juventud! ¿Dónde se fueron que se hizo de tanto galán y
caballero que fue de tanto frenesí? Lo risueño del pasaje no cura mis
melancolías esta mañana de domingo manriqueño. Virgen de Arbás, ruega por ella,
protégela en tu dulce seno. Ahora no me olvido cuando paso por estos riscos de
encomendar su alma con un padrenuestro y me prosterno ante la tumba de don Luis
Menéndez Pidal el restaurador de este templo y que tiene escrito sobre la lauda
del arquisolio un impresionante epitafio que dice: “líbrale señor de la eterna condenación de la misma forma que él salvó
de la ruina este templo”.
Por
más que administrativamente estas laderas de los Montes Universales sean
tributarias de León, en ellas comienza la tierra asturiana. El
hecho ciertamente se percibe por el
acento del bable allí hablado, así como por la estructura del románico rural de las iglesias de aquellas aldeas
reestructuradas durante el barroco siendo rey Carlos III, o, antes, tal vez,
ofreciendo singular parecido con los
templos y monasterios a la umbría de Pajares (campanarios de dos ojos en lugar
de torres como en Andalucía y ambas Castillas, exiguos trazados, con antojana
en vez de atrios en lugares apartados y recoletos. Se trata de las Nonas o
nueve monasterios ubicados al albur de estas montañas sagradas que enmarcan la
entrada de las Asturias.
Hasta la
reforma cluniacense de Alfonso VII la archidiócesis ovetense, según creo, era
sede primada y su jurisdicción alcanzaba hasta el Miño adentrándose en tierras
lusitanas. Toda esta zona ofrece parajes bellísimos desde el Bierzo hasta Liébana
con importantes núcleos monásticos (Babia,
maestros templarios, los conventos del valle del Órbigo y Baños de Luna
así como Astorga, núcleo de la dominación romana) y toponimias excelsas que
hacen pensar en su pasado romano: Ponferrada, Riello, Villablino, Bobia,
Villarejo, Amio, Murias y otros enclaves situados a la estribación de la
cordillera cantábrica al pie de los Montes Universales. En tales atravieses a
la sombra de impresionantes cárcavas, gollizos, y esas sillas de montar
tamizadas de canchales y cantos rodados, verdaderas autopistas por donde bajó el
hielo del cuaternario que dejaron los glaciares, se constituye el núcleo de la “fabla” (bable)
astur leonesa que se escuchó durante la Edad Media de aquí hasta allende riberas del
Duero, penetrando en Extremadura. Era el idioma del antiguo reino de León con
sus usos y costumbres, sus fueros y sus instituciones jurídicas, su forma de
aparejar y de construir, además de una
vestimenta con influjos moriscos.
A los notarios se los
denominaba “fieles de fechos” y las casas eran construidas con galerías de madera
por delante; adentro, el estragal o tinelo pero con poca portada y sin corral;
mas bien, la quintana al lado de la casería. El almiar asturleonés y la
corraliza sustituyen al pajar que tanto les gustaba a los vascos cuando
irradiaron su hegemonía hacia Castilla. Extremadura, Zamora y Salamanca fueron
la frontera prevenida en baluarte contra
la morisma por leoneses y asturianos.
A diferencia de vascos y gascones, los astures no jugaban
a la pelota. En Asturias se ven pocos nidos de cigüeña y escasean los frontones. Preferían los bolos
y el Aluche (lucha leonesa) y con la
unificación a Castilla se implanta el Fuero Juzgo o Derecho Romano del común,
una de cuyas notas más salientes sería el decreto de las Cartas Pueblas para la
repoblación de yermos y baldíos otorgada por Alfonso X el Sabio. De la
premática alfonsina surgen las cinco Polas (Somiedo, Laviana, Allande, Siero,
Lena) que debieran ser seis porque al cupo ha de unirse Pola de Gordón.
Remontada la cordillera, encontramos la Puebla de Sanabria en la
confluencia de Galicia, Asturias, Portugal y Castilla la Vieja. Una de las
regiones léxicamente más ricas de la Península es la sanabresa. El bable que se
hablaba en la región nororiental de Zamora, poco estudiado, fue el gran
cuaderno de campo de dialectólogos tan avisados como el profesor Alarcos de feliz memoria.
Una de sus tesis se refería
a la fractura del latín; sus diptongos y la conversión de aspiradas y
fricativas o viceversa darían lugar a las variantes regionales. Vg.: multus evoluciona a moito en portugués, molt en catalán mu en bable y muy castellano; fecit/ fizo, factus/ feito; cordis/ cordial/ curaçao.
La aspiración de la f como famis, farina, fons, es total en
castellano (hambre, harina, hontanar) pero no desarrolla en el asturleonés;
fame, fonte, farina.
Es un idioma, en cuanto al habla, riquísimo que
desconoce la j y las guturales fuertes traídas por los árabes pero muy pobre en
cuanto idioma escrito, carente de literatura (y sin textos que atestigüen no se
va a ninguna parte), sin hacer mención además de la peculiaridad de sus
variantes dialectales (un bable en cada
valle y en un tiempo en que las comunicaciones no eran buenas) y ello se debe a
que los documentos estaban escritos en el idioma de la Iglesia del siglo IX al
XII de la hegemonía astur leonesa.
Pretenderlo resucitar sin un
cabal conocimiento del latín que da estructura y cimiento a las lenguas
románicas es pegar palos de ciego. Por esto pienso que el bable moderno suena
un tanto artificial y de pie forzado aunque no haya perdido su lozanía.
Lo mejor sigue siendo la
entonación de un idioma tan melodioso y cantarín y con peculiaridades
sintácticas como es la posposición del pretérito indefinido y el articulo
reforzando al pronombre posesivo (el mío
pa… dixomelo anoche un paxarín, etc.) que se conservarán siempre. Con el
gallego y con el vasco unificado ocurre otro tanto al igual que con el catalán
en liza con el valenciano y el mallorquín.
El castellano no aparece hasta finales del s. XIII
cuando ya campeaba la fusión de los tres reinos. Es por lo que muchas de las
voces en las que se comunicaba el vulgo desparecieron pero la labor de la
iglesia en la aculturación y parcelación administrativa de esta región es
verdaderamente gigantesca.
Sin los cartularios, los censos, libros de apeos, las tazmías, los diplomas
los documentos notariales de las donaciones pro ánima, los registros
bautismales, nupciales y funerarios que anotaban minuciosamente los sacerdotes
de la iglesia latina, sería una entelequia o vano ejercicio la labor de los
historiadores.
La iglesia trabaja de largo con esa parsimonia
imperturbable ante el paso del tiempo y ese “festina lente” de los pendolistas
monacales pulsando sus péñolas sobre los cuadernos de becerro en letras
capitulares y caligrafía visigótica, cantando el salterio y rezando las Horas.
Merced a su apartamiento y su distanciamiento de las cosas del mundo quedó
estampado en tales documentos el afán y el trajín de un tiempo tan belicoso
como solemne y entusiasmado con la utopía europea. ¡Sublime paradoja! De ahí
que se dijera que España fue la cultura perfecta.
España y algunos obispados
concretamente el de Oviedo archivísticamente son el país mejor dotado del mundo
y la labor organizadora del clero, ingente.
Gran parte de nuestra
grandeza cultural y ese poder
civilizador se la debemos a esos clérigos y frailes que vivieron y murieron en
el anonimato.
La demarcación política en provincias que
trajeron las constituciones del siglo XIX es arbitraria y responde al talante
ordenancista y centralista del ideario napoleónico y de la Revolución Francesa.
A mí me parece que no fueron como se debe colocados los hitos y
mojones de los límites. La división política no se compadece con la
diferenciación natural de las comarcas. Las lindes eclesiásticas, por ende, se
adecuan mejor, tanto al paisaje como al paisanaje, a la estructura mental de un
país o de una región.
Eso se
percibe cuando se viene a través de la
N.VI: después de remontar el Rabizo, dejando atrás la Venta de la Tuerta, percibes ya el aire
asturiano, notas la brisa del verde. Los edificios poseen una estructura
diferente, las casas con solana se dispersan por el campo. Se cruzan bellos
paisajes e iglesias con estructura asturiana como es la ermita del Buen Suceso
o el antigua priorato de Arbás (de “arva” campo de pación en Lat.) datos que
revelan un pasado glorioso que no conviene olvidar en medio de este mundo
sujeto a las intercadencias y bandeos de la globalización.
VIII
Estuve a la cabecera de un
enfermo, una persona muy entrañable para mí con el que compartí juegos de
infancia y afanes. El Señor ha querido
llevárselo antes que a mí pero las lianas de la sangre y del espíritu se estrechan
más allá de la muerte. Son más fuertes.
Le leí la recomendación del alma.
El escenario un inmenso hospital de Madrid. Frío, aséptico, impersonal. Escondemos la cabeza los humanos en gesto de
avestruz y vivimos una época en que nuestra suprema realidad, la muerte para la
que nacimos, es ocultada y ninguneada. Se presenta de improviso, inoportuna, y
cuando menos la esperamos, descabalando nuestros planes y descabalgándonos de
la querida vida. Pero está allí
presente. Ningún cura aparecía por allí.
Es donde debiera estar la
Iglesia: a la cabecera de los moribundos, al lado de los
afligidos, en las cárceles, en las Barranquillas, cerca del que sufre, haciendo
un apostolado que hoy es más necesario que nunca y no lanzando anatemas por mor
de la Educación
para la Ciudadanía,
predicando con el ejemplo - ya sé que hay una Iglesia oculta no la oficial y
jerárquica que se guarda “propter metum
Iudeorum” intentando ser correctamente política pero nuestros obispos
españoles debieran cambiar el chip y hacer lo que hacen en USA que en eso los
americanos, los franceses y los alemanes nos dan cien vueltas tratando de
acomodar su acción pastoral a los tiempos laicos que vivimos y que bendito sea
Dios y para honra de ZP no son de persecución: ganarse a la gente, fundando
emisoras en monasterios donde se rece y se cante las 24 horas del día como
están haciendo los ortodoxos rusos y no micrófonos que ladran en el éter de una
España pagana y confundida pues hay pressura
gentium, angor cordis. Y, si hay algún lector iniciado
en las grandes verdades teológicas, sabrá que no hablo a humos de pajas- por
aquello de zapatero a sus zapatos. En vez de seguir gozando de momios y de
subterfugios.
El enfermo estaba sedado
pero consciente. Alguna vez me sonreía cuando, en castellano, le leía la papela
de las grandes verdades, la que no perdona a nadie y a todos nos aguarda en el
último recodo, impasible el ademán.
Somos seres para la muerte. Para ella hemos nacido. Pero la muerte no es el final y los creyentes
en comunión con la
Resurrección de Cristo, nos preguntamos: ¿dónde está tu
victoria di? Mi primo es un tío muy
bragado. Siempre los tuvo bien puestos y
no es que portase mucho por la iglesia, que su padre era sacristán y acabó un
poco harto y escandalizado de todo aquello pero estas anécdotas accidentales
nada han de ver con el meollo de su fe vieja y trascendente. Fue un buen padre
de familia de conducta intachable que amó a su mujer y a sus hijos, un currante
en el camión desde las cinco de la mañana.
Así que de vez en cuando abría los ojos me largaba una mirada triste y
una sonrisa. Y trataba torpemente de
santiguarse lo mismo que hacía nuestro abuelo al que también vi morir. Agustín
era un Galindo y los Galindo suelen ser gente altanera de bastante coraje que
no se viene abajo ante nadie ni ante nada.
Una señora cuando me vio con la estola roja empezó a blasfemar y a decir
disparates diciendo vamos hombre donde se ha visto. Aquí la gente tiene unas tragaderas enormes
para lo que tiene verdadera importancia y pone el grito en el cielo cuando
escucha cantar latines. El diablo
hablaba por boca de las incoherencias e improcedencias blasfemas de aquella
paisana pero yo muy por lo bajo y siguiendo las rubricas de un antiguo
sacramentario mozárabe que me dio un viejo cura amigo mío le fui recitando las
oraciones al oído.
Esta foto fue tomada en enero de 1970 en la boda de Agustín y Vitar en
Villanueva de los Infantes
Ponte en
camino, alma cristiana, sal de este mundo en el nombre del Padre Omnipotente
que te dio el ser y de Jesucristo Hijo
de dios vivo. Que padeció por ti muerte
de cruz. Y del Espíritu santo que te
derramó su gracia. Y de la gloriosa
Genitriz nuestra Madre Santa María. Y de
San José. Y de todos los Ángeles y
Arcángeles, Tronos y Dominaciones, Virtudes, Potestades, el Querubín y el
Serafín. En el nombre de los Patriarcas,
Profetas y Evangelistas, Mártires, Confesores, Eremitas, Vírgenes y de todos
los Bienaventurados del Señor. Marcha en paz a encontrar el habitáculo que te
tiene preparado en la
Santa Sión. Por Cristo
Nuestro Señor. Amen. Señor de misericordias y de clemencias que
haciendo honor a tu misericordia infinita borras la culpa del que se
arrepienta. Mira, benigno, a tu siervo, Agustín, y perdónale las faltas que
pudiera cometer en esta vida de palabra, obra y omisión. Renueva en él, Padre Piadoso, todo aquello
que por la fragilidad de la carne corrupta o a expensas del diabólico fraude,
haya podido transgredir y anexiónale al Cuerpo Místico de la Iglesia. Ten piedad de su dolor y de
su llanto, conmute ante sus lágrimas y admítelo a la comunión contigo mediante
el sacramento de reconciliación. Por
Cristo Señor Nuestro. Amen. Yo te doy mis recomendaciones al dios
omnipotente, querido hermano Agustín, y a Él que te creó del barro te confío.
Recuerda que con su muerte paga el débito de nuestra fragilidad mortal y ten
piedad de él y de todos nosotros. Y haz
que cuando llegue al Paradiso salgan a recibirlo las legiones de los Ángeles,
la turba de los mártires y de los apóstoles y ciñan sobre sus cabezas la corona
de laurel del triunfo y de los que mueren en Ti. Que la Santa Virgen Madre de
Dios le sonría y que San José le sea guía a tu presencia. Apártense en esta hora crucial todas las
fuerzas de las tinieblas y que Satanás con sus satélites no lo aterrorice. Levántate oh Dios y pon en fuga a nuestros
enemigos. Desaparezcan los que nos
odiaron. De la misma forma que el humo se disipa por la chimenea así se esfumen
o como la cera se derritan ante la vista del fuego. Queden confundido y derrotado el Tártaro y no
me permitas que los ministros del diablo atenten contra el que llega ante Tu
Presencia. Sea liberado Agustín de todo
reato, de toda culpa por los méritos de la Pasión de Cristo, tu Hijo y entre con él en los
parados amenos del Paradiso y te cuente en el número de las ovejas de sus
rebaños. Sea escrito su nombre en la
lista de los elegidos, no en el de los condenados ni precitos. Para que así goce de tu paz por los siglos de
los siglos. Amen.
IX
Refleja
la candidez y humildad de aquellos presbíteros aldeanos en la Asturias rural de
pasadas épocas. No lo toquéis más que así es la rosa. Desde el siglo nono
Europa se estructuró en parroquias, cánones, rentas. Al morir muchos fieles
dejan sus propiedades al obispo. Sin las “donaciones por el eterno descanso de
los difuntos” que dio pábulo al surgimiento de los monasterios no se puede
entender la Edad Media. Así es la historia. Nadie la podrá cambiar ni el propio
pontífice actual: un afán de eternidad que se compadece con las rentas, y del
oficio surge el beneficio, el oro metal de gran pureza y explica un poco la
codicia del párroco de Vericueto que era casto como el manso cordero y amaba a
sus feligreses pero tenía una afición irrefrenable al julepe.
Las sombras de los campanarios se proyectan
sobre los campos. Una torre en mi lugar ¿Por qué no leer a Chesterton? La
religión cristiana es evangélica pero también estructura, canon y arquitectura.
Modulo y modulación porque la Iglesia era una sociedad perfecta que aspiraba a
compaginar la ética y la estética en un eclectismo casi místico que sus
enemigos pretenden convertirlo en un problema de bragueta. No; los hombres
estamos hechos de barro y acusamos nefastas tendencias.
La
modernidad ha dejado vacías y sin apenas contenido estas magnificas fábricas de
los catedrales, los oratorios, los retablos, los coros vacíos, no se escucha a los puericantores, ni a los
chantres y sochantres. Los maestros de capilla del capiscol y las escolas que
denominaban precentores se sumieron en largo mutismo, al igual que los
púlpitos; se muestran solitarios los claustros, los tímpanos y toda esa
grandeza que se explaya en la cúpula de Bernini, en el arte gótico y románico y
en el pórtico.
Dicen
los hermeneutas que la Iglesia que fundó el pobre hijo del carpintero se
engalanó de oro y de riquezas. El evangelio, no obstante, se convierte en una
religión mistérica a imperativos paganos de los ritos órficos.
Hay
un Christus músico porque el alma humana es musical y cantando se reza dos
veces y por supuesto que la fe entra por el oído, ya que hay cosas que percibe
el corazón y que la razón no ve. La búsqueda de la armonía, la paz del alma, el
concento de las voces y el contento de las almas ha sido una de las beatitudes
de nuestra iglesia católica, formaban parte de su código de valores, reflejada
tal vez en la majestad del Pantocrátor.
Ahora
por lo visto en las galerías infernales suena la música rock y se escucha la
algarabía de la confusión de Babel. ¿Qué fue de los himnos de Pascua, de
Adviento y de Pentecostés, de los responsos? ¡Ay, acompaña a tu dios alma mía
pues en el infierno no hay armonía y todo es estridencia global! Y a mí no me
queda otro remedio que cantar con el salmista: “invaderunt tuam gregem lupi rapaces, ¿cur nos deseris?” (Lobos
hambrientos invadieron tu rebaño, Señor, ¿dónde estás?). O sumirme en el ademán
que recomendaban los místicos alemanes del abandono en las manos divinas ante
lo que repugna a nuestra mente: gelassenheit
(quietismo). En España y en la Iglesia ha dado la vuelta al aire y todo
parece del revés. “Le Espagne ¡quelle
folie, quelle affreuse demence”. No nos queda otro remedio que darle la razón
a Víctor Hugo
Hay
un Christus arquitecto, un Cristo taumaturgo y un Cristo pedagogo pero ahí está
el pobre cura de Vericueto en su curato de las brañas dándole a la brisca o al
señor cura de Arbín viniendo de la feria del Boñar con un potro del ramal que
luego resultó caballo viejo, los gitanos le habían teñido la melena. O al
magistral de Vetusta don Fermín de Pas el hombre con sus dudas y con su pasión
sexual.
Y
nada se diga de los jesuitas y sus aberraciones de Gijón que pinta Pérez de
Ayala en su AMGD o los sacerdotes de
su Educación sentimental. Estamos
fraguados en barro y debajo de una sotana siempre alienta un hombre sujeto a
sus pasiones y mermas de la naturaleza humana.
En
un acto de humildad el Papa Francisco se ha confesado pecador. Arrieros somos y
eso le honra. Quizá el futuro esté en ese desprendimiento de todo lo
accidental, la renuncia a las riquezas y a lo honores. Quizás el futuro lo
determine el cura de Cudillero con su carrito de la compra por las aleas del
supermercado pero ¿qué se hará de los inmuebles, de los seminarios y de los
conventos, de los noviciados sin alumnos, o de los tirocinios jesuíticos
atestados otrora? ¿Una nueva desamortización en perspectiva con sus bienes
mostrencos que suscitarán la codicia de las clases pudientes de manera que
aquellas posesiones gananciales engrosaron el peculio de los que teñían bien
cubierto el riñón como sucedió con la ley de Mendizábal?
Da
pena ver iglesias normandas en Inglaterra habilitadas como pubs o discotecas.
¿No será esto una rendición o, cuando menos, una confesión de parte del fracaso
de la iglesia, o el corolario a las reformas conciliares? Esto no ocurre en
Oriente. La iglesia ortodoxa está viva y pujante para bien o para mal.
Efectivamente la idea de convertir los
templos abandonados en lazaretos, asilos y casas de acogida en refugio de los
sin techo y de las oleadas de inmigrantes que están llegando sin parar, como
sugiere el Papa Paco, no es sugerencia desdeñable pero ¿por qué no meterlos en
la iglesia de san Pedro y que el altar del confesión sirviese de hogar a los
advenedizos en su mayor parte musulmanes? Menuda papeleta. No nos hundimos en
tremedales. Para mí la respuesta la da el arcipreste de Cudillero con su bolsa
de la compra, pidiendo la vez y sacando
número en la cola del Alimerka. La regla de oro nos la da san Agustín: “ama y
haz lo que quieras” pero también san Ignacio (y eso lo sabe bien Bergoglio que
es jesuita) en tiempos de tribulación no hacer mudanza. Señor, que vea
X
TOMÁS
SALVADOR NUEVO CERVANTES
Cuerda de
Presos, fechada entre los meses de marzo a junio de 1953, es una de las grandes
obras de imaginación que se editan en la postguerra. Un verdadero poema en
prosa, análisis psicológico que revela grandes conocimientos del alma humana
por parte del autor, y un homenaje a los abnegados hombres, escogidos entre los
más selecto del pueblo llano que integran la Benemérita. Además
de un canto a España en el paisaje de la solana de las montañas
cantabro-artúricas.
El argumento se
basa en la conducción o cuerda de un preso que realizan pocos años después de
ser fundado el Instituto desde la localidad de Villablino en la raya del Bierzo
hasta Vitoria, donde es reclamado el interfecto por una serie de asesinatos
ocurridos en la región alavesa entre 1872 y el 76.
Los dos números
del comando son Serapio Pedroso Buján, ya veterano y con muchos años de
servicio, que corresponden a bastantes leguas de andadura, y muchos soles y
muchos hielos en la hoja de servicio, peinando los caminos y Silvestre Abuín Corvino,
bisoño y recién ingresado en el cuerpo.
Ambos adscritos
al puesto de línea de Murias, en la primera compañía de la comandancia de
Villablino, han de realizar esta misión de conducir al preso Garayo a manos del
juez. Se trataba nada menos que del Sacamantecas, famoso asesino en serie.
Para los dos
guardias civiles es un servicio más en medio de las dificultades y aperreo de
la andadura. Para el penado un paseo hasta la horca. Su captura en tierras
gallegas había significado para el pobre Garayo, una mente morbosa y enferma,
niño maltratado por su madre y que tenía dificultades en su relación con las
mujeres, un paseo hasta la horca.
Durante el
viaje duradero once días justos el lector convive con las particularidades y
manías de unos guardias civiles retratados al natural y acaba por entender el por qué custodios y custodiados
llegan a comprenderse y hasta tenerse simpatía, aunque el conducido sea un
criminal que tuvo atemorizado en su día a todo el Condado de Treviño, sin
menoscabo de las obligaciones del servicio y de los planes que urde el convicto
para escapar.
Una noche en
Cistierna aprovechando el pervigilio y la fatiga de sus vigilantes lo intenta
pero su conato de fuga es abortado a culatazos. A partir de ahí, ya es un
hombre vencido que marcha con la cabeza hundida entre los hombros, los codos
trabados y el gesto sumiso. Ha de caminar siempre delante:
-No vayas tan
deprisa, Garayo que no vas a ningún baile.
-Sí, señor
guardia.
Esta corriente
de simpatía es algo más que el síndrome de Estocolmo. Tomás Salvador que ha
realizado un buen trabajo de campo y que con pluma maravillosa describe las
vicisitudes de estas andanzas por el antiguo Reino de León bucea en la psique
profunda del criminal donde hay un alma dulce y desdoblada por la violencia de
unos instintos asesinos que el Sacamantecas no puede controlar. Es como el
dispositivo de un resorte. Cuando ve una
mujer, en desquite de algún agravio inferido allá en la infancia o váyase a
saber, se acerca a ella con las peores intenciones.
Fue un caso
parecido al del famoso Destripador de Londres y de muchos otros violadores a
los que su personalidad depara la corbata de hierro. Aquí se demuestra que son
víctimas ellos mismos de una mala inclinación que no es otro cosa que una
enfermedad mental.
Las ideas
fijas, las fobias, las obsesiones que asedian su imaginación definen a Garayo
como un psicópata. El libro es un tratado de metodología carcelaria y, amen de
eso, bueno para saber geografía u ensanchar conocimientos.
Serapio Pedroso
se nos muestra como un arquetípico civilón del XIX: duro de pelar, que no ha de
bajar nunca la guardia. Con la disciplina, el uniforme, el libro de firmas, y
los registros y partes de novedad. Cuando se brinda la ocasión, trata de leerle
la cartilla a su compañero Silvestre al que aquel servicio arranca de los
brazos de su novia gallega. A la par se sirve darle algunos consejos:
-Las mujeres
son como Dios quiere que fuera. No hay por qué estrujarse los sesos.
La tercerola
pesa lo suyo y el uniforme te hace ser austero y concebir la vida de otra
manera. No es tampoco granjería el destino de la cónyuge de cualquier miembro
de la Benemérita.
Siempre con los bártulos de un lado para otro y viviendo sin
comodidad pero en la camaradería de las casas cuartel. Compartían con sus maridos un magro pasar y
una existencia de penurias y de sacrificios.
El servicio es
el servicio. Y la pareja lo realiza en jornadas de treinta kilómetros, a veces
un poco más, siempre y cuando no protesten demasiado los tobillos. Una
conducción era de los de más responsabilidad y compromiso campo a través.
Arriesgado porque el agro español era avispero de bandidos. La comitiva tenía
que bordear los pueblos y evitar las ciudades. La vista de los reclusos
inspiraba en los lugareños piedad, mientras para los guardias que los llevaban
esposados con las manos a la espalda eran objeto de mofas e invectivas, cuando
no eran recibidos a tiros.
No se trataba
de un cometido fácil. Los números habían de caminar con la tercerola al hombro.
Hay un cuadro de Fortuna y otro de José de Alisal que por cierto era paisano
del escritor, natural de Villada, Palencia, que revela lo dramático de la
escena de estas conducciones cuando los presidiarios habían de ser arrancados
materialmente de las manos de sus mujeres e hijos.
Los haberes y
gratificaciones por este concepto eran de unos céntimos por lo que los celosos
y beneméritos funcionarios tenían que
compartir el pan duro, la cebolla y algún tarugo de queso con los conducidos.
El mismo agua, el mismo sol. Era igual
el cansancio. Al término de cada marcha que debía ser efectuada bajo luz
cenital, nunca de noche, los tricornios de capas negras y correajes amarillos
deberían hacer entrega del prisionero a la autoridad competente, que lo
encaminaba al calabozo. Ellos pernoctaban en la casa cuartel, si lo había. Si
no, en la posada.
Hay sociología,
geografía y lírica en estas páginas. En
las que se deslía una verdadera poesía a la sierra del Bierzo y al río Duero de
aguas claras y molineras que en la provincia de hace guerrero y prevenido en
frontera. Pero sobre todo, Tomás Salvador exhibe una caudal de conocimientos
sobre la historia de aquellas tierras a las que ama.
Era hijo de un
hijo del Cuerpo. Había nacido en Villada (Palencia) y a la legua se nota que
llevaba a la Guardia
Civil en los tuétanos. Y esto determina que en su pluma
impasible no anide jamás el resentimiento. Los civiles conocen a España y
España les conoce a ellos. Esta índole de conocimientos les permite fijar el
fiel de la balanza en un término medio. Ni el entusiasmo delirante. Ni el
pesimismo a ultranza. Su política es, siempre que se pueda, pasar de largo y
dejar las cosas a su aire. En aras del bien común conviene hacer la vista
gorda.
Sin embargo
resulta difícil no dejarse llevar por la emoción cuando la pluma de Tomás se
mete en el alma de sus tres andariegos personajes: don Quijote y Sancho detrás
de la sombra de un hombre arrepentido y vencido, pero con el mosquetón al
hombre. Por si acaso, a sabiendas de que a la pareja en el descampado siempre
puede aparecérsele un delincuente. ¡Cuántos de sus abnegados números
impunemente perdieron la vida en emboscada al ser sorprendidos por salteadores
que acechaban con su naranjero o los retacos metidos entre la faja, detrás de
una peña o a la salida de una cárcava!
Por eso mismo,
conviene cabalgar con tiento. Paso corto y vista larga. Y ojo al cristo que es
de plata. Es añadido de algunos para cuadrar la máxima. En Andalucía dado lo
quebrado de su geografía y para hacer frente al bandolerismo de Sierra Morena
iba montada. Se les llamaba “los de a caballo”. Nutrían sus escuadrones
contingentes jinetes bien apercibidos en la monta de caballos árabes.
Años adelante, la Guardia Civil se
haría de infantería. El atuendo típico: borceguíes o piales, rara vez
almadreñas, leguis o polainas, guerrera verde y pantalón de tela del mismo
color, una escarcela para los partes de ruta y hoja de servicio, que también
hacía las veces de morral para guardar el vino y una botija de agua (se les
prohibía el vino cuando salían de correría), cartucheras de cuero, camisa de
hilo, capote azul marino con forros y vueltas rojas sobre correaje amarillo,
tricornio forrado de tela, mosquetón y machete a la cintura. En traje de gala,
tan apuesto y donde los sastres se esmeraron por realzar la hombría de bien y
la belleza varonil, el calzón es blanco y el tricornio va adornado con
lengüetas gallonadas. Y una manta de Palencia para combatir los relentes que se
solían terciar como todos los
soldaditos. Era el uniforme acostumbrado de la infantería española que se
inspiraba en el ejército napoleónico.
“Es bueno
andar.-escribe- el alma parece que se libera y deja de sentir las pesadumbres
del infortunio”. Soldados de patrulla, peatones del bien común, fuerza armada
que vela por la paz, y que ha servido a muchos amos por poca paga y dedicación
constante. Guardias que conocen la sed,
el polvo y las incomodidades de la inclemencia meteorológica, pero siempre en
su puesto. Sin despear. Sin derecho a la protesta. Su perfil se hace familiar
apareciendo por la cintura del horizonte allá a lo lejos o de sorpresa al
revolver de una garganta, surgiendo de una loma o alzando sus siluetas
inconfundibles por el fondo de un barranco.
Son la sombra
misma de Juan Español.
Carretera y
manta. Paso corto y vista larga. Los civiles
han por nombra no murmurar unos de otros ni hablar mal del compañero. El
Duque de Ahumada pensaba que la política era un mal necesario, menester al cual
se dedicaban los más serviles. Aunque era consciente de que tenía que rendirles
vasallaje en aras de la lealtad a la patria y su vocación de servicio.
Serapio y
Silvestre hacían las rutas de las viejas legiones romanas, dejando a un lado la Ruta de la Plata, se desvían hacia
Cistierna por el Itinerario de Antonino. Es un viaje lleno de aventuras
novelescas y de vicisitudes varias que dan lugar a que el autor se luzca al
describir sobre el mapa las costumbres, tradiciones e idiosincrasias de esta
parte septentrional del Reino de León que él conocía bien. “La Cuerda” es a la vez un
libro de viajes al uso de aquellos años de comienzo de la década que marca los
comedios del siglo XX: “Judíos, Moros y Cristianos” y “Viaje a la Alcarria” de Cela, “Pata
de Palo”, de Bartolomé Soler, primorosas narraciones de andar y ver, pero, como
novela la del Sordo de Villada parece que aventaja a las demás.
Por el camino
uno otro hablan de sus cosas o se
cuentan historias como los viejos peregrinos. El libro en cuestión tiene algo
de novela de caballerías y de “morality”. Para entretener la caminata el
guardia Pedroso draga sus recuerdos. En estos apólogos quien más sale a relucir
es su abuelo, “un arriero muy listo cuando estaba sereno, pero muy poco cuando
había bebido más de la cuenta”. Anotan toda la vida que les sale al encuentro.
Por ejemplo, es memorable la entrada de un convoy de ferrocarril que entra en
el andén de La Robla
un amanecer de octubre o la descripción de la fiesta de san Froilán patrón del
reino leonés en el Boñar. Los juegos de bolos y el chito o las peleas de
Aluche.
Al llegar a
Villadiego Tomás salvador nos ilustra sobre una cuestión de filosofía histórica
y nos refiere cómo a los judíos nadie les quería por la usura y los continuos
desmanes que su presencia ocasionaba en las ciudades. Los bandos de Pedro I
fueron los síntomas de un primer
alzamiento sionista contra los
cristianos. El pueblo pronto les escogió como culpables de sus males. La corona
de Castilla hubo de intervenir poniendo
a las aljamas bajo jurisdicción real.
Fernando III
otorga una premática en virtud de la cual todos los judíos podrían acogerse a
sagrado en la iglesia de san Lorenzo de aquella villa. De ahí viene la famosa
frase de “tomar las de Villadiego”.
Uno corre el
peligro de perderse en soliloquios extasiado ante la insólita maestría de esta
obra al seguir los pasos de estos tres seres humanos. Un criminal camino del
patíbulo y sus vigilantes. Tres hombres que dan pasos por el sendero. Con ellos
aprende a resguardarse del frío y del calor, a aguantar la fatiga y el hambre.
Fijándose en la estrella Polar emprende el derrotero del norte. En Villalón se
inicia en los secretos de la fabricación quesera. Que por cierto el cuajo que
se derrama por las cinchas le vale al guardia Pedroso para alivio de su
conjuntivitis. “Cerca de Poza de la
Sal - el pueblo de Rodríguez de la Fuente- la vista le empezó
a dar guerra. Parecía tener arena en los ojos”. Una buena mujer le saca una
tarriza llena de cuajada y con ella se unta los ojos enfermos. “Ya no tendrá
que pedir la baja”.
En lo alto de
la torre de la iglesia de Mora dos cigüeñas parecen estar jurándose amor eterno
mientras que con las dos tarreñas de su prolongado pico machacan el ajo. Es
otoño pero por las noches en el campo se escucha machacona la estridulación de
los grillos. Unos arrieros, ahítos de vino, discuten a la vera de un camino.
Han desenganchado y sus monturas descansan y rumian al pie de los brancales de
un carro. Pero al ver venir los guardias cesan al punto la riña y se quitan las
boinas con respeto.
-Buenas tardes
y menos voces. ¿Adónde se camina?
-A tierra
Gordaliza del Pino para lo que quieran ustedes mandar.
-Con Dios.
-Vayan en su
compañía, señores civiles.
Poco más
adelante, unas lavanderas restriegan su colada a la sombra de un alisal ribera
del Órbigo y lanzan miradas subrepticias para Silvestre el guardia joven, pero
su compañero profiere un comentario jocoso y aguas que no has de beber déjala
correr pero el guardia Silvestre Abuín no puede por menos de sentir saudade de
la novia que dejó allá cerca de Ponferrada. El deseo siempre tira. Unos
lavancos festejan posar entre los carrizos de un cilanco y luego espantados
emprenden un viaje raudo y multitudinario como si fuesen de boda. El preso les
mira con envidia y sus acompañantes se hacen a un lado para dejar a las aves
pasar.
Erasmo Soria,
natural de Salamanca, hablaba en verso y cuidaba de los encuartes o corrales de
relevo de la antigua diligencia en la mansión o descanso de la ruta que
conectaba en poco menos de 24 horas a Burgos con Bilbao. El trío hace un
trayecto corto en este medio de locomoción y se sienten volar. A Pedroso lo
encajonan en la rotonda o compartimento vigilando al conducido mientras su camarada
trepa a lo alto del pescante con el delantero y el postillón. Se escucha el
golpear de la tralla y el bramido de las ruedas, una revolución de flejes y
muelles que se disparan hacia adelante y hacia atrás. La diligencia era el
último grito de la velocidad. Tomas Salvador hace un nostálgico canto a este
carruaje al que por aquellas fechas le quedaba algo más de medio siglo de vida.
Las
descripciones que realiza lo mismo que las observación son las de un genio. Lo
mismo hay que decir de la acción y el interés que reclama la atención del
lector. Todas estas virtudes le confieren el título de novelista mayor de su
generación. Dio a la estampa tres obras maestras, tres clásicos, de una tacada:
“División 250", una de las mejores historias de la segunda guerra mundial,
“Cabo de Vara”, y “Hotel Tánger”. Sus producciones no se parecen ninguna entre
sí. Cultivó no sólo el tema psicológico
y la literatura carcelaria sino también obras de ficción y hasta literatura
para niños. A Tomás Salvador, al que recuerdo embutido en su camisa azul poco
antes de morir, en un reportaje que le hizo Lalo Azcona, con su cara de
comisario pachón, no le perdonaron ciertos desvíos de lo que hoy se considera
la corrección política aunque no fuese de ningún bando. Él no devolvió la pedrada.
Era un guardia civil con un concepto de servicio de Estado. Decepcionado de la
política y por los vencedores, colgó la chapa y se dedicó íntegramente a la
literatura. No tuvo dificultades para publicar pero nunca ganó dinero. Se
ganaba la vida con un quiosco en las Ramblas. Tenía un concepto humilde de su
oficio y en “Cuerda de Presos” llega a aparecer él como uno de los múltiples
personajes del retablo según una tradición de colarse de rondón en sus propios
libros. Ya lo hicieron Cervantes, Petrarca, Bocaccio y el Dante. Él se
convierte en zapatero. Escribir una novela lo comparaba a hacer un par de
zapatos. Un novelista no viene a ser
sino un maestro de obra prima, pero, ojo, que él lo bordaba. Abordó, insistimos,
todos los géneros desde el infantil hasta el de evasión pasando por el
histórico. Con mucho “Cuerda de presos” nos parece su entrega mejor. Labra en
él un monumento a la sufrida Benemérita. Escrito con el corazón grande de un
buen hijo del cuerpo, el final es enternecedor. Cuando entrega Pedroso a los
miñones a su pupilo siente como un cosquilleo en los adentros al tiempo que le
entrega todo el tabaco y todas las vituallas que porta en el morral. Siente una
pena infinita y demuestra que el Sacamantecas no es más que un pobre diablo. Su
obsesión con las mujeres le venía de los malos tratos e inseguridad incoada en
las palizas recibidas de mano de su madre, pero el mundo es así. Está mal hecho
y hay cosas que no tienen solución. Hay gente que nace para ser carne de
presidio y de horca. Garayo, verbigracia. ¿No habrá un Dios que se apiade? Y si
El no se apiada, porque está lejos o demasiado alto, ¿no nos tendremos que
apiadar nosotros que también somos victimas y viruleros de grado o a contramano
porque la humanidad no cambia? Esa parece ser la tesis de esta pequeña gran
obra de arte escrita desde la resignación y majestad cervantina.
En el camino de
vuelta y ya de correría, no de conducción penal, Tomas Salvador sentado en la
tajuela de su chiscón de zapatero, los vio pasar. Les dijo adiós con la mano y
volvió a su lezna y a su bramante. Un
buen libro se confecciona igual que un par de zapatos a la medida. Con
paciencia. Con tesón. Metiendo el tirafondo con maestría. Que ensamblen todas
las piezas y que el conjunto ofrezca la impresión de un totum continúum a
prueba de tropezones y caladuras.
En estos días
críticos de sobresaltos, amenazas y revanchas, cuando suenan clangores de
guerra en lontananza, la obra del Sordo de Villada (consecuencia de los
estampidos artilleros de cuando estuvo en Rusia en el Voljov) es un referente
de perdón y de misericordia cristiana. Pocos han entendido igual que él lo que
es un guardia civil ni nos han demostrado a lo largo de toda una saga de
historias que nos elevan el ánimo y nos hacen sentir mejores la grandeza de ser
español. Hoy es un autor olvidado y
preterido. Algunos hasta lo llamaron loco. Ni sus propios camaradas lo
entendieron. Por impolítico. Sin adscripciones determinadas ni bandos y eso
aquí parece que no lo perdonan.
XI
GUARDIA CIVIL AL SERVICIO DE UN ESTADO
REPRESOR
Murió
la Matute y se
disparan los panegíricos a los escritores del régimen pasó igual que cuando la
muerte del García Márquez se dispararon ditirambos y cantos epinicios cuán
bueno era la política infarta la literatura es la táctica de la culebra
reptante y hay algunos libros que hieden a la peste masónica. Olía a cadaverina
en la feria del libro no acudí al paseo del Retiro este año para qué para verle
la cara a ese sacristán mediocre que prepara las velas de los turiferarios del
sistema y construye las casetas feriales durante todo el año para tener a la
vista durante quince días todo el año. Compartí sotabanco con ese sacristán me
dieron un pupitre sobre el que acodarme recado de escribir y un ordenador y en
ese exilio dorado me tiré los últimos cuatro años de vida laboral que no fueron
fáciles hasta recibir la absoluta de la jubilación. Fue una especie de
recompensa a mi vocación de escritor recuerdo el rostro agradable de la bella
Maite y todos aquellos libros que me daban escolta todas las tardes alguna
visita a la cafetería de la esquina las buenas tardes a las conserjes y la
vigilancia de aquella mujer de la limpieza zamorana del pueblo de los
garbanzos. Mi literatura nada tiene que ver con la de estos escritores supervaloraos.
A Gabo fui incapaz de hincarle el diente. Demasiados años de soledad, hojarasca
tropical y novelas de iniciación en cuya verborrea se pierde el lector y
títulos excesivos que han pasado a ser frases hechas. El coronel no tiene quien
le escriba. Fueron nuestros nombres raídos del libro de la vida pues qué bien.
De Ana maría Matute no conseguí terminar su “fiesta al noroeste” creo que el
tronío que se la dedica obedece al hecho como el de carmen Laforet de ser mujer
en la recia feminización de la literatura campaña en la cual andan inmersas las
logias la fama tiene que ver con el hecho y el cohecho hoy firman novelas hasta
las chicas de la tele.
Un
lustro transcurrido de mi jubilación y ha prendido en mi el afán de escribir y
de publicar que es para lo que he nacido y me doy con un canto en los dientes y
por más que postergado les hago un corte de mafia a los serviles del
Establecimiento. Voy a mi aire con tanta fuerza que el otro día pedaleé hasta
Avilés tres horas de día y cuatro de
vueltas y al tomar el empalme de mi aldea donde me pusieron la multa los
civiles y me quitaron el carné desde mi bicicleta vi un sol enorme que caía
como una hostia dorada sobre el horizonte y se hundía en la mar hermoso
espectáculo una fiesta al solis invictus
era la víspera de san Juan, la onomástica de los Juanes, ivanes, Hans.
Me metí en la cama despeado pero feliz dando cabo al último capítulo de la
enorme novela de Tomás Salvador cuerda de
presos. Es un libro lleno de sabia ternura de ponderación imponente
estructura estilística dentro de su sencillez y el robusto acerbo lexicografito
que resucita palabras del buen decir castellano. Homenajea al sufrido pueblo
español representado por esa religión de hombres honrados que es la guardia
civil pero no esta guardia civil que manda a recaudar a los agentes de trafico
y freír a multas al ciudadano la ministra de la cosa esa judía catalana que se
llama María Seguí bajo cuya férula la sufrida benemérita como en Casas Viejas
vuelve a ser un instituto represor. Por ahora sólo son multas de tráfico.
Pronto se ordenará la consigna de tiros a la barriga al estilo de Manuel Azaña.
La serpiente sigue arrastrándose en su propia baba. Sin embargo, la relectura
de esta novela ha constituido para mí un homenaje y el mejor regalo onomástico
de san Antonio en los setenta años que acabo de cumplir. Atracón de palabras y
de belleza un verdadero tour de force narrativo libro de andar y ver. Camino de
la horca desde Murias en León hasta Vitoria en el señorío de Álava llevan preso
a Juan Díaz de Garayo y Argandona alias el Zurrumbón y el Sacamantecas asesino en serie que se
llevó por delante a ocho mujeres año 1870 escoltado por los números Serapio
Pedroso Buján y Silvestre Abuín Corvino del puesto de Murias de Paredes primera
compañía de la línea de Villablino comandancia de león. Circulan por brañas y
barrancos, cruzan ríos como el Órbigo el Esla, el Ebro o el Recachichi la manta
terciada el tricornio con visera y la teresiana sobre el cogote. El presidiario
las manos atadas no lleva nada, va por delante semidescalzo pero comparte el
magro yantar del zurrón de los guardias. Se entabla una relación humana en la
cual prende cierta ternura o por lo menos compasión hacia el asesino un alavés
que fue monaguillo iba para cura se sabía el confiteor y tuvo siempre
dificultades en su relación con las hembras. De las ocho que mató todas eran
viejas y del oficio. La primera vez fue por el pago de un servicio, la
saludadora le pidió un real de más y esta deuda fue la causa de que acabara la
pobre mujer estrangulada al borde de una cacera. Vaya un tío por dos reales que
se decía en la España
de aquel entonces. Es el tiempo de las guerras carlistas de conmociones
políticas y de grandes inventos: el tren, la fotografía, el regadío, la
diligencia y los corrales de relevos que habiendo nacido al mismo tiempo que la Benemérita en 1844
tendrían una vida efímera. Las postas dejan de existir arrolladas por el
ferrocarril, luego por el automóvil pero supusieron un adelanto notable ya que
acortaban el tiempo de los trayectos. En el siglo XIX, antes de la llegada de
la diligencia, de Oviedo a Madrid se tardaba día y medio. Jovellanos invertía
en este mismo viaje según cuenta en sus diarios tres jornadas. Los corrales de
encuarte fueron un tópico poético que atrajo la pluma de Campoamor, de Larra,
de Pereda, de Clarín y de Espronceda. Se entablaban amistades y surgían
relaciones que duraban toda la vida durante el viaje y los escritores
románticos no dejan de acusar en sus narraciones el vaivén de los carruajes los
saltos de los baúles y maletas del equipaje en la baca, las mulas delanteras
disparadas a la carrera los juramentos del auriga en el pescante, el estruendo
de los flejes y los saltos en los baches el gemir de las ruedas, el chirrido de
las galgas de frenado. Había comenzado la era de la velocidad. Tomás Salvador
describe a un personaje triunfal todo un Eneas de aquella Ilíada que eran los
corrales de encuarte donde descansaban y se hacía el relevo de la tracción de
sangre los carromatos don Erasmo Soria jefe de enganche en uno de estos corrales perdidos en la
provincia de Burgos cerca del desierto de Lora que hablaba en verso… era como
el pan bendito el que lo tiene lo come y el que no se queda frito… “Erasmo
Soria me llamo natural de Salamanca con la derecha me persigno y cuido mulos
con la manca”. Desde su ventanilla controlaba don Erasmo las hojas de ruta y de
pascua adviento en aquellas soledades oteaba el paso de los correos. Era un
hombre acecinado con la nariz como un cuchillo… “vivo yo en mis soledades llega
el viento y yo le canto. El que se cruza en mi camino se cruza en mi
entendimiento libre de ver la ocasión y comprender la opinión que sustento de
vivir cara al tiempo libre alegre y satisfecho”… este funcionario que se
dirigía a los pasajeros hablando en aleluyas era el último de la estirpe de una
raza de versolaris. Hay otros personajes inolvidables como aquel doctor de Coculina cerca de Poza de la Sal que van a visitar. Cae la
noche a Serapio le duelen los ojos el polvo de las roderas le ha ocasionado conjuntivitis
les recibe su mujer uy cuanto tarda le habrán llamado para asistir a algún
parto. Sí… sí… un parto. Los civiles van a dormir a la posada y a la mañana
siguiente cuando ya están en ruta se presenta el bueno de don Ubaldo a caballo
pidiendo disculpas y excusas no pedidas acusaciones manifiestas. Al galeno por
lo visto le había surgido un compromiso que poco tenía que ver con Hipócrates
sino con Venus. Le receta a Serapio unos mejunjes caseros calomelanos sulfato
de cinc y una pomada de nitrato en la córnea. Por lo visto lo que tenía el
agente de la autoridad era un catarro a la vista por la falta de higiene y
porque en una de las pernoctas agarró un virus de una persona enferma con
difteria. El sufrido número de la
Benemérita se siente mejor pero en Villalón le dan a beber el
suero de una tarrina y luego se lo aplica a los ojos y nota un gran alivio. La
cuerda hace pensar a veces en las aventuras del quijote pero en ternura y
compasión hacia la humanidad compungida este tremendo escritor de Villada supera
a Cervantes por su lirismo por su conocimiento del alma humana y por la
didascalia. La novela es una narración de historia y de geografía planteada
desde el amor a España vista a través de los ojos cansados de un guardia civil
veterano y otro más joven que sueña con casarse cuando acabe la conducción del
Sacamantecas con una moza en León que se llama Camino. Se calcula se tasa y se
pesa por el modo antiguo de áridos y líquidos fanegas celemines, adarmes y
onzas heminas cahices leguas libras azumbres arrobas y varas. Una legua 5.6km
son 666 varas y un cahiz 666
litros. Es impresionante el acerbo léxico que acerca al
lector entrañándole con el paisaje y el paisaje. El libro es como una melodía
en que se registran los mejores sones de las viejas palabras de los pueblos de
la provincia del norte de León, Palencia, Burgos en la raya con las montañas y
es un canto a la GC. Guardias civiles hombres de aquellas
tierras redimidos del arado soldados civiles de pueblo en pueblo siguiendo la
tradición de los merinos, los miñones forales cuadrilleros de la santa
hermanada corregidores y corchetes y alguaciles. El guardia civil es un soldado
del pueblo al servicio del orden y la ley instituto fundado en un tiempo de
convulsiones políticas en la lucha contra el bandolerismo. En Andalucía era un
ejército montado y en Castilla se hizo de infantería, iban de dos en dos,
adalides del compañerismo, si te llevas mal con el otro mejor que te tires al
río. Sus servidores conocen el aperreo diario de las marchas y correrías por el
campo el fusil al hombro nunca en bandolera cuando se iba conducción, las
polainas cubiertas de polvo, la teresiana cubriendo el cogote, la manta
terciada, pernoctando en campo abierto cerca de los lamederos de las dehesas
boyales o en puestos de línea mal abastecidos, los jergones cubiertos de mugre
y de chinches. Garayo el pobre es capaz de afeitarse utilizando la lija de una
caja de cerillas y de quitarse los pantalones con los grilletes amarrados a los
tobillos. Marcha unos pasos delante de sus guardianes con la cabeza hundida
entre los hombros los brazos péndulos. El guardia civil es un soldado del
pueblo con la cartilla y el libro de firmas siempre a mano. Uno de los
artículos del reglamento prohíbe la burla y la murmuración. Mas, si dura es la
vida de estos abnegados números de la benemérita mucho mayor sacrificio era el
de sus esposas, expuestas a largas desapariciones del marido que salía de
correría o a traslados con los enseres en un carro de un puesto a otro. Hay un
momento al final de la novela en la cual el guardia viejo no puede más, se
rompe, está harto de servir a un amo oculto que le paga pero a quien desconoce
y sabe poco de su sacrificio. Es la escena cuando llegan despeados con el
prisionero a Pancorbo y un sargento jefe de línea le lee la cartilla a Serapio
y le recuerda que muchos de sus compañeros se encuentran en similar situación:
“mire, muchos de nosotros perecieron de frío o ahogados en las riadas abrasados
en los incendios pero ellos sabían que la mayor fuerza es el ejemplo y que el
ejemplo obliga a ir mucho más allá adonde vaya el más valiente, el más honrado,
el más sufrido de los hombres. Y la
GC ha querido ser siempre ejemplar aun sabiendo que más allá
del deber y del ejemplo está la muerte. Sin nombrar a los miles de camaradas
que ahora cruzarán las carreteras de toda España, quiero que sepa que la fatiga
de ahora ha sido la fatiga de siempre”.
Tales frases harían en sí
mismas memorable a este libro pero por el mismo se cruzan personajes que no han
sido nunca tan bien trazados en la literatura española ni por el mismo
Cervantes como el maestro del Boñar que sabía todo sobre las calzadas romanas o
la cantinera que con sus sesenta años a cuestas servía el café a los soldaditos
de campaña en un cuartel de infantería, las lavanderas, los cantemisas, las
ferias o el fotógrafo Dupont un francés itinerante que retrataba a los paisanos
o el pintor Valdivieso al que dieron una paliza por haber hecho un cuadro muy
sugerente del cuerpo serrano de la mujer de un alcalde. Tomás Salvador capta la
vida de la España
del siglo XIX con la misma pericia que lo hizo Cervantes con la del XVI o tal
vez mejor. Es una injusticia que un tesoro de tanto valor esté arrinconado. No
se le hizo justicia, puso una editorial y se arruinó, camisa azul pero con Franco y sobre todo con
los franquistas no quiso saber nada, se le heló una mano en el frente del Este,
y de su experiencia en la Blau
escribió una novela profética sobre el resurgir de la Rusia cristiana y de la
resurrección de aquellos soldaditos ruskis que vio morir al otro lado de las
empalizadas en los combates de Leningrado, División
25o, montó un puesto de periódicos en la Plaza de Cataluña y se lo cerraron. Murió en la
miseria. Hijo del cuerpo, se hizo policía de la ronda secreta en Barcelona, de
mozo lució la Por
eso me enoja tanto pasearme por las casetas de la feria del libro para
encontrarme con tanto sacristán tanto profesor mediocre y escritores de
alubión. España desprecia cuanto ignora y eso es un ominoso designio que nos
persigue. Cuerda de presos no es un thriller ni una novela romántica no hay
sexo ni casi trama pero debiera ser libro de lectura obligatoria en los
parvulario y por supuesto en la academia y en los cuarteles de la guardia civil
el benemérito instituto de cuya probidad y lealtad se han aprovechado gobiernos de todos los pelajes y colores.
Tomás Salvador no morirá nunca. Su recia prosa castellana iluminará el camino
de las nuevas generaciones. Cantó a la
GC y dijo que el benemérito instituto no ha de ser un cuerpo
represor como pretende el actual gobierno del mr. Rajoy aunque no cabe esperar
otra cosa del inepto pontevedrés al que llaman don Rajadizo el Mirífico.
XII
CANTAMAÑANAS Y BUTANEROS.
NUESTRO NUEVO PERIODISMO
Ya cantan los pájaros al
albor. La primavera se adelanta. Llueve. Menos mal. Grande eres en tus obras,
Señor. Rezo el salmo 62 de Laudes del Oficio Parvo a Nuestra Señora. “Ad te
de luce vigilo”. Hay que estar en guardia contra tanta cabeza de chorlito.
Esa plaga que nos invade. Ya están aquí los butaneros y cantamañeros. Entre col
y col una lechuga. Entre cuña y cuña comercial un mitin. Tararí... tí... Ti.
Alzamos al redoble de tambor y toque de cornetas, prietas las filas, montañas
nevadas.
Por favor no me pongan ese pasodoble
tan nostálgico de la España
que perdimos que mi alma se desinfla. Se enternecen mis fibras y las piernas se
me vuelven flan y los dedos huéspedes. Y me entra un cierto desapoderamiento de
los sentidos. España es una y cabal. No volvamos a partirla en dos. Nosotros
seguimos en esa misma demanda y llevamos repitiendo esta consigna de
reconciliación lo menos ocho lustros. Ni la izquierda deletérea progresista y a
veces sin sentido nacional. Ni la derecha nostálgica, ególatra, testaruda y que
no piensa en los demás. Mi corresponsalía en Inglaterra y Washington me llevo a
la persuasión de que somos un pueblo grande y hermoso pero con frecuencia
manipulable y papanatas. Esto es caer en la trampa de la guerra civil. Y desde
entonces me fío poco de los de Oxford y Cambridge. Mi alma mater es Alcalá.
Me gustaría ser paloma que sabe convivir con
la bandada. Es un ave cándida y social. Más que halcón egoísta y rapaz volando
a su aire. Pero aquí los halcones con harta frecuencia se convierten en pavos
reales muy finchados y despampanantes desplegando su bonita cola pero que son
incapaces de volar. Volemos pues. Y volar es convivir de la misma forma que
gobernar es transigir. Perdonar. Se nos va la fuerza por la boca. Dos pasos
delante y uno detrás.
Me desenchufo o le doy al
guial -amigo de las ondas cortas y del DX, distancias desconocidas que llegan
por el cañón de los sueños, ese gamellón de la imaginación, tubos
catódicos, brahones y retahílas. Y abandono las estacionales nacionales. La
radio enchufo, un poco más de música, maestro, y no tanta
información/desinformación. Menos palabrería. Es la radio el mejor instrumento
de transmisión de ideas, afectos, sugerencias (deberían sacar más los
micrófonos a la calle a ver lo que el pueblo opina, vox populi, vox Dei) puede
convertirse en un instrumento de incomunicación. ¿Serán galgos o serán
podencos? De todo hay en la viña del señor pero esos gigantescos programas
mañaneros cuando canta el ruiseñor y suenan las arengas y los mítines - parece
ser que hay montada toda una estrategia del horror y del encono, pero a fin de
cuentas esta es la democracia o la de unos pocos con derecho de pernada y de
opinión- ponen al oyente en pie de guerra, no son ideas. Cesen las crispaduras.
Ese que tiene la voz un tanto aflautada
y la cara de máscara. Es un clown. Más feo que Picio y listísimo más listo que
el hambre y la verdad es que no lo hace mal. Imposta la voz, maneja bien el
castellano pero no es más que un mimo, un momo y ambos vocablos dan en memo. Su
voz sale de las cavernas de la derecha antisocial. No creo que le importe
demasiado Miguel Ángel Blanco y tampoco condenando a la horca a De Juana le
vamos a devolver la vida ni a él ni a los guardias civiles pobrecitos que
alevosamente tronzó en la flor de su edad. Ya los pagará. Si no es en esta vida
en la otra. Tiene mucho purgatorio si es que no va a las calderas de Pedro
Botero -que será lo más probable- de morros y de cabeza. Y mientras le llega su
hora, carne de frenólogo y de manicomio. Dios proveerá y dios lo juzgará.
Además, fue excarcelado por una disposición incomprensible de los del fraque y
la toga.
Un juez en tiempos de Aznar le redujo cadena y
los dos mil años de condena se quedaron reducidos a dieciocho. En agua de
borrajas. Total. Son ladridos las que se
ponen en circulación: chantaje, manos blancas, presidente al paredón. Ultraje y
las palabras se vuelven espadas y consignas y el personal las repite como
loritos en las tertulias en los chats y en los foros. Clama la voz, la mía, en
el desierto. Calma, señores. Un poco de recapacitación.
Aquí lo que importa es el muerto. El cadáver
sobre la mesa. Un muerto mil votos. Cincuenta mil. Un millón. ¡Qué triste
realidad! Así que el personal marcha camino del trabajo y se apretuja en el
metro o en el autobús repleto de hordas haloetnicas, que seguramente el siglo
XXI va a ser el de las grandes masas, del descorrimiento de pueblos, de la
perdida de ese centro de equilibrio que era Europa y el cristianismo en su
mejor versión la católica, con el cabreo de haberse desayunado el sapo
mañanero. A las masas se las maneja mejor con el horror pero este axioma determina
no pocos retos a la libertad de expresión.
XIII
DEMOCRACIA Y
CORTE INGLÉS
Ruede la bola de la
información-desinformación. El control de las prensas y de la palabra o la
imagen que baja por el éter puede llevarnos a una nueva era de hombres robots
con el cerebro bien lavado mas no así el corazón. Los trusts y los grupos de
comunicación se imponen y hacen la guerra entre ellas. Recuerdo a principios de
los noventas las luchas internecinas entre servios y caníbales. El grupo Z y el
grupo Prisa y el de la Cope
capitaneado por Antonio Herrero. En esa lucha de golpes bajos y patadas en la
espinilla valía todo. Desde la difamación hasta la más inaudita vesania. ¿Es
que llevaba razón aquel vasco que dijo y ahora lleva una vida monástica en un
pueblo de Guadalajara que somos una tribu? Leguineche quiero decir. Gran
reportero de todas las guerras pero creo que esto le viene un poco estrecho.
Como a mí que estoy de vuelta de todo. Pues muy bien somos una tribu. Que pasen
los periodistas y coman que dijo el ínclito Romanones.
Las espadas están en alto siempre en esta maravillosa
profesión donde han resucitado querellas antiguas sin la crudeza del siglo XIX
desde luego(recordemos que Azorín, el impávido Azorín, fue a por Maeztu que era
algo vehemente y que había puesto la novelística del autor de Monovar del Campo
cual hoja de perejil) con una navaja cabritera y al ceceante Valle Inclán el de
las barba de chivo lo dejó manco otro colega Manuel Bueno con un verduguillo,
la herida se le infectó, los duelos de la literatura fueron famosos en aquel
tiempo y yo he visto a un colega en Londres atizarle un botellazo al
corresponsal de un diario de la competencia) estas determinaciones ab irato de poco sirven pues la
violencia es algo inane pero son el pan nuestro de cada día en esta profesión.
Uno tiene que llevar rodela y hasta un coselete antibalas creo que eso ocurre
aún en Hispanoamérica cuando se va a la redacción. Uno escribe y uno habla
desde la dilección y con un afán ético o moralizador, o al menos así debiera de
ser, desde la sátira y desde el perdón, pero no hay manera para no hacer -dulce
razón de amor- de mi querida patria una España encabronada y acojonada
. Pero la crispación, esa
palabreja que tanto se usa ahora, llega por el aire y el Evangelio me dice “no
luchareis contra los hombres y la carne sino contra los malos espíritus que
viajan por el aire” (palabras de la ordenación de diáconos en la Iglesia grecolatina). Y el
advenimiento de los grandes Midas de la comunicación todo un fenómeno
sociológico. Seguimos luchando contra los molinos de viento aun corriendo el
riesgo, ya lo sabemos, de acabar con los huesos quebrantados y molidos.
Peleando con la dialéctica de la destrucción, oye. En esta sociedad de la
imagen parece ser que el hombre carece de vida interior
. Su existencia se
desarrolla hacia afuera. A mí que me dejen en paz. Fútbol. Quiero
Fútbol. Panem et circenses. En algo hay que entretener a las masas y
mantenerles distraídos. Dales pan y circo ¿Y a los periodistas? Que pasen y
coman. Hay que ver que contrajodido y puñetero era ese conde. Y los medios de
comunicación dejaron de ser un servicio público para convertirse en la bandería
de los intereses comerciales. No me quejo. Esta es una democracia vigilada y
hay que ir de compras al Corte Inglés.
Es la vida moderna. O lo
coges o lo dejas. Y la cosa empezó con Franco que trajo aquí a las grandes
multinacionales. La Revlon,
la Perkins, la John Deere, General
Electric. Etc. uno escribió una vez en contra de la Westinghouse y la
standard cuando estábamos comprando centrales nucleares a Estados Unidos y por
poco me echan del “Arriba”. Un lector escribió una soflama contra mí. Me llamó
buey. Ya estoy muy acostumbrado a este tipo de dicterios y tengo anchas
espaldas aunque carezca de la entereza e importancia de Calvo Sotelo. La guerra
civil vino como resultado de una crispación que yo lo he estudiado bastante
bien por antiguas rencillas entre militares africanistas y peninsulares.
Recíclese, don Verumtamen. Pues me reciclo pero a lo mejor no lo consigo Eso lo
logró un genio de la comunicación que se llama José María. Se acabó el tiempo
de las plumas galanas y de los nombres rimbombantes. Y vinieron los García los
del Olmo las Encarnas de día y las encarnas de noche, degollaron a Balbín que
en su programa La Clave
había conseguido un nivel de excelencia como en pocas televisiones del mundo
con la excepción de la alemana y la francesa se había adquirido. Lo
descabezaron alegando que su audiencia era de minorías, lo que era un infundio,
y vivimos en los tiempos de las grandes masas. Furbo... Furbo y salsa rosa, se
ha dicho. Butaneros y cantamañanas y la información se ha tornado alienante y
alienígena - tratando de emular a los anglosajones- aunque ha vuelto la
tradición panfletaria del libelo estilo siglo XIX. Por esta vía se puede
aniquilar perfectamente el alma de las naciones y crear un nuevo tipo de
sociedad con otros atavismos y tics. El lavado de cerebro suma y sigue y la
verdad es que la Iglesia
que está en la mira de esta labor de zapa no lo ha querido ver o, si no lo ha
querido ver, y por aquello de si no les puedes vencer únete a ellos, se ha
subido al carro de los vencedores. Los grandes fenómenos en antena de la
emisora de los curas se declaran agnósticos y luteranos. Yo pienso que si mala
fue la era de Felipe González para los que nos hemos ganado la vida escribiendo
la de Aznar fue nefasta. Una concatenación de torpezas y errores pero la verdad
es que no tuvo él la culpa como tampoco la tiene ahora Zapatero que han de
acatar las disposiciones de un teléfono rojo oculto en alguna parte y quien manda,
manda. De esta forma mantener una independencia de criterio resulta no sólo
oneroso y peligroso sino algo casi imposible. Lo dijo Ramiro y murió por esa
idea: el gran problema de los españoles que se despellejan entre sí desde una
izquierda antinacional y una derecha cerril. Hay a muchos que nos sigue
gustando este proyecto de futuro basado en la síntesis y vivir, sentir y
escribir con una idea de Estado en la cabeza por encima de las facciones y
encontronazos de partido.
Volvemos al sectarismo y a las divisiones de
derecha, a la banalización de lo importante, a la cursilería de la escopeta
nacional y acaso al caciquismo que hizo fracasar a los dos regímenes
constitucionales que tuvo España. Ahora estamos en la tercera y a la tercera va
la vencida. A ver si puede ser. Joaquín Costa expuso el proyecto de Ledesma en
otros términos pero casi en la misma
idea: el problema es de la despensa y la escuela. Ahora gracias a Dios no hay
hambre, las barrigas parecen ahítas, pero puede volver a haberla. Sin embargo
la gran ignorancia nacional sigue vigente. Es una escopeta cargada que nos
lleva al guerracivilismo.
Convendría pues una mejor
educación de las masas irredentas. Nada tengo con el admirable luarqués José
María García al que ya empezamos a llamar en la escuela de Periodismo de la Iglesia el Butanito - me
alegro de que se haya recuperado de su enfermedad y que siga fumándose sus
buenos vegueros- pues venía a clase, las pocas veces que iba, con una casaca
del mismo color y en una Vespa.
Siempre con prisas. Mirada de águila. Un tapón
de tío pero listo como el hambre y con una voz de Esténtor, maravilla en un
cuerpo tan pequeño, que impostaba y que dio lugar a un estilo inconfundible y
una voz propia ante los micrófonos. Es la gran cuestión en literatura y en
periodismo: encontrar tu propia voz. El estilo es el hombre. Con poco bagaje
cultural sin embargo supo sintonizar con las apetencias de la gente. Y los
españoles de la primera transición encontraban en el deporte no practicado sino
de la grada una válvula de escape a su adrenalina.
Por eso en los ochenta se
dormían escuchando las diatribas del pequeño y rubiales Butanito contra Porta,
Soporta y don Jesús Gil que más de una vez le envió los padrinos. En fin,
Furbo... Furbo el nuevo dios de los españoles. Reyertas. Es la cólera del
español sentado. Yo quiero creer que el personal no desea que se le informe
sino que se le arponee. Los españoles dicen somos masoquistas. Le tenía al
pobre Porta aquel presidente de la Federación de Futbol un soplón a la puerta de su
vivienda y todos los españoles sabíamos cada noche a qué hora en qué minuto y
cuánto duraba el paseo cuando don Pablo sacaba a su perro a mear. El mejor
estilo de Pueblo lo acreditó este García. Creo escuela y ha tenido no pocos
imitadores.
Que se han hinchado a ganar perras en una
profesión que proporciona algunas satisfacciones y bastantes sinsabores poco
dinero y bastante caspa. Que es más que nunca el Cuarto Poder. El parlamento de
papel. Aunque no es buen síntoma para una democracia el que la política se haga
en las redacciones y que algunos prebostes y mandamás del sector tengan más
peso específico que muchos ministros. Malo. Ahora hemos pasado de la pajarita
de papel a la pajarita de las tertulias con un equipo de opinadotes
pluriempleados mientras la gran masa periodística. Haría falta una buena
limpia. A ver si el nuevo rey Felipe VI acaba con todos estos tertulianos que
chupan cámara y micrófono a piñón fijo. Figuran como el clac de la clase
política, ocupan bastante cacho arrogándose las funciones del parlamento.
Volvemos pues a tener una democracia de papel.
Pero la información es poder y hoy es el Poder
con mayúsculas. En su modestia uno que no es de derechas ni de izquierdas no
entiende estas querellas de patio de vecindad porque a Butanito le hayan
degollado una entrevista con el Loco de la Colina. Tenemos
dos manos y dos ojos ¿no? Convendría seguir entonces sin bandazos a babor y
estribor la trayectoria de la recta. Proa. Proa. Era un diario vespertino de
León por cierto y un cachondo se lió a voces una tarde de allá por los años
cuarenta cuando los periódicos se voceaban como si León fuera Londres y
anunciaba:
- “Proa” Ha salido “Proa”:
El Papa se casa con la Hilda
y se marchan los dos al Caribe en viaje de novios.
Horror ¡qué titular en pleno
Nacional catolicismo! El vendedor debía de estar borracho o debía de ser
Genarín. Cerraron aquel periódico que era de la cadena del Movimiento tres
meses y a su director por poco lo amarran en blanca a la sombra del “hotel” San
Marcos. Como a Quevedo por un soneto. Un titular mal trabado podía valerte no
una misa sino que te lo dijeran de misas en aquellos tiempos Y de la misma casa
salió don Luis del Olmo que creo que era locutor de la REM (Radio Cadena del Movimiento)
en la emisora de Astorga. ¡Qué voz, señores, qué voz! Y ¡cómo la imposta! Creó
escuela. Y enamoraba a las señoras cuando salía en antena aquel mozo de los
ojos tristes y la voz seductora. Un maragato de Astorga. Moris captus -es lo
que significa maragato- cautivado por los moros esto es tornadizo y don Luis
con su varonil voz cautivaba a las parientas. Y todas las señoras se iban a
comprar al Corte inglés con gran alarma de los maridos que protestaban:
-Esto es el colmo don Luis
del Olmo.
Me lo encontré una vez que
fui al Arrabal de Arévalo a vender libros cuando por culpa de una miliciana del
feminismo me suspendieron de empleo. Estaba comiendo en La Pinilla del Olmo. Le
acompañaba un guardaespaldas. Ni media palabra durante el almuerzo. Don Luis
tenía los ojos tristones. ¡Y qué tenga yo que estar aquí vendiendo libros como
un cabrón y venga a comer el plato del día y este señor a la carta ante el
mejor cochinillo! Soy tan buen periodista como él. La verdad es que don Luis y
su zaguanete comieron poco y yo me hinché a sopas y garbanzos. Desde hace
muchos años, inconsciente de mí, he renunciado a guardar la línea.
- Mira, Verumtamen, - me
dije a mí mismo - Tú vives mejor que él. Te acabas de zampar un cocido a lo
pobre que no se la salta un gitano y te has echado al coleto dos medias
botellas de tintorro de la tierra que te hace ver la vida de otra manera.
Arriba los corazones. Súrsum corda. Eres mucho más feliz. No llevas
guardaespaldas pero eres más feliz. No cambiaste de chaqueta y duermes con la
conciencia más tranquila.
Ahí está la maula. Que no
cambiamos de chaqueta. Seguimos aferrados a ciertos ideales de la España eterna y nos
trataron de locos y de borrachos. Se nos cerraron todas las puertas. Hicimos
mutis por el foro pero seguimos al pie del cañón. Tenía que ser así en
cumplimiento de las palabras del Caudillo que lo dejó todo atado y bien atado -
y sigo pensando que su palabra es verdadera, aunque cometió el grave error de
dejar de heredero al Borbón- y si su heredad se desata, creo que el ZP lo que
intenta es salvar los muebles, habrá gresca. Por aquel mandato nuestro
sacrificio. Nos ofrendamos nuestras vidas y nuestra carrera en holocausto.
Éramos los albaceas de aquel legado histórico. Que haya paz y progreso entre
los españoles y tuvimos que hacernos el loco y mirar para otra parte y aguantar
estas tabarras de butaneros y cantamañeros y la melancolía de esas emisiones
oceánicas de costa a costa la voz sexy de la radio una cosa parecida en tío a
lo que es la Cristina Maravillosa en mujer. ¡Dios qué voz más sensual! Y lo
mejorcito de por aquí. La escuchas y piensas en el amor, qué voz de mujer,
Además hija del Cuerpo. ¡Si no fuera tan carca!
Uno se pregunta cómo puede
ser esto. Sólo ocurre en la radio de las repúblicas bananeras pero la verdad es
que el talante de este pueblo es inclinado al caudillismo también en lo
informativo. Eso revuelto con un poco de masoquismo porque al español de abajo
le suele ir la marcha y nos da la fórmula. Los que postulamos un periodismo
serio, una literatura como Dios manda y un saber estar y saber ser en demócrata
tuvimos que callarnos. Hacer un mutis por el foro o ponernos a leer los
Intereses Creados de don Jacinto. Que en estas guerras mediáticas que nos
desinforman con su noticierismo y su culto a la personalidad fantasmagórica
laten miras utilitarias. Detrás de estos grupos se ocultan muchas perras. ¡Ah,
amigo! La ambición humana carece de límites. Sosiéguense, señores.
-Así que no es usted de
derechas don Verumtamen. -Ni de izquierdas. Lo mío es el la revolución social
sindicalista. El comedio no el del pobre Adolfo Suárez al que tan mal hemos
pagado por sus incalculables servicios prestados. Tampoco. Pero busco el
equilibrio. Cuando todos hemos perdido el centro y un poco los papeles. Virtus
in medio est. Buena consigna para un país de desequilibrados. ¡Señores de la
tele radio no nos azupen los perros!
[2][1] Vaskresenia,
resurrección. Lo estamos viendo ahora con la Rusia de Putin que vuelve a ser un
país poderoso, moderno y temible aunque nuestra casta política no lo quiera ver
[3][2] infantería
soviética
[4][3] no hay más que
darse una vuelta por cualquier pueblecito francés o inglés y contemplar las
estelas funerarias plagadas de listas con nombres de caídos