2016-04-05

ADVERTENCIAS DEL PATRIARCA SIRIO MUCHOS DE LOS REFUGIADOS SON MUSULMANES TERRORISTAS. QUIEREN DESTRUIR EUROPA DESPUES DE HABER DESTRUIDO A SIRIA

El Patriarca de Siria advierte: ‘Muchos de los que han emigrado eran terroristas’

patriarca siria
Gregorio III advierte sobre las intenciones de los terroristas que han huido del país: “Quieren destruir: no sólo Siria, sino también Europa”.
“Muchos de los que han emigrado eran terroristas. Quieren destruir: no sólo Siria, sino también Europa”. Son palabras de Gregorio III, de nombre de nacimiento Loufti Laham, Patriarca de la Iglesia Católica Siria griego-melquita (una confesión que observa el rito bizantino, pero que desde 1724 está vinculada a Roma y a la Iglesia Católica), que recoge Giorgio Nigra en Il Primato Nazionale.
Cuando por primera vez un Papa entró en un templo musulmán, fue en Damasco donde sucedió: fue el propio Gregorio a dar la bienvenida a Juan Pablo II en la Gran Mezquita de los Omeyas en Damasco, donde la tradición sitúa la tumba de Juan el Bautista. Era un momento en el que todo el mundo miraba a Siria como un “ejemplo de la laicidad y apertura”, para citar las palabras pronunciadas en Damasco por Giorgio Napolitano, justo antes de que el régimen de Assad fuera sustituido por el más ruin de los gobiernos.
Las relaciones de Gregorio con Assad han sido durante mucho tiempo el centro de la polémica, pero no se han roto: “No somos una democracia, pero tampoco la peor de las tiranías. Aparte de Israel y el Líbano, Siria es el único régimen árabe que respeta la libertad religiosa“. Además, quién conoce la realidad de los “rebeldes” sirios sólo puede confiar en el gobierno legítimo de Damasco, a pesar de sus posibles defectos. El patriarca, por ejemplo, tiene en cuenta las imágenes de su primo, que fue ahorcado por la “oposición moderada” frente a su casa, a nueve kilómetros de Damasco.
Y ahora estos mismos señores se están moviendo en Europa, en medio de tantos pobres expulsados ​​de sus hogares por la pesadilla yihadista: “A causa de esta guerra – explica – en la que han surgido el ISIS y el takfirismo, muchas personas han dejado el país. Muchos de los han emigrado eran terroristas

2016-04-04

EL GAUDEAMUS IGITUR UNA CANCION TRISTE QUE NOS HABLA DE LA BREVEDAD DE LA VIDA


PEDOLOGÍA Y BROMATOLOGIA

 

Somos tierra mitad sangre y un torrente de agua de fosfatos y de potasio. ¿De qué te ufanas tanto, Cleopatra? En cincuenta años al osario irás y todos calvos. Hemos perdido el norte. No hay meditatio mortis. Esta sociedad vive alegre y confiada síndrome de la torre de Babel sin hacer caso de los novísimos que al ser humano aguardan pero oh muerte tan rigurosa déjame vivir un día. Un día no puedo darte. Una hora tienes de vida. Volver a la tierra dejando atrás la teología y agarrados al almocafre al pico y pala de la pedología plantar nabos en adviento y leer las enseñanzas de Columela sobre los giros estacionales arado en ristre y labrando la tierra que nos sustenta y alimenta y es de dónde venimos. Dicen cava hondo echa basura y cágate en los libros de agricultura pero hay que tener un ten con ten dominar las estaciones. Vivimos demasiado alejados de la naturaleza. La pedología es la ciencia del suelo de la misma manera que la bromatología es el arte de saber extraer los frutos que nos alimentan a la tierra. Viva la silvicultura. Sea santo Virgilio conduciendo los bueyes de las georgias a la era y escuchando el canto del miruello. La vida del hombre es un montón de paja echada en la gran parva Suspiro por las noches junto al fuego apaga la radio y echa un tuero mira cómo  encandecen los trébedes y los morillos del gran brasero. Huye de la mediocridad refugiándote precisamente en ese aura mediocritas que colmó la medida de los sabios.

Gaudeamus Igitur dum juvenes sumus post jucundam iuventuttem post molestam senecttem nos habet humus (el cuadrado de tierra que a cada mortal corresponde).

Ya lo dice ese canto de estudiantes. Hay que regresar a la tierra después de haber hecho el tonto en esta vida.

VIVA RUMANIA


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I LOVE RUMANIA. RELEYENDO KAPUTT UN HOMENAJE EN PROSA A LOS SUFRIMIENTOS DEL CRISTIANISMO ORTODOXO

 

multimerc” “nopte buona y bona diminiata”, “Domnui” son palabras que he aprendido de los buenos rumanos que viven en Madrid. Pueblo sufrido que profesa la religión ortodoxa y habla en una lengua clara pero difícil, la de las legiones romanas que colonizaron el Mar Negro y sus orillas. Versos de Ovidio. Tristitia rerum y bollos de Pascua. Ah “frumoasele” hermosas mujeres rumanas       que portan en la frente el paño de la Veronica. Me bebo dos vasos de “tuica” en una taberna rumana junto a la iglesia del Pardillo y digo norock (salud). Norock al mariscal Antonescu y a mi amigo del alma Ovidio Tarlea el de Pyresa. En la iglesia escucho entonar al diacono bendiciendo con la cruz alzada la letanía. “Pace. Pace tuturoi. Que se vaya al draco (diablo) la política. Aquella nevada tarde de diciembre de 1989 cuando asesinaron  salvajemente al “conducator” yo estaba pegado a la radio de onda Bucarest. Aci radio Rumania. Y lloré. Casi escucho los disparos y me pareció ver su sangre derramada sobre la nieve a muchos kilómetros de distancia. El mundo empezó a cambiar y todo es diferente. Rumania tuvo su hora del Gólgota. Volvían sanedrines y sicarios envueltos en la capa inconsútil de la venganza, dispuestos a derramar sangre de ahorcados sobre los campos de Haceldama. Europa te vamos a ajustar cuentas y comenzaron por los Cárpatos donde el conducator cazaba el oso que mató a Favila.

Yo sabía que aquel golpe de estado que dio la CIA (el caso se repetiría en Ucrania, en Lituania, en Siria, Libia y recientemente en Nagorno Karabak) respondía a los dictámenes del gran diseño y que grandes sufrimientos diásporas emigración y mozas y bellas mujeres arrojadas a los puticlubs de media Europa aguardaban al sufrido pueblo rumano- nadie habla del holocausto rumano durante las dos últimas guerras mundiales. Y todo ese dolor me ha venido releyendo Kaputt esa epopeya de Curzio Malaparte donde se narran los sufrimientos y heroísmos del gran pueblo rumano baluarte de nuestra civilización latina con influjos eslavos. Viva Rumania “viechi viechi lor” (por los siglos de los siglos.) Amen
  CONTINUARÁ

2016-04-03

UN FRAILE DE SEGOVIA JUDIO CONVERSO TRADUJO EL CORAN


JUAN LÓPEZ DE SEGOVIA PRIMER TRADUCTOR DEL CORÁN AL LATIN Y BENEFICIADO DE SANTA COLUMBA



 

Como apéndice al magnífico artículo de Guillermo Herranz, persona entrañable para mí y uno de los eximios libreros de nuestra ciudad ▬ siempre a pie de obra y sacando adelante un negocio difícil en los tiempos circulantes; el buen bibliognosta archiva conocimientos y cuando escribe dice lo que interesa▬ quisiera agregar algo de mi cosecha.

Don Guillermo cuenta cómo su padre fue uno de los últimos bautizados en la desaparecida iglesia de santa Columba, templo románico donde se celebró la primera catorcena cabe los arcos del acueducto.

Bien. A dicho presbiterio perteneció, y también al cabildo catedralicio, como beneficiado y acaso párroco un converso insigne  Fray Juan López de Segovia (Segovia 1440-Roma 1496) el primer traductor del Alcorán y autor de la famosa alegoría de corte oriental “Calila e Dima”, obra muy estudiada con grandes elogios por el profesor Valbuena Prats al que tuve la suerte de tener como profesor de Literatura Medieval en la Facultad de Filosofía y Letras, hace más de cuarenta años.

Juan López había nacido de una familia de sastres y tejedores en el alfoz extramuros de Santa Columba. Un hecho no aclarado en su juventud, acaso los misteriosos sucesos que se obraron en la parroquia de san Facundo, determinó su conversión al catolicismo. Fueron muchos los segovianos de origen semita de las dos religiones monoteístas que pidieron las aguas de gracia. No hay constancia histórica de tal hecho. Sí; la hay de que fue uno de los protegidos del gran obispo Arias Davila que provenía de la Casa de Israel, promotor del Sínodo de Aguilafuente. Los Sinodales fueron el primer libro impreso en castellano el año de 1478.

Cuentan las crónicas que  su decisión de abrazar la fe de Cristo le supondría malquistarse con su familia y no pocas persecuciones y befas al clérigo de origen judío. Profesó en la orden jerónima.

Conque huye a Roma. En la ciudad Eterna se acoge al altana y el papa Inocencio III. El papa le designa nada menos que penitenciario general para absolver los pecados reservados. Pero allá no se libró de los varapalos y persecuciones (acaso por su origen) que lo tuvieron en entredicho. Dio con sus huesos en una celda del castillo de Santangelo.

Ya en prisiones mandó pintar un cuadro de la Verónica, según sus biógrafos, con el epígrafe siguiente: “O Christe, praeter te, nullus est alius” (Dulce Jesús, sólo tú me ayudas y me comprendes) y en la cárcel papal acabó sus días.

Había tomado la borla como doctor en teología en Salamanca y en 1462 algunos meses después de ordenarse de presbítero escribe “Refutación contra el alfaquí mayor de la aljama de Segovia, Içe Gebir: Suma de los mandamientos de Cuná o Ley Coránica”. Donde  asegura ser materia de herejía gran parte de los versículos del Libro escrito por Mahoma al dictado de un ángel.

Era fluente tanto en la lengua latina, arábiga, y en la hebrea que aprendió de niño de bocas de sus mayores. El libro puso en pie de guerra a la morería. Afortunadamente, en estos años de la baja edad media, cuando hasta las verduleras sabían de teología, las disertaciones teológicas estaban a la orden del día y los debates entre las tres religiones, gracias a un cierto nivel de tolerancia en la Castilla de Enrique IV, no acababan en batallas campales. Ni salían a relucir las navajas. Imperaba el criterio de que el pensamiento no delinque y se cotejaban pareceres en la plaza pública.

Pienso que este clérigo segoviano cuya personalidad no ha sido lo suficientemente estudiada ▬ su obra está ahí ▬cobra singular importancia en la actualidad.  Juan López de Segovia asumía las tres grandes características de la raza: a) amor a la ciencia y al progreso al socaire de un cierto inconformismo; b) independencia de criterio hasta el sacrificio, pues sabía que remaba contra corriente en medio de una sociedad remolona; c) fervoroso amor a la tradición y su preparación y búsqueda, tan propia del ambiente a redropelo, y su fe en Jesucristo. Mucho se habla de la furia del converso.

En el alma de López de Segovia arde el mismo fuego que inflamó de celo católico a la gran Teresa. Al atreverse a verter el Alcorán y tenérselas tiesas con los ulemas de la capital demostró su encomiable gallardía espiritual. Estoy seguro que a este  fraile, de vocación tardía, bautizado ya de joven, en contra de la voluntad de sus padres, en la pila de agua bendita de santa Columba, el Señor habrá inscrito su nombre en el Libro de la Vida.

Siempre es bueno que los judíos vayan a su aire. Dicen que la historia empieza cuando uno del pueblo elegido dice que no.

Страсти по Матфею. Евангелие читает митр. Иларион. pasion segun san mateo por el metropolita hilarion.


ПОКАЈНИЧКИ КАНОН СВЕТОГ АНДРЕЈА КРИТСКОГ oracion de la tarde



MOZOS DE ESCUADRA INFANTERIA ESPAÑOLA PURA Y DURA AUNQUE NO LE GUSTE A LA ALCALDESA COLAU



MOZOS DE ESCUADRA

 

La exaltación del catalanismo ▬cualquier circunstancia se aprovecha para glorificar ese sentimiento patriótico regionalista corto de alcances que va a dar finiquito a seis siglos de unidad española: la muerte de un futbolista holandés, incluso el accidente de unos becarios Erasmus en Tarragona. Mismamente, el control de nuestras multas de tráfico está en manos de una leridana una tal Seguí dineros para las arcas de la independencia▬ arremete contra las esencias de la verdad histórica. Nada tan español como la palabra mozo de escuadra. Era una unidad de la infantería con que operaban los Tercios Viejos. Tropas de asalto. Los mozos de escuadra eran los que pusieron una pica en Flandes, infantería pura y dura, curtidos en el cuerpo a cuerpo y manejando la pica que era la reina de las armas por aquel entonces. Las picadas atacaban en cerrada formación. Bien se comprende que a pesar del valor de estas tropas las bajas en combate eran crecidísimas. Los que entraron en Amberes y sembraron el terror entre los defensores de Guillermo de Orange eran recios militares catalanes herederos de la tradición almogávar. Los mejores soldados al servicio de la corona castellana.

 

Cien hombres bajo el mando de un cabo integraban la escuadra. Formaban la cuarta parte de una compañía la mitad de un pelotón. Un pelotón de soldados salvará a la civilización decía Napoleón y de ahí esa exaltación militarista: la Colau pone en ridículo a los oficiales del ejército español, mientras es una consigna en nuestros medios, que se hable de los “mossos” con veneración y a toda hora, y mal de la Guardia Civil y la Policía Nacional. Doña Colau nos cuela otro gazapo. Ella como todas las que sucumbieron al furor erótico del tribadismo no sólo va contra la historia sino contra natura.  

 

Es el fruto de nuestros medios bajo las garras de la masonería intrépida. Por lo visto están siendo entrenados por el Mossad hebreo sin que el ministro de Defensa un tal Morenès, quien por cierto es catalán, haya dicho esta boca es mía al respecto.

 

Francisco de Valdés en su “Espejo de Disciplina militar” dice que la principal tarea de los soldados escuadrados es la de vigilar las avanzadillas y servir de centinelas del regimiento.

 

Su dotación: armas ligeras el arcabuz que luego sería sustituido por la escopeta y la espingarda. Pero su principal arma de defensa y ataque era la pica.

 

La operatividad de estas tropas depende de su movilidad por lo cual el equipo de su impedimenta será liviano. Que calcen sandalias (soleae o crepide como la infantería romana pero para las grandes marchas utilicen cáligas tachonadas.)

 

Está claro que las esparteras de los mozos abiertas y tan poco castrenses pues no sirven para marcar el paso ni pegar taconazos se justifican en una razón histórica: los mozos de escuadra eran los primeros en entrar en combate, de ahí su aspecto tan poco marcial.

 

La legión hace bajas al enemigo en zapatillas y los “mossos” caminan en “espanyeras” llevando a mando espingardas con su correspondiente mecha.  Tenían por oficio asaltar parapetos de las enemigas trincheras. Participaron en el saco de Roma de 1527. El papa hubo de refugiarse en Santangelo. Los catalanes no habían recibido sus soldadas y estaban furiosos. La pecorea, los desmanes, los raptos y robos son fáciles de suponer. Un ejército no está para repartir rosas ni largar besos sino para hacer carne. Pero estos en su afán de querer el andao palante ta,bién se han sacado de la manga lo de “ejércitos solidarios”.

 

El resto del uniforme sombreros de copa traje de gala, y la indefectible barretina, herencia de la caramañola era el atavío con que los guerrilleros catalanes atacaban a los franceses en la guerra de la Independencia. Todavía cuando pasamos por Vic los ecos del tambor del Bruch suenan en nuestras orejas.  Los independentistas de todo sacan tajada y a la verdad histórica ▬la españolidad de estas cuatro provincias▬ le dan la vuelta. Y ahí te quiero  ver, escopeta.

 

2016-03-23

JUEVES SANTO EN SEGOVIA HACE SESENTA AÑOS. VIENDO PASAR LA PROCESIÓN







 

VIENDO PASAR LA PROCESIÓN

Antonio Parra

 

Era Jueves Santo y en Segovia nevaba. El capirote es un poco cegato y hay tela que tapa el globo ocular. El penitente tiene que saber donde va. De ahí esa mirada de los capuchones de Semana Santa que a mí me asustaban desde niño y podían ser tan amedrentadores, como los zangarrones de Carnaval. ¡Uh.Uh¡  Que te asusto.¡ Uh. Uh!  El coco. Luego ese capirote ridículo que no era sino los viejos remilgos del alma colectiva de un pueblo que temblaba a la Inquisición y tenía que hacer muestra y profesión publica de fe en mi Segovia, y eso que allí hemos sido de siempre cristianos viejos. También a los relajados al brazo secular del Santo Oficio lo vestían con una túnica morada, les tapaban el rostro y les subían en un jumento.

A la hoguera se iba siempre cara atrás. Las procesiones son remembranza enigmática de aquel abigarrado mundo. Había triunfado el catolicismo. Casi nadie explica cómo perviven tales representaciones del fervor popular. Por unas horas aquellas masas férvidas quitaban a Dios de las manos de los curas y lo sacaban a la calle bajo estandartes. Era también un mundo gremial. Ciudades divididas en barrios. En el horizonte las cofradías. Las hermandades competían como en un campeonato de mus por exhibir el mejor cristo y la imagen de la Virgen más viva. Nosotros éramos de los Dolores de Santa Eulalia, por otro nombre Nuestra Sra. De los Siete Cuchillos. Antiguamente sector textil, mayormente tintoreros y peraíles.

Por las calles de mi pueblo aquella noche que nevaba (era la acción de los vientos exhidras o favonios que para los romanos anunciando lluvia traían primavera) porté mi cruz y camine descalzo y con cadenas por el piso helado. Bajo el capuz sonaban en mis orejas sonaban determinativas las profetas del santo Profeta “Di mi cuerpo a los que me herían y mis mejillas a los que me mesaban el cabello: no aparté mi rostro de los que me injuriaban y escupían. El Señor era mi auxilio” [Isaías 50,5,10]. A lo largo de mi vida he sabido lo que es la calumnia y el gargajo de las bocas purulentas pero mis lomos estaban bien amarrados. Sint lumbi vestri precinti (hay que atarse los machos) otras palabras que recordé al ceñirme el cíngulo o la soga de esparto de cofrade  Ninguna asechanza a mi salud no obstante a pesar de aquella burrada de caminar descalzo y con una cruz que pesaba ciento veinte kilos a la costilla. Sólo agujetas un par de días pero luego como si tal cosa. ¿Milagro?  No lo sabría explicar pero algo hay.

 Uno se siente reo no sabe por quién y con complejo de culpa. La culpa. Oh félix culpa. Luego lo comprendí, era gente menos aficionada a los toros que a los autos de fe. Allí siempre gustaban las procesiones y cabalgatas. Pasos. Carrozas. El Santísimo Sacramento. La tarasca de Corpus. Las fiestas de la Catorcena. La Piedad de  Aniceto Mariñas. El novenario de la Fuencisla. El gallo de san Pedro. La espina de Santa Rita de Casia. Gigantes, cabezudos y estafermos por San Juan de Junio y hasta el brazo  incorrupto de San Antonio María Claret he visto yo desfilar bajo los ojos solemnes y ensimismados del acueducto porque todas las procesiones las de la Semana Grande y las otras confluían en la Plaza del Azoguejo.

No había cine, pocos teatros y muchas ganas de aprender y de ver cosa. Los rostros de aquellas grotescas tallas y esos cristos moribundos, sanguinolentos, llagados y con la expresión de la agonía, los pelos lacios, hirsutas barbas y esas vírgenes atormentadas de expresiones compungidas blondas de seda, justillos de encaje, y moqueros de puntilla, siendo así que las lágrimas eran de cristal, arrastrando mucho peplo y mucha joya bajo el palio de brillantes se me metieron alma arriba. Fueron sensaciones perdurables. Que llevo marcadas en lo más profundo de mi ser.

 ▬¿Por qué suelta usted tanto latinajos en sus escritos, Ejusmodi?

 ▬ Toma por que va a ser porque parece que retumban en mis oídos los ecos del canto de la passio que hacían a tres voces los chantres de mi catedral –Dimas, Jerónimo y don Bernardino, el bajo Jesús, el contralto, la sinagoga y el tenor, cronista)

 Y aquellas voces, aquella melodía, suenan como un grito inmortal en mi memoria. El ámbito de las procesiones era una plástica de rigor. Sermones tallados en imágenes de cartón piedra o en madera de Espirdo. Una teología que entra por los ojos y de la que a lo largo de tus días no podrás deshacerte jamás. Lo mismo que el sonido lejano de clarines, timbales y tambores. O el silencio vibrante del Cristo de los Gascones. Nos llevaban a todas. Recuerdo un Domingo de Ramos que mi hermano Nano agarró un perra porque quería que los subieran en la borroquilla de Jesús del paso en la que el Señor hacía su entrada triunfal en Jerusalén.

      ▬Yo quiero ir ahí.

      ▬Hijo mío que esto no son los caballitos. Es Jesús que pasa camino de Jerusalén; tírale un beso

      ▬ Yo quiero subir al burro. Pues sí, pues sí y sí.

Y el Naneras se revolcó en el barro poniéndose perdido el traje de marinero recién estrenado. Le tuvieron que calentar el canto, mas ni por esas. Él berreaba aún con más fuerza.  Había cogido tal perra que se había puesto muy burrito.

 Estábamos en la acera de la calle de Muerte y Vida viendo pasar la procesión y los berridos de mi hermano que estaba de antojo creo que se escuchaban en la Escarelillas de San Roque a la otra punta. El deán de la comitiva, don Fernando Revuelto, que bien me acuerdo de su nombre y de su prócer figura casi dos metro medía, nos miraba de reojo y un canónigo pertiguero estuve a punto de acceder a los deseos del enano y ponerle sobre los lomos del borriquillo de cartón en lo alto del paso.

      ▬¿Y ahora qué hacemos, Desiderio?

  ▬Auparle en lo alto del paso,  don Fernando

      ▬Y si le seguimos dando el gusto nos pide la luna. ¡Condenado nene!

      ▬Déjenlo ustedes, señores curas, déjenle que está burrísimo –terció mi pobre padre.

Aquel día  Naneras se acordó de la tunda que le dieron por ser Domingo de Palmas. Y se lo tuvo merecido.

 Las procesiones duraban tres horas y era casi media noche cuando regresábamos a casa, mis hermanos medio derrengados y despeados de tanto estar de pie horas y horas, los pequeños dormidos en brazos de mi  madre. Mi padre nos llevaba a la gigantilla o en cuello.  Papá cógeme que me canso.

En el cielo asomaba solemne y compasiva la luna de Pascua. Sólo comíamos torrijas el jueves y el viernes y los soldados que desfilaban y los que estaban cubriendo carrera con el ánima del fusil mirando para abajo.  Por la radio sólo ponían saetas y canto gregoriano (ojalá volviesen aquellos días) y  las calles se llenaban de un sorprendente mujerío. De las hermosas Manolas con el rosario de cuarzo y la mantilla que iban a velar a Cristo muerto. Los hombres se metían en las tascas a beber una limonada que hacía que se te doblaran las piernas y una cazalla que llamaban los taberneros matajudios, especial de la casa para los días santos.

 Las pítimas que se cogían eran procesionales. En las iglesias el monago no tocaba la campanilla y los santos de los retablos estaban tapados tras un lienzo nazareno.

      ▬¿Por qué está triste la luna, papá?

      ▬Porque se ha muerto Dios.

Y las campanas de las catorce parroquias y de los treinta y tantos conventos y monasterios de Segovia estaban toda la noche tocando a muerto. Y hasta el Río Clamores lamía las murallas y la hoz del Pinarillo embebecido de silencio. Toda la ciudad estaba de duelo.

 Ese mundo de mi infancia es el que quise recuperar yo hace unos años cuando me vestí de nazareno. Detrás de la Dolorosa de Santa Eulalia la de los artilleros con las insignias de las lombardas al través sobre el montón de granadas en el peto de la carroza. Los cabos gastadores cubrían armas. Nos habíamos puesto el hábito a la bajada de la cuesta de Cantarranas, enristré las cadenas eslabonadas a un brete que servía de cerco a los pies y yo debía de ser un espectáculo porque el metal al contacto con los adoquines tintineaba que las llevaban los demonios o como si acabasen de aterrizar toda una división acorazada en plena Calle Real. Los grilletes y los golpes de rebenque era una escena antigua de los viejos disciplinantes. Condenados a galeras por Jesucristo. Al fin y al cabo todos somos cómitres y remeros de la vida. Túnicas moradas y hermanos mayores con hábito de galas, muy distintos al de los vulgares nazarenos con aires prepotentes subiendo para arriba y descendiendo para abajo, dándose mucha importancia.

      ▬Siga la fila, penitente, y ese capirote va de medio lado▬ ordenaba el Cofrade Mayor como si fuese un mariscal  de campo dándose aires

Estos capuchones impertinentes eran los capataces y comisarios de la procesión. Los que te metían en vereda y hacían guardar la línea. Y te daban un poco de aguardiente de guinda si desfallecías Mi cruz pesaba un huevo. La habíamos traído de Valsaín y las cadenas  eran especiales. No sé cómo resistí en aquella tarde fría de nevasca los pies desnudos detrás de mi Virgen de Santa Eulalia. Cada uno tome su cruz y sígame. Me hacía mucha ilusión seguir al Señor. Le pedía por mi familia. Por mis hijos. Le agradecí haber salido con  bien de una grave enfermedad (había estado dos años con unos dolores tremendos de barriga  y pasaba las  noches en un grito). De vez en cuando mi vista se concentraba en las aceras.

Algunas mujeres me miraban con compasión, los niños, aterrados, y algunos hombres descreídos como si aquello fuera una broma. Inquiriendo con los ojos. Pero tú de que vas tío. Y yo con los míos les respondía: por  una promesa, sí por una promesa. ¿Sabe usted?

 Horas antes de que comenzara el desfile penitencial unos graciosos habían esparcidos cristales y puntas por el firme de la calzada  por donde había de pasar  Dios.  Ninguno de los nazarenos se lastimó, ¡qué cosas!

A la catedral llegamos derrengados pero airosos y con una ganas trágicas de mear. No me aguanto. No me aguanto. Ay que me lo hago. Preguntamos a un canónigo que nos miró de arriba abajo, como si fuereamos la escoria de la sociedad. Con un gesto de superioridad y como diciendo pero mira qué chiste (ya sé porque le llamaban el chistoso aquel tonsurado) como si los hombres fuéramos ángeles y no estuviéramos sujetos a las leyes imperativas de la fisiología.

Cuando haya WC en las iglesias, ermitas y catedrales, la humanidad habrá dado un paso importante. En la sacristía de la iglesia mayor de Segovia había un triste evacuatorio rudimentario. Nos vedaron la entrada a los nazarenos pues estaba reservado a clérigos, y personas consagradas y nosotros éramos vulgares penitentes. Pecadores del montón así que buscamos el rincón más oportuno, salimos al enlosado de los autos de fe y exoneramos nuestras vejigas bajo las dovelas de los postigos. Meadas de caballo o mejor dicho de verdaderos padres de la iglesia. Por debajo del halda de nuestras túnicas de nazarenos salía un chorrete cálido y espeso. Orinamos junto a la pared de la fachada más impresionante, la del Oeste, de todo el gótico flamígero. Es la puerta de Santa Bárbara una especie de Sarmental en Segovia donde yo he visto lucir las más impresionantes puestas del sol. Que cada uno cargue con su cruz. Que cada palo aguante su vela. Creo que desde su camarín la atalajada Virgen de los Dolores miraba para nosotros con compasión como diciendo: “pobres”.  Los canónigos empezaban ya a cantar el “Stabat Mater” y empezaban las horas santas ante los monumentos. Se había muerto Dios.