OLÍA A CADAVERINA EN LA FERIA DEL LIBRO
Antonio Parra
Garbeo por la Feria del Libro matritense y me tuve que tapar las narices. Olía talmente igual que por el tanatorio de la M30. Así dicen también que olía, yo no lo viví afortunadamente, en Auschwitz. A chamusquina de quemadero. Están exhumando cadáveres, fosas comunes de la guerra civil, algunas, las que les interesa y “cantan” que tú no veas. Son cosas de la coprología y la necrofilia hispana saltando a nuestras letras de molde. Nos gusta regodearnos en nuestras cazcarrias y por ese camino, escucha, oh patria mi aflicción, nos podemos ir todos a la mierda.
Estaban los de siempre. Los que tienen bula para publicar. Sus paridas. Sus refritos. Ofuscaciones. Liendres morales. Las telarañas de su pasado, cobwebs. Las plumas que mojan en un viejo rencor. Pero el nombre es el que vale. La firma es la que sale al mercado. Algunos por prurito de lucro o deseos de aparentar y meter bulla no vacilan en destazar el cadáver de su propio padre. Nosotros nos regodeamos en la casquería y ellos se embolsan veinte millones.
El ex flecha y el ex falangista ex comunista ex anarquista ex samurai y ex lama , el yin y el yen, el pelota de Lara, el comisario político, tertuliano del todo y la nada, de lo blanco y lo negro, y del azul al rojo, una vez yo tenía un camarada, allí, metido como el publicano en su telonio, en una de las muchas casetas firmaba libros sin parar. Una novela por entregas en la que cuenta cómo a su progenitor se lo cepillaron los nacionales. Hecho confuso y una de tantas felonías con que nuestra avilantez cainita se despachó a sus anchas durante el 36. Falta sacar algunas muestras de ADN para cotejar datos y probar la mayor y la menor. De momento nego minorem subsumptam, Pero ni son todos los que están ni están todos los que son. Un poco más allá el hijo de otro novelista del exilio sumido en esta búsqueda por el corral de los huesos guerrero-civilistas trataba de encontrar el cadáver de su madre fusilada. Aventaba cenizas.
Siento verdadero pavor pues me temo que en este ejercicio lucrativo mirando al tendido y tratando de encontrar a los que moran en la nada no existe ánimo de hacer justicia ni de condenar los atropellos sino de condonar el espíritu revanchista. Puro esperpento. Volviendo a las andadas nos podemos convertir en estatuas de sal.
A mis muertos no me los toquéis. Dejadlos ahí. Descansen en paz. Son muertos del otro bando y, por lo tanto, de segunda fila. Sin relieve y de poca sustancia. Aquel cura de Soto al que fusilaron a las puertas de la rectoral. Aquel pariente lejano víctima de una saca en Barcelona. Gastaba corbata e iba a misa. Se lo llevaron, lo “dieron el paseo” no sabemos dónde ni en qué tierra yace porque lo tiraron al mar. Aquella Herminia de la que en mis días adolescentes tanto escuché hablar monja carmelita en Guadalajara befada y maltratada y seguramente violada a la que fusilaron y enterraron en cal viva. De todos esos muertos me resisto a hablar. Son muertos de segunda categoría. ¿Por qué? ¿Quién tuvo la culpa? ¿Murieron en el nombre de España? 1Que va! Muchos de aquellos pobrecitos no sabían por qué morían. Tuvieron la mala suerte de encontrarse en el bando equivocado cuando estallaron los odios. Eran gente bien pensante, que llevaban corbata y a lo mejor iban a misa de doce y a la tartde a la playa pero más por costumbre que por otra cosa. Gente conformista que entendía poco de política. Fueron víctimas del odio, la vesania y la avaricia y esa BURRIEZ HISPANA. Alguien que le tenía tirria. Eso es muy común aquí, Por una linde. Por una novia o por un despecho amoroso o por una palabra mal dicha o alguien al que no dieron los buenos días una mala mañana.
Eran muertos del otro lado. Gente anónima. No se llamaban ni García Lorca, ni Machado – este no murió a mano airada pero fue un mártir de la causa y su tumba fue objeto de peregrinaciones programadas a Colliure durante el franquismo- o José Antonio. Una historia un poco exagerada. Buen poeta, eximio prosista y algo zaleo. A veces acudía al “insti” (llegué a conocer a una alumna suya a la que le dio clases de francés) con la bragueta desabrochada y las solapas de americana cubiertas de ceniza. Don Antonio, mire qué… Ah sí hija, sí. Pues no me había dado cuenta, mecachis.
Vivía en la plaza de los Desamparados barrio de San Esteban donde estaba a pupilo y una patrona le mataba de hambre y para ir a sus clases tenía que enfilar por las Canonjías la calle Escuderos lóbrega y muy ventilada con portales que exhibían piedras heráldicas. Y donde vivía en un palacete del siglo XIV mi amigo Nani el medio volante de la Gimnástica Segoviana. Que también lo conoció. Iba al Columba en el azoguejo a tomar café. Por los adoquines de mi ciudad paseó su desaliño indumentario, su tristeza proverbial y su sentido del humor. Esta es una de las facetas que se le desconocen. Es uno de los mayores humoristas en nuestro idioma. Tuvo algunas novias. José María Moreiro nos ha descubierto quién era Guiomar (María Zambrano) pero parece ser que hubo otra que era también profesora. En fin, un hombre como los demás. Con sus virtudes y defectos y al que ahora intentan “colosalizar” hinchando un poco el perro.
¿Señorito? Pues sí, amigo Umbral. Don Antonio era un señorito en el mejor sentido de la palabra bueno pues fueron señoritos, como usted, don Francisco que gasta chalina y a veces foulard, los que trajeron la republica y que no hay que adscribir a los de un bando solo porque señoritos no fueron sólo los fachas: Azaña, Macía, Companys, Aguirre, don Miguel Maura, Lerroux, los hermanos Franco, Ortega eran todos unos señoritos. Fueron un poco los responsables del fregado y el pueblo del procomún el Juan Español tuvo que pagar los desperfectos de aquel desaguisado republicano que algunos invocan y que, si las cosas vuelven a ponerse feas, se largarán al extranjero murmurando la frase aquella de no es esto, no es esto.
Por las caseteras muchas féminas diletantes, crucificadas de la letra muerta. Trepan por la cucaña. Buenas serian si escribieran con la mano y con la vagina. Andan encoñadas con este oficio. Mejor que se dedicaran a otra cosa, Todas quisieran ser Virginia Wolf. En la feria del libro madrileña carrusel de vanidades y más de lo mismo. Ni están todos los que son ni son todos los que están. Dándose aires. A los buenos escritores españoles el Régimen/ oclocracia los mandó al exilio y yo me considero en el cupo. Por eso no voy am Paseo de Coches del Retiro de tanto fracaso y decepción. Dios me perdone.
Así que este exhibicionismo de la última feria del libro me empavorece. No me parece cabal hurgar tanto en el pudridero. Dejemos a los muertos que entierran a sus muertos,
No hay comentarios:
Publicar un comentario