2022-07-28

ISABEL II RECIBIÓ UN INTRUSO DE NOCHE UN ADMIRADOR QUE SE COLÓ EN SU HABITACION esta crónica desde Londres me salió en el más puro estilo Jlio Camba

 

 

 

PEDIR TABACO A LA REINA

 

 

Publicado en la voz de alerta y la nueva España 20 de julio 1982

 

 

 

Ese gran escritor ovetense que es CÁNDIDO al que es de recibo leer todas las mañanas en ABC  como los lectores españoles  nuestros tatarabuelo leyeron a Clarín en el Solfeo o en la Correspondencia en su día ha escrito un magnífico palique acerca del individuo que días atrás en Londres logró burlar la vigilancia de palacio y adentrarse en los aposentos de la reina. El dedicado columnista realiza un sutil encaje de bolillos imaginativo tratando de explicar el caso por chicuelinas y remoquetes bien lucidos con aditamentos de la mitología. 

Porque mitológico es el suceso. Una proeza así sólo puede ser llevada a cabo por un Palmerín o un Caballero del Lago.

 Esto parece un lance de libro de caballerías. Alguien que esté loco de remate – esto sólo puede hacerlo un inglés- es capaz de irle a pedir fuego a la reina cuando duerme en su cámara regia.

Historias así sólo pueden suceder en Londres. Esta es una dellas.

El míster en cuestión se llama Fagan. Hasta procede el apellido. Fagan de fag que en slang significa cigarrillo o tagarnina. Los pilluelos londinenses a veces se acercaban al viandante y le piden tabaco:

-     Got a fag, mate?

Y es justamente lo que le pidió el sujeto a Isabel II. La reina come y duerme sola.

El príncipe consorte utiliza otro dormitorio. Es posible que hasta la egregia persona necesitaba un poco de compañía en una calurosa noche del farragosto londinense cuando sube una niebla sofocante de las riberas del Támesis.

A la señora que tiene que tomarse pastillas para conciliar el sueño por poco la entra un soponcio al ver al intruso. Ya estaba en los brazos de Morfeo cuando zas allí aparece el bueno de Fagan.

No era el mayordomo ni el carpintero, pero actuaba con una naturalidad sorprendente y de seguro que conocía la casa.

En estas noches de julio la ciudad es un horno auque yo tuve en mis digs la estufa encendida en pleno agosto un año que hubo muchas galernas. Sin embargo, en Inglaterra las viviendas no suelen gozar de aire acondicionado.

 Ni la calefacción central. Los británicos son renuentes a estos artilugios y prefieren el fresh air por eso el sitio donde yo he pasado más frío en mi vida fue durante aquellos inviernos en el Yorkshire, madre mía qué heladas y las casas tienen paredes endebles. No están preparadas para el invierno.

No suele haber contraventanas ni persianas por lo que muchas residencias parecen escaparates. EL inglés es algo exhibicionista y hasta diríase que le gustan que le miren los pasantes cuando se encuentra en su hogar. Su casa es su castillo pero transparente. También les gusta alzar las ventanas que allí llaman francesas y cuyos batientes no son de tirar ni tienen pestillos ni fallebas, sencillamente se alzan sobre un montante y lo más probable que la reina de Inglaterra tuviera las de su alcoba abiertas para dejar pasar un poco de fresh air y por allí se coló el ladrón de la intimidad regia.

No sé lo que habrá ocurrido ahora con la nueva arquitectura de los llamados edificios inteligentes totalmente aislados del exterior pero entonces esta política de ventanas abiertas en las caldas noches veraniegas era una invitación a los cacos.

 Otro elemento: las cortinas. Suelen ser de nylon blanco y se mueven onduladas por las ráfagas de viento por lo que en muchos dormitorios donde me acosté en las Islas yo creí ver fantasmas durante las sesiones de cine de la sábana blanca.

De todas formas, a los fantasmas ingleses les suele gustar el buen tiempo. Aparecen por primavera. Por ejemplo, el monstruo del Lago Ness y las serpientes de verano.

Hay castillos que incluso tienen guías especiales para mostrar las casas con fantasma a los turistas. No son como las brujas de mi pueblo. En Puente Perin las brujas celebraban sus aquelarres por Nochebuena y las ánimas se aparecían a los viandantes a partir de la noche de san Andrés.

Lo más probable es que Fagan, el hombre invisible, el pimpinela escarlata nuevo diablo cojuelo, saltando a la pata coja por los tejados de Buckingham Palace y bajando por las chimeneas, entrara en la augusta morada a favor de la noche.

De todas suertes esta es una historia confusa llena de misterio digna de la labia de Ágata Christie. Con su plot, su alibi sus coartadas y todo.

A los lectores ingleses que tienen mucha concha y bastante recamara en las historias de intriga y de judanit se les puede contar una historia al revés. Luego el lector por su cuenta ata cabos pero aquí las cosas al parecer carecen de títere con cabeza. El fog londinense es imprescindible en esta clase de lances. El fog (niebla) de Fagan.

 No estamos ante un mundo lógico de claridades meridianas y mediterráneas sino de una visión tamizada por el proverbial haze policiaco en el que todo puede ser y no ser a la vez.

Hasta es posible que Su alteza doña Elisabeth le invitase al intruso a una taza de té. A los ingleses les gusta mirar al mundo a través de la niebla por eso son tan amantes de los fantasmas. Su lógica no es nuestra lógica. Hasta hace poco medían la distancia en yardas y en pulgadas y el sistema métrico decimal no se implantó hasta el primero enero de 1973 que yo estaba allí para contarlo aquella mañana gris de año nuevo con bastante resaca.

De esta forma, nebulosos fueron los partes de guerra en la crisis de Malvinas. The British They are masters of desguise y expertos en el difícil arte de la propaganda. Por eso tienen al pueblo tan dominado. Nada tenía de peculiar que este Fagan del que poco sabemos quien es se haya enamorado platónicamente eso sí de su Reina.

 Se preparó para su aventura varios meses, estudió el territorio, examinó mapas, consultó distancias, compulsó los turnos de guardia y los relevos. Su sueño era ver dormir a la augusta emperatriz de los ingleses y llegó hasta el tálamo. Las gacetillas evitan todo lo morboso.

El Fagan no quería dormir con la reina sino ver como era en su medio natural porque las reinas también duermen y fuman y tienen que ir al baño y lo demás. ¿Un exhibicionista? Puede ser. But he was caught in the act por la guardia real y seguramente lo llevaron al cuartelillo por las orejas. ¿Un espía de los rusos? Tampoco se descarta.

 La morbidez y la discreción han tenido que entablar en Fleet Street un reñido encuentro para dar de lado detalles morbosos de tan paradójica situación. ¿Cómo se acuesta Isabel en enaguas, en picardías o en camisón sin sostén o con sostén y de qué color eran las bragas?

Dicen que son de color púrpura que es el color de la realeza y taparía sus vergüenzas con un taparrabos de armiño… pues a lo mejor. También puede ser que Michael Fagan no sea más que un invento de la prensa para echar una cortina de humo, un tupido velo para distraer la atención del gran publico de la engorrosa cuestión de Malvinas que el personal no consulte la lista de bajas y que la Thatcher adarga en ristre y todos los portamisiles a bordo de la Home Fleet se ponga las bragas de hierro y les de a los argentinos de Galtieri una buena paliza.

 Una maniobra de distracción pues dicen que el gobierno de la Dama de Acero está a punto de caer. Y otra cuestión. La minuta y los haberes reales.

Los ingleses se sienten muy monárquicos y consideran que para mantener la institución monárquica en condiciones hay que subirles el sueldo a los royals. De cualquier forma, son maestros del disimulo estos ingleses. No sueltan prenda. Por lo pronto su graciosa majestad y persona tiene un Romeo que acude a la cita del jardín de Buckingham con escala. ¿Será un amor de verano? ¿Un flirt?

 A la reina no se la conocen avatares y liviandades de ese calibre. Es una señorea muy seria a la que no le gustan los chistes verdes pero le pide que le cuente el príncipe de Edimburgo cómo anda de su estreñimiento. Pero esta es una extraña historia con final feliz. En otra parte el merodeador hubiera sido cosido a tiros por los escoltas pero estamos en GB y se le detuvo con mucha educación, le fueron leídos sus derechos y se le acusó de trespassing o allanamiento de morada.

Un alabardero le dio un cigarrito marca capstan los que fuma la soberna y otro le invitó durante el interrogatorio a una taza de té. Menos no podía ser.

-     ¿No tendrá un cigarrillo, Majestad?

-     No en este instante, pero aguarde a ver si le quedan a la camarera.

Y de esa manera salió del dormitorio y avisó a seguridad. La reina saltó en camisón, se puso las zapatillas y fue a avisar. La señorita de compañía dormitaba ante una taza enorme de té.

-     Espabile que tenemos visita, Maundy.

-     ¿Audiencia a estas horas, majestad? ¿Nos han hundido algún submarino esos malditos argentinos?

El Bobby que guarda la puerta de la cámara regia tampoco se había enterado y se había quedado dormido sobre sus enormes zapatones de policía británico proverbiales por su tamaño. Dicen que la reina y la Dama de hierro no se pueden ver pero estas historias sirven para aliviar tensiones nacionales.

En Inglaterra las grandes crisis suelen ser tormentas en una taza de té. Nada más. Y este aire deportivo que se da allí a la política a mí me da envidia. Para mi patria la quisiera. Cuentan que Mr Fagan salió de palacio fumándose un cigarrillo. En libertad con cargos. Las crónicas no refieren nada más.

 

25/06/07 1:47

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