SOLZHENITSYN Y EL ASESINATO DE LA
FAMILIA IMPERIAL
ALEJANDRO Solzhenitsyn Nació el 18 de julio
de 1918 el mismo día en que un comisario judío Abraham Yurovsky ejecuta la
orden de Lenin de ejecutar al zar a su esposa la emperatriz y a sus cuatro
hijos. Rusia ha peregrinado conmovida a los fastos de la conmemoración en
Sverdlok la ciudad de los Urales donde Boris Jeltsin siendo presidente del
soviet local mandó exhumar los cadáveres y trasladarlos a la catedral de
Petrogrado. Un rayo profético ilumina pot fuerza de ka casualidad o al husmo de
un enigma ilumina la obra del autor del “Primer Círculo” y “Pabellón Cáncer”
que pasó tres décadas en Siberia y al que en occidente se le celebró como el
narrador de los gulags. Aquí trató de convertir a Solzhenitsyn en icono del
antiestalinismo pero esta retórica vociferante tiene poco que ver con el
escenario.
Alejandro Isaevich Solzhenitsyn era un
profesor de Física y Matemáticas que reclutado por el ejercito Rojo alcanzó el
grado de Capitán de Artillería y
participó en el ataque a Berlín. Venía de una familia judía de Kislovdosk.
La
propaganda oficial refiere que su internamiento se debió a un artículo en una
revista literaria con veladas alusiones al “padrecito”. Sin embargo, el motivo
real de su deportación pudo deberse a que estuvo implicado en la “conspiración
de los doctores”. Presuntamente un grupo de facultativos judíos trató de
envenenar a José Stalin.
El amo del Kremlin mandó fusilar a Beria el jefe de la NKVD y
decreta la reclusión de los hebreos en una republica del Caúcaso. En cualquier
caso el mensaje que emite en suis obras el autor de “Un día en la vida de Ivan
Denisovich” sobre los “gulags” y los “Lager” alemanes es que las mazmorras, las
gayolas, los penales, el presidio forman parte de la condición humana.
Ya lo decía el genio del idioma castellano
Francisco de Quevedo todo en este mundo es cárcel la tierra es cárcel del mar,
la vida cárcel de la muerte, el matrimonio es cárcel del amor. Y la libertad
una entelequia en nuestros días mientras a los unos no se les apea del habla el
nombre de Hitler y a otros el de Stalin lo cierto es que en nuestra España
democrática caótica y supongamos que libre los gulags siguen a la orden del
día. Gulags del pensamiento bajo el imperio de los poderosos medios de comunicación
y los partidos políticos.
Juicio critico. Como escritor en Solzhenitsyn
destaca como primordial el aspecto político y social. Su prosa es científica y
su estilo de especialista en bío-cibernética suena como una ecuación llena de
paréntesis donde retumban las carcajadas de un cinismo melancólico de un
escritor enfrentado a su Destino (Sudbá), pasa del tema religioso. Piensa que
el alma de la existencia es la ciencia y no las creencias.
Aunque
después de manifestarse ateo en el campo
de prisioneros, al fin de sus días todos sus escritos giran en torno a una
preocupación eje: el renacimiento espiritual ruso. Un gigante de los valores
cristianos y adalid de la Fe. Sabe que la vida es lucha, cuajada de trampas
perplejidades e inconveniencias. Si novelística bebe en las fuentes de la
utopía y del absurdo.
No es
un artista de la palabra al estilo de los grandes maestros rusos ni sus textos
gozan de esa lisura poética de Bunin, Lermontov o Chejov. Escribe como lo que
era un astrofísico o un matemático, pero
se esforzó por el inventario del palabrero en el que el idioma de
Pushkin al igual que el español es señero.
Sólo aplicamos el 4 por ciento de las
riquezas léxicas de nuestro diccionario y él era un enamorado del Dal que es en
ruso el equivalente al diccionario de la RAE. También sentía pasión por los
refranes e incorpora a sus escritos el gran acervo paremiológico del mundo
eslavo penetrado de sabiduría campesina. Atacó a la Unión de Escritores de la
cual fue expulsado. Solzhenitsyn acusa a dicha organización de corrupción y
nepotismo, por dar a la estampa autores que eran una medianía y por mandar
imprimir bazofia propagandística so color de literatura. “Una escritura que no
se atreva a cantar las verdades del barquero y transmitir a la sociedad sus
errores y que no sea capaz de vaticinar a su debido tiempo los peligros morales
que se ciernen sobre ella no merece siquiera el nombre de literatura. A lo sumo
debiera a ser calificada de pura habladuría.
Los libros que se publican son papeles de
deshecho habrá que tirarlos a la basura” ( parece que se refiere a las
novedades en los escaparates de nuestras librerías este año de 2018) se publica
broza y paja y mucho autobombo, gatomaquia de cultas latiniparlas que son
profesoras de inglés y tratan de alcanzar la fama literaria sin demostrar
talento ninguno.
Las ranas se suben a las barbas de Júpiter.
Rebelión en la graja. Gruñen los verracos dentro del cobertizo. En un intento
desesperado por montar a las marranas después de haber sido castrados por un veterinario
inicuo que ha devenido en listero de las ideas, al son de la chifla del
capador. Las letras son ya predio del gran contubernio anglosajón,
Muy agudo estuvo el escritor ruso en esta
visión y eso que en España no hay una Union de Escritores al estilo soviético
sino camarillas mediáticas dirigidas por la gran Marranería catalana.
Abrimos libros que nos causan sonrojo, otros
nos aburren de puro adocenados. Irrumpió la telebasura y la literatura basura
se hizo parte del invento. Sin embargo, muchos artistas miran conmovidos a
Rusia el país de la resurrección, los perversos fusilaron a la familia imperial
atroz asesinato pero no han conseguido erradicar del pueblo ruso su memoria. El
gran politburó judío manda en España al conjuro de su máxima todo el poder para
los soviets. Es la formula del 666.
Cada mañana nuestros informativos y los
titulares de la prensa rácana de Madrid y Barcelona suscriben los diarios de la
Bestia. La literatura (dicho principio lo dan de lado) tiene una función
critica. No ames al adulador, fíate más del que impugna. Es un viejo refrán ruso. Y una palabra verdadera
pesa más que le mundo entero.
Pero el sistema sospecha de los inteligentes
y eficaces y prefiere a las medianías. Solzhenitsyn fue galardonado con el
Nobel en 1970 al que renunció bajo presiones de Leonidas Breznev.
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