Siento una satisfacción personal y la honrilla premia mi esfuerzo tras la publicación de mi libro Teresa, la judía conversa. un grupo de historiadores ha llegado a la conclusión de que la santa de Ávila tan vilipendiada y tan encomiada al mismo tiempo no se llamaba Cepeda y Ahumada. Cambió el nombre, segun una costumbre de los hebreos españoles. Se apellidaba Caruana Enriquez y podía estar emparentada con Fernando el Católico, cuya madre era una Enriquez.
No me glorifico en mí sino en el espiritu que sopló y me alumbró pues la tesis de la historia era el gran desconocimiento que se tiene del personaje merced a sus hagiografos que la elevaron a la categoría de mito, el mito teresiano. Quisieron convertirla en patrona de España en sustitución de Santiago y ello creó ampollas y mucha división en torno a la personalidad de la monja inquieta y andariega. Ciertamente que tuvo sus probelmas con la inquisicionón y cayó en algunas demasías de tipo místico erótico. Pero era muy loablo su intención de evitar que los conventos españoles se convirtieran en aparcadero de princesas viudas o "arrecogidas" que tuvieran un desliz y despechadas por sus maridos y amantes a causa de supuestos adulteriois acabasen tras el torno.
Dediqué mi libro al arzobispo de Compostela le envié un ejemplar y Su Ilustrísima ni siquiera se dignó acusar recibo ni siquiera contestarme. Este desaliento por mis pecados es un sacrificio que he ofrecido al Señor, a ese Jesús, al que tanto amaba Teresa que era una loca de Cristo, una yurdodivaia que dirían los peregrinos rusos. Me cumple el honor de haber abierto una brecha como en casi todos mis libros, publicados con grande esfuerzo economico y que siempre han topado con el desdén o el silencio espeso de la critica en una España que ha dejado de creer en la verdad y en la palabra y que se sume en un mar sin fondo de corrupciones y de vendavales políticos que al cabo resultan una tormenta en una vaso de té. Me duele sobre todo la poltronería y obtusidad de la iglesia. No cxreo en los obispos con la excepción honrosa de algunos como el arzobispo cardenal de Valencia contra el cual disparan sus dardos envenenados la gentuza más aviesa. Con su pan se lo coma. He vuelto a "clavarla". Mi abuela me dijo que yo sería un gran periodista. Puede que sí puede que no. Los resultados no me interesan pues es cosa que no depende de mí el esfuerzo el afan y el honor sí. Ladrarán luego cabalamos.
2015-10-19
fuentesoto (segovia) la matanza
La
matanza
Ya, llegado el otoño, cuando
los calendarios apuntan la fiesta de San Martín bendito, en los corrales y
patios bajo el bardal y cabe las puertas carreteras quiero decir la portada se
escucha el berrido de los cerdos que van a ser sacrificados. Su carne será adobada
para pasar el invierno. Fue el querido marrano aliento y subsistencia de mis
paisanos y recuerdo la matanza como momento inolvidable de mis días de niñez. Era
un día de solidaridad y de alegría que reunía a las familias. Al despuntar el
día las mujeres ya tenían preparados calderos, orzas y lebrillos y un plato
para recoger la sangre del interfecto. Del cerdo se dice todo se aprovecha y
están buenos hasta los andares. No era tarea fácil, se requería fuerza, con la
asistencia del capador y a veces del veterinario que examinaba los ijares del
cochino en previsión de la triquinosis. Lo sacaban de la cohorte a rastras clavándole
un garfio por la barbilla y de ahí a la toza. Acto seguido le atravesaban la
garganta con un bien afilado fierro. Luego venía la chamusquina y al cabo la
comida en familia en que se invitaba a miembros de la familia y allegados. Todos
los años se presentaba el pastor de mi abuelo Benjamín que se llamaba Melares. Era
un gañán tan simple como tragón e ignorante. En uno de aquellos banquetes
cinerarios reminiscencia de la paganía ibérica, vimos llorar a Melares a
lágrima viva después del primer plato:
▬¿Por qué lloras, Melares?
▬Porque me atraqué de calducho
y ahora no podré con las morcillas.
Incluyo este reportaje
rostros de gente muy querida de mi familia que ya duermen en La Torre. En
Fuentesoto La Torre es el Camposanto
Cochin de febreru con el suo al pa al humeru dicen por estos tesos. Sin embargo, gracias a ese
misterioso prodigio de la técnica que es el celular- dejo la política y me voy
a meter a costumbrista o a místico- logré entablar conversación de largas
parrafadas con un viejo amigo de la infancia al que considero mi s t a r e t z,
y un poco mi mentor literario- él es un lector y seguidor de estos articulitos
desatinados comúnmente- porque al hablar con él siempre se saca alguna
enseñanza para el avío.
Pues mi tocayo me
contó un chascarrillo de nuestro (él es de Vegafría y nosotros venimos de
Membibre de la Hoz, antiguamente para molinos y cangrejos) pueblo:
- El ama del cura
me quiere mucho que cuando mata el marrano dame calducho.
Y algo más, digo
yo. Venía de Cuellar de dar tierra a un pariente suyo pero la vida sigue y como
el muerto al hoyo y el vivo al bollo pues se trajeron algo de matanza, unos
choricillos. Nada más sabroso en el mundo que una buena ristra del de
Cantimpalos. Casi se me está haciendo la boca agua pensándolo, porque veo con
el ojo de la memoria, ese tercer ojo que llevan los místicos en el cogote,
según dicen, las ristras colgantes de longanizas, morcillas y algo de adobo,
exvoto de guerra del aldeano afán, orgullo de su despensa y su cocina, fuera
del alcance de las uñas de los gatos y hasta de los colmillos de la raposa que
solía hacer visitas intempestivas al sobradillo, ese desván que tiene todas las
casas de labranza de tierra Segovia y donde no se cerraban las ventanas nunca
para que se oreasen los mondongos.
Asturias que es
tierra noble y singular también tenía su matanza pero con otras costumbres y
otros modos. Aquí se mata un poco más tarde que en nuestra tierra.
Desde noviembre a
febrero se escuchaba berrear bien de mañana al gochu en los soleados y fríos
días de enero y febrero. Tocaban a fiesta. Hoy vamos a llenar la andorga,
chiquitos. Por aquí se los solía tener estabulados y bien cebones. En la tarea
participaban todos los parientes y los vecinos arrimaban el hombro, lo que era
un aval de solidaridad y de bienquerencia en aquellas aldeas, hoy en su mayor
parte deshabitadas, de un tiempo que se fue.
También los
coritos suelen comentar cuando a uno lo echan una mano aquello de con la ayuda
de mi vecín el mio pa mató un cochin. Era una fiesta familiar y a la vez
comunal. Entrañable y de las que levantan el ánimo e infunden ganas de vivir.
El otro día pude asistir
a una matanza en Cangas de Tineo que es uno de los pueblos más sanos y oreados
del norte de España. El aire es más fino y sutil por estas cumbres donde
muestra el riñón o sus largas piernas la cordillera cantábrica, próximo a la
sierra de los Ancares.
Era sábado y se
habían acercado desde Avilés, Gijón y Oviedo los hijos mozos del señor que
organizaba el festín. Era un verraco de más de veinte arrobas al que habían
bautizado con el apodo del “Terrorista” no porque pusiera ninguna bomba sino
porque era el “terror de las nenas”, en este caso, de las marranas. Cerda que
cubría cerda que preñaba pariendo camadas de hasta doce lechones.
Un paisano
pequeñín chocleando sus madreñas por el narvaso del corral – en otros tiempos
no hubiese dado la talla y lo hubieran declarado útil para servicios
auxiliares, si hubiera ido a la mili, enclenque no muy trabado de hombros pero
qué fuerza y qué habilidad, vive Dios, si era todo bríos aquel hombre- se
acercó a la cohorte a la agachadiza y con gran precaución porque Terrorista
estaba bien armado en todos los sentidos de la palabra, lo citó como un torero
reta a un eral a puerta gayola.
-Ino.. ino..ino.
Quieto galán,- decía Celsín el que desempeñaba el papel de matarife casual. Muy
experto con el cuchillo. Y avanzado en las buenas artes cisorias de matarifes y
jiferos.
Y al decir esto le
ahincó un garfio que escondía en la diestra en la papada del bicho con golpe
certero y experto. El animal, que debió de barruntar que le había llegado su
última hora, empezó a gruñir y a recular mirando a sus verdugos con malas
intenciones. El cerdo es animal fiero e indomesticable, aunque lo califiquen de
doméstico, no conoce al dueño aunque digan que su anatomía es muy similar a la
del ser humano. En todos ellos se esconde el antiguo jabalí salvaje del que
procede. Tampoco suda y se purifica revolcándose en el barro de las charcas. No
quería por todo el oro del mundo Terrorista abandonar su inmundo habitáculo.
Entre toda una
cuadrilla que apareció de no sé donde lo sacaron a rastras de su pocilga, lo
maniataron y entre todos lo arrumbaron sobre la toza sacrificial. El marrano no
dejaba de atizar dentelladas, menar el rabo con furor y patalear pegando unos
berridos que se clavaban en las estrellas. La escena, poco apta para
melindrosos, hoy suscitaría protestas en la sociedad protectora de animales,
pero por esta zona las buenas gentes, habituadas a luchar contra las fuerzas de
la naturaleza, la crueldad anda por otros capítulos. La telebasura suele emitir
escenas más crueles o más sórdidas.
¬ -Quieto, cabrón,
que casi me avías- grita Celsín apartando uno de los dedos a los que el cerdo
quiso tirar un viaje
- Caguen dios
- Si dices caguen
dios nunca mires para arriba-, le dice sardónico y guasón otro de la cuadrilla-
Tú clava bien la poderosa ahí en eso, hazti cuenta que es Ben Laden, el enemigo
del genero humano. Puxa. Empuja sin piedad, Celso del alma.
- ¿Y quien es
ese?, pregunta Celsín ignorante.
- Un moro muy malo
que dicen que quiere llevarse por delante a todos los cristianos. Llevan muchos
años tras su pista pero no consiguen atraparlo. Se esconde en las montañas como
los maquis que rondaban estos montes hace unos cuantos. Unos dicen que es un
fantasma y otros que un invento de los americanos.
- Ah, pues no lo
sabía- repuso el matarife sin darle demasiada importancia a la información.
Entre todos al fin
consiguieron sujetarlo, no con poco trabajo y peligro para la integridad física
de los “viroleros”. Y “Terrorista” vio por última vez la luz de Tineo.
Me dio la
impresión de estar asistiendo a un ritual sagrado que viene celebrándose desde
los romanos y esta es tierra por las que pasó la legión Asturica que llevaban
entre otras cosas entre sus exuvia
(exvotos) la cabeza de un puerco ondeando sobre el lábaro. No se entiende la
historia de Roma sin el concurso del sus
o puerco para los amigos.
El alimento de los
campamentos era la carne de este animal sazonado junto con un pescado en
salazón al que denominaban garium. Se
bebía la posca que era un vino fuerte mezclado con hiel, vinagre y algo aguado
entre cuyas propiedades anestesiaba los miembros doloridos y aminoraba el
cansancio de las grandes caminatas. Posca es lo que dio a beber a Cristo cuando
expiraba en la cruz. Él lo probó pero no lo bebió.
Luculo, como saben
bien los sibaritas, hacía maravillas con la carne de jabalí, bocado exquisito,
en los triclinios. Podían comerse un marrano entero sus comensales y no les
hacía daño porque lo arrojaban en el vomitorio por arriba y por abajo y a
seguir la manduca. Cosa curiosa un animal sagrado para los indoeuropeos se
convierte en inmundo para los pueblos semitas.
Cristo Bendito no
probó el chorizo ni el jamón- es la única merma que encuentro en la lectura de
los evangelios, me cagüenla con lo que
nos gusta a los españoles el jalufo- y cuando tuvo que echar a una legión de
diablos que atormentaban a un poseso los mandó arrojar sobre una peara de
cerdos. Pero por estas altitudes aunque cristianos viejos y muy devotos de la
Santina, de la Virgen del Carmen y de San Roque no hay moros ni judíos que
detestan el jalufo. Tampoco viven empapados de teologías ni de política. Uno
que es aficionado a la filología etimológica comprueba con sorpresa que la
palabra cristiano se contrapone a la de pagano. Los paganos eran los de los
pueblos y aldeas. El cristianismo fue, dicen sus detractores, una leyenda
urbana. Nació en las ciudades envuelto en aires cosmopolitas en oposición al
que residía en el campo. Las palabras suben y bajan por la cucaña de la
semántica de tal forma que en ruso a los campesinos, a los simples, se los dice
“ x r i t i a n i n” y lo que son las cosas el vocablo cristiano va a degenerar
en cretino como sinónimo de persona lerda e ignorante. Por Tineo y sus aldeas
de arriba, horma de hidalgos y de cristianos viejos, puede que no sepan mucho
de tales disquisiciones. Ni falta que hace.
Baste señalar que
la matanza del gochu ay carayu reviste todas las reminiscencias
mágicas de la antigüedad sincretista.
Entretanto
aparecen las mujeres. La abuela Jovita trae un lebrillo y lo coloca en el suelo
donde recibe el goteo de la sangre del animal que expira entre estertores.
Cuando el cochino estira la pata, acude una de las fias (hijas) del amo con una botella de cazalla. Se agasaja al
experto matarife, el Celsín, tan enteco y tan magro de carnes que es capaz de
sujetar a un novillo entre los brazos pero no lo demuestra. Debe de ser un
asturiano bravío de ojos alegres y sonrisa jovial. Todos los participantes en
la matanza brindan por el éxito de la operación con una unción casi religiosa.
Pues ya digo entre estas casas que tienen forma circular algunas de antiguas
pallozas con las techumbres cubiertas de bálago se venera, herencia romana, al
marrano como a un dios ancestral.
-Salud y de hoy en
un año, guajes.
-Eso es lo que fai falta y que al añu que vien todos lo
veamos en amor y compañía.
El amo al que
nombran Nicolás escancia otra copa de orujo y la vierte sobre uno de las patas
del porcino. También esto es ritual. Hay que enterrar al bicho encomendarlo
adiós y que se vaya lejos el diaño que es como mientan al diablo por estos
lares. Por allí merodean los gatos, el ama les espanta diciendo chape, chape.
Ladra un mastín que ha barrunta la carne desde su tenada lejana. Del vientre
del cerdo sacrificado sale como humo. Están expirando los bandullos.
A esta operación
sigue el de la chamusquina. Insertan una tolva de paja sobre el cadáver y luego
prevenidos de una teja cada uno de los laborantes se despelleja al animal antes
de destazarlo. Lo primero que se extrae es el “alma”, una tira muy grasienta entre
el belfo y las criadillas. La vivisección de las criadillas tiene también su
intríngulis. Es manjar exquisito para algunos paladares pues es tradición que
conservan propiedades afrodisíacas y potencian la virilidad de los desganados.
Los paisanos hacen chanza de las proporciones verdaderamente considerables del
órgano reproductor del semental.
-Con una de esas
ya me conformaba yo para toda la vida, nin.
- Y ¿pa qué quies crija si te falta verija?
- Ya me las
apañaré yo- dice apodíctico como un oráculo Celsín limpiándose con una ropón
las manos ensangrentadas y dando por concluida su cruenta operación
Todos se echan a
reír. Y a uno de los muchachos de la casa le regalan la zambomba o vejiga que
inflada adquiere las proporciones de un balón de reglamento. Sigue la fiesta
pero la misión del matarife y sus ayudantes ha terminado.
Ahora la faena
corre a cargo de las mujeres que se afanan acá y acullá con los barreños, pican
la carne, también cebollas y cuecen la sangre para las morcillas en grandes
calderos de cobre. Lloran los ojos de los convidados a causa del ácido que
despide el tubérculo. Pasa el jarro una y otra vez, se cuentan historias de
cuando entonces y pronto llega la hora de comer que es un banquete digno de
romanos y según costumbres que sólo en España conservan los astures, gente
generosa y pródiga en su hospitalidad abondo y abundante.
Las escenas que he
vivido este día de febrero en esta villa entre montañas me han recordado los
tiempos de mi infancia cuando el abuelo mataba el marranillo, parte fundamental
de nuestra dieta castellana. Por Castilla somos más ahorrativos y frugales y
los choricillos solían meterse en aceite y se conservaban dentro de una olla
hasta el verano. Recuerdo que un tío mío Pedro el Sacristán, que, aunque no
había leído el Lazarillo, la vida y el hambre le hicieron aprender mucha
gramática parda, nos dejó a todos a buenas noches. Se las ingenió para hacer un
orificio en el culo del ánfora que guardaba las longanizas y por abajo extrajo
mediante un canuto las sartas de embutido que atesoraba aquel cofre. Para que
la abuela no se diera cuenta introducía nabos en la boca de la olla y cubrió
con cera el agujero.
Aquel año los
gallegos que vinieron a segar a Fuentesoto se quedaron sin pitanza. El bueno de
Pedrito, cuando se descubrió el engaño, anduvo tres días sin portar por casa,
en el temor de que el abuelo que tenía su geniecito le hiciese regoldar
embutidos a cintazos.
El primer plato de
las comidas de matanza tenía mucho fundamento. Era el calducho a base de sangre
y cebolla picada. En Membibre de la Hoz, en ca mi abuelo Parra oí en cierta
ocasión contar a mi padre lo que le ocurrió al pastor Melares que era el de
casa y era uno de los incondicionales invitados a la ceremonia. Acudía meneando
sus piales y sus abarcas desde el aprisco, pasaba más de seis meses en la
majada sin portar apenas por el pueblo. Llegaba con un hambre de seis semanas.
La abuela Paula sirvió el calducho y nuestro rabadán se metió cinco tazones
entre pecho y espalda. Casi reventaba. Llegó el turno de las morcillas pero
allí estaba el bueno de Melares que se aflojó la correa mientras meneaba
tenedores. En estas se puso a gimotear a moco tendido.
- ¿Por qué lloras,
Jacintón? ¿No se te habrá muerto alguien? ¿Ocurriote alguna desgracia?- le
preguntó el abuelo Parra
- Nada, señor amo,
que tomé mucho calducho y ahora no puedo con las tajadas. Y me dan ganas por
eso de llorar.
Fue caso muy
comentado la del pastor Melares el Jacintón, discurrió de boca en boca por el
pueblo durante tres generaciones y hasta le sacaron cantares. La matanza del
gochu ay carayu que carayu.
Por lo demás el
lomo, las manitas y la cecina solían colgarse de varales en el cocedero. A la
vista de todos. Se ven pero no se tocan, niño. No solían encentarse más que
cuando había un compromiso o venía visita pero al fuego del hogar y mirando
para donde colgaban las morcillas nos consolábamos. Uno de los recuerdos más
exquisitos que atesoraron mis papilas durante mucho tiempo era aquel tocino que
en rebanadas echaba la abuela al cocido y untábamos en pan. Teta de novicia,
bocato di cardinale, como se suele decir. Nunca probé exquisitez tal en mi
vida, ni angulas, ni langosta, ni caviar, ni Arguiñano ni la nueva cocina, ni
todos embelecos de los nuevos artistas coquinarios que no venden aire a todas
horas y acabamos con el estomago vacío y la mula mal capada, y mucho te quiero,
perrito pero de pan poquito. Nada en comparanza con aquella rebanada de
tocinillo de los cielos que masticábamos a dos carrillos en los almuerzos del
invierno.
Gracias Antoñito
Valdivieso por sugerirme el tema de este artículo que estoy seguro que tú lo
escribirías mejor y con más gracia pues eres solerte, un compañero al que todos
queríamos emular y muy bien preparado desde cuando estudiábamos latines. Es un
lujo hablar contigo Te acompaño en el sentimiento por lo de tu pobre tío. Y que
en el cielo lo veamos y nos aguarde allá muchos años, tocayo. Nunca pierdas el
buen humor, que no te derribe el desencanto y recuerda el espondeo de Horacio
que mediamos en las clases de latín con don Valeriano:
-Ars lunga vita
brevis.
Mucha salud,
hermano.
2015-10-18
la arroba española
de pesos y medidas
fue
LA @ TRIUNFAL
Crecí de niño
escuchando la palabreja cuando mi abuelo colgaba de las vigas de la portada el
marrano morato le sacábamos el alma y el tocino las criadillas el alma el
mondongo el calducho y la vejiga para zambomba.
-Ha pesado 20 arrobas,
chiquitos. Estaba de buen año.
Una arroba eran 11
kilos y 502 gramos. Eso me lo sé yo desde pequeñito. En las clases de
aritmética don Felipe nos decía que la @ no servía para nada. Era como la
distancia de pi que está ahí pero de la que nadie se preocupa. Ahora gracias a
Internet ha salido del armario y cunde en el lenguaje universal del HTML. La
red lo magnifica. ¿Quién lo iba a decir a mí? Un guarismo matemático con poca
fortuna hasta que lo rescató del desván de los recuerdos Billy Gates que para
los ingleses era una desinencia de la preposición “ad” latina y en castellano
venía a ser un sinónimo del signo de multiplicación. La arroba aunque pesara lo
suyo era como estar en el limbo. Ya digo la distancia de pi por 3.1416. Es una
palabra castellana castellanísima aunque arrebatada a los sarracenos en
lexicográfica algarada. Castilla vino a ser un crisol de culturas y el
alcaloide que fundió pareceres y les dio talante único. Viene de los árabes de
Mallorca donde como ya dijimos el elemento muslímico abundaba y había muchos
exaricos libertos. El catedrático Oliver Asin siguiendo la trocha por la maraña
impenetrable de la historia de España que abriera el llorado don Claudio
Sánchez Albornoz asegura que es étimo de “al-ribat” (servicio de defensa), lo
mismo que rápita y de ahí viene la Rábida que no quiere decir otra cosa sino
fortín. El “arrobt” (plural) era un servicio de descubierta o escucha llevado a
cabo en la frontera por un escuadrón de jinetes. La palabra “arrabda” aparece
en Mío Cid escrito por un juglar de Medinaceli muzárabe hacia 1140. las villas
y ciudades tenían que pechar tributo por este servicio de protección que
comprendía la rafala (vigilancia a caballo) proveniente de rahal y rafallo una
voz que todavía puede escucharse en mallorquín. Para los moros el rahal o tahal
es el lugar donde se vive. Bien lo saben los moriscos de Baleares. Otro
servició era el de sculca (escucha a pie). Y por último la anuteba incluía otra
prestación la de caballería que consistía en vigilar a los rebaños de la mesta.
Porque en el Libro del Buen Amor caballería tiene otra carga semántica
diferente a la que ahora se le da; es el acto de conducir y domar reses bravas.
Una suerte de rodeo. Tiempo adelante se convirtió en un tributo y de ahí se transmuta
en una unidad de pesos y medidas castellanas antes de que se inventase el
sistema métrico decimal. Arroba tenían que pagar el yuguero Vg.: los que tenían
una yunta de estos animales. Se incorpora después al léxico pastoril. La tasa
de @ procede sin embargo de otra pecha que estuvo muy en boga en la alta edad
media: la anúteba (anutba, anutwa) también de origen morisco (anubda). En
principio era un servicio de vigilancia a los que trabajaban en
fortificaciones. Los de a caballo patrullaban el perímetro. Cuando sonaba el
toque de anúteba villanos pecheros infanzones ricos-hombres y clérigos había de
acudir bajo las armas. Pero anúteba era un tributo lo mismo que fue la arroba
por redimirse de este servicio de guerra al rey. La anúteba se documenta a partir
del siglo XI en León. Está registrada en el Fuero de Brañosera. Las fronteras
eran elásticas y cuando llegaba la primavera indefectiblemente venía la aceifa
de la caballería árabe. Sin la vigía de la anúteba o la alerta –otra voz árabe
que observaba el horizonte venían los moros y podían cortarte la cabeza. No
había otra alternativa. La Fe se suponía como el valor en el soldado.
Maria Estela González
documenta esta palabra el año 969 cuando el conde Fernán González otorga
donación de tierras al monasterio de Santa María de Rexmondo (hoy Remondo)
pueblo lindero de Valladolid que perteneció a la diócesis de Segovia y donde
vive un amigo mío. Castilla estaba despoblada y la vida era muy difícil. Poco a
poco fue repoblado por vascos, asturianos, gallegos y gascones allende el
Pirineo. La suerte de las armas es muy mudable y alternativa. A las razzias
muslímicas responden los reyes de León y los condes castellanos con algunas
cabalgadas. Se arruinaban campos, se destruían iglesias, se talaban vegas, se
desviaban ríos para estrechar el cerco y rendir por sed y por hambre al
enemigo. No solía haber compasión con el vencido. Esto quería decir @ de arroba
que hoy es un logotipo tan pacífico como la anúteba un procedimiento para
salvar el pellejo a los que vivían peligrosamente “prevenidos en frontera”. La
descomposición del califato de Córdoba y la toma de Toledo por Alfonso VI da un
respiro a las huestes de la cruz pero así y todo no las tenían todas consigo.
Los monarcas exigían a sus pecheros no sólo el vasallaje. También tributos y
rentas. Castellera era un pago para retranqueo de muros y tarea de
fortificaciones de castillos y fonsaderas dinero para la guerra. Reliquia de
este impuesto es en Asturias la sextaferia que los castellanos llamamos
obreriza por la mi tierra Aquellos cotarros de Osma y Medinaceli, Clunia o
Peñafiel eran arrebatados a Alá con muchos dolores y trabajos. La vida valía
poco. Se vivía menos. La reconquista un derroche de hombres y de
caudales. No es extraño que a veces hubiera desfallecimientos.
Las tierras
conquistadas se hacían por el derecho de presura simplemente tomando posesión
en nombre del rey, el conde o el clavijero en las zonas de abadengo o mediante
cartas pueblas y fueros que otorgan a sus súbditos en virtud del juramento de vasallaje.
Así los que convierten en enfiteutas o usuarios de los territorios arrebatados
a la morisma. Arrobas. Anútebas. Servicios de escucha. Labor de descubierta.
Monasterios: Corias, Brañosera, Oña, Cardeña, Villadiego, Pampliega,
Villalvilla. Los frailes iban igual a la guerra y fueron la reserva espiritual
que permitió aquella labor titánica. Picaban espuela los obispos. Un Gelmirez.
Un Ximenez de Rada. La iglesia era el gran poder. Uno expurga los tumbos, los
cartularios, fueros o cartas pueblas y no encuentra otra cosa que pleitos,
cartas de pago, y contiendas de diócesis contra diócesis de monasterio contra
monasterio, rieptos, caloñas, hurtos y “coemptio” y tributos tan vergonzosos
como el de las cien Doncellas de Otón el Gordo que viajó a Córdoba para que los
galenos del Califa le curaran del mal de piedra .
Era un poco la fe del
carbonero y no quedaba espacio para muchas teologías ni tiempo que perder. El
Arcipreste proyecta su filosofía en un par de versos: “haber mantenencia y
haber ayuntamiento con hembra placentera”. El leitmotiv de la existencia.
Eso sí; pecadores. Se
arrepentían. Y todos creían en la vida eterna. Esta fe en el más allá hizo
fuerte a la Iglesia y al Islam. Uno y otro creían en el cielo y en el Paraíso
de Alá. Vivían combatiendo cada uno por su lema. Y moros y cristianos eran
recios. Morían por su fe. Su ideal y por sus garbanzos.
Tenaz lucha a vida o
muerte. Caballeros que llevaban en el arzón como Rodrigo Díaz que buen
caballero era aquel mozárabe un icono de Santa María. Fe. Tesón. No rendirse
jamás. Aquellos hombres pesaban seis arrobas pero valían un quintal de oro. La
fe mueve montañas. Así que la @ es un legado de España a la humanidad, el óbolo
y la ofrenda de un tiempo difícil. Veo a los mozos más granados de Castilla la
gentil cabalgando hacia la muerte por aquellas parameras y tierras de pan
llevar. A pagar el tributo de la arroba y la anúteba. Entonces las fronteras
eran muy fluctuantes como el hambre y la sed frecuentes y si no andabas ojo
avizor venía Almanzor te cortaba los árboles de tus montes te robaba las
mujeres y te quemaba las cosechas . Muerte y desolación. Es curioso que este
signo que fue moneda de cambio en los tiempos de la Reconquista sea hoy
contraseña de comunicación entre las gentes. Millones de personas en todo el
mundo lo teclean miles de horas al día. Arroba. Anúteba. Hoy sigue habiendo
moros en la costa. Aún no acabó la reconquista. Pero el peor enemigo no es el
moro ya. Es el moro interior que todos los españoles llevamos dentro. Y ahora
en este reino de tejas abajo ya se cree poco en eso de la vida eterna.
2015-10-17
BEARN
BEARN LA MEJOR NOVELA EN CATALÁN ESCRITA
POR UN FALANGISTA
A los de la tercera edad nos
queda el consuelo de la filosofía y el fulgor de la buena literatura que hace
brillar nuestra alma con impulso de juventud. Este puente del Pilar lo pasamos
mi mujer y yo a la vera de la mar de Gandía la guapa y ducal, emporio de los Borja.
Cuenta con una de las mejores playas de la costa mediterránea.
Entre paseo y paseo por el
malecón del Grao, Gandía Ciudad y el Puerto me he metido entre pecho y espalda
las casi 400 páginas de “Bearn”. Es la obra de un falangista mallorquín, médico
militar que escribe una prosa excelsa. Y me sucedió lo que siempre acontece a
los catadores del buen vino y de la buena literatura que una vez descorchada la
botella somos incapaces de abandonar la lectura.
La crítica de este libro
injustamente olvidado pero que fue un texto de referencia durante los años
sesenta después de haber sido traducida al castellano por el propio autor que
la editó a sus expensas en un primer libro de la década de los 30, cuando
anduvo a la greña con una editorial de Barcelona que le quiso corregir el texto
ajustándolo a la nueva normativa ortográfica moderna de la lengua de Ausias
March.
Bearn ha sido definido como el
Proust español. La cita de Espriú que inaugura el texto “ els meus ulls ja non saben sino contemplar dies i sols perduts”
define el intento de Llorenc Villalonga de recuperar un tiempo perdido del
pasado rural de la Isla
de la Calma. El
argumento narrado en primera persona por un sacerdote y capellán que narra la
decadencia de una casa aristocrática campesina en las montañas de Soller tierra
pobre de carrascas, algún olivar donde se vive aun en régimen patriarcal. El
amo del lugar es un personaje que vivió su juventud en Paris donde abrazó la
francmasonería pero he aquí que en una de sus contradicciones sintiendo ya la
llamada de la tierra se viste del hábito franciscano y cubre su calva con una
peluca empolvada. El libro tiene algo de novela gótica, un cuarto cerrado donde
está la casa de las muñecas, citas al Fausto y a Virgilio.
En la casa se bebe buen vino y
para yantar butifarras. Don Antonio es un apasionado del progreso. Uno de los
mayores para este diplomático afrancesado que al final de sus días quema sus
libros y entrega al capellán (parece ser que era hijo bastardo del señor, lo
tuvo con una criada) el depósito de sus memorias) fue el de la maquina de coser,
la maquina de vapor, la hilandera volante, el automóvil los cañones de Krupp,
el teléfono de Bell, la radio de Marconi .
El siglo XIX fue el tiempo de las
grandes guerras y de los revolucionarios inventos. Todo uno. Al tiempo que se
respira un ambiente pagano de culto a la belleza y al amor que pasa fugaz por
la vida de los mortales. El narrador esparce a lo largo de los capítulos
consideraciones morales y políticas y descubre la mentalidad del periodo de la Regencia. Don Antonio Maura era
también mallorquín. Villalonga 1897-1980 en la guerra civil se afilió al
Movimiento y nunca ocultó sus simpatías hacia José Antonio y los falangistas. Ello
le valió al escritor un extrañamiento con los nacionalistas, que lo silenciaron
y lo siguen silenciando. Detrás de este afán de escritor prolífico — una
treintena de libros la mayor parte en catalán— nos cerciora de que es una
mentira y de las más gordas el que el catalán fuese perseguido durante el
franquismo.
El dictador Primo de Rivera que
fue gobernador militar de Cataluña asegura en sus memorias que el catalán era
el idioma de casa y de la calle, reservándose el castellano para las lenguas
oficiales y el mismo José Antonio, que tuvo una novia catalana lo hablaba con
fluidez. Franco siguió el consejo de su predecesor. En el mismo orden de cosas
cabe asegurar que nunca fue tan boyante ese idioma que durante la década de los
sesenta al ochenta. Veinte años de esplendor cultural con Barcelona como
emporio editorial, una verdadera “Renaixenca”.
Se constituyó en eje de marcha de
aquel impulso escritor y fue el que llevó a Cela el mejor escritor castellano
de la postguerra a vivir a Palma de Mallorca. Asegurar pues que fue perseguida
la lengua catalana es una calumnia propalada por las “fuerzas oscuras”.
Yo recomendaría a muchos
españoles que releyesen “Bearn” para
empaparse de ese “seny” catalán que brilla por su ausencia en las cerriles
mentes de los separatistas. Con su intolerancia y ceguedad pueden conducir a
España a la mayor crisis de su historia después del 98 porque Mas con su indolente
desplante se empeña en lanzar el reto de un órdago a la grande y de esto vamos
hacer un pan como unas hostias o como dice la payesía de las tierras
levantinas:
—d´esteu pá farás sopes
Y es que Mas va de listo por la
vida y nos quiere dar a todos sopas con honda aunque hay que atribuir parte de
la crisis a la indolencia e incompetencia del gobierno central y a la ignorancia
que vive el pueblo español sobre Cataluña y las cosas de aquel gran país. Pero
eso es cuestión de escuelas que diría el León de Grao: Joaquín Costa
CEMENTERIO JUDIO DE SEGOVIA EN EL PINARILLO
EL OSARIO JUDÍO DE SEGOVIA
La verdad que en esta hermosa mañana de
viernes de vuelta a mi ciudad he sentido un estremecimiento en mi alma a la
vista del osario o cementerio judío una lápida en hebreo y en castellano encima
la estrella de David. Yo nací justo enfrente de estas mastabas al otro lado del
Clamores en la puerta de San Andrés o del Socorro. Algo muy adentro vibró en mí
como un latigazo. Casi rompo a llorar recordando vivencias de mi infancia y
aquella tarde de febrero cuando camino de la piedad con otros niños vimos a un
sacerdote revestido con el efod y envuelto en el paño de oración leer en un
breviario mientras hacía genuflexiones de cabeza hasta tocar casi la roca con
la cabeza (lo he contado ya en alguno de mis libros) eran los tiempos del
franquismo y en el Pinarillo hacía un frío que pelaba. Nadie dijo una palabra.
El sacerdote después de rezar a toda prisa plegó su libro recogió su dulleta y
desapareció. Enterraban de pie a los hijos de Israel mirando al Este en
sepulcros excavados en la roca caliza que eran auténticas mastabas. Durante la
baja y alta edad media este era uno de los dos osarios que había en Segovia
pero el del Pinarillo era el más importante por la proximidad a la judería
vieja entre las Escalerillas de San Roque y la catedral en cuya bajada estaban los
obradores de los orífices y los tenderetes de los prestamistas.
La verdad es que a muchos de nosotros,
que esperamos el Reino de Dios, nos descorazona la situación en Oriente Medio,
la guerra de Siria, que está llenando Europa como resultado de las guerras de
Obama. El estado hebreo es hoy una potencia armamentista pero no deja de ser
paradoxal que mozos palestinos con hondas y con piedras, sin armas de fuego, se
enfrenten al poderoso ejército israelí con un ajuar de combate de última
generación. Existe una desproporción que nos hace dudar en parte del espíritu
bíblico de nuestras creencias.
Los católicos oramos al Señor en la
lengua de Israel. ¿Dónde se queda la más hermosa palabra del idioma hebreo que
es “Shalom”? ¿Es lícita la venganza y la ley del Talión para reconquistar unas
tierras que pertenecieron a nuestros antepasados?
Puede que las respuestas a tan
inquietantes interrogantes la tengan los muertos que yacen en el osario de
Segovia. Vana ilusión, afán de poder y de granjería. Todo quedará sumido en el
polvo de los huesos dispersos por estas mastabas. Con su prepotencia el estado
hebreo se está ganando la animosidad y la antipatía de la opinión pública
mundial por más que se empeñen los que dominan el cuarto poder de demostrarnos
lo contario. Vivimos, en cierto modo, aterrorizados y acongojados por lo que
sucede en nuestro entorno. El odio y la venganza no pueden venir de Yahvé sino
de los muchos diablos que pululan por el orbe y Satanás se ha vuelto en
nuestros días, anónimo. Opera a compás de sociedad limitada.
El
ángel caído se nos presenta con un rostro anónimo políticamente correcto y
hermoso. Eso lo saben muy bien los cabalistas que se queman cada día los ojos
leyendo las Escrituras y ofrecen una visión equivocada de los textos sagrados. Dios es la vida. Nunca puede ser la
muerte. Sin embargo, un ojo en el
cielo y otro en el suelo los judíos siempre gozaron en nuestra ciudad de la
protección del cabildo. Al obispo le administraban las rentas. Más de un
setenta por cierto de la población era de raíz conversa ocupando preminencias
en el estatus y escalafón social. Los judíos estaban sometidos a la
jurisdicción real y arropados por la iglesia.
Después, creo entender a través de mis
copiosas recapitulaciones sobre este asunto, venían los pecheros y villanos y
lo que se ha llamado en llamar la canalla o chusma. Nadie duda de ese misterio
que acompaña a los hijos de David en su peregrinar por la historia. Fueron los
patrocinadores del imperio español y a su cargo corrió (siempre fueron
excelentes administradores y ecónomos) la obra de la colonización americana e
incluso apuntalaron a la iglesia católica cuando esta se derrumbaba a
consecuencia de la rebelión protestante del norte europeo. Ahí están las
grandes eminencias místicas: teresa de Jesús, Juan de Ávila, Ignacio de Loyola
y en literatura el Lazarillo, todo Tirso, Quevedo acaso Cervantes que procedía
de una aljama en la raya de Galicia. Algunos en secreto siguieron observando
las tradiciones del pueblo elegido otros se exaltaron y quisieron ir más allá,
en su catolicismo de bríos nuevos, cayendo incluso en aberraciones como las de
los alumbrados. Sea como fuere el caso es que nadie profesó un amor a
Jesucristo tan depurado como Teresa de Jesús.
Esa santa que nos enamora, nos divierte
y nos advierte y nos acongoja, llamando siempre tan castellana al pan, pan y al
vino, vino. Se trata ni más ni menos que del espíritu mesiánico que es
privativo de la raza de Israel. Dudo sin embargo que el sionismo de Teresa de
Cepeda y Ahumada sea el mismo que el de Benjamín Netanyahu o del propio Ben
Gurion quien en la declaración de independencia evitó pronunciar ni una sola
vez la palabra Yahvé (yo soy el que soy) y sólo se refirió a la Roca de Israel.
Una roca como la de este viejo osario judío de mi pueblo que hoy me hizo
estremecer. Prorrumpí en un kadish, con la recitación del salmo 62:
Oh dios tú
eres mi dios/ a quien busco con denuedo/ sedienta está mi alma de ti/como
tierra árida sin agua/ porque tu misericordia es mejor que la vida/
Impávida, alta solmene, ebúrnea la torre
excelsa de la catedral segoviana nos miraba. Yo escuchaba el murmullo lejano de
las aguas del Clamores, fecundando los tablares de las huertas entre las peñas
con alientos de eternidad. Corrían las aguas de nuestra segunda corriente
fluvial ajenas a nuestras discusiones por causa de los odios religiosos o las
efervescencias políticas. Que poco tienen que ver con el Israel que nos enseñó
a rezar y cuyos salmos cantamos. Dejemos que los muertos entierren a sus
muertos. Ahora comprendo también lo que me declaró a mí una vez la señora Golda
Meir en una conferencia de prensa: “Para un judío España no es un país como
otro cualquiera”.
Cierto que acusamos en nuestra pereza
mental a Israel de nuestros males: las guerras de Oriente Medio y sus anhelos
expansionistas que están destruyendo naciones como Siria o Iraq pero todo este
agobio y congoja ¿no vendrá determinado por nuestra poltronería, nuestro
paganismo, ese hedonismo materialista que nos pervade, ese egoísmo sin fin radicado
en la pobreza de ideas?
Muy pronto, si dios no lo remedia, vamos
a tener que entonar un kadish por esta España que se muere en medio del
griterío y la confusión.
Quizás nos aguarde un tiempo de
purificación. No echemos la culpa a los judíos de nuestros desafueros y yerros.
Pero tampoco Israel debe mirarnos con deseos de vindicta. Que resuene por
doquier la palabra más hermosa jamás pronunciada por labios humanos que es la
palabra “Shalom”.
Y “speret Israel in Domino” y les digo a
nuestros hermanos mayores que aquí en Segovia nadie les odia, sed parte
nuestra. Enterremos el pasado el hacha de la guerra y glosando a Isaías que los
alfanjes y flechas se transformen en rejas de arado.
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