2015-10-17

CEMENTERIO JUDIO DE SEGOVIA EN EL PINARILLO


 






 
 
EL OSARIO JUDÍO DE SEGOVIA

 

 

 

La verdad que en esta hermosa mañana de viernes de vuelta a mi ciudad he sentido un estremecimiento en mi alma a la vista del osario o cementerio judío una lápida en hebreo y en castellano encima la estrella de David. Yo nací justo enfrente de estas mastabas al otro lado del Clamores en la puerta de San Andrés o del Socorro. Algo muy adentro vibró en mí como un latigazo. Casi rompo a llorar recordando vivencias de mi infancia y aquella tarde de febrero cuando camino de la piedad con otros niños vimos a un sacerdote revestido con el efod y envuelto en el paño de oración leer en un breviario mientras hacía genuflexiones de cabeza hasta tocar casi la roca con la cabeza (lo he contado ya en alguno de mis libros) eran los tiempos del franquismo y en el Pinarillo hacía un frío que pelaba. Nadie dijo una palabra. El sacerdote después de rezar a toda prisa plegó su libro recogió su dulleta y desapareció. Enterraban de pie a los hijos de Israel mirando al Este en sepulcros excavados en la roca caliza que eran auténticas mastabas. Durante la baja y alta edad media este era uno de los dos osarios que había en Segovia pero el del Pinarillo era el más importante por la proximidad a la judería vieja entre las Escalerillas de San Roque y la catedral en cuya bajada estaban los obradores de los orífices y los tenderetes de los prestamistas.

La verdad es que a muchos de nosotros, que esperamos el Reino de Dios, nos descorazona la situación en Oriente Medio, la guerra de Siria, que está llenando Europa como resultado de las guerras de Obama. El estado hebreo es hoy una potencia armamentista pero no deja de ser paradoxal que mozos palestinos con hondas y con piedras, sin armas de fuego, se enfrenten al poderoso ejército israelí con un ajuar de combate de última generación. Existe una desproporción que nos hace dudar en parte del espíritu bíblico de nuestras creencias.

Los católicos oramos al Señor en la lengua de Israel. ¿Dónde se queda la más hermosa palabra del idioma hebreo que es “Shalom”? ¿Es lícita la venganza y la ley del Talión para reconquistar unas tierras que pertenecieron a nuestros antepasados?

Puede que las respuestas a tan inquietantes interrogantes la tengan los muertos que yacen en el osario de Segovia. Vana ilusión, afán de poder y de granjería. Todo quedará sumido en el polvo de los huesos dispersos por estas mastabas. Con su prepotencia el estado hebreo se está ganando la animosidad y la antipatía de la opinión pública mundial por más que se empeñen los que dominan el cuarto poder de demostrarnos lo contario. Vivimos, en cierto modo, aterrorizados y acongojados por lo que sucede en nuestro entorno. El odio y la venganza no pueden venir de Yahvé sino de los muchos diablos que pululan por el orbe y Satanás se ha vuelto en nuestros días, anónimo. Opera a compás de sociedad limitada.

 El ángel caído se nos presenta con un rostro anónimo políticamente correcto y hermoso. Eso lo saben muy bien los cabalistas que se queman cada día los ojos leyendo las Escrituras y ofrecen una visión equivocada de los textos  sagrados. Dios es la vida. Nunca puede ser la muerte.  Sin embargo, un ojo en el cielo y otro en el suelo los judíos siempre gozaron en nuestra ciudad de la protección del cabildo. Al obispo le administraban las rentas. Más de un setenta por cierto de la población era de raíz conversa ocupando preminencias en el estatus y escalafón social. Los judíos estaban sometidos a la jurisdicción real y arropados por la iglesia.

 

Después, creo entender a través de mis copiosas recapitulaciones sobre este asunto, venían los pecheros y villanos y lo que se ha llamado en llamar la canalla o chusma. Nadie duda de ese misterio que acompaña a los hijos de David en su peregrinar por la historia. Fueron los patrocinadores del imperio español y a su cargo corrió (siempre fueron excelentes administradores y ecónomos) la obra de la colonización americana e incluso apuntalaron a la iglesia católica cuando esta se derrumbaba a consecuencia de la rebelión protestante del norte europeo. Ahí están las grandes eminencias místicas: teresa de Jesús, Juan de Ávila, Ignacio de Loyola y en literatura el Lazarillo, todo Tirso, Quevedo acaso Cervantes que procedía de una aljama en la raya de Galicia. Algunos en secreto siguieron observando las tradiciones del pueblo elegido otros se exaltaron y quisieron ir más allá, en su catolicismo de bríos nuevos, cayendo incluso en aberraciones como las de los alumbrados. Sea como fuere el caso es que nadie profesó un amor a Jesucristo tan depurado como Teresa de Jesús.

 

Esa santa que nos enamora, nos divierte y nos advierte y nos acongoja, llamando siempre tan castellana al pan, pan y al vino, vino. Se trata ni más ni menos que del espíritu mesiánico que es privativo de la raza de Israel. Dudo sin embargo que el sionismo de Teresa de Cepeda y Ahumada sea el mismo que el de Benjamín Netanyahu o del propio Ben Gurion quien en la declaración de independencia evitó pronunciar ni una sola vez la palabra Yahvé (yo soy el que soy) y sólo se refirió a la Roca de Israel. Una roca como la de este viejo osario judío de mi pueblo que hoy me hizo estremecer. Prorrumpí en un kadish, con la recitación del salmo 62:

 

Oh dios tú eres mi dios/ a quien busco con denuedo/ sedienta está mi alma de ti/como tierra árida sin agua/ porque tu misericordia es mejor que la vida/

 

Impávida, alta solmene, ebúrnea la torre excelsa de la catedral segoviana nos miraba. Yo escuchaba el murmullo lejano de las aguas del Clamores, fecundando los tablares de las huertas entre las peñas con alientos de eternidad. Corrían las aguas de nuestra segunda corriente fluvial ajenas a nuestras discusiones por causa de los odios religiosos o las efervescencias políticas. Que poco tienen que ver con el Israel que nos enseñó a rezar y cuyos salmos cantamos. Dejemos que los muertos entierren a sus muertos. Ahora comprendo también lo que me declaró a mí una vez la señora Golda Meir en una conferencia de prensa: “Para un judío España no es un país como otro cualquiera”.

Cierto que acusamos en nuestra pereza mental a Israel de nuestros males: las guerras de Oriente Medio y sus anhelos expansionistas que están destruyendo naciones como Siria o Iraq pero todo este agobio y congoja ¿no vendrá determinado por nuestra poltronería, nuestro paganismo, ese hedonismo materialista que nos pervade, ese egoísmo sin fin radicado en la pobreza de ideas?

 

Muy pronto, si dios no lo remedia, vamos a tener que entonar un kadish por esta España que se muere en medio del griterío y la confusión.

 

Quizás nos aguarde un tiempo de purificación. No echemos la culpa a los judíos de nuestros desafueros y yerros. Pero tampoco Israel debe mirarnos con deseos de vindicta. Que resuene por doquier la palabra más hermosa jamás pronunciada por labios humanos que es la palabra “Shalom”.

 

Y “speret Israel in Domino” y les digo a nuestros hermanos mayores que aquí en Segovia nadie les odia, sed parte nuestra. Enterremos el pasado el hacha de la guerra y glosando a Isaías que los alfanjes y flechas se transformen en rejas de arado.








 


 


 


 


 


 


 


 




 

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