2016-04-03
MOZOS DE ESCUADRA INFANTERIA ESPAÑOLA PURA Y DURA AUNQUE NO LE GUSTE A LA
ALCALDESA COLAU
MOZOS DE ESCUADRA
La exaltación del catalanismo ▬cualquier
circunstancia se aprovecha para glorificar ese sentimiento patriótico
regionalista corto de alcances que va a dar finiquito a seis siglos de unidad
española: la muerte de un futbolista holandés, incluso el accidente de unos
becarios Erasmus en Tarragona. Mismamente, el control de nuestras multas de
tráfico está en manos de una leridana una tal Seguí dineros para las arcas de
la independencia▬ arremete contra las esencias de la verdad histórica. Nada tan
español como la palabra mozo de escuadra. Era una unidad de la infantería con
que operaban los Tercios Viejos. Tropas de asalto. Los mozos de escuadra eran
los que pusieron una pica en Flandes, infantería pura y dura, curtidos en el
cuerpo a cuerpo y manejando la pica que era la reina de las armas por aquel
entonces. Las picadas atacaban en cerrada formación. Bien se comprende que a
pesar del valor de estas tropas las bajas en combate eran crecidísimas. Los que
entraron en Amberes y sembraron el terror entre los defensores de Guillermo de
Orange eran recios militares catalanes herederos de la tradición almogávar. Los
mejores soldados al servicio de la corona castellana.
Cien hombres bajo el mando de un cabo
integraban la escuadra. Formaban la cuarta parte de una compañía la mitad de un
pelotón. Un pelotón de soldados salvará a la civilización decía Napoleón y de ahí
esa exaltación militarista: la Colau pone en ridículo a los oficiales del
ejército español, mientras es una consigna en nuestros medios, que se hable de
los “mossos” con veneración y a toda hora, y mal de la Guardia Civil y la
Policía Nacional. Doña Colau nos cuela otro gazapo. Ella como todas las que
sucumbieron al furor erótico del tribadismo no sólo va contra la historia sino
contra natura.
Es el fruto de nuestros medios bajo las
garras de la masonería intrépida. Por lo visto están siendo entrenados por el
Mossad hebreo sin que el ministro de Defensa un tal Morenès, quien por cierto
es catalán, haya dicho esta boca es mía al respecto.
Francisco de Valdés en su “Espejo de
Disciplina militar” dice que la principal tarea de los soldados escuadrados es
la de vigilar las avanzadillas y servir de centinelas del regimiento.
Su dotación: armas ligeras el arcabuz
que luego sería sustituido por la escopeta y la espingarda. Pero su principal
arma de defensa y ataque era la pica.
La operatividad de estas tropas depende
de su movilidad por lo cual el equipo de su impedimenta será liviano. Que
calcen sandalias (soleae o crepide como la infantería romana pero
para las grandes marchas utilicen cáligas tachonadas.)
Está claro que las esparteras de los
mozos abiertas y tan poco castrenses pues no sirven para marcar el paso ni
pegar taconazos se justifican en una razón histórica: los mozos de escuadra
eran los primeros en entrar en combate, de ahí su aspecto tan poco marcial.
La legión hace bajas al enemigo en
zapatillas y los “mossos” caminan en “espanyeras” llevando a mando espingardas
con su correspondiente mecha. Tenían por
oficio asaltar parapetos de las enemigas trincheras. Participaron en el saco de
Roma de 1527. El papa hubo de refugiarse en Santangelo. Los catalanes no habían
recibido sus soldadas y estaban furiosos. La pecorea, los desmanes, los raptos
y robos son fáciles de suponer. Un ejército no está para repartir rosas ni
largar besos sino para hacer carne. Pero estos en su afán de querer el andao
palante ta,bién se han sacado de la manga lo de “ejércitos solidarios”.
El resto del uniforme sombreros de copa
traje de gala, y la indefectible barretina, herencia de la caramañola era el
atavío con que los guerrilleros catalanes atacaban a los franceses en la guerra
de la Independencia. Todavía cuando pasamos por Vic los ecos del tambor del
Bruch suenan en nuestras orejas. Los
independentistas de todo sacan tajada y a la verdad histórica ▬la españolidad
de estas cuatro provincias▬ le dan la vuelta. Y ahí te quiero ver, escopeta.
2016-03-23
JUEVES SANTO EN SEGOVIA HACE SESENTA AÑOS. VIENDO PASAR LA PROCESIÓN
VIENDO PASAR LA PROCESIÓN
Antonio Parra
Era Jueves Santo y en Segovia
nevaba. El capirote es un poco cegato y hay tela que tapa el globo ocular. El
penitente tiene que saber donde va. De ahí esa mirada de los capuchones de
Semana Santa que a mí me asustaban desde niño y podían ser tan amedrentadores,
como los zangarrones de Carnaval. ¡Uh.Uh¡
Que te asusto.¡ Uh. Uh! El coco.
Luego ese capirote ridículo que no era sino los viejos remilgos del alma
colectiva de un pueblo que temblaba a la Inquisición y tenía que hacer muestra
y profesión publica de fe en mi Segovia, y eso que allí hemos sido de siempre
cristianos viejos. También a los relajados al brazo secular del Santo Oficio lo
vestían con una túnica morada, les tapaban el rostro y les subían en un
jumento.
A la hoguera se iba siempre cara
atrás. Las procesiones son remembranza enigmática de aquel abigarrado mundo.
Había triunfado el catolicismo. Casi nadie explica cómo perviven tales
representaciones del fervor popular. Por unas horas aquellas masas férvidas
quitaban a Dios de las manos de los curas y lo sacaban a la calle bajo
estandartes. Era también un mundo gremial. Ciudades divididas en barrios. En el
horizonte las cofradías. Las hermandades competían como en un campeonato de mus
por exhibir el mejor cristo y la imagen de la Virgen más viva. Nosotros éramos
de los Dolores de Santa Eulalia, por otro nombre Nuestra Sra. De los Siete
Cuchillos. Antiguamente sector textil, mayormente tintoreros y peraíles.
Por las calles de mi pueblo
aquella noche que nevaba (era la acción de los vientos exhidras o favonios que
para los romanos anunciando lluvia traían primavera) porté mi cruz y camine
descalzo y con cadenas por el piso helado. Bajo el capuz sonaban en mis orejas
sonaban determinativas las profetas del santo Profeta “Di mi cuerpo a los que
me herían y mis mejillas a los que me mesaban el cabello: no aparté mi rostro
de los que me injuriaban y escupían. El Señor era mi auxilio” [Isaías 50,5,10].
A lo largo de mi vida he sabido lo que es la calumnia y el gargajo de las bocas
purulentas pero mis lomos estaban bien amarrados. Sint lumbi vestri precinti (hay que atarse los machos) otras
palabras que recordé al ceñirme el cíngulo o la soga de esparto de cofrade Ninguna asechanza a mi salud no obstante a
pesar de aquella burrada de caminar descalzo y con una cruz que pesaba ciento
veinte kilos a la costilla. Sólo agujetas un par de días pero luego como si tal
cosa. ¿Milagro? No lo sabría explicar
pero algo hay.
Uno se siente reo no sabe por quién y con
complejo de culpa. La culpa. Oh félix culpa. Luego lo comprendí, era gente
menos aficionada a los toros que a los autos de fe. Allí siempre gustaban las
procesiones y cabalgatas. Pasos. Carrozas. El Santísimo Sacramento. La tarasca
de Corpus. Las fiestas de la Catorcena. La Piedad de Aniceto Mariñas. El novenario de la
Fuencisla. El gallo de san Pedro. La espina de Santa Rita de Casia. Gigantes,
cabezudos y estafermos por San Juan de Junio y hasta el brazo incorrupto de San Antonio María Claret he
visto yo desfilar bajo los ojos solemnes y ensimismados del acueducto porque
todas las procesiones las de la Semana Grande y las otras confluían en la Plaza
del Azoguejo.
No había cine, pocos teatros y
muchas ganas de aprender y de ver cosa. Los rostros de aquellas grotescas
tallas y esos cristos moribundos, sanguinolentos, llagados y con la expresión
de la agonía, los pelos lacios, hirsutas barbas y esas vírgenes atormentadas de
expresiones compungidas blondas de seda, justillos de encaje, y moqueros de
puntilla, siendo así que las lágrimas eran de cristal, arrastrando mucho peplo
y mucha joya bajo el palio de brillantes se me metieron alma arriba. Fueron
sensaciones perdurables. Que llevo marcadas en lo más profundo de mi ser.
▬¿Por qué suelta usted tanto latinajos en sus
escritos, Ejusmodi?
▬ Toma por que va a ser porque parece que
retumban en mis oídos los ecos del canto de la passio que hacían a tres voces
los chantres de mi catedral –Dimas, Jerónimo y don Bernardino, el bajo Jesús,
el contralto, la sinagoga y el tenor, cronista)
Y aquellas voces, aquella melodía, suenan como
un grito inmortal en mi memoria. El ámbito de las procesiones era una plástica
de rigor. Sermones tallados en imágenes de cartón piedra o en madera de
Espirdo. Una teología que entra por los ojos y de la que a lo largo de tus días
no podrás deshacerte jamás. Lo mismo que el sonido lejano de clarines, timbales
y tambores. O el silencio vibrante del Cristo de los Gascones. Nos llevaban a
todas. Recuerdo un Domingo de Ramos que mi hermano Nano agarró un perra porque
quería que los subieran en la borroquilla de Jesús del paso en la que el Señor
hacía su entrada triunfal en Jerusalén.
▬Yo
quiero ir ahí.
▬Hijo
mío que esto no son los caballitos. Es Jesús que pasa camino de Jerusalén;
tírale un beso
▬
Yo quiero subir al burro. Pues sí, pues sí y sí.
Y el Naneras se revolcó en el
barro poniéndose perdido el traje de marinero recién estrenado. Le tuvieron que
calentar el canto, mas ni por esas. Él berreaba aún con más fuerza. Había cogido tal perra que se había puesto
muy burrito.
Estábamos en la acera de la calle de Muerte y
Vida viendo pasar la procesión y los berridos de mi hermano que estaba de
antojo creo que se escuchaban en la Escarelillas de San Roque a la otra punta.
El deán de la comitiva, don Fernando Revuelto, que bien me acuerdo de su nombre
y de su prócer figura casi dos metro medía, nos miraba de reojo y un canónigo
pertiguero estuve a punto de acceder a los deseos del enano y ponerle sobre los
lomos del borriquillo de cartón en lo alto del paso.
▬¿Y
ahora qué hacemos, Desiderio?
▬Auparle en lo alto del paso, don
Fernando
▬Y
si le seguimos dando el gusto nos pide la luna. ¡Condenado nene!
▬Déjenlo
ustedes, señores curas, déjenle que está burrísimo –terció mi pobre padre.
Aquel día Naneras se acordó de la tunda que le dieron por
ser Domingo de Palmas. Y se lo tuvo merecido.
Las procesiones duraban tres horas y era casi
media noche cuando regresábamos a casa, mis hermanos medio derrengados y
despeados de tanto estar de pie horas y horas, los pequeños dormidos en brazos
de mi madre. Mi padre nos llevaba a la
gigantilla o en cuello. Papá cógeme que
me canso.
En el cielo asomaba solemne y
compasiva la luna de Pascua. Sólo comíamos torrijas el jueves y el viernes y
los soldados que desfilaban y los que estaban cubriendo carrera con el ánima
del fusil mirando para abajo. Por la
radio sólo ponían saetas y canto gregoriano (ojalá volviesen aquellos días)
y las calles se llenaban de un
sorprendente mujerío. De las hermosas Manolas con el rosario de cuarzo y la
mantilla que iban a velar a Cristo muerto. Los hombres se metían en las tascas
a beber una limonada que hacía que se te doblaran las piernas y una cazalla que
llamaban los taberneros matajudios, especial de la casa para los días santos.
Las pítimas que se cogían eran procesionales.
En las iglesias el monago no tocaba la campanilla y los santos de los retablos
estaban tapados tras un lienzo nazareno.
▬¿Por
qué está triste la luna, papá?
▬Porque
se ha muerto Dios.
Y las campanas de las catorce
parroquias y de los treinta y tantos conventos y monasterios de Segovia estaban
toda la noche tocando a muerto. Y hasta el Río Clamores lamía las murallas y la
hoz del Pinarillo embebecido de silencio. Toda la ciudad estaba de duelo.
Ese mundo de mi infancia es el que quise
recuperar yo hace unos años cuando me vestí de nazareno. Detrás de la Dolorosa
de Santa Eulalia la de los artilleros con las insignias de las lombardas al
través sobre el montón de granadas en el peto de la carroza. Los cabos
gastadores cubrían armas. Nos habíamos puesto el hábito a la bajada de la
cuesta de Cantarranas, enristré las cadenas eslabonadas a un brete que servía
de cerco a los pies y yo debía de ser un espectáculo porque el metal al
contacto con los adoquines tintineaba que las llevaban los demonios o como si
acabasen de aterrizar toda una división acorazada en plena Calle Real. Los
grilletes y los golpes de rebenque era una escena antigua de los viejos
disciplinantes. Condenados a galeras por Jesucristo. Al fin y al cabo todos
somos cómitres y remeros de la vida. Túnicas moradas y hermanos mayores con
hábito de galas, muy distintos al de los vulgares nazarenos con aires
prepotentes subiendo para arriba y descendiendo para abajo, dándose mucha
importancia.
▬Siga
la fila, penitente, y ese capirote va de medio lado▬ ordenaba el Cofrade Mayor
como si fuese un mariscal de campo dándose
aires
Estos capuchones impertinentes
eran los capataces y comisarios de la procesión. Los que te metían en vereda y
hacían guardar la línea. Y te daban un poco de aguardiente de guinda si
desfallecías Mi cruz pesaba un huevo. La habíamos traído de Valsaín y las
cadenas eran especiales. No sé cómo
resistí en aquella tarde fría de nevasca los pies desnudos detrás de mi Virgen
de Santa Eulalia. Cada uno tome su cruz y sígame. Me hacía mucha ilusión seguir
al Señor. Le pedía por mi familia. Por mis hijos. Le agradecí haber salido con bien de una grave enfermedad (había estado
dos años con unos dolores tremendos de barriga
y pasaba las noches en un grito).
De vez en cuando mi vista se concentraba en las aceras.
Algunas mujeres me miraban con
compasión, los niños, aterrados, y algunos hombres descreídos como si aquello
fuera una broma. Inquiriendo con los ojos. Pero tú de que vas tío. Y yo con los
míos les respondía: por una promesa, sí
por una promesa. ¿Sabe usted?
Horas antes de que comenzara el desfile
penitencial unos graciosos habían esparcidos cristales y puntas por el firme de
la calzada por donde había de pasar Dios.
Ninguno de los nazarenos se lastimó, ¡qué cosas!
A la catedral llegamos
derrengados pero airosos y con una ganas trágicas de mear. No me aguanto. No me
aguanto. Ay que me lo hago. Preguntamos a un canónigo que nos miró de arriba
abajo, como si fuereamos la escoria de la sociedad. Con un gesto de
superioridad y como diciendo pero mira qué chiste (ya sé porque le llamaban el
chistoso aquel tonsurado) como si los hombres fuéramos ángeles y no
estuviéramos sujetos a las leyes imperativas de la fisiología.
Cuando haya WC en las iglesias,
ermitas y catedrales, la humanidad habrá dado un paso importante. En la
sacristía de la iglesia mayor de Segovia había un triste evacuatorio
rudimentario. Nos vedaron la entrada a los nazarenos pues estaba reservado a
clérigos, y personas consagradas y nosotros éramos vulgares penitentes.
Pecadores del montón así que buscamos el rincón más oportuno, salimos al
enlosado de los autos de fe y exoneramos nuestras vejigas bajo las dovelas de
los postigos. Meadas de caballo o mejor dicho de verdaderos padres de la
iglesia. Por debajo del halda de nuestras túnicas de nazarenos salía un chorrete
cálido y espeso. Orinamos junto a la pared de la fachada más impresionante, la
del Oeste, de todo el gótico flamígero. Es la puerta de Santa Bárbara una
especie de Sarmental en Segovia donde yo he visto lucir las más impresionantes
puestas del sol. Que cada uno cargue con su cruz. Que cada palo aguante su
vela. Creo que desde su camarín la atalajada Virgen de los Dolores miraba para
nosotros con compasión como diciendo: “pobres”.
Los canónigos empezaban ya a cantar el “Stabat Mater” y empezaban las
horas santas ante los monumentos. Se había muerto Dios.
2016-03-22
bestiario
Letraherido y aterrado por la sonrisa del batracio (un sapo que me persigue
que tiene la voz gorda y los pies planos cara de chino y tez de gitano) he
acudido a la didascalia del arte románico para ponerme a cobro del enemigo y
extasiarme en los pórticos de la gloria y en los capiteles historiados,
ménsulas y girolas de las iglesias de mi país, vidas de Cristo, sus milagros, y
también gárgolas con las fauces abiertas donde el dragón que acecha estos días
está muy significado. Me he sentado sobre el respaldo de las misericordias
donde el mundo animal y vegetal está explicitado, para alivio de mis cansadas
posaderas, harto estoy de especular. Las virtudes y los vicios, el ángel y la
bestia, se dan la mano en esos poderosos frisos estatuarios que son sermones en
piedra. Parenética triunfal del arte mudo del siglo XII.
PESE A TODO, DIOS ESTÁ ARRIBA. YA ES PRIMAVERA
MOTOLITA
He visto a una motolita el pájaro nuncio de
la primavera remover el agua en un charco. Motolita o aguzanieves y también correcaminos.
Dios es clemente pese a nuestros egoísmos y pecados. Acude a su cita de
resurrección la naturaleza, mientras canto la Passio en mi trinchero. Es martes
santo. Recedan las nieves, se alejen las sombras. Llega el buen tiempo.
Mensajes de la bella Borinquen que aun quiere hablar castellano corrompido y
avasallado por el inglés. Obama viaja a la Habana. Pobre Cuba. Pronto se
convertirá de nuevo en el burdel estadounidense. Claro que de tales miedos míos
no participan esos aristarcos encaramados en la butaca de la tertulia que todo
lo saben y de todo pontifican. Inauguraron una nueva etapa del periodismo
sumiso al poder maleante. Lo suyo es
hacer atmósfera previo pago a tanto la parrafada. El hombre destruye,
distorsiona, profaza lo que Dios crea. Que se quede la Cifuentes con sus
vientres de alquiler. Son herencias del pecado original.
2016-03-21
ECCE HOMO
ECCE HOMO,
CONFESION DE PILATOS ANTE LA TÚNICA SAGRADA
Aquella gramalla sin mangas tejida de un solo hilo -Cristo se desvestía y
sus siervos y seguidores duro colocarse ropajes, uno encima de, sotanas y
dalmáticas, al año que viene en Jerusalén pero caminamos de espaldas al Calvario- abolía el orden viejo. Los
ornamentos de los dioses antiguos, de
Júpiter Diana Afrodita y Baco quedarían preteridos pero sus sacerdotes,
sintiéndose desnudos e incapaces de imitar al que pereció en la cruz en taparrabos,
no harían otra cosa en todo el tiempo que hacer mayor el cupo del “indumento”.
Casi me desternillaba de risa pero aquella hora de grandes acontecimientos,
fue el tiempo de los sobresaltos y de las confusiones (yo creía, pensé que;
pues no señor al revés te lo digo para que lo entiendas) y de las
perplejidades. Nos anegamos en un marasmo de sorpresa. Tú, Cristo bendito,
viniste para confundir a los mortales. Supuestamente quedaron sin vigencia las
estolas, las mitras, las cidarias, el efod, y todos aquellos ropajes que se
ponían uno encima de otro, negro sobre blanco, blanco sobre negro, para definir
oficios y categorías inciertas de flámines y peanes del mundo órfico.
Degolló nuestros principios sin espada.
- ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otros?
- Por sus obras los conoceréis- respondió el Señor
Se rieron de él pero él no vino a traer la paz al mundo sino un orden
nuevo, con todo lo que ello implica: la destrucción de Jerusalén que fue desmontada
piedra a piedra y los campos adyacentes de su pomerium o arrabales,
arrasados y sembrados de sal. Al pie de la cruz escuchábamos el batir de los
tambores de los soldados de Tito casi tres cuartos de siglo de que aquel cerco
se produjera.
-¿Y no escarmentaron ?
-Por vida de Minerva, ¡qué bah! Son pueblo duro de cerviz, una alegoría de
la sinrazón y estupidez humana
Era Jesús un revolucionario. Vino a
los suyos y los suyos no le recibieron. Sus vestiduras de ajusticiado por una de esas carambolas inexplicables
que hoy confunden a los soberbios (la potencia se hizo acto trascendente y se
encendió el fuego de la gran luminaria y ardería por los siglos de los siglos
aquel pebetero, puesto que nadie será capaz de destruir el amor) eligiendo a lo
más despreciable y abyecto del mundo, que de los rechazados y humillados y
ofendidos hizo él su piedra basal, en menoscabo de la soberbia y de la
confusión terrenales.
Debió de ser un revés para los
mesiánicos. El libertador anunciado por los profetas de Israel moría en
el suplicio escoltado por dos ladrones Dimas
y Gestas. No me vengáis con bromas
¡Qué guasa! Vino a los suyos y los suyos no le recibieron -la frase de Juan que
luego leí incansables veces martillea mis sienes- mientras los mercenarios
puesto que no se puede hablar de soldados romanos que tienen otra dignidad y se
echó mano de esclavos sirios para hacer aquel trabajo se rifaban con el
cubilete sus paños menores. El Hijo del Hombre salvaba al mundo en taparrabos.
Semejante desvergüenza ¿dónde se vio?
Pero la humilde túnica inconsútil era el símbolo del siglo futuro.
El que busca su vida la perderá. A ver queremos un signo pues ese no nos
¿vale?
La vida se la había echado el Inocente sobre los hombros a manera de chal
cobijando sus espaldas doloridas cuando, varón de dolores, al cabo de cinco mil
azotes y de 72 puntas de cambronera que es el peor de la especie de los espinos
y la más áspera de las zarzas que horadaron sus sienes trepanaron su frente
inmortal quedando ensangrentados los mechones de su rubia caballera y de su
barba taheña ¡ah que nos miraba a todos con aquellos ojos azules penetrantes!
como si no comprendiera la maldad del que somos capaces los humanos pero llenos
de perdón hacia esa inclinación viciosa que los teólogos achacarían al primer
pecado de Adán pero que a mí se me hacía muy difícil de aceptar como romano
acostumbrado a mirar a los dioses con un cierto escepticismo pues sus malos
ejemplos y concupiscencias y que además estaban ahí para castigar y enviar
rayos y desgracias a los mortales. Si enojabas al Júpiter, éste te taladraba
con su gario y te convertías en rana.
Con los dioses no se juega. Antes de morir había que hacer ordenanzs a
Esculapio y se mandaba matar un gallo capón para que el dios de la salud
tuviese una fiesta allá arriba con sus amigotes y después de expirar tenían que
sujetarte la barbilla, abrirte la boca y meter entre los dientes una moneda
para pagar al Barquero. Esta costumbre acicate de la codicia fue un pretexto
para que en el mundo antiguo abundasen los profanadores de tumbas. El oro era
más importante que la deidad y en facto es la única divinidad que rige los
designios. Oro, oro y nada más.
Fue ofrecido al pueblo en espectáculo de befa. Un esbirro lo empujó hasta
la balaustrada y Jesús apareció en el enlosado del Lithostros cual caricatura de ser humano, un guiñapo.
-Ecce homo
-Tenedlo. Vedlo ahí, cabrones. ¿No queríais
que lo castigase? Pues le hemos zurrado bien la badana. ¿No os dais por
satisfechos? No. La chusma quería más sangre. Dada su condición vil y sus
adscripciones impredecible. Era el mismo morbo que conducía a la plebe de Roma
al coliseo. Quería ver la sangre a chorros de los andábatas sobre la arena y
que cantasen el himno. Ave Caesar los que van a morir te saludan.
Ecce Homo. Le habían colocado un manto púrpura sobre los hombros y
pusieronle una caña en la mano por cetro y así compareció. No lo condenó
Pilatos. Fue sentenciado a muerte por un tribunal democrático que sometía sus
veredictos a votación con mano alzada en
la casa de Anás y Caifás, sumos sacerdotes. Lo mataron dicen por vía de
democracia. Pero la perfidia de esa raza es alegoría de la condición humana, si
se quieren mirar las cosas desde un ámbito teológico, ajeno a toda
manifestación racial. Sin embargo, el pueblo elegido se convirtió en pueblo
errante. Nunca en paz consigo mismo. Siempre clamando y lamentándose de su
pasado, muñidor de guerras.
la pasion de Cristo segun Gibson
Se
quejaban de que la Passio según Mel Gibson el cineasta que había sabido captar
en sus tomas todo el pathos que arranca de la pluma de los cuatro evangelistas
estaba ribeteada de crueldad. Por lo visto, tres personas habían fallecido de
schock en diversos cinematógrafos del planeta. Oh boy. Era de nuevo la voz de
Belial que se alzaba desde las losas del Lithostrotos. Crucificarle. ¿No oísteis?
Ha blasfemado. Si eres hijo de dios baja de esa cruz. Ja jaja ja y los gritos
de las turbas resultaban un contrapunto o las voces anteriormente escuchadas
preteridas y derrotadas de los escribas y de los fariseos. La saña del grito.
La rebeldía ante la historia que ellos pretendían construir como siempre con
una sarta de hechos consumados poniendo cuñas y diferencias – es lo que
supieron hacer siempre- entre el cristo histórico y los evangélicos. Separar a
las naciones, sembrar de cizaña las naciones. Volcar todos los carros.
Y
ya se sabe. A carro vuelco y ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor todos
son carriles. Era la eterna monserga que echaban por televisión pasándonos la
pluma por el pico. Decían:
-El invento es nuestro. Es la maquina de
la verdad la que está en nuestras manos. Os vais a enterar de lo que cuesta un
peine, coleguitas.
-¡Habrase visto!
-¿Qué?
- No me retruques, burcieras.
Y
había que filmar furores y que retratar funerales para que se cumpliera la
frase hecha de “estamos buenos”.
-Eso no es una frase hecha. Es una
profecía.
-Lo que tú digas
Por
lo visto no tenían otra cosa que hacer que mondar momias y entregarse a las
disquisiciones inanes. Explotaban el morbo como nadie. Dijo un inglés:
Pero
he aquí que todo esto no eran más que las consecuencias del doble lenguaje.
Servían a dos señores. Estaba claro. Era la nueva semántica de las dos mitades.
La del yin y del yen. Habían escrito previamente todos los formularios y vivían
en su pagoda rodeados de una corte de humo de incensarios. Nos lavaban el
cerebro con sus monsergas. Nos aturdían la cabeza. La gente escuchaba la lista
de desastres como el que escucha llover. Se había acostumbrada a su ración de
cicuta en cada diario y tal es así que si no le daban el postre de bajas de
nuestras guerras globales – Irak era un referente macabro de edificios que
saltaban por los aires y de chiitas que salían en camilla los cuerpos
destrozados al sol de las riberas del Eufrates y del Tiflis y de plañideras
tapadas que se golpeaban el pecho o la cabeza con desesperación ante los deudos
fallecidos. Eran carne joven y todo tenía un aire dantesco y apocalíptico.
Se
había acuñado la frase de ejércitos de la concordia lo que no dejaba de ser un
contrasentido los ejércitos y cohortes son para la guerra y no salen a campaña sus
legiones para repartir rosas sino para dar palos. Una mentira por tanto. Lo que
antiguamente se denominaban tropas de desenganche ahora eran formaciones de
avenencias que combatían la desavenencia a cañonazos pongamos por caso en
Afganistán. No se hablaba del enemigo. Los que estaban al otro lado de la
trinchera eran los violentos. Paz significaba en realidad guerra en la nueva
jerga. El muevo lenguaje.
El
gran hermano era un señor de luenga barba partida que portaba ora chistera ora
turbante y montaba en un caballo blanco. El nuevo matamoros se había pasado a
la otra calle y era el mito santiaguista redivivo en versión de fiesta dúplice
o matacristianos.
-
Eso
es un montaje. Mirad que blanca tiene la chilaba ese morito. Cómo cabalga al
trote cochinero qué blanco tiene el alquicel. Parece un fantasma. Es una
visión.
-
Se
parece a Jesucristo. Un Jesucristo al revés que empuña un kalashnikov
predicando el odio y la reconquista de Granada.
-
Ahí
hay mucho adobo. Es un buen lanzamiento publicitario. ¿Quién es don Ben? ¿De
quién es hijo?
-
De
don Laden.
-
Pues
a ese don Laden sólo lo conocen en su casa a la hora de comer.
Había
hecho aparición aquel anticristo entre noticias inquietante sobre cambios climáticos,
mutaciones genéticas, alteraciones de la linfa y el aura. Se conoce que los
diseñadores de imagen habían hecho su labor de campo y se habían leído bien la última
parte del NT. Y rodaban películas porque el thriller también vende con títulos
como Apocalipsis now and Apocalipsis when? Una lazada para cazar incautos y
áteme su Merced la mosca por el rabo.
El
ángel negro descendiendo a la piscina probática había agitado las aguas y las
cristiandades andaban revueltas. Por los rincones de Cuniculandia proliferaban
las bandas que llamaban del Este que se dedicaban a desvalijar pisos y segundas
viviendas y asaltaban a los pensionistas cuando salían de los cajeros con su
magra mesada en el bolsillo. Llenaban la penillanura de chiringuitos de
carretera y allá donde había rastrojos y alguna tenada construyeron puticlubs y
burdeles adonde iban a desfogarse palurdos y había turismo sexual a encontrarse
con las visitadoras y bajaban desde las Galias. La actualidad era una perenne
crónica de sucesos y hasta se vio una vez en tales antros a un espástico de
tullida minusvalidez. También los disminuidos físicos tenían derechos al alterne
y a los favores sexuales y contrataban a una beldad rusa para subir un ratito.
¿Cómo lo haría? El cliente en cuestión llevaba un fámulo o johny que empujaba
la silla de ruedas. Era lo más chocante que vi en mi existencia. ¡Dios mío cuantísimos
pecados!
El
ayudante de campo por lo visto tendría que asistir a la operación y hacer las
voces de mozo de cuadras como cuando mi abuelo iba a la parada a echar la yegua
al garañón y había un experto que coronaba a lo largo de tan aparatosa faena
embrocando el miembro del garañón en su lugar. Y en la barra un forajido se lamentaba
sin cesar de llorar y de que ninguna daifa le hablase en su lengua.
-Todas son rumanas.
-Las rumanas la chupan con ganas
Cadalsos
y cadáveres. Los mitómanos se ponían las botas. El esperpento lo daban a calderadas.
Y en Guantáno torturaban y venían de aquella cárcel penitenciados luciendo el
traje de rayas y andando penosamente esposados y maneadas sus extremidades
superiores e inferiores como si fueran acémilas en pasto caminando con
dificultad a causa de la pihuela que impedía el libre juego de las piernas.
Pero
los reos no eran pasados por las armas como corresponde al código de justicia
militar. Los sentaban en la silla eléctrica o les ponían una inyección letal.
El
enemigo escogió a posta la celebración del quinto centenario de Isabel de
Castilla para afirmar que España había dejado de ser católica.
A
ese callejón sin salida habíamos ido a parar con los embustes de las tres
culturas y el papa propter metum Judeorum se palpaba los fondillos de su
sotana. Él tenía miedo a perder la prestamera. La silla apostólica tenía que
contemporizar y el proceso de canonización de la reina santa quedó bloqueado.
Era
vidente que habían puesto en la silla del pescador a uno de su cuerda o que el
usurpador era un grande bribón con muchas ínfulas. En las altas esferas se
había apagado la llama del cenáculo aquella que decían novio a los primeros
apóstoles a hablar en lenguas de fuego. Hombres de poca fe. ¿Por qué vaciláis? Aquel
miedo, aquellos respetos humanos depararon la confusión de babel. La familia
arrastraba un estigma destructivo y los hermanos andaban poseídos por la falta
de amor. Fámulo traía mal fario y desgracias terribles. Mejor que no te
acerques majo.
-Barrujo Arije, tu mujer padece un cáncer
de tiroides.
-Ay dios mío que habré hecho yo a dios-
gritaba desconsolado como un nuevo Job.
Y
la casa se deshizo y la familia se murió y llegó el sembrador de las discordias
y arrasó sus campos de sal pero Barrujo paciente y resignado movía la cabeza
con pena de sí mismo murmurando entre dientes tan sólo:
-Él me lo dio. Él me lo quitó
Tal
vez tuvo mala suerte. Algún antepasado que él desconocía debió de cometer un
pecado tan horrendo que atrajo la enemiga del señor. Resignación Barrujo Arije
y el pobre Barrujo bajaba la cabeza mientras sus dedos pasaban las cuentas de
su rosario. Toda aquella cargazón de desgracias contra su pueblo la verdad que
no era cosa normal pero dicen que los caminos de Yahwé son inescrutables y en
sus designios misteriosos Él debe de hacerse otras cuentas. Sus números van por
otro cómputo diferente.
-Alguien te hizo un hechizo.
-¿Al nacer?
- Sí, al nacer. Sería que mi madre se
cayó de la burra y por eso.
-Por eso ¿qué?
-Que yo viene al mundo con un dedo de más.
Había
que acatar la norma y someterse a los designios de los flamines del Tercer
Nivel. Los del Tercer Nivel. Esos eran los culpables. Los nuevos sacerdotes de Apolo
aquel domingo de ramos se dedicaban a predicar el mestizaje y el colonialismo
del revés. Saltó una bomba en un piso de Leganés murió un GEO y los que estaban dentro se
inmolaron. Oh que historia más peregrina luego unos desconocidos entraron de
noche en su tumba y esparcieron sus restos por todo el cementerio, un nuevo
episodio de los métodos sarracenos al menos es lo que quisieron contarnos los
de la televisión llevados de la mano de los expertos y propaladores de
consignas del Tercer Nivel. Se suicidaron todos musitando oraciones fantásticas
y con las suras del coran en los labios al grito de Alá es grande. El personal
volvía a tener bastante miedo. ¿Habría que creer a aquella historia o ponerla
en adobo como lo del caballito blanco de Santiago o el alquicel flotante del
Hijo de Laden? En cualquier caso muy fuerte
semejante caso de suicidio en manada entre recitaciones sagradas.
Estaban
en un tiempo de subversión de las conciencias, tiempos solidarios y poco
caritativos en que habían venido los que vendían viendo en cápsulas. Bastaba
con soplar los odres de neptuno y tomar viagra. Se reían los buhoneros de las
azules cápsulas romboides de la falta de ganas. Sois todos unos impotentes.
-Pero qué es este cachondeo oigan.
-Belial que se descojona.
Aquel
domingo de ramos laico se hizo una foto en el castaño joven que plantó recién
llegado a habitar la casa vestido de nazareno. Le caía bien la túnica sagrada
pero estaba un poco gordo. El cíngulo de la hermandad lo había comprado en una
tienda de objetos religiosos cerca de Mayor. Imágenes y lamparillas y rollos de
cortes de tela para hacer hábitos de
todos los colores. Los pardos de san Antonio, los morados de Medinaceli, los
azules de la Virgen los negros de la virgen de los dolores. Esas prendas se las
ponían los que salían de presidio o los que se libraban de una enfermedad en
los años de posguerra. Madrid era muy santero y estos negocios que un día
tuvieron su áquel iban de capa caída. Como es natural.
Siempre
desde niño le tenía afición a las procesiones semana santeras y salir detrás
con los pies descalzos acompañando al paso. Era domingo de ramos y se puso a
cantar la passio en la esquina de las descalza. Tenía una hermosa voz de
diacono. Un argentino se le quedó mirando y le ofreció una limosna.
-No, gracias
Vestido
de nazareno sentía con más fuerza su fracaso, el exilio interior de que era
objeto, las puertas que se cerraban. Sin embargo el timbre de su voz lanzan a
los aires embalsamados de primavera de la tarde de abril el mensaje perenne
urbi et orbi. Estaré con vosotros hasta que haga falta. Era un mensaje
políticamente incorrecto. Los hijos de Belial se revolvían indómitos llevados
por todos los demonios. El hijo de Julián Marías escribía artículos
incendiarios contra estas manifestaciones públicas de fe callejera que cerraban
el camino de la estación. ¿No corren tiempos laicos? Y lo que apuntaban los
detractores y renegados es que los desfiles vistosos les recordaban el
franquismo y no había derecho. Sencillamente era algo obsceno. Y las víboras
asomaban su mortífera cabezota triangular por entre los tallos que ocultaban
sus madrigueras.
-Dalas en el cogote. Esos reptiles con
plumas de mujer ningún derecho tienen a vivir. Descabeza a la serpiente. Es
para lo que viniste al mundo.
Escribía
bien de las procesiones pero la bibliotecaria de Logroño escribía en el foro
insultos contra él. Era una laica de derechas muy comodona y algo buscona de
amores tibios o narcisistas por Internet. Las soflamas y las amenazas
anticristianas estaban de moda en aquel Madrid profano antiguamente rompeolas
de las Españas y ahora aparcadero de gentes llegados de todas las partes del
planeta, batiburrillo de todas las etnias y razas. Pero era así como lo querían,
según va dicho, los agentes del Tercer Nivel Subrepticio que ya no lanzaban
minas por debajo de los muros de la ciudad universitaria. Se limitaban a
predicar el mestizaje y a limpiarse las posaderas con la roja y gualda. Los
copinos se desgañitaban desde los micrófonos de los curas ya ve usted. Había
que envenenar al pueblo. Y un heredero de Mendizábal creo que era vice
tataranieto se emborrachaba en el bar de la rumana que la chupaba con ganas
según decían detrás del mostrador. Los apóstoles del criollismo al revés habían
regresado.
Largaban
sus sermones mediáticos y políticamente correctos en forma de planchas. La
pasión de Cristo caía fuera de los predios previstos por el nuevo orden. Pertenece
a la orbita de la iglesia prevaticana y los judíos de Jolivu le negaron
producciones y hasta amenazaron con matarlo. Había que pagar el portazgo a los
amos de la venganza y del ultraje a la cruz. Si eres hijo de dios desciende de
la cruz.
Las
carcajadas sonaban diabólicas desde el gólgota y se esparcían desde el valle de
Josafat hacia todos los rincones del planeta. Pero como se atreve ese hombre.
-Os ha llevado la contraria. Es vuestro
verdugo. Vuestra maldición.
-Antisemita
-Hijos de Anás y de Caifás. Los nazis no
acabaron con vuestra simiente perversa. Por eso andaréis errantes por el mundo.
Se
recogió en su cuarto y por la señal de la santa cruz cantó en latín: “Passio
Domini Nostri Jesuchristi secundum Marcum”.
Sonó
en su labio la narración del evangelista como un desafío a las fuerzas oscuras
que buscaban el desquite por el deicidio cometido aquella tarde en el Monte de
las Calaveras. A las tres cuando iba por el pasaje doloroso e inclinato capite emissit Spiritus[2],
escuchó un rumor e n el jardín. Eran las palabras de perdón. El verdadero holocausto.
No hubo otro.
Pero
estamos en un tiempo en que se cumplen ciertos amargos designios. España es la
princesa de los tristes destinos. Estamos copados. No hay salida en el club de
los poetas muertos. Dentro de lo malo le embargaba la amarga satisfacción de no
haber marrado el pronóstico puesto que a lo largo de su obra había formulado
aquellos vaticinios. Eran libros inéditos y anepigráficos intensa labor de grafómano. Los fue dejando
dispersos (sus pensamientos) a lo largo de páginas dispersas de su existencia
con sus pervigilios anteriores. Un mal barrunto, el aleteo de un cuervo, la
mala sombra o la peor entraña-una herencia siniestra que les tocara en suerte-conjuraba
el mal fario. Todas estas cosas sensibles e insensibles visibles e invisibles
voluntarias e involuntarias. Montón de pecados juntos donde se arracimaba la
culpa – toda la culpa del mundo. El corazón de Arije sudaba sangre. Era un
diácono a la antigua usanza. Se había cruzado la estola cuando venían mal
dadas. Cuando todo era acechanzas. Su vida `personal permanecía yunta con la
del Señor. Pero estaba todo muy confuso. Turbulento. El amo de los anillos y la
luenga barba enredada agitaba el bastón subliminal. Me hablas de tu vida y ella
es un siniestro total. Lo cual que para
al viaje no necesitábamos alforjas. Pero ¿por qué aquella obstinación contra el
cristianismo? Él no los sabría explicar. La verdad. Has de romper el halo del
maleficio. ¿Cuál era el secreto de aquel mal de ligadura misteriosa? Jamás he
podido quererte. Me traes desdicha, mal fario. La suerte y las sirtes. Evil exists. El diablo
existe. Su presencia la detectaba Arije con una especie de antenas que
tenía para lo paranormal. Estan pariendo ómenes nefastos. Quería huir pero ¿adónde?
No hay salida. Pensaba por ejemplo en el rito de consagración de los elegidos.
En contra de los supuestos que se manejan ahora mismo, él creía en el poder
reparador y sanador de la liturgia. De ella nacía el fervor individual y por
eso mismo se había ordenado de diácono. Para pregonar a Cristo públicamente y
con todas sus consecuencias.
Y
la vida sin liturgia, sin ceremonia, sin pasión ni rito, es nada. Estaba
contextuado e indagada por él a lo largo de muchas horas en que robó al sueño
su cometido para entregarse a disquisiciones centrífugas y centrípetas.
Extrapoladas del mundo en que vivía tozando su pasión escapista de marcharse al
yermo. Huyendo de aquella soporífera esposa que le deparó el destino y de los
hijos que le insultaban. De los vecinos que le hacían momos cuando caminaba
hasta la parada del autobús con lentos andares cansinos. Aquel lento deambular
debió de espantar a los gusanos freudianos que pululaban por doquier. ¿Adónde
vas tu, chico? Mírale. Se mueve como un asesino. Esa depresión suya es la de un
asesino
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