2023-05-12

RIUDAVETS UNA HISTORIA APASIONADA

          Riudavets

- Quiere un caramelo?

-No, que tengo colesterol.

Es un sábado de mañana. Se ha acercado un grupo de muchachas a la caseta n.17 de madera gris en la Feria del Libro, la que está en los trascorrales del Botánico y de bruces sobre las estatuas aladas de bronce del Ministerio de Agricultura. Riudavets las despacha con una de sus chuscas respuestas.

Sobre el enlistonado del puesto al amor de un acacia se apilan en todas las direcciones libros en montón, viejos y no tan viejos, enjambres de cadáveres de letra impresa a cinco duros, cada. Son ilusiones descoloridas, esperanzas fallidas de este rátigo vivencial, exponente de la mente humana donde todo cabe. El bien y el mal. La prosa y la poesía. Los tratados de mística y las obras de Voltaire pared con pared. Toda una resaca de papel.

 En torno al tenderete, al reclamo del dicho latino Averba volant, scripta manent@(las palabras se las lleva el aire y lo escrito queda) se agolpa una enjambre de hombres silenciosos, descoloridos, la edad incierta, y con ese poso de Adeshabillé@ rayano en el desaseo que deja la afición a la Literatura. Es como un morbo, como un perenne desasosiego. Todos permanecen de pie muy silenciosos. Ha comenzado la rebusca. Parece una bandada de quebrantahuesos dándose un atracón de letras de molde.


Pero los buitres sólo comen carroña y éstos revalidan las proféticas palabras del Caballero de las Espuelas de Oro: AVivo en conversación con los difuntos, hablo con los ojos a los muertos@. Hacia esos predicados de transgresión de las leyes del espacio y del tiempo nos lleva la afición por la literatura.

El momento es lúgubre y a las veces florido. Se palpa un silencio de reverencia.

Algunos miran con ojos saltones, pero otros algunos  los tienen  pachones de tanto leer. Quizás vivan estigmatizados por el duende de las imprentas, y ese morbo del olor a tinta no se va jamás. Indeleble, como un sacramento que imprime carácter. Pero puede que también estén allí delante del tingladillo sabatino de Alfonso Riudavets por el afán de acaparar, una manía que dicen que llega a la vejez, denominado síndrome de Diógenes.

 Hay un lado oscuro en la bibliomanía que conecta con una libido en frustración permanente, reflejos condicionados, instintos subversivos, inseguridades congénitas. Los lectores empedernidos no deben de andar muy bien de la chola. Saben que su manía no les vuelve bienquistos a una sociedad hedonista y consumista  y que se sitúan en lo políticamente incorrecto. En estos tiempos de cáscara amarga, de preocupación por el Alook@ ellos van deshabillés profesos de un desaliño exterior que no se compadece con la elegancia interior de los que buscaron la Verdad y la Belleza. No tienen pinta de triunfadores, lo que desdice aquel slogan que se puso de moda cuando Fraga era ministro de Información: Un libro ayuda a triunfar. Ahora quizás sólo sirva para caer en el fosos de los marginales e incomprendidos, pero da igual.


Sin embargo es un anodino la lectura y la escritura contra el dolor; acalla la perplejidad, mientras los ojos se cansan. Leer es como caminar, como el sufrir, el gozar y el padecer y sentimos el menosprecio de las cosas del mundo.

Los gestos son melancólicos. Sufren algunos de incontinencia urinaria y de complejos de Edipo. Pero tales dolamas vienen a ser cosa de poco monto que no habrá que tomar demasiado en cuenta. Además, la lectura es la mejor terapéutica para alcanzar la senectud. El hombre muere cuando se extingue su curiosidad.

El dueño los sabe administrar bien, conoce a todos y todos le conocen a él. Su porte puede ser el de un ministro de la Oprobiosa o la del sepulturero de una cultura que se va para no volver. Pero a quien más recuerda este gran señor de los libreros de lance es a Sócrates. Sabe que esto es un ir y venir  que llaman acarrear. El deseo del conocimiento no significa más que un periplo astral, tan patético como peripatético, del ser a la nada. Sin embargo, yo le he comprado a Riudavets una partida de eucologios y de misales. Los suelo rezar todos los días en latín. El que más me gusta es el encridrion de mi ordenación sacerdotal. Lo encontré aquí perdido en la marabunta inmensa de papel, así como algunas novelas rusas, que son para mí las preferidas, en traducción de Cansinos Assens, publicadas por la Biblioteca Nueva o la colección Universal.

 No hay soluciones al dorso en este crucigrama. Pero aciertan quienes ven en la literatura un viático contra las zozobras de la existencia.


Para espantar a La Huesuda unas veces se entrega uno al vino, y que viva Baco y muera Afrodita, pero a veces me da comezón por leer. Tengo el chiscón lleno de golletes del tinto de Valdepeñas y de tomos que le compré a este individuo sin que él me lo a. Me pasado la vida borracho de libros y de vino de la ribera. Tanto unos como otros te colocan. Son mis dos grandes vicios. Debo de tener el hígado como un balón de reglamento y la mollera hecha puré. Pero eso que me llevo por delante. La vida ha sido para mí soplar- en el mejor sentido de la palabra- y leer.

Me he enterado a veces yendo a Moyano de la muerte, la ruina o la separación de los amigos, por los libros que se exhiben en el revoltijo de Alfonso. Cuando uno se divorcia, se va América o la Almudena[1], vende los libros. Las casas se deshacen igual que las bibliotecas y de eso sabe algo mi amigo. La furgoneta con las pertenencias y papeles del difunto suele ir detrás del coche de respeto. Todas las glorias humanas acaban en el trapero.


A través de él, supe de la muerte de un querido colega, González Yuste. Fue el primer corresponsal en Londres del APaís@. Era un muchacho serio, que vestía chaquetas de ante, mucho más serio del que sería su sucesor, Juan Cruz, que era algo tuercebotas, y al que llamábamos el Polisario por su aspecto de beduino del desierto. Iba siempre con una mochila de cuero. Y lo que son las cosas: ahora es el mandamás de una importante editorial. Y Yuste, que era mucho mejor periodista y mejor persona, se ha muerto. Con él, que parecía un recién graduado de Cambridge, coincidí algunas veces. Le recuerdo taciturno, puntual, buen amigo, fumando en las ruedas de prensa. Estaba casado con María Jesús una muchacha risueña, de cara pálida y con aire de profesora de matemáticas. No había vuelto a saber de ellos. Por lo visto, dejaron de vivir juntos. Esta primavera después de venir de la guerra de Kosovo donde había ido a cubrir la caída de Pristina, Juan empezó a quejarse de un hombro. No duró dos meses.

Compro un libro de Bruce Marshall AThe Fair Bride@(La novia simpática) editado por Penguin sobre la guerra civil española. Son las aventuras de un obispo inglés que consigue burlar a la checa, mediante la ayuda de una prostituta y de un comisario amigo suyo. Algo descuadernado el opúsculo lleva como identidad la firma de su primera propietaria (presumo que yo seré el segundo). Pone en la cubierta un nombre y una una fecha. AMi primera novela inglesa. María Jesús. Londres, 17 de abril de 1960".  El detalle no puede ser más entrañablemente doloroso para mí. La historia de este penguin, adquirido por dos chelines y seis peniques, privándose de una cena a base de Yorkshire pudding y leído en alguna boarding house de algún barrio de Londres una tarde de primavera junto a la estufa de gas. Yo también me compraba este tipo de libros con el dinero de la cena. Si lo adquiría, no podía irme a tomar la media pinta de bitter al pub de la esquina.


 Se conoce que al efectuar las particiones, Juan se había quedado con algunos libros de su amada. Libro cerrado no hace letrado, pero, incluso abiertos son el mejor testimonio de nuestros dolores y nuestros sueños. La novela del gran Bruce Marshall, un artista algo olvidado -este autor escocés fue el introductor de la literatura católica en Inglaterra y no Graham Green- fue adquirida poco antes de que los Beatles empezasen a echar el vuelo, en los inicios de la gran movida psicodélica londinense de la cual algunos privilegiados fuimos testigos. Ya ha llovido.

Han pasado casi cuarenta años. Mis pupilas  se bañan en lágrimas. Es cierto lo que dijo el clásico de Verba volant.  Scripta manent. Los escritores, los periodistas, de mayor o menor fortuna o renombre, no somos más que polvo de estrellas perdidas en la inmensa galaxia de Guttemberg.  Pero tampoco hay que hacerse demasiadas ilusiones. La letra mata y el espíritu vivifica.

A veces he llegado a pensar que los frecuentadores de la Cuesta somos miembros supernumerarios del Club de Poetas Muertos. Por eso tenemos algunos de nosotros ese aire tan funeral.

Los cleptómanos no faltan, pero esos no suelen llegar a Riudavets. Cleptómano dicen que era Azorín que fue el que arrampló con las exquisiteces que aun quedaban en la Cuesta. Si se da el caso, Alfonso Riudavets los trata como se merece, sacando el pecho de ese sargento de caballería que lleva dentro y les pone pronto en su sitio.


-Pero )no le da vergüenza oiga a usted?

-Es que...

De todas suertes, la pletórica cuadrilla de silenciosos contumaces que hace corro en torno al rátigo de libros de montón llevan muchos de ellos el signo en la frente Ahic jacet@ y un R.I.P. sobre sus frentes. Pertenecen a una raza especial entre las vultúridas bibliográficas.  Agitan sus manos con rapacidad. El pico lo tiene curvo y hay algo de duerno  donde estas almas solitarias se hartan de un afrecho espiritual que no tendrán en ninguna otra parte.

A los lectores incorregibles se nos va poniendo con el tiempo cara de lechuzas.  Como si por esa vía se nos estuviera contagiando la sabiduría nocturna de Minerva. Lo de los buitres no es más que un decir. Parece que leyendo y manoseando libros (hay incluso un placer casi venéreo al pasar los dedos por los lomos granulados de un cantoral monástico o alguno de aquellos tomos que publicaba Aguilar) vamos tirando en la vida. Muchos de nosotros somos ya hombres sin amor.


Acudir a este sitio por las mañanas de sábado cuando se ofertan libros a 25 pesetas ( el resto de la semana a 100) recuerda algo del instinto cinegético de la condición humana. Los hijos de Adán llevan dentro un cazador. De liebres, de rebecos, de señoras, y, cuando no pueden porque les fallan las fuerzas, de libros de viejo. Encontrar un texto raro proporciona una placer equiparable en cierta medida con el de la caza. Encontrar un buen libro es como cobrar una pieza a la que nuestros podencos han venido persiguiendo por el campo.

Cada uno va metiendo los tomos que están al relente en una escarcela o los selecciona en un montoncito propio al lado de los aligustres que sirven de zarzo al bulevar. Tienen todavía que orearse un poco más. Cuando termina la requisa, el dueño les pregunta:

-)Cuantos hay?

-Me llevo cuarenta y cinco de una tacada.

-Mil cien - contesta  sin pestañear y sin tener necesidad de echar cuentas. Se le dio siempre a Alfonso bien el cálculo mental - en numero redondo. Te perdono cinco duros.

Si queréis verlo hecho un energúmeno, ve  a pagarlo con calderilla. Es capaz de tiraros las perras a los morros.

-Oiga que yo no soy un pobre.

Sus maneras son las de un señor. Un dios bajado del Olimpo. No se digna de contar nunca los ejemplares que acarrea el cliente. Le basta con la palabra del comprador, pero sabe ya con un golpe de vista quien le engaña y quien no.

(Ay ese golpe de vista de Alfonso ! Esos ojos flavos detrás de unas gafas de vista cansada son de los de un lince; ven crecer la hierba.


 Manolo Carrión dice que es un hombre muy bueno y muy listo. Lo de la inteligencia no se los discuto. En cuanto a lo de la bondad tampoco, pero la disimula. Y es seguramente porque no quieren que lo tomen por tonto, y él de tonto no tiene un pelo.

 Con su oronda humanidad representa él solo el alma de la cuesta de Moyano. He sido un cliente suyo de los más adictos a lo largo de cinco lustros. Eso no me da ninguna prerrogativa, aunque me deja que le hable si está de buenas, y sin que sirva de precedente como él mismo dice, pues no es hombre que se ande con muchas contemplaciones. Algunas veces resulta brusco, porque, cuando se ha levantado de mala leche, sabe ser punzante y quisquilloso, pero la mayor parte de los días su talante es avuncular,  jocundo y risueño. Por supuesto, no tolera pelmas.

Puede resultar obsequioso pero sin servilismos. No sufre a los tontos, y menos a los pedantes, pero le hacen cierta gracia los periodistas. A los escritores fracasados les trata a patadas. A muchos políticos los pone a parir.


A mí que me han ido echando de todas partes encontré siempre refugio perentorio en su caseta en conversaciones terciadas que ni iban a ninguna parte, ni duraban una tarde. Hablábamos a voces de política. Nunca disimulé ante él mi franquismo incorregible. ARiuda@- como le llamamos sus mejores amigos- seguía mi discursos con sus ojos profundos, color miel, unos ojos que tienen más de magistrado de la Audiencia o de catedrático de Lógica de la universidad que estaba en la calle ancha de San Bernardo, que de subalterno de la literatura, pero sin comprometerse y no es porque sea un tránsfuga al uso corriente. Posee el arte de escuchar y de replicar, porque en sus momentos insufribles se muestra muy suelto de lengua. Sólo dice la verdad y la verdad duele.

Un individuo de talante tan hispánico le vendría como anillo al dedo a Gracián como referente de su apotegma AEspañol soy hasta la gola, que la libertad siempre fue española@.

Ese es Alfonso Riudavets. Español hasta las cachas. Un hombre de una sola pieza. Hay algo de berroqueño en él. Con su calva profética y su hermosa y escultural cabeza como la de un busto romano, y una bondad natural que trata de envolver en dosis acíbar. Como el país es áspero de por sí no puedes hacerte turrón del blando. Te comerían si no. Y esa debe de ser su filosofía, porque Riudavets, que perteneció al Frente de Juventudes, y sigue teniendo esa veta republicana y algo anarquista de la Falange, no se define, pero creo que toda su familia es de origen menorquín.

 Ocupó puestos importantes entre los domésticos de la Casa Real. Su origen es monárquico, aunque con Ansón ni se habla. Eran los suyos aposentadores, cocineros, carpinteros y hasta dieron a algún húsar para la guarda de palacio. Así empezó también la familia de Don Francisco de Quevedo. Pero estas coincidencias de origen áulico puede ser que no sean sino suposiciones, claro está.


 Nunca se sabrá de qué pie cojea. Nadie lo podría encasillar ni definir.  Si hubiera un Partido Justicialista aquí, a él pertenecería el bueno de Alfonso porque me consta que el don más preciado para él es el de la justicia. Prefiere que le llamen justo, que no justiciero, antes que bueno. No es uno de esos libreros untuosos que pasan la mano por el lomo del cliente, para sacar tajada. La adulación y el servilismo le ponen muy nervioso.

-Si me roban, que me roben, joder.

 Nunca ha engañado a nadie. Le gusta ponerse a la faena con un blusón gris mandil de menestral lo que le daba un aspecto de bedel, de sargento de semana en un escuadrón de la Remonta, de capataz o de rabadán de los largos rebaños de la mesta de la cultura, pero, cuando le miras a los ojos a Riudavets, ves allá dentro a todo un señor, que es lo que es. Antes, cuando estaba más gordo, se traía un aire a Aldo Frabizzi, aquel actor italiano que hizo las delicias de nuestra adolescencia, pero desde que Conchita, su mujer lo puso a régimen, se ha estilizado un tanto su aspecto doctoral.

Hay días que me ha recordado a Moisés bajando del Sinaí ante una multitud de impenitentes bibliómanos y de mozos de cuerda. Tampoco le vino mal dejar la cigarra. Se fumaba a veces dos paquetes de Bisonte, aquel rubio mataburros que se ha llevado a tantos de nosotros por delante.


Con su mandil de ganapán acierta a tratar lo mismo al rey que a uno de los múltiples vagabundos que recalan por Atocha y aledaños. Y él lo lleva muy a gala eso de ser jornalero de la cultura.

Pero, ya digo, cada hombre es un mundo y portador de un misterio inalienable dentro de sí.

Durante unos años en su tabuco al lado de las limpias acacias que plantó la república se escuchaba el ronroneo machacón de esa radio tan pobre y unipersonal, pero electrizante, en programas que parecen dirigidos a  porteras  conducidos por los Midas de la comunicación, los reyes y princesas de las mañanas de nuestra democracia hortera. Escuchaba a del Olmo porque decía ser de derechas. Pero el ánima de un librero de raza tiene que ser alborozada y escéptica. Hoy ha mandado al cubo de la basura a Del Olmo, que ya es el colmo y a veces resulta pesado de tanto escucharse a sí mismo, al transistor, y a las derechas, y sólo le vemos acalorarse cuando habla de Asu@ Real Madrid.  Le hizo socio del club blanco don Santiago Bernabéu, y debe de ser una de las filiaciones con más solera, pero tampoco de eso quiere hacer alardes.


Debe de ser por aquello de que no hay mal que por bien no venga. Si el personal leyera un poco más y muchas de estas joyas literarias que se exhiben en Moyano estuvieran  a su precio justo, a lo mejor hubiésemos vuelto a las andadas. Quizás una de las claves de su éxito haya sido encontrar acomodo en el carro de los vientos que nos llevan a no sé donde. Hoy se ha puesto de moda lo Alight@. Estamos instaurados en un sistema que paga el Deutsche Bank.

Es uno de los seres humanos mejores y más originales que uno puede toparse en esta ciudad aséptica y cosmopolita. Los ingleses dirían Athat he is a whole character@, un personaje redondo . Un genio tal vez de la venta de libros de segunda mano.

La clave de su popularidad y de su éxito estribe quizás en haberse ceñido a su oficio sin alharacas. Conoce los libros como nadie y sabe lo que dan de sí, pero,  vacunado contra la pedantería, él parece siempre por encima del bien y del mal. Muestra un desden olímpico hacia los predicados humanos y a veces los libros, aunque mucho los ensalcemos, no son sino vanidad de vanidades, verdura de las eras que diría el clásico.

 Riudavets, que es un sabio, pone de manifiesto este desprecio hacia las cosas superfluas con su conducta.

Pero lo que yo he tratado de bosquejar aquí ha sido una semblanza, no un panegírico. Y me parece que he escondido sus defectos, que también los tiene. Por ejemplo, un genio insufrible. A mí me ha llamado de todo. Una vez me colocó el epíteto de archimandrita.

-Eso es una lisonja, Riuda. Ya quisiera yo que me nombrasen obispo.


A veces incluso hemos discutido, con la misma forma que discutieron González Ruano, que se pasaba los días con un café en uno de los veladores más codiciados y don Pepito el del Café Gijón. A veces hasta llegué a formular el propósito de no volver aparecer por su tendejón. Pero la cabra tira siempre al monte y a de mí tiran los libros. Son mi viático y mi propedéutica. )Qué sería yo sin ese paraíso que ha sido para mí la cuesta de de Moyano?

No he cumplido la resolución de no volver.  Cuando Alfonso Riudavets está de incordio, no hay que hacerle demasiado caso. Luego se le pasa. Los libros dan satisfacciones, pero no faltan disgustos, y crean humores intercadentes entre quienes los manejan. Que viva Don Alfonso Riudavets.

 

 

Antonio Parra

 

10 de diciembre de 1999

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 LAS CORRUPCIONES DE TORBADO

 

por antonio parra.


El ABarbas@ -uno de los personajes de Las Corrupciones, la novela que define a la generación del 68, con tanta fuerza y certinidad literaria como pudiera ser el caso de La Colmena con respecto a la quinta del 36, que pasa por buque insignia de la brillante escuela de postguerra-constituye el personaje mejor definido de esta gran novela de Jesús Torbado, al que silencia aposta y ningunean los mandarines de la literatura mala leche ligera[2], plagada de tópicos, lugares comunes y de autores extranjeros. Aquí mandan los de siempre. Son los hijos de Julián Marías, no los de María (ya quisiéramos) los que manejan el cotarro.

Conque y a pesar de todo, supo Torbado situar al hijo de sus sueños bajo una perspectiva profética, al retratar a un comunista español, hijo de papá, que hambrea su anhelo de aventura y su picaresca por la orilla izquierda del Sena. Quiere conseguir una beca para universidad Lumumba de Moscú. Deja aparcado su deseo y cambia la dialéctica de Marx y Lenin por los trastos de reproducir. se convierte en gigoló. A cambio de los favores sexuales a una señorona se olvida de sus ideales de reforma de la injusticia.

He aquí todo un Romeo al que sólo le faltaba el Alfa, que le compra su entretenida, para lograr las metas que se había fijado para esta vida.la señora baronesa lo viste de punta en blanco con trajes y foulard de Pierre Cardin. Ya no quiere ser comunista. Cambia sus inquietudes por un descapotable. Y a vivir.


En el Barbas Torbado acierta a columbrar las entretelas de una corriente subterránea. En su héroe traza la etopeya de un tránsfuga, sin ideario fijo, amoral, pesetero, ambivalente, y siempre bien instalado en el flujo de la corriente. Es la herencia del pícaro que recorre toda la literatura española. Nos fuimos a París, pero lo de cambiar el mundo no era más que una añagaza. Lo que en realidad queríamos era subir, medrar, la conquista del poder. Sin embargo, hubo entre ellos algunos, entre los que me cuento, que no quisimos vender nuestra alma al diablo. Vale más nuestra dignidad que un plato de lentejas.

Sin embargo, el Barbas supo evolucionar desde las barricadas de la contestación a un lñugar al sol que más calienta, como son las sillas ministeriales, los cargos y los centros de poder. Su metamorfósis es metafísica.

En un guateque en una buhardilla, con picú, extranjeras que se daban bien, ginebra de garrafón, amor libre en plan alfombra y vomitonas sobra la colcha a este personaje lo dan de hostias. El que le solmena es precisamente un inocente, un partidario de la no violencia. Un ex seminarista. En esta generación todos hemos empezado por un ex, lo cual hace la composición de mucho acontecer. Como prueba de que nuestro destino se halla en las estrellas, si mi primer coche fue un seiscientos que empezaba por seis, seis, seis, el segundo un Miraflores rematado en el sufijo fatídico de Aex@, venía a demostrar que yo soy miembro de la generación x.

 A un tercer grado cáustico nos someterían las perversas fuerzas del hado.


José Antonio Fernández, el protagonista de la inmensa novela río, con una traza argumentativa  potente y congruente, nada light, sino en plan peso pesado del arte de contar, siguiendo los pasos de Flaubert, Maupassant, Tolstoi, Dostoievski o Somerset Maughan, es quien le cruza dos sopapos bien dados al lechuguino. Quizás todavía un mínimo de decencia conserve, a pesar de las corrupciones a las que es sometido. Es una secuencia de deterioros ambientales: la Iglesia, la familia, la sociedad, el sindicato, la amistad y el amor. No arremete a su amigo porque haya pretendido quitarle a su novia griega, sino porque ve en el Barbas reflejado su propio desencanto.

Esta es una historia a caballo entre la esperanza y la desesperación, espejo de uno años de juventud inconsciente y generosa, vividos en plena bohemia. Al igual que en la novela de Melville este Moby Dick de la revolución de terciopelo se mantiene incólume en medio de la marejada de corrupciones y, consecuente consigo mismo, acaba defenestrandose desde lo alto de la Torre Eiffel, cuando llega a su conocimiento un mensaje del padre de su amada, Anika, desde Estocolmo, anunciandole que ésta había cometido suicidio. @Selbstmord@ es la palabra que retumba en sus oídos igual que una maldición y la voz de la conciencia que dice: @yo la maté@. Se trata de un conjuro del destino formulado contra él.


Al diablo todo. Cohn Bendit no era más que un tigre de papel. hoy es un instalado. Ficha cada mañana en Frankfurt en las oficinas de una multinacional. Joan Baeza es una estrella que se ha extinguido. Los hippies de MacKenzie no llevan su oblada de flores a San Francisco. Se ha acabado el disco. Parece que José Antonio Fernández lo adivinaba.

Los cisnes se han transformado en gansos y esos ánsares no hacen otra cosa que graznar con gemido lúgubre. Ahora los arúspices recogerían en un registro magnético el registro de tales vibraciones proféticas   

Trataré de explicar a humo de pajas el argumento: un novicio dominico, que, por lo que describe, debió de ser el de Caldas de Besaya, Cantabria, donde también profesó Torbado ( las mejores novelas son las que tienen un apoyo autobiográfico) cuando declina su vocación descubre que la vida no es digna de vivirse encerrada en un silogismo, por la sencilla razón de que carece de lógica. Es indomeñable. Los universales no abarcan los particulares como pretendían las súmulas tomistas en su estética aristotélica tan bella como inalcanzable. Era una dialéctica como hecha para ángeles no para hombres. Too much, demasiado para el cuerpo. Nuestras almas y nuestros cuerpos no estaban hechas para volar. Todo lo más para caminar al trote. o al paso ligero que nos marcaron en la mili.


Así pues, como resultado, al cabo de una crisis religiosa, Fray J. Antonio descubre que no se llama ni José Antonio ni Fernández. Había nacido en un hospicio y era expósito. Sus padres adoptivos lo habían metido a los diez años en aquella bella jaula de oro entre montañas y aguas termales. También descubre que tampoco tiene vocación. Un enamoriscamiento primerizo con una muchacha del pueblo durante unas comedias que echaron los seminaristas en jornada de puertas abiertas tuvo la culpa de esa decisión. Las escenas que describen la evolución de este primer amor son un dechado de perfección literaria y de penetración psicológica, un caso de precocidad genial, porque Torbado escribió esta obra maestra a los diecinueve año.

De remate, cuelga los hábitos y se planta en Madrid con lo puesto. Aun se le notaba al andar, como a todos los ex seminaristas, esos andares a lo valgo de curilla, el pavor ante los desconocido, la falta de desenvoltura para con las mujeres, y esa alma como bisunta que tiende hacia la vida ordenada y al ocio contemplativo pero que tendrá que estar bajo la demanda de la carne.

No se puede vivir con el alma partida, nadie puedec amar a Dios sin conocerlo. Lo que instiló e deseo de conocimiento fue el amor divino reflejado en sus criaturas. Resulta que el pobre J. Antonio era un místico. Este personaje de Torbado me ha servido de espejo al cabo del tiempo. En este libro me monché en la moviola paso atrás y el espejo me ha devuelto una imagen retrospectiva color mate pero atravesada de travesuras lancinantes. Si la verdad está en los números, lo vividero hay que marchar a buscarlo a los libros.


Era un místico a redropelo, un anacoreta malgré lui, que vive su soledad en el desierto de París. La palabra nos lleva adonde quiere, y aboca con frecuencia al descubrimiento de nosotros mismos. José Antonio desconocía fuera un místico. Fue ese idealismo panteísta que aprendimos en la celda con el pensum y los himnos a la Virgen, esa sed de universales a través de particulares en tardes de melancolía infinita, el que abrió los postigos de los claustros. Los seminarios quedaron vacíos. Vino una barrida, sopló el viento del desierto, y nos pusimos todos en movimiento. Partimos en busca de un punto de fuga, un asidero de la palanca, pero tampoco, al otro lado de las montañas cuyo perfil contemplábamos tarde tras tarde desde la ventana del estudio, había asideros ni palancas. No había orden ni concierto para los que nos pasamos la infancia creyendo en la armonía de las esferas y la congruencia de todo. Nos dimos cuenta que habíamos vivido demasiado arropados y protegidos una vida que no era nuestra al sesgo de una disciplina y un horario a ritmo de campana.


Pero el simún aquel que se soplaba se llevó nuestros bonetes, nuestras tocas y nuestras esclavinas. Haría volar las páginas del Errandonea y del Raimundo de Miguel, que uncieron nuestras vidas a la subyugante latinidad. Aquel viento tiró por tierra nuestras torres airadas, arrastró camino del valle nuestras becas rojas de estudiante y las hopalandas conventuales, colándose por los resquicios del alma. Algo nuevo estaba a punto de empezar.

Se acabaron los paseos interminables por las campas y campillos en mediodías de tedio y sequedad cuando ibamos y veníamos al lado de las murallas, y con ello los regímenes de visita de nuestras madres con la muda, el talego con el matute para ir tirando, mientras rezábamos a la Madona de los Tránsitos que nos amparase. No habría más en adelante visitas al sagrario y un metódico alzarse y acostarse. Ni visitas al sagrario ni retiros a fin de mes, los ejercicios espirituales cada año que daba un fraile especialista. Siempre eran los mismos gritos, las amenazas del infierno y el numerito de mostrar la calavera encendida mientras se apagaban todas las luces de la capilla. El efecto sobre nuestras blandas conciencias fue terrorífico. Y no es porque yo lo diga pero un poco de penas del infierno tampoco nos vimos mal psicológicamente.



Hoy, desparecido el Leteo, las hariolas de la tele lo han sustotuido por coleresterol, cáncer, enfermedades venereas y demás. Seguimos sin haberle ganado a la muerte la partida. Sin embargo, por aquellos días )cómo comprender tanta muerte cuando aun no habíamos empezado a vivir?  El miedo guarda la viña. Predicando sobre ella constantemente se nos tenía sujetos. Pero también  nos estabamos volviendo unos desquiciados. Tiempo adelante, se nos abrirían los ojos. Llegaríamos muchos por nuestra cuenta al convencimiento de que el Dios que nos planteaban los jesuitas no era sino una caricatura de sí mismo. Se trataba de un personaje cominero, medible y contqable, meticuloso y severo, impervio e infranqueable, lejos del alcance de nuestros pronósticos y de nuestros desalientos. No era el Resucitado con rostro humano que luego aprendimos. Sin embargo, la semilla quedó lanzada. A través de aquella horma en la que nos metieron fueron moldeando poco a poco al Cristo sin prejuicios, señor de la historia. De forma imperceptible y sin casi quererlo nos fueron introduciendo en el amor y el conocimiento del Gran Rey. Los jesuitas, contra los que nos rebelamos, consiguieron que dejasemos de ser rahez para convertirnos a la casta del cielo, en raza de los elegidos. Tampoco era la culpa de aquellos pobres sacerdotes, si tuvieron fallos. Como dice San Agustín nunca te quejes ni preguntes qué es esto ni por qué. Porque eres hombre. Ellos nos dieron lo mejor que tenían, con lo poco o lo mucho que sabían. Fue justo que quedasen vacías las aulas de los nviciados y que sobre Roma llovieen en avañanchja las peticiones de secularización. No obstante, en medio de la borrasca y flotando sobre aquella borrasca de crisis interiores  lucía perenne la llama del fuego sagrado. Ahora, al cabo de mucho tiempo y con costurones y heridas en el alma (dejamos la piel en el combate) se presentan ante el mundo y sus vanidades los que una mañana de Témporas dijeron:@Adsum@. Entonces no comprendieron el sentido de aquella llamada; ahora sí. El vínculo sacerdotal es permanente.  Esa promesa de servidumbre al Cristo total formuñlada ante el obispo nos ligaba bajo juramento a un hermoso proyecto soteriológico. Aquel día nos habían atado las manos. El nudo no se podrá ya deshacer. Es indeleble. Aquella unción no se podría borrar ya con papel de lija.

Me pregunto si no irían metidos en aquella desbandada general los apóstoles de los últimos días. La cuestión personal mía, que debe de ser la de otros muchos que se encuentran en mi misma situación, llega en una tesitura difícil para la Iglesias. )Seran en todo caso las víctimas las que salven a sus verdugos de antaño?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

AUTOR FIRMA EN VILLALBA SUS OBRAS:

 

BIOGRAFÍA DE TERESA DE LISIEUX

   - ALLOVIENDO ROSAS@           Y

  

AQUIEN ENCONTRARÁ A LA MUJER FUERTE@

 ( una alegoría sobre el presente en clave de futuro)

 

PRECIO DE AMBOS LIBROS. 1000 pesetas 

 

 

      Millan

      Sacramenia

        Artedo

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

9 de septiembre de 1999

 

Sra. Asia Safina,

Conductora y redactora del programa AMosaico@,

Moscú

 

                   Piedras Vivas, Villafranca del Castillo

                   

Mi querida y admirada Asia:


Ayer día de la Natividad de Nuestra Señora recibí su importante y bella carta, enviada el tres de agosto, en vísperas de la Transfiguración. Ha sido una gran alegría a la vuelta de mis vacaciones en el campo. He regresado con mejor estado de ánimo que marché y mejor de salud. Su misiva ha contribuido a acrecentar el estado de euforia y esperanza que tanto necesitaba yo. Gracias infinitas, hermana del alma. Y que Dios le pague tanto bien como hace a través de los micrófonos esparciendo la palabra de vida, la solidaridad humana, el arte y la concinidad insigne, que vuelve a la querida emisora radial moscovita un oasis de paz en medio del marasmo de inmundicias que plaga el éter. Algún día el bien, la bondad y la belleza que os caracteriza, y que es vuestro código de conducta profesional, vencerán.

Los pasados meses, mientras yo manejaba el dalle y el serrucho para segar la hierba o apilar la madera para el invierno, con la grabadora cerca, sobre un caballón del terreno o alguna rama, dejando que sonasen algunas cintas tomadas de la radio AVoz de Rusia@ la noche de Pascua y algunas emisiones de AMosaico@, siguiendo la voz enamoradora de la Ivanova o los melismas y codas del diácono atacando las letanías o la AQuerubinskaya@(el canto del      Querubín), pensaba yo en una frase de Nietzsche@: Todo el oro y el progreso técnico de Occidente yo lo daría por esa melancolía rusa que alienta en sus coros@.

Pensad vosotros en esta frase del famoso germano cuando os invada el desaliento o la desesperación: Rusia es eterna. No puede morir, aunque tenga que portar su cruz y soportar los escarnios y soeces insultos del Lithostrotos, como hizo Jesús. No hay otro pueblo en la tierra que se sienta tan poseído de ese afán de trascendencia mesiánica. Rusia, mirando su historia, su literatura, o a sus propias gentes, no es más que Aalter Christus@(otro Cristo). Está empapada de soteriología. De allí vendrá la salvación. A mí no me cabe la menor duda. )Cuando? Esto es tan irrefragable como imponderable, porque los días del Señor no son nuestros días, ni sus caminos, los nuestros. Porque Él utiliza otra vara de medir.

Me ha agradado sobremanera su carta, porque su palabra escrita, como la que vuela en sus emisiones, es mi forraje espiritual, lo que llamaban los romanos frumentum (trigo, _9,k). Piensen que el mundo vive en vigilia con las antenas desplegadas, y que nada es inane, y todo cuanto ocurre, se dice o se hace, tiene una repercusión estrecha en nosotros. ANi un cabello se caerá de vuestras cabezas sin el consentimiento del Padre que está en los cielos@, nos advierte el Salvador. Dios no quiere las guerras ni tiene nada que ver con la maldad congénita del ser humano, pero consiente todos esos males (guerras, enfermedades, desgracias, enconos, recelos, homicidios) que comete el hombre de todos los tiempos a instigación del Maligno.

Comprendo que el mundo está pasando por instantes aciagos. A veces no quisiera yo que se hubiese inventado la televisión. Habiendo interrumpido esta carta para subir a almorzar, encuentro a mi esposa de un humor de perros, mi hija mayor me pega voces y hasta me ha levantado la mano, y en las noticias de las tres pasan imágenes de un nuevo horror en Rusia: el atentado de los fanáticos fundamentalistas que han volado un bloque de pisos en Moscú. No cansa la bestia inmunda en su sed de sangre inocente. Por si esto fuera poco, ahí están los terremotos de Capadocia y de Atenas. (Qué horrible! )Estará Dios enojado con nosotros? )Por qué no hay paz en los hogares y las familias están deshechas por la droga, el adulterio, el consumismo egoísta, los malos quereres, y la risa perenne del Callidus (otro nombre para designar al diablo). Gospodi pomilyui nas.

Tengo puesta una vela ante el icono de San Nicolás, y otro ante el altar de la ABagoroditsa@, la Bendita Madre del Dolor, y ruedan por la pretina de mi grabadora las preces del oficio de Vísperas Ortodoxas. (Señor, misericordia (


Durante estos meses estivales he seguido los viernes su programa. Me gustaron muchísimos los referentes al Monasterio de Valaam y aquel en que hablaba de Tartaria. Tuve mucho gusto en conocer que sois oriunda de aquel país del kéfir, los cosacos y la noche pura de la estepa con sus llanuras inmensas donde crece el aciano y todo género de plantas aromáticas y oficinales. Es una tierra que no conozco pero con la cual estoy familiarizado a través de las copiosas lecturas. Turguenev nos la describe en ADiario de un Cazador@y está también en Pushkin y en Gogol que habla de la vida sufrida y campestre en los kyrenes. Por eso es también Asia Safina tan grande amazona. Los caballos y las habilidades desultorias lo lleva en la masa de la sangre. También, la pureza y la pasión del aire finísimo de la estepa... Ah, (Si yo volviera a nacer me hubiera gustado ser atamán y mandar una sentnia de jinetes hidalgos! Iríamos por el mundo a deshacer entuertos, defender doncellas, y batirnos con los tiranos y poderosos que oprimen al desamparado. Sí, Asia Safina: tengo algo de Quijote. Razón lleva en lo que dice en su carta.

Seguí la emisión en la cual la Gran Ivanova entrevistaba a Manolo G. Moscote. (Pobre Colombia! Verdad es lo que dice Bulgakov en la AGuardia Blanca@ que han ganado los americanos. También allí.

Observo que en cada una de las entregas del AMosaico@ das los mejor de ti misma, en auténtico A tour de force@, sin ninguna concesión a la vulgaridad o al desencanto. Es usted una dama de temple. Animosa, muy inteligente, políglota, entregada plenamente a su trabajo. Le pido al Misericordioso que le siga iluminando para que AMosaico@ siga alegrando las ondas hertzianas y siga siendo una emisión tan cordial y diáfana como su productora.

Su carta la entendí plenamente, aunque con el diccionario. El ruso es una lengua muy clara y concisa. Se parece algo al latín porque condensa los conceptos sin necesidad de excesivas palabras. Como no lo practico, ya se me va olvidando, pero hay muchos vocablos de su misiva que me recuerdan el ruso eclesiástico, que para mí es la más bella de todas las lenguas.

Ya sé que en mi ensayo sobre Pushkin hay aspectos contendibles como relacionar la obra del gran maestro ruso con la actualidad de hoy, pero en todo gran escritor late siempre el alma de un profeta, aunque sea un alma laica. Sus descubrimientos sobre el comportamiento humano vale tanto hoy como para la sociedad de hace dos centurias para la cual va dirigida. Cala muy bien en los aspectos más salientes del temperamento ruso: su valor, su patriotismo, su abulia, o la inconsciencia de la alta sociedad peterburguesa cada vez más separada de los pobres Amujiks@. Predijo no sólo la victoria del pueblo ruso en las guerras napoleónicas, sino también la revolución que sería un lavacro para purificar todos los pecados de la sociedad. Pushkin se alzó también contra la mentira e intentó impulsar a sus contemporáneos a una vida del espíritu, para que vivieran en comunión con la naturaleza, y se perdonaran unos a otros.

Hicisteis bien en celebrar el bicentenario de Pushkin, que por desgracia ha tenido en España no tanta repercusión como hubiera sido deseable, porque este poeta eslavo engrandece al género humano.

Muchísimas gracias por los sellos. Son bellísimos. Los guardaré como un talismán conmemorativo. (Qué buena y qué generosa ha sido usted, hermana Asia, para conmigo! (Cuánto me gustaría poder saludarla en persona! Por desgracia, esto hoy no es hacedero, aunque para Dios no hay imposibles.

Reconozco que a veces utilizo vocablos poco accesibles, pero es que me gusta que el castellano, que es también una lengua cargada de riquezas y de matices, no sea una lengua muerta, pero tomo nota de sus advertencias y hago la correspondiente auto crítica. Teresita de Lisieux, a la cual tienes delante del espejo, ella os protegerá. Ella haga caer sobre mis amigos de la Voz de Rusia su lluvia de rosas, porque la monjita francesa sabe mucho de sufrimientos y de luchas, ofrecidas al Esposo por la salvación del género humano.

Suyo afectísimo.

 


PS. En relación a mi seudónimo que lo elegí a propósito. Millán porque así se llama un monje blanco que es el patrono de Castilla. Sacramenia, porque es el lugar de donde soy natural, en la provincia de Segovia, donde fue fundado el primer monasterio del cister el año 1.132 por donación del rey Alfonso que estableció en esta región una especie de anillo de oro o cordón sanitario contra las algaradas sarracenas, muy frecuentes entonces y puede que ahora, porque tenemos al Islam a las puertas de Europa. La guerra de Kosovo no ha sido más que un pretexto. )Recuerdan la Batalla del Mirlo en 1349 y la muerte del buen rey cristiano San Lázaro que fue martirizado en Constantinopla? Kosovo creo que en eslavo significa mirlo de igual modo que Sacramenia quiere decir muros sagrados (sacra moenia) en latín. Y Artedo por un valle de Asturias en el que he sido feliz y del que acabo de volver ahora. En cualquier caso, no creo que de Millán Sacramenia Artedo hablen muchos los profesores de literatura en lo futuro. Soy un hombre insignificante, acaso un mal escritor y un periodista mediocre. Sin embargo, en mí alienta un fuego grande que es el de dar testimonio de Cristo ante mis semejantes.

Queden todos con Él, para que proteja a Rusia de sus enemigos, y a España que está todavía peor, aunque muchos no se lo crean. Esta es por lo menos mi opinión. Dios tenga piedad de todos nosotros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ASALTO A LA DESTILERÍA

por JOSÉ MAYORAL

                                                                                  A guisa de prólogo

 

Pepe Mayoral la primera vez que topé con él en los veladores del Café Gijón, que, ya, por desgracia, no son lo que se dice un Helicón de las Nueve Musas sino varadero de eruditos de aluvión, literatos de acarreo, y alguna que otra niña pija heredera de aquellas chicas Atopolino@ que yo conocí ((qué viejos nos hacemos, pardiez!) me impresionó por su porte digno, esa honradez y modestia del intelectual nada vociferante, que siente su compromiso con la verdad y lo asume, y una mirada penetrante, casi de berbiquí, propias de los que catalogan la realidad. Los ojos azules de este rubiales humanista son un parapeto de la inteligencia.

 Es la mirada de todos los pintores. Como Picasso, como Gauguin, como Cezanne. Mayoral, más que ojos, lo que despliega son dos taladros. De ahí que todos sus libros sean tan Avisuales@.

En ellas la palabra adquiere un perfil plástico de colores rompedores, que capta cuanto rodea al autor. Cincela y pincela el entorno. Por eso, los mejores novelistas son aquellos que han conseguido imprimir a sus creaciones un tempo cinematográfico.

Este extraño AAsalto a la Destilería@ es un grito del genio en el que se contiene lo Adejá vu@ en narrativa:(Joyce, Beckett, Kafka, Dostoyevski,Faulkner) con algo que es completamente nuevo. Mayoral aquí, al escribir este relato mayor, en el cual los paladeadores de la buena literatura pueden advertir retumbos del eco de Baroja, Valle Inclán, al que supera por lo esperpéntico de algunas imágenes, Gómez de la Serna, al que deja atrás al ir devanando sobre la novela escalofriantes greguerías, sólo puede ser igual a sí mismo.


AAsalto a la destilería@ es una sottie, que diría Gide, o una farsa medieval al estilo Chaucer, y ,si se quiere un danza de la muerte con ingredientes del género urbano, o de la novela negra. Ante los ojos perplejos del lector se cruzan agentes del FBI con las vueltas del cuello de la gabardina subidas, el naranjero oculto bajo la chaqueta, pero que, incapaces de matar una lombriz, se nos muestran  completamente inocuos. El asalto a la factoría no se resuelve en resultado de muerte. Es un desiderátum en la novela que nunca se consuma. Nunca tomaremos el objetivo. Seguiremos bebiendo hasta reventar. No somos más que una inmensa cañería.

A lo puro, los disparos de metralleta todo lo más que consiguen es hacerle un agujero a la duela de la barrica de roble de la enigmática destilería o ser la causa de úlcera de estomago de alguno de los personajes, de tanto empinar el codo. Nos encontramos otra vez, como en los mejores textos de Felipe Roth, con la parábola del Asanto bebedor@. Mana, en lugar de sangre, alcohol, del alma y del cuerpo de los hombres pero dicen que el vino es sangre de Cristo. Por eso, el libro tiene un no sé qué de eucarístico, de reconciliación con la vida y con el perdón, que puede constituir el mejor conjuro contra este tiempos de augurios apocalípticos, de amenazas y de revanchismos en el que estamos inmersos.

Sorprende la agilidad del dialogo, y el grado de interacción, merced al cual los planos de la realidad espacio/tiempo quedan superados y sobreseídos. En un párrafo nos encontramos en el Shepeherd Bush londinense y al siguiente corretea nuestra imaginación por los desmontes de la Dehesa de la Villa. O sentimos añoranza de Tembleque, donde se sitúa el punto de fuga o de huida.

El estilo está salpimentado de codas en inglés, un idioma que posee el autor, y en otras lenguas. Esta capacidad de adaptación a un castellano que se está transformando a causa del avance imparable del monstruo lingüístico que nos acerca a la realidad de Babel materializada en ese Aspanglish@ ovante en nuestra conversación cotidiana de unos años a esta parte y que los de la generación del 68 fueron los primeros en captarla, es el sello de un habla viva que se acerca.

La novela está escrita en tono de elegía. Es un treno por una lengua que desaparece y un país que se deslíe en la propaganda consumista de Aby lines@ como morralla fina que pasan a nuestro idioma y lo contaminan de un virus de muerte.

Para sintonizar esa lengua que nos invade ya tiene Mayoral oído fino, fuera de la común. En todo gran escritor hay un buen profeta, un zahorí y un anestesista.

A veces, podríamos llegar a creer que carga la suerte, y que el autor, rebosante de genio, parece víctima de su propio éxito imaginativo. Pero el tempo no decae en medio del marasmo caótico de imágenes como lava incandescente que se superponen y se suceden vertiginosamente para desembocar en una especie de delta de piedad cervantina donde afluye el gran río de los flujos de conciencia visionaria de este hombre bueno y silencioso al que, cuando uno lo ve acodado en la Aburladero@ de ese coso taurino, más que café, donde hay tantos que embisten ( Mayoral sólo dialoga) nunca se pudiera llegar a pensar que estuviese penetrado por una imaginación tan volcánica.

AAsalto a la destilería@, aparte de una composición que supera las lindes de la novela, es un exorcismo, en el que su autor conjura a todos esos madrigados miuras, que atropan por norma, y que primero disparan y luego hacen preguntas, a que entren al trapo de la razón, y no vayan al bulto del argumento ad hominem. Ya es lástima que hoy, disfrazados de demócratas, pululen y ululen tantos Hijos de Adolfo. Las  viragos, que no vírgenes, de cuerpos gloriosos y de almas en pena-su presencia nos hace pensar en aquel debate medieval sobre si en realidad existe un alma femenina de la misma manera que puede existir un arma canina, caballuna, o felina- con mucho sexo y poco seso, y a lo mejor ninguna de las dos cosas, porque hay demasiado escaparate e impostura, mucho pose, están ahí, haciendo pasarela. Rocíito se ha metido a puta. Todas quieren salir en la prensa rosa. Mira que os lo advertí. )qué luego os las mata a golpes alguno de los extremeños celosos? )Y qué esperabais, ilusos? El que siembra viento recoge tempestades. Esto de la violencia conyugal forma parte de vuestra demagogia, de vuestro proyecto de dominación universal. Habéis acabado con la palabra. Ahora queréis suprimir el amor.


Quizás sea esta la hora de la bestia. La serpiente transformista que ya no quiere ser artista, ay mamá, sino que se nos alobó en el feminismo

Mucho sexo en apariencia y poco seso. Por eso, hoy los del 98, que nos considerábamos unos tipos bastante inteligentes, no nos comemos una rosca, y es que la verdad ni nos seduce ni nos apetece. Se ha perdido todo interés. Han echado bromuro en el vaso de Cocacola.  El cabrón de la muerte ha intentado ante nuestras propias barbas asesinar nuestros sueños y matar la vida. A las novias que amábamos las ligaron las trompas de Fellopio. Si nos quitaseis de ahí en eso esas esculturales jacas a la hora de comer, si la Campos, menos globos, no se plantase tanto en jarras guarras, y nos dieseis a las modistillas y plantadoras o a las queridas pupilas de la vieja Echegaray o de Ballesta, volvería a nosotros el ahínco del deseo. Quizás sea esta la causa de nuestra baja cota de natalidad. La española cuando besa ya no besa de verdad. Se ha vuelto machorra. Las parideras del redil patrio están vacías. No queremos traer, hijos al mundo. )Por qué? Dar a luz nos resulta un tanto  machista, )guapo? Ya sé adónde queréis ir a parar, hijas de mi vida: al conde que todo lo enseña y nada esconde. Eso es.

 Era necesario que haya voces disconformes con el AEspaña va bien@ y oigan en berlina a los organizadores del pase de modelos; les ha quedado un país como muy coquetón pero sin medula, y no es eso, no es eso.

La vida literaria, reflejo de nuestra anémica vida política, dominado por algunos cuantos caudillos del Palacio de los Leones y de la Media Luna Cibernética -todos se están haciendo a estas horas una gallarda y se masturban irremisiblemente como se masturbaban los del 98, inane ejercicio el de la masturbación como es el de la demagogia- recuerda a esa catasta donde los romanos exponían  a sus esclavos. Viene la Noemí Campiello moviendo el caderamen, rumbosa e imperturbable cariátide y nosotros nos amagamos en un rincón ante el empuje de esas otras hijas mías de mi vida, porque el tronío y la crija de esa inglesa de ébano no hay quien lo aguante, pero no la podemos llamar tía buena sin ser calificados de machistas. Los rumbosos taconazos de las modelos y la cara de acusica de las rubias bustoparlantes que recitan en un tono de voz homologado de plañideras de la información, asomadas a las lúgubres ventanas de los telediarios, que se repiten y son siempre iguales a sí mismos, son como golpes en la pared que nos avisan de lo que se avecina. Su gesto imperturbable nos recuerda al de los Agauleiter@ y al de las valquirias nazis. El ocaso de occidente sólo nos puede llevar y de qué manera a una nueve noche de Walpurgis.

Para evitar esa sinrazón de tanta trampa y de tanto cartón piedra, de literatos de relumbrón, y de periodistas de acarreo, ahí están con esa dignidad de entrega total a la literatura escritores como José Mayoral. El dictamen o casillero en el que son calificados hombres honrados- su rostro recuerda al del Justo de Israel - no les exime de seguir en la brecha, siendo la sal de la tierra, y el antídoto contra la ramplonería y mediocridad ambiente.

No es más que una jugada del sistema, que los prefiere pastueños, mansos, acomodaticios, con poca conciencia y, a ser posible, lerdos; en esta sociedad un inteligente nunca medra. Aquí no hay que pasar de listillo. La cara asnal de nuestro premio Nobel es una especie de radiografía de este tiempo de desvergüenza. Sucede que escritores de una sola pieza como Mayoral tienen dificultades para encontrar editor, mientras que el burro de Balaán sigue viviendo de las rentas, de la paja que arrebató en pesebre ajeno, y a un chisgarabís, con tal que se llame Terencio, se adorne la calva con un bisoñé, se lo jalea y rubrica con contratos millonarios.

Pero la verdad no solamente os hará eternamente libres sino que la encontrareis en la luz que acampa bajo el celemín.


Conozco ese deambular peripatético, que se refleja en la novela del autor novel, y negativas de guante blanco que llenan el alma de desespero y de conciencia de fracaso. Nos consuela que los herederos de los que nos dan con la puerta en las narices ya aserraron a Jeremías, sacaron los ojos a Amós, dilapidaron a Isaías y a Cristo lo clavaron de un madero. La incomprensión forma parte de la lista de los gajes del oficio en un escritor.  Estamos ya curados de espanto; supimos apencar con las consecuencias de la ordalía. El fuego de los inquisidores ya no nos afecta, hemos conseguido cruzar la parva en ascuas a pie enjuto. Nuestro compromiso con la literatura es una perpetua Noche de San Juan, transitada de viejas canciones, porque la música es un manso ruido escuchado a flor de agua. Nuestros pies desnudos huellan las brasas. Y no sólo eso, sino que también somos capaces de cargar con un compañero a cuestas. Uno que escribe siempre ha de sentir ese aldabonazo de conciencia mesiánica. Todos tenemos un poco la vocación de San Cristobalón. Queremos salvar el mundo o justificarlo, desentrañarlos, sin saber cómo.

Un milagro permite que nos lavemos en un charco la cara y que veamos nuestro rostro reflejado en las aguas puras de la Fuente Castalia.

Si Baroja dijo que ya ha pasado el tiempo de los milagros, a mí me parece que al bueno de Don Pío se le fue un poco la mano; los milagros existen. Uno de ellos pudiera ser que Mayoral y otros escritores de raza no se hayan rendido. No han quemado las naves, no rasgaron las filacterias ni se resignan a entregar la cuchara. Al fin y a la postre, el Covenant bíblico es un poco el compromiso de Dios con los desheredados de la fortuna, con los que sufren y son víctimas de la injusticia.

Un día seremos todos rehabilitados. Así lo anuncia señaladamente el canto del AMagníficat@, algunos de cuyos ecos tiene resonancia en este texto, donde los personajes largan parrafadas constreñidas a un rigor de imágenes ardientes como en Carros de Fuego, como si ya Elías estuviese de vuelta entre nosotros. Otra vez se escucha el verso de A et exaltavit húmiles@.

Ojo, que en este asalto a la destilería, hay mucho mensajes en clave. Para descifrarlos, lo mejor es leer este fabuloso caudal de vidas que se entrelazan. Hay veces que una palabra, sobre todo si está transida de aliento profético, puede hacer más daño que el fuego a discreción de la boca de cañón de una metralleta.

)Qué más? Mayoral, como su mansedumbre ensimismada lo dice, y su apariencia de inquilino recién desembarcado del portal del falansterio de la renta antigua lo corrobora, no haciendo de otro alarde que el de su inteligencia, no tiene esa nuez de Adán tan estragada de esos nuevos D´Artagnan de nuestras letras, con espadachines y mosqueteros saliendose por los forros y las guardas de su libros, pero ha demostrado que sabe llevar una novela de acción, acción interior, y conducirla a lo largo del relato. No es tampoco maricón, que hoy es lo que más lleva, ni era de los que le arrimaba las putas a Emilio Romero cuando era joven. No; nunca se ha supeditado Pepe a los serviles oficios de mamporrero, ni se ha colocado como Cela una@ yamulka@ en el occipucio el bueno de Mayoral, él que tan judío es - y no hagamos juegos de palabras porque aquí hay algunos muy dados a confundir la velocidad con el tocino, y a judíos con jodíos- carne de dolor, sangre de Israel. Pepe es un tipo normal, con esa normalidad que suele ser albergue del genio, y un genio bueno y civil debe descansar en las recamaras de su imaginación para haberse sabido mantener limpio entre tanta podre.

Y es ese ángel bueno que le anima a escribir a Mayoral es el que nos dice a todo que ya basta, que lo que necesitamos es perdón, más alternancia y menos revancha, y, hartos de crispación lo que menos necesitamos son menos insensatos que ahuecan o impostan la voz cuando se dirigen, altisonantes, como esos poetas ripiosos a los que colman de premios cervantes, hacia nosotros. Pero nos tendrán que cortar la mano, si quieren que dejemos de escribir


Seguiremos bebiendo vino - joder el chato se ha puesto a 250 pesetas- y Agijoneando@ que viene a ser una forma del hay que joderse madrileño, porque ser cliente de ese club requiere sus buenas dosis de masoquismo, haciendo la vista gorda cuando el camarero creyendo que estamos ya trompas  nos sisa, mentira de monedas en un plato con el vuelto de la cuenta, y escuchando los zeugmas, metaplasmos, metátesis y otras figuras de dicción con que nos dispensa el Cerillero, quien presta el dinero por otra parte con un recargo del cincuenta o el sesenta por ciento. Hay que aguantar mecha y padecer los agiotajes de la usura y los sablazos, o las intemperancias del falso amigo que nos pasa la mano por el lomo y luego el canalla nos insulta, pero no va a ser cosa de que por un provocador cualquiera, Adolfo, Adolfo, vayamos a sacar el Mágnum. Prefiero un baño de whisky a un baño de sangre. Pero estamos acostumbrados a sufrir. Somos carne de escritura y carne de dolor y toda esa carne dolorida se cura con vino con sopilla.

Siempre será mucho más incruento el asalto a una cervecería que a un convento. Al atacar una destilería-ese es el verdadero mensaje de esta novela- lo que se trata de evitar es que lo que en realidad pase, por esa transposición de términos entre cuento y razón, que vuelvan los energúmenos a pegar fuego, pongamos por caso, a una sinagoga. Es lo que verdaderamente puede suceder si no andamos listos. Un escritor de talento como es Mayoral aquí lo que hace es un conjuro contra el Aarson@ inicuo de los que ya traen la tea en la mano, los apóstoles del odio sistemáticos, los retoños de Adolfo, inútil total y para colmo sifilítico, a los añafileros de Moloch, con puestos relevantes en la Administración, que fichan en algún periódico sacamantecas o salen todos los días a la palestra en la televisión.

Este AAsalto a la destilería@, novela mayor de José Mayoral, que ha publicado ya otros tres libros, porque una novela es como una abrigo de pieles que se compra a la querida, es una purga contra la pedantería, al tiempo que avisa de forma clara a todos los mareantes.(Oído al parche! El alcázar nos se rinde. Si pensáis que vamos a dejar de escribir, porque a vosotros se os antoje, lo lleváis claro.

Antonio Parra  

 

 

 


Tumbo es el libro becerro, el registro el lugar donde se guardan las copias. Cartulina el bromaje es inferior al cartón. Catalexia es repetición de frases sin sentido catástasis es el punto culminante de una acción epítasis trama cavilla objeto que se coloca para no perderse en los renglones del libro cávil mordante cencerrado estilo escueto compendiosos antipoca o nota de gastos centonar componer retazos literarios de otros se centona continuamente en la actualidad centonista cepo ceraruria ceremonial romano sobre los papas epitomar extractar escribir en guarismo cimelio y cimelia es el libro raro cipol tarjeta de identificación glagolítico o cirílico carácter cúfico elzeviriano drama de carácter cargar anotar la entrega o préstamo de un libro hamaca archivador sepan cuantos esta carta vieren del s. XII carta de pago. Lasto contrarrembolso. Loxodrómica portulano. Gallofa burrillo epacta cart. Aforística col de refranes. Legendario col de vidas de santos. Silva col desordenada. Exlibrismo. Cartofilia. Colectánea. Coloreado batimétrico. Coloredo hipsométrico de las alturas. Lardón. Commicus las tres partes. Risclar pasar los nervios a través del papel. envesado de guadamecí. Cosido a pasaperro. Prótasis epistesis y epistaxis es la hemorragia nasal. Letras clementinas p blas escritas por Juan XXII en 1327. Abominario. Anaforario. Iconoteca es un archivo fotográfico. Miscelánea. Epulario col de recetas de cocina. Lasto. Abominario anafórico espicilegio col de diplomas facecia iconoceteda poliantea epulario aforística col de refranes legendario col de vidas de santos Cartofilia batimetrico profundidades hipsométrico alturas colecticia fondo integrado por cabos sueltos commicus las tres partes de la misa lardón anotación Risclar contentas eran las declaraciones del alcalde sobre el buen comportamiento de un soldado al pasar por un lugar Risclar es pasar los cordones de los libros envesado de guadamací cosido  a pasaperro epítesis y prótasis pero epistaxis es hemorragia nasal eje apostillado cortado a sangre costero descabalado desvirado o refilado de nuevo empastado ej mutilado o mareado mútilo pecia ej universitario que podía alquilarse forrar o empellicar encausto tinta roja con la que firmaban los emperadoresromanos atramento o rúbrica antipoca factura - biblipopega encuadernador- endecha canción triste o de lamento- enfilado y ligarza- epidiascopio o proyector. Musas de las mesas frases geniales. Aquí se viene a mentir y a no dejarse engañar- rebaja tu ensusiasmo- andén de la vida- heces del vino fricks mobiliario urbano - el español hace el amor con la cabeza y piensa con los cojones- el lolo hay un león en el water- personajes indigentes.- pincerna cuenca- la pluma como una adarga de vanidades y de perplejidades- un escritor es el que ve los toros desde la barrera - pepe es un escritor con bandeja- Pedro de lorenzo le echa de menos- beber para olvidar pero el poeta dignifica la vida - Honofre es un general republicano - anagramas y libelos escritos licenciosos - instintos gregarios y agarenos. Larra decía como periodista paso la mayor parte del tiempo escribiendo lo que no pienso y haciendo creer lo que no creo- surtí echarpe tualeta ecarté. Presidios son casas de desmoralización y de crimen.                                             

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Necropolis de Madrid

[2]Leche ligera es lo light, lo políticamente correcto, no nos metamos en tremedales. Haga pedestrismo y haga zapeo. Ponga usted al mundo a paso ligero. Sin embargo, el que esto escribe prefiere el paso largo

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