LLANTO POR UN UROGALLO. ESTAN ASFALTANDO TAMBIÉN ASTURIAS
Antonio
Parra
Otro
ataque. Por lo visto respiran por la herida. Estábamos condenados al silencio
ese silencio espeso y mazorral como la sangre municipal que se enriquece a
golpes de ladrillo y de hiladas de plomada. Me hubiera gustado ser albañil más
que archivero pues la literatura nos condena a la pobreza pero no a la pereza
que nada tengo de haragán y en mi vida en lo mío trabajé una burrada. Ahora
después de lo de Marbella le toca al norte y todo son casas. Están construyendo
la gran carrilana que perforará el monte de los abedules los maestros del gran
diseño cartabón en ristre. Me repliego en mi solipsismo en esta mañana de
noviembre dorada cuando después de la cencellada – el rocío posó esmeraldas y
diamantes en los tallos de la hierba- cavo en el huerto y tengo una visita.
Primero
un malvís y luego una urogalla. Dejo la azada y contemplo a este ave como el
que asiste a una visión. Es una hembra. Está a siete u ocho brazas de mí la
cresta encarnada el plumaje entre azul y grís y una cola zanquilarga cimbreante
y bien señalada. Cacaracá. Cloc cloc. Bajó a comer desde las cumbres del Aramo
y picotea entre los valles. La proximidad de la marina no la asusta aunque bien
se ve que es bravío y con querencia de montaña. Desaparece y ando tras ella
furtivo animalito del Señor. ¿De dónde ha salido la pava? Rara avis. Dicen que
está en extinción. Cuando construyan la gran carretera adiós. Me hubiera
gustado ser san Francisco para hablarla en su idioma. ¡Somos poca cosa la
verdad!
Reparamos
ordenadores, hacemos sesudos balances de la situación política, y el teléfono móvil,
el vis a vis y el oreja a oreja cual mando a distancia, va por el mundo a mano
alzada y todavía no entendemos el idioma de las aves. Hay un acebo cerca de mi
casa que lo visitan con frecuencia y a veces tentado el urogallo esplendoroso
por la vanidad de toda hembra por la curiosidad o la llamada de la sangre se
acerca al nial de las gallinas que Iturripe ha construido en el establo. El gallo
se alborota enamorado pues un masto de ese calibre que tiene bien cubierta a su
pollada debe de estar harto de todos los días patatas y montar a una urogalla
debe de ser para él como cepillarse a Sofía Loren, pero no puede ser. La
ferralla metálica impide la componenda de una parada nupcial en condiciones que
la pava es bella, casquivana y amorosa.
El gallo de la quintana de Iturripe se queda
con la miel en los labios. No es la primera vez que el gocho baja del monte y
cubre en un santiamén a las cinco marranas que a eso de los ocho meses empreñan
y paren rayones. Misterios de la naturaleza. El milagro de la supervivencia que
se produce ajeno al gorigori del humano vivir sus horas de vanidad. Después se
pierde por la trocha y al fin la veo alzar el vuelo detrás de los laureles.
Escucho el silencio del campo un silencio musical de orquesta montaraz. La
melancolía se me pasa. Sigo apañando los alcorques.
Este
año mi ciruelo que es vecero y por julio tocaba nos dio casi dos serones de
fruto y casi cogimos una fartura y el
castaño secular tampoco le anduvo a la zaga. Buen magosto y castañas para dar y
tomar y hasta regoldar. Siento en mi carne la hermosura y opulencia de este
paisaje que nos quieren quitar. Si machacan el monte ¿el urogallo dónde vivirá?
¿Adónde irá a tirar la boina a enramar
su nido? Una parada nupcial de estas aves en su cantadero es el más hermoso
espectáculo del que un ser humano con el mínimo de sensibilidad pueda gozar.
Para mí ha sido un augurio de buena suerte la visión de esta mañana del Día de
san Martín llega el Adviento y las matanzas como a todo cerdo y que no se den
por aludidos muchos les llegará su sanmartín, ya que este pájaro de gran porte
y de la envergadura de una becada o algo
mayor sí es huraño y no se deja ver con frecuencia pues bien Antoñito ya has
visto a un urogallo casi el sueño de tu vida.
Que sigan escupiendo mierda todos esos que nos
avasallan en sus asaltos por la espalda. Que por delante no tienen cojones. Y
ahora que lo pienso y ya me pongo de mala leche y se me pasa el solipsismo
melancólico y la alegría casi el éxtasis de mirón de la naturaleza mi padre que
paz descanse decía que era tan observador que miraba casi como un marino pues a
lo mejor me compro unas botas de media caña como el maestro Emilio Romero. ¿Y
para qué quiere usted esos zapatos tan afilados de lamedme la punta, don
Verumtamen? Para atizarle una patada en to los huevos a más de alguno.
Le condenaron al de Arévalo al silencio claro está que es lo
que más nos duele (el otro día el Bibliopola barriga verde me llamó loco y me
cubrió de injurias y de escupitajos sobremanera pero ya ajustaremos cuentas que
la navaja me tiembla en bolso aunque por semejante pobre diablo non val la
pena, nin, bastante desgracia tiene con tener la mujer que le dio dios) a los
hombres de pluma pero él seguía con sus kikirikís proféticos. Era el gran
urogallo de este pobre cotarro nacional plagado de gritos y exabruptos de los cantarranas
que nos dan la vara y no son el mirlo desde la amanecida y todo el puto día que
si zetape los explosivos la kaleborroca o como se llame o los líos de la
tonadillera que tenemos un periodismo de mastuerzos el más canalla y
sinsustancia de los cinco continentes y nos hemos vueltos muy tercermundistas
con complejos de nuevos ricos. Jó. ¿Se lo merecerá España? Pero a lo que iba.
Me acuerdo del canto de esta especie en extinción y de la alabanza de España
que entonaba ya muchos siglos atrás Alfonso X el Sabio. Y la estamos vendiendo
en parcelas a los usureros. Quieren convertir nuestros predios edificables en
campos de Haceldama. Esto es nuevos corrales de la sangre para que unos cuantos
listillos de la municipalidad se forren. Traidores. Judas sigue habitando entre
nosotros. Pese a todo ya con el otoño en puertas escucho el último silbo de
este ave mayor de las Asturias entre los árboles que talarán para hacer el
túnel de la autopista. Es su canto una elegía a un mundo que se va en medio de
la incomprensión e insensibilidad de politicastros venales y de corifeos
modorros del cuarto poder. Vale ya. El mundo es ansí que diría don Pío. Pedirle
congruencia a la naturaleza humana sujeta a la doblez y a la rapacidad, la
codicia y todos los demás pecados capitales es pedirle peras a un olmo. Tampoco
pasa nada. Me he vuelto escéptico y el mi escepticismo se trasmina en
solipsismo. Melancolía. ¡Ay Dios!
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