2024-09-13

QUIETORIUM RESPONSORIUM

 QUIETORIUM

 

Envejecer es regresar a la infancia y no sé dónde estoy, sumido en esta vorágine de los afanes y los días. Febrero fue un mes fasto sin estridencias ni derivado del alcohol. A la vuelta lo venden tinto. Gasté mis caudales en visitas esporádicas a las ermitas de Baco. Los palomares de Venus un tiempo fueron mi reclusorio y derrumbadero. Ya no. Precisamente porque todo lo que tenga que ver con la cópula reproductiva ya no me enerva sino que me causa hilaridad frecuento los salones de la Red donde se retratan ninfas y furias poseidas del morbo venusino o simplemente exhibicionista que se moran en el espejo de Narciso mirad chicos lo buena que estoy, un ejercicio inane pero mucho menos aburrido de los portales noticiosos de la política o del virus miserere que asuela a todas las naciones del mundo y a mí me parece inducido. Sobre esto habrá que conjeturar que nada más aburrido que el sexo como espectáculo pero es uno de los pilares sobre el cual se apoya el sistema hedonista consumista. ¡Todas esa secreciones vaginales, ese asco, el olor de los cuerpos y el descaro impúdico del pecado que se vende en las salas del onanismo virtual de la red de Redes! Sodoma y Gomorra al alcance de la mano con un simple puntada del dedo índice. Un mundo en guerra. La guerra del de genero sustituyó a la lucha de clases y la independencia de la hembra ha traído sus consecuencias en parte beneficiosas y en parte devastadoras. Ya no es igual que antaño ¿O sí¿el romanticismo está en crisis. Ya soy viejo, ya no me torturan aquellos escrúpulos sobre la guarda de la continencia. Mi cuerpo es mío y ello no se contrapone a mi fe. Conseguí ganar la batalla al deseo carnal. Acabo de cumplir 76 y mi libido anda por los suelos pero no me considero un viejo verde. Sencillamente estoy huyendo de mi mismo y de las vanidades de la política. Mis visitas a la red me sirven de distracción y me apartan de ese tósigo que es la vida social entre nosotros. Amé a una inglesa. Otilia la pobre tuvo que enfrentarse a los recovecos mentales de un ex cura católico con lo ue ello representa: todos los traumas que arrastro desde la adolescencia. Tuvimos una hija Teodora a la cual no he visto desde nuestra separación hace más de medio siglo pues el juez impuso orden de alejamiento. Busco la piedra rejalgar que me ponga a cobro de mis pesadumbres. Toda mi vida fue una búsqueda. Encontré dificultades a las nuevas formas de vida a los nuevos inventos el modem, los guasaps la comunicación al instante las noticias trucadas, los adelantos en medicina. Se cifran mis remordimientos en haber abandonado el sacerdocio pues en el fondo sigo siendo un cura que dice la misa de san Pío V en latín en su casona de la  Relinga. Esas oraciones infunden en mi espíritu paz. Me han gustado mucho el vino y las mujeres. Derroté de tasca en tasca de bar en bar por los quilombos de media Europa. He sido un bohemio. A veces cuando allá arriba sopla el viento del Oeste que los astures llaman el gallego no puedo dormir, me desazono y miro para mis manos consagradas. Están vacías. ¿Qué voy a explicar ante el tribunal cuando me llame el Todopoderoso? Es mi hora vigésima y yo fui un trabajador de la undécima que malgasté los denarios que pusieron en mi mano. Mi casa de Asturias tiene un hórreo muy viejo fue construido por un carpintero de ribera el año 1789 cuando la Revolución Francesa. En él se ocultan duendes y xanas. En mi soledad les escucho parlotear y reír las noches de orvallo. Se ríen de mí y a veces me hacen alguna trastada. Los platos desaparecen, las ventanas de la casa se abren de repente, se cuelgan de la baranda de la corredoria o entran en mi ordenador, lo destruyen (llevo ya cuatro portátiles estropeados a causa de los virus de estos malditos trasgos) y me insultan o desbaratan mis escritos pues he sido escritor, un escritor sin fortuna, un grafómano que llenó millones de cuartillas durante sesenta años sin que nadie me reconozca algún mérito. Seguí mi camino pero me he perdido en los empalmes, equivoqué la ruta y fui condenado por los dioses a ser intonso e inaudito. Los libros a los que tanto amé no valen para nada. Vivimos en una sociedad donde al escritor se le mira con ojos sospechosos como si se tratara de un avenate o un pervertido sexual que redacta novelas y cuentos pornográficos. Lejos de mí. El sexo es una actividad coprológica que me causa hilaridad y pena. Siento una pena profunda por las rabaneras de la Red. Muy difícil persuadirlas a que cambien de género de vida. Hoy es Dia de todos lo Santos y he venido a honrar a los difuntos del camposanto de Foncalada. No hay nadie. El cotarro está desierto. Las autoridades cerraron las fronteras de Castilla la Vieja por lo de la pandemia. no quiero usar la horrible palabra  perimetrar

 Sin embargo yo conseguí burlar la vigilancia de los guardias subiendo por un puerto que no es el de Pajares donde no había vigilancia. Hago a estas horas mi meditatio mortis. Hago propósito de la enmienda quiero ser bueno.   

Ya no es pecado, cayeron los mitos y no sé si esta charlatanería al uso libera o esclaviza a las mujercillas que venden imágenes de sus piernas de sus senos o de sus clítoris a través de la gran casa de tolerancia cibernética. El trato torpe se alzó con la palma de la victoria y del martirio aunque muchos obvian que Eros y Tanatos montan el mismo caballo y van por el mismo camino. Precisamente esta es la causa y el efecto de que no se vaya al paro el oficio más antiguo por mucha carne al asador que lo echen los moralistas, los higienistas y los hipocritones que quieren apedrear a la pobre adultera. Y al adultero qué? 

El que esté libre de pecado que tire la primera piedra Cristo dijo. Por eso estoy acá yo meditabundo, reflexivo plantado ante las lapidas y los niños de gentes que conocí, mirando a la muerte.  ¿Vencí a la dipsomanía secuela, madre que tú me dejaste con tu desamor? Yo te perdono. Fui hijo en rebeldía desde la primera leche que mamé. Me encaminé al cementerio que está en un cerrillo del monte de la Foncalada y coloqué un ramo de guirnaldas  sobre tu tumba, hice la consuetudinaria ofrenda de las Protelias a Diana y me acordé de Otilia mi único amor a la que tú despreciabas y nos echaste fuera de casa. 

El quietorium o columbario donde se guardan las cenizas  de papá, del abuelo, del tío Perico y del pobre Agustín estaba dentro de la helgaduras de los huecos de paloma del columbario y aquello me recordó a las catacumbas de los primeros cristianos polvo en espera de la resurrección polvo pecador y enamorado el eco de las risas de las voces de los llantos de los que se fueron. Di voces:

— ¿Alguien ahí?

Nadie contestaba. El eco de mi llamada se perdió por la ladera y por los derrumbaderos del Hoyo Castrillo. Creía ser convidado de piedra  acudiendo a la cita con las Moiras custodias del sueño eterno de los mios. La carne regresó al barro del cual procedía. Un jilguero se columpiaba en la seca rama de un cardo  borriquero al lado de las tumbas cubiertas de verdín. Tuve en ese instante una visión y me vino el recuerdo de mis parientes difuntos que yacían en los nichos, las tumbas o los agujeros de los columbarios, nuestras humildes catacumbas, abandonados a la desidia del paso de los años.

El tío Pedro tocaba la Marcha Real como lo hacía cuando era sacristán; me pareció ver sus dedos gafos pulsando el teclado del armonio al final de las misas de tres curas, desde el coro y el abuelo Benjamín afilaba las hoces antes de la siega, percibí el bamboleo de los carros los cubos iniciaban su melodía particular al subir la cuesta de las Siete Revueltas y Elpidio sentado en el trillo cantaba en tono de prefacio las jocosas diferencias vernáculas comarcales, poniendo a cada pueblo un mote y su correspondiente retahíla haciendo un recorrido por la contornada todas las aldeas, villas y anejos de la Villa y Tierra. Cada pueblo poseía una fama y una singularidad: 

Castro los chivos Torreadrada las Cabras, Membibre para molinos, Aldeasoña no vale nada, Sacramenia para albarcas, Fuentesoto cagaberros que se crían en Peñacolgada donde se caga y se mea la zorra cuando a ella la viene en gana.  

Todo ello en el tono de prefacio de las misas de difuntos en latín.

La melopea infinita sonaba a lo largo de la tarde dorada bajo el sombrero del Elpidio que era de paja mientras arreaba la yunta en la trilla; cuando al mulo le entraban ganas de evacuar lanzaba un juramento y arrimaba una lata vieja de escabeche bonito que después de una merendola de las cuadrillas quedó redundante. El cuenco le servía de zambullo:

—So, macho. Hoy debéis de haber comido aceite de ricino porque no me explico tanta cagada.

El mulo, animalito, si hubiera podido hablar le hubiera explicado al amo que las granzas del pesebre estaban un tomadas de saín pero nada dijo. No era la burra de Balaan. Elpidio, recogidas las boñigas, las sacaba fuera de la parva y las tiraba a un estercolero que después serviría para abonar alguna obrada de las Suertes Viejas, las que estaban camino de Valdezate y daban un trigo mucho bueno. Más de un trallazo se había llevado el Elpidio de su abuelo el tío Aquilino cuando le cogió in fraganti dejando a la yunta cagar y mear en la parva pues las manos van al pan. La tarde se hacía menos largas cantando por Antonio Molina o por Angelillo. Lo del prefacio era canto gregoriano a la manera aldeana. 

¿Quién anda ahí?

 Ninguna respuesta surgía desde el herrén de los callados. Era mi imaginación que percibía los sonidos, los olores de hacía más de medio siglo. Dando vueltas por el mundo yo siempre regresaba a este cotarro donde debió de haber un monasterio muy antiguo que hubo de ser evacuado y la iglesia destruida. Quedaba el campanario de ojos fantasmales que parecía un obispo sentado en su cátedra y mis ojos contemplaban el cielo radiante del páramo. Quedaba sólo el ábside de la iglesia visigoda. Era el ombligo del que su vida irradiaba. Los cantos de resurrección se conjugaban con los responsos mortuorios millones de veces sonando en aquel risco.

El abuelo Benjamin allí estaba mirándome asomaba el gallo sobre las tapias de la iglesia de San Gregorio convertida en solemne casa de todos. Parecía yo verle cojear camino de misa. Tenía la pata chula por el reuma a causa de la humedad del arroyo que discurría a la puerta de casa. Fue a una curandera y le recetó ponerse en la rodilla la piel de un conejo. A los tres días olía a rayos. Y no era el reuma. Era la próstata que se le llevó por delante interfiriendo largos años los huesos. Se sentaba en un banco del lado del evangelio compartido con el Tío Gregorin y el Tío Bernardo. Al darle de alta en el hospital de la misericordia después de su primera operación prostática se creía curado del todo y regaló a la iglesia de Fuentesoto un Resucitado. Sin embargo la prostatitis volvió a la carga en medio de inmensos dolores que soportó con paciencia “Es como si los perros me estuvieran mordiendo los cojones, hijo” me decía y yo le ayudé a bien morir. Leyéndole la Recomendación del alma. Los tres Gregorin, Bernardo y Benjamín eran quintos y los más veteranos del pueblo después del Tío Paulete que estuvo en la contienda de Cuba y nos leía bvajo el bardal libros de autores del 98. Cuando la guerra los tres se hicieron de Acción Popular el partido de Derechas. Gil Robles les dejó en la estacada. Mi abuelo Benjamín era muy religioso sin ser beato fe profunda de converso judío esos que no cambian. 

Su adscripción a la religión católica no fue óbice para que un día saliera al encuentro de un cura muy malo que tuvimos en el pueblo que se llamaba don Amancio cuando se enteró de que aquel cuervo abusaba de mi tía Rosario. Fue a por él y el cobarde huyó en una burra camino de Hontalvilla de donde era natural. Escribió al obispo y el obispo que se llamaba Pérez Platero le mudó de parroquia pero no le suspendió a divinis ni le quitó las cartas dimisorias. Aquel Amancio era bueno y barato en cuestión de mozas. Al coro de Acción Católica se las pasaba por la piedra invitándolas ora al confesonario ora a la rectoral. Hacía a pelo y a pluma porque según supe también cierto que otro monaguillo incauto cayó en sus garras. Desde entonces he tenido prevención contra la clerigalla y a pesar de mis ordenes sagradas creo que lo del celibato es una regla para engendrar expósitos una perfecta añagaza porque han convertido el sexto mandamiento en mandato de poder y abusos sexuales. 

Es una ley contra natura que sólo unos pocos son capaces de sobrellevar a costa de acabar tarados. Caparse por Jesucristo sería un summum bonum para alcanzar el monte de las bienaventuranzas cuya cúspide únicamente unos pocos escalan y a estos tarados hay que canonizarlos santos. Mi tía Rosario acabó en un convento de Adoratrices. Fuimos a verla a Barcelona. A mí me quería mucho. Luego colgó los hábitos y se casó con un guardia civil mi tío Manahén ese sí quera un santo. Pues allí estaba mi abuelo apoyado en su cachava calada la gorrilla hasta las orejas y mirándome con severidad. Sólo me sacudió el polvo una vez que fuimos a melones y a mi me pilló el guarda y hube de pagar y tuvo que pagar una multa de dos pesetas. Yo alegué que fueron los otros los que me indujeron a entrar en el vedado porque yo era un niño muy inocente e incauto. Aun recuerdo aquella noche de luna llena cuando yo me había quedado en el corral sin atreverme a entrar en casa.

─Pasa, hijo, que es hora de cenar

─No quiero, no me da la gana

─Como que no quieres no te da la gana. Ven acá

Me cogió e las orejas y aquella noche cené de la cayada paternal. Fueron cinco cintazos en las nalgas. No me dio más pero desde entonces no se me ocurrió ir a sandias ni a peras ni a por moras a Peñacolgada. El abuelo Benjamín los tenía bien puesto. Era un labrador cabal, el que araba más recto en toda la comarca, el que sabía binar las tierras imbuido de una sabiduría ancestral. Un jueves vino a visitarme al seminario antes de morir y me recomendó ser aplicado y diligente, no hacer mal a nadie pero defenderse cuando a uno le agreden. “No quiero, Quintiliano, que te tomen por tonto”.

Soplaba una brisa que arrancaba las hojas del espino milenario y la torre románica con sus dos ojos grandes que miraban para el pueblo de forma enigmática advirtiéndole de los Novísimos. Caronte aguarda, la torre de la antigua iglesia de San Gregorio miraba para la aldea las cavidades vacías del campanario fijándose bien ofrecían el perfil de una guadaña. El quietorium siempre en calma. Allí sepultaron a un quincurión romano que desvió ruta cuando su falange se dirigía a Uxama. 

Tuvo la culpa el vino de aquel extravío, confundir los miliarios el soldado. Se equivocó la paloma. se equivocaba Cinco de sus vélites vinieron a recogerlo y querían reportarlo en andas hasta la cohorte pero el centurión dijo enterradlo en la Foncalada y que la tierra le sea leve. Luego quemaron incienso a los dioses. Aquellos páramos guardaron para siempre el perfil augusto de Roma. Siglos adelante los templarios fundaron en aquel monte sagrado un ara El vino de la tierra fue la causa de aquel desvío. Paró en una bodega  (caupona) de Sacramenia de las que abren sus fauces en el cerro internándose en la montaña y honró a Baco con profusas libaciones y subió hasta Foncalada dando tumbos. Al legionario romano los campos se volvieron del revés; la tierra arriba y las estrellas a sus pies le hablaban con emisiones catódicas a millones de kilómetros de distancia. Parece que se reían y es que temblaban de la tajada que acabó al perder camino. ¿Será esa la estrella de mi destino? Se preguntaba el quirite borracho que perdió la senda y el camino. Caldos exquisitos de la tierra. vinos traidores. Pero qué sería de la vida sin vino? Baco aleja siquiera perentoriamente los pesares y zozobras del vivir. Mi Otilia a la que traicioné me confortaba insuflándome al oído el veredicto de mi condena.

- Eres un fracasado. Todo te sale mal porque cometiste el gran pecado de desamor. No busques disculpas ni añagazas, ni eches la culpa a los judíos. En mi vida fuistes el sacerdocio del mal

- Te di un hijo: Helen the shining one.

Me dieron ganas de llorar. La torre de san Gregorio estaba hueca, sus campanas se las llevaron los sarracenos para convertirlas en lanzas contradiciendo el veredicto de Isaías: Convertiré las saetas en rejas de arado. Grité entoces en alemán un salmo penitencial:

—Es reue mich. Mucho me pesa, pesame,señor, de haberos ofendido.

—Mis plegarias no eran escuchadas

—Gospodi achisti grieji nas – murmuré con las palabras en eslavónico del canon penitencial de la misa de san Juan Crisostomo

La cencellada de la noche castellana heló sus huesos y sucumbió arrecido antes de alcanzar los castros de aquella tierra alta  mucho me impresionaron a mí desde niño aquellas cavidades ojos vacíos de un campanario sin campana que se llevaron los soldados de Murat cuando la francesada me hablaban del destino misterioso que a todos aguardan y no cesaba de darme golpes de pecho en un acto de contrición. Una urraca voznaba sobre el espino adyacente al camposanto. Alcé los ojos a lo alto. Sobre el cielo nítido planeaba el halcón que merodeaba el palomar. Ya se sabe que la ralea del halcón es la paloma, la del azor la perdiz y la del gavilán el jilguero y yo era in pobre jilguero perseguido por los ojos puntiagudos del gavilán. Mi existencia fue un episodio. 

Caí entre las garras de las caves de presa (los curas, los políticos, las mujeres) como un pardillo. Muy altaneros todos y yo humilde y acongojado sin saber hacia donde tirar. ¿Dónde encontraré refugio? ¿Cómo me zafaré de mi propia inconsciencia? Quizás salvé siguiendo las leyes de la casualidad y del instinto. Esta explicación no era suficiente. Un arcángel tocaba la lira en lo alto del cerro. Era él quien me puso a cobro de las acechanzas de los numerosos enemigos. La Virgen Santísima enjugaba las lágrimas del llanto mío. De su mano pude cruzar los arroyos torrenciales y ramblizos, aunque a la ramera y al juglar la vejez les viene el mal. Puede que todo ello no fueren sino excusas para justificarme porque a lo largo me había topado con muchos leguleyos y a los rábulas se les vencen dando la vuelta al argumento. Es reu mich. Gopspodi achisti grieji nash. De pensamiento palabra y obra u omisión. Mi confiteor sonaba rotundo y solemne aquella mañana del 12 de marzo cuando la iglesia latina celebra el transito de san Gregorio magno. fue el que introdujo en la iglesia la dulzura del canto gregoriano. ¡cuantas veces habré pulsado la cuerda de sus melismas y entonado las estrofas del Veni Creator el himno a cuyo compás fui consagrado presbítero hace muchísimos años

 Mucho me pesa, Señor de haberte ofendido. Y  mi abuelo asomó el gallo. Por las tapias del cementerio se alzaban las cabezas de gente que yo conocí, sombras distantes la puerta cerrada del cementerio y el hastial solemne de sillares como nuevo y tenían más de diez siglos. Habían exhumado los restos de mi hermana Henar fallecida en 1941. Parte del antiguo templo había sido destruido. Uno de los lienzos de pared mostraba las adarajas o quixaras devastados por la morisma. Aquella era una tierra de frontera y el antiguo templo sucumbió a Una razzia de primavera del moro Almanzor que pasó por allá tocando el tambor. Traté de explicar esto a mis paisanos rabaneros por las fiestas de san Pedro cuando di una conferencia pero me cortaron a media discurso. alegó el alcalde que era muy largo el sermón. 

Dijeron que el parlamento era muy largo. Nadie es profeta en su tierra. Bajé besando las cruces del calvario a un pueblo en quietud que me resultaba extraño retomando los pasos perdidos de la infancia. Escuchaba los carros cargados de hacinas, los cantos de la gente que iba a la siega, el son de las esquilas de los asnos castrones, cuando a media tarde llegaba el molinero de la Villa con su recua los costales de harina cargados a lomos de los burros y el gruñir de los marranos en el henil. Corté el cordón umbilical del cariño pero sigo unido a tu amor como el arado a la esteva, aun estando desencajadas las belortas y la reja sin filo la esteva desencajada. ¿Con estos bueyes cómo ir a arar sin aguijada ni tralla en lucha contra los elementos y contra todos?

 Soy yo, parlando desde una época que pasó, hombre de ayer que no encentra resquicio pero no maldigo a los dioses, feliz de haber llegado a viejo cuando mi infancia parece que fue ayer. Hados perversos al ostracismo me condenaron y todos se ríen de mí. Ya lo hicieron con Job. Propalo quimeras, redacto fantasías porque he visto dar vueltas a la cabeza furibunda  de la medusa quimérica y hermafrodita, melena de león el cuerpo de cabra y la cola de dragón vagina de mujer y bálano viril las ubres las arrastra por detrás y por delante, pega bandazos a diestra y siniestra como el destino cruel y proclama al igual que el pregonero de la gran manifestación del ocho de marzo la emasculación liberadora a petición de los Coños Grandes las Empoderadas Vaginas. 

En la fiesta de Venus las Euménides nos cantan las marzas. Las gomias marimachos van seguidas de la peste en la gran cabalgata de la Reina Ester. Tiempo de voraces tarascas aniquiladoras. Una reina que le cortó a Haman la cabeza después de hacerle el amor quiere enmendarle la plana a la doncella de Nazaret. Era el mito de la Serrana de la Vera que cantan los juglares extremeños en un romance muy antiguo. Desfilan gritando consignas y escupiendo gargajos contra la religión estas cabronas que se educaron con las ursulinas, se ríen de la maternidad con un no es no y con mi cuerpo yo hago lo que me da la gana. Son los postulados de una sexualidad insaciable e irascible sin control. Carmen Fernández del Toro, la gran bollera, encabeza la gran manifestación. Entran en las iglesias y descabezan las imágenes de la Virgen María. Los buharros bailan mientras tanto en la plaza del Carmen su rigodón banderas arco iris desplegadas al viento. Yo no iré nunca a esa demostración. Lo mío es la fábula, el placer y el arte de las tres verdades que se fraguan  en mi imaginación y en mi ilusión inventora. Hijos sí padres no. Pero esto es trágala, chiquitos.  Nos adentramos en el reino de las quimeras del que nadie vuelve con el cuerpo en condiciones. 

El alazán apocalíptico trota al paso entre gritos y consignas y reportajes in situ de las reporteras de la Telebastaya. Allá van las féminas de la exaltación arrastrando sus pies enfermos de quiropedias, vientres caidos los ojos con ptosis les supuran las legañas, y sus labios malos que piden la lanceta del cirujano que les haga una quiloplastia. Mujeres de silicato saltan a la red opíparos bustos hinchados artificialmente. Acampa en el prado el sindicato de las peores furcias. Es la hora de los coños grandes despiadados. Es cosa de arreglar todos esos morros caídos a causa del desenfreno, les gusta demasiado chuparla. Hijos sí maridos no. Vivan los vientres de alquiler. Las cotorras se suben a los árboles empuñando el micrófono con punta de alcachofa y largan sermones preñados de visceral oratoria anti varonil. Es el tiempo de Acuario. Vengan los marimachos, mujeres al poder. Estoy triste con este desvarío pero me consuelo cantando el evangelio mirando para Aquilón. 

El quiasmo de la cruz de Constantino se perfila sobre el horizonte. Ellas no vencerán pues su grito es contra la vida. La espada de Miguel acabará con el libertinaje pero han conseguido ponernos a todos el bozal pandémico. En los cinco continentes seis mil millones de seres humanos respiran a través de la mascarilla ¿Madre por qué callas, por qué no te enfrentas y levantas el pendón de la verdad? ahí tenemos al preste Zabulón haciendo misa en las campas de Iraq. Su antecesor fue el responsable de la muerte de Hussein y de la gran efusión de sangre porque lo mandaba el Gran Sanedrín y en el Vaticano os callabais por la cuenta que os tiene. ¿Y el holocausto de Siria y las aguas del Éufrates y del Tigris que bajan tintas de sangre de las víctimas de estas guerras? Madre no calles más. Los enemigos de la iglesia se esconden bajo el halda de tu sotana blanca. Deja de sonreír con tu cara asnal y de mover tu inmenso culo que emite cuescos con olor a mate. Dice que el catolicismo no es la religión verdadera pues ahora sí que estamos buenos. 

Uno no se desunce tan fácilmente de los genes. Hoy dije mi misa como de costumbre y quedé en paz conmigo y con el mundo dispuesto a trovar, aun con cierto rezago, las vivencias del pasado a título de inventario nada más, sin ánimo de lucrarme o por prurito artístico pues soy un escritor fracasado. Todo se fue por la posta. En el entierro de la sardina di a la tierra lo que es suyo: mis sueños redentores. Sigo siendo cura. Mis manos fueron ungidas por el obispo. Me separé de la iglesia con el Vaticano II. La Virgen me apartó de esa patulea de clérigos fornicarios vagabundos y borrachos. Tuve un amor o muchos amores pero fui leal y nunca cometí adulterio con la sacristana ni con la mujer de cualquier feligrés incauto, esos curas que miran con ojos de fauno y ponen en la cabeza el mirmillón como un saliente Príapo protuberante en el casco. Con todo y eso la clemente Venus madre de todos los hombres me devolvió a ese epicentro mágico (okolos), el tete manantial de vida. 

Venimos de ese flujo que se derrama en esas eyecciones guarras que las meretrices en pantalla tienen a gala mostrar coram populo. Hijos somos de un excremento líquido y nos cagamos cuando exhalamos el último suspiro Orgullosas de que les vino el latigazo consolador de pilas en ristre volviendo los ojos de placer para poner los dientes largos de los mirones que pagan un euro por contemplar el lastimoso espectáculo de estos estertores venéreos. ¿Y qué dicen las feminoides? Nada. Estamos en la era de Acuario. Ya dijo Protágoras que el hombre es la medida de todas las cosas cuando yace con hembra placentera sobre todo. De esa creencia se mofaba Plauto en sus comedias. ¿Existen los dioses del Olimpo? ¿Serán las religiones una excrecencia de la mitología pagana? las religiones separan pero estas hetairas liberticidas nos vuelven a los hombres de toda calaña iguales. Son cosas del rasero igualitario que endereza lo torcida y hará llanuras de las montañas, el milenario. No sé pero a mí me gusta rezar la misa según el canon gregoriano. Mi alma se llena de una tranquilidad venida de lo alto cuando me dispongo a consagrar. Luego reconózcome pecador. Para distraerme pulso los portales porno de la red y miro para las hembras y ¡qué hembras, Señor! Venus nació de la espuma y el primer hombre fue extraído del barro. Fuimos concebidos en la inmundicia y rodeados de corrupción y hedentina cadavérica nos vamos. Estoy asustado de semejantes visiones lúbricas grandes vergas de todos los tamaños y colores, clítoris rasgados o en escuadra. ¿No les dará vergüenza? Los cóhenes y macarras de este gran puterío cinético hacen caja y no dan abasto cada vez hay más mujeres en el mundo empeñadas en no esconder sus galas naturales lo que les dio Natura unas por prurito otras por coqueteo otras por necesidad como las viudas milf puesto que el porno manda. Recordemos que este es el tiempo de Acuario una constelación húmeda que otorga el mando a las hijas de Eva. El hombre se siente desterrado e impotente. Sexo y más sexo y exhibiciones procaces donde toda la lujuria tiene cabida. Aúllan algunas como lobas. Otras más precavidas gimen imitando a las gatas en el celo de enero. Aguardando el vestigial o denario con que Roma pagaba a sus putas. Hoy es fácil irse de picos pardos. 

Basta con un clic abrimos internet y ala allá están las señoras meretrices muy emperejiladas. Hay una rusa que es la mujer más perfecta que yo alcancé a ver a lo largo de mis muchos años de vida. Es muda y cuando recibe la moneda del mirón o sienten la explosión de una sacudida en sus entrañas lanza un mayido, un alarido con su voz de trapo un cuerpo perfecto de la Jengibre una hermosa ucraniana con el pelo de estopa a la que apodan Gingerbread nunca vi carnes tan blancas ni ojos tan azules. Está encinta y trata de disimular su gravidez poniéndose bañadores negros. Es una superdotada. Despliega sus sebos al aire y calculo han de pesar media arroba. Su mirada es entre triste y divertida. Todos los televidentes muestran curiosidad por saber quién fue el afortunado que dejó la huella de su virilidad en útero tan precioso y ella dice que fue en el privado de un chat, un soplo aleteando por internet en sus alternancias binarias del yin y el yen. ¿Por virtud del espíritu santo? No lo creo. La preñez no fue virtual sino a efecto de un contacto físico un polvo salvaje aunque haya dice que va a parir un hijo cibernético. ¿Será Billy Gates el padre de la criatura? Esta mujer aun desnuda sin embargo parece el paradigma de la castidad. En otras congéneres el espectáculo se convierte en algo brutal libidinoso que incita al asco ante semejante perversión coprologica. Al verlo muchos se acordarán de la sentencia de Job tengo que insistir por ese cabo que me asusta la promiscuidad y falta de recato sobre la mierda en que nacemos y envueltos en ella nos vamos, hijos somos de una eyección excretoria, de un secreción vaporosa… “Et in corruptione genuit mihi mater mea”. Pienso, madre, que tú no me pariste en el dolor pero no en el alfaque de los bajíos de la secreción vaginal. Yo soy un tío que mamé buena leche y de calidad. “A este lo crías con polvos finos, Felícitas” oí decir al tío Matías el sacristán que era un borracho empedernido. Tú no te colocaste en la cabeza el  “pallolium” la mantilla corta con la cual iban las mujeres de la vida caminando por las calles de Roma. A uno que me llamó una vez hijo de hetaira le hinché los morros.

 

QUILOMBOS

Mi amigo Quintiliano Quindejas al que llamábamos "Soguillas" cuando éramos guajes regresó de Fuentesoto tras su visita al cementerio lugar más romántico y mejor ventilado no puede haber en el mundo para dejar la carcasa con el ánimo entristecido y yo voy a tratar de poner blanco sobre negro los puntos de su azarosa biografía.  Me llamo Eutimio Guzmán pero en el pueblo me llamaba Quinolas por mi afición a la brisa. En esta parte de Castilla todo quisque tiene un segundo nombre. A Quintín lo conozco muy bien. Fui su amigo de infancia, fuimos juntos a la escuela e ingresamos en el seminario al mismo tiempo. Él llegó a cantar misa. Yo colgué la sotana en primero de Teología. A los dos nos une un estrecho vínculo de amistad y compartimos la afición por la literatura, vivimos enterrados entre libros y nos fustiga la misma comezón desalentadora por estar viendo morir al mundo en que vivimos y la destrucción de nuestros sueños. Ya somos viejos pero hemos sobrevivido a la peste pandemita y podemita que asuela toda la tierra. Aunque con diferentes ideas los dos hemos sido periodistas. Somos en una palabra el yin y el yen hecho carne la tesis y la antítesis sin que nuestras diferencias políticas empañen el vínculo de nuestra amistad


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