DOÑA URRACA Y SU AMENAZA
Día de Santiago pasado por agua. Zumba en mi
conciencia la cólera de una cucaracha alemana que tiene las manos feas, hosca
la pelambrera, torva la mirada, que bien sabe ferir. Su actitud se realza con
los correajes de la Gestapo, ademán prepotente del que llega con las
oposiciones ganadas. Que no respeta ni al buen hacer de una larga vida
entregada a la palabra, ni a las canas. Helo, helo por da viene el infante
vengador con los venablos de una violencia laboral subliminal. Violencia
soterrada. No se ve pero mucho carcome y entre tanta carcomida van las alamas
doloridas. Sorda, petulante. Sus palabras que retumban en mi memoria
pronunciadas con voz de estropajo, has colocado mal el libro, ese carné no está
cortado como dios manda y me pide la ficha. Desprecios y desconsideraciones,
envidias del ser de Cucaña. Ya digo, uno vive entre mosquitas muertas y cucarachas
alemanas y a las seis baja la Vixen a pasar el trapo. La Vixen es un revirago
de melenas desgreñadas. Dice palabras vedadas que hacen revolver las tripas de
un santo. Tu mujer, tu honor, tu madre. A un cucañero le mientan la madre y la
mujer y tira de navaja pero esta violencia soterrada forma parte del esquema.
Por los pasillos de los cargos vagan los fantasmas. Poco que hacer. La función
hace el miembro pero, desparecida la función, el miembro no sirve para nada.
Entonces llegan las ratas. Se produce el síndrome de la iglesia vacía y de
tanta imagen abandonada. A las seis baja la Víbora a dar una vuelta por la
planta. Hace que come y no come, hace que cena y no cena, hace que bebe y no
bebe, hace que trabaja y no pega un palo al agua. Al pasar la bayeta, curiosea.
Mirando con sus dos ojos enfermos de mustia flor de jara. Es del sindicato del
Ladrillo Visto. El sindicato del Ladrillo Visto es una sucursal de otro más
grande e infernal, libro de reclamaciones al maestro armero, que llaman las TUC
o Trade Union Corporation del Por lo Visto- debe de ser el Sindicato de la
Miembra- la ha confiado una misión de espionaje. Vigilame a esos funcionarios.
A ver qué hacen. ¿Funcionan o no funcionan? Ellas con furor uterino; ellos
con disfunción eréctil. Así pasa lo que pasa. En esas estamos. Razón de amor,
razón de odio. Verbalismo y verborrea. La Vixen era corta de estura y con mala
leche. Su insatisfacción sexual le hacía ver a esta pobre mujer ver el mundo
con anteojeras. Era una rasa insatisfecha. Estaba a disgusto con el mandil.
Ella lo que quería era un uniforme como el de su novio/novia la Nemesia. Esa sí
que había tenido suerte. Por eso en doña Vixen todo era verde. Verde de
envidia. La misma cara era verde. Él había cometido una falta: el buenismo y
esa panfilia había sido su perdición. Cambia el chip de una puñetera vez, ome,
y piensa mal y acertarás. Que tu máxima sea siempre la fórmula de " Homo
Homini lupus". Estaba en babia el pobre Verumtamen a merced de la baba de
aquellos ofidios. La Vixen había nacido en el Pueblo de los garbanzos y él en
Toro. Su sangre era vino de Toro. Demasiado caliente y visceral, muy
impaciente. Hay que bajar el pistón. Estamos? El buenismo da malos resultados,
Verumtamen; te va a conducir a la ruina. El encargo lo realiza la Vixen a pedir
boca porque su abuelo era arriero y a su padre en el penal en el que purgó
cadena de treinta años y un día por buen comportamiento tras haberse cargado a
uno en una reyerta con navaja le nombraron cabo de vara. De raza le viene al
galgo digo la galga. Y la Vixen perdonen la repetición a ver que va a pasar
aquí echa la galga. Como el trabajo es poco y lo dan tasado en dosis (un lector
cada dos días, un opositor que baja a pedir uno apuntes o consultar un libro de
referencia) las ratas se agolpan y se lanzan en carrera por el trocito de queso
que aun queda en la ratonera. Abren sus maulas carníceras, erizan las orejas,
erigen sus bigotes como antenas, exhiben sus colmillos y al compañero lo
desplazan o le pegan un viaje. Esto parece una pesadilla. Pero como es
pesadilla democrápica (del inglés crap=mierda) pues vale.
Vivimos entre ratas, mosquitas muertas,
cucarachas enormes y con un adarve por espalda y coseletes de escarabajo que
parecen contratos blindados, claro son de Germania, y el peligro siempre
latente de una buena dentellada. Calma chica aparente que dura poco y al cabo
las grandes galernas ministriles. El pasado julio hubo una crisis con lo de las
miembras y renovaciones de la cúpula militar, julio siempre fue un mes
peligroso, al personal no sé por qué le entra un desasosiego cósmico que más
que con la política tenga que ver seguramente con esas manchas solares que
regulan el comportamiento lunático y problemático de tantas pobres gentes de
este infeliz país.
El azacaneo se detecta en la planta. Yo tengo
un sensomotor muy amplificado para cotejar estas corrientes sísmicas de nuestro
subsuelo político. Debajo de nuestros pies chocan y se desplazan las costras tectónicas.
Nos sentamos sobre un barril de pólvora o una gran falla y somos convidados de
piedra a expensas de lo que quieran mandar las Víboras, las Mosquitas Muertas,
las Cucarachas. Ello forma parte del compló que hizo de nuestra vida una
existencia parasitaria. El ministrillo de Cultura como buen gallego asistía,
autoridad de honor, ayer a la pontifical del arzobispo Barrio en la catedral
compostelana. El prelado ni lo saludó aunque es muy melifluo y una envidiable
testa sin una mala calva sobre los hombros el aire de viejo aldeano afilador y
eso que le dicen poeta de no sé qué versos. No puede ser más romántico el
aspecto. Tira un poco a Lord Byron este gallego.
La Iglesia no anda fina últimamente. Los
obispos no pueden ocultar su enojo. Y pronuncian homilías y sermones entre
gestos de cabreo rezongón con tanto lego claudicante y tanto revisionista como
puebla las Españas. El invento se nos viene abajo.
-Eso no puede ser. Dicen que es
eterna. Navegará los mares arbolados
De la historia la barquilla del pescador.
-Uy no sé yo.
Recuerdo que hace cuatro años Peapá se negó a
dar un abrazo al apóstol y yo dije malo. Monsergas laicas Me temí lo que tenía
que ir a venir. Moros en la costa. Desasosiego en lontananza. Y uno que no se
calla nunca lleva las de perder y aun no ha reparado en su vivir que no es
vivir entre víboras, mosquitas muertas, cucarachas alemanas. Arriba en la
garita de recepción sede de la gran conserja la Neme está igual que don
Landelino Lavilla cuando era presidente del Consejo: está expuesta. Deposuit potentes de sede et exaltavit
humiles. Es lo que hizo FG pero no tanto caray. Con la Neme. A los
sargentos les ascendió a capitanes y a los generales degradó a cabos primera.
De ahí que por el nido al ovillo se colija que vivimos en una España degradada.
Razón lleva Pol Pit cuando escribe que la corrupción nos llega a las orejas.
Don Felipón hizo funcionarias a las mujeres de
la limpieza. Y ahora la Nemesia toda una diosa Themis cabe la puerta
revolvedera controla. Cierto que por la puerta en toda la tarde como por el
puerto no pasa nadie. Sólo los pensamientos que lleva el aire. Pero ella
controla. Calienta el culo a la silla, llena el horario. La Neme cumple. Cumple
y esculca. Vigila el cotarro. Ha trascendido las funciones de don Tintafino en
su trono. Va más allá Nemesia. Tiene aires de gran jefa. La antigua
fregatriz-emperatriz de la mopa y el estropajo se sitúa en su estrado de fichas
y horarios. Hace que cena y no cena, hace que lee y no lee los libros de
firmas. Porque no sabe leer. O muy malamente. Se ha convertido en pesadilla, en
lengua delatora con su pelambrera de estropajo y sus ojos chiquitines de
perdiz. Ha saltado a nuestra triste realidad desde las proféticas páginas de
una novela de Orwell. Se da la importancia de una pulga ascendida al lomo del
elefante. Es la conserja porque desde que los miembros ya no son sólo miembros
sino también miembras a ella que no ha leído un libro en su vida pues es
analfabeta, ya va dicho, y es prepóstera
o prebosta, o si no lo es, hace las
veces, o se lo cree, del negocio de los libros, un negocio venido a menos en
este país, pues dime tú quien publica, si no es un libelo antifranquista o una
guarrada, la han subido de categoría y calienta la silla que no le cabe un
piñón por el canal excretorio. Es la gran veedora procuradora, la voyeuresse. Otros la llamarán boyera
pues dios las cría y ellas se juntan en el departamento del sexo inverso que
tanto abunda. FG y Hitler les pusieron un uniforme y ahora se dedican a marcar
el paso de la oca por los pasillos de la gran soledad interior pronunciando
consignas de reivindicación el talante agresivo e insolente, pensando
seguramente que el macho es un ente a extinguir. Están un poco desquiciadas y
dudo que tengan el alma en su almario. Me preocupa su salud mental de mi gente
aunque éste es un mundo de locos en el cual vivimos. Me dan pena y risa al ver
el panorama en que ha caído la Mayordomía. Vivo entre ratones de bibliotecas,
opositores/opositoras con cara de sueño a los que su desaliño descubre la gran
crisis interior. Este es el país del quiero y no puedo pero yo quiero ser
funcionario caiga quien caiga. Me empollo todas esas retahílas del temario con
normas internacionales que no valen para nada, paso el examen y ya soy
bibliotecario o archivero. Y a calentar la silla. A recibir. Ahí me las den
todos. Quiero calidad de vida. Joder márchate a Londres con un macuto a la
aventura y quinientas pesetas como hice yo cuando tenía tu tiempo. Doña Urraca
y su amenaza. En esas estamos. Perrea. Perrea. Y a recibir. lo canta el
Chiquilicuatro. Es la canción del verano. Todo este menudillo, tanta piltrafa
humana, los pecios del galeón que naufragó hace muchos años son las yuntas con
que hay que ir a arar. El personal que abomina de Franco hace como si aún viviera
y sigue soñando en la extraordinaria del 18 de julio. Las ratas se han subido a
los cajones. Andan a dentelladas por un trozo de queso. Todos queremos la buena
vida. Ansían un lugar al sol. Sueñan con una mesa, una silla y un ordenador
pero sus demasías hacen que los paraísos se conviertan en infernales campos de
concentración con la conserja ex fregatriz vigilando la Gran Puerta. A doña
Neme nunca en los días de dios la veréis ponerse una falda. Gasta pantalones
azul marino como la Merkel de la que se dice que sólo el Ángel Exterminador ha
visto ponerse las bragas y la minifalda. Los de conserje que le brillan de
gastados y han perdido la raya y por tales prendas puede colegirse su sexo.
Perrea. Perrea. Doña Urraca y su amenaza. El sepulcro del cid candado con siete
llaves. El Testamento de Cisneros. A media tarde suena la voz de la Neme
llamando a su coima:
-Perrea. Perrea.
-Estoy aquí.
Paso la vida entre ratas, ratones, cucarachas
considerables, pues son alemanes y llegan con muchas infulas, la casa del
caracol a cuestas y montadas en su ignorancia. Se las dan de cornacas, aspiran
a sentar plaza de domadores de elefantes pero son conserjes, conserjas,
merdellones, merdellonas, malandrines y mala gente que camina y mozos y mozas
de cuerda desgreñadas que hablan de planta a planta con voces desangeladas.
-Ya bajo.
La Vixen sube a despedirse y darle un beso a
su marido/marida. Son parejas de hecho. La conserja se quita la chaqueta, se
ataca sus pantalones - veo que es un poco mari macho y ancha de caderas- y deja
los galones de ujiera sobre la percha. Mañana será otro día. Perrea. Perrea.
-Hasta mañana.
-No, hasta lueguito. Nos veremos en la cena, cari.
¿Qué te apetece? tenemos salmón ahumado
-Dos huevos duros revueltos en
tortilla francesa-dice la Vixen con voz entre desagradable y desganada por el
tabaco. Fumaba como una coracha. No podría el cronista por menos en dejar de
suponer lo que en estos casos del amor homo las buenas gentes mal pensadas
siempre se preguntan: Quien es el macho y quien la hembra? quien toma y quien
recibe? quien es incubo y quién súcubo? quien el bujarrón, quien bardaje? El
juego del amor como la vida misma es un mete y saca
Perrea, perrea. Aquí hay chanchullo. Me huelo
la tostada. O el pufo.
Me doy cuenta de que no es más que una flor de
jara. Ella también sueña con que algún día llegue no el príncipe azul sino otro
FG que la haga funcionaria, la designe una covachuela y pueda arrinconar el mandil,
la bata y el estropajo.
Y a recibir. Eso a recibir. Ha terminado su
jornada laboral y la Nemesia sale al aire de la calle y de la noche. Busca
entre el trafico descendente de los bulevares la parada del autobús.
Desaparece. Y para que desaparezca hago este exorcismo en la mañana lluviosa de
Santana que menudo día de Santiago me dieron las cucarachas. Son una plaga como
los mosquitos. A una rubia de bote que se presenta a la oposición por vez enésima
lo pensé no se lo dije. ¿Y por qué no metes a puta, guapa? Pero que va. Estas
no se meterán a putas. Dejan que tal menester lo desempeñe la importación de
rusas y de rumanas. Ellas erre que erre. Quieren ser funcionarias para estar
bajo el halda de la Vixen y de doña Nemes. Aprenderán a decir buenas con mala
leche y a apuntar la segunda mirada con malas intenciones. A calcular sus
moscosos. A espiar entre un rimero de papelotes. Es la maldición del Conde
Duque: la burocracia. El papel de estado. Y a vivir que son dos días. A
recibir. Perera. Perera. Todo lo contrario que la determinación que tomara doña
Urraca cuando su padre Fernando I la dejara sin hijuela en la repartición de
sus reinos.
Corría el año 1068. A García le
dejó Galicia con Portugal la nombrada. A Alfonso Asturias con Sanabria y a
Sancho Castilla la bien mirada.
Y a mí, por ser mujer dejasteme,
padre desheredada.
Irme yo he de esta tierra y cual mujer errada
Mi lindo cuerpo serrano diera al que se me
antojara
A los moros por dinero y a los cristianos de
gracia
La lozanía de estos versos que
son un lamento, una amenaza y una denuncia tempranera del machismo conmueve y
me da que pensar en este brumoso día asturiano cuando hoy 25 de julio se
conmemora el Santiago cierra España. Esta querella es el origen de la epopeya
del Mío Cid y uno de los grandes supuestos de nuestra caballería andante pues
no se ganó Zamora en una hora y es precisamente esa plaza que por un lado la
cerca el Duero y por otro peña tajada lo que da origen a la rebelión del Cid,
al juramento de Santa Gadea, a la pérdida de su privanza. El leal castellano
sigue en sus trece. Resuenan pues los ayes del lamento de doña Urraca que no
debiera de ser muy ligera de cascos pues la hija del rey que ya era la coima
del arzobispo de Santiago, Gelmírez, amenaza con lanzarse a la vida airada. Es
el oficio más viejo del mundo, claro está. Su padre le contesta:
-Callades, hija, callades
No digáis ya tal palabra
Que mujer que la dijere
mereciera ser quemada.
Allá en tierra leonesa un rincón se me
olvidaba
Zamora tiene por nombre. Zamora la bien
cercada
Por un lado la cerca el Duero.
Por otro Peña Tajada
Aquel que vos la quitare
Mi maldición tiene ganada.
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