Oculto en mi chiscón observo alborozado el
tinglado de la antigua farsa. Don Jacinto Benavente ya lo anunciaba: esta juerga
democrática acabará como el rosario de la aurora al cabo de la conspiración
sionista determinada por las redes sociales plataforma de la mentira y del
furor. El gran hermano administra a los cerdos de la gran piara. Volvieronse
locos y los demonios les llevaron a tirarse al agua. ¿Trump o Biden? Dos peones
de la misma brega. Los mundialistas saben hacer la tenaza para dominar al planeta.
Unos tiran de la manta y otros tratan de cubrir las vergüenzas de la impúdica
dama democrática que echa un polvo con quien quiere.- Mundo salaz. Internet es
un gran masturbatorio de coños sin lavar. Se abren de piernas las muchachas y
se corren ante las cámaras (squirt) hermosas rusas lindas colombianas alguna
mora y bastantes venezolanas. Son los tiempos del imperio de la Gran Meretriz
no se olvide. Proliferan consecuentemente los hijos de la gran puta. Cunde la desesperación
del personal porque nos machacan la cabeza nos dan la vara nos lavan el cerebro
con esto de la pandemia. Es el puntal que apuntala el tingladillo de la antigua
farsa. ¿Trump o Biden? Lo mismo da. Tanto monta y monta tanto. Dejar que cacareen
las pitas en el corral mediático. Es la voz de de los pepitos y pepitas que
mucho falan pero aquí nadie hace nada.
Han expulsado a Cervantes de Bilbao, Barcelona y Compostela injurias a nuestro
idioma maternal que nadie venga. ¿Dónde fueron los sables a parar? Los generales
se la envainan. El rey se fuga con una de sus barraganas y deja a su hijo transformado
en Felipillo Medallas. ¿Trump o Biden? Son dos ancianos. Aquí serian dos
pensionistas a los que su mujer manda a comprar el pan o permanecen aburridos y
sentados en un parque toda la santa mañana. El dedo divino de la apostasía judaica
los ha elegido para la gobernanza del mundo. He aquí pues una prueba del
tinglado de la antigua farsa. Entretanto, hagamos musculo porque nuestros miembros
están débiles. Nos falta calistenia mental. Israel se ríe, se cachondea.
Quieren a todos convertirnos en unas cabezas de chorlito.
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