GUERRA NOVELA PRESENCIAL EN EL FRENTE DEL ESTE POR RODRIG ROYO
Es la novela de un combatiente de la Blau en la batalla de Leningrado. Se le congeló una pierna y perdió tres dedos de un pie. Divino Rodrigo qué bien tocabas el violín y de regreso a la patria emigraste a Nueva York. Te ganaste la vida como ascensorista y como músico en las tabernas del Lower East Manhattan. "Guerra" se publicó por entregas en el diario falangista "Amanecer" de Zaragoza. El tema es la guerra pero también el perdón. Aquella novia judía a la que, jugándote el pellejo con la Gestapo, salvaste la vida en Tallinin y en Riga convalecías de las heridas en campaña. Con estos mimbres urdiste la pleita de una gran narración autobiográfica. Tu vida entre los piojos de los "karovos" y las isbas y aquella madre rusa que e dio su bendición porque la recordabas a su hija que combatía con los soviéticos. Una buena mujer una babuska que no dejaba de suspirar y de decir "Bozhe moi"... Bozhe moi (Dios mío, Dios mío) y se santiguaba constantemente. Un soldado de la Blau nunca puede ser un asesino. Una estrella se os apareció entre la nieve. Treinta bajo cero en Novgorod. En la trinchera te acordabas de los buenos colchones y la cama alta de tu casa valenciana. En la noche las trazadoras buscaban en el cielo oscuro a los "moscas" rusos que se acercaban con el fanal de posición en reposo. Cuerpo a tierra. Sonaba la música de los organillos de Stalin y los ruskis atacaban en avalancha a bayoneta calada. Eran los regalos del "padrecito" Fue allí donde os coparon. Cayó prisionero el capitán Palacios y tú conseguiste una retirada a rastras metiéndodote por entre los caballos de frisia de las empalizadas. Sonaban los gritos de los heridos y las blasfemias de los cabos. Recuerdas el bosque de abeto de los campamentos de Grafenwohr. Estuviste tres días y tres noches dentro de un pozo de tirador, te sacó medio congelado un sargento asturiano que te portó a hombros hasta la chabola. Media botella de coñac a escote y entrasteis en calor pero a tu sargento lo mataron en la retirada. Vitbesk estaba al final de la noche. Supiste de auroras boreales y de noches blancas. Una madrina de guerra, Hilde, te enviaba paquetes de salchichas paquetes de cigarrillo "Milde Sorte" de sabor egipcio ▬ el tabaco es imprescindible en el macuto de un soldado ▬ y cartas de amor desde Berlín. Marchas de cuarenta kilómetros diarios. Cansancio y las imbatibles "klartofeln" (patatas) y a despiojarse en el río. En pie. Zum befehlt a la orden y a cantar La Madelone. Luchabais por un mundo nuevo, sin odio, sin corrupción, sin parlamentarismo y al protagonista de tu novela le gustaba una palabra alemana Freeheit. Libertad. Algunos guripas eran incapaces de resistir y eran enviados al botiquín de retaguardia.
Muchas veces escuchaste el grito de algún camarada alcanzado por la esquirla de un obús un ay me dieron y al entrar en agonía sólo tenían en los labios una palabra: madre...madre. Los heroicos camilleros arriesgando su vida lo llevaban al hospital o a la morgue.
Cerca de Novgorod contemplaste con ojos asustados a tres partisanas colgadas de una árbol con un carel adosado al cuello donde se leía en cirílico "shpionskaia" (espías) Era la primera vez que veías un cadáver tétrica imagen que se balanceaba sobre la rama de una abedul gigante y echaste la papilla al salir de aquella aldea. Las guerras desconocen la misericordia. El general invierno fue muy duro pero mucho más desastrosa fue la "raspytitsa" (el deshielo) los tanques se sumían en el lodo, los caballos de los hipo móviles quedaban varados en el cenagal "Despues de la nevasca salió el sol que empezó a calentar y era todo barro en la ciudad de las mil cúpulas la sagrada Novgorod y al entrar en una isba en Tschertzchulino de requisa un paisano os recibió haciendo la señal de la cruz y besando al gastador por tres veces en las mejillas. A la manera ortodoxa rusa. Eran tan pobres que os dijo que no tenían nada. La vaca la acaban de dar el pasaporte los antiaéreos "y meniá ni esti kariovi y menia ne esti malenko" (al morir la vaca nos hemos quedado sin leche) y sin requesón comentó jocosamente una andaluz. Tambien aquel muchacho de Ecija que alegraba al batallón con su charlatanería ceceante y coplas de cante jondo que se mueran los feos y yo el primero mi capitán murió en un despliegue. Lo atizaron desde una casa derruida. Un paco al que no pudieseis echar el guante. Los rusos eran buenos combatientes. se escondían debajo de la nieve. Os sorprendió encontrar por todas partes cruces bizantinas con el INRI de medio lado y tres brazos no uno como las católicas así como iconos con la imagen de la Virgen de Kazán la Blagodoritsa que es nuestra Señor del Perpetuo Socorro. ¿Dónde estaban los comunistas? os preguntabais. ¿Qué vinimos a hacer acá? el sargento Ortiz tuvo una respuesta triste a aquel galimatías "Estamos aquí para que otros se tomen el chocolate en la Gran Vía y salgan luego a bailar con las chicas topolino. En la guerra se muere sin odio sin duelo sin tristeza. Veías a los ruskis enguantados en sus capuchas blancas al otro lado de las alambradas. Se les oía tocar el acordeón y cantar en los periodos de clama. "Las noches rusas son lo más hermoso que vi en mi vida" pero los furrieles hacían la ronda de inspección para comprobar a los centinelas para que no se pasaran o en todo caso quedarse pajaritos bajo la helada mientras los soviéticos tocaban el acordeón a menos de una versta de distancia de vuestra posición. Tú fuiste soldado del general Kindelán y luego a las ordenes del general Monasterio. El libro se lo dedicas al asturiano Ortiz que no regresó del frente. Te había salvado la vida. Era de una aldea cerca de Cudillero y sólo tenía 18 años. La novela la presentaste al premio Nadal. Quedó seleccionada pero la ganadora fue "Nada" de Carmen Laforet en la edición de 1944. Ser soldado significa saber morir en acto de servicio y no pedir nada a cambio. Y a ti los propios falangistas te negaron el pan y la sal pero yo que trabajé contigo en la redacción de SP y conocí tu obra posterior "Todavía", "El Establishment" y otras muchas sé que fuiste uno de los mejores escritores de tu generación. "Guerra" es sólo equiparable a "División 250" otro tour de force del sordo de Villaba otra opera magna. Os sois autores olvidados y descatalogados por una España cainita que desdeñó su vuestro heroísmo, os insulta, mientras revuelve con el gran cucharón la mierda del pasado. Gracias maestros por este relato que he releído entre conmociones y tristezas y recuerdos de aquel pasado en la redacción de la calle de Santiago Cordero 16 de Madrid. Tuve al mejor maestro y en aquellas mesas la mejor escuela de periodismo. Gracias solamente.
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