2021-10-18

SEGOVIA ALMA MATER DEL GÉNERO PICARESCO

 El donado hablador, vida y aventuras de Alonso, mozo de muchos amos

 

Jerónimo de Alcalá (1571-1632) tiene una plaza dedicada en la imponente plaza comunera de Medina del Campo cabe las dos esfinges y al pie de la iglesia románica de San Martín. Era un murciano que ejerció de cirujano en la ciudad del Acueducto. Su "Donado hablador mozo de muchos amos" denota la decadencia en la cual está cayendo este género literario. El libro en algunos pasajes calca al Buscón quevedesco faltándole el ingenio. Ahora bien, es un testimonio de las costumbres de la época. El protagonista narra sus desventuras a un vicario al que informa de las estrecheces que pasó en casa de un tío cura también gran tacaño, un sacristán que maltrataba a la esposa, un letrado, un mozo de mulas, un arriero etc. Está escrita a parrafeo lineal bien sazonado de de refranes y paremiología como cuando dice tratando de impedir que su amo pegase a su mujer "entre dos muelas molares nunca metas los pulgares" o al lamentarse de su mala fortuna; "nadie podrá huir de lo que las estrellas le tienen señalado". Fatalismo muslímico propio de un murciano. Es la región de España significada por su ascendencia morisca.

 Hacía las veces de sacristán y de monago, tañía las campanas y rapaba las velas. Cansado de penurias se marchó a Salamanca como escudero de unos estudiantes los cuales al llegar a la universidad le dan novatada. le cubren de gargajos y el ferreruelo todo nevado hecho un cristo igual que don Pablos una copia del Buscón. Jerónimo de Alcalá era un hombre devoto y se abstiene de criticar a los clérigos, no se mofa de los galenos y elogia la virginidad de las monjas. Además, el libro es farragoso y reiterativo, aunque el más clásico de los buscones y lazarillos, con un pulso narrativo desigual en el que se advierte la presencia de un sucedáneo con sus extravagancias mitológicas y citas a los Santos Padres. La trama se disloca.

Con todo y eso, don Julio Cejador al igual que Valbuena Prat aseguran que las obras de Jerónimo de Alcalá lo mismo que las de Cortés de Tolosa no son malos libros aun teniendo en cuenta su carácter de servil imitación del Lazarillo y del Buscón.

A ambos se parece en que el hilo conductor de estas obras sea el hambre y la desgracia aunque el Lazarillo de Cortés y el Donoso de Alcalá sirviendo casi a los mismos amos que el modelo de Tormes al que intentan emular no pasan tanta gazuza.

Claro que el Tormes y el Eresma son afluentes del Duero y las aguas del Manzanares "el río más alegre de fregonas y el más paseado de lacayos de cuantos se conocen en España" desembocan en el Tajo, sin dar de lado el hecho de ser unos y otros arquetipos del hambre que se pasaba en toda Europa a fines del siglo XVI cuando se produce el gran cambio climático que redundará en malas cosecha, inundaciones e inviernos polares. Son prosas barrocas y culteranas que se nos dan envueltas en la amargura de Quevedo, el pesimismo de Mateo Alemán, el moralismo de Espinel. Siguen la misma ruta de sentenciosidad didáctica y frialdad expositiva entreverada de alusiones mitológicas proverbiales las obras de Salas Barbadillo, de Castillo Solorzano, López de Úbeda, Luis Velez de Guevara o Juan de Luna. Da la impresión de que todos ellos miran a través del espejo del Azoguejo segoviano un martes de mercado. Con frecuencia se quiebra la ilación de la trama argumentativa con la narración de historias o cuentos mitológicos ocurridos en Grecia o en Italia en los cuales los dioses se muestran airados o compasivos. Aparecen canónigos, ermitaños, minoristas granujas, amos tacaños y miserables. Todos ellos son buenos retratistas de aquella sociedad, feudatarios de un casticismo que convierte a la lengua castellana a una de las más ricas y expresiva de las literaturas europeas.

Finalmente diré que el texto de don Jerónimo abona mi tesis de que la novela picaresca nació en Segovia por lo cual bajo los arcos del acueducto romano se encuentra el alma mater de los pícaros

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