2017-01-15


GRACIÁN EN CAPSULAS

 

Baltasar Gracián es uno de los mejores escritores de la lengua castellana. Sus frases son veredictos. Él adivina el ojo total: las contradicciones entre el ser y el existir cuando dice: "quitadas las legañas de la niñez y las inadvertidas pasiones el hombre descubre su ceguera". Su flor preferida era el amaranto que es flor de la inmortalidad. Ve camaleones metidos en alcándaras de laureles. Nada es lo que parece a simple vista.

En el transito del renacimiento al barroco proyecta una visión estática del mundo heroico que se va dejando la entrada a otro más secular. Amante de las plantas cuyas propiedades explica biológicamente dice que el moral es árbol copudo que vierte una sombra que quita los dolores de cabeza. Asegura que lo plantaron los sabios para alivio del cansancio de la vida. Nos previene contra la cobra que representa a Circe y sus encantamientos. El tiempo de senectud es cuando las cerezas se convierten en guindas. "Yo me precio más de haber mejor testa que talle". "Es buen remedio no arrimarse a cabo alguno, estarse solo, vivir a lo filosofo y a lo feliz que toda conclusión se arrima a buen poste y todo jubileo a buena esquina". Importan mucho los buenos respaldares. Sus recomendaciones parecen extraídas del Talmud.

Dice que los catalanes saben ser amigos de sus amigos. No toleran enfadosos ni entrometidos. También saben ser malos enemigos pero agrega que los españoles son sustanciales y generosos. Tres cosas existen en España de las que habrá que precaverse: del vino que adementa, de los soles que abrasan. Y de las femeniles lunas que enloquecen.

España está poco poblada pero todos chupan sus riquezas y buscan los patacones. Trampa adelante, el dinero no falta y el oro todo los riñe y todo lo rinde. El francés es avaro y el castellano sufrido y melancólico. El judío dora y adora el arca de su testamento. La víbora al aparearse corta la cabeza del macho y los hijuelos al nacer se vengan agujereando el vientre de la madre. España es nación envidiada y de envidiosos. Los españoles son valientes pero tardos son bizarros pero altivos son juiciosos pero no tan ingeniosos. Muy generosos y aun perdidos. Parcos en el comer y en el beber pero superfluos en el vestir. Abrazan todo lo extranjero pero no estiman lo propio. Son muy apasionados de su patria chica y, trasplantados, mejoran. Muy agregados a la razón pero arrimados a su dictamen. No son devotos pero tenaces en su religión. Si España no hubiera tenido los desaguaderos de Flandes, los sumideros de Italia y las sanguijuelas de Génova hoy sus calles estarían empedradas de oro y diamantes. Luego pasa a decir que don Fernando el Católico "purificó" a España de moros y de judíos. Felipe III el dichoso lo purificó de moriscos. el basilisco es animal que mata con la mirada y el ave fénix con sus airones y encrespados penachos vuela hasta el sol.

Gracián es francófobo. Dice de los galos que envidiosos de la felicidad de España, roban todo lo que los es españoles traen de las Indias, sin gastos de flota y sin disparar una bala, sin atravesar mares ni despoblar reinos. Se llevan la plata acuñada y acendrada. Nosotros nos quedamos con el vellón. Honra y doblones no caben en el mismo saco. Allá cuando se repartieron los bienes, a los españoles les cupo la honra, a los franceses el provecho a los ingleses el gusto y a los italianos el mando. "La sangre hebrea que pulula por la historia española le llevó a las Indias a buscar la Jerusalén celestial donde las fuentes manan leche y miel y hay peñas de bizcocho"

Elogia a los libros. No hay, dice lisonja, no hay fullería más grande para un ingenio como un libro nuevo cada día. Las pirámides de Egipto ya acabaron, cayeron las torres de Babilonia y sólo quedan los escritos de los ingenios que en aquel tiempo florecieron. ¡Oh qué gran gusto de leer! Poco vale la riqueza sin la sabiduría y de ordinario andan reñidas que siempre conduce la ignorancia borregos con vellocino de oro[1]. Traza una visión moralizante y crítica de la España en decadencia pero no nos preocupemos. La luna y el sol son las balanzas del tiempo. El sol es atributo de Dios y la luna simbolo de las imperfecciones humanas. Gracián al igual que Unamuno intentan echar fuera la parte ferina o animal existente en la naturaleza humana e incluso se atreve a pronosticar ya en el siglo de Oro que las mujeres mandan en el mundo. Ellos llevan calzón y ellas basquiña. Más vale la lagrimilla de una mujer que la sangre derramada por un escuadrón. esto es: tiran más dos tetas que dos carretas. El más ruin jabalí come la mejor bellota y denuncia nuestra afición a los honores: coronas, borlas, tiaras, mitras, capelos, bastones, hábitos y borlas. Porque la fortuna es ciega no está sentada sino en perpetuo movimiento. Nada permanece firme sino la virtud.   



[1] Es una indirecta al monarquía de Felipe IV el rey absoluto

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