Arden los capiteles románicos en mi memoria
Son sermones de piedra que nos conectan con el misterio de la vida en estos tiempos descreídos.
Habló Hawkins, habló el oráculo desde su silla de ruedas y dijo lo mismo que dijera Einstein que Dios no se pone con el hombre a jugar a los dados que no hay milagros en la naturaleza. Este pobre tullido digno de lástima respira por la herida y de su intelecto fuera de lo común. Yo creo que sí los hay y no hace falta ir ni a Fátima ni a Lourdes. Basta con mirar uno su conciencia y encontrarte con esa fuerza que te lleva te salva te guía y te da fuerzas a caminar. Sigue esperando la llegada del ángel a la piscina probática y que llegue el buen Jesús y le acaricie con sus dulces palabras pues no vamos a contradecir su ateísmo inmenso error con el argumento de san Anselmo aquel primado de Cantorbery que probó la existencia de Dios mediante la introspección:
── Pobre enfermito, toma tu camilla y anda.
Desconoce que los caminos del señor son inescrutables e impredecibles. Yo sí que creo en el milagro. Mi vida como la de otros muchos seres humanos es un auténtico milagro. El milagro de la piedra bañada por esa luz misteriosa de los capiteles románicos. Enarcan las cejas contra el litotes de la maldición y el ser humano no puede vivir sin la religión. Me da pena el sabio inglés en su silla de ruedas victima de una esclerosis múltiples que misteriosamente no le afectó al cerebro aunque sí a sus labios y a sus dedos aduncos. ¡Patético! pero existe el mal en el mundo, róndanos el diablo y el pecado de nuestros padres es causa de nuestros males.
Ad maiorem Dei gloriam. Sí. existe Dios y el milagro también.
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