EL PERISTEFANON DE PRUDENCIO TIEMPO DE MÁRTIRES
Resuenan en los ámbitos de
la historia el puñetazo en la mesa que diera Tomás de Aquino cuando yantaba en
una cena con el rey de Francia:
– Conclussus esta contra maniqueos. SE ACABÓ LO QUE SE DABA
El buey mudo habló después
de escribir un extenso e iluminado tratado contra los maniqueos, una herejía
originada en Persia al amparo de la creencia de que Ozmuz y Ahriman cabalgan el
mismo caballo y trotan por el mundo a lo largo de generaciones y siglos.
Consideraban que el Bien y el Mal son de la misma naturaleza divina.
Sto. Tomás los corrige. Dios es el Bien pero
permite el Mal. Ahí está el intríngulis.
A la vista de los niños
palestinos trucidados por el nuevo Herodes de turno cabe hacerse la pregunta de
dónde está Dios. ¿Cómo es que permite las crueldades?
El poeta español el zaragozano Prudencio Clemente viene a darnos otra respuesta: “la sangre de los mártires es semilla de cristianos profesen la religión que sea”.
En este caso la islámica.
Han de entenderlo los tiranos. Vita
volans.
Vuelan los días y pasa la
vida y a los que utilizan las armas y otras crueldades de sus armas de
exterminio (Zelenski, Biden, Van der
Leyden, los satrapas de Bruselas, Puigdemont, Sanchez y todas esas malas
hierbas que quieren degollar a nuestra patria) también les llegará su hora.
Mientras tanto el maniqueísmo
impera. No es de Dios pero son muchos los que lo profesan. Prudencio realiza en sus libros un canto a la sumisión y a la no
violencia.
Nacido a finales del siglo
III cuando aún la iglesia católica no había establecido sus creencias; había
nacido en oriente como rama del judaísmo.
Roma creía haber acabado con ella cuando el
año 69 las legiones de Tito arrasaron Jerusalén y derrotaron a la guerrilla de
los nazarenos.
Aherrojados y con argollas
en los pies y sobre sus lomos el Candelabro de Siete Brazos según puede verse
sobre la columna rostral del emperador Trajano en la Ciudad Eterna creían haber dado al
traste con la rebelión.
Había una diferencia
mientras los hebreos, un pueblo nacionalista y racista, no hacían prosélitos ni
admitían catequistas, los rebeldes de las catacumbas no predicaban la guerra ni
la conspiración contra el imperio, predicaban el amor y el perdón.
Se negaban quemar incienso
a los dioses porque los consideraban falsos y esto suponían una amenaza mayor.
El culto al emperador los
romanos lo consideraban sagrados. El estigma empezó a calar entre las legiones,
los soldados se negaban a combatir, los tribunos de la plebe se ocultaban en
las catacumbas, las matronas hacían voto de castidad y se negaban a realizar
ayuntamiento carnal con sus esposos.
Eran universalistas, no se adherían a una
religión restringida y recibida a través de la sangre de sus madres (judaísmo)
sino que proclamaban el amor, la caridad y la no violencia universal. (todos).
Entre el cristianos todos somos hijos de Dios.
Ello fue el germen de la destrucción del imperio y la chispa que propagó la
conflagración de las nueve persecuciones.
Prudencio nacido en Cesar
Augusta y pretor de la Tarraconense es posible que mandara al suplicio a
algunos de los cives romanos
renuentes a quemar incienso pero ya entrado en años parece ser que acepta el
bautismo del obispo Valerio y,
arrepentido de la vida pasada, escribe esta Corona dedicada a los mártires de
la Tarraconense y de la Ulterior.
Fueron 19: Eulalia, Lorenzo, Casiano, Celedonio,
Emeterio, Hipólito, Justo y Pastor niños de Alcalá Emerenciana, Quiteria,
Quirino, Fructuoso, Augurio, Elogio. Acisclo, Zoilo, Felix de Calahorra, Cucufate
de Barcelona y Vicente.
Así pues, sangre semilla
de cristianos, un verdadero recordatorio para estos tiempos o mejor dicho para
todas las eras que vivió la humanidad.
Dios guarda silencio mientras tanto.
El vulgo execrará la memoria de los tiranos
pero alabará eternamente a aquellos que dieron su vida no sólo por Xto sino
también por cualquier noble ideal, ora la Patria ora por dar la vida para
salvar a sus hermanos.
El vate zaragozano cuyos
son estos ditirambos así nos lo recuerda:
“carpite purpureas
violas
sanguinem crocos metite
non caret his genialis
hiemens
laxat et arva tepens
glacies”
Recoge las violetas
moradas.
Cosecha los azafranes de sangre.
El invierno no está exento de estas cosas maravillosas.
El hielo se afloja y calienta los campos.
12/11/23
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