Mi amigo Quintiliano Quindejas al que llamábamos "Soguillas" cuando éramos guajes regresó al Requejar- apud-Tejares tras su visita al cementerio lugar más romántico y mejor ventilado no puede haber en el mundo para dejar la carcasa con el ánimo entristecido y yo voy a tratar de poner blanco sobre negro los puntos de su azarosa biografía. Me llamo Eutimio Guzmán pero para el vulgo soy “Timi Quinolas” Debe de ser por mi afición a la brisca y los juegos de azar y al vino que es una carta en la mesa presa. Bebe y aléjate de las mujeres. Eso es muy difícil, tío. ¿Cómo lo conseguiste? Ah mediante la reportación, abstinencia y continencia. “Vinum bonunm laetificat cor hominum”. La cita viene del Eclesiastés... No me vengas con monsergas, Quinolillas que ya nos conocemos. Sé que eres adepto a los postulados del Príncipe de la Mentira... Soy sobre todo la sombra del Soguillas nos damos caña. Le contradigo con mis propias conclusiones y silogismos Él no me conoce ni de vista pero yo bien que lo conozco a él. Siempre le canto las cuarenta, copo la banca y él ni se entera el pobre porque es un cura apóstata que anda algo perdido yendo de acá para allá, de sinagoga en sinagoga, de quilombo en quilombo, de taberna en taberna y de rota en derrota. Somos tahúres de la palabra. Los somos somos de Segovia la patria del “Buscón” y del “Domine Cabra”. Escuchamos voces, atendemos a la llamada pero luego resulta que estos gritos son refracciones del aire que sale de una boca que no existe. Bajo el tornavoz del púlpito coronado por la Paloma del Paráclito pongámosle paños al pulpito se han vaciado los templos de la habitual predicación. Los sermones evangélicos se han convertido en mensajes comerciales compra esto, adquiere lo otro, venga a nuestras rebajas. Son las homilías de un tiempo. La moralina del consumo, la verga de don Venancio, que anuncian por la tele. Vivimos un tiempo de vacas gordas en la abundancia pues la vida se ha hecho más fácil y cómoda con los nuevos inventos. La tecnología es la gran sustituta de la teodicea. Aviad pronto chiquitos y no os quejéis tanto que nunca vivisteis mejor ni lo tuvisteis más a huevo. Pues también es verdad ¡cáspita! A los dos nos une un estrecho vínculo de amistad y compartimos la afición por la literatura, vivimos enterrados entre libros y nos fustiga la misma comezón desalentadora por un tiempo que se va mientras nos resistimos a abandonar la partida. Este tapete verde de la vida nos hipnotiza viendo morir al mundo en que vivimos y la destrucción de nuestros sueños. Ya somos viejos pero hemos sobrevivido a la peste pandemita y podemita que asuela toda la tierra. Aunque con diferentes ideas los dos hemos sido periodistas. Somos en una palabra el yin y el yen hecho carne la tesis y la antítesis sin que nuestras diferencias políticas empañen el vínculo de nuestra amistad subliminal de coloquios entre las sombras que suenan a dolor de atrición y de arrepentimiento. También nos une al amor a un Cristo heterodoxo que circula por nuestros redaños barra libre y poco tiene que ver con ese Jesús usurpado y trastocado por los vaticanos. Él es el que no desaparecerá. Está en la historia cuyas palabras no pasarán. Al menos eso es lo que esperamos. Yo me propongo escribir la historia del pobre Soguillas al que unos dan por loco; otros dicen que es un santo mártir de la causa y para la mayor parte, sintiéndose indiferente, que es uno del montón atravesando el Mar Rojo del cambio de hora y de era
CARNE DE VACUNA
Ya estoy inoculado
contra la pandemia. Ayer me puse la inyección en el hospital de la Misericordia
de Avilés regentado por las hermanitas de San Vicente de Paul la toca blanca
esa toca enorme que parece un avión la cruz al pecho y el rosario a la cintura.
Radio Florito se pasa la santa mañana tardes y noches dándonos noticias de los
altibajos de la pandemia. Cómo evoluciona todo esto. No se informa de lo
verdaderamente importante de donde salió el morbo, cómo se trasmitía la cepa,
quien trujo el bicho, en qué probeta lo incubaron la madre que lo parió si
fueron los murciélagos o los chinos de Wujan. Hoy tantos muertos ayer tantos
contaminados. Se desinforma y se nos confunde. Eso es tomar el rábano por las
hojas. Don Híspido Estadístico juega al chito con nuestros temores de algo hay
que morir pero que se mueran ellos. Salimos del Notejode, librándonos de
unas para meternos en otra, en el Nosajodio, la pescadilla que se muerde
la cola vueltas y vueltas al trillo y no es que me quejo no porque entré en el
bombo de los escogidos pero a muchos colegas les ha saludo la hoja roja y
pronto dejarán de fumar. Los españoles que fuimos durante mucho tiempo carne de
cañón, carne de horca y carne de prostíbulo, ahora nos hemos convertido en
carne del tósigo letal del Covid, desde que la pandemia habitó entre nosotros
en el maldito año bisiesto de 2020. Les dirá
un funeral ese Fray Buscón el del pelo blanco que anda saqueando a los ricos
para dárselo a los pobres y él, receptada el donativo de los famosos a los que
acude con frecuencia al no haber sarao o fiesta donde no esté invitado o no se
cuele este páter que es un vivales, se
guarda los cuartos quedándose con el santo y la limosna. Dios confunda a quien
no espabila y este fraile es un lince para la pasta. Huele los dineros a leguas
de distancia. Nunca te dirán lo importante por los micrófonos de Radio Florito
que dirige un colombiano que ha saltado desde la panza del caracol. Imposta la
voz presume de voz y se mete con los venezolanos y con los cubanos. El
hipócrita ve la paja en el ojo ajeno y olvida la viga en el suyo. Colombia es
el país que parió más prostitutas. Es el
vivero de la gran meretriz. El de las putas de Internet las más guarras,
indecentes y desvergonzadas, ─toda la coca es manejada por potentados
impresentables─ del mundo las que montan por la Red esos numeritos de esperma
blanco cuando les viene el deleite y grandes mamadas. Todas hablan español y
uno al verlas siente vergüenza de su idioma castellano. Es una nación
aprisionada entre las garras de la bestia. Colombia me parece a mí que tiene la
forma de coña buscando el gran carajo. Nicolás Maduro me parece un tipo mucho
más digno al menos patriota pues no se rinde ante el bloqueo comercial de los
gringos que quieren asfixiar a su patria matándola de hambre, anhelantes de su
petróleo. Venezuela y Cuba humilladas y ofendidas no agacharon la cerviz.
Colombia es el gran burdel de los EE.UU como lo fue Cuba en la ´poca de
Batista. García Márquez se le iba la fuerza por la boca mucho palabrero para
luego nada decir y es que ha caído particionero en manos del sionismo
solipsismo que nos ahoga como esa serpiente que avanza por el mundo
enrollándonos al cuello con sus pestíferos y letales arillas. Pues ese es el
jefe de Radio Florito emisora de derechas de toda la vida sucursal del Maligno,
director un tal don Verbilindo, más dura será la caída. Como no tengo otra cosa
que hacer: oír radio, ver novelones por la tele y estar aditivo a los chats
porno de la red en la cuadra en la que vivo pues me entero de todo o a lo mejor
no me entero de nada. Me lavan el cerebro con una de esas mangueras municipales
con las cuales nos refrescábamos las pantorrillas cuando éramos niños mientras
cantábamos el “aquí no llega bombero tu manga riega y si llegare no me mojare”.
Estamos calados hasta los huesos. Estamos todos hecho cisco. A don Puertas no
le cuadran las cuentas y hace numeritos al objeto de reducir demografía y para
ello pone cuatro remedios: pornografía, conflictos regionales, desamor y virus.
Vacía las aldeas. Si serán
elucubraciones mías. Mis amigos me llaman negacionista pero yo me considero un
tío legal. Sus emigrantes se largan a vivir a las ciudades donde viven
hacinados y expuestos al morbo cainita, que es como llaman algunos
epidemiólogos de nuevo implante socarronamente. Don Guillermo va y compra a
bajo precio las tierras pignoradas y las vende o las explota al máximo
exponente. Así es como se hicieron millonarios los Rochild con sus palomas
mensajeras y sus inversiones millonarias durante las guerras napoleónicas. La
serpiente no deja de crecer y de arrastrarse. Llena de baba o de lefa el suelo
que pisa escupiendo sus fauces el veneno de la entraña con lengua retráctil y allí donde toca el
escupitajo de la gran culebra no vuelve a crecer la hierba. Yo la vi cómo se
arrastraban por las crujías de Cuidados Intensivos del hospital de la
Misericordia de Avilés mientras una enfermera peruana muy amable me vacunaba
contra el Covid. Su voz era dulce y cantarina como el de una sirena. ¿Por qué
estas alegre, hermana? Porque hay que cantar cuando se lucha contra la muerte.
No se podía dar un paso por las salas. Los viejos ─les tocaba el turno a los
nacidos entre 1942 y 1945 éramos una buena peña de setentones en la flor de la
senectud─ como ovejas que llevan al matadero todas para el arrastre. El rubio
don Donando ahora está muy callado pero no paraba de darnos la murga con los
chinos quería hacer la limpieza étnica una verdadera sarracina como antes se
llamaba y empezó a gobernar por tuiter a los chinitos les voy a meter un brazo
por una manga pues hay que ver lo que ha cambiado el mundo cuando yo era niño los
frailes repartían huchas por el Domund para que saliésemos a cuestar por los
chinos y ahora son estos hombres de tez amarilla y ojos oblicuos, al socaire de
Mao con su libro rojo y Chu-en-lai, nuestros colonizadoras. Llegan hasta
nosotros con un libro de Mao en el bolsillo. Es un libro rojo en caracteres
chinos que lanza profecías inexorables. Europa se ha dormido. Kaput. Morirá de
su propio éxito. Son ellos los que nos leen la cartilla de Fumanchu. A mí me
parece que don Donado el rubio con esa melena de camionera de la Ruta 66 un
nabab del ladrillo con las cuatro reglas mal que bien aprendidas fue el
culpable en razón a que temía su competencia, les mandó los padrinos escondido
en un tarro fatal donde se guardaba el especifico que suelto en el aire y dejado
por correr por las cañerías o almacenado en la cabina de los aviones había de
causar la muerte de millones de seres humanos. Juegan al trompo con nosotros.
Promulgan la eutanasia y aplican anticonceptivos. Sobra gente en el mundo. A
pesar de todo la vida sigue siendo bellas. Las terrazas de los bares están repletas
de gente que toman piscolabis con mascarilla. Muchos factores que yo no acabo
de entender se mezclan en este totum revolutum de la peste aviar
verdadero flagelo del género humano del que todo es confuso tanta información
de mezcolanza desinforma. Por lo visto el año bifronte dos veces veinte del
siglo XXI fue el año de Nostradamus el de gemir y crujir de dientes. No nos
pongamos trágicos. Sea lo que Dios quiera. De algo hay que morir.
UN RABINO ANTISEMITA
En 1977 agosto caía sobre Nueva York plomo derretido hubo
un apagón gente quedó varada en los ascensores los semáforos dejaron de
funcionar los quirófanos quedaron a oscuras y los pacientes agonizaban en la
mesa de operaciones un caos. La ciudad automática la ciudad que no duerme paró
de pronto. Con el corte del fluido eléctrico bajaron desde Harlem al bajo
Manhattan las tribus urbanas y empezó la gran pecorea, el looting. En la gran pecorea yo vi a
morenos que saqueaban las tiendas arramblaban con televisores lavadoras
infernillos. Muchos neoyorquinos de buena voluntad se preguntaban si no había
llegado el apocalipsis. El apagón nos hizo mascar el polvo de la derrota
demostrándonos lo frágil que somos. Se va la luz y todo se interrumpe porque el
soporte vital de nuestras ciudades se cifra sobre la tecnología. Un simple
fusible da en quiebra y adiós mis pavos que atruena. Yo vivía en el piso 24 de
las Torres de Water Side Middle Manhattan. Salí de casa y bajé a tientas por la
oscura escalera. Saludé en el vestíbulo al janitor un portorriqueño simpático de pelo rizo en mis
conversaciones mezclaba el inglés con el castellano spanglish. Pude ganar la
plaza donde estaba sentado mi amigo el rabino Yankel que también mezclaba el
inglés con el yiddish. No estaba aturdido el buen rabí que vestía camisa blanca
y una dulleta que le llegaba hasta más debajo de la pantorrilla.
─Hello, there. How come?
─ This is a signal of Apocalypses─, dije
Yankel empezó a reírse por toda la
barba. Exhibía en su atuendo personal cierto descuido pero miraba
con ojos penetrantes de Einstein. Sus barbas apostólicas estaban blancas, sus
tirabuzones negros, el zapato sucio y mal atado. Era un judío ortodoxo
observante de la ley. Pertenecía a un pueblo indestructible que seguía
vistiendo como los padres del Viejo Testamento observando su dieta y rezando la
Shemá al levantarse y al acostarse. A los askenazíes no les era permitido
hablar con un goim pero solía saludarme y conversaba conmigo. Quizá observando
con su ojo clínico y su vista gastada de tanto escudriñar los textos sagrados
que a lo mejor yo podía pertenecer a su elenco. Sabía que en España hubo
infinidad de conversos que mudaron de credo en apariencia por más que en
secreto siguieran con sus abluciones judaicas sus cantos y todos esos elementos
residuales de nuestra herencia mosaica.
─Eso es una canallada que inventaron los nazarenos.
Cristo es un veneno. El mundo no se acaba.
─ ¿Cómo qué? El apocalipsis de san Juan fue escrito por
un judío el apóstol san Juan en la isla de Patmos.
─Ese apóstol que tú dices era un griego.
─ Paparruchas, el mundo es eterno.
Me quedé de un aire horrorizado por la blasfemia que
acababa de escuchar. Había un supermercado en las inmediaciones y la gente
salía cargada con garrafas de agua mineral. Tampoco manaba por los grifos el
líquido elemento. No funcionaba la bomba de las cañerías.
Le dije al rabino que esa idea de la impostura que
achacan los de la Vieja Ley al Salvador no era suya. La había lanzado Nietzsche
el padre del nazismo. Yankel volvió a reírse y me ofreció un pitillo Malboro
puro sabor norteamericano. Me mostró la cajetilla:
─Dime, español, ¿cuántos cigarrillos hay aquí
dentro?
─Veinte menos dos que vamos a quemar dieciocho.
─Eso es. Una verdad matemática. Algo que
puede ser demostrado y probado. Vuestro Nazareno no puede
demostrarse. Pudo ser un invento.
─Un invento─ replico─ que dio la vuelta a la historia. La
cruz está en todas las partes. En las torres de las iglesias y catedrales, en
las salas de los hospitales a la cabecera de los enfermos, en las aulas de las
escuelas sonríe los cielos formando el arco iris de Constantino in hoc signo vinces y se reclina
incluso sobre el pecho de las mujeres mundanas. La cruz es el Logos la
sabiduría infinita que hace que el mundo siga girando
─ Humbug, retórica pura retórica.
─ En ese caso toda la Biblia es lo mismo: una historia de
hazañas bélicas, epitalamios con carácter erótico “El Cantar de los
Cantares”
Quedó pasmado ante mi blasfemia
─ Es la palabra de Dios. Es el pacto entre Yahvé y el
pueblo elegido. Algo que los idólatras no podréis comprender. Somos el pueblo
del libro y la tierra. Algún día volveremos a tomar posesión de ella.
─ Eso es puro sionismo
─ Yo no soy sionista. Israel no ha de ser nunca una
nación vulgar con sus parlamentos, sus políticos, sus corrupciones, sus
periódicos─ afirmó rotundo Yanquel sin perder su sonrisa.
La ceniza del malboro se le había quedado esparcida por
la pechera. Por debajo de su traje solar negro le asomaban las puntas de una
faja blanca las filacterias. Su mujer y su hija que presenciaban divertidas
nuestra conversación le hacían señas para que acabáramos nuestro intento de
solucionar los problemas de la humanidad pero al rabino le divertía
contraatacar. A todos los judíos les encanta discutir sin pelear. Un proverbio
ruso advierte que donde hay dos judíos surgen tres opiniones diferentes.
A Waterside Plaza llegaban las voces de los depredadores
que saqueaban las tiendas de la First Avenue y allí estábamos los dos
entregados a nuestras disquisiciones teológicas. Como Daniel en el foso de los
leones impávidos ante una atardecida llena de furores. El mundo siguió
marchando sobre sus ejes. Esto es la guerra. Apagadas las televisiones
funcionaban a toda mecha los transistores relatando los incidentes del apagón.
Creo que con esto de la pandemia Covid vuelve a repetirse la situación de
apagón que yo viví en el tórrido verano del 77.
Mucho me extrañaba a mí el anti sionismo de mi
interlocutor. Sin embargo, me formuló al cabo una profecía:
─Para nosotros el dinero no es más que un salvoconducto
de huida en tiempos de persecución. El oro aplaca el corazón del tirano.
Tampoco nos interesan los honores ni los suntuosos edificios las grandes
catedrales. Vamos siempre con lo puesto en un dilatado tiempo de Cabañuelas
para cruzar el desierto. Pero el día que dominemos los medios de comunicación
todo se nos dará por añadidura. La prensa y la televisión es nuestra arma de
combate. El objetivo es el dominio de la mente humana, la eternal Wisdom. Los periódicos
y la tierra. Somos un pueblo agrícola. Cuando alcancemos la tierra prometida
volveremos a ser agricultores.
Por boca de Yankel estaba hablando Billy Gates con más de
medio siglo de anticipación. Se informa que el gran nabab de la comunicación el
hombre más rico del mundo a través de facebook, Amazon y las redes sociales
está adquiriendo tierras de labor en América del Norte, en Colombia, Venezuela
y Argentina. De esta conversación durante el apagón con aquel rabí un verdadero
oráculo de sabiduría pero como todo humano también sujeto a las contradicciones
OBTUVE CERTIDUMBRES Y DUDAS. Dicen por mi pueblo que todos tenemos una
ventanillo al cierzo y que cada uno estornuda como Dios me ayuda. Nueva York me
hizo conseguir una visión distinta del mundo. Es una ciudad
judía meca del cosmopolitismo pero si se apaga la luz por avería todo se va a
tomar por el culo.
QUIETORIUM
Envejecer es regresar a la infancia y no sé dónde estoy, sumido en
esta vorágine de los afanes y los días. Febrero fue un mes fasto sin
estridencias ni derivados del alcohol. Lucho contra el vicio. Baco me retuvo
desde la infancia a causa de la sopilla que me daba el abuelo como un
curalotodo. ¿Vencí a la dipsomanía secuela, madre que tú me dejaste con tu
desamor? Me perdí por las tabernas y las timbas jugando al rentoy o haciendo el
tonto por las barras de los tugurios del distrito rojo buscando el amor que
nunca me diste.
Una vez me encontré subiendo por Moyano un niño que era el doble
de una fotografía que yo conservo de los cuatro años, estaba apoyado en el pretil
de la bajada de san Cebrián con un libro en la mano, sobre un paisaje de
tablares huertanos y de cipreses. El niño era mi alter ego, son pere craché
que dicen los franceses, su madre iba delante, una rubia despampanante pero ya
había engordado. En ella reconocí a la esquinera de la calle Ballesta que comía
pipas y altramuces mientras aguardaba a los clientes. Ay Madrid ¡qué extraño
eres, matas a un hombre y no apagas un candil! Como se rezagaba, al tiempo que
nos miramos, sui madre lo llamó:
— Date prisa, Adeodato.
Adeodato era el nombre del hijo que tuvo san Agustín en sus
relaciones con una esplendorosa etíope. La chica de las pipas era una beldad
pueblerina. Una rubia con la que me ocupé una malhadada tarde en un bar de
ambiente de la Ballesta, la chica hablaba con acento vallecano, iba en
minifalda bonitas piernas y la hice el amor. ¿Subimos? Un ratito. Sí. Dejó de
comer pipas al subir la escalera de la pensión y bien me acuerdo de lo que
dijo: “quiero que me dejen preñada. Me dio un golpe el corazón el chico podía
ser mío yo la miré y ella siguió su
camino pero volviendo varias veces la cabeza atrás. En noches de insomnio se me
representa la cara de Adeodato el hijo fornecino que nació de aquel polvo rápido
en una casa llana de la Ballesta. Fui pecador. A veces me acuerdo de él, rezo
por él y siento dolor de atrición. Azoté las esquinas de la calle del pecado y
en mis horas penitenciales el nombre de Adeodato suena como un golpe de la
disciplina de mis muchas flagelaciones interiores y arrepentimientos. Creo que
aquel día estaba beodo. No sabía lo que hacía y
sin embargo dejé que obrara la naturaleza engendré un hijo. Una gran
pregunta he aquí que puede echar por tierra toda la teología de la
predestinación. ¿Ese niño bastardo estaba en el pensamiento divino desde toda
la eternidad? Escuché una voz. Mi ex se dirigía mediante el recuerdo a mi
atribulada conciencia:
─Llenaste el mundo de bastardos.
Yo te perdono.
Mi madre no. Creo que me estaba echando una bronca desde el nicho
mortuorio donde la tapiamos una tarde de Agosto. Aderita vivía en Cornualles
pero no quería saber nada de mí. Hice varios intentos de entablar contacto pero
fracasaron. Deri ¿dónde estás amor? ¿Qué fue de ti? Fui hijo en rebeldía desde la primera leche que mamé. Ayer fui
al cementerio y coloqué un ramo de guirnaldas abre tu tumba, hice la
consuetudinaria ofrenda de las Protelias a Diana, canté sus nenias cinerarias.
Quemé granos de olíbano como ofrenda a los dioses e invoqué a la virgen Oh
María madre mía oh refugio del mortal amparadme y guiadme a la patria
celestial. Me acordé de Aderita mi único amor a la que tú despreciabas.
Fue una boda
perfecta en la Inglaterra que amé. Al cabo de muchos años cunde en mí el
arrepentimiento y el dolor que pude causar a estas personas sobre todo al señor
que luce una sonrisa elegante al lado de su esposa Mary Joseph. Los
contrayentes un oficial de los Fusileros Reales y la guapa y esbelta Nicola. Mi
hija Helen es la que asoma la cabecita al lado de los novios como un hada. Al
padrino de inconfundible aspecto marcial no lo conozco. Falta una persona a la
que causé mucho daño. Rezo por ellos y me comunico con ellos. Graham y Mary
están en el cielo. Y mi Helen “altar girl” preciosa. Espero encontrarles en la
otra vida. Toda la eternidad estaré rogando a Dios perdón. Ellos me lo dieron
todo y yo lo tiré por la borda. He aquí la nostalgia de una hermosa boda en un
tiempo feliz. O Lord forgive me. Me marcó casi desde que era doncel cuando visitaba el pueblo este
culto a los muertos. Vivo cantando réquiem aeternunm y solazándome con las
estrofas del Dies Irae El quietorium o columbario donde se guardan las
cenizas de papá, del abuelo, del tío Perico y del pobre Agustín
estaba dentro de la helgaduras de los huecos de paloma del columbario y aquello
me recordó a las catacumbas de los primeros cristianos polvo en espera de la
resurrección polvo pecador y enamorado el eco de las risas de las voces de los
llantos de los que se fueron, hoy convertidos en ceniza que avienta el viento.
Di voces para expresar mi dolor y arrepentimiento:
— ¿Alguien ahí?
El tío Pedro tocaba la marcha real me pareció ver sus dedos gafos
pulsar el teclado del armonio como cuando al final de las misas de tres curas
interpretaba la marcha Real desde el coro y el abuelo Benjamín afilaba las
hoces antes de la siega, percibí el bamboleo de los carros cuyos cubos cantaban
al subir la cuesta de las Siete Revueltas y Elpidio sentado en el trillo
cantaba en tono de prefacio las jocosas diferencias vernáculas, poniendo a cada
pueblo un mote y su correspondiente retahíla haciendo un recorrido por la
contornada todas las aldeas, villas y anejos de la Villa y Tierra:
“Castro los chivos Torreadrada las Cabras, Membibre para
molinos, Aldeasoña no vale nada, Sacramenia para albarcas, Fuentesoto
cagaberros que se crían en Peñacolgada donde se caga y se mea la zorra cuando a
ella la viene en gana”.
Todo ello en el tono de
prefacio de las misas de difuntos en latín. La melopea infinita sonaba a lo
largo de la tarde dorada bajo el sombrero del Elpidio que era
de paja mientras arreaba la yunta en la trilla; cuando al mulo le entraban
ganas de evacuar lanzaba un juramento y arrimaba una lata vieja de escabeche
bonito que le servía de zambullo:
─So, macho. Hoy debéis de haber comido aceite de ricino porque no
me explico tanta cagada─ decía el rapaz, aguantando el tiro de las dos bestias.
La tarde daba soñarrera, zumbaban cerca de la troje los tábanos. A un macho le
picaba la mosca, solgtaba coces de manera intempestiva. los trilladores se
dormían sobre su rudimentario vehículo que inventaron los romanos y vendían por
toda la península los tratantes cantalejanos. Eran los operarios de la hora
undécima y yo admirada el alabeo de aquel apero dotado de una batería de
pedernales en los bajos que tronzaban la paja y las cabezas de las espigas. Lo
hacían garbosos y ancestrales carpinteros de Cantalejo gente lista y sufrida
como ellos solos que parlaba una gacería incomprensible para los que no habían
nacido en aquel pueblo cabeza de las comunidades de Villa y tierra. El mejor de
todos los trilleros era Rufino Virseda héroe de la batalla de Brunete. Lo
cogieron los rojos prisionero... consejo de guerra y condena a muerte pero él
era tan simpático, tan mañero y con don de gentes que se granjeó la amistad de
los cabos de vara de la república. El general Miaja le nombró machacante
particular, le limpiaba las botas y le servía el desayuno. Al final de la
guerra en Cantalejo lo dieron por muerto pero cuando le cantaban el gorigori
todos quedaron sorprendidos cuando el trillero Rufino cruzaba el cancel del
templo donde se oficiaban sus funerales. He conocido la tecnología del arado
romano de la hoz la zoqueta el dalle y el trillo y ahora mis amigos me mandan
mensajes por guasaps puedo contemplar televisión interactiva y los americanos
se proponen colonizar Marte. Es evidente que el mundo ha cambiado muchísimo. Es
también innegable que los artífices del desarrollo de la ciencia aplicada han
sido judíos. Esto constituye el misterio de un oculto y misterioso designio. Tú
tienes una obsesión con esa gente. Por favor no seas antisemita. Ellos han
ganado la partida del progreso y la modernidad. No digas ni palabra de lo que
piensas sobre el Shoah aunque tus reservas sean verdad. Es una actitud impolítica.
Te conviertes en un apestado. Hay que ser más diplomático.
El mulo el animalito si hubiera podido hablar le hubiera explicado
al amo que las granzas del pesebre estaban un poco tomadas de saín pero nada
dijo. No era la burra de Balaán. El Elpidio, recogidas las boñigas, las sacaba
fuera de la parva y las tiraba a un montoncillo estercolero que después
serviría para abonar la suerte. Más de un trallazo se había llevado el Elpidio
de su abuelo el tío Aquilino cuando le cogió in fraganti dejando a la yunta
cagar y mear en la parva pues las manos van al pan, chiquitos. La tarde se
hacía menos largas cantando por Antonio Molina o por Angelillo. Lo del prefacio
era Canto gregoriano a la manera aldeana. ¿Quien anda ahí? ninguna respuesta
daban. Era mi imaginación que percibía los sonidos, los olores de hacía más de
medio siglo. Dando vueltas por el mundo yo siempre regresaba a este cotarro
donde debió de haber un monasterio muy antiguo que hubo de ser evacuado y la
iglesia destruida. Quedaba el campanario de ojos fantasmales que parecía un
obispo sentado en su cátedra y mis ojos contemplaban el cielo radiante del
páramo. Quedaba sólo el ábside de la iglesia visigoda. Era el ombligo
existencial. El somo donde se levantaban las ruinas de San Gregorio
constituyeron el epicentro de su vida. De allí irradiaban los fulgores de la
cuestión irremediable centrada en los dos supuestos paralelos: el amor y la
muerte. Los cantos de resurrección se conjugaban con los responsos mortuorios
millones de veces sonando en aquel risco. Abajo marcaban el paso los danzantes
al son del tambor y la dulzaina en las noches de ronda y de arrebolada
ancestrales costumbres que en estos tiempos del rock a las juventudes no dicen
nada. San Frutos pasó la hoja del calepino que estaba leyendo en piedra y que
no acabará de leer hasta el día del Juicio por la tarde. Entonces sonará la
trompeta y se alzarán los muertos con los mismos cuerpos y las almas que
tuvieron. Es lo que dice la Biblia
El abuelo Benjamin allí estaba mirándome asomaba el gallo sobre
las tapias de la iglesia de San Gregorio convertida en solemne casa de todos.
Parecía yo verle cojear camino de misa. Tenía la pata chula por el reuma a
causa de la humedad del arroyo que discurría a la puerta de casa. Fue a una
curandera y le recetó ponerse en la rodilla la piel de un conejo. A los tres
días olía a rayos. Y no era el reuma. Era la próstata que se le llevó por
delante interfiriendo largos años los huesos. Se sentaba en un banco del lado
del evangelio compartido con el Tío Gregorin y el Tío Bernardo. Al darle de
alta en el hospital de la misericordia después de su primera operación
prostática se creía curado del todo y regaló a la iglesia de Fuentesoto un
Resucitado. Sin embargo la prostatitis volvió a la carga en medio de inmensos
dolores que soportó con paciencia “Es como si los perros me estuvieran
mordiendo los cojones, hijo” me decía y yo le ayudé a bien morir. Leyéndole la
Recomendación del alma. Los tres Gregorin, Bernardo y Benjamín eran quintos y
los más veteranos del pueblo después del Tío Paulete que estuvo en la contienda
de Cuba y nos leía bvajo el bardal libros de autores del 98. Cuando la guerra
los tres se hicieron de Acción Popular el partido de Derechas. Gil Robles les
dejó en la estacada. Mi abuelo Benjamín era muy religioso sin ser beato fe
profunda de converso judío esos que no cambian. Su adscripción a la religión
católica no fue óbice para que un día saliera al encuentro de un cura muy malo
que tuvimos en el pueblo que se llamaba don Amancio cuando se enteró de que aquel
cuervo abusaba de mi tía Rosario. Fue a por él y el cobarde huyó en una burra
camino de Hontalvilla de donde era natural. Escribió al obispo y el obispo que
se llamaba Pérez Platero le mudó de parroquia pero no le suspendió a
divinis ni le quitó las caras dimisorias. Aquel Amancio era
bueno y barato en cuestión de mozas. Al coro de Acción Católica se las pasaba
por la piedra invitándolas ora al confesonario ora a la rectoral. Hacía a pelo
y a pluma porque según supe también cierto que otro monaguillo incauto cayó en
sus garras. Desde entonces he tenido prevención contra la clerigalla y a pesar
de mis ordenes sagradas creo que lo del celibato es una regla para engendrar
expósitos una perfecta añagaza porque han convertido el sexto mandamiento en
mandato de poder y abusos sexuales. Es una ley contra natura que sólo unos
pocos son capaces de sobrellevar a costa de acabar tarados. Caparse por
Jesucristo sería summum bonum para alcanzar el monte de las
bienaventuranzas cuya cúspide únicamente unos pocos escalan y a estos tarados
hay que canonizarlos santos. Mi tía Rosario acabó en un convento de
Adoratrices. Fuimos a verla a Barcelona. A mí me quería mucho. Luego colgó los
hábitos y se casó con un guardia civil mi tio Manahén ese sí quera un santo.
Pues allí estaba mi abuelo apoyado en su cachava calada la gorrilla hasta las
orejas y mirándome con severidad. Sólo me sacudió el polvo una vez que fuimos a
melones y a mi me pilló el guarda y hube de pagar y tuvo que pagar una multa de
dos pesetas. Yo alegué que fueron los otros los que me indujeron a entrar en el
vedado porque yo era un niño muy inocente e incauto. Aun recuerdo aquella noche
de luna llena cuando yo me había quedado en el corral sin atreverme a entrar en
casa.
─ Pasa, hijo, que es hora
de cenar
─ No quiero, no me da la
gana
─ Como que no quieres no
te da la gana. Ven acá
Me cogió e las orejas y aquella
noche cené de la cayada paternal. Fueron cinco cintazos en las nalgas. No me
dio más pero desde entonces no se me ocurrió ir a sandias ni a peras ni a por
moras a Peñacolgada. El abuelo Benjamín los tenía bien puesto. Era
un labrador cabal, el que araba más recto en toda la comarca, el que sabía
binar las tierras imbuido de una sabiduría ancestral. Un jueves vino a
visitarme al seminario antes de morir y me recomendó ser aplicado y diligente,
no hacer mal a nadie pero defenderse cuando a uno le agreden. “No quiero,
Quintiliano, que te tomen por tonto”.
Soplaba una brisa que arrancaba
las hojas del espino milenario y la torre románica con sus dos ojos grandes que
miraban para el pueblo de forma enigmática advirtiéndole de los Novísimos.
Caronte aguarda, la torre de la antigua iglesia de San Gregorio miraba para la
aldea las cavidades vacías del campanario fijándose bien ofrecían el perfil de
una guadaña. El quietorium siempre en calma. Allí sepultaron a un quincurión
romano que desvió ruta cuando su falange se dirigía a Uxama. Tuvo la culpa el
vino de aquel extravío, confundir los miliarios el soldado. Se equivocó la paloma.
Se equivocaba Cinco de sus vélites vinieron a recogerlo y querían reportarlo en
andas hasta la cohorte pero el centurión dijo enterradlo en la Foncalada y que
la tierra le sea leve. Luego quemaron incienso a los dioses. Aquellos páramos
guardaron para siempre el perfil augusto de Roma. Siglos adelante los
templarios fundaron en aquel monte sagrado un ara El vino de la tierra fue la
causa de aquel desvío. Paró en una bodega (caupona) de
Sacramenia de las que abren sus fauces en el cerro internándose en la montaña y
honró a Baco con profusas libaciones y subió hasta Foncalada dando tumbos. Al
legionario romano los campos se volvieron del revés; la tierra arriba y las
estrellas a sus pies le hablaban con emisiones catódicas a millones de
kilómetros de distancia. Parece que se reían y es que temblaban de la tajada
que acabó al perder camino. ¿Será esa la estrella de mi destino? Se preguntaba
el quirite borracho que perdió la senda y el camino. Caldos exquisitos de la
tierra. Vinos traidores. Pero qué sería de la vida sin vino? Baco aleja
siquiera perentoriamente los pesares y zozobras del vivir. Mi Aderita a la que
traicioné me confortaba insuflándome al oído el veredicto de mi condena.
─Eres un fracasado. Todo te sale mal porque cometiste el gran
pecado de desamor. No busques disculpas ni añagazas, ni eches la culpa a los
judíos. En mi vida fuistes el sacerdocio del mal
─Te di un hijo: Helen the shining one.
Me dieron ganas de llorar. La torre de san Gregorio estaba hueca,
sus campanas se las llevaron los sarracenos para convertirlas en lanzas
contradiciendo el veredicto de Isaías: Convertiré las saetas en rejas de arado.
Grité entonces en alemán un salmo penitencial:
─Es reue mich. Mucho me pesa, pesame,señor, de haberos
ofendido.
─Mis plegarias no eran escuchadas
─Gospodi achisti grieji nas – murmuré con las palabras
en eslavónico del canon penitencial de la misa de san Juan Crisostomo
La cencellada de la noche castellana heló sus huesos y sucumbió
arrecido antes de alcanzar los castros de aquella tierra alta mucho
me impresionaron a mí desde niño aquellas cavidades ojos vacíos de un
campanario sin campana que se llevaron los soldados de Murat cuando la
francesada me hablaban del destino misterioso que a todos aguardan y no cesaba
de darme golpes de pecho en un acto de contrición. Una urraca voznaba sobre el
espino adyacente al camposanto. Alcé los ojos a lo alto. Sobre el cielo nítido
planeaba el halcón que merodeaba el palomar. Ya se sabe que la ralea del halcón
es la paloma, la del azor la perdiz y la del gavilán el jilguero y yo era in
pobre jilguero perseguido por los ojos puntiagudos del gavilán. Mi existencia
fue un episodio. Caí entre las garras de las caves de presa (los curas, los
políticos, las mujeres) como un pardillo. Muy altaneros todos y yo humilde y
acongojado sin saber hacia donde tirar. ¿Dónde encontraré refugio? ¿Cómo me
zafaré de mi propia inconsciencia? Quizás salvé siguiendo las leyes de la
casualidad y del instinto. Esta explicación no era suficiente. Un arcángel
tocaba la lira en lo alto del cerro. Era él quien me puso a cobro de las
acechanzas de los numerosos enemigos. La Virgen Santísima enjugaba las lágrimas
del llanto mío. De su mano pude cruzar los arroyos torrenciales y ramblizos,
aunque a la ramera y al juglar la vejez les viene el mal. Puede que todo ello
no fueren sino excusas para justificarme porque a lo largo me había topado con
muchos leguleyos y a los rábulas se les vencen dando la vuelta al
argumento. Es reu mich. Gopspodi achisti grieji nash. De
pensamiento palabra y obra u omisión. Mi confiteor sonaba rotundo y solemne
aquella mañana del 12 de marzo cuando la iglesia latina celebra el transito de
san Gregorio magno. Fue el que introdujo en la iglesia la dulzura del canto
gregoriano. ¡Cuántas veces habré pulsado la cuerda de sus melismas y entonado
las estrofas del veni Creator, el himno a cuyo compás fui
consagrado presbítero hace muchísimos años
Mucho me pesa, Señor de haberte ofendido. Y mi abuelo asomó el
gallo. Por las tapias del cementerio se alzaban las cabezas de gente que yo
conocí, sombras distantes la puerta cerrada del cementerio y el hastial solemne
de sillares como nuevo y tenían más de diez siglos. Habían exhumado los restos
de mi hermana Henar fallecida en 1941. Parte del antiguo templo había sido
destruido. Uno de los lienzos de pared mostraba las adarajas o quixaras
devastados por la morisma. Aquella era una tierra de frontera y el antiguo
templo sucumbió a Una razzia de primavera del moro Almanzor que pasó por allá
tocando el tambor. Traté de explicar esto a mis paisanos rabaneros por las
fiestas de san Pedro cuando di una conferencia pero me cortaron a media
discurso. alegó el alcalde que era muy largo el sermón. Dijeron que el
parlamento era muy largo. Nadie es profeta en su tierra. Bajé besando las cruces
del calvario a un pueblo en quietud que me resultaba extraño retomando los
pasos perdidos de la infancia. Escuchaba los carros cargados de hacinas, los
cantos de la gente que iba a la siega, el son de las esquilas de los asnos
castrones, cuando a media tarde llegaba el molinero de Fuentidueña con su recua
los costales de harina cargados a lomos de los burros y el gruñir de los
marranos en el henil. Las mujeres encinta tenían por costumbre la víspera de
San Andrés aciudir a la cohorte para escuchar los gruñidos de la cerda. Si el
primer bramido era del lechón niño tendremos pero si el gruñido partía de los
hocicos de la marrana la preñada pariría un churumbel más guapo que las
pesetas. Corté el cordón umbilical del cariño pero sigo unido a tu amor como el
arado a la esteva, aun estando desencajadas las belortas y la reja sin filo la
esteva desencajada. ¿Con estos bueyes cómo ir a arar sin aguijada ni tralla en
lucha contra los elementos y contra todos? Soy yo, parlando desde una
época que pasó, hombre de ayer que no encentra resquicio pero no maldigo a los
dioses, feliz de haber llegado a viejo cuando mi infancia parece que fue ayer.
Hados perversos al ostracismo me condenaron y todos se ríen de mí. Ya lo
hicieron con Job. Propalo quimeras, redacto fantasías porque he visto dar
vueltas a la cabeza furibunda de la medusa quimérica y hermafrodita,
melena de león el cuerpo de cabra y la cola de dragón vagina de mujer y bálano
viril las ubres las arrastra por detrás y por delante, pega bandazos a diestra
y siniestra como el destino cruel y proclama al igual que el pregonero de
la gran manifestación del ocho de marzo la emasculación liberadora a petición
de los Coños Grandes Widecunts. En la fiesta de las vaginas las Euménides nos
cantan las marzas. Las gomias marimachos van seguidas de la peste en la gran
cabalgata de la Reina Ester. Tiempo de voraces tarascas aniquiladoras. Una
reina putona que le cortó a Haman la cabeza después de hacerle el amor quiere
enmendarle la plana a la doncella de Nazaret. Desfilan gritando consignas y
escupiendo gargajos contra la religión estas cabronas que se educaron con las
ursulinas, se ríen de la maternidad con un no es no y con mi cuerpo yo hago lo
que me da la gana. Son los postulados de una sexualidad insaciable e irascible
sin control. Carmen Fernández del Toro, la gran bollera, encabeza la gran
manifestación. Entran en las iglesias y descabezan las imágenes de la Virgen
María. Los buharros bailan mientras tanto en la plaza del Carmen su rigodón
banderas arco iris desplegadas al viento. Yo no iré nunca a esa demostración.
Lo mío es la fábula, el placer y el arte de las tres verdades que se
fraguan en mi imaginación y en mi ilusión inventora. Hijos sí padres
no. Pero esto es trágala, chiquitos. Nos adentramos en el reino de
las quimeras del que nadie vuelve con el cuerpo en condiciones. El alazán
apocalíptico trota al paso entre gritos y consignas y reportajes in situ de las
reporteras de la Telebasta. Allá van las féminas de la exaltación arrastrando
sus pies enfermos de quiropedias, vientres caidos los ojos con ptosis les
supuran las legañas, y sus labios malos que piden la lanceta del cirujano que
les haga una quiloplastia. Mujeres de silicato saltan a la red opíparos bustos
hinchados artificialmente. Acampa en el prado el sindicato de las peores
furcias. Es la hora de los coños grandes despiadados. Es cosa de arreglar todos
esos morros caídos a causa del desenfreno, les gusta demasiado chuparla. Hijos
sí maridos no. Vivan los vientres de alquiler. Las cotorras se suben a los árboles
empuñando el micrófono con punta de alcachofa y largan sermones preñados de
visceral oratoria anti varonil. Es el tiempo de Acuario. Vengan los marimachos,
mujeres al poder. Estoy triste con este desvarío pero me consuelo cantando el
evangelio mirando para Aquilón. El quiasmo de la cruz de Constantino
se perfila sobre el horizonte. Ellas no vencerán pues su grito es contra la
vida. La espada de Miguel acabará con el libertinaje pero han conseguido
ponernos a todos el bozal pandémico. En los cinco continentes seis mil millones
de seres humanos respiran a través de la mascarilla ¿Madre por qué callas, por
qué no te enfrentas y levantas el pendón de la verdad? ahí tenemos al preste
Zabulón haciendo misa en las campas de Iraq. Su antecesor fue el responsable de
la muerte de Hussein y de la gran efusión de sangre porque lo mandaba el Gran
Sanedrín y en el Vaticano os callabais por la cuenta que os tiene. ¿Y el
holocausto de Siria y las aguas del Éufrates y del Tigris que bajan tintas de
sangre de las víctimas de estas guerras? Madre no calles más. Los enemigos de
la iglesia se esconden bajo el halda de tu sotana blanca. Deja de sonreír con
tu cara asnal y de mover tu inmenso culo que emite cuescos con olor a mate.
Dice que el catolicismo no es la religión verdadera pues ahora sí que estamos
buenos. Uno no se desunce tan fácilmente de los genes. Hoy dije mi misa como de
costumbre y quedé en paz conmigo y con el mundo dispuesto a trovar, aun con
cierto rezago, las vivencias del pasado a título de inventario nada más, sin
ánimo de lucrarme o por prurito artístico pues soy un escritor fracasado. Todo
se fue por la posta. En el entierro de la sardina di a la tierra lo que es
suyo: mis sueños redentores. Sigo siendo cura. Mis manos fueron ungidas por el
obispo. Me separé de la iglesia con el Vaticano II. La Virgen me apartó de esa
patulea de clérigos fornicarios vagabundos y borrachos. Tuve un amor o muchos
amores pero fui leal y nunca cometí adulterio con la sacristana ni con la mujer
de cualquier feligrés incauto, esos curas que miran con ojos de fauno y ponen
en la cabeza el mirmillón como un saliente Príapo protuberante en el casco. Con
todo y eso la clemente Venus madre de todos los hombres me devolvió a ese
epicentro mágico (okolos), el tete manantial de vida. Venimos de ese
flujo que se derrama en esas eyecciones guarras que las meretrices en pantalla
tienen a gala mostrar coram populo. Hijos somos de un excremento
líquido y nos cagamos cuando exhalamos el último suspiro Orgullosas de que les
vino el latigazo consolador de pilas en ristre volviendo los ojos de placer
para poner los dientes largos de los mirones que pagan un euro por contemplar
el lastimoso espectáculo de estos estertores venéreos. ¿Y qué dicen las
feminoides? Nada. Estamos en la era de Acuario. Ya dijo Protagoras que el
hombre es la medida de todas las cosas cuando yace con hembra placentera sobre
todo. De esa creencia se mofaba Plauto en sus comedias. ¿Existen los dioses del
Olimpo? ¿Serán las religiones una excrecencia de la mitología pagana? las
religiones separan pero estas hetairas liberticidas nos vuelven a los hombres
de toda calaña iguales. Son cosas del rasero igualitario que endereza lo
torcida y hará llanuras de las montañas, el milenario. No sé pero a mí me gusta
rezar la misa según el canon gregoriano. Mi alma se llena de una tranquilidad
venida de lo alto cuando me dispongo a consagrar. Luego reconózcome pecador.
Para distraerme pulso los portales porno de la red y miro para las hembras y
¡qué hembras, Señor! Venus nació de la espuma y el primer hombre fue extraído
del barro. Fuimos concebidos en la inmundicia y rodeados de corrupción y
hedentina cadavérica nos vamos. Estoy asustado de semejantes visiones lúbricas
grandes vergas de todos los tamaños y colores, clítoris rasgados o en escuadra.
¿No les dará vergüenza? Los cóhenes y macarras de este gran puterío cinético
hacen caja y no dan abasto cada vez hay más mujeres en el mundo empeñadas en no
esconder sus galas naturales lo que les dio Natura unas por prurito otras por
coqueteo otras por necesidad como las viudas milf puesto que el porno manda.
Recordemos que este es el tiempo de Acuario una constelación húmeda que otorga
el mando a las hijas de Eva. El hombre se siente desterrado e impotente. Sexo y
más sexo y exhibiciones procaces donde toda la lujuria tiene cabida. Aúllan
algunas como lobas. Otras más precavidas gimen imitando a las gatas en el celo
de enero. Aguardando el vestigial o denario con que Roma pagaba a sus putas.
Hoy es fácil irse de picos pardos. Basta con un clic abrimos internet y ala
allá están las señoras meretrices muy emperejiladas. Hay una rusa que es la
mujer más perfecta que yo alcancé a ver a lo largo de mis muchos años de vida.
Es muda y cuando recibe la moneda del mirón o sienten la explosión de una
sacudida en sus entrañas lanza un mayido, un alarido con su voz de trapo un
cuerpo perfecto de la Jengibre una hermosa ucraniana con el pelo de estopa a la
que apodan Gingerbread nunca vi carnes tan blancas ni ojos tan azules. Está
encinta y trata de disimular su gravidez poniéndose bañadores negros. Es una
superdotada. Despliega sus senos al aire y calculo han de pesar media arroba.
Su mirada es entre triste y divertida. Todos los televidentes muestran
curiosidad por saber quién fue el afortunado que dejó la huella de su virilidad
en útero tan precioso y ella dice que fue en el privado de un chat, un soplo
aleteando por internet en sus alternancias binarias del yin y el yen. ¿Por
virtud del espíritu santo? No lo creo. La preñez no fue virtual sino a efecto
de un contacto físico un polvo salvaje aunque haya dice que va a parir un hijo
cibernético. ¿Será Billy Gates el padre de la criatura? Hay ciertos códigos
éticos en tiempos de perversión de infecundidad y carestía que nos cominan a
“fazer linage” como diría el otro. Por mucho que se empoeñen higinistas y
moralistas nunca podrán acabar con el trato torpe ni el comercio de la carne.
Siempre habrá feminas que se desentiendand de los grandes principios éticos y
entreguen sus donaires a cambio de un puñado de dólares. Esta mujer aun desnuda
sin embargo parece el paradigma de la castidad. En otras congéneres el
espectáculo se convierte en algo brutal libidinoso que incita al asco ante
semejante perversión coprologica. Al verlo muchos se acordarán de la sentencia
de Job tengo que insistir por ese cabo que me asusta la promiscuidad y falta de
recato sobre la mierda en que nacemos y envueltos en ella nos vamos, hijos
somos de una eyección excretoria, de un secreción vaporosa… “Et in
corruptione genuit mihi mater mea”. Pienso, madre, que tú no me
pariste en el dolor pero no en el alfaque de los bajíos de la secreción
vaginal. Yo soy un tío que mamé buena leche y de calidad. “A este lo crías con
polvos finos, Felicitas” oí decir al tío Matías el sacristán que era un
borracho empedernido. Tú no te colocaste en la cabeza el “pallolium”
la mantilla corta con la cual iban las mujeres de la vida caminando por las
calles de Roma. A uno que me llamó una vez hijo de hetaira le hinché los
morros.
DOMINGO DE GLORIALAS CAMPANAS
DE SAN GREGORIO
Yo conocí a la tía Apolonia ya
muy viejecita y encorvada. Al final de la misa se quedaba rezagada haciendo un
recorrido por las imágenes de las capillas de la iglesia de san Pedro gira
espiritual que podría alargarse hasta media hora a veces tres cuartos y a mí me
encargó el cura don Frutos cerrar la iglesia. Al no ser mi intención distraerla
de sus piadosas plegarias a todos los santos de la corte celestial que a ella
bendecían desde su peana: san Isidro Labrador, la Virgen de Fátima, el
Resucitado que donó mi pobre abuelo Benjamín cuando sanó aparentemente del
cáncer de próstata, san Gregorio papa, la Virgen de los Dolores y sobre todo
san Pedro instalando en un trono del altar mayor debajo de la cara excelsa del
padre eterno que se asomaba entre nubes de purpurina ostentando la esfera
armilar o hacía sonar el manojo de pesadas llaves… Vamos tía Apolonia, vamos.
Aquella espera me hacía pensar en un cuento que se dejaba caer en labios de los
atrevidos y salaces en los filandones del invierno. Se trataba de un cura que
tenía un lío con la mujer del herrero. Estos se comunicaban por medios de
toques de campanas. Un repique de siete badajadas significaba que el campo
estaba expedito y que el buen párroco podía acercarse a la herrería a cortejar
su dama. Dos toques seguidos que no. Que había moros en la costa. El romance
tuvo prosapia y rigor de modo que los toques se convertían en una composición
musical. Desde la torre el amante enviaba un mensaje a su adorada en aquellas
fechas que no había internet:
─Mariquita mi señora venga que
ya es hora.
He aquí que el herrero
interceptó la comunicación y descifró el lenguaje críptico de la misma. Así que
una tarde que estaba en la fragua afilando una reja candente le mandó a su
mujer que se sentase en la bigornia. Al sentir el dolor del hierro candente en
sus posaderas pega un brinco que alcanza hasta el techo.
─Ay
─¿Está calentito eh? ─ exclamó
el herrero entre carcajadas.
En aquel momento sonó desde la
torre la llamada del amor. El párroco se estaba empezando a impacientar.
Repique que campanas:
─Mariquita encantadora, ven que
ya es hora.
Y desde abajo para que le
escuchara todo el pueblo con su vozarrón:
─Tiene el culo quemado no puede
ahora
Algunos quieren estar en misa y
repicando. No puede ser.
Entonces se me acercó la tía
Polonia la hermana del cura don Cirilo. Sus ojos eran muy azules el pelo blanco
no tenía dientes y se parecía por la blancura al hopo de algodón que hilaban
las mujeres de Fuentesoto a la puerta. Dúctil sonrisa y un lobanillo en la
comisura del labio donde le había crecido un matorral de pelos negros.
─Ya es hora de encerrar. Vamos
sí hijo sí. Tengo tantas obligaciones, tantos difuntos que no doy abasto, tanta
gente que me aguarda ahí en eso (miró para el camposanto en el cerro), tanta
gente que se me murió que son centenares de padrenuestros de Réquiem. ¿Eres tú
el Quintín el nieto del tío Benjamín? ¿El que va para cura? De guaje te
llamabamos el Soguillas
─Soy
Salimos al cancel y a la puerta
de la iglesia tomándome de la mano me dijo:
─Mira para arriba, Quintín,
hijo. Dirasme lo que ves
─La torre de San Gregorio el
campanario sin campana. Se las llevaron los franceses para fundirlas y
convertirlas en balas de cañón. Ya no la bolean los mozos ni tocan a clamor por
los difuntos o rebato cuando se produce un fuego.
─Así es pero yo te voy a contar
un milagro que ocurrió el día de la Pascua de Resurrección. Habíamos venido mi
hermano y yo don Cirilo Sanz de Roma en peregrinación de ver al papa León XIII.
Era domingo de Gloria. Nos levantamos todos sobresaltados porque escuchamos el
sonido de la campana gloria que había mandado bendecir un rey muy antiguo el
rey Alfonso VII el emperador. Entonces el pueblo estaba arriba. Era un ribab o
fortaleza para defendernos los del sarraceno. Ese rey santo había ordenado
construir un cordón de monasterio en número de 24 desde Sacramenia a Osma y
Berlanga de Duero. Los musulmanes atacaron y destruyeron el villar la iglesia
quedó destruida pero las campanas seguían tocando a misa. Cuando los franceses
se las llevaron se dejó de escuchar el clamor en toda la contornada. Mi hermano
que era muy devoto de san Gregorio le pidió que antes de morir querría oír
aquel sonido. El Señor nos concedió esa gracia y aquella pascua de resurrección
bolearon a gloria como nunca habían sonado. Mi hermano dijo una misa de acción
de gracias y predicó un sermón en el que dijo: el diablo nos arrebató las
campanas pero no pudo con nuestra fe. Mientras esté ahí el cementerio de san
Gregorio seguiremos creyentes. ¿Te ha gustado, Soguillas?
─Como no tía Apolonia usted lo
cuenta que parece que lo ha vivido.
La anciana dibujó una sonrisa y
se alejó paso a paso. Había sido muy guapa de moza y tuvo muchos pretendientes
a los que dio calabazas porque creía que sirviendo al cura era como si profesase
de monja y se consagrara a Dios.
Yo lomé el pesado manojo de
llaves y los llevé a la rectoral. Don Frutos el cura en mangas de camisa cavaba
en la cerca al lado del molino. Sudaba como un pavo.
─¿Quieres almorzar?
─No me vaga. Tengo que hacer un
mandado a mi tía Paulina he de ir a la fuente a llenar la botija.
Le conté la historia al párroco
según la tía Apolonia me había referido y don Frutos muy gnómico sin dar un
cuarto al pregonero pronunció este veredicto cita del padre Astete en su
catecismo:
—Fe es creer lo que no vimos
Desde aquel día cada año cuando
llega la Pascua Florida dentro de mi alma yo escucho las campanas de
Resurrección que bolearon en el campanario de San Gregorio resistente al paso
de los siglos. No he perdido el sentido del humor, tampoco la fe en lo que no
vimos