ERA EL´DIA DE SAN ANTÓN 17 ENERO CORRER EL GALLO EN FUENTESOTO. BENDITO SEAN LAS BARBAS DE SAN ANTÓN QUE CUBREN EL CALENDARIO LITÚRGICO
Por san Antón la
gallina pon y las pitas cacareaban en los corrales. Los días iban siendo más
largo, pero el frío de la cuesta de enero apretaba y nos torturaban los
sabañones por las orejas. Tía Ramona subía
al nidal cada noche y las metía el dedo
en el culo para comprobar si habría puesta a la mañana siguiente. El gallo
protestaba con un quiquiriquí que traducido al cristiano querría decir: “no me las toques, Ramona, que son para mí
“
Pero al gallo rojo de
nuestro gallinero y a todos los del pueblo les aguardaba la cazuela porque en
honor a san Antón comíamos pollo con arroz tras la tortura salvaje de correr el
gallo.
Los mastos recibían el
martirio a su virilidad, se les capaba. No más quiquiriquíes en las mañanas de
la aldea.
Tendían una soga entre dos postes y de ahí se les
colgaba atados boca abajo. Los mozos que iban a entrar en quintas aquel año
montados en burras, en caballos o en mulas pasando por debajo a la carrera
trataban de agarrar al gallo por la cabeza y se la arrancaban y pasaba a galope
tendido.
Había un árbitro un vigilante subido a una
escalera que computaba la operación.
El mozo que con mejor
pericia decapitaba al animalito era coronado con una rama de laurel y luego
agasajado en la taberna con un bodigo y una cantara de vino como premio, que se
bebían al de por junto los quintos a su salud.
Dulzaineros venidos de
Aranda o de Peñafiel amenizaban la fiesta con jotas y pasacalles.
Entiendo por mi
afición a la historia que esta ancestral costumbre en Fuentesoto hoy
desaparecida porque no hay mozos era una reminiscencia de las lupercales
romanas que duraban todo el mes de enero.
La muerte del gallo
era un sacrificio a Júpiter en agradecimiento a los dioses que nos regalaron
animales de compañía, bestias de tiro y de carga y que en último término
servían de alimento a los mortales.
Hoy me acuerdo de san Antón cuya imagen con
cara de patriarca y un cochinillo cebón al pie del báculo abacial cuya imagen se
veneraba en la iglesia de Fuentesoto intercediendo por nos.
Tal día como hoy se le
llevaban a bendecir al atrio de la iglesia a las ovejas, a la vaca torionda que
no malpariera y nos diera un ternero sano, los machos de la yunta, al burro
garañón y a la yegua torda de mi abuelo que todos los años paría un potro o un
muleto.
Yo acompañaba al
abuelo cuando bajaba a la parada de Sacramenia a echarla al caballo o al burro
que la montase.
Yo era un niño de seis
años y al ver la escena del apareamiento recibía una clase de educación sexual.
La fecundación y
gestación biológica es un dogma sagrado en la naturaleza. Son las leyes del instituto.
No hay malicia ninguna, entre los mamíferos, es un acto sagrado los cuadrúpedos
sin porno. Asimismo, supe entonces que
los niños no les trae la cigüeña de Paris. Las burras no toman la píldora
ni al padrear el toro en la dehesa se pone un condón. Todos es limpio y fácil sin
morbo ninguno.
Bendito san Antón la
gallina pon y se decía cuando pintabas un cuadro al desgaire si con barbas san Antón y sino la
Purísima Concepción. Ahí va eso.
Buen día, animalitos queridos, os pido que al gallo no le capéis ni le cortéis la cresta. Emascular ─salvaje costumbre─ no está en las leyes biológicas. A Júpiter no le debían de agradar tales sacrificios tan feroces
viernes, 17 de enero
de 2025
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