2016-11-05


ACUEDUCTO Y DIOSES TUTELARES DE SEGOVIA


El acueducto romano de Segovia es algo más que una impresionante obra de ingeniería edificada para la eternidad. Demasiado puente para tan poco río que diría Góngora acerca del Manzanares. Alumbraba aguas a la ciudadela pero tiene asimismo un significado religioso —religare es la unión hipostática con la divinidad—alianza con las fuerzas de a naturaleza representada por los cuatro elementos: aura, linfa, tierra, fuego. Y con toda seguridad es de la época de la paz octaviana de augusto cuando se extiende por todo el imperio la consideración de que el "imperator" era el representante de Júpiter o dios en la tierra formando parte de las divinidades del olimpo. El culto al emperador como religión nacional surge en la época de augusto triunfante. Apabullados y vencidos los vacceos tribu celta que poblaba la llanura castellana desde Guadarrama hasta el Duero (el nombre de Segovia consta de una raíz indoeuropea "sego", aquí, que aun se encuentra en algunas palabras rusas y una desinencia celta "uia" significando, montaña), se erige un fundo romano para aposentar algunos destacamentos de la legión séptima. Desde entonces Segovia es una ciudad campamento y una ciudad sagrada dedicado al emperador Octavio y a Júpiter. Los arúspices augures solían elegir meticulosamente el emplazamiento de una ciudad estudiando previamente dos cosas la calidad del aire y del agua. Si ambas eran propicias y el vuelo de las palomas que soltaban los sacerdotes favorables se procedía a la

"nuncupatio" (consagración). Acto seguido venla la deprecatio o letanías implorando la protección del divino augusto para terminar en la dedicatio. Uno de los flamines salmodiaba una plegaria de la cual ha quedado constancia en dos historiadores Tito Livio y Macrobio. Se trata de una invocación a los dioses tutelares que rezaba el "Dis Pater, Vejovis"... no permitas que esta ciudad caiga en manos de nuestros enemigos, ni la asole la peste o la sequía asole sus campos, etc.". acabado el conjuro se sacrificaba un toro. Cada ciudad romana contaba con dioses familiares propios y el emperador Augusto formaba parte de este conjunto de divinidades tutelares que dieron a Segovia ese carácter castrense, religioso que forman parte de su numen histórico. El acueducto de Segovia es por tanto algo más que una inmensa mole arquitrabada de sillones colocados a flor, sin cemento, obra de romanos que sabían las claves de una arquitectura matemática que hoy se desconoce o una sabiduría que maravilla a los ingenieros de hoy. Ese carácter esotérico misterioso es su lado divino, el legado del emperador Octavio

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