CARTAS A ERIKA. El TESORO DE CISNEROS (novela epistolar, mails al cruce)
Hola Eri ¿cómo te va? Yo bien, gracias sean dadas a los dioses, pero un poco melancólico. Fíjate qué fecha es hoy, la tarde de san Silvestre. Para los alemanes es el Silvestre Abend. Agarran unas cogorzas que tú no veas, pero lo mismo pasa aquí con el rollo mamonero de las doce campanadas, las doce uvas, las saturnales. Ya sabes mi pasión por Roma pues fui profesor de latín en Oxford y se me daba bien la lengua del Lacio, recuerda aquellas clases en la facul hace ya más de cuarenta años como a ti el árabe. Eras muy cuidadosa con los libros, muy elegante, decíamos una tía con clase, no una pija vulgaris de esas de Serrano aunque tú vivieras en la calle Velázquez. La gente que tiene clase pues tiene clase y no todos esos tipos que aparecen en la tele como el josemi y otros bodigos por el estilo impartiéndonos cursos y reglas de urbanidad. Estos nuevos ricos son una peste, ya te digo. Tú lo llevabas en la sangre, la alcurnia se nota y hasta para tomar un papel entre los dedos eras elegante. Pero ya se me está yendo el santo al cielo, canastos. A lo que iba el árabe pues tú sabes que el cardenal tu antepasado lo hablaba. Cierto que en un auto de fe en Granada quemó no sé cuantos alcoranes pero no eran más que libros de devoción. Salvó de aquella almenara todos los libros importantes que habían escrito los moros sobre álgebra, trigonometría, hierbas, ciencias naturales y se los trajo para Alcalá y a él se lo debemos los investigadores que tengamos un cierto conocimiento de la España que tabularon o escribieron los árabes en sus historiadores. No te voy a hablar de cronicones ni ponerte la cabeza tarumba con citas. además de ese tema estás tú mucho más puesta que aqueste pagano. ¿Cómo va la tesis? Espero que bien. Has tenido que jubilarte tras tu divorcio con tu esposo mantecoso para dedicarte a lo que te iba que era escribir, soñar, dar ideas a los pobres mortales, dirigir, gobernar, contar las habas y establecer del cupo de las cantidades cantantes y sonantes. Yo ya sabes, desde que pasó aquello me he quedado soltero. Tuve mis rollos claro está y mis líos no los iba a tener, no me avergüenzo de nada o de muy pocas cosas. He derramado mi semen tontamente por esos mundos de dios, materia de olvido y de dolor. Ya te contaré historias por ese cabo, pero no deben de ser importantes, son aburridas, Erica, y como todas. Nihil novum sub sole. Las tuyas ya me las dirás aunque a nuestras hay que decir alea jacta est y pensar en la frase de Pilatos quod scripsi, scripsi. Perdona si me abruma con tanto aforismo latino pero es mi debilidad. En mí puede que cupiera el esplendor de algún emperador romano. Honro a aquellos dioses y trato de conservar el fuego sagrado de los Numa Pompilium. Te diré que he renunciado al cristianismo pues me parece que fue esa religión un invento de los judíos para acabar con el imperio romano. No te escandalices. Sé lo que me digo, no te creas. Y ha sido la voluntad de los dioses p mi Fatum el que haya venido a residir en el último tranco de mi existencia (que confío que por la largueza de la diosa Hera que cuida de mi salud y con los alifafes y alguna hierba que me proporciones Esculapio sea lo más larga posible) en este antiguo campamento romano que llamaron Compluvia. Aquí estuvieron todas las legiones y era el punto de recalada desde donde se iniciaban todas las campañas en la Hispania Citerior y Ulterior. Con ellos y con mis recuerdos, los versos de Horacio, Juvenal, Plinio, las arengas de Cicerón y las cuartetas algo indecorosas del Satyricon de Ovidio que demostraban cómo ligar en el coliseo o qué postura conviene más en el amor cuando se han alcanzado los cuarenta años- átese el varón después de rendir tributo a Falo con un lazo de seda y contenga la eyaculación, hará gemir a la hembra de placer, inundará el lectum de flujo, esto es se meará de gusto, a mi me pasó una vez con una fue un coito largísimo interminable y por poco me quedo tieso y como dicen los ingleses on the job, con el instrumento en la mano, con la mano sobre la esteva del arado. Asi que los venustos consejos del bueno de Plinio yo no se lo recomendaría a la juventud. Dirás, amada Erika, tú que eras una valkiria, una vestal romana, que estoy hiriendo tu pudor. Suplicote me perdones si ves en ello alguna intención aviesa pero no es así. Sólo me impulsa el placer de narrar y reírme un poco del destino que me privó de haber gozado de gustos tan estupendos en tu compañía la mujer que amaba por entonces, la estudiante de Filología Árabe, la marquesa de no sé cuantos títulos, y grande de España. Creo que sigues teniendo más clase que la duquesa de Alba que a mi me parece una guarra con el belfo fruncido pero siempre con ganas de picadero pues en sus días jóvenes montó mucho a a caballo. A Sanlucar a ver al duque ya sabes y al pobre duque su marido le crecía toda una arboleda encima de la testuz. Pero bueno ya me estoy desparramando por donde no debo. Gracias al cardenal estos tienen lo que tienen y son lo poco o lo mucho que son. Algunos le comparan con el Richelieu hispano pero su idea de España iba más allá. Quería crear un imperio mesiánico. Roma le venía estrecha a don Gonzalo y fue materia de escándalo aquellos cardenales con sus barraganas, el voto de Santiago, una limosna y sales del purgatorio. La lujuria y simonía de la Ciudad Eterna debieron de fatigarle a este hijo de un oscuro zapatero de Villalar, seguramente un judío converso, que quieres que te diga, pero con todas las luces y carismas del mensaje de Israel, un mensaje salvador por otra parte que jamás se ha puesto en práctica porque roza atingencias imposibles. Yahvé está arriba y nosotros abajo. Por mucho que estiremos la puerta ni él bajará ni nosotros subiremos. Son dos planos diferentes. Sin embargo, fray Gonzalo cuando estudiaba Humanidades calzaba los borceguíes más “polidos” de todo el claustro. Sus enemigos no tardaron en murmurar por ese lujo, por ese derroche pero como fraile franciscano no se le pudo coger en un renuncio ni tal que así. Debajo de la púrpura y de la seda llevaba el sayal y el cordón de esparto de los hijos de san Francisco y nunca utilizaba el lecho arzobispal de blondas de brocado y patas de nogal sino en un jergón de paja en su celda asistido siempre de cerca por su fámulo que le acompañaba día y noche, fray Narciso, y se maceraba las carnes todas las noches con disciplinas. A veces no dudaba en trocar la cogulla monástica por el casco de guerrero. Eso sí, según mis entendederas, de su ascendencia algo oscura le venía la inclinación por el oro y a guardar para el día de mañana. El dinero es el mejor salvoconducto, compra voluntades, derriba todas las murallas y es un pecado contra la vieja mosaica el derrocharlo por las buenas y te participo Erica, amor, que al morir le dejó un buen montón de ducados a su fiel escudero el citado fray Narciso quien se fue con su amo al cielo al poco de fallecer. No testó pero hizo una manda de que se le dijeran misas en una iglesia que yo conozco de este pueblo que es el tuyo y el de don Manuel Azaña. Por lo visto en los saqueos de la guerra civil alguien encontró un cofre tras una puerta excusada de aquel convento y arrampló con todo ese dinerazo. Yo no soy un detective, soy solo un investigador jubilado lo mismo que tú eres una profesora de árabe, hija de condes, mujer de buenas partes- hay que ver lo buena que estabas- y que en todo demostraste tu buena crianza. Yo te invito un poco a resolver conmigo este galimatías de descubrir el tesoro de Cisneros en esta España por él constituida y remozada en su unidad que hoy se está yendo al garete. Aunque ni tú ni yo, querida, seamos Sherlock Holmes. Hay que recuperar el alijo de doblones, cierto, pero sobre todo el legado emocional, cultural, espiritual, de tu antepasado, habibi, salam malikum. Que Alá sea contigo o Cristo o la Virgen Maria, si es que crees en algo, como yo creo en ti y te tuve y te tengo amor, y te tenga de su mano. Me voy a comer al Geston. Es un bar donde yo acostumbro a parar y me quieren mucho. A la tarde si es que el valdepeñas no es óbice, proseguiré esta misiva la primera en el último día del año, Erica. Pero año nuevo vida nueva
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