ALFONSO VI Y EL CASTILLO DE LA VILLA DE
FUENTIDUEÑA (I)
Ya quedan sólo unos farallones desdentados de lo que
fue fortaleza bien torreada y excelsa para la defensa de las tierras al sur del
Duero pero mi infancia se empapó de la magia de aquel legendario rey castellano
que fundó el baluarte de Fuentidueña. Ruinas misteriosas, "castles in
Spain". No es lícito desposeer a los pueblos de sus leyendas y de su
mitología. Alfonso VI se encuadra como un prócer mitológico en la historia de
Castilla.
Ibamos mi primo Agustín y yo a hacer mandados en la
burra o en la bicicleta cuando el abuelo caía malo a la botica de la Villa.
Subíamos la cuesta de la Fuente Caldera una de las siete rudales que alumbraban
agua a Fuentesoto y, alcanzado el camino de la pedriza, pedaleabamos sin parar
entre el polvo blanco de la carretera, majuelos, algún solitario almendro
desgarbado y a la bajada de siete revueltas toda la historia de Castilla se nos
venía encima al cruzar el puente romano. El seis es ni numero de suerte y todo
cuanto se diga sexto es bueno Alfonso VI, Sixto VI, Alejandro VI un grandísimo
papa valenciano que no se privó de nada y hasta tuvo amores y engendró hijos.
Teníamos mi primo y yo que golpear la puerta carretera
con fuertes aldabonazos porque el boticario un artillero al que atronaron los
estampidos de la batalla de Brunete donde tambien un obús le segó una pierna
oía con dificultad; sordo estaba como un tapión. Debía de ser colega por
aquello de la fraternidad de almas del famoso "cojo de Mamblas" al
que luego conocería en una residencia de Arévalo para la tercera edad.
Al cabo de un rato bajaba el boticario arrastrando su
pata chula por las escaleras. Sus pisadas gloriosas de mutilado de guerra
sonaban tambien como zambombazos. Era don Eutiquio una paisano enorme con un
vozarrón que debió de espantar a los sargentos. Su continente poco se
compadecía con su alma de castellano campechano. <<¿Quien se puso
malo?>>. <<El abuelo>> <<Vaya por Dios, hombre; pero
con estas píldoras ya vereis como mejora, aunque tenga mala compostura eso de
la prostata>>.
Agustin y yo cogiamos las pildoras del preparado, (don
Eutiquio con su farmacopea y sus morteros, que leía al Doctor Laguna en sus
ratos libres, de hierbas oficinales sabía los suyo) mirabamos impresionados
para las ristras de tarros y morteros donde se guardaban las hierbas de toda la
medicina homeopatica y saliamos de estampida dejando atras aquel pueblo
misterioso que era como un baluarte a la vera del Duratón donde había quedado
fraguado el nombre y el espiritu de Alfonso VI. Seis/ seis/ seis, número que
cierra el círculo y me acordaba del juramento de santa Gadea (tuvo arrestos Mio
Cid para irle a su rey a pedir cuentas), la afrenta de Corpes y dñª Elvira y
dñª Sol que eran de Oviedo y Zamora la bien cercada unida al nombre de Bellido
Dolfos y a frases paradigmáticas que sentaron plaza en nuestro idioma... no
se gana Zamora en una hora, malhaya el caballero que sin espuelas cabalga...
¡oh qué buen vasallo si hubiese buen señor!
Todas esas escenas se me representaban como en un
retablo gótico cuando acudía a la botica de la Villa a por las grajeas que
recetaba el médico al abuelo Benjamín. Yo rememoraba las clases de historia de
España que luego en el seminario nos
daría don Ramón Alonso en aquel libro de texto que sobre u fondo
gris traía una foto del castillo de la Mota y que nos aprendíamos de coro.
Todos aquellos pollos que fuimos bachilleres del plan
de Educación creado por el ministro don Pedro Sainz Rodriguez (su ley
fue una fragua de entendimientos históricos pues nos enseñó a compadecernos y a
sentir las vibraciones de grandeza y las contradicciones de nuestro pueblo)
pertenecimos a la última leva de un conocimiento histórico del que se ha
privado a las generaciones que vinieron más tarde, no partidista ni cercenado o
manipulado por la aleve mano negra del rencor y de la hispanofobia.
No importa que Franco destituyera fulminantemente de
su cargo a don Pedro por haberse ido de picos pardos una noche en Vitoria del
año 1938. Su plan de estudios le convirtieron en el mejor ministro de Educación
que ha tenido España en décadas.
Gracias a él pudimos conocer historia de España y las
matemáticas y la física y química en un sistema de educativo hecho para formar
jovenes con ideas claras, inexistente en la actualidad.
Don Pedro se hizo del bando de don Juan y conspiró
todo lo que pudo contra el Regimen mientras escribía tratados de mística. En
ellos se refería a la magia del número seis.
El pobre abuelo Benjamín moriría de cáncer de
próstata. Mas, tengo para mí que aquellas excursiones a la Villa de Fuentidueña
a por sus recetas fueron de provecho para mi alma. Desde entonces sueño con la
magia del número 6.
ALFONSO VI SE REFUGIÓ EN FUENTIDUEÑA PERSEGUIDO POR SU
HERMANO SANCHO (II)
El rey Fernando I rey de Castilla Asturias y León al
morir cometió el error de dividir sus reinos entre sus herederos y con esta
hijuela vinieron las parcialidades las malquerencias y asomó su cresta la
envidia proverbial entre los godos, causante de no pocos males. La prole anduvo
en pendencias, leído el legado del testamento, como es habitual entre nosotros.
España enigma histórico padece de una fatídica
enfermedad moral: el morbo visigótico, tambien denominada herencia de san
Hermenegildo: la envidia. Parece mentira de un rey católico al que por abjurar
del arrianismo le cortaron la cabeza nos dejase mandas tan malas. La de la
sierpe quedó vivita y coleando.
Galicia legó, según cuentan las crónicas, a don
García, a Sancho Castilla, a don Alfonso León. A Urraca le dio Zamora y a dñª
Elvira la plaza de Toro. A partir de ahí el nombre de Alfonso VI va unido a una
leyenda de grandezas y luchas interdinasticas fratricidas de los tres reinos.
Pero tambien fue el impulsor del arte románico e introdujo en España el Misal
Romano,
Se alzó contra su hermano Sancho el cual le vence en
la batalla de Plantaca. Hecho prisionero, decide don Sancho, que no quiso cometer fratricidio
ni meterlo en la cárcel, que profese como monje en el monasterio de Sahagún
pero el hijo segundón del rey Fernando I
no tenía vocación de fraile y huye a Fuentidueña.
Unos fronterizos de Sacramenia le proporcionan
salvoCONnducto para viajar a tierra de moros.
La taifa de Almonacid pagaba pechas a su progenitor y era su aliado en
las pendencias con Navarra.
En Toledo se acoge a la protección de Miramamolín.
allí va a residir en el palacio de Galiana gozando de la hospitalidad y todas
las preeminencias del monarca alauita. Quien lo trata con una tolerancia eximia
hasta el punto de permitirle la practica de su religión. Su hermana Urraca, en
calidad de princesa zamorana, desde Castilla envió regalos al rey moro, y a
Toledo llegó una comitiva presidida por Pero Ansures para rendir
tributos y vasallaje al rey de Toledo. En el grupo venían varios clérigos y un
monje que decía las misas griegas (en
rito mozarabe al monarca exilado, Alfonso luego aboliría el canon visigótico,
aconsejado por doña Constanza, que era francesa, y los benedictinos de Cluny)
al rey exilado.
Entre los recien llegados, siguiendo por este orden de
cosas, se encuentra un personaje importante, un caballero por nombre Rodrigo
Diaz de Vivar que se puso al frente de las mesnadas de Miramamolín
en sus guerras contra Hixen II de Córdoba y contra el rey de Aragón. Por
su valentía y su eficacia en las lides, la tropa empezó a llamarle "sidi"
(señor.)
Rodrigo era un mercenario que se ganaba el pan a
sueldo del que mejor pagaba. Unas veces por los cristianos y otra por los
moros. Pues bien lo detallaba doña Urraca que era algo ligera de cascos "a
los moros por dinero y a los cristianos de balde". Aquel mundo era un
mundo interactivo.
Moros y cristianos en esta época de últimos del s. XI
se conocían bien unos a otros, peleaban sí, se hacían la guerra, se robaban las
mujeres e intercambiaban castillos y regalos, y, si no rezaban juntos, al menos
juntos pensaban, puesto que lo morisco anda muy entreverado con el alma
castellana.
No hay más que echar mano del refranero <<en
casa de moro no parles algarabía>>, Alfonso y Miramamolín se hicieron
amigos, organizaban torneos en comandita, iban a cazar juntos, jugaban al
ajedrez y pasaban ratos agradables en compañía paseando por las soledades de
aquel cigarral que llamaban la Huerta del Rey,
o Palacio de Galiana a orillas del Tajo.
Dicen los cronistas que Alfonso sentía nostalgia de su
esposa asturiana, doña Inés con la cual había contraído nupcias en Oviedo. Al
fallecer ésta, se casa con Constanza hija del emperador de Alemania, boda por
motivos políticos. Sin embargo, su presencia en Toledo dio lugar a una hermosa
leyenda. Su verdadera pasión fue una hurí toledana. Fueron sus amores con la
hija del rey de Sevilla, a su vez hija de una cautiva cristiana por nombre
Isabel, la mora Zaida.
¿Quién no ha oído hablar del ceñidor de la mora Zaira
y de la leyenda de los panes de stª Casilda bajando a dar de comer a los presos
cristianos, encadenados en las mazmorras de Miramamolín, que en su regazo se
convierten en rosas? "¿Qué llevas ahí, niña?". "Rosas,
padre". Casilda abrió el delantal y efectivamente el suelo se inundó de
flores por obra de la cristiana caridad.
Aquellos amores fueron fuente de inspiración de los
romances fronterizos que han corrido por Castilla en boca de juglares hasta
nuestros días y hablan de un entendimiento, si no frecuente al menos posible,
entre las tres religiones monoteistas, surgido al albur de la escuela de
Traductores de Toledo. Toquemos madera.
ALFONSO VI: INNOVACIÓN LITÚRGICA y (III)
Aquel buen rey sexto de los alfonsos murió en Toledo
de 79 años el primero de julio de 1109. Fue muy querido de las mujeres de las
cuales enterraría a seis segun refiere Cristobal Lozano en su libros "Historias
y Leyendas". De la legitima Constanza tuvo a doña Urraca a la que
bautizó con el nombre de su tía. Esta infanta daría luego mucho que hablar por
su poco recato y vida un tanto licnciosa cuya es la frase de "a los moros
por dinero y a los cristianos "gratis et amore". Esa palabra non
digades, hija. Sin embargo, ella se la soltó a su padre con el desparpajo e
impudencia de las que ejercen el oficio más viejo del mundo. Callades, hija,
callades... La hija le salió pinturera y don Alfonso al oir mentar esa palabra
en boca de su hija predilecta se mostró muy dolido y pesaroso. Pero doña Urraca
se proclamaba partidaria del amor libre ya en aquellos años.
Sería la madre nada menos que de Alfonso VII el
Emperador una de las figuras más excelsas de la dinastía castellana continuador
de la obra de su abuelo y que fortificó sus reinos con castillos templarios.
La iglesia de san Gregario de Fuentesoto como prueba
el epígrafe que en su día tuvimos a bien leer para los lectores del "Adelantado
de Segovia"
De la ilegítima, la mora Zaida, bautizada en
san Isidoro de León con el nombre de Isabel nacieron el heredero de la corona
don Sancho que moriría mozo en la batalla de Uclés y otras dos infantas.
Muy novelesca y entreverada de leyendas fue la vida de
este hombre.
Don Alfonso estaba en Toledo cuando le llegaron nuevas
de la muerte de su hermano en el cerco de Zamora a manos de Bellido Dolfos que
ha pasado a la historia como el paradigma de la traición, la vera efigie del
despecho y la alevosía. De esta fama ignominiosa no se libran los zamoranos.
"No murió por las tabernas ni tampoco tablas jugando que él murió sobre
Zamora vuestra honra resguardando" Pero Dolfos no era zamorano sino de
Benavente buen pueblo y mala gente y que perdonen los benaventinos pero es lo
que se dice por aquellos pagos. El mismo nombre
de Benavente no es cristiano sino árabe: Ben Avet (hijo de Alá el
misericordioso.)
Poca misericordia tuvo con don Sancho al que trapasó
con un venablo buscando, una vez cometida su alevosía, asilo luego en una
iglesia. El Cid que lo estaba viendo
salió en su persecución y no pudo alcanzarlo. Había montado a pelo sobre su
alazán y de ahi la frase con que maldijo su suerte: "malhaya el
caballero que sin espuelas cabalga".
Aquel regicidio puesto que no hay mal que por bien no
venga cambiaría el curso de los acontecimientos en la historia de España. Es el
primer conato de unión. Galicia, Asturias y León quedarían incorporadas a la
corona de Castilla. Navarra y Aragón seguirían
con el matrimonio de Fernando e Isabel en Segovia tras la jura junto a la
olma de san Miguel en 1475.
Sin dar parte a su protector el taifa de Toledo,
Miramamolín, una noche en compañía de sus fieles vasallos, se descuelga por un
adarve próximo a la puerta del Cambrón y llega a Burgos a empuñar el
cetro y ceñirse la corona de don Pelayo.
El Cid en santa Gadea le toma declaración de no haber
participado en la conjura. Cuenta el Cantar de Mio Cid que ante el atrevimiento
de su vasallo al rey le mudara la color. Su Majestad nunca perdonaría
aquel agravio. Y lo desterró a Valencia.
En su reinado hubo rieptos y traiciones, treguas,
concordias y discordias, gloriosas campañas contra el moro y hechos atroces. Es
ni más ni menos la tinta ensangrentada con la que se escribe la historia. No
guardó las alianzas Alfonso con Miramamolín.
Prevaricó, pues, muerto éste, plantó cerco a la Ciudad
Imperial a la que conquista el año 1085. Mandó traer, por influjo de doña
Constanza, monjes franceses que repoblaron Castilla y cambió la vieja liturgia
mozarabe de signo oriental más rica y expresiva por la romana mucho más adusta.
Un dia de la navidad de 1085 se cantó en Toledo por primera vez la misa en latin conforme al
canon romano. El viejo rito de san Isidoro quedó abolido.
Para Alfonso VI el legado de la Reconquista y la
venganza del conde don Julián prevaleció sobre el sentimiento de amistad y la
palabra empeñada al amigo. El arcano de la Cava forma parte del misterio de
España pero no nos adentremos en este laberinto de esa misteriosa cueva que se
esconde en un cerro de Toledo. Dejemoslo estar. La hidalguía y la largeza se
conjugan, a lo largo de los siglos, con la atrocidad, los fratricidios, las
envidias un mundo perdido y encontrado a través de los pasillos de la famosa
Cava Florinda.
Estos reinos llamados cristianos, cristianos en la fe
pero no tanto en la conducta ni en la moral, se fraguaron en la lucha contra el
Islam. Algo ineluctable e incuestionable. Ese es el mensaje del misterioso
legado de venganza de don Rodrigo de la sangre derramada en Guadalete y de las
maldades de un obispo libelático. Ese don Opas enigmático símbolo de la
traición aparece en multiples páginas ensangrentadas de la historia de España.
Su designio forma parte del morbo visigótico que no
viene a ser sino la enfermedad del alma de un pueblo de sangre ardiente y
generosa por demás pero también dañada porque se entristece del bien ajeno. Sin
embargo, el numero seis que cierra el circulo, el que ceñía Alfonso VI como
emblema en su corona, es el antítodo contra esa afección. Sigamos buscando la
piedra filosofal. Alejense las pesadillas de nosotros.
ALFONSO VI Y EL CASTILLO DE LA VILLA DE
FUENTIDUEÑA (I)
Ya quedan sólo unos farallones desdentados de lo que
fue fortaleza bien torreada y excelsa para la defensa de las tierras al sur del
Duero pero mi infancia se empapó de la magia de aquel legendario rey castellano
que fundó el baluarte de Fuentidueña. Ruinas misteriosas, "castles in
Spain". No es lícito desposeer a los pueblos de sus leyendas y de su
mitología. Alfonso VI se encuadra como un prócer mitológico en la historia de
Castilla.
Ibamos mi primo Agustín y yo a hacer mandados en la
burra o en la bicicleta cuando el abuelo caía malo a la botica de la Villa.
Subíamos la cuesta de la Fuente Caldera una de las siete rudales que alumbraban
agua a Fuentesoto y, alcanzado el camino de la pedriza, pedaleabamos sin parar
entre el polvo blanco de la carretera, majuelos, algún solitario almendro
desgarbado y a la bajada de siete revueltas toda la historia de Castilla se nos
venía encima al cruzar el puente romano. El seis es ni numero de suerte y todo
cuanto se diga sexto es bueno Alfonso VI, Sixto VI, Alejandro VI un grandísimo
papa valenciano que no se privó de nada y hasta tuvo amores y engendró hijos.
Teníamos mi primo y yo que golpear la puerta carretera
con fuertes aldabonazos porque el boticario un artillero al que atronaron los
estampidos de la batalla de Brunete donde tambien un obús le segó una pierna
oía con dificultad; sordo estaba como un tapión. Debía de ser colega por
aquello de la fraternidad de almas del famoso "cojo de Mamblas" al
que luego conocería en una residencia de Arévalo para la tercera edad.
Al cabo de un rato bajaba el boticario arrastrando su
pata chula por las escaleras. Sus pisadas gloriosas de mutilado de guerra
sonaban tambien como zambombazos. Era don Eutiquio una paisano enorme con un
vozarrón que debió de espantar a los sargentos. Su continente poco se
compadecía con su alma de castellano campechano. <<¿Quien se puso
malo?>>. <<El abuelo>> <<Vaya por Dios, hombre; pero
con estas píldoras ya vereis como mejora, aunque tenga mala compostura eso de
la prostata>>.
Agustin y yo cogiamos las pildoras del preparado, (don
Eutiquio con su farmacopea y sus morteros, que leía al Doctor Laguna en sus
ratos libres, de hierbas oficinales sabía los suyo) mirabamos impresionados
para las ristras de tarros y morteros donde se guardaban las hierbas de toda la
medicina homeopatica y saliamos de estampida dejando atras aquel pueblo
misterioso que era como un baluarte a la vera del Duratón donde había quedado
fraguado el nombre y el espiritu de Alfonso VI. Seis/ seis/ seis, número que
cierra el círculo y me acordaba del juramento de santa Gadea (tuvo arrestos Mio
Cid para irle a su rey a pedir cuentas), la afrenta de Corpes y dñª Elvira y
dñª Sol que eran de Oviedo y Zamora la bien cercada unida al nombre de Bellido
Dolfos y a frases paradigmáticas que sentaron plaza en nuestro idioma... no
se gana Zamora en una hora, malhaya el caballero que sin espuelas cabalga...
¡oh qué buen vasallo si hubiese buen señor!
Todas esas escenas se me representaban como en un
retablo gótico cuando acudía a la botica de la Villa a por las grajeas que
recetaba el médico al abuelo Benjamín. Yo rememoraba las clases de historia de
España que luego en el seminario nos
daría don Ramón Alonso en aquel libro de texto que sobre u fondo
gris traía una foto del castillo de la Mota y que nos aprendíamos de coro.
Todos aquellos pollos que fuimos bachilleres del plan
de Educación creado por el ministro don Pedro Sainz Rodriguez (su ley
fue una fragua de entendimientos históricos pues nos enseñó a compadecernos y a
sentir las vibraciones de grandeza y las contradicciones de nuestro pueblo)
pertenecimos a la última leva de un conocimiento histórico del que se ha
privado a las generaciones que vinieron más tarde, no partidista ni cercenado o
manipulado por la aleve mano negra del rencor y de la hispanofobia.
No importa que Franco destituyera fulminantemente de
su cargo a don Pedro por haberse ido de picos pardos una noche en Vitoria del
año 1938. Su plan de estudios le convirtieron en el mejor ministro de Educación
que ha tenido España en décadas.
Gracias a él pudimos conocer historia de España y las
matematicas y la física y química en un sistema de educativo hecho para formar
jovenes con ideas claras, inexistente en la actualidad.
Don Pedro se hizo del bando de don Juan y conspiró
todo lo que pudo contra el Regimen mientras escribía tratados de mística. En
ellos se refería a la magia del número seis.
El pobre abuelo Benjamín moriría de cáncer de
prostata. Mas, tengo para mí que aquellas excursiones a la Villa de Fuentidueña
a por sus recetas fueron de provecho para mi alma. Desde entonces sueño con la
magia del número 6.
ALFONSO VI SE REFUGIÓ EN FUENTIDUEÑA PERSEGUIDO POR SU
HERMANO SANCHO (II)
El rey Fernando I rey de Castilla Asturias y León al
morir cometió el error de dividir sus reinos entre sus herederos y con esta
hijuela vinieron las parcialidades las malquerencias y asomó su cresta la
envidia proverbial entre los godos, causante de no pocos males. La prole anduvo
en pendencias, leído el legado del testamento, como es habitual entre nosotros.
España enigma histórico padece de una fatídica
enfermedad moral: el morbo visigótico, tambien denominada herencia de san
Hermenegildo: la envidia. Parece mentira de un rey católico al que por abjurar
del arrianismo le cortaron la cabeza nos dejase mandas tan malas. La de la
sierpe quedó vivita y coleando.
Galicia legó, según cuentan las crónicas, a don
García, a Sancho Castilla, a don Alfonso León. A Urraca le dio Zamora y a dñª
Elvira la plaza de Toro. A partir de ahí el nombre de Alfonso VI va unido a una
leyenda de grandezas y luchas interdinasticas fratricidas de los tres reinos.
Pero tambien fue el impulsor del arte románico e introdujo en España el Misal
Romano,
Se alzó contra su hermano Sancho el cual le vence en
la batalla de Plantaca. Hecho prisionero, decide don Sancho, que no quiso cometer fratricidio
ni meterlo en la cárcel, que profese como monje en el monasterio de Sahagún
pero el hijo segundón del rey Fernando I
no tenía vocación de fraile y huye a Fuentudueña.
Unos fronterizos de Sacramenia le proporcionan
salvonducto para viajar a tierra de moros.
La taifa de Almonacid pagaba pechas a su progenitor y era su aliado en
las pendencias con Navarra.
En Toledo se acoge a la protección de Miramamolín.
allí va a residir en el palacio de Galiana gozando de la hospitalidad y todas
las preeminencias del monarca alauita. Quien lo trata con una tolerancia eximia
hasta el punto de permitirle la practica de su religión. Su hermana Urraca, en
calidad de princesa zamorana, desde Castilla envió regalos al rey moro, y a
Toledo llegó una comitiva presidida por Pero Ansures para rendir
tributos y vasallaje al rey de Toledo. En el grupo venían varios clérigos y un
monje que decía las misas griegas (en
rito mozarabe al monarca exilado, Alfonso luego aboliría el canon visigótico,
aconsejado por doña Constanza, que era francesa, y los benedictinos de Cluny)
al rey exilado.
Entre los recien llegados, siguiendo por este orden de
cosas, se encuentra un personaje importante, un caballero por nombre Rodrigo
Diaz de Vivar que se puso al frente de las mesnadas de Miramamolín
en sus guerras contra Hixen II de Córdoba y contra el rey de Aragón. Por
su valentía y su eficacia en las lides, la tropa empezó a llamarle "sidi"
(señor.)
Rodrigo era un mercenario que se ganaba el pan a
sueldo del que mejor pagaba. Unas veces por los cristianos y otra por los
moros. Pues bien lo detallaba doña Urraca que era algo ligera de cascos "a
los moros por dinero y a los cristianos de balde". Aquel mundo era un
mundo interactivo.
Moros y cristianos en esta epoca de últimos del s. XI
se conocían bien unos a otros, peleaban sí, se hacían la guerra, se robaban las
mujeres e intercambiaban castillos y regalos, y, si no rezaban juntos, al menos
juntos pensaban, puesto que lo morisco anda muy entreverado con el alma
castellana.
No hay más que echar mano del refranero <<en
casa de moro no parles algarabía>>, Alfonso y Miramamolín se hicieron
amigos, organizaban torneos en comandita, iban a cazar juntos, jugaban al
ajedrez y pasaban ratos agradables en compañía paseando por las soledades de
aquel cigarral que llamaban la Huerta del Rey,
o Palacio de Galiana a orillas del Tajo.
Dicen los cronistas que Alfonso sentía nostalgia de su
esposa asturiana, doña Inés con la cual había contraido nupcias en Oviedo. Al
fallecer ésta, se casa con Constanza hija del emperador de Alemania, boda por
motivos políticos. Sin embargo, su presencia en Toledo dio lugar a una hermosa
leyenda. Su verdadera pasión fue una hurí toledana. Fueron sus amores con la
hija del rey de Sevilla, a su vez hija de una cautiva cristiana por nombre
Isabel, la mora Zaida.
¿Quien no ha oido hablar del ceñidor de la mora Zaira
y de la leyenda de los panes de stª Casilda bajando a dar de comer a los presos
cristianos, encanenados en las mazmorras de Miramamolín, que en su regazo se
convierten en rosas? "¿Qué llevas ahí, niña?". "Rosas,
padre". Casilda abrió el delantal y efectivamente el suelo se inundó de
flores por obra de la cristiana caridad.
Aquellos amores fueron fuente de inspiración de los
romances fronterizos que han corrido por Castilla en boca de juglares hasta
nuestros días y hablan de un entendimiento, si no frecuente al menos posible,
entre las tres religiones monoteistas, surgido al albur de la escuela de
Traductores de Toledo. Toquemos madera.
ALFONSO VI: INNOVACIÓN LITÚRGICA y (III)
Aquel buen rey sexto de los alfonsos murió en Toledo
de 79 años el primero de julio de 1109. Fue muy querido de las mujeres de las
cuales enterraría a seis segun refiere Cristobal Lozano en su libros "Historias
y Leyendas". De la legitima Constanza tuvo a doña Urraca a la que
bautizó con el nombre de su tía. Esta infanta daría luego mucho que hablar por
su poco recato y vida un tanto licnciosa cuya es la frase de "a los moros
por dinero y a los cristianos "gratis et amore". Esa palabra non
digades, hija. Sin embargo, ella se la soltó a su padre con el desparpajo e
impudencia de las que ejercen el oficio más viejo del mundo. Callades, hija,
callades... La hija le salió pinturera y don Alfonso al oir mentar esa palabra
en boca de su hija predilecta se mostró muy dolido y pesaroso. Pero doña Urraca
se proclamaba partidaria del amor libre ya en aquellos años.
Sería la madre nada menos que de Alfonso VII el
Emperador una de las figuras más excelsas de la dinastía castellana continuador
de la obra de su abuelo y que fortificó sus reinos con castillos templarios.
La iglesia de san Gregario de Fuentesoto como prueba
el epigrafe que en su día tuvimos a bien leer para los lectores del "Adelantado
de Segovia"
De la ilegítima, la mora Zaida, bautizada en
san Isidoro de León con el nombre de Isabel nacieron el heredero de la corona
don Sancho que moriría mozo en la batalla de Uclés y otras dos infantas.
Muy novelesca y entreverada de leyendas fue la vida de
este hombre.
Don Alfonso estaba en Toledo cuando le llegaron nuevas
de la muerte de su hermano en el cerco de Zamora a manos de Bellido Dolfos que
ha pasado a la historia como el paradigma de la traición, la vera efigie del
despecho y la alevosía. De esta fama ignominiosa no se libran los zamoranos.
"No murió por las tabernas ni tampoco tablas jugando que él murió sobre
Zamora vuestra honra resguardando" Pero Dolfos no era zamorano sino de
Benavente buen pueblo y mala gente y que perdonen los benaventinos pero es lo
que se dice por aquellos pagos. El mismo nombre
de Benavente no es cristiano sino árabe: Ben Avet (hijo de Alá el
misericordioso.)
Poca misericordia tuvo con don Sancho al que trapasó
con un venablo buscando, una vez cometida su alevosía, asilo luego en una
iglesia. El Cid que lo estaba viendo
salió en su persecución y no pudo alcanzarlo. Había montado a pelo sobre su
alazán y de ahi la frase con que maldijo su suerte: "malhaya el
caballero que sin espuelas cabalga".
Aquel regicidio puesto que no hay mal que por bien no
venga cambiaría el curso de los acontecimientos en la historia de España. Es el
primer conato de unión. Galicia, Asturias y León quedarían incorporadas a la
corona de Castilla. Navarra y Aragón seguirían
con el marimonio de Fernando e Isabel en Segovia tras la jura junto a la
olma de san Miguel en 1475.
Sin dar parte a su protector el taifa de Toledo,
Miramamolín, una noche en compañía de sus fieles vasallos, se descuelga por un
adarve proximo a la puerta del Cambrón y llega a Burgos a empuñar el
cetro y ceñirse la corona de don Pelayo.
El Cid en santa Gadea le toma declaración de no haber
participado en la conjura. Cuenta el Cantar de Mio Cid que ante el atrevimiento
de su vasallo al rey le mudara la color. Su Majestad nunca perdonaría
aquel agravio. Y lo desterró a Valencia.
En su reinado hubo rieptos y traiciones, treguas,
concordias y discordias, gloriosas campañas contra el moro y hechos atroces. Es
ni más ni menos la tinta ensangrentada con la que se escribe la historia. No
guardó las alianzas Alfonso con Miramamolín.
Prevaricó, pues, muerto éste, plantó cerco a la Ciudad
Imperial a la que conquista el año 1085. Mandó traer, por influjo de doña
Constanza, monjes franceses que repoblaron Castilla y cambió la vieja liturgia
mozarabe de signo oriental más rica y expresiva por la romana mucho más adusta.
Un dia de la navidad de 1085 se cantó en Toledo por primera vez la misa en latin conforme al
canon romano. El viejo rito de san Isidoro quedó abolido.
Para Alfonso VI el legado de la Reconquista y la
venganza del conde don Julián prevaleció sobre el sentimiento de amistad y la
palabra empeñada al amigo. El arcano de la Cava forma parte del misterio de
España pero no nos adentremos en este laberinto de esa misteriosa cueva que se
esconde en un cerro de Toledo. Dejemoslo estar. La hidalguía y la largeza se
conjugan, a lo largo de los siglos, con la atrocidad, los fratricidios, las
envidias un mundo perdido y encontrado a través de los pasillos de la famosa
Cava Florinda.
Estos reinos llamados cristianos, cristianos en la fe
pero no tanto en la conducta ni en la moral, se fraguaron en la lucha contra el
Islam. Algo ineluctable e incuestionable. Ese es el mensaje del misterioso
legado de venganza de don Rodrigo de la sangre derramada en Guadalete y de las
maldades de un obispo libelático. Ese don Opas enigmático símbolo de la
traición aparece en multiples páginas ensangrentadas de la historia de España.
Su designio forma parte del morbo visigótico que no
viene a ser sino la enfermedad del alma de un pueblo de sangre ardiente y
generosa por demás pero también dañada porque se entristece del bien ajeno. Sin
embargo, el numero seis que cierra el circulo, el que ceñía Alfonso VI como
emblema en su corona, es el antítodo contra esa afección. Sigamos buscando la
piedra filosofal. Alejense las pesadillas de nosotros.
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