2024-08-27

NINETY EIGHTY FOUR

 

1984 corrió en viernes

 

El 5 de abril 1984 cayó en viernes. Era la fecha señalada por George Orwell para el estallido. Pero el día transcurrió tranquilo y sin sobresaltos. Una jornada normal. Eso sí empezaban a tararear retahílas de leyenda negra y se hablaba de choque de culturas y de civilizaciones. Él seguía en el somo alto a la caza de la idea descubriendo eventuales rutas del paraíso del Yorkshire y planeando salidas al campo. Un colega del staff que impartía enseñanzas de química le llamó wog, vete a tu país, primer atisbo de xenofobia. Bermejo se puso un poco triste pero pensó  para su capote deben de ser cosa de los ingleses que se sienten agobiados ante ante tantísimo extranjero No hay sitio. No puedo ir. No cabíamos en la isla. Mientras  en el salón de actos de los hermanos maristas sonaban los discos de los Beatles. No había habido invasión como algunos profetizaban y las piedras de la catedral de Beverly continuaban intactas. Durante el camino  en el viejo citroen matricula terminada en el número 75 de París, él y la asistente de francés se pararon en una granja para ver la piscifactoría que montó el paisano nadaban en el estanque peces de colores. Y en la pocilga se alimentaban ochenta cerdos de engorde. Olía a rayos en aquel establo. De vuelta a casa cogió la mano de la chica francesa y le recitó un poema que ella no entendió:

Chica es la calandria y chico es el ruiseñor

Pero es más dulce su canto que el de cualquier ave mayor

Yo siempre quise mujer chica

Que no mujer grande

Que tendrá la mujer chica que no tenga la novia del gigante

Nicole pequeñita pero de buenas partes y cada cosa en su sitio no lo entendió pero apuesto a que la galantería le gustaba. Luego se fumaron un cigarrillo de satisfacción en el asiento de atrás. El estudiante volvió a sus humildes aposentos más contento que unas pascuas. La calandria había puesto un huevo y el ruiseñor dos. ¡Viva el arcipreste de Hita! El pobre mister Orwell no daba una desde que le pegaron un tiro en el Ebro  por el bajo vientre quedó menguado y un poco majara por eso se le ocurrieron aquellas profecías sobre Animales en granja. Para el estudiante novato aquella jornada anunciada con tan infaustos vaticinios tuvo un final bastante feliz

 

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