QUIETORIUM
Envejecer es regresar a la infancia y no sé
dónde estoy, sumido en esta vorágine de los afanes y los días. Febrero fue un
mes fasto sin estridencias ni derivado del alcohol. A la vuelta lo venden
tinto. Gasté mis caudales en visitas esporádicas a las ermitas de Baco. Los
palomares de Venus un tiempo fueron mi reclusorio y derrumbadero. Ya no.
Precisamente porque todo lo que tenga que ver con la cópula reproductiva ya no
me enerva sino que me causa hilaridad frecuento los salones de la Red donde se
retratan ninfas y furias poseidas del morbo venusino o simplemente
exhibicionista que se moran en el espejo de Narciso mirad chicos lo buena que
estoy, un ejercicio inane pero mucho menos aburrido de los portales noticiosos
de la política o del virus miserere que asuela a todas las naciones del mundo y
a mí me parece inducido. Sobre esto habrá que conjeturar que nada más aburrido
que el sexo como espectáculo pero es uno de los pilares sobre el cual se apoya
el sistema hedonista consumista. ¡Todas esa secreciones vaginales, ese asco, el
olor de los cuerpos y el descaro impúdico del pecado que se vende en las salas
del onanismo virtual de la red de Redes! Sodoma y Gomorra al alcance de la mano
con un simple puntada del dedo índice. Un mundo en guerra. La guerra del de genero
sustituyó a la lucha de clases y la independencia de la hembra ha traído sus
consecuencias en parte beneficiosas y en parte devastadoras. Ya no es igual que
antaño ¿O sí¿el romanticismo está en crisis. Ya soy viejo, ya no me torturan
aquellos escrúpulos sobre la guarda de la continencia. Mi cuerpo es mío y ello
no se contrapone a mi fe. Conseguí ganar la batalla al deseo carnal. Acabo de
cumplir 76 y mi libido anda por los suelos pero no me considero un viejo verde.
Sencillamente estoy huyendo de mi mismo y de las vanidades de la política. Mis
visitas a la red me sirven de distracción y me apartan de ese tósigo que es la
vida política en España. Amé a una inglesa. Otilia la pobre tuvo que
enfrentarse a los recovecos mentales de un ex cura católoico todos los traumas
que arrastro desde la adolescencia. Tuvimos una hija Teodora a la cual no he
visto desde nuestra separación hace más de medio siglo pues el juez impuso
orden de alejamiento. Busco la piedra rejalgar que me ponga a cobro de mis
pesadumbres. Toda mi vida fue una búsqueda. Encontré dificultades a las nuevas
formas de vida a los nuevos inventos el modem, los gusaps la comunicación al
instante las noticias trucadas. Se cifran mis remordimientos en haber
abandonado el sacerdocio y en el fondo sigo siendo un cura que dice la misa de
san Pío V en latín en su casona de la Relinga. Esas oraciones infunden en
mi espíritu mucha paz. Me han gustado mucho el vino y las mujeres. Derroté de
tasca en tasca de bar en bar yt por los quilombos de media Europa. He sido un
bohemio. A veces cuando allá arriba sopla el viento del Oeste que los astures
llaman el gallego no puedo dormir, me desaxono y miro para mis manos
consagradas. Están vacías. ¿Qué voy a explicar ante el tribunal cuando me llame
el Todopoderoso? Es mi hora vigesimo cuarta y yo fui un trabajador de la
undécima que malgasté los denarios que pusieron en mi mano. Mi casa de Asturias
tiene un hórreo muy viejo fue construido por un carpintero de ribera el año
1789 cuando la Revolución Francesa. En él se ocultan duendes y xanas. En mi
soledad les escucho parlotear y reír. Se rien de mí y a veces me hacen alguna
trastada. Los platos desaparecen, las ventanas de la casa se abren de repente,
se cuelgan de la baranda de la corredoria o entran en mi ordenador y me
insultan o desbaratan mis escritos pues he sido escritor, un escritor sin
fortuna, un grafomano que llenó millones de cuartillas durante sesenta años sin
que nadie me reconozca algún mérito. Seguí mi camino pero me he perdido en los
empalmes, equivoqué la ruta y fui condenado por los dioses a ser intonso e
inaudito. Los librois a los que tanto amé no valen para nada. Vivimos en una
sociedad donde al escritor se le mira con ojjos sospechosos como si se tratara
de un avenate o un pervertido sexual que redacta novelas y cuentos
pornográficos. Lejos de mí. El sexo es una actividad coprologica que me causa
hilaridad y pena. Siento una pena profunda por las rabaneras de la Red. Muy
difícil persuadirlas a que cambien de género de vida. Hoy es Dia de todos lo Santos
y he venido a honrar a los difuntos del camposanto de Foncalada. No hay nadie.
El cotarro está desiuerto. Las autoridades han perimetrado Castilla la Vieja
por lo de la pandemia., Sin embargo yo conseguí burlar la vigilancia de los
guardias subiendo por un puerto que no es el de Pajares donde no había
vigilancia. Hago a estas horas mi meditatio mortis. Hago proposito de la
enmienda quiero ser bueno.
Ya no es pecado, cayeron los mitos y no sé si
esta charlatanería al uso libera o esclaviza a las mujercillas que venden
imágenes de sus piernas de sus senos o de sus clitoris a través de la gran casa
de tolerancia cibernética. El trato torpe se alzó con la palma de la victoria y
del martirio aunque muchos obvian que Eros y Tanatos montan el mismo caballo y
van por el mismo camino. Precisamente esta es la causa y el efecto de que no se
vaya al paro el oficio más antiguo por mucha carne al asador que lo echen los
moralistas, los higienistas y los hipocritones que quieren apedrear a la pobre
adultera.¿Y al adultero? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra
Cristo dijo. Por eso estoy to acá meditabundo, reflexivo plantado ante las
lapidas y los niños de gentes que conocí, mirando a la muerte. ¿Vencí
a la dipsomanía secuela, madre que tú me dejaste con tu desamor? Yo te perdono.
Fui hijo en rebeldía desde la primera leche que mamé. Ayer fui al cementerio y
coloqué un ramo de guirnaldas abre tu tumba, hice la consuetudinaria ofrenda de
las Protelias a Diana y me acordé de Otilia mi único amor a la
que tú despreciabas. El quietorium o columbario donde se guardan las
cenizas de papá, del abuelo, del tío Perico y del pobre Agustín
estaba dentro de la helgaduras de los huecos de paloma del columbario y aquello
me recordó a las catacumbas de los primeros cristianos polvo en espera de la
resurrección polvo pecador y enamorado el eco de las risas de las voces de los
llantos de los que se fueron. Di voces:
— ¿Alguien ahí?
Nadie contestaba. El eco de mi llamada se perdió
por la ladera y por los derrumbaderos del Hoyo Castrillo. Creía ser convidado
de piedra que acudía a la cita con las Moiras custodiando el descanso eterno de
los difuntos. La carne regresó al barro del cual procedía. Un jilguero se
columpiaba en la seca rama de un cardo borriquero al lado de las tumbas
cubiertas de verdín. Tuve en ese instante una visión y me vino el recuerdo de
mis parientes difuntos que yacían en los nichos, las tumbas o los agujeros de
los columbarios, nuestras humildes catacumbas abandonados a la desidia del paso
de los años.
El tío Pedro tocaba la marcha real como lo
hacía cuando era sacristán; me pareció ver sus dedos gafos pulsar el
teclado del armonio al final de las misas de tres curas, interpretaba la
marcha Real desde el coro y el abuelo Benjamín afilaba las hoces antes de la
siega, percibí el bamboleo de los carros los cubos iniciaban su melodía
particular al subir la cuesta de las siete revueltas y Elpidio sentado en
el trillo cantaba en tono de prefacio las jocosas diferencias vernáculas comarcales,
poniendo a cada pueblo un mote y su correspondiente retahíla haciendo un
recorrido por la contornada todas las aldeas, villas y anejos de la Villa
y Tierra: Castro los chivos Torreadrada las Cabras, Membibre para
molinos, Aldeasoña no vale nada, Sacramenia para albarcas, Fuentesoto
cagaberros que se crían en Peñacolgada donde se caga y se mea la zorra cuando a
ella la viene en gana. Todo ello en el tono de prefacio de las
misas de difuntos en latín.
La melopea infinita sonaba a lo largo de la
tarde dorada bajo el sombrero del Elpidio que era de paja mientras
arreaba la yunta en la trilla; cuando al mulo le entraban ganas de evacuar
lanzaba un juramento y arrimaba una lata vieja de escabeche bonito que después
de una merendola de las cuadrillas quedó. Su cuenco le servía de zambullo:
—So, macho.Hoy debéis de haber comido aceite de
ricino porque no me explico tanta cagada.
El mulo, animalito, si hubiera podido
hablar le hubiera explicado al amo que las granzas del pesebre estaban un
tomadas de saín pero nada dijo. No era la burra de Balaan. Elpidio, recogidas
las boñigas, las sacaba fuera de la parva y las tiraba a un montoncillo
estercolero que después serviría para abonar alguna obrada de las Suertes
Viejas, las que estaban camino de Valdezate y daban un trigo mucho bueno. Más
de un trallazo se había llevado el Elpidio de su abuelo el tío Aquilino cuando
le cogió in fraganti dejando a la yunta cagar y mear en la parva pues las manos
van al pan. La tarde se hacía menos largas cantando por Antonio Molina o por
Angelillo. Lo del prefacio era Canto gregoriano a la manera aldeana. Quien
anda ahí ninguna respuesta daban. Era mi imaginación que percibía los sonidos,
los olores de hacía más de medio siglo. Dando vueltas por el mundo yo
siempre regresaba a este cotarro donde debió de haber un monasterio muy antiguo
que hubo de ser evacuado y la iglesia destruida. Quedaba el campanario de ojos
fantasmales que parecía un obispo sentado en su cátedra y mis ojos
contemplaban el cielo radiante del páramo. Quedaba sólo el ábside de la iglesia visigoda.
Era el ombligo del que su vida irradiaba. Los cantos de resurrección se
conjugaban con los responsos mortuorios millones de veces sonando en aquel
risco.
El abuelo Benjamin allí estaba mirándome asomaba el gallo
sobre las tapias de la iglesia de San Gregorio convertida en solemne casa
de todos. Parecía yo verle cojear camino de misa. Tenía la pata chula por el
reuma a causa de la humedad del arroyo que discurría a la puerta de
casa. Fue a una curandera y le recetó ponerse en la rodilla la piel de un
conejo. A los tres días olía a rayos. Y no era el reuma. Era la próstata que
se le llevó por delante interfiriendo largos años los huesos. Se sentaba en un
banco del lado del evangelio compartido con el Tío Gregorin y el Tío Bernardo.
Al darle de alta en el hospital de la misericordia después de su primera
operación prostática se creía curado del todo y regaló a la iglesia de
Fuentesoto un Resucitado. Sin embargo la prostatitis volvió a la carga en medio
de inmensos dolores que soportó con paciencia “Es como si los perros me
estuvieran mordiendo los cojones, hijo” me decía y yo le ayudé a bien morir.
Leyendole la Recomendación del alma. Los tres Gregorin, Bernardo y Benjamín
eran quintos y los más veteranos del pueblo después del Tío Paulete que estuvo en
la contienda de Cuba y nos leía bvajo el bardal libros de autores del 98.
Cuando la guerra los tres se hicieron de Acción Popular el partido de Derechas.
Gil Robles les dejó en la estacada. Mi abuelo Benjamín era muy religioso sin
ser beato fe profunda de converso judío esos que no cambian. Su adscripción a
la religión católica no fue óbice para que un día saliera al encuentro de un
cura muy malo que tuvimos en el pueblo que se llamaba don Amancio
cuando se enteró de que aquel cuervo abusaba de mi tía Rosario. Fue a por él y
el cobarde huyó en una burra camino de Hontalvilla de donde era natural.
Escribió al obispo y el obispo que se llamaba Pérez Platero le mudó de
parroquia pero no le suspendió a divinis ni
le quitó las cartas dimisorias. Aquel Amancio era bueno y barato en cuestión de mozas. Al coro de Acción Católica
se las pasaba por la piedra invitándolas ora al confesonario ora a la rectoral.
Hacía a pelo y a pluma porque según supe también cierto que
otro monaguillo incauto cayó en sus garras. Desde entonces he tenido prevención
contra la clerigalla y a pesar de mis ordenes sagradas creo que lo del celibato
es una regla para engendrar expósitos una perfecta añagaza porque han
convertido el sexto mandamiento en mandato de poder y abusos sexuales. Es una
ley contra natura que sólo unos pocos son capaces de sobrellevar a costa de
acabar tarados. Caparse por Jesucristo sería un summum bonum para alcanzar el monte de las bienaventuranzas cuya cúspide únicamente unos
pocos escalan y a estos tarados hay que canonizarlos santos. Mi tía Rosario
acabó en un convento de Adoratrices. Fuimos a verla a Barcelona. A mí me quería
mucho. Luego colgó los hábitos y se casó con un guardia civil mi tio
Manahén ese sí quera un santo. Pues allí estaba mi abuelo apoyado en su cachava
calada la gorrilla hasta las orejas y mirándome con severidad. Sólo
me sacudió el polvo una vez que fuimos a melones y a mi me pilló el guarda
y hube de pagar y tuvo que pagar una multa de dos pesetas. Yo alegué que fueron
los otros los que me indujeron a entrar en el vedado porque yo era un niño muy
inocente e incauto. Aun recuerdo aquella noche de luna llena cuando yo me había
quedado en el corral sin atreverme a entrar en casa.
─Pasa, hijo, que es hora de cenar
─No quiero, no me da la gana
─Como que no quieres no te da la gana. Ven acá
Me cogió e las orejas y aquella noche cené de la
cayada paternal. Fueron cinco cintazos en las nalgas. No me dio más pero desde
entonces no se me ocurrió ir a sandias ni a peras ni a por moras a Peñacolgada. El abuelo Benjamín los tenía bien puesto. Era un labrador cabal,
el que araba más recto en toda la comarca, el que sabía binar las tierras
imbuido de una sabiduría ancestral. Un jueves vino a visitarme al
seminario antes de morir y me recomendó ser aplicado y diligente, no hacer mal
a nadie pero defenderse cuando a uno le agreden. “No quiero, Quintiliano, que
te tomen por tonto”.
Soplaba una brisa que arrancaba las hojas del
espino milenario y la torre románica con sus dos ojos grandes que miraban para
el pueblo de forma enigmática advirtiéndole de los Novísimos. Caronte aguarda,
la torre de la antigua iglesia de San Gregorio miraba para la aldea las
cavidades vacías del campanario fijándose bien ofrecían el perfil de una
guadaña. El quietorium siempre en calma. Allí sepultaron a un quincurión romano
que desvió ruta cuando su falange se dirigía a Uxama. Tuvo la culpa el vino de
aquel extravío, confundir los miliarios el soldado. Se equivocó la paloma. se
equivocaba Cinco de sus vélites vinieron a recogerlo y querían reportarlo en
andas hasta la cohorte pero el centurión dijo enterradlo en la Foncalada
y que la tierra le sea leve. Luego quemaron incienso a los dioses. Aquellos
páramos guardaron para siempre el perfil augusto de Roma. Siglos adelante los
templarios fundaron en aquel monte sagrado un ara El vino de la tierra fue la
causa de aquel desvío. Paró en una bodega (caupona) de
Sacramenia de las que abren sus fauces en el cerro internándose en la montaña y
honró a Baco con profusas libaciones y subió hasta Foncalada dando tumbos. Al
legionario romano los campos se volvieron del revés; la tierra arriba y las
estrellas a sus pies le hablaban con emisiones catódicas a millones de
kilómetros de distancia. Parece que se reían y es que temblaban de la tajada
que acabó al perder camino. ¿Será esa la estrella de mi destino? Se preguntaba
el quirite borracho que perdió la senda y el camino. Caldos exquisitos de la
tierra. vinos traidores. Pero qué sería de la vida sin vino? Baco aleja
siquiera perentoriamente los pesares y zozobras del vivir. Mi Otilia a la que
traicioné me confortaba insuflándome al oído el veredicto de mi
condena.
- Eres un fracasado. Todo te sale mal porque
cometiste el gran pecado de desamor. No busques disculpas ni añagazas, ni eches
la culpa a los judíos. En mi vida fuistes el sacerdocio del mal
- Te di un hijo: Helen the shining one.
Me dieron ganas de llorar. La torre de san
Gregorio estaba hueca, sus campanas se las llevaron los sarracenos para
convertirlas en lanzas contradiciendo el veredicto de Isaías: Convertiré las
saetas en rejas de arado. Grité entoces en alemán un salmo penitencial:
—Es reue mich. Mucho me pesa, pesame,señor, de
haberos ofendido.
—Mis plegarias no eran escuchadas
—Gospodi achisti grieji nas – murmuré con las palabras en eslavónico
del canon penitencial de la misa de san Juan Crisostomo
La cencellada de la noche castellana heló sus
huesos y sucumbió arrecido antes de alcanzar los castros de aquella tierra
alta mucho me impresionaron a mí desde niño aquellas cavidades ojos
vacíos de un campanario sin campana que se llevaron los soldados de Murat cuando
la francesada me hablaban del destino misterioso que a todos aguardan y no
cesaba de darme golpes de pecho en un acto de contrición. Una urraca voznaba
sobre el espino adyacente al camposanto. Alcé los ojos a lo alto. Sobre el
cielo nítido planeaba el halcón que merodeaba el palomar. Ya se sabe que la
ralea del halcón es la paloma, la del azor la perdiz y la del gavilán
el jilguero y yo era in pobre jilguero perseguido por los ojos puntiagudos del
gavilán. Mi existencia fue un episodio. Caí entre las garras de las caves de
presa (los curas, los políticos, las mujeres) como un pardillo. Muy altaneros
todos y yo humilde y acongojado sin saber hacia donde tirar. ¿Dónde encontraré
refugio? ¿Cómo me zafaré de mi propia inconsciencia? Quizás salvé siguiendo las
leyes de la casualidad y del instinto. Esta explicación no era suficiente.
Un arcángel tocaba la lira en lo alto del cerro. Era él quien me puso
a cobro de las acechanzas de los numerosos enemigos. La Virgen Santísima
enjugaba las lágrimas del llanto mío. De su mano pude cruzar los arroyos
torrenciales y ramblizos, aunque a la ramera y al juglar la vejez les viene el
mal. Puede que todo ello no fueren sino excusas para justificarme porque a lo
largo me había topado con muchos leguleyos y a los rábulas se
les vencen dando la vuelta al argumento. Es reu mich. Gopspodi achisti
grieji nash. De pensamiento palabra y obra u omisión. Mi confiteor sonaba
rotundo y solemne aquella mañana del 12 de marzo cuando la iglesia latina
celebra el transito de san Gregorio magno. fue el que introdujo en
la iglesia la dulzura del canto gregoriano. ¡cuantas veces habré pulsado la
cuerda de sus melismas y entonado las estrofas del Veni creator el
himno a cuyo compás fui consagrado presbítero hace muchísimos años
Mucho me pesa, Señor de haberte ofendido.
Y mi abuelo asomó el gallo. Por las tapias del cementerio se alzaban
las cabezas de gente que yo conocí, sombras distantes la puerta cerrada del
cementerio y el hastial solemne de sillares como nuevo y tenían más de diez
siglos. Habían exhumado los restos de mi hermana Henar fallecida en 1941. Parte
del antiguo templo había sido destruido. Uno de los lienzos de pared mostraba
las adarajas o quixaras devastados por la morisma. Aquella era una tierra de
frontera y el antiguo templo sucumbió a Una razzia de primavera del moro
Almanzor que pasó por allá tocando el tambor. Traté de explicar esto a mis
paisanos rabaneros por las fiestas de san Pedro cuando di una conferencia pero
me cortaron a media discurso. alegó el alcalde que era muy largo el sermón.
Dijeron que el parlamento era muy largo. Nadie es profeta en su tierra. Bajé
besando las cruces del calvario a un pueblo en quietud que me resultaba extraño
retomando los pasos perdidos de la infancia. Escuchaba los carros cargados de
hacinas, los cantos de la gente que iba a la siega, el son de las esquilas de
los asnos castrones, cuando a media tarde llegaba el molinero de la Villa con
su recua los costales de harina cargados a lomos de los burros y el gruñir de
los marranos en el henil. Corté el cordón umbilical del cariño pero sigo unido
a tu amor como el arado a la esteva, aun estando desencajadas las belortas y la
reja sin filo la esteva desencajada. ¿Con estos bueyes cómo ir a arar sin
aguijada ni tralla en lucha contra los elementos y contra todos? Soy yo,
parlando desde una época que pasó, hombre de ayer que no encentra resquicio
pero no maldigo a los dioses, feliz de haber llegado a viejo cuando mi infancia
parece que fue ayer. Hados perversos al ostracismo me condenaron y todos se
ríen de mí. Ya lo hicieron con Job. Propalo quimeras, redacto fantasías porque
he visto dar vueltas a la cabeza furibunda de la medusa quimérica y
hermafrodita, melena de león el cuerpo de cabra y la cola de dragón vagina de
mujer y bálano viril las ubres las arrastra por detrás y por delante, pega
bandazos a diestra y siniestra como el destino cruel y proclama al igual
que el pregonero de la gran manifestación del ocho de marzo la emasculación
liberadora a petición de los Coños Grandes las Empoderadas Vaginas. En
la fiesta de Venus las Euménides nos cantan las marzas. Las gomias
marimachos van seguidas de la peste en la gran cabalgata de la Reina Ester.
Tiempo de voraces tarascas aniquiladoras. Una reina que le cortó a Haman la
cabeza después de hacerle el amor quiere enmendarle la plana a la doncella de
Nazaret. Era el mito de la Serrana de la Vera que cantan los juglares
extremeños en un romance muy antiguo. Desfilan gritando consignas y
escupiendo gargajos contra la religión estas cabronas que se educaron con las ursulinas,
se ríen de la maternidad con un no es no y con mi cuerpo yo hago lo que me da
la gana. Son los postulados de una sexualidad insaciable e irascible sin
control. Carmen Fernández del Toro, la gran bollera, encabeza la gran
manifestación. Entran en las iglesias y descabezan las imágenes de la Virgen
María. Los buharros bailan mientras tanto en la plaza del Carmen su rigodón
banderas arco iris desplegadas al viento. Yo no iré nunca a esa demostración.
Lo mío es la fábula, el placer y el arte de las tres verdades que se
fraguan en mi imaginación y en mi ilusión inventora. Hijos sí padres
no. Pero esto es trágala, chiquitos. Nos adentramos en el reino de
las quimeras del que nadie vuelve con el cuerpo en condiciones. El alazán apocalíptico
trota al paso entre gritos y consignas y reportajes in situ de las reporteras
de la Telebasta. Allá van las féminas de la exaltación arrastrando sus pies
enfermos de quiropedias, vientres caidos los ojos con ptosis les supuran las
legañas, y sus labios malos que piden la lanceta del cirujano que les haga una
quiloplastia. Mujeres de silicato saltan a la red opíparos bustos hinchados
artificialmente. Acampa en el prado el sindicato de las peores furcias. Es la
hora de los coños grandes despiadados. Es cosa de arreglar todos esos morros
caídos a causa del desenfreno, les gusta demasiado chuparla. Hijos sí maridos
no. Vivan los vientres de alquiler. Las cotorras se suben a los árboles
empuñando el micrófono con punta de alcachofa y largan sermones preñados de
visceral oratoria anti varonil. Es el tiempo de Acuario. Vengan los marimachos,
mujeres al poder. Estoy triste con este desvarío pero me consuelo cantando el
evangelio mirando para Aquilón. El quiasmo de la cruz de Constantino
se perfila sobre el horizonte. Ellas no vencerán pues su grito es contra la
vida. La espada de Miguel acabará con el libertinaje pero han conseguido
ponernos a todos el bozal pandémico. En los cinco continentes seis mil millones
de seres humanos respiran a través de la mascarilla ¿Madre por qué callas, por
qué no te enfrentas y levantas el pendón de la verdad? ahí tenemos al preste
Zabulón haciendo misa en las campas de Iraq. Su antecesor fue el responsable de
la muerte de Hussein y de la gran efusión de sangre porque lo mandaba el Gran
Sanedrín y en el Vaticano os callabais por la cuenta que os tiene. ¿Y el
holocausto de Siria y las aguas del Éufrates y del Tigris que bajan tintas de
sangre de las víctimas de estas guerras? Madre no calles más. Los enemigos de
la iglesia se esconden bajo el halda de tu sotana blanca. Deja de sonreír con
tu cara asnal y de mover tu inmenso culo que emite cuescos con olor a mate.
Dice que el catolicismo no es la religión verdadera pues ahora sí que estamos
buenos. Uno no se desunce tan fácilmente de los genes. Hoy dije mi misa
como de costumbre y quedé en paz conmigo y con el mundo dispuesto a trovar, aun
con cierto rezago, las vivencias del pasado a título de inventario nada más,
sin ánimo de lucrarme o por prurito artístico pues soy un escritor fracasado.
Todo se fue por la posta. En el entierro de la sardina di a la tierra lo que es
suyo: mis sueños redentores. Sigo siendo cura. Mis manos fueron ungidas por el
obispo. Me separé de la iglesia con el Vaticano II. La Virgen me apartó de esa
patulea de clérigos fornicarios vagabundos y borrachos. Tuve un amor o muchos
amores pero fui leal y nunca cometí adulterio con la sacristana ni con la mujer
de cualquier feligrés incauto, esos curas que miran con ojos de fauno y ponen
en la cabeza el mirmillón como un saliente Príapo protuberante en el casco. Con
todo y eso la clemente Venus madre de todos los hombres me devolvió a ese
epicentro mágico (okolos), el tete manantial de vida. Venimos de ese
flujo que se derrama en esas eyecciones guarras que las meretrices en pantalla
tienen a gala mostrar coram populo. Hijos somos de un excremento
líquido y nos cagamos cuando exhalamos el último suspiro Orgullosas de que les
vino el latigazo consolador de pilas en ristre volviendo los ojos de placer
para poner los dientes largos de los mirones que pagan un euro por contemplar
el lastimoso espectáculo de estos estertores venéreos. ¿Y qué dicen las
feminoides? Nada. Estamos en la era de Acuario. Ya dijo Protagoras que el
hombre es la medida de todas las cosas cuando yace con hembra placentera sobre
todo. De esa creencia se mofaba Plauto en sus comedias. ¿Existen los dioses del
Olimpo? ¿Serán las religiones una excrecencia de la mitología pagana? las
religiones separan pero estas hetairas liberticidas nos vuelven a los hombres
de toda calaña iguales. Son cosas del rasero igualitario que endereza lo
torcida y hará llanuras de las montañas, el milenario. No sé pero a mí me gusta
rezar la misa según el canon gregoriano. Mi alma se llena de una tranquilidad
venida de lo alto cuando me dispongo a consagrar. Luego reconózcome
pecador. Para distraerme pulso los portales porno de la red y miro para las
hembras y ¡qué hembras, Señor! Venus nació de la espuma y el primer hombre fue
extraído del barro. Fuimos concebidos en la inmundicia y rodeados de corrupción
y hedentina cadavérica nos vamos. Estoy asustado de semejantes visiones
lúbricas grandes vergas de todos los tamaños y colores, clítoris rasgados o en
escuadra. ¿No les dará vergüenza? Los cóhenes y macarras de este gran puterío
cinético hacen caja y no dan abasto cada vez hay más mujeres en el mundo
empeñadas en no esconder sus galas naturales lo que les dio Natura unas por
prurito otras por coqueteo otras por necesidad como las viudas milf puesto que
el porno manda. Recordemos que este es el tiempo de Acuario una constelación
húmeda que otorga el mando a las hijas de Eva. El hombre se siente desterrado e
impotente. Sexo y más sexo y exhibiciones procaces donde toda la lujuria tiene
cabida. Aúllan algunas como lobas. Otras más precavidas gimen imitando a las
gatas en el celo de enero. Aguardando el vestigial o denario con que Roma
pagaba a sus putas. Hoy es fácil irse de picos pardos. Basta con un clic
abrimos internet y ala allá están las señoras meretrices muy emperejiladas. Hay
una rusa que es la mujer más perfecta que yo alcancé a ver a lo largo de mis
muchos años de vida. Es muda y cuando recibe la moneda del mirón o sienten la
explosión de una sacudida en sus entrañas lanza un mayido, un alarido con su
voz de trapo un cuerpo perfecto de la Jengibre una hermosa ucraniana con el
pelo de estopa a la que apodan Gingerbread nunca vi carnes tan blancas ni ojos
tan azules. Está encinta y trata de disimular su gravidez poniéndose bañadores
negros. Es una superdotada. Despliega sus sebos al aire y calculo han de pesar
media arroba. Su mirada es entre triste y divertida. Todos los televidentes
muestran curiosidad por saber quién fue el afortunado que dejó la huella de su
virilidad en útero tan precioso y ella dice que fue en el privado de un chat,
un soplo aleteando por internet en sus alternancias binarias del yin y el yen.
¿Por virtud del espíritu santo? No lo creo. La preñez no fue virtual sino a
efecto de un contacto físico un polvo salvaje aunque haya dice que va a parir
un hijo cibernético. ¿Será Billy Gates el padre de la criatura? Esta mujer aun
desnuda sin embargo parece el paradigma de la castidad. En otras congéneres el
espectáculo se convierte en algo brutal libidinoso que incita al asco ante
semejante perversión coprologica. Al verlo muchos se acordarán de la sentencia
de Job tengo que insistir por ese cabo que me asusta la promiscuidad y falta de
recato sobre la mierda en que nacemos y envueltos en ella nos vamos, hijos
somos de una eyección excretoria, de un secreción vaporosa… “Et in
corruptione genuit mihi mater mea”. Pienso, madre, que tú no me
pariste en el dolor pero no en el alfaque de los bajíos de la secreción
vaginal. Yo soy un tío que mamé buena leche y de calidad. “A este lo crías con
polvos finos, Felicitas” oí decir al tío Matías el sacristán que era un
borracho empedernido. Tú no te colocaste en la cabeza el “pallolium”
la mantilla corta con la cual iban las mujeres de la vida caminando por las
calles de Roma. A uno que me llamó una vez hijo de hetaira le hinché los morros.
QUILOMBOS
Mi amigo Quintiliano Quindejas al que llamábamos
"Soguillas" cuando éramos guajes regresó de Fuentesoto tras su visita
al cementerio lugar más romántico y mejor ventilado no puede haber en el mundo
para dejar la carcasa con el ánimo entristecido y yo voy a tratar de poner
blanco sobre negro los puntos de su azarosa biografía. Me llamo
Eutimio Guzmán pero en el pueblo me llamaba Quinolas por mi afición a la brisa.
En esta parte de Castilla todo quisque tiene un segundo nombre. A Quintín lo
conozco muy bien. Fui su amigo de infancia, fuimos juntos a la escuela e ingresamos
en el seminario al mismo tiempo. Él llegó a cantar misa. Yo colgué la sotana en
primero de Teología. A los dos nos une un estrecho vínculo de amistad y
compartimos la afición por la literatura, vivimos enterrados entre libros y nos
fustiga la misma comezón desalentadora por estar viendo morir al mundo en que
vivimos y la destrucción de nuestros sueños. Ya somos viejos pero hemos
sobrevivido a la peste pandemita y podemita que asuela toda la
tierra. Aunque con diferentes ideas los dos hemos sido periodistas. Somos en
una palabra el yin y el yen hecho carne la tesis y la antítesis sin que
nuestras diferencias políticas empañen el vínculo de nuestra amistad
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