I
VILLEGUILLO UN
HIJO DE
Yo,
Villeguillo, un pobre exarico, heterodoxo y perseguido por pensar por mi cuenta
y por la odiosa manía de cantarle a los poderosos las cuarenta, he venido a
esta ciudad donde me nacieron y escuché entre el primer alhorre el vagido de
los bustos parlantes y de las rubias de bote que cuentan embustes, chocho
morenote, el gran pipote y por ahí de de andar el pyreso que es pirómano del periodismo de acarreo un tal Jáuregui propalan infamias y dan a la
historia violentos retortijones, para purificarme en las aguas del Rasemir y del Clamores, dos ríos mierderos que abrazan a la población amurallada
¿Busco el agua lustral en una cloaca? Estoy lleno de dudas al respecto. Mi vida
ha sido un fracaso pero he sobrevivido a mis naufragios y busco los pecios del
amor del barco del amor hundido en el proceloso mar de la vida. Suelen darme
yuyos cada cierto tiempo, me emborracho como un zapatero. Una mano me saca de
los lóbregos calabozos de Finsternis. La oscuridad me persigue. El oficio de
tinieblas se alarga demasiado pero Dios es clemente. Luego me arrepiento y
lloro los pecados de mi vida pasada. En uno de mis desconciertos alcohólicos
arruiné mis dos matrimonios. Pero surjo, me levanto como puedo, sacudo las
sandalias del polvo del camino y echo a andar hacia la piscina probática,
arrastrándome por el lodo. Acudo a mi pueblo a restañarme las heridas y a
contar la historia de un amigo que acaba de cometer suicidio. Yo vine al mundo
en
—Dios
perdonará, perdonará eternamente a los borrachos
Yo sostengo que un funeral irlandés es más
alegre que una boda inglesa porque ladraba silogismos el bueno de Boecio y Simón Estilita seguía en lo alto la columna. Días faustos de
cerveza, amor y vino y en las esquinas columnas mingitorias. En una ocasión
tuve la dicha y la desvergüenza de mear desde la torre del Daily Mirror como solía hacer su dueño el gran magnate y creso
israelita Robert Maxwell que no se
llamaba así en realidad tenía un nombre checo muy raro, hizo fortuna vendiendo
café instantáneo a las multitudes. El rey del café nos meaba a todos desde lo
alto de la cúpula de St. Paul, produciendo una riada de tinta impresa a lo
largo de Fleet Street, lanzaba jaculatorias en yidish que decían de los
placeres sin pecar mear y cagar. Había llegado a lo alto a la plenitud del ser
pero dicen que murió asesinado por agentes del Mossad por una deuda que tenía contraída
con la venta de su rotativo que no quería endosar el estado de Israel le
cogieron mientras exoneraba su vejiga en su yate navegando por las Canarias. El
rey del chocolate el rey del porno Hefner Epstein el asaltacunas todos
adscritos a la lascivia del sistema que utiliza como instrumento de dominación
la fuerza del engaño, la extorsión, el chantaje.
II
Como epígrafe del 11S fatídica fecha alguien
escribió sobre el lienzo de muralla que tengo delante de mis ojos y miro desde
las cuevas del pinarillo por donde se pasea el fantasma de la madre Sacramento,
reina de la raza calé, una profecía diabólica: seréis como dioses si
prosternadote ante mí me adorareis. En la piedra angular de la muralla aparece
una inscripción que te hará temblar. Está escrita la palabra alemana Rache
(odium et vindex) en latín. Es la norma y el signo de unos tiempos desalmados
en que todo parece boca abajo y los hombres caminan del revés. Septiembre
negro… brancas y opérculos de las agallas del pez, llevo luto por ti, veo
chocar los trenes y se estrellan aviones contra un rascacielos. ¿Conspiración (Verschwörung)?
Yo que sé. Estoy tan tranquilo en el recibidor de mi domicilio, me acaban de
arreglar la parabólica; vino un técnico… quería cobrarme 510 € le di 200 y vas
que chutas democracia de ladrones. Por lo menos me libera Astra de los labrados
de cerebro de radio Macuto el diablo dentro de un micrófono dándonos la vara.
No tengo donde ir, ni
oficina ni despacho, ni editorial, ni nadie. Las mejores sinagogas son las
tabernas, los templos fueron profanados, dispersan los huesos de los difuntos,
y hacen autos de fe. Colocan a los huesos de los santos sobre un mulo yeguato
con orejeras y corona y los queman en el gran enlosado de la catedral global.
Ha nacido el IV Reich, Estoy dejado de la mano de dios aparentemente pero
fijándose bien el aserto noto que no es verdad. Interiormente me siento un
elegido. En libertad les hago un corte de manga a los capitostes mientras
contemplo la piedra de la muralla donde se estampa el devenir de mi pasado, mi
presente y mi futuro. Ese sillar romano frente a la casa donde vino al mundo es
mi bola de cristal. Por las ventanas geminadas se adentra en la visión del
Parnaso pero antes hay que hacer antesala en el Departamento de Legrado de
Memoria. Enséñame las manos. ¿Están limpias? Te las acabas de pasar por la
rabadilla, cochino, y huelen mal pero al menos no hay el estigma de la sangre.
No mataste a nadie y no sería por falta de ganas. En los matacanes de la
muralla romana no hay centinelas (stelzi) se han ido a la taberna o
están en el cuerpo de guardia jugando a la brisca. El centurión les observa con
sus ojos omniscientes, penetrantes. Fue uno de los miembros de la escolta que
estuvo en el Monte Calvario. Le ayudó a Longinos a portar la lanza que traspasó
el costado de Nuestro Señor y eso le dio poderes mágicos. Roma caerá en los
brazos de la apostasía. El gran blasfemo, ese jesuita usurpador que dio el
golpe de Estado en Vaticano destronando al legítimo, y dijo llamarse Pancho
Culo Magno, hace de las suyas, labor de zapa, busca la destrucción de nuestras
creencias y de nuestros quereres. Pasará el malsín a la historia más por las
dimensiones de sus posaderas que por sus encíclicas. Es uno de los artífices de
la gran confabulación. No sabe lo que decía el doctor Freud que el cristianismo
en su caída arrastrará al judaísmo. No os iréis de rositas, cabrones. Quedareis
sepultados en vuestras maquinaciones del gran complot. Están matando la gallina
de los huevos de oro. Si este barco se hundiese nos iríamos todos a pique… Impervidum ferient ruinae. El destino
nos golpea. Contemplo sin descomponer el gesto los muros de la patria mía que
se están viniendo abajo, un caballo de Troya, destruidos los adarves, han
colocado en
En Radio Vejestorio echan las habas, lanzan
consignas y planchas masónicas sus locutores los cuales charlatanean y vocean
contaminados del hedor de las sentinas mediáticas porque la mentira habita
entre nosotros. Estas es la democracia de los bustos parlantes. Nos toman el
pelo, nos lavan el cerebro, nos pasean en carroza y exponen al ludibrio del
mundo.
Gracias a ellos supe que
el profeta Moisés era tartamudo, padecía de disfunción eréctil y su bipolaridad
se convirtió en crisis mística, se tiró al monte le nacieron en la frente dos
cuernos como dos llamas, huyó al Sinaí y bajó los derrumbaderos y recuestos de
dicho monte a mata caballo, por poco él no se esguardamilla y se hicieron cisco
las Tablas de
Pudo hacer cacharritos
con ellas pero esto no lo permitió Yahvé. Le brotaron dos cuernos radiantes
entre las cejas. Cuando el profeta hablaba al pueblo elegido:
—Mirad estos preceptos.
—Es un trágala — clamó
una voz
—No. Es el camino de la
salvación. Si cumplís estos mandatos, iréis al cielo. Si no, al infierno de
cabeza.
―Viva la madre que te
parió — volvía a clamar la misma voz.
―Era la de una mujer que
estaba encinta de siete meses
Supe yo entonces que los
diez Mandamientos eran algo más que una película en la que trabajaban Sofía
Loren y Charlton Heston un matrimonio que se amaba, amparados por la ley vieja
dentro de una tienda en el desierto, donde el profeta y su concubina estiraban
la alcatifa.
Si don Alberto Einstein
descubrió la desintegración de la materia, don Segis dividió el alma en
parcelas y nos adentró en el mundo impenetrable del subconsciente. Este judío
vienés se la cogía con papel de fumar. Mascaba tabaco rubio y quillotraba las
grandes mentiras o semiverdades en el celofán del psicoanálisis. Pufaba habanos
que eran su fuente de inspiración. Sólo a la lumbre de sus cigarros de buena
vitola de Vuelta Abajo era capaz de endilgarnos sus concepciones sobre los
desvíos del pensamiento y la psique de nuestra carne mortal. Cuando dejó de
fumar se agotó su inspiración. Desde que habló este psiquiatra con su cinismo típicamente
judío toda la humanidad anda en danza: ellos quieren matar al padre y acostarse
con la madre y ellas sueñan con ser poseídas por el rabo de Satán. La risa va
por barrios.
El hombre es un mamífero
que se mueve por dos primordiales instintos: alimentarse y reproducirse, no
obstante en
Preguntaba un quidam:
―¿No será aquí donde dan
pol culo?
―No, señor, un poco más
alante. Tiene que ir al Registro pero sólo abren por la mañana de nueve a dos.
Allí le darán razón. Si no consigue la cedula eche la instancia y dirija un
oficio al juez Marlasca con el encabezado de Excelentísimo señor. Él administra
el Negociado de los Putos, el furor gay manda en España. Allí pregunte. El
funcionario le hará rellenar una ficha verde si es usted buharro y roja si es
bardaje. Y permítame un consejo, señor: al entrar en ese despacho se pondrá un
mandil en las posaderas o un detentebala a prueba de cualquier ataque anal
porque en esa zahúrda van todos los tíos desnudos y cantando la canción de “por
detrás me gusta más”.
Quedé yo un tanto
corrido con tales preguntas sin respuesta pero la información es la información
y no sabemos en qué mundo vivimos. Las cosas han cambiado mucho. Freud fue un
profeta de los nuevos tiempos audaces cuando todo es posible: la mariconería,
Thomas Mann, Muerte en Venecia, el
tribadismo (Simón de Beauvoir) el parricidio, la rebelión feminista, los
servicios secretos, las logias, el Verschörung[3],
la pederastia, los deseos oníricos, las cartas de Einstein sobre la masa y la
velocidad, Armstrong el astronauta que pisó la luna,
― ¿Por qué escribe
usted? ¿Para pasar el rato?
―No lo creo. Psh… Para
espantar a mis fantasmas internos y a ver si se me pasa el hambre, padezco
gordura mórbida, me da por comer a cualquier hora. Y es que padezco angustia
vital.
―Pues habrá que
reportarse amigo.
― ¿No has oído que hay
una virtud que llama la templanza?
―Sí, pero no es de mi
incumbencia, yo voy por otro temario aunque de mozo era bien parecido. Les
gustaba a las mujeres. Allá por los 74 tuve una novia hebrea al otro lado del
Támesis que se llamaba Diana Percival
y hacíamos el amor todas las noches en la casa donde el Dr. Freud escribía
sobre el psicoanálisis. Un mediodía se acabaron nuestros encuentros y no volví
a verla nunca más. Perduran evocaciones de aquel barrio que era la aljama de
los hebreos pudientes. Primrose Hill se llamaba. ¡Oh Persi, mi dulce Persi, qué
habrá sido de ti!…
III
Todos desfilan compungidos ante el besamanos y los pésames
duelos y empatías por doquier te acompaño en el sentimiento su cuerpo apareció
yerto entre las peñas al lado de una botella de vino y una caja de pastillas…
muerte voluntaria fue el veredicto de los forenses; nadie quiso decir suicidio…
¡Hipócritas! Prefirió una muerte dulce de alcohol.
Nos matan de soledad, de olvido, de aburrimiento. Acto
seguido activan la maquinaria del ninguneo, enchufan el ventilador de la
mierda, sacan de las charcas a las ranas cantarinas y a los sapos y luego
llaman a las plañideras y el besamanos se convierte en poseo de los bustos
parlantes que estrenan cada mañana un modelito para anunciar tragedias, no os
fiéis de estas flores de pitiminí, son hienas carroñeras. Greta Garbo no es esa
Venus sueva ha sido sustituida por esa adolescente con cara de sibila furia en
los ojos que viaja en catamarán y nos narra el dies irae del cambio
climático una pejiguera con la que algunos se están forrando.
Importa mucho salir
en televisión un segundo, siquiera un momento dulce para los ídolos
destronados. Todos acuden al arrimo de los focos, desfilan ante el cadáver de
España musitando la manida frase de qué buena era… grandísimos camándulas. Los
bustos hablantes comparecen brindadas en coraza de conchas de galápagos para
dirigirse a un país sin sentimientos donde todo es fingir. España es un país de
ex frailes y de seminaristas rebotados y de monjas que se enganchan al carro de
la política. Católico y cruel. Es la lucha por la vida todos a trepar por la
cucaña y luego a retreparse en el sillón sobre moqueta dentro de los muros de
un edificio con bandera.
Blanca esquiaba la nieve de Siete Picos montañas del alma
mirando para ellas pasó mi infancia como una gacela, ganó medallas y luego se
olvidaron della. Troqueló esta muchacha oro que se convirtió oropel. Vivió el
ostracismo el despecho el ingrato olvido fue extranjera en su país. Mira ahora
cómo lloran todos estos en la querencia de un arrimo una donación y todos esos
gajes del oficio. Descanse en paz… cuando el olvido aviente sus cenizas sobre
las peñas y la nieve del macizo central yo pensaré en ella. Era una carpetana
una mujer cordillera.
Desde
el miradero del Pinarejo con los ojos de la carne — Villeguillo veía otro
paisaje con los del alma —contemplaba la torre de la catedral (ebúrnea y
misteriosa piedra sin tiempo capitel redondo dando cobijo a los vanos del
campanario), alzándose sobre los merlones de la muralla y el negro ciprés que
besaba con la punta de sus ramas el skyline pecador. Parecía que se le venía
encima el matacán donde estuvo el aula de su primer colegio y la monja que como
era zurdo ataba la mano izquierda a la pata la mesa para que escribiera con la
derecha.
Vi
a los soldados de la guardia romana el morrión rematando la galea en forma de
cresta de gallo y escuché las alertas del centinela al relevo de la primara
vigilia. Segovia ciudad amurallada y romana. Civitas peccatorum nostrorum. Lloré sobre sus muros.
Cerca de la plazoleta y el arco del Socorro
estaba el bufadero. Los cierzos del invierno hacían concilio allí y se
disputaban con el ábrego y el solano el sombrero de los viandantes. En lo alto
del templo estaba la acrópolis. Cesar Augusto empezó a recibir culto de
idolatría en la ciudad donde yo había nacido en aquella casa que tenía un patio
trasero donde se erguía el brocal del pozo al pie del adarve. Una noche
vinieron los ladrones y se llevaron las piedras labradas del antepecho que
había servido para que la población no muriese de sed cuando Segovia era
cercada por las legiones. El brocal tenía más de mil años. Fue cerca de
El osario de los huesos desapareció a finales
del siglo XV por orden de la inquisición. Tibias y calaveras ardieron en la
gran pira, gran almenara se preparó. Muchos de mis paisanos que le dan a la
sinhueso sin ton ni son, hablar por hablar, desconocen su historia y ubican la
necrópolis hebrea donde no es. En las cuevas del Pinarillo allí donde el
Clamores abraza a la ciudad para casarse con el Eresma se alojaron ermitaños
durante roda la edad media, hacían penitencia, se flagelaban y lloraban sus
pecados frente a la ciudad donde no podían entrar por haber cometido algún
agravio. Otros cuentan entre tanto que los supuestos ermitaños acogían en sus
altares espelunca a las mujeres públicas. Se disfrazaban de frailes para
ejercer el oficio de macarras y de cohénes de las meretrices del barrio judío.
Frente a la sinagoga había un gran prostíbulo. Segovia pecadora magna
peccatrix. Albergue de putas y de perailes.
Cuando
yo era niño se alojaban en aquellas espeluncas tenebrosas familias gitanas. Yo
recuerdo a una gitana con el pelo negro subiendo aguas al Clamores por el
Camino Nuevo toda vestida de luto y en alpargatas también negras como el mandil
la cara cubierta de arrugas y los ojos penetrantes de vidente hasta Santi
Espiritu con manojos de romero. Que ofrecía a los viandantes. Al que no le
adquiría un manojito le largaba una tremebunda maldición:
—Mañana
te enterrarán, señorito. Ya oigo el gorigori, caminas por el mundo con la vela
en la mano
A
veces la sentencia de la gitana se cumplía y en alguna de las cien torres de la
ciudad tocaban a clamor… Qué miedo Uy.
—Mamá
que viene la gitana Sacramento
Los
gitanos habían establecido un aduar en el Pinarillo y aquella bruja moraba en
lo que hoy llaman cementerio hebreo donde se exhibe un rótulo con la bandera de
Israel y se canta
Caminaba
la madre Sacramento acompañada de un gato negro y detrás venía el jefe de la
tribu su marido en un caballo lucio. Cuando vendían toda la cesta regresaban a
su guarida pero allí donde aparece hoy día una lápida con la estrella de David
no había camposanto ninguno que ya digo el verdadero lugar de reposo para mis
antecesores que fueron a descansar al seno de Abrahán se encontraba intramuros
cerca del enlosado de la catedral a espaldas del templo de san Andrés allí
donde alguna vez rendimos culto a Erifos el cabrito que es como se representaba
en Grecia a Baco. Se disfraza de cabrito pero es un lobo feroz. No le hagáis
caso, alejaos de la botella.
IV
Duro es el mundo de Sklepos y albacora pero esta mañana de
verano misa de san Agustín mis males lleve después de la avenida que anegó los
campos de Valdemoro me acuerdo de mi amigo Paco fenecido hace doce años como
pasa el tiempo. Umbral era Umbral. Le canto un responso mientras me zampo una
albacora de la primera cosecha de la higuera que planté en el huerto. Chimenea
y huerto soy feliz mientras miro para los muros derruidos de la patria mía
Segovia triunfal el gran cedro del convento de las jesuitinas los merlones de
la muralla por donde se asoman los fantasmas de mi pasado todo son pesares y
arrepentimientos.
Siempre tendréis a los pobres con nosotros pero a mi no me
tendréis. Este prelado de blanco parece olvidarse de las palabras de Maestro.
Cunde la miseria moral por el mundo y ésta es peor que la pobreza física, sin
que el jerarca argentino lleno de prepotente soberbia, se dé cuenta.
En el océano de las borrascas se precipitaron nuestras ansias
y desdenes por causa de la política. Suben y bajan los espectros (Wraith)
el caballista Jurry cabalga sobre su mejor alazán. Una recién casada alza el
velo “huppah” y el mundo se hace de noche en espera del amanecer de los
hijos. La congregación corea epitalamios… cuando el rey Nimrod al campo salía…
yo contemplo desde mi tabuco toda la estrellería que ilumina el la edad media
¿cómo era este barrio antes de 1492?
Miriam que acaba de ser desvirgada por Jonás su marido en la
noche de bodas hace un baño ritual (mikveh) se frota sus partes con agua
de lluvia, el sacristán va de acá para allá picando a las puertas de todos los
miembros de la comunidad clamando a voz en grito:
—Nos
ha nacido un niño que será rey de Israel.
Cunde
en aquel instante la alegría por toda la aljama.
Así fue y así será. Me envuelvo en las
filacterias del tefillot bufanda de oración y lloro mis pecados que
perdonará siempre Adonai por Yom Kippur. Portamos los judíos la llama del fuego
sagrado libamos de la copa del dolor y del vino eucaristía. Señor bendice este
zumo de la vida fruto de la labor y de los trabajos del hombre (kidush)
amen… amen que este pan y este vino sean la garantía de nuestra salvación (pikuah
nefesh).
Pues para salvar vidas y no para destruirla
fuimos puestos los judíos en la tierra, y nuestros nombres se encuentran
escritos en el libro de la vida. ¿Estás tú en la lista?
Somos
los elegidos del sufrimiento de la paz y del perdón nos agrada decir shalom.
Que esa palabra esté siempre en nuestros labios amin… amin. Todo es perecedero
y extinguible pero los hombres van de acá para allá en una poriomanía
incansable buscando la tierra prometida, somos trotamundos viajeros peregrinos
en esta vida devorados por los félidos (tigres leones gatos) alimentados por
los solípedos. El mundo se divide en buenos y malos y en animales de garra y
pezuña. Seamos prudentes y diligentes… Cunctanter… oído al parche y ojo al
cristo que es de plata. Tañe el esquilón y se duermen todos los tordos al sol. S
k l e p o s… dura y áspera es la vida misma… este adjetivo griego es un monograma
que vale para definir cómo es la vida entre españoles envidiosos desalmados
indiferentes ladrones y escoliastas. I am a dangling man. Vivo colgado de una percha subido a lo alto de una columna como Simón
Estilita. Vivo dentro de un arco formero y mi punto de apoyo es un ladrillo
sardinel pero como soy algo escaro y tengo una pierna más larga que otra y se
me hinchan los tobillos, piso mal y me fatigo cuando me atrevo, audaz, a largas
caminata tú me dirás, Rui Blas. Sé manejar el escardillo y el almocafre.
De tanto
empinar, pues nunca di paz a la mano ni al jarro el codo yo, padecía prurito
vesical y mis canales urinarios ardían en el escozor de la ascitis. Por tu
uromancia y poliuria yo te conjuro beberás aguardiente de olivo. Triste destino
el del borracho. He sido un patoso en todas partes, perdí las grandes
oportunidades. Nada me salía a derechas.
“No hay necio que no me hable ni vieja que no me quiera. Ni pobre que no me
pida ni rico que no me ofenda, no hay camino que no yerre ni juego que no pierda
ni amigo que no me engañe ni enemigo que no tenga. Agua me falta en el mar y la
hallo en las tabernas”. Creo que en estos versos de Quevedo estaba sellado
el destino de Villeguillo.
Un día quise abrir una librería de lance en
Canterbury pero el arzobispo me dijo que no era buena idea. Un pub en Londres
sería más rentable, hijo mío. Los libros no los quiere nadie. El ángel de la
muerte que odia la verdad y el consuelo derramó su copa de acíbar sobre las
páginas de los grandes textos. Quemaron las novelas de los excelsos autores y a
la hoguera fueron las enciclopedias y los grandes tomos de psicología pero en
la gran almenara sobrevivieron los textos mediocres de Julia Navarro esa que ayer parlaba en
Pues
La
contemplación de Segovia que es la ciudad del mundo que más se parece a
Jerusalén me fascina al tiempo que me causa dolor, porque son casi lancinantes
los recuerdos a causa de estos tiempos compungidos porque cuanto yo amaba en
ella ya ni es ni está.
En ella yo
nací por desgracia bebía agua en
En este juego
yo me representaba como protagonista de una película o bien era un sacerdote
santo o un asesino degollando a los malvados Recordaba aquellos tiempos y mis
ojos se extendían hacia la vaguada del Clamores de donde se podía obtener una
buena panorámica de la muralla, dando gracias al altísimo por estar vivo,
porque huí de la cola del león siendo cabeza de ratón, no me enchironaron aunque
los malditos quisieron darme por culo pero yo no me dejé. Detrás estaba la
catedral. Vi un gato negro acicalándose en uno de los merlones de la muralla
romana. Estaba justo delante del tejado de la casa donde yo vine al mundo, San
Valentín 4,
—Oiga buen
hombre me puede decir donde hay un banco para cambiar moneda—gritó el postillón
desde adentro. Era un indio aceituno de más de dos metros.
—Son las
cuatro la tarde de un viernes y las sucursales bancarias han echado el cierre,
mañana es el Día de
Un rumano un
hombre muy grande un indio de raza aria asomó su cara espectral por la
ventanilla y en un movimiento rápido me arrebató la billetera que yo llevaba en
el bolso del pecho de la camisa veraniega. Fue un visto y no visto. Cuando me
quise dar cuenta, el rumano había desaparecido., Corrí despavorido en una
búsqueda inútil, alcé la vista y me topé con la mirada espectral de la meiga
que nos estaba observando desde un balcón. Grité: "señora, al ladrón, al
ladrón que me robó". El espectro cerró la ventana de la casa de piedra y
me lanzó su maldición... ainda etoufes,
neno.
Su mirada era
muy poderosa y quemaba casi con más poder y furia que la del gato negro. Los ojos de la meiga constelada de sartas de
rosario y de medallas al cuello eran los ojos del basilisco. Conjuré mi
inquietud aferrando los dieces de un rosario que siempre llevo conmigo...
Sálvame Virgen del Carmen. Nunca podré olvidar aquel atisbo de la saludadora
galaica que llenó para siempre mi vida de inquietud. En mi cartera llevaba unos
cien euros. En hora menguada pasé por el lugar un día de agosto cuando España
se convierte en cueva de ladrones de peristas carteristas, violadores y
expertos en el arte del latrocinio y del tirón. No es fácil vivir bajo el yugo
férreo de los mangantes. Las radios cotorras carroñeras traían la imagen del
Chicle un dientazos gallego que violó a una niña de Pozuelo de Alarcón.
Nuestros políticos reenvían buques de guerra para recoger emigrantes del Aliyah
invasora que cruzan el Mediterráneo con plegarias a Alá. La cimitarra sarracena
se mecerá sobre nuestras cabezas despues de los versículos al Corán, tras la
alcatifa y el Ramadán, los sermones del Papa Interpuesto ese argentino que a
España le hizo tanto mal. Es la hora de los mangantes. Manda en la calle la
apisonadora de la mentira y hay mucha angustia en los corazones. La tele es una
maquina de dar por el culo, cloaca de inmundicias y zafiedades. Machaca
nuestras meninges con consignas, activa el miedo.
Inmediatamente
al incidente del dacio que me robó la cartera no tuve más remedio que
refugiarme en el ribeiro. Me bebí litro
y medio y me puse coloquial y parleto. En ese estado de euforia yo perdono a
todo el mundo. Cuando subí en el ascensor de mi hotel me miraba en el espejo
para saber si mis ojos estaban brillantes y echaba el aliento en el espejo del
elevador pues todo mi afán era procurar que mi mujer no advirtiese que había
libado de lo mío por el aliento. Advierte el Talmud que la borrachera es cosa
de paganos. En eso no estoy de acuerdo pienso con muchos judíos que el legado
de Noé es una de los grandes cosas de esta vida porque cuando no hay remedio
litro y medio.
Si los niños callan
hablarán las piedras voz de inocentes que desdicen las mentiras de los
micrófonos, las palabras al oído de las planchas masónicas prometiendo progreso
y dejando desolación a su paso. Busco en los recovecos de mi existencia
aquellas corresponsalías en Londres y en Nueva York fui un elegido de los
dioses un ángel caído en el barro democrático. Hube por descontado mis maestros
y epígonos que abrieron senda antes que yo. Uno de ellos fue un manchego
Eugenio Suarez un falangista hijo de un médico de Daimiel al que los rojos
fusilaron en una cuneta un día de niebla de noviembre a favor de la oscuridad y
de la niebla pudo huir y refugiarse en una alquería donde le lavaron las
heridas y por Somosierra se pasó a los nacionales. Era un joven periodista de
flamante pluma al que sus jefes enviaron como corresponsal a Budapest. Yo fui
el ultimo de aquélla brillante saga el mejor racimo de las parras literarias de
España. A Eugenio le cupo la gracia y la
desgracia de relatar el holocausto o lo que dicen holocausto que no fue tal
sino el resultado de los dimes y diretes y crueldades de toda la guerra pero el espíritu celeste del mal se sirve de
aquel incidente histórico para acabar con el drama de la pasión del Señor.
Llegó a la ciudad más bella de Europa en un flamante Volkswagen con escolta de
soldados alemanes. Y asistió a la destrucción del bello enclave magiar que
había sido sede de toda la judería europea y donde los hijos de Moisés habían
podido convivir con los cristianos sin fricciones. Las fortalezas volantes
norteamericanos acabaron con aquella buena relación. A la sazón en Budapest la
vida valía muy poco. Por unos pengos podías comprar un salvoconducto, una mujer
por una noche y tres bocadillos de salchichas. Que no me vengan con historias.
Yo cerré la tienda de aquellos próceres del periodismo en Nueva York. Cuando el
gran Filipo blandía puños cerrados en Manhattan y amenazaba con enviarnos a
todos a un campo de concentración o fusilarnos, amenazando desde el estrado de
V
Ahora contemplo la magnifica visión amurallada
de Segovia desde
Los mandilones dicen que allí estaba el
cementerio hebreo pero no es así. Hubo un camposanto judío en el Corral de los
Huesos en lo que era hasta hace poco el macelo municipal pero, al dar la vuelta
a la tortilla aquí todo el mundo se declara más papista, que el Papa y más
israelita que san Melquisedeq cuando hasta hace poco nos corrían a gorrazos y
ese es un tema en el cual no quiero entrar porque me exaspera, yo he venido a
contar la historia de mi amigo Manahén
Gumersindo Arije que creo que llevaba sangre de los elegidos por lo
menos en un cuarenta por ciento como tantos y tantos españoles, era cuarterón
igual que Franco y Hitler. También nacido por estas veredas en la que llamaban
Lo veo difícil
porque la humanidad acostumbra a matarse en nombre de la divinidad y ahora en
el Vaticano están hechos unos zorros con eso de que obispos y cardenales
sodomicen en sacristías y confesionarios a los niños de coro con todo y eso el
pobre Villeguillo, vagabundo segoviano, no renuncia al legado cristiano— demasiado
viejo para cambiar de religión—, sin perder de vista la tradición y
el testimonio de los mártires, que conectaron el Nuevo Testamento con el
Antiguo y el fervoroso politeísmo de los dioses oscuros. De todos ellos
venimos, en todos ellos nos miramos y a través dellos escuchamos la voz del
Criador que es polifónica y habla de mil maneras y en diferentes tonos a los
mortales. Que enmudezcan los púlpitos, bajen su voz los letrados, tiren al
suelo sus mitras y sus báculos episcopales los jerarcas perversos y alcen la
vista a los cielos de donde nos viene el resplandor de un dios más humanado.
Zeus se convirtió en Cristo. Aunque el
Rollo de
—No derramarás
sangre ni semen.
—Bah, eso de
la religión es puro convencionalismo — clamaba a voces el diablo encaramado a
lo alto del acueducto, mientras se
beneficiaba a la alcaldesa. A Belcebú le vuelven loco un culo grande y
unas buenas "domingas" por otro nombre tetas. Le gusta tener de donde
tirar y la burgomaestra es un montón de carne.
—Pues si no
hay Dios, tú tampoco— le dije yo a Satanás que se pavoneaba por aquellas fechas
de haber dado al traste con la unidad patria.
Me subí a la
alcatifa de los Sueños. Que es un transporte barato y celestial para viajar al
presente y al futuro. El pasado es negro. Estuvo teñido de sangre en esta
ciudad pero es así como se construye en el eterno caminar de la historia. Ahora
recuerdo mis tiempos de corresponsal en Londres. Marché a la ciudad del Támesis
con unas pocas libras en un mini de segunda mano en que cargaba un par de traje
seis mudas un abrigo negro y algún libro
de rezos y mi maquina de escribir. Yo era un bohemio. No tuve la suerte de mi
colega antecesor Eugenio Suarez. Su nombre estaba escrito en el cuadro de honor
de la vida y yo no era más que un advenedizo un palurdo de Segovia con sangre
arriera y trajinante. Los dioses me inscribieron extramuros, fuera del círculo
de notables. Sólo Baco algunas veces se apiadaba de mí pero era una piedad
traidora y peligrosa que se esfuma con la espuma de las resacas.
En lo alto del
puente romano el Príncipe de
Es lo que hice
toda mi vida caminando a pasos perdidos por las tabernas, bayucas y lupanares,
brindis a Erifos, honrando a Venus y al tabaco. No soy digno de colocar sobre
mi cabeza el manto de oración y la
tánica pretexta de los flamines, contaminados por el alcohol y la semilla
derramada de tantos años de perdición, pero sobre todo por la sangre: maté a
aquella archivera que me estaba haciendo la vida imposible, sus insultos, risas
y escarnios de
Pero no te
sulfures, ni viertas lágrimas de cocodrilo, recuerda la paz de esta república
que mediante la bondad, la sabiduría y no con los misiles aplastará la cabeza
de la serpiente, colócate el manto de oración sobre la testa y cíñete al
cíngulo de tu sacerdocio, cubre tus cabellos de ceniza y aguanta el chaparrón,
piensa que te has perdido por tu mala cabeza.
Recuerda que
tú eres de la casta del ligur Silvinus Crassus, el capellán de las Vestales.
"Sint lumbi vestri praecinti", ataos los machos para defender
la verdad.
—Eso son sólo
palabras que de poco nos valen, padre mío. Rezar. Llorar, suplicar, abajarme
escuchar el silencio de los corderos hasta que rompiera el alba con su esquila
de luz de las mañanas. Es lo que hice toda mi vida pero tengo un mal pronto que
me enajena. Mis enemigos tómenme por loco y por psicópata. Lo malo es que puede
que lleven razón. Yo me acuso y lloro ante el "muro de Lamentos"
sobre la piedra basal de este adarve latino en honor del poeta Juvenal de haber
expresado mis dudas sobre muchas cosas en el bamboleo de mi fe vacilante en una vida con no pocas vueltas y revueltas que no
fue nada circunspecta a causa de incomprensiones, persecuciones y sufrimientos.
El diablo mueve la cola y amenaza con tirarme
desde el pináculo del templo. Con esa precisa idea de expiación he vuelto a
Rezo la plegaria
acostumbrada y hago voto de ofrecer un gallo a Esculapio. Ave, Cesar. Me
dediqué vagar por el recinto amurallado. El gran cedro del convento de
jesuitinas que dio sombra a la infancia lo habían talado los mancipes
dendricidas y poco avisados. Lo malo de estas plegarias es que
constituyen un monólogo. Preguntas sin respuesta y a Villeguillo hombre de
costumbres poco recomendables le parecía que Adonis estaba muy lejos en algún
planeta por ahí perdido constituido en estrella filante.
Rezamos,
pedimos, imploramos, hacemos vaticinios, rogamos, exclamamos, cantamos y como
si nada; el dios pone orejas de mercader a las súplicas. Se desentiende. Zeus
mora en otra esfera, nadie sin su permiso escalará las peñas del Olimpo. O a lo
mejor que ese día estaba de mal café o no se había traído el audífono. En mi mente el mosaísmo, el
islamismo y el cristianismo se conjugan pero antes de que vinieran las
aparecidas y de que el apóstol desembarcase en Padrón en una patera de piedra
los dioses familiares presidían nuestras vidas y nuestros actos. Dejémonos de
biblias en verso Es por lo que yo vengo a esta ciudad sorrapeando los párrafos
de “Ab Urbe condita”, Tito Livio
impávido e imparcial. La piedra de Juvenal era la roca viva de la cual manaba
un raudal de agua brava, las que se despeñaban desde Peñamellera. Soy un pícaro
un filosofo un historiador, no sé lo que soy, pero estoy al tanto y el que
avisa no es traidor, un nomo que se trasmuda y biloca porque para mí no hay
barreras ni de espacio ni de tiempo, soy el ojo de Ra, la mano de Dios, que todo lo toco y todo lo ve, émulo del
Gran Piscator, lucho contra los malos y aunque a veces haga partija con Belcebú
no soy uno de ellos. ¿Doble agente? En la redoma de don Cleofás, uno y no más
todos estamos. Pues Segovia como Puente Perín, como Barahona, Brañosera en
Asturias, Hita en
Vieronse
escenas lúbricas porque el momento de romanos se convirtió en anfiteatro
espectáculo porno de acendrado tialismo porque el de los pies de Cabra hacía a
pelo y a pluma después de cubrir a la alcaldesa por detrás fueron desfilando
los ediles y de los ediles, de los timbaleros,
maceros y ministras de todas ellas hizo ropa vieja con furor de casta inagotable. Porque lo suyo fue
siempre engañar y fornicar.
El padre de
—Tente que te
unto
De su boca
desdentada se alzaron las palabras mágicas de un conjuro. La consigna de
aquellas elecciones convocadas por Perico los Palotes fue “tente que te unto”.
La señora Mrs Bald viceministra se quedó entonces en pelota picada. Por delante
el bosque de Bolonia entreverado de castaño y rubio, diose la vuelta y pudimos
con templar un orondo Coramvobis cordobés tan prieto de carnes como el de
Conjurote sal y cilantro
Por Satanás
Por barrabás
Por san diablo que puede más
Y este bálsamo de Ruibrás
Que esta noche quebraremos el cántaro
Y serás mía
Tente que te unto
Mi coño en tu barba
Debía de ser
la bruja maesa, pronunciaron un conjuro y la alcaidesa y el diablo con el unto
de serpol, beleño, cilantro y otras hierbas mágicas se volvieron transparentes,
espíritus puros y empezaron a volar que parecían aves de mal agüero. Los
cielos de Segovia estaban cargados de
ominosos barruntos pues la diablesa no paraba de decir “tente que te unto”.
—Y ahora ¿qué
quiere la señora? — exclamó el Amo del Mundo
—Que me batas
una buena tortilla francesa
—Date la vuelta,
alcaldesa, tente que te unto.
Un grajo
infernal al que mandaron bajó de lo alto y sacó los ojos a la estatua de
—Tiremos abajo
a
Pusieron
debajo de la lapida una blasfemia: “en mi coño mando yo”.
El maligno que
contemplaba el atropello encaramado al arco más alto reía mandíbula batiente,
luego empezó a ventoseare, sus discípulos hicieron lo mismo y todo el infierno
estalló en risas y en pedos del Ángel caído. Durante casi media hora toda la
plaza del Azogue olía a rayos. Ji ji ji ja jaja. Las descargas eran tan
profundas, de una violencia tal que los segovianos compungidos salían a las
puertas de sus viviendas, tapándose las narices o gritando ay madre el fin del
mundo. Entonces un cuadrillero de Lucifer el que se llevaba a la burgomaestra
dijo:
—Os pasa por
judaizar. Ya sois míos. Sólo míos.
En el azoguejo
con tanto gurriato en pelo malo y tanto discurso los políticos marranos y los
falsos obispos no paraban de sermonear, de dar explicaciones (ocurre siempre en
todas las crisis nacionales; las esquinas se llenan de plañideras compungidas y
de hermeneutas que tratan de explicar lo evidente, estamos todos hasta los
mismísimos de tanto parlamento redundante y dicaz) y lo evidente era que a
redropelo de lo que decía la leyenda, la moza del cántaro perdió la apuesta, el
diablo ganó la partida y al poco tiempo.
Villeguillo hizo esa profecía: el acueducto se
vendría abajo. Que otros salmodien y prediquen y yo decía predícame cura
predícame fraile por uno me entra y por otro mesa sale. Yo soy Villeguillo. Los
que tiraron a
—Pues muy bien
Al pobre
Felipe VI El Indeciso, otro rey pasmado, lo quemaron en efigie, pero como era
un enagüillas, asido al miriñaque de su mujer la asturiana y a las faldas de la
griega, la hija de
—Parecéis oro
obrizo pero no soy más que oropel, no tenéis cojones— dijo Ursicinio el
Pecoso, un clérigo con malas pulgas que todas las tardes en la catedral
salmodiaba el Oficio— con aires de desafío.
Todos se
encogieron de hombros, no hicieron caso de poetas, profetas y profecías. Allá
ellos con sus excesos y demasías. Hay que estar al loro. Villeguillo, muy
triste por aquel espectáculo, volvió grupas y salió de la ciudad por el puente
de Valdevilla que le vio nacer y jugar de niño y por donde pasaban las legiones
del emperador con su estandarte enhiesto
y el carnero mascota de
La casa y el
barrio habían sido arrasada por los vengadores, aquella colonia era una
reliquia del fascismo según proclamaba, rábida, por los micrófonos de Radio
Segovia Victoria Lafora inflamada de odio al pasado. Desmelenada e hija
de un vencido, gritaba como una Euménide.
—Vuesa merced señora no hará falta que grite
tanto.
—Pues sí. Al
ver esas casas militares se me revuelven las tripas.
A Doña Viqui
la furiosa tambien se la revolvía a decir de un urólogo su coño canceroso.
Moriría a los pocos meses de decir esto sin confesión gritando blasfemias,
También
profanaron una imagen de Santa Bárbara que alumbraba en las noches los
inviernos. Los judaizantes se habían empleado a fondo en aquella ciudad. No
perdieron el tiempo así que hizo la de Teresa la conversa cuando los de aquel
pueblo la acusaban de tener un lío con su capellán que por cierto era un santo
y poeta eximio que luego subió a los altares y lo bajaron no sé si a garrotazos
llama de amor viva inflamado de amor divino:
—De Segovia ni
el polvo las zapatillas.
En aquel
instante la santa abulense hizo la lazada y no quiso volver más a la ciudad de
la calumnia como ella la llamaba y es verdad mis paisanos siempre fueron un
poco recontrajodidos.
Todos al santo
y a las limosnas, atentos al “tente que te unto”, consigna de los degenerados
de la oclocracia. Aquí lo importante es ir tirandillo, sumirse en las andaderas
del buen rollito.
VI
Retumbaban las voces en el transistor del coche,
tenía conectada a
Bergoglio se colocó sobre sus argentinas sienes la
mitra del obispo don Opas, era el mandamás de aquel contubernio de anticristos.
Mucho sufriríamos por aquellos días ¡Ay, Señor!
— Vosotros la raza de víboras estáis allanando mi
morada, acabáis con mis creencias, destruís la historia — yo les dije
enfurecido por tales desacatos.
— Nosotros
vuestra historia nos las pasamos por los cojones. Sólo nos importa
— ¿Y qué hay de lo mío? — contesté
Ellos no respondieron. Se fueron cantando al modo
de los Rolling Stones, Mike Jager escupía contra el firmamento a la par que se
rascaba los cojones en plan provocador.
Era un sacerdote de
A mí me seguían pasando cosas. Por poco se sale de
la carretera mi Renault. Hube de pegar un volantazo. Un mozo de escuadra a la
altura del Puente de Valdevilla me dio el alto. Y me multó 200€ por no llevar
un lazo amarillo en la solapa del parabrisas. Bajé del coche todo indignado y
le hablé en catalán:
— Oiga agente tú no eres quien, yo sólo atiendo a
El Torras Chorras, jerifalte catalanista un
Orlando furioso contra Hispania, no es nada original, copia a los hebreos
rusos, manda colocar en el Nou Camp fotos de Ana Frank y vuelve a trillar la
parva del Shoah que es un gran embuste con miras a crear una religión nueva la
del Holocausto el Odio y
— Hablas sin conocimiento de causa
— ¿Cómo, qué? Yo fui corresponsal del Arriba en
Budapest, estuve allí cuando caían los pepinazos de los B-52 y salvé a muchas
estrellas amarillas, los refugié en el sótano de mi propia casa, yo fui
periodista de Franco y telefoneaba todos los días a mi embajador Sanz Briz. En
nombre de Franco salvamos a muchos sin dar un cuarto al pregonero antes de que
Simón Blumenthal entrase en escena. Nuestro caudillo Franco era de vuestra
cuadrilla pero afortunadamente no era sionista.
— Que te crees tú eso.
Quedó aturdido el agente de la autoridad pues a mí
me salió una vena mayestática que confunde y pasma a los que me contradicen,
volvíme irrefutable y apodíctico.
— Bueno circule — ordenó el mozo de escuadra que a
mí en aquel instante me pareció de cuerda, aunque no llevase garfio ni garrote,
sus ojos reflejaban ira y pasmo, yo me volvía a mis pajas y entre mí pensé
"este tío lo mismo que me pega cuatro tiros y me deja seco; en sus ojos se
refleja el furor de los combatientes de Masada" — ahora somos nosotros los
que mandamos en España.
— ¿Vengándose de lo que ocurrió en 1492?
— Eso mismo, pero no quiero perder el tiempo
hablando con un fascista. Venga arranca.
— Yo también soy judío pero de otra tribu
diferente a la tuya. Si yo soy fascista tú eres un nazi sionista que es mucho
peor.
El mozo de escuadra se puso de los nervios.
— Calla la boca
— Ni debajo del agua. Para que consigáis que
guarde silencio me tendréis que matar. Soy diacono griego y proclamo mi
Evangelio desde el ambón.
Dejé el coche aparcado en el Campillo y bajé a pie
contando los arcos del Acueducto atravesé el azoguejo subí las escalerillas del
postigo del Consuelo y callejón adelante contemplé la ventana de mi camarilla
justo debajo de
Una lápida de cemento armado con consistencia de
siglos con una inscripción en hebreo y
la bandera de Israel saludaba al visitante.
Algunas personas oraban con voz compungida y
desalentada el oficio de difuntos cerca de lo que ellos creían enterramientos
de sus antepasados el antiguo cementerio judío pero allí no había tal. Aquel no
era el recinto. Oiga aquí no hay nadie. Aquellas cavernas excavadas en la roca
caliza habían sido habitadas por ermitaños que hacían penitencia frente a las
murallas de Segovia la ciudad pecadora. La vista desde el Clamores era
espectacular. Todo el recinto amurallado recordaba a Jerusalén. La torre de la
iglesia de San Andrés ponía contrapunto a la maciza linterna de
VII
Voló a
Los anales de
Tito Livio y la historia romana no
guardaban para mí misterio alguno. Deambulé por
—Ellos son mi
fuerza, Villeguillo. Los dioses me dan impulso para torcerle la cabeza a un
toro en el circo, desjarretar a un tigre, y hacer correr a los leones. Mañana
son las lupercales y yo concurro, vendrás a ver cómo lucho contra el diablo,
amigo.
Prometí acudir
sin falta al circo máximo llevando en el bolsillo un canto que había pasado a
manera de talismán por la piedra de Juvenal en la muralla de Segovia frente a
la casa que me vio nacer, pero prioritariamente estuve contemplando a aquellos
seres míticos cuya imagen había estampado un imaginero cretense amigo del
gladiador en un retablo. Europa cabalgaba sobre un toro monstruoso que
arrastraban al aire de cola dos delfines. Minerva contemplaba al dragón, Jasón
jefe de los argonautas escupiendo el vellón transformado en una vestal. Zeus y
Anfión hacían buenas migas en el Olimpo (de nuevo aflorando el tema trinitario
que acoplaron los cristianos a su religión). Bullerón cabalgaba a lomos
de Pegaso el alazán tordo que surcaba el espacio a galope meneando dos
enormes alas que pendían de sus orejas y traspasaba con la lanza a Quimera,
el monstruo fabuloso. San Jorge mató el dragón. Dédalo en su laberinto
encontró a Ícaro que le enseñó a volar. Teseo acabó con la vida del minotauro.
Edipo hacía preguntas a la esfinge. Policlines campeaba en la
arena luchando, desenvainada la espada, con su hermano Atocles, los dos
eran hijos de Edipo.
Completaban el
friso las grandes diosas de Roma: Ceres, Prosperina, Baco
y el dios Pan, Tirso con su vara; Ariadna en la confusión del ovillo,
Sátiro que fuerza doncellas en el bosque, Vulcano, Dionisio, Sileno, Narciso,
el Atlas de san Cristobalón que porta el mundo y Neptuno y Favonio dioses de
los violentos y de las aguas. Hebe es la diosa de la juventud. Todas
estas deidades empezaron a parecerme razonables como exponentes de los vicios y
virtudes de la pasión de vivir. Eran divinidades superiores pero con
encarnadura humana. Los retores filosofaban en el foro, dándole vueltas a las
frases y torturando su cabeza, sobre la esencia de las cosas, el origen de la
vida, las propiedades de las plantas.
Les contradecían los sofistas. Ni Platón ni Aristóteles ni Séneca tenían
en sus dominios la clave de cuanto nos envuelve. Del bosque llegaban los
alaridos de los scutia, Aeneas Vilicus tenía la mala costumbre de correr
a latigazos por el bosque a sus esclavas. Roma se divertía con sus juegos
seculares. Los 135 días de circo se marcaban en el calendario (magni joci,
juegos magnos) que bien se lo pasaban aquellos antiguos sin tener televisión ni
radio. No eran acosados por los bustos parlantes.
VIII
A Arije me lo encuentro todos los días
yendo y viniendo por los bulevares de
El cobrador del autobús aparecía sentado en
su telonio como un buda de carne y hueso mirando alegremente para la juventud
divino tesoro que nunca vuelve. Una vez me tocó detrás de una monja
concepcionista que arrimaba el culo arrecachado. Yo, por mi parte, acercaba el
material. Hambre sexual de los sesenta. Mi amigo Molina malignamente me hablaba
del placer que suponía a los milicianos invadir los conventos y forzar a la
madre superiora. Muchas daban gracias al cielo sin importarles mucho ser
mártires víctimas de las sacrílegas turbas. Aquella zona estaba en los límites
de la glorieta donde había un cine grande en que veíamos películas de espías alemanes
y un bailongo en los bajos. Sara Montiel acudía a una famosa cafetería del
primer piso y se la veía muchas tardes mirando por la cristalería del ventanal
mostrando sus torneadas rodillas de rolliza manchega que por aquellos días eran
una inducción al pecado mortal. Estaba cantando el ultimo cuplé y la canción
“fumando espero”. Por las noches en las campas circulaban por los solares del
Canalillo mujercillas de virtud incierta. Este ajetreo ya pasaba en los tiempos
de Galdós. Una paja una peseta; un polvo con goma un duro. Frenética actividad meretriz se condensaba en
la trasera del Gran Hospital cuando los amaneceres sabían a leche condensada. Y
es que Eros y Tanatos son Castor y Póllux subidos al mismo caballo. Compañeros
de viaje. En la mili te daban bromuro y a lo mejor el tiro de un moro a los que
hicimos el sorteo y nos tocó en África.
IX
Él vendrá a separar a los
buenos y a los malos. Apacentará a sus fieles corderos y derramará la sangre de
los cabrones y cabritos. Porque Él es el maestro de Justicia. Pasaron las
pascuas nochebuena tranquila y recatada en el herrén y reanudo yo, Manahén
Arije, mis prosas peripatéticas por el bulevar de Reina Victoria tratando de
levigar aquellos recuerdos separando el grano de la paja de mi juventud
esfumada. Todo pasó y el mundo cambia. No tengo asideros a que agarrarme. He
oído las palabras de San Esteban el primer mártir que exclamaba mirando al
firmamento "Satis est vixisse"
y así subió a los cielos que vio abierto- Saulo de Tarso mientras el sanedrín
lapidaba al protomártir tenía el manto de los rabinos y les guardaba la ropa.
No deja de ser difícil creer en estas historias. A los judíos nos gustan las
parábolas, los circunloquios y la retórica. Los viejos de
Tengo fuertes palpitaciones y las negras ideas
se apodaran de mí. Las combato rosario en mano. Hay que poner lastre a los
malos pensamientos pues la imaginación hace burbujas y se tira pedos, remuerde
por los desvaríos de cuando entonces y, según los ascetas, es la loca de la
casa.
▬¿Viste el espich que nos largó don Felipe?
▬No me dio la gana. Al verle tan insulso y tan poco
espíritu se me atragantó el turrón. Para mí el único rey que vale es el de la
baraja. Monarquía es una palabra que viene del mono y del
monóxido de carbono, viene del mono y en España siempre tuvimos a los borbones
una desgracia simiesca. Borrón y cuenta nueva.
Crecen los días y suenan
por algún rincón del cielo rondas sanabresas, canciones toresanas, ataruxos
galaicos, espantadanzas del paloteo vasco, cobras catalanas y tamboreadas
navarras al son del chistu, juntamente con tonadas asturianas. Arije tenía una
visión muy folklórica de
▬No puede ser
▬Porque tú lo digas
En el altar mayor de la
catedral de Luzbel que es una zahúrda de Plutón▬ el infierno es una casa de acogida ▬ alcancé a ver yo a un
mitrado muy albardado de casullas, roquetes y manipulo, que daba la bienvenida
a los colegas recién llegados con una plática en la cual les decía que estaban
en la casa donde no se come ni se bebe y de donde no se sale nunca. La cueva de
los castigos infernales estaba debajo de una gran acacia que crecía en el
bulevar. Santi de vez en cuando les bajaba un bocadillo con carne de serpiente
y cañas de aceite de ricino ración de patatas bravas envenenadas, arenques y
pollas en vinagre.
Un fraile se sentaba
también como la madre lo parió pero ostentando la tonsura y la cogulla sobre un
sillón de nogal aforrado de guadamecí. Gritaba y se arrancaba todos los pelos
de la barba. Decía ay de mí en la hora que nací. Su cara la estaba pintando el
Bosco en uno de sus cuadros. Junto al departamento episcopal estaba la sección
de los periodistas que eran incontables los que estaban allá pero su número era
superado por el de los abogados y los rábulas espolistas en pelo malo. La leva
de políticos era tan larga que ni te cuento: Trump con su trompa elefantina
diciendo que aquella noche era la navidad y no se iría de picos pardos,
▬Con tanto malvado como hay
en el mundo no se coge. Sacadnos de aquí. Estamos hartos de penar y sufrir.
Al grito de auxilio acudía
el infernal demandadero y les daba la vuelta a la parrilla para que se torrasen
un poco más como san Lorenzo. Se asaban culos, vergas, tetas y coños en el
lecho de Procusto.
No había en el infierno
aliviaderos pues allí no se come ni se bebe ni se mea ni se caga, todo es penar
y crujir de dientes, y para siempre. Para siempre. En medio de la algarabía de
voces y gritos y blasfemias se escuchaba el barboteo de las perolas donde
cocían sus cuerpos, calderas de pez y aceite hirviendo. La atmósfera era
salobre y sobrecargada de un hedor mefítico. Los fámulos del Pateta se
apresuraban a torturar a los predichos con esmero y diligencia cumpliendo las
órdenes de Lucifer de manera implacable. En aquella alcaicería del furor los
que gritaban fueron sepultados en una montaña de cal viva:
▬ ¿No estábamos redimidos por
▬Penen los rufianes y tengan su merecido.
A las quejas del purpurado respondió el gran esbirro con un tizonazo en sus partes pudendas donde tanto duele.
Atollite portas antiquas abran la cancela pero las
puertas de Jerusalén estaban cerradas. La ciudad santa había sido bombardeada
por tres misiles nucleares. Me quedé pasmado ante aquel cuadro de destrucción
masiva. Alligieri Dante me señaló a tres prelados de blanco que la impostura
glorificó como santos y estaban en cambio sumidos en la gehena. Eran Pablo VI,
Juan XXIII y Wojtyla. Aturdido por la gritería y el espanto pasmado de las
blasfemias vi cómo el Santi el mancebo de la tasca Julifer también lo llamaban
el Bar
▬¿Qué dices, Etsi?
▬Yo no digo nada. Lo tuyo no tiene solución. Me
dejaste abandonada para irte con otra.
Le dije que había navegado
en galeras remando contracorriente con toda la canalla de un barco que iba a
ninguna parte y ahora me esperaba en
aquella tronera porque de seguro que yo también era un malvado al que Queronte
justiciero aguarda. Tras un infierno en vida me esperaba otro en muerte. Es el
fin; me arrojarán a la trena donde no se come ni se bebe ni se caga ni se mea
durante toda una eternidad.
—Sicio. Tengo sed. —
exclamé.
Un verdugo mojó mis labios con esponja de
vinagre y el Santi diome a beber un
potingue de cerveza calamocha mezclada con zumo de rabo de culebra.
▬No es justo
▬lamentabase Gumersindo
Manahén Arije ▬ que en las zahúrdas de
Plutón nos den carena. Don Francisco de Quevedo el profeta lo había pronosticado.
Él tuvo también como yo esta visión.
Se ha torcido mi destino
cual tibia de alcazuz que cruje entre las mandíbulas del quebrantahuesos. En
aquel instante un sacre altanero que se desbandó vino a posar sobre la copa de
uno de los tilos de la avenida, al instante en que circulaba un 45 de la línea
de autobuses urbanos. El vehículo recibió una gran cagada en el parabrisas
mientras los palomos cojos caminaban, señoriles, recitando plegarias por el
bordillo sin hacer caso del buitre que desde arriba los echaba el ojo.
Ellos a lo suyo a picotear
cáscaras de altramuces y pipas que tiraban las niñeras cortejadas sobre los
bancos por militares sin graduación. Un cabo de
Gumersindo odiaba a las
palomas urbanas que echaban a perder las aceras de la ciudad con sus
deyecciones. Bajaban los viandantes saltando entre las bostas de palomizo y
perrizo, porque la población canina igualaba casi en número a los siete
millones de habitantes que tenía Madrid
X
Ante
la escena del cabo moribundo de bronce en manos de la enfermera recordarme he
de mis compañeros del tabor de regulares cuando serví a la patria; aun sabiendo
que esto hoy no se lleva Arije se sentía muy ufano de haber hecho la mili en
Regulares y cantar por lo bajini aquello de soldado soy de España y estoy en el
cuartel contento y orgulloso de haber sentado plaza en él.
Florence Nightingale habita entre nosotros y
si no hubiese sido por estas enfermeras que son monjas laicas y a su vez
matronas y madrinas de guerra que dieron su vida por España hubieran muerto
solos como los perros en algún blocao de Xauen o de Dar Akoba nuestros queridos
soldaditos a los cuales el valor se les supone.
¡Bah! No me quiero poner sentimental. Canta la coruja en la rama del
roble. Ya están llamando. Vuelvo sobre mis pasos a desandar lo andado. Enrollo
el cordel y el zumbel de la memoria empieza a moverse sobre el firme del
bulevar. Camino solo ladera abajo con mis pesadumbres. No es que quiera mucho a
los moros. Les comprendo. Son algo testarudos, muy orgullosos. Respeto sus
lilailas pero yo me quedo con los salmos. No va a ser cosa de cargar las tintas
y aljamiarse y renegar de la fe de Cristo como hacen algunos.
Conozco a los musulmanes y ellos creo que
me conocen a mí pero ni tanto ni tan calvo. No lo puedo remediar. Dicen que es un pecado matar en el nombre de
dios pero
Tengo una gran colección de arabismos que
exornan (palabras que empiezan con el artículo al) nuestros diccionarios pero
de niño sobre la cabecera de mi cama de madera había un cromo de la batalla de
Clavijo en el que el artista pintaba torpemente la figura de Santiago Matamoros
alzando su espada sobre un caballo tordo. Derribados y bajo los cascos del
caballo del apóstol aparecen unos cuantos turbantes pidiendo árnica. Siempre me
impresionaron los rostros desencajados de esos agarenos que el pintor rural quiso
que fueran negros o medio mulatos, de modo que sus pelambres contrastan con las
barbas y melenas de un blondo y triunfal Hijo del Trueno que para eso fue
patrón de los godos durante siglos hasta
que llegó la monja andariega, madre de los conversos. Ya que buen trabajo le
costó a Francisco de Quevedo defender su auspicio castizo de España por San
Jacobo dándose de cuchilladas con el de los cristianos nuevos, que defendían a
santa Teresa en el compatronato, y bajarle a Boanerges de su pedestal glorioso,
al grito de Santiago cierra España. Estábamos trazando rayas en el aire,
queríamos arar surcos en la mar. Nos falta a los españoles voluntad colectiva,
por eso somos un país de conversos, desdichados y a media hacer enchufado a las
veleidades de una monja andariega e inquieta que podía ser precisamente la que
me arrimaba las nalgas en el trolebús a mí, deseando ser traspasada por el rayo
místico. Quiero que me penetren. Voglio
una donna.
Apañados y apretujados íbamos aquellos
estudiantes sardinas en lata del futuro. Nos hemos olvidado del caballo blanco
de Santiago. Por estos tesos pululan los curas libidinosos, las monjas que se
dan a la fornicación y ansían ser penetradas por el dardo divino.
Yo por lo menos le prefiero a
El Santi se descojonaba.
En el Kiss bailaba la bacante Micaela.
Había algo divino, un halo superior en aquella negra. Parecía una sacerdotisa de Venus color ébano
pero el diablo, que siempre anda por Cantillana, movía la lengua y le hacía
pronunciar cosas extrañas en diversas lenguas. Yo salía renovado de aquel
cuchitril de paredes rojas color vino de la calle
Según Roma, la tribulación aguza la
inteligencia y la alegría hace bajar la guardia a los humanos. Para los
talmudistas es un error imperdonable ir de bueno por el mundo.
XI
Estaba Santi el del Julifer, el bar de la
esquina, hecho un brazo de mar en su telonio despachando cañas de cerveza y
mirando de reojo. Zamora no se ganó en una hora. Qué va a ser... lo de siempre.
Ya no vas al Kiss. Qué es el Kiss preguntó un cliente con pinta de guardia
civil franco de servicio y dijo Santi un puticlú y yo dije ya no me vaga estoy
jubilata soy un cabo pieza al que se le jodió el goniómetro y el Santi que
aquel día se había levantado con el pie torcido se cachondeaba de mí ante el
secreta. Además repuse lo cerraron desde que mataron a Manolo Cantalejano. Creo
que fue la mafia rusa y Santi corroboró:
—Je a éste cualquier día le colocamos las pulseras y lo llevamos a la comandancia.
Lo malo es que tiene las muñecas gordas.
El Santi era un suma y sigue de su hermanan
Leonor a la cual le gustaba faltarme al respeto cuando subía a tomar café de
las mañanas del tiempo que se fue. Yo le quería mucho porque me decía las
verdades a la cara y había sido guardia civil. Por sus interferencias la
hubiese dado yo una en los morros pero no valía la pena. Hay que resistir
cuando la gente pide bronca y poner en practica el consejo de mi abuelo que era
de
— Tú tienes madera de asesino en serie.
— ¿Quién yo?
—Sí, tú. No te hagas el longuis
—¿Por qué?
▬Buscas el trato torpe con mujeres públicas.
Eres algo seductor y encantador de serpientes pero insensible al dolor ajeno.
Hundes tus fauces en el légamo del egoísmo. Tienes los pies planos y me da que
eres algo impotente. Esto de la impotencia de don Juvenal fue corroborado por
el sanabrés que poseía buen ojo clínico para tales alicientes
El camarero sanabrés pronunciaba su
diagnóstico de manera contundente. Seguramente había leído a Freud. No. Eso
imposible: Santi era de los que jamás han leído un libro. Esos españoles que
pertenecen a un país en el que menos se lee y más se publica. Vanidad de
vanidades. Me quedé de un aire. Ser gordo en España y atiborrarse de lecturas,
mala cosa. Pero nunca pondréis, malditos, bozal al buey que trilla.
— Calma no hagas caso a esa bruja.
Pese a las impertinencias y humillaciones,
estaba yo allí todos los días a la hora el cafetín. Me atraía el abismo.
Templanza. Moderación. Circunspección y voto de silencio. Todo menos darla un
par de hostias. No te pierdas, Gumersindo. Y por más que me proponía alcanzar
tales virtudes jamás lo conseguía. A lo mejor el Santi llevaba razón: yo,
arrastrado de mis malas inclinaciones, podía liarla parda hasta el punto de
convertirme en un asesino en serie. No me gustaba mirar los telediarios porque
me daban ganas de vomitar y después matar a ZP. A la rubia de bote el chocho
morenote esa lozana andaluza que pronuncia encendidos discursos simulando la
verborrea de los delegados de curso de
▬¿A causa de la tos ferina?
▬Paez que sí
Llevaba el féretro un carro tirado por un
tronco de corceles blancos y a Arije que caminaba detrás del cura portando la
cruz alzada y cantando el entierrillo aquellos caballos le parecieron que iban
trotando por los cielos nuncios del Apocalipsis.
Mientras tanto, los narcopoetas escanciaban
yámbicos blancos y las poetisas se llamaban poetas desde que se popularizaron
los versos perroneros de Gloria Fuertes que era bollera. Alzaron el pendón del
orgullo vaginal. No somos poetisas que nos llamen poetas. Hay que ver estos de
la involución feminista en qué tonterías se fijan llevadas por su odio al macho
y sus deseos de aniquilar la vida. Yo quise entonces cambiar el mundo mediante
la palabra pero no pudo ser. Mis parientes ponían oídos de mercader o se
mofaban de mis súplicas. En España escribir es un vicio y yo no era más que una
pobre flor de jara, un hijo de la lluvia. El arcipreste Julito y el padre
Eguillor que se torra en los infiernos ya me lo habían dicho:
▬Arije, tú nunca entrarás n el paraíso. Mala
suerte, chaval. Te salió el esteatoma. Y un zaratán en los pies es para las
ocasiones. Creciste en un mundo sin amor.
A pesar de todo fui por el mundo anunciando
nuevas y contando cosas, navegando por mares de envidia y mediocridad. No
entendían mi lenguaje por yo empleaba los subjuntivos y la consecutio temporum latina y ellos, pagados de sí mismos, se creían
los reyes del mango pegados a la alcachofa, y al micrófono rebuznador,
verdaderos “maqueraux” de los
portavoces profanadores del lenguaje de la comunicación, butanitismo informativo, cabrones con pintas. Mi tío Hans murió en
Stalingrado y monta guardia en las estrellas. En noches de desolación nos
comunicamos utilizando un télex particular que me conecta con la ultratumba.
Escucho los tambores que anunciaron la desolación. Siento piedad por tío Hans y
todos los que cayeron en aquel terrible mes de enero e 1943. Nuestro futuro se
derrumbó entonces y vamos muchos dando tumbos por el mundo. Sin embargo,
llegaría un día de venganza. La mentira no puede durar mil años. Los serviolas
de proa anuncian una noche larga en la mar. Surgen sombras a popa. Caminarás
sobre el áspid y el basilisco, romperás los eslabones de las cadenas que te
ataron. La nieve y la escarcha (Imbert et
nix) pasarán pero no mi palabra. El Señor que es buen marinero de altura
nos largará una estacha. Mientras tanto, escucho el ruido de los cerrojos que
se abren y cierran en libertad. Los mueve una mano invisible. Ecos que se
grabaron en la piedra de los castillos y matacanes por cuyos pasadizos yo
corría en mi infancia. La piedra guarda los mensajes crípticos. Son ondas del
más allá. Haplología cíclica. El pan de los mastines. Los guardias de seguridad
que guardan la viña bajo el gario de oro de los cuatro dientes: justicia,
fortaleza, prudencia y templanza. Todas ellas abocan a la continencia, la
modestia y la abstinencia que proporcionan alegría al mal y al cuerpo buen
banzo son las virtudes más importantes. Son sus contrarios el hambre, la peste
y la guerra los más destructivos. Después como todo se renueva florece un
tiempo distinto ex novo el abismo. Los poetas son sus heraldos pero muchos son
crucificados porque no son del gusto de los tiranos que traen arrastrándose
tras el carro triunfal a sus propios profetas. Dejen paso a los adoradores del
Becerro de Oro. También sigue a los tiranos una cohorte de nuevos ricos, de
teloneros, de periodistas comprados, y
de abogadotes rábulas picapleitos. Los globos se desinflan y se
estrellan contra el asfalto del Paseo de
Una
cuadrilla de negros en un banco en mitad el bulevar recién desembarcados de la
patera y a las que las autoridades habían mandado para acá estaban sentados sin
trabajo. Iban pululando de acá para allá
y robaban carteras a los borrachos mientras dormían descuidados sobre los
bancos del bulevar la zorra suprema. En las tabernas bebieron litros de
morapio, zupia, calimocho y ginebra de garrafón mezclas explosivas. Todos -eran
lo menos ocho- ocupaban un banco municipal donde tenían su base después de
desvalijar a los viandantes. No tenían currele y estaban de brazos caídos
porque esto no era lo que les habían dicho: esto es el paraíso.
— Venimos a España a que nos mantengan. No
vamos a pegar golpe. Somos los “menas” marroquíes menores de edad.
Acababan de aterrizar en Madrid como aquel
que dice pero después de la patera ¿Qué? ¡Pobrecillos! A matar o a robar o
hacerse el culo de una puta vieja.
— Pues ninguna lástima te han de dar, Arije
— solía decir mi novia Etsi
En
ese caso estaríamos hablando de turismo sexual o de un nuevo tipo migratorio.
Me daban un poco lastima, la verdad. Este país fue cruce de razas y empalme de
fronteras. La esbeltez de las nubias contrasta con las abotagados rostros
ecuatorianos de piel cobriza que parecen exactamente corchos de botella con
perdón pues así tienen el talle y cara de buenas personas casi todos estos
ecuatorianos inditos que a mí no me molestan.
Madrid ya no es rompeolas de las Españas
sino el abra donde convergen todos los mares del mundo. ¿Esto es malo o bueno?
Yo que sé. Al principio nos preocupábamos y decíamos pero esto ya no puede ser.
Venida la pella, y como no los puedes vencer, únete a ellos, sálvese el que
pueda. A
Entré en el bar Tera. Zamora no se gana en
una hora.
—No digas sandeces, Fabiniano.
Pocas veces le había escuchado llamarme por
mi nombre pero aquella vez su llamada sonó apelativa y tierna transmitiendo en
su inflexión ciertas querencias de la infancia olvidada. Se sintió generoso y
luego le invitó a absenta después de comer. A la salida del zamorano cada uno
de los dos hermanos tiró para su lado el uno para la derecha y el otro por la
izquierda. Cuídate y no te apures. Todo
eso que pasó ya pasó y habrá que echarlo en el olvido. Si no fueras tan gafe,
te llamaría de vez en cuando pero la gafancia no se cura... y. Tocó madera.
Había una papelera de bambú en las escalerillas del metro y la rozó con la mano
izquierda. Estoy seguro de que Fabiniano ya me ha pasado la galerna. Era como
si en el alma me hubieran sacudid un linternazo. Un ventalle de perdición, hijo
mío. Yo soy Baruj Arije y no se por que me pusieron Baruj ni cual es la raíz
del arije. Seguro que es un nombre moro. Recordó a Malitva una hermana que
había fallecido de cáncer de tiroides. La salieron unos bultos en el cuello y
se le inflamaron como cuévanos las cuencas oculares. Era muy guapa y rubia y de
la noche a la mañana perdió el pelo. Se puso monstruosa. Ella también era una
Arije. Vivió poco tiempo: treinta y cinco años. Dicen que lo del tiroides la
vino en el sobreparto al tener el primer hijo o fue el marido que era un pirata
y un moro en el mal sentido de la palabra. Pobre hermanita.
XII
No tenemos mucha suerte los de la familia.
Avanzamos por la vida con la cargazón de la culpa. Pagamos por los pecados de
otros. Somos del pueblo elegido. Elegidos sí para sufrir. La cosa no es para
tomárselo a broma pero yo suelo hacer de tripas corazón. Le saco partido a la
vida. Buen yantar buenos vinos buenas mujeres alguna que otra si se tercia y sobre
todo buenos libros y buen tabaco. Me he fumado lo mejor de Vuelta abajo me he
bebido cubetes enteros de Vega Sicilia. He amado la literatura profesión que
nos inmortaliza y no fenece. Que grande eres, Dios de Israel. Como cuidas de
nosotros aunque a veces nos mandes castigo. Será que nos lo merecemos. Hemos
siempre de estar preparados y ser congruentes con nosotros mismos para cuando
sople el viento de perdición que extinga la llama de todos los cirios. Otros
tienen oscuridad pero los Arijes vamos por la vida destellando rayos lumínicos.
¿Será eso por lo que el profeta nos define como Vas Electionis? ¿Será eso por
lo que me pusieron al nacer Baruj?
Y entretenido en estos pensamientos
místicos deambuló por la ciudad.
— Chupaaa.... folláaaaa
—Bueno, bueno niñas qué cosas tenéis.
Dejadme en paz. Yo tengo otras preocupaciones. Ale, ale, a casita que llueve.
Pero cuanto más les amonestaba mas se le
arrimaban las pigmeas. Se llevó la mano a la cartera. Estas prendas vienen por
algo. Tuvo que ponerse serio Arije y sacar la
poderosa cabritera de muelle que llevaba en bolsillo. Al ver la de
Albacete se espantó toda la bandada y lo dejaron tranquilo. En sus cavilaciones
se le había pasado la noche y tuvo que esperar barzoneando hasta que abrieran
el primer metro. De noche la ciudad resulta casi una desconocida; otro dibujo,
otra alma y otra vida pero él había sido un noctívago dado al trasnoche y amaba
las madrugadas sobre todo las amanecidas aldeanas cuando se escucha a los
gallos quebrar albores. A las cinco de la mañana todo parecía que despertaba y
poco a poco se notaba un aire de actividad y de currele. Tenía frío. Era lunes
santo y ya se notaba la proximidad de la primavera. Se escuchaban cantar los
pájaros en las frondas del Retiro. Toda aquella huida de Arije de su propio
laberinto y de su castillo interior a la negrura de la noche tenía una
explicación. Se había pasado la tarde entre bostezo y bostezo haciendo zapping
por televisión hojeando a rastras insustanciales periódicos y suplementos
dominicales subidos de color y de desnudeces pero entecos de ideas. Para él
estaba visto que la belleza no estaba plasmada meramente en el felpudo de la
modelo exuberante que por una vez se retrasa mostrando sus líneas. Para él la
belleza era la filocalía. No estaba en torsos ni en senos flotantes sino en la
belleza interior. Una mirada una palabra amable una risa feliz una canción de
quintos una copla que suena desde el andén por sonde pasa un tren con vagones
de tercera. Los nuevos periodistas explicaban a sus lectores a lo largo de una
serie de reportaje su pan comido: ha nacido, señores, una nueva religión. Ahora
todos somos laicos. Los gimnasios habían sustituido a las capillas en su misión
soteriológica. Era el síndrome de la catedral vacía de fieles y llena de
turistas. La descristianización progresiva, los largos puentes de fin de
semana. El alzamiento de pesas. La barra fija. La bicicleta estática y otras
calistenias. La gordura es un pecado mortal y el peor diablo el de la grasa.
Los flamines del tercer nivel habían sustituido a los curas y a los obispos.
Echaron el cierre las rejillas de los confesonarios, derribaron púlpitos y
ambones, el purgatorio no existe y el infierno fue una fábula que se inventó el
Dante así que hemos instaurado la religión nueva. Todo cambió. Acababa de hacer
explosión el coche bomba en Leganés. Le daban escalofríos de pensarlo. Aquel
piso que saltó por los aires entre suras a Alá y la muerte de un geo. Dios
aparta de mí este cáliz. Líbranos de la peste y la guerra. Era buena persona en
realidad Arije. Le tocó vivir un tiempo difícil a lo mejor la culpa la tendría
su hermano el gafe o que un resorte había fallado. Estaban sin embargo
cumpliéndose los designios que había ido desparramando a lo largo de su obra
anepigráfica.
—Tío, eres todo un baluarte
—Pero carezco de antivirus
—Que va. Lo que pasa es que estas
apoltronado hecho un oso buco. Has de caminar más. Pasas las horas muertas ante
la cuartilla blanca. Eternidades de ordenador. Pero ve lo que aguardabas se ha
cumplido. Has logrado tus sueños. Tú sabes. Tú puedes.
—Ya lo sé.
Había que quitarse el sombrero. Arije no
había fallado un punto en sus vaticinios. Ya lo sé que te has pasado tres
pueblos que vives en otro mundo pero que se le va a hacer. Sonreías a los
insultos. Eres un cobarde y encima te quejas.
Todas estas predicas difundidas a beneficio
de inventario sin embargo no valían para nada, no le decían nada. Arije se
paseaba por la roca del precipicio haciéndole un calvo a la vida y a la muerte.
Vio unos demonios so capa de monos forajidos copulando furiosa y fugazmente
sobre la rama de un ailanto del jardín botánico. Ciertamente había demonios en
el jardín. En ese jardín. En todos los jardines. Quizás el jardín se alzaba
sobre un cementerio y allí estaban los huesos del profeta Ezequiel en trance de
alzarse y muchas noches sobre los cielos turbios de la capital se elevaban como
vaharadas las trazadoras de los fuegos fatuos. Debían de ser lo muertos de la
guerra civil o el ralentí de ciertas bombas que no estallaron. Castor y Póllux
un poco más ya junto a la fontana de
—A que no me coges.
—¡Uy esos! Parece que van mal.
Por fin llegó tras mucho caminar, pasados
los pontones del olvido, al intercambiador Digital una cochera inmensa debajo
de los cimientos mismos del Arco de Triunfo. Armis hic victoribus mens jugiter
victura monumentum hoc. Miraba para arriba y le parecía escuchar la voz del
auriga con su casco de oro su penacho de plumas de ave del paraíso y el
semblante autoritario y veloz de centurión
Estuvieron trabajando obreros actividad
frenética día y noche para tenerlo a punto que lo tenía que inaugurar don Cejas
para
—El 39 fue un año triunfal. Ese año un
primero de abril entró la fuerza por acá, en este mismo punto donde nos
encontramos. Entraron las banderas por Princesa y justo aquí fue el empezar y
se desplegó la roja y gualda. Un alférez alto y grande la llevaba.
—¡Que bonito! —dijo el de la partida que
tenía un brete y una pihuela atados al zapato — pero para de hablar, lechuza
que nos interrumpe. Lo que nos traemos nosotros entre manos es importante.
—¿Qué puñetas hacéis?
—Estamos conspirando.
—¿Así, con ese uniforme de penitenciarios?
Ya tendréis ganas.
—Tú ya verás. Tú a oír ver y callar.
Puede que el 39 fuera año triunfal pero de
aquella fecha ya nadie se acordaba. Ahí estaba la fecha de la inscripción latín
con una leyenda en números romanos. La zorra mirando para arriba. El asno de
Buridán plegó las orejas y un hermeneuta con un puntero iba desglosando como un
parte de incidencias el meollo de la frase: “Armis hic victoribus mens jugiter
victura monumentum hoc” (A las armas victoriosas este tributo). Los romanos más
que escribir esculpían como acuñando moneda para la eternidad y vio por un
resquicio de la memoria al autor un catedrático con las manos llenas de tiza y
la chaquetilla cubierta de polvo que hablaba con una palatización de abiertas
como en el Ampurdán. Lo escrito en piedra no es lo mismo que la escritura en
papel o en papiro que es un poco la escritura en la pared de la cena de
Baltasar. Frases para durar. No una pluma yo lo que anhelo es un buril. Y allí
vio en lo alto del cielo al profesor Mariner mártir de la democracia o la
contrademocracia fulgiendo como un ángel al lado de San Juan y de Tito Livio y
de Virgilio. Armis hic victoribus. Mas, todo eso pasó. Se fue. Pasó. Ábrete.
Mundus transit. Pasa página. Animo pues, amigo que para eso tienes nombre de
poeta y apellido de pámpanos. Eres todo ubre y pámpano. Todo medula. Lo veía al
pobre Baruj Gumersindo Arije. Tenía las espaldas un poco encorvadas. Le había
tundido lo suyo la vida y el pelo se le había vuelto totalmente blanco. Andaba
gambado por una ciudad que fue la suya y ya no le pertenecía. Por sus calles
iba y venía meteco o exilado en su propio país. Sólo tus sueños te pertenecen
pero la ciudad ya no es tuya y hasta el habla siendo la misma es extraña. Todo es extraño. Los rostros, mohínos y
distantes la gente amargada y con cara de ir a lo suyo. En las caras se refleja
la infelicidad que procura el egoísmo y la desconfianza. Madrid me mata.
Transitar por el Arco de Triunfo. Circular por debajo del Arco del triunfo por
donde pasaron las cohortes de Complutum camino de Legio Séptima no es lo mismo
que pasarse todo bajo el arco de triunfo, Arije y hay que pasarte por ese
epicentro del mismo sitio ya sé que tienes anchas espaldas y alforjas
esterones, artolas, baúl para guardar tantos agravios.
Puf. Todo lo que me echen.
Pero para él las calumnias las injurias no
eran tales injurias sino peldaños de la escalera del Cielo. ¿Agravios? ¿Tantos?
Sí. Señor. Tú sufriste muchos y marcaron tu santa faz en el Lithostros.
¿Entonces de qué coños te quejas? No seas zarrioso Arije. Vuélvete a casa. De
noche en Madrid todos los gatos son pardos y esta es la ciudad de los gatos.
Pasé dolores de Getsemaní pero sin Magdalenas pero sin magdalenas que ungieran
mis píes con pomos de nardo ni Verónicas que me salieran al encuentro con sus
paños. La conversación con el antiguo colega me ha dejado de un aire y sin
saber a qué carta quedarme. Nadie se solidariza con nadie. Nadie quiere saber
ni entender. Nadie te ayuda. Estás solo. Atravesamos el desierto el ponto
líquido. Tiempo de Acuario. Todo parece que fluye. Es líquido. Tiempo de
liquidez. Un moro bajó entonces por la escalinata con una gran alcatifa a
cuestas. Era un mohamé manumiso exarico para los que Madrid nunca será Madrid
sino Majerít. Al menos ellos tienen esa idea. Para ellos no ha pasado
AÑO NUEVO ESCUCHO LAS
CAMPANAS DE SAN DANIEL
Primero de año estreno
doce nuevos meses de vida. Arije se levantó después del gran catarro que amargó
su nochevieja. Escucharon villancicos en la radiogramola y bailaron algo, salsa
sobre todo que es la música que baila su mujer orígenes cubanos. Arije se
desposó con una Ceiba. Misa en el Vaticano cantada en latín tan de su gusto.
Vio al papa cojo. Le dio un poco de pena aquel hombre. Cojea el padre Bergoglio
y cojeamos todos pero ahí vamos. Tampoco canta este pontífice. Lo que más le
gusta dél es su devoción a la madona inspiración jesuita. Al final del oficio
se cantó ante el pesebre Alma redemptoris
mater pero el portal no estaba tan iluminado como otros años. Luego paseo
por Reina Victoria y tuvo la dicha de escuchar las campanas del Día de
—Populum voco. Mortuos prango. Vulnera frango[4] y aquella voz sonora del
viejo monasterio san Daniel uno de los
muchos monasterios del Cíngulo Dorado— el circulo de oro constituido por
torres, espadañas y muros sagrados o sacra menia que circundaban Madrid por la
parte norte y sur de Moncloa—le retrotrajo a aquellas maravillosas enseñanzas
que había aprendido sobre la liturgia romana en sus años de seminario. Tuvo el
convencimiento que la iglesia no son las encíclicas papales ni la doctrina con
moralina sino algo mucho más alto lo que eleva el corazón. Es la teología, las
súmulas tomistas y el gran acervo de
la tradición. En el monasterio de san Daniel escuchaba la misa de cazadores el
rey Enrique IV al alba antes de recorrer los montes del Pardo a la caza de
jabalíes y en su sacristía al pobre rey segoviano lo envenenó un monje por
mandato de Palencia cuando regresaba del monte sediento y sudoroso. Diole al
monarca a probar una pócima de hierbas con mezclas aromáticas y gaseosa. El
tañido de aquel modesto campanario hoy convento de monjas le llenó de paz. Las
aves huían asustadas por el cielo de Reina Victoria, las palomas buscaban
refugio en las helgaduras de las tapias. En el Islam no hay campanas. Al moro
el sonar de la campana le asusta pero Arije se sintió ampliamente gratificado
en su catolicismo, un catolicismo ferviente que renacía en él cuando
Liturgia es el culto
publico a Jesucristo lo había aprendido él cuando era adolescente y no podía
desquitarse de esa idea. Tal vez por tozudez o por prejuicios. Arije era tozudo
y no precisamente uno de esos que cambian con facilidad de chaqueta. A Dios le
gustan los cantos de alabanzas y esta idea viene del antiguo Testamento. En la
liturgia converge Cristo con Sión y la cosa no tiene vuelta de hoja. Todo este
entramado es expiación, oración, acción de gracias, adoración sacrificial y
canto de alabanza. Ahora lo pretenden destrincar los adoradores de Satán.
La iglesia es una y múltiple.
Posee la gran riqueza de la diversidad de cultos en su capacidad de católica o
universal, apostólica pues proviene de los apóstoles. Está fraguada en símbolos
que por desgracia ignoran muchos de los fieles que participan en los cultos
(santa ignorancia) pero es menester entender las ceremonias y rubricas de los
diversos cultos rituales. En la iglesia occidental existen varios ritos
distintas fórmulas de adoración: el galicano francés, el medulano de la iglesia
de san Ambrosio de Milán el bizantino griego y
muzárabe-visigótico que aun se celebra en la primada de Toledo A Arije
el rito muzárabe era el que más le inspiraba por su españolidad y sus
adherencias al bizantino. En él abundan preces y letanías — hesicasmo o
repetición de una frase pronunciada por Jesucristo o de los Evangelios como los
kiries que impetran la piedad del altísimo—. En mi opinión las lenguas
vernáculas han roto por una parte con la tradición y por otra vacían el sentido
en que el verbo divino habló en el monte. Por ejemplo en el ultimo evangelio
han traducido et tenebrae eam non comprehenderunt por no le entendieron
cuando en realidad semánticamente lo que significa es que la luz fulge y las
tinieblas no apagaron esta luz que vino de Oriente. Los motetes, los himnos
eucarísticos, las secuencias forma parte de un fenómeno privativo del
cristianismo: la filocalía o amor a lo bello del que carecen los otros credos.
Es el Cristus Musicus que se
entroniza a través de las musicales notas en el pantocrátor. Además, las
vernáculas han despojado a la iglesia de su universalidad ingénita. Arije no
podía por menos de vapulear las enseñanzas del Vaticano II. El creyente tiene
la obligación de estudiar su fe y de iniciarse en lenguas que le son ajenas
como el latín o el griego o el hebreo como hacen los talmudistas que estudian
constantemente la palabra de Dios. Rito de iniciación. Hay muchas cosas que no
se entienden sino a través del legado de la fe. Y estos misterios nos vienen de
los ritos órficos de donde arranca en parte la liturgia romana que quiere quiso
cristianizar el paganismo y en la vida todo es liturgia y rito, fulgor,
normativa y regla, cauce de convivencia, lo que diferencia al ser humano de los
animales irracionales. Los símbolos nos cercan a Dios. El pez, la paloma iztios, axios el crismón el anagrama que llevaban los legionarios
cristianos en tiempos del emperador Valerio. Los que atacan a la iglesia por
esa milonga de los abusos sexuales que siempre los hubo y los habrá desconocen
esta categoría primordial de nuestra religión. Reducir el depósito de nuestra
fe a los pecados de la concupiscencia humana es una aberración. La liturgia
católica tiene estirpe teatral. Conviene recordar que el teatro nació en los
atrios de los templos cristianos. Autos de navidad y de pasión: Shakespeare,
Calderón, Lope, Tirso y luego la riqueza estatuaria de los ábsides capiteles y
cimacios románicos con la representación de las sibilas, el infierno, los
martirios, las misericordias del coro donde quedaron labrados algunas
advertencias donde colocan sus posaderas los canónigos sobre la presencia del
maligno den el mundo al cual
Arije después de estas
consideraciones y halagado por la presencia viva del Cristus musicus se
santiguó y entró reverente en el pórtico de la iglesia de san Daniel. Las
campanas seguían propalando su melodía a la ciudad de Madrid anunciando orbi et
orbi
Bajé la cuesta, era tan
empinada que con frecuencia el tranvía se atascaba por no poder con tanta
gente, los estudiantes se bajaban y a empujar. En una esquina la casa chalet de
Sebastián Miranda que velaba las armas cara al sol y los aires de la
universitaria. A izquierda de la bajada se abrían las bancadas del Estadio
Metropolitano y todavía el viento de la sierra del recuerdo traía y llevaba los
sones de aclamación cuando Collar desde la extrema izquierda marcaba Gooool, el
grito de júbilo resonaba por toda
El bulevar en rampa de
Reina Victoria cambió de nombre. Daría luego en llamarse Roca Tarpeya de
Salamanca. Ya se sabe lo que naturaleza no da no te lo presta Salamanca.
Cuestión de másteres. Los másteres de Perico el de los Palotes que quiso ser
presidente, sentarse de culo en Moncloa alto paramentos aunque haciendo trampa.
Los tiempos de Donald Trump fueron una trampa cuando sonó la trompa de
Eustaquio por
─Perico, tú machaca todo
lo que se ponga delante de la torre de tu tanqueta. Acaba con los Españoles sin
piedad, límpiate los mocos con la bandera de España y luego los trapos que te
sobren los trae para acá.
─Yes, Sir
Y allá que se fue el
obediente Pedrito cargado con sus masteres, arrastrando las chuletas de las
páginas que copió con su cara de guapo. El enemigo no tenía que embarcarse en
un nuevo Vietnam los gringos son algo gallinas en cuanto empiezan a llegar
féretros de soldados abatidos por el fuego del Vietcong. Bastaba un caballo de
Troya para tal operación y darle el gobierno. Por la avenida bajaba la manada.
Gora san Fermín.
Todos los días en Madrid es San Fermín y
violan a una como en Pamplona esos putos sevillanos de la infame Manada recua
mogote y brazada de depredadores sexuales siendo el más conspicuo uno que
llamaban el prenda el más aguerrido el más picha brava el que la tenía más
larga una verdadera garduña de Sevilla. Cogieron a una pobre chica que venía de
los toros de San Fermín la bajaron las bragas y allá en un portal mismo y
haciendo un standing up se la pasaron
por las armas coito en cuadrilla, hubo un juicio y salió un rábula en defensa
de los fementidos y dijo:
─Señorías, toda vez que la
muchacha dijo no pero un no es siempre sí en estos casos no se puede demostrar
el estupro.
Hubo en el país una
verdadera conmoción. Las Fem se lanzaron a la calle indignadas al amparo de la
consigna: “un no es no y un sí es sí”. Cercaron la audiencia y tiraban los
sostenes a los magistrados se quitaban las bragas y se las tiraban a los
magistrados a los hocicos. A todo esto las reinas de las mañanas tuvieron
afrecho de su duerno mediático durante muchos días y las anarosas y las susanasgrisos
no paraban de darle al chisme de la propaganda. Los fulanos de
─Señora ministra, su
señoría tiene un culo muy prestoso y redondito. Habría que ponerla mirando para
el Cristo los faroles para pasar la tarde.
El mozo de san Fermín
bajaba por
Era la hora de consultas
en el clínico y los tranvías venían atestados de hombres y mujeres que acudían
a ver qué tal andaban sus parientes hospitalizados. Sobre los setos de madera
de boj que circunvalaba al gran caserón de la muerte en cuyas salas se peleó
con tanto denuedo en la guerra civil, pasaba lista
▬ Quiero más. Dame más
▬¿No tuviste bastante? Pues
vale ya.
▬Chavala, tú eres
insaciable.
▬Give me more. Give me more. I want it now.
▬Otro toro que este no
vale. Pase el siguiente
Y esta era la lúbrica
historia de los violadores en cuadrilla que jaleaban las prensas nacionales sin
ningún pudor.
Él pensaba en Etsi aquella
novia que tuco y le hacía el amor en el 600 sin llegar a más. Tonto que fui,
pensaba para sus adentros, con las mujeres no valen medias tintas.
El arcabuz fue el arma más
letal hasta que se inventó la bomba atómica fulminante y esparce un hongo de
muerte al estallar. Carlos V el emperador se lamentaba maldita la hora que a un
chino se le ocurrió descubrir la pólvora. El salitre, el azufre, el carbón y la
mecha cargan de muerte a cualquier artefacto. Picos, palos y azadones. Suban
todos a cobrar que llegó el administrador. El personal hacía cola ante los
cajeros automáticos. Ya no había que acudir al banco para pasarse por caja.
Bastaba con apretar un botón. ¡Qué cosas inventa el hombre blanco! Desde el año
89 todo ha cambiado para bien y para mal. El mundo es distinto así en Ciudad de
Méjico la más populosa del globo como en Becerril de Campos donde no porta en
invierno un alma. ¿El nuevo terror del milenario?
II
LUNA DE ENERO
Lunas fuertes de enero
cuando las gatas tienen celo y en las radiantes noches los árboles desnudos
tiemblan bajo la helada. Había pasado las navidades en su tabuco acariciando
sus recuerdos circundado de libros y de papeles. Le vino bien a su salud el
ayuno pascual. Asistió a la misa de gallo por Internet que celebró el patriarca
Cirilo de Todas las Rusias el adalid que luchaba contra las fuerzas oscuras.
Aquella orgía de voces angelicales, iconostasios de marfil el Pantocrátor en lo
alto de la cúpula, casullas recamadas y el diacono que cantaba:
— Xristós rasdaets piite i pklanite yevó
(Cristo ha nacido venid en adoración)
La catedral de
▬ Los feministas follamos más y mejor que los de la
ultraderecha,
La palabra ultraderecha y
fascista no se le caía de los labios a los de You can que se sentían
amedrentados e impotentes ante Vox un movimiento que arrasaba. Mucho presumir
de potencia sexual y seguro de que el miembro no se les ponía erecto para
cubrir a las cabras locas del Contubernio Fem.
Arije no tenía que ver con
la ultraderecha. Era un anarquista, un rebelde como lo fue Jesucristo contra el
Sanedrín y se sentía satisfecho consigo mismo por haber dado testimonio pero
sus días los pasaba oculto en su esconce y las noches las pasaba en blanco a
causa del dolor de España que lo afligía. Después de salir de la cárcel por
haber asesinado a la funcionaria roja (fue una lacra en su vida pero tenía
demasiado temperamento) se refugio en el sotabanco de Majadahonda. Le había
quedado una pequeña pensión, podía pagar la pensión el resto lo gastaba en
tabaco y en libros en la cuesta Moyano. Nada sabía de su familia. Etsi había
venido a verle dos veces a la cárcel pero desde el año 92 no volvió a saber de
ella. Asumía que había encontrado pareja.
Aquella mañana amaneció
radiante. Los niños de Madrid había sacado a la calle sus camionetas, sus
hombres araña y las muñecas que les trajeron los Reyes Magos.
Pese a sus dolamas tanto
espirituales como corporales se sentía contento. Había llegado la hora de
romper el ayuno. Se fue a comer al Julifer. Allí todo seguía igual que hacía
diez años. El Santis en la barra y
—Coño, yo creía que te
habías muerto.
No supo qué decir ante tal
insolencia. Pidió lentejas, gachopo y una botella de vino. De postre arroz con
leche y un chispacito de coñac.
Había tres o cuatro
individuos en la barra discutiendo acaloradamente sobre la derrota del Madrid
ante el Alavés. Nadie hablaba de política. Abandonó el local satisfecho y por
aquel dicho de que de la panza sale la danza recuperó su buen humor pero ya en
el autobús camino de casa empezó a sentirse mal. Le daban arcadas pero no podía
vomitar. Se le puso cara de luna de enero.
En la parada final se
acurrucó en un banco.
— ¿Se encuentra usted mal,
señor?
—Si llamen a una
ambulancia. Me muero.
Llegó una ambulancia y
Arije fue conducido de inmediato a urgencias. Allí perdió la consciencia.
Cuando despertó estaba en el quirófano de Puerta de Hierro rodeado de tubos de
mascarillas y de electrodos, enchufado a una maquina todo su cuerpo. La medico
una muchacha joven se acercó:
— ¿Qué comió usted hoy?
—Lentejas y cachopo, algo
de vino y un poco de aguardiente.
— ¿Dónde?
—En un bar regentado por
amigos míos
—Señor, pues en las
lentejas le colaron belladona ¿No se dio cuenta? Es un veneno que puede causar
la muerte pero al parecer es usted hombre de complexión fuerte.
—No. Las lentejas estaban
buenísimas.
—Le hemos hecho un lavado
de estomago. Creo que se recuperará. No obstante, quedarán secuelas.
Arije no maldijo a los que
le quisieron envenenar. Lo aceptó como castigo por sus pecados y un aviso del
cielo para no volver a pisar nunca un chigre, tabernas, una fonda sin
homologar. Dios le había salvado de las garras de Erifos y de
SAN ANTÓN
Dio gracias a Adonai por haber salido con bien del intento
de envenenamiento en el mesón de
En su esconce todo seguía igual. Un cuadro del Arcángel san Miguel le saludó
bajo la puerta. Vuelve a casa, pan perdido. En la calle, la rutina de siempre,
los mismos ruidos. Allí le aguardaban sus libros de rezos, sus estampas de
vírgenes y sus rosarios colgados de la pared y las linternas y palmatorias para
alumbrarse de noche. Había meses que le cortaban la luz por falta de pago y
estos hachones magnéticos le hacían buen servicio cuando se iba la
corriente.
Uno de los rosarios era enorme medía dos metros y los dieces enjaretados en un
cordel de esparto los cinco misterios con los cinco gloriapatris rematando en
una cruz fabricada con la roña de la corteza de un pino santo que talaron para
ayudar a los creyentes en la devoción de santo Domingo los jerónimos del Parral
de Segovia, carpinteros a lo divino que hacían bancos y cruces para las
parroquias. Pero este sarta piadosa tenía cierto valor histórico porque había
pertenecido a Sor María de Agreda a Gumersindo Manahén Arije le inspiraba gran
devoción esta mística doctora que escribió más de veinte tomos sobre
Mediante dicha gracia ayudó y consoló en sus noches tristes a los misioneros de
Nueva España, así que mientras la priora de Ágreda en alma oraba sentada en el
coro de su convento su cuerpo era transportado por los ángeles al Nuevo Mundo.
Testigos presenciales la vieron bautizar a los indios de Guanajuato y gracias a
sus dotes los mexicanos conocieron las doctrinas de Jesucristo. Fue a visitarla
el rey Felipe IV a su regreso de su triunfal campaña en las guerras de Cataluña
fue aplastada la rebelión de los barceloneses levantiscos y la monja y el rey
se hicieron amigos. Es copiosa la correspondencia que se conserva de las cartas
entre el monasterio y Palacio. En ellas sor María amonestaba con dolor pero sin
acrimonia al monarca por sus excesos y amorosos desvaríos. Felipe IV tuvo fama
de mujeriego. No paraba de sofaldas damas de la corte e incluso aguadoras de
Madrid y actrices tan famosas como
─Eso que su merced realiza, Majestad no sólo ofende a Dios y le
conduce al infierno también está muy feo─ le reconvenía la madre superiora de
las concepcionistas de Agreda.
─Ya lo sé, reverenda madre, pero no puedo. No puedo.
El cuarto de los Felipes, decía el doctor Marañón, tenía una libido
desbocada, era insaciable. Si hubiese sido reina hubiera padecido de furor
uterino. En todo caso su sensualidad se parecía a las de las mujeres. Sus
biógrafos no ocultan que llenó el reino de bastardos. Engendró a más de de
setenta hijos naturales y hasta podría ser que llegara a tirarle los tejos a
sor María que era bastante guapa pero no consta porque era una santa y devolvió
escandalizada los billetes enamorados que el rey le mandaba hablándole muy
seriamente de las penas del infierno y del cruel destino reservado a los
concupiscentes en las Calderas de Pedro Botero. A don Gumersindo le hacían reír
estas cosillas. Pensaba que el catolicismo en su rama conversa está obsesionado
con las llamas infernales y con el sexo pero él ya no era joven para escandalizarse
por tales asuntillos. Mirando las cosas con cierta distancia y sin
apasionamiento, la misión de los reyes es engendrar muchachos y la obligación
de las reinas parirlos. Ardua tarea porque muchas de aquellas pobres y tristes
reinas morían de sobreparto y no alcanzaban la edad provecta. De este peligro
nos advierte una visita al pudridero del Escorial donde se amontonan las
sepulturas de recién nacidos perro España y yo somos ansí, señora. Que quieren
vuescerdes que yo faga. El rey Felipe no lo podía remediar trigger
happy de bragueta pero nunca probaba el vino, la probaba la caza y
tenía un gusto exquisito por la pintura. San Antón la gallina pon y hasta san
Antón pascual son. El padre Ángel estaba solemne y más orondo con un ocho que
no le cabía un piñón por culo bendiciendo a los burros, los perros y garos del
todo Madrid. Abrió las puertas del templo en la calle Hortaleza a los nobles
brutos Dios le perdone porque ese clérigo asturiano culo de mal asiento que
tiene un sexto sentido para sacarle la pasta a los famosos desconoce que a las
fieras no les está permitido pisar sagrado y un día de San Antón yo vi a un
gran danés tan enorme como un oso andar por la predela olisquear las vinajeras
de la credencia en el altar mayor. El perrazo entre gruñidos y ladridos se puso
a cantar la epístola de la misa del día a los desamparados de Madrid. Su
aspecto era feroz como el de un Rotweiler. Creo que aquel bicho era la vera
efigie del diablo que se le había colado al padre Ángel entre los vuelos de sus
sotana ínfulas animalistas y buenismo pero no vamos ahora a sacar las cosas de
quicio.
FUEGO AMIGO
Arroaban los
jabalíes crotoraban las cigüeñas crascitaban los cuervos relinchaban los
caballos mugían las vacas croaban las ranas mayaba la gata, cantaban los canarios,
gruñías el puerco, silababa el búho mayaba la coruja, cacareaba la gallina,
ladraban los canes de Zurita pero lo peor de todo es escuchar el aullido del
lobo en las noches de enero. El peor enemigo no es la fiera que te muestra los
dientes o escuchar al león rugir ante tu ventana sino el vecino que te pasa la
mano por la espalda. Los borregueros de Turégano se han echado al monte con sus
borregos y Valdivieso es un divieso en carne viva. ¿Estos son tus amigos los
curillas? Pues mira cómo te maltratan. Todos sienten hacia vos rencor y
omecillo. La ira no se les cura. El tuerto de Intereconomía devanaba historias
increíbles. Quería ser el primero. Me lo pido y lo mismo hacían Pío Momas y
otros autores carentes de ingenio. Explotaban el filón. Franco era una mina.
Tenían que eliminar al otro para que no les hiciese sombra y abrirse brecha a
codazos. Ya decía don Miguel que vivimos en un país de rencores pero ese toro
de Intereconomía no es un miura sino un bull de los de Rockefeller. No te fíes
mucho del pelo blanco va a lo suyo. Él y el tuerto pretenden ser los defensores
de España pero su afán es enriquecerse a sí mismo. A derecha e izquierda se
alzan los farallones derruidos de la patria mía. Tú sigue tu ruta, no hagas
caso. La chati del Pigtail se limpiaba el coño con una teja y ahora tiene en su
reserva papeles higiénicos perfumados, vive en una dacha de Galapagar. Adiós
Vallecas. Ellos defienden al obrero… de lejos. La política se ha inventado en
España para chupar imagen, henchir los bolsillos, discursear y pedorrear.
¡Pécoras! Arrúan los jabalíes ya digo. El Santi y la farota de
FUEGO AMIGO
ARROABAN los
jabalíes crotoraban las cigüeñas crascitaban los cuervos relinchaban los
caballos mugían las vacas croaban las ranas mayaba la gata, cantaban los
canarios, gruñías el puerco, silababa el búho mayaba la coruja, cacareaba la
gallina, ladraban los canes de Zurita pero lo peor de todo es escuchar el
aullido del lobo en las noches de enero. El peor enemigo no es la fiera que te
muestra los dientes o escuchar al león rugir ante tu ventana sino el vecino que
te pasa la mano por la espalda. Los borregueros de Turégano se han echado al
monte con sus borregos y Valdivieso es un divieso en carne viva. ¿Estos son tus
amigos los curillas? Pues mira cómo te maltratan. Todos sienten hacia vos
rencor y omecillo. La ira no se les cura. El tuerto de Intereconomía devanaba
historias increíbles. Quería ser el primero. Me lo pido y lo mismo hacían Pío
Momas y otros autores carentes de ingenio. Tenían que eliminar al otro para que
no les hiciese sombra y abrirse brecha a codazos. Ya decía don Miguel que
vivimos en un país de rencores pero ese toro de Intereconomía no es un miura
sino un bull de los de Rockefeller. No te fíes mucho del pelo blanco va a lo
suyo. Él y el tuerto pretenden ser los defensores de España pero su afán es
enriquecerse a sí mismo. A derecha e izquierda se alzan los farallones
derruidos de la patria mía. Tú sigue tu ruta, no hagas caso. La chati del
Pigtail se limpiaba el coño con una teja y ahora tiene en su reserva papeles
higiénicos perfumados, vive en una dacha de Galapagar. Adiós Vallecas. Ellos
defienden al obrero… de lejos. La política se ha inventado en España para chupar
imagen, henchir los bolsillos, discursear y pedorrear. Arrúan los jabalíes ya
digo. El Santi y la farota de
OJO DEL CULO. OJO DE RA. OJO FLOGÍSTICO
Llegó a casa desaforado, sintiendo el aliento de los alanos de
San Antón que ladraban en clave oenejé azupados el padre Ángel aquel cura
trabucaire asturiano. Canes en la iglesia mala cosa. Es como decir vienen
sastres, al infierno vamos y en la lúcida mañana de invierno sacó, ganado su
esconce, refugio de sus libros, radios y rosarios, la petaca, atascó la pipa,
hirvió café en el infiernillo aquella infusión le sentaba bien para aplacar su
conciencia y mitigar el hambre que siempre padecía, prendió la cachimba que era
su mejor amiga en tiempos de desolación, cimbel y zumbel la peonza de las
añoranzas daba vueltas, girando sin parar, se acordó de su amigo Nilo que
acababa de tirarse al tren. Nilo escritor en tiempos infaustos del reinado del Rey Borracho al que sucedió su hijo Tontolinón VI al que llamaban medallas pues sólo exhibía su
borbónico valor en los desfiles y besamanos había acumulado una intensa obra.
Le había legado sus cuadernos, varias novelas impresas a ciclostil. Nilo,
inédito, literato sin suerte pero con harto talento, se equivocó de época.
Arije guardaba en los altillos del chiscón de Majadahonda las obras de su
amigo. Las publicaría algún día si tuviese dinero. Lo haría. Aguardaría
ilusionado la llegada de los paquetes que le enviaba la editorial contra
reembolso, iría por las librerías. Los libreros los pobres que estaban muy
alcanzados porque los Mandiles no prohibieron la censura pero se empeñaban en
poner astillas en el carro de Baodicea, atascábanse las ruedas y tal infamia
era una forma de inquisición encubierta. Eres escritor tú publica, luego yo me
encargo de que te los comas con patatas. Estando en esta los autores nuevos se
estrellaban contra un muro peor que el de Berlín. La literatura sería un
ejercicio inane. Ahí van dos maricas y uno que escribe dijo Cela en la
“Colmena” Los jóvenes novelistas estaban condenados a masturbaciones mentales o
a suicidarse. Aquí sólo sale adelamte el que yo diga y sólo editará el del
pensamiento correcto. El esquema de acabar con la rica, maravillosa y sufrida
historia de la literatura española sólo entraban en tórculos autores ingleses y
norteamericanos, formaba parte del proyecto de destrucción de España. Querían
degollar su cultura y trucidar sus sueños. Nilo Popín admirador de Francisco de Quevedo se suicidó amargado de
verse obligado a comerse las ediciones de sus obras. En las librerías le
rechazaban sus textos por no tener distribuidor. La luz de enero se colaba por
el montante. De allí llegaba el ruido de la calle. Majadahonda se había
convertido en una ciudad populosa arrabal de Madrid. Las tenadas de los
pastores de
"Don Nilo el hombre,
librero de lance, un santo varón, un justo de Israel, amor en tiempos revueltos
(ya ha vuelto a salir la frase hecha) desde que lo suspendieron de empleo y
sueldo porque, condenado a galeras, le pusieron de compañero de terna a un
marica, y pederasta, erudito muy ilustre de la ciudad de Burgos, conversación
amena pero que tenía una debilidad imperdonable por el culo sobre todo por el
de los niños inocentes y don Nilo el hombre viéndose condenado no hacía otra
cosa que lamentarse de su mala suerte y echaba pestes contra
Ahora ¿qué hago?,
preguntóse a sí mismo. Pues vender libros, hacerme librero de lance e irme por
ahí por los mercadillos con mi camioneta, se dijo don Nilo, resolutivo. Leer,
escribir, soñar era lo que más le gustaba. Vivía en una nube pero de menos nos
hizo Dios. Escogió la plaza del Arrabal de Arévalo como centro de operaciones y
allí que se plantaba cada martes con su vehículo, montaba el tenderete y se
instalaba al lado de un banco. Venían pocos clientes. Había traído un taburete
y allí se sentaba con los tratantes, con los pegujaleros de Martín Muñoz de
Posadas que venían rebosantes las artolas de sus burros de lechugas, berzas y
tomates a vender género de la rica huerta; con los labradores ricos marañeros,
a los que decía que el Arrabal fue plaza famosa donde tuvieron el punto otrora
perailes, licenciados de Flandes y picaros. Como el Potro de Córdoba, el
Perchel malagueño, las gradas de San Felipe en Madrid, el Azoguejo etc. Estas
plazas españoles tan esplendidas tan aseadas enmarcadas en soportales fueron
coso de la filosofía, albergue del espionaje, descansadero y punto de acogida
de la picaresca y centro de operaciones de la gente del bronce pero también de
hidalgos honrados que planeaban su viaje a las Indias. Hablaban de mujeres, de
trigos, de cosechas y otras noticias por ejemplo de quien había fallecido
aquella semana, un crimen truculento como el del alimañero que mató a un
dentista un día que regresó al hogar y encontró a la mujer con otro. Por
aquellos corrillos pasaba la vida cada martes, el revolver de los ciclos, el
girar de las estaciones por el círculo del sol, que cambiaba los rostros y
arrugas las viejas heridas, pasaban los años mudaban las épocas. Eran gente del
común, sangre municipal y espesa a la sombra de la torre de la iglesia. El
reloj de sol empotrado en gran hastial cónico del paramento de la iglesia de
Santo Domingo debajo tenía un letrero que decía:
-Tempus fugit
Sonaban las
campanadas del mediodía en el carillón. La campana anunciaba con su vozarrón
noble que espantaba a las palomas y a los vencejos revoloteando por las
socarrenas del muro la hora del Ángelus. Los paisanos que andaban abajo
hablando de sus cosas y haciendo tratos por los corrillos se quitaban la gorra
en señal de respeto y se quedaban mirando para lo alto del campanario donde
extendía sus brazos el Cristo. Mediodía la hora que come el papa. Vayamos a
tomar un chato en Casa Pinilla. Eso está hecho, hombre. Todo como en la edad media.
Arévalo es católico, noble, feo y sentimental (la plaza se ganó a los moros sin
combate en un torneo a primera sangre entre don Bernardo Serantes y el rey
Abdelaziz) y pienso que cree en Dios aunque no lo haya visto nunca porque fe es
creer lo que no vimos. Don Nilo se levantaba de la tajuela que compró como
regalo de caridad a los locos de Quitapesares que luchaban las acometidas de
sus paranoias con trabajos mentales, miraba para el cielo sumido en un
respeto reverendo para luego seguir la lectura de su autor favorito don
Francisco de Quevedo y Villegas El Grande y se metía en otro mundo arrollado
por la cadencia de su prosa.
Por la puerta de
Santo Domingo (Dios le perdone a don Nilo) vio en ese momento a un teatino
salir dando voces. Vaya por Dios pues las gracias y desgracias del ojo del culo
escritas por Juan Lamas el del Camisón Cagado y dedicadas a doña Juana Mucha
Montón de Carne las firmó el poeta en un momento de inspiración y editadas por
un maestro ocultista: Daniel Lebrato y trata de algo tan humano como son las
ventosidades porque si no cagas te mueres y si no te pees no estás a gusto.
Caga el rey, caga el pato, caga el águila, y caga el mulo que según
come el mulo así caga el culo por antonomasia. Peyose Colasa que
suele hacerlo a lo bajini atufando toda la casa. Nueve orificios hay en el
cuerpo humano y los nueve dimanan, o echan flojo sobre todo en las mujeres que
son sólo cañerías (vista, oído, olfato, el agujero por delante y tripa cagalar
en detrás, estos dos últimos son singulares, los tres primeros van en pareja y
todos al de por junto empalman como el último de los sentidos, el que posterior
muere, que es del tacto) aunque hay algunos que afirman la existencia de un
décimo el flogístico, el que llaman ojo de Ra. Ojo de Dios con el que los
imagineros paleocristianos representaban a la primera persona de
Según don
Francisco los más importantes pero muy pecadores son los de la frente el ojo
del culo es el más inocente y por él poco se peca aunque a los de la cáscara
les sea puerta del vicio nefando locus horribilis. Que de los placeres sin
pecar, el cagar. Sí caga alegre, caga contento pero caga adentro. Y la mujer
que un pedo suelta no puede ser sino desenvuelta. Ese lugar por donde no daba
el sol hasta que llegaron los nudistas es redondo y bien trabado un círculo
perfecto de la naturaleza donde caben todos los signos del zodiaco y aunque no
es tan claro como los de la cara tiene más hechura… lo tenemos tan guardado
pringado entre dos murallas y amortajado en una camisa, envuelto en unos
dominguillos y envainado entre dos greguescos que cuelgan como dos falderillos,
avahado en una capa que por se dijo béseme
vuesa merced por donde no da el sol y amargan los pepinos.
Sin su
reverencia no se puede vivir porque no cabe la posibilidad de un ojo del culo
que sea tuerto todos miran hacia lo profundo del cuerpo del que expulsan cuanto
sobra. Eso sí; es poderosísimo porque ha muerto muchachos y marchitado yerbas.
Es paciente y serenísimo, jamás se inmuta aunque a veces lo agobie el picor de
almorranas y otorga un placer de los que no suelen desamistarse con ninguno de
los diez mandamientos pues no hay gusto más descansado que después de haber
cagado. Por eso cantan muchos coplas cuando desembuchan o leen un libro cuando
van a la letrina el tiempo de cagar es hora plácida. Es docto y filósofo amparo
de soledades porque se nace, se muere y se caga solo, es tarea en la que nadie
te ayuda. Y el buey suelto aunque a él con la lengua no puede llegarse a no ser
que seas malabaristas. La mayor parte de los cristianos, moros y judíos se lo
alcanzan con una teja o con la hoja de un periódico español de ahora mismo que
sólo valen para cumplir la noble tarea de limpiarse sus miserias cada uno con
los artículos de la prensa sural.
Le cumplen nombres
infinitos, llámenlo trasero porque siempre va en retaguardia. Es la popa del
barco que sufre las inclemencias e injusticias de los temporales ayudando a la
navegación de proa y dando a la barca de san Pedro cierta estabilidad para que
surque con la roda del buque los mares de espuma. Los dómines latinos dieronle
el título de antífonas por oficiarse siempre al cantar de dos chantres porque
juega a pares y nones entre las nalgas. Le dicen trancallo los asturianos porque es el portillo que tranca y
abre la puerta de los mojones y también manojo de llaves por lo redondo de su
forma.
— ¿Hay quien puje?
— Tráigame el bacín
vuesa merced.
—¿No hay quien dé más?
—Sí don Artur Mas al
que la boca se la hizo un fraile
—Pues que se meta las
pesetas por ahí el muy avaricioso y cretino cabalino.
Son provechosos sus
mojones. Lo que excreta nos sirve de abono y luego de alimento, en la
naturaleza nada se crea ni se destruye sólo se transforma como la energía. Y
como el pedo suele ser cosa alegre que sirve de risa y pasatiempo. El culo no
suele meterse con nadie pero recibe demasiados azotes y descargas y en cierto
bares de Malasaña hay que entrar con clípeo en el salvohonor pues ese ojo
acullá suscita miradas lascivas.
Julio Cesar el
emperador era aficionado a las peleas de gallos y hacía durante el transcurso
de las mismas, concursos de pedorros. A ver quién pee mejor. El que más fuerte
atronase se llevaba una corona de laurel y cien denarios. Al Cesar tales
competiciones le divertían muchísimo.
Compañero es del amor
porque hasta que dos no hayan peído sobre un mismo colchón no se tiene por
seguro que haya habido coyunda ni amancebamiento. También declara amistad
porque con pedos los señores suelen divertir a los amigos. Se dice por ejemplo
que “soltó un preso e hizo al culo alcalde”. De ahí le viene el nombre de
alfaneque de las tripas y redentor de gases cautivos. Fuesele una pluma, irse
de bastos, marchó sin decir adiós, señor de Argamasilla cuando sale chilla.
Quien se ha peido que huele a tocino quien se ha cagao que huele a bacalao. Tú
por tú que fuiste tú.
Tirarse un cuesco es
asimismo voz aceptada y muy extendida por seminarios y conventos. Nadie sabe el
por qué se confunden las ventosidades de los mamíferos- la burra de mi abuelo
también se peía- con el fruto de los vegetales. Será por lo rotundos y la
morfología esferoide de la tripa cagalar esto es el ano. No vayamos a confundir
el culo con las témporas"
El pobre Nilo escritor y
periodista segoviano que en paz descanse no tuvo fortuna en la ardua carrera de
las letras y no lo hacía mal sólo que le cayó aquella malaventura que enuncia
Tras las conmociones
del viernes de
Dolores – las
profecías empezaron a cumplirse en los meses que aguardan a la gran traición-
ojos claros pero turbios se despacha a sus anchas en sus instintos e institutos
de venganza (give me more). Calixta la novia que tuvo neozelandesa con
su cara de kivui y su voz atiplada de cupletista pelirroja le gritaba aquella
frase imponente, Moisés bajó del Sinaí con las tablas de la ley en mano, y yo
sólo soy un pobre mortal, mientras hacían el amor en la scullery de
su piso con derecho a cocina junto a la estación de metro de Earls Court en
Londres. Oh Emiliano. No seas marrano, dame más. Me he quedado sin tralla “Me
dejaste a buenas noches”. Calixta criticaba la forma inconsiderada que tenía Emilio
de hacer el amor y su engorde. Se había comprado unos pantalones en
Marks&am-Spencer que le daban un aspecto payasil muy holgados de cintura y
desde entonces le puso el mote de Emiliano Pantalones. Eran grises
como la luz de atardecer que iluminaba su penthouse de soltero en la
calle Jardín de las Flores entre Fulham y
Quedó Arije
confundido después de la lectura de aquellos párrafos póstumos y contundentes.
Que nunca verían la luz de las imprentas, condenados al polvo del olvido al
rebujo de los altillos de su biblioteca. Cuando él muriera o se mudara de
domicilio, irían a la hoguera o vendidos al peso del papel. Vanidad de
vanidades. Mala suerte tuvo Nilo. Mientras la radio coreaba consignas de la
guerra y caza del macho (la lucha de clases había sido sustituida por la lucha
de géneros que cuando él iba a la escuela se resumían en tres equivalentes:
masculino, femenino, neutro o epiceno y ahora todo era lo mismo, rajitas y
rabitos habían sustituido a los cristos en las escuelas de párvulos) él bajo a
la calle y se subió al viejo cadillac destartalado que había comprado a un
coronel americano de la base de Torrejón. Lo tenía aparcado en una riera
cubierto de polvo y cargado de kilómetros y mandó al volante que lo condujera
hasta el cementerio de Brunete. En uno de los nichos que tenía un epitafio que
daba que pensar "nací, amé, luché, vencí, perdí, morí ¿resucitaré el último
día?" colocó un ramillete de madreselvas. La sepultura la presidía una
cruz latina con cuatro palos a la manera rusa. Nilo dejó en sus mandas escrito
en un papel antes de suicidarse que quería ser enterrado por el rito ruso, que
durante el sepelio sonase la grabación de una misa de resurrección que registró
el año 87 durante una audición de onda corta por Radio Sputnik. Una de las
aficiones del segoviano aparte de la literatura era el diexismo. Hombre
profundamente religioso y reverente Nilo era del parecer que el Vaticano quemó
su mandato divino y entregó al diablo las filacterias y las arras de su misión
sagrada en el mundo. Pero si Roma prevaricó el patriarca moscovita se mantenía
incólume en la doctrina y sobre todo en el esplendor y boato de su liturgia.
Arije pensó que esto era una extravagancia de su amigo, no se puede cocear
contra el aguijón, y que los tiempos cambian.
Depositadas
cinco rosas en la tumba que guardaba los restos mortales de su amigo en el
cementerio campestre de Brunete al lado de los blocaos y casamatas recuerdo de
la cruenta batalla de 1937 la batalla de la sed se encaminó as Villanueva del
Pardillo donde uno de su pueblo Rufino Vírseda fue hecho prisionero por la
fuerza del general Casado. En su pueblo le dieron por muerto y cuando se
estaban celebrando los funerales por su eterno descanso en la majestuosa
iglesia de Cantalejo allí apareció Rufino Virseda licenciado del ejército tan
pichi. Su habilidad y su simpatía de tratante le granjearon la amistad del
comisario rojo y se pasó la guerra enchufado en un campo de prisioneros
nacionales en Valencia. El pueblo trillero tuvo por milagroso aquel suceso que
fue comentado en las Siete Villas, un milagro atribuido a
Los violines
sonaban ya a la hora del crepúsculo. El Dodge Dart que compró a Rodrigo Royo
tiraba millas subiendo la cuesta de Valdemorillo acercándose a las dehesas del
Escorial habitadas por fresnos gigantescos de macabras figuras. Decían que
desde una rama de estos grotescos sauces
—¿Qué estáis
haciendo ahí sinvergüenzas?
—Quiero
empreñar a mi señora. El ginecólogo cree que nunca se quedará encinta, vientre,
yermo
El paisano
miró para el entrometido con ojos feroces y prosiguió su tarea ya casi a punto
de terminar.
—A ver, a ver— contestó don
Manahén por decir algo corrido de vergüenza. Pero al volver la vista se dio
cuenta qué horror que el furioso sátiro empalmado desplegaba verga de casi
medio metro dos cuernos de morueco retuerto que le daban vuelta a la cabeza y
no se apoyaba en pies como los humanos sino en pezuñas. Era súcubo e incubo
como reza la tradición y la que estaba
entre sus piernas no era la vidente sino la alcaidesa de Segovia quien
profesaba a Belcebú profunda devoción, hasta el punto de encargarle una estatua
para ponerla frente al Acueducto, Arije dio un grito de espantó y huyó del lugar
para no volver más a Prado Nuevo. Había visto al diablo. Daba diente con diente
y no volvió hasta ponerse de nuevo al volante camino de Segovia.
Aquella
garamalla sin mangas tejida de un solo hilo -Cristo se desvestía y sus siervos
y seguidores duro colocarse ropajes, uno encima de, sotanas y dalmáticas, al
año que viene en Jerusalén pero caminamos de espaldas al monte calvario- abolía
el orden viejo. Los ornamentos de los dioses antiguos, de Júpiter Diana
Afrodita y Baco quedarían preteridos pero sus sacerdotes, sintiéndose desnudos
e incapaces de imitar al que pereció en la cruz en taparrabos, no harían otra
cosa en todo el tiempo que hacer mayor el cupo del “indumento”.
Casi me
desternillaba de risa pero aquella hora de grandes acontecimientos fue el
tiempo de los sobresaltos y de las confusiones (yo creía, pensé que; pues no
señor al revés te lo digo para que lo entiendas) y de las perplejidades. Nos
anegamos en un marasmo de sorpresas. Tú, Cristo bendito, viniste para confundir
a los mortales. Presuntamente quedaron sin vigencia las estolas las mitras las
cidarias el efod y todos aquellos ropajes que se ponían uno encima de otro,
negro sobre blanco, blanco sobre negro, para definir oficios y categorías
inciertas de flámines y peanes del mundo órfico.
Degolló
nuestros principios sin espada.
— ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otros?
—Por sus obras los conoceréis- respondió el Señor
Se rieron
dél, pero Él no vino a traer la paz al mundo sino un orden nuevo con todo lo
que ello implica: la destrucción de Jerusalén que fue desmontada piedra a
piedra y los campos adyacentes de su pomerium o arrabales,
arrasados y sembrados de sal. Al pie de la cruz escuchábamos el batir de los
tambores de los soldados de Tito casi tres cuartos de siglo de que aquel cerco
se produjera.
—¿Y no escarmentaron los judíos?
—Por vida de Minerva, ¡qué bah! Son pueblo duro de
cerviz, una alegoría de la sinrazón y estupidez humanas.
Era
Jesús un revolucionario. Vino a los suyos y los suyos no le recibieron; sin
embargo, no fue su obra atenazada por las tinieblas. Resplandeció su luz
venciendo a la oscuridad. Sus vestiduras de ajusticiado por una de esas
carambolas inexplicables que hoy confunden a los soberbios (la potencia se hizo
acto trascendente) y se encendió el fuego de la gran luminaria que ardería por
los siglos de los siglos sobre aquel pebetero puesto que nadie será capaz de
destruir el amor, eligiendo a lo más despreciable y abyecto del mundo,
que de los rechazados y humillados y ofendidos hizo él su piedra basal, en
menoscabo de la soberbia y de la confusión terrenales. Su doctrina no era de
este mundo pero venció al mundo con su evangelio.
Debió de
ser un revés para los sionistas mesiánicos. El libertador anunciado por los
profetas de Israel moría en el suplicio escoltado por dos ladrones Dimas y Gestas.
No me vengáis con bromas ¡Qué guasa! Vino a los suyos y los suyos no le
recibieron ─la frase de Juan que luego leí incansables veces martillea mis
sienes─ mientras los mercenarios, puesto que no se puede hablar de soldados
romanos, ya que el centurión Cornelio, un hispano nacido en Hispalis se negaba
a crucificar al Mesías pero ante la contumacia del sanedrín “tolle, tolle,
crucifige eum” (quita, quita, mátalo) no quería que el pueblo romano se
manchase las manos de sangre y contrató a una partida esclavos sirios para
hacer aquel trabajo. Los soldados de Cornelio estaban cabizbajos cuando se
rasgó el velo del templo, hubo una tormenta, tembló la tierra y oscureció a las
tres de la tarde. Para entretener la vela, mientras custodiaban al pie de la
cruz, se rifaban con el cubilete sus paños menores. Y cuando “cum voce
magnum” expiró… sonó el consumatum est que
hizo temblar los quicios de la historia, huyeron despavoridos y bajaban algunos
diciendo por el monte Calvario atentándose unos a otros para no caer debido a
la oscuridad que se hizo en el cielo de repente:
—Verdaderamente este era el Hijo de Dios.
El
Hijo del Hombre salvaba al mundo en taparrabos. Semejante desvergüenza ¿dónde
se vio?
La humilde túnica inconsútil era el
símbolo del siglo futuro. El que busca su vida la perderá. A ver queremos; un
signo pues ese no nos vale.
La
vida de todos los hombres por nuestra
salvación se la había echado el Inocente sobre los hombros a manera de chal
cobijando sus espaldas doloridas cuando, varón de dolores, al cabo de cinco mil
azotes y de 72 puntas de cambronera que es el peor de la especie de los espinos
y la más áspera de las zarzas que horadaron sus sienes trepanaron su frente
inmortal quedando ensangrentados los mechones de su rubia caballera y de su
barba taheña ¡Ah que nos miraba a todos con aquellos ojos dulces llenos de
perdón! Del primer pecado de Adán Él, varón de dolores, nos redimió. A mí
se me hacía muy difícil de aceptar, como romano, acostumbrado a mirar a los
dioses con un cierto escepticismo, ver aquel semblante de manso cordero.
Los dioses reinaban en el Olimpo para castigar y enviar rayos y
desgracias a los mortales. Si te enojabas con Júpiter, éste te taladraba con su
gario y te convertías en rana.
Con los
dioses no se juega. Antes de morir había que hacer mandas a Esculapio y se
ordenaba matar un gallo capón para que el dios de la salud tuviese una fiesta
allá arriba con sus amigotes y después de expirar tenían que sujetarte la
barbilla, abrirte la boca y meter entre los dientes una moneda para pagar al
Barquero. Tan mala costumbre acicate de la codicia fue un pretexto para
que en el mundo antiguo abundasen los profanadores de tumbas. El oro era más
importante que la deidad y en facto es la única divinidad que rige los
designios. Oro, oro y nada más.
Fue
ofrecido al pueblo en espectáculo de befa. Un esbirro lo empujó hasta la
balaustrada y Jesús apareció en el enlosado del Lithostros una caricatura de
ser humano, un guiñapo.
─Ecce homo…
ahí lo tenéis, cabrones, hecho un guiñapo. ¿No os basta? ¿No queríais que lo
castigase? Pues le hemos zurrado bien la badana. ¿No os dais por satisfechos? ─
dijo Poncio
— No — clamaron entonces los judíos.
La chusma
quería más sangre. Y contestó a la demanda del prefecto con palabras terribles
—Crucifícale, crucifícale, mándale al palo y caiga su
sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.
—¿A vuestro Rey queréis que condene a pena de muerte?
—No es nuestro Rey. Se hizo pasar por hijo de Yahvé.
Blasfemó.
Dada la condición
vil de la chusma, Pilatos tuvo miedo. Era el mismo morbo, el de aquellos judíos
soliviantados y nacionalistas, que el que impulsaba a la plebe de Roma a
cometer toda suerte de desmanes en el coliseo. Quería ver la sangre a chorros
de los andábatas sobre la arena y que cantasen el himno. Ave, Caesar, los que
van a morir te saludan.
Ecce Homo.
Le habían colocado un manto púrpura sobre los hombros como el que llevaban los
locos por las calles de Jerusalén, pusieronle una caña en la mano por cetro y
así compareció. No lo condenó Pilatos. Fue sentenciado a muerte por un tribunal
democrático, por mano alzada, que sometía sus veredictos a votación en la casa
de Anás y Caifás, sumos sacerdotes. Lo mataron los judíos. Pero la perfidia de
esa raza es alegoría de la condición humana, si se quieren mirar las cosas
desde un ámbito teológico, ajeno a toda manifestación racial. Sin embargo, el
pueblo elegido se convirtió en pueblo errante. Nunca tuvo paz consigo mismo.
Roma madre de pueblos ciudad del amor su nombre me retrotraía a
aquellas tardes de invierno en mi pupitre del aula de estudio pasando paginas
del Raimundo de Miguel el gran calepino mirando para
Hay que guardar silencio en el templo de Anguerota, la vestal que me
introdujo en el mundo del silencio. Séneca me enseño a dominar mi
concupiscencia desde el criterio de que el dominio de las pasiones sobre todo
la gula es el pórtico de entrada a la felicidad.
El silencio es inefable puesto
que la palabra a veces ofusca el entendimiento y empecé a ver claro cerca del
circo máximo. Los gladiadores hacían músculo en un campo de entrenamiento
cubierto de grava. Olía a embrocado y a sudor. Los reciarios hacían movimientos
con la red, los andábatas extendían el tridente y un esclavo subalterno les
enseñaba cómo tenían que gritar ave cesar los que van a morir te saludan. Un
calificador catalogaba las posibilidades que tenía el etíope Ursus de vencer a
un tigre que le soltarían media después. Se escuchaba el rugir de la multitud.
Un sol de justicia caía a plomo sobre Roma. Los luchadores ensayaban llaves y
estratagemas para derrotar en la lucha a su oponente. Un clavijero que debía de
medir dos metros limpiaba el “sanguis” o enseña militar con un dragón pintado
que abriría carrera de la procesión de tres vueltas al ruedo y otras tantas
prosternaciones ante la tribuna del emperador. Vi a Nerón. Era un tipo rechoncho
de ojos grandes y nariz gruesa. Una diadema de oro orlaba su frente, llevaba
tres anillos de zafiro en los dedos y su aspecto era el de un hombre vulgar de
origen germánico. Estaba gordo y lanzaba constantemente risitas y carcajadas.
Bebía vino de Salerno y, antes de empezar la función, ya estaba “trompa”. Un
“signífer” o adelantado de centuria trepó a lo alto de la columna trajana y
soplando en un añafil de plata tocó el clarinazo que marcaba el inicio de las
espectaculares “joci” circenses. La chusma enardecida vitoreaba al emperador y
gritaba:
—
Panem et circenses
Fuese menester tener contento al pueblo y propicios a los dioses o no
el hecho era que ésta era la política de los emperadores. Arriba y abajo. En lo
alto estaban los dioses y el senado romano,
abajo el ejercito y el populacho. Por las gradas se veían sombrillas y
parasoles para guarecer del sol aquellas caras tostadas de los libertos y el
bello cutis de las matronas. Vendedores ambulantes recorrían los vomitorios
vendiendo agua de nieve y pepitas de calabaza. Se cruzaban apuestas sobre los
contendientes. Unos apostaban por los que habían de perecer en la arena y otros
por los gladiadores victoriosos. Cantaban sus nombres y se proclamaban
“addicti” de su combatiente preferido. Unos apoyaban a Carneades un griego con
cara de matón al que le faltaba un ojo que pegaba golpes certeros y ganaba
todos los combates y otros a un tal Rufus venido de Hibérnica que era el terror
del Coliseo.
El día de circenses las vestales tenían la tarde libre. Y algunas
acudían a los juegos causando entre la hinchada admiración por su belleza
serena y llena de quietud. La vestal maesa portaba una diadema sobre la frente;
la joya injerta en amatistas, diamantes y zafiros hacía aguas deslumbrando a
los espectadores. Uno de los gladiadores cayó derribado por su contrincante
cuando se distrajo mirando para el tendido reservado a las vestales. Les daba
escolta a las jóvenes una cohorte de los más fornidos eunucos, algunos de ellos
provenían del Alto Nilo, eran númidas. Antes de entrar al servicio del templo
eran castrados previamente. También custodiaban a las meretrices del harén del
emperador. En el anfiteatro los númidas se destacaban por sus cuerpos
atléticos, y el rigor con el que cumplían con su deber: mantener a buen recaudo
a las vírgenes consagradas a Júpiter de la lascivia del populacho. Violar a una
vestal constituía uno de los delitos más horrendos del derecho romano,
castigado con la pena capital previa emasculación del delincuente. Una vestal
tampoco podía ser condenada a muerte. Permanecían encerradas entreaño. Al
llegar las saturnales, sin embargo, era quebrantada su clausura y salir a la
calle. Se las veía pasear por
En un rincón del anfiteatro aparecían despavoridos y sollozantes como
medio centenar de personas. Entre ellos había viejos mujeres y niños, unos se
mostraban temerosos y sollozantes pero otros aparecían alegres y como deseosos
de alcanzar la palma del martirio en la boca de los leones. Iban a ser
sacrificados por haberse negado a quemar incienso en honor de los dioses. El
egregio luchador Silvinus Carassus parecía querer arroparlos, dispuesto a
defender a aquellos postulantes de una religión nueva predicada por un judío
llamado Saulo. El cual aseguraba que Jesús su maestro había bajado del cielo
para salvar a los hombres pero murió en una cruz (el tormento más ignominioso
para un romano) condenado por el consejo de ancianos de Jerusalén para quienes
era un blasfemo por haberse creído hijo de Dios.
Vistoso y abigarrado espectáculo el que ofrecía aquel recinto
abarrotado ocupado por una chusma ávida de emociones fuertes. Cerca de sesenta
mil almas contemplaban la arena desde los tendidos. Unos reían, otros lloraban
a causa de las riñas frecuentes y otros jugaban a los dados. La ludopatía era
el vicio mayor en Roma. Se jugaban a la mujer, a la madre, las fincas, la casa
y perdían hasta la camisa. De pronto se notaba barullo en una grada. Dos
espectadores se estaban pegando en ese momento escupía el vomitorio un pelotón
de soldados que zanjaba la disputa a machetazos. Los juegos duraban todo el día
hasta la noche por lo que había que traer merienda. Se veía a algunas mujeres
comer a dos carrillos bocatas de jabalí o una salazón de pescado que llamaban
garium. Regaban la merienda con vino aguado. Sobre todo las mujeres libaban de
lo lindo. Apuraban las “pocula” (jarros) Una matrona que le había dado al
pimple más de la cuenta se puso a cantar canciones obscenas y recitar versos de
Plauto se llevaba las manos a los genitales y exhibía los pechos al aire por
culpa del vino. La plebe empezó a silbarla y jalearla y se preparó todo un
espectáculo. Estaba beoda. Había consumido dos cráteras — casi una cántara — de morapio de Lesbos que
en las “cauponae” (tabernas) se consideraba el
más fuerte. El pueblo se divertía con la vieja. Quería pan y circo.
Nerón dio la señal y un trompeta (el “tubicen”) soplando por la tuba tocó una
diana florida, saltaron a la arena, rugientes y en manada, los leones que
habían de despedazar a los cristianos.
I
movies any more. Me di cuenta de que no hay que creer
demasiado en las cosas que nos cuentan. Todo son películas y mohatras de
zascandiles de Hollywood. Las ranas siguen croando en las charcas de la mentira
y del pensamiento único que está en todas partes y a todas horas. Pilatos
llevaba más razón que un santo cuando se preguntaba sobre qué cosa sea la
verdad de un Cristo al que habían azotado los del Sanedrín y vestido con la
túnica blanca de los locos. Una pregunta a la que no han dado respuesta los
autores o, si la dieron, la interpretan desde un lado parcial y acomodaticio
como don Segismundo Freud el gran profeta de nuestros tiempos. Si don Alberto
descubrió la desintegración de la materia don Segis dividió el alma en parcelas
y nos adentró en el mundo impenetrable del subconsciente. Este judío vienés se
la cogía con papel de fumar. Mascaba tabaco rubio y quillotraba las grandes
mentiras o semiverdades en el celofán del psicoanálisis. Pufaba habanos que
eran su fuente de inspiración. Sólo a la lumbre de sus cigarros de buena vitola
de Vuelta Abajo era capaz de endilgarnos sus concepciones sobre los desvíos del
pensamiento y la psique de nuestra carne mortal. El hombre es un mamífero que
se mueve por dos cosas en la vida el reino de sus instintos alimentarse y
reproducirse. El dinero y la gloria como subalternos o proyecciones de su gran
apetencia genésica a la deriva. El ser humano es un depredador sexual vino a
decir siempre dispuesto a la coyunda. Desconoce los ciclos de otros animales
para el apareamiento. El hombre y la mujer siempre tienen ganan. Metido en
harina de sus tabúes el lector de don Segis apuesta por matar al padre o
moneársela. Que bajo habéis caído, chavales, sois esclavos de las bajas
pasiones pero no os preocupéis ya no es pecado. La homosexualidad a partir de
él cobraría carta de naturaleza porque uno la mete donde puede y donde le dejan
ya lo decía mi abuelo. Se abrieron pues las puertas carreteras del libertinaje,
las cajoneras de los confesionarios ardieron en enorme pira. Ya no es pecado.
Preguntaba un quídam:
―¿No será aquí donde dan
pol culo?
―No, señor, un poco más
alante. Tiene que ir al Registro pero sólo abren por la mañana de nueve a dos.
Allí le darán razón. Si no consigue la cedula eche la instancia y dirija un
oficio al juez Marlasca con el encabezado de Excelentísimo señor. Él administra
el Negociado de los Putos, el furor gay manda en España. Allí pregunte.
El funcionario le hará
rellenar una ficha verde si es usted buharro y roja si es bardaje. Y permítame
un consejo al entrar en ese despacho se pondrá un mandil en las posaderas o un
detentebala a prueba de cualquier ataque anal porque en esa zahúrda van todos
los tíos desnudos y cantando la canción de “por detrás me gusta más”.
Quedé un tanto corrido
con tales preguntas y respuestas pero la información es la información y no
sabemos en qué mundo vivimos. Las cosas han cambiado mucho. Freud fue un
profeta de los nuevos tiempos audaces cuando todo es posible: la mariconería,
Thomas Mann, Muerte en Venecia, el parricidio, la rebelión feminista, los
servicios secretos, las logias, el Verschörung, la pederastia, los deseos
oníricos, las cartas a Einstein sobre la masa y la velocidad. Uno descubrió la
desintegración del alma y el otro la materia. Los dos eran judíos
supervivientes del Shoá. Don Alberto nos saca la lengua y don Segis se fuma
puro. Después de todo Dios no se pone a echar partida con el hombre ni quiere
jugar a los dados. Esas son mohatras y añagazas del clero romano.
―¿Por qué escribe usted?
―Para
espantar a mis fantasmas internos y a ver si se me pasa el hambre, padezco
gordura mórbida, me da por comer a cualquier hora.
―Pues
habrá que reportarse amigo.
―¿No has oído que hay una virtud que llaman la
templanza?
―Sí,
pero no es de mi incumbencia yo voy por otro temario aunque de mozo era bien
parecido. Les gustaba a las mujeres. Allá por los 74 tuve una novia hebrea que
se llamaba Percival y hacíamos el amor todas las noches en la casa donde el Dr.
Freud escribía sobre el psicoanálisis. Un medio se acabaron nuestros encuentros
y no volvía a verla nunca más. Perduran los re cuerdos de aquel barrio que era
la aljama de los hebreos pudientes. Primrosehill se llamaba
LAS CENIZAS DE
Todos desfilan compungidos ante el
besamanos y los pésames duelos y empatías por doquier te acompaño en el
sentimiento su cuerpo apareció yerto entre las peñas al lado de una botella de
vino y una caja de pastillas muerte voluntaria fue el veredicto nadie quiso
decir suicidio ¡hipócritas! Prefirió una muerte dulce en vino. Nos matan de
soledad de olvido de aburrimiento activan la maquinaria del ninguneo
enchufan el ventilador de la mierda sacan de las charcas a las ranas cantarinas
y a los sapos y luego llaman a las plañideras y el besamanos se convierte en
poseo importa mucho salir en televisión un segundo de televisión ─ al butanito
a Corbalán a las viejas glorias olvidadas─, todos acuden al arrimo de los focos
desfilan ante el cadaver musitando la manida frase de qué buena era…
grandísimos camándulas brindada en conchas de galápagos un país sin
sentimientos donde todo es fingir España es un país de ex frailes y de monjas
es la lucha por la vida todos a trepar por la cucaña y luego a retreparse en el
sillón sobre moqueta dentro de los muros de un edificio con bandera. Blanca
esquiaba la nieve de Siete Picos montañas del alma mirando para ellas pasó mi
infancia cono un gacela, ganó medallas y luego se olvidaron della. Troquel del
oro que hicieron oropel. Vivió el ostracismo el despecho el ingrato olvido fue
extranjera en su país. Mira ahora cómo lloran todos estos en la querencia de un
arrimo una donación y todos esos gajes del oficio. Descanse en paz cuando el
olvido aviente sus cenizas sobre las peñas y la nieve del macizo central. Era
una carpetana una mujer cordillera.
BUFADERO
Desde
el miradero del Pinarejo con la mirada de la carne contemplaba la torre de la
catedral (ebúrnea y misteriosa piedra sin tiempo capitel redondo dando cobijo a
los vanos del campanario) alzándose sobre los merlones de la muralla y el negro
ciprés que besaba con la punta de sus ramas… el matacán donde estuvo el aula de
mi primer colegio y la monja como yo era zurdo me ataba la mano izquierda a la
pata la mesa para que escribiera con la derecha.
Vi
a los soldados de la guardia romana el morrión rematando la galea en forma de
cresta de gallo y escuché las alertas del centinela al relevo de la prima
vigilia. Segovia ciudad amurallada y romana. Cerca de la plazoleta y el arco
del socorro estaba el bufadero. Los cierzos del invierno hacían concilio allí y
se disputaban con el ábrego y el solano el sombrero de los viandantes. En lo
alto del templo estaba la acrópolis. Cesar Augusto empezó a recibir culto de
idolatría en la ciudad donde yo había nacido. Fue coronado el emperador dios
del Olimpo el año 34 Ad. Era invocado por las congregaciones populares y su
estatua incensada cada tarde por uno de los flámines de turno que trepaba hasta
su imagen por una escalera colocada en medio del Acueducto. A mi izquierda a
los pies de la sacramental de san Andrés estaba el Corral de los Huesos donde
siempre oí yo decir que estaba enterrada gran parte de mi parentela. El osario
de los huesos desapareció a finales del siglo XV por orden de la inquisición.
Tibias y calaveras ardieron en la gran pira que se preparó. Muchos de mis
paisanos hablar por hablar desconocen su historia y ubican la necrópolis hebrea
donde no es. En las cuevas del Pinarillo allí donde el Clamores abraza a la
ciudad para casarse con el Eresma se alojaron ermitaños durante roda la edad
media, hacían penitencia, se flagelaban y lloraban sus pecados frente a la
ciudad donde no podían entrar por haber cometido algún agravio. Segovia
pecadora magna peccatrix. Albergue de putas y de perailes. Cuando yo era niño se alojaban en aquellas
espeluncas tenebrosas familias gitanas. Yo recuerdo a una gitana con el pelo negro
subiendo aguas al Clamores por el Camino Nuevo toda vestida de luto y en
alpargatas también negras como el mandil la cara cubierta de arrugas y los ojos
penetrantes de vidente hasta Santi Espiritu con manojos de romero. Que ofrecía
a los viandantes. Al que no le adquiría un manojito le largaba una tremebunda
maldición:
—Mañana
te enterrarán, señorito. Ya oigo el gorigori, caminas por el mundo con la vela
en la mano
A
veces la sentencia de la gitana se cumplía y en alguna de las cien torres de la
ciudad tocaban a clamor… Qué miedo uy.
—Mamá
que viene la gitana Sacramento
Los
gitanos habían establecido un aduar en el Pinarillo y aquella bruja moraba en
lo que hoy llaman cementerio hebreo donde se exhibe un rotulo con la bandera de
Israel y se canta
Caminaba
la madre Sacramento acompañada de un gato negro y detrás venía el jefe de la
tribu su marido en un caballo lucio. Cuando vendían toda la cesta regresaban a
su guarida pero allí donde aparece hoy día una lápida con la estrella de David
no había camposanto ninguno que ya digo el verdadero lugar de reposo para mis
antecesores que fueron a descansar al seno de Abrahán se encontraba intramuros
cerca del enlosado de la catedral a espaldas del templo de san Andrés allí
donde alguna vez rendimos culto a Erifos el cabrito que es como se representaba
en Grecia a Baco. Se disfraza de cabrito pero es un lobo feroz. No le hagáis
caso, alejaos de la botella.
Sklepos y albacora
Duro es el mundo pero esta mañana de verano misa de san
Agustín mis males lleve después de la avenida que anegó los campos de Valdemoro
me acuerdo de mi amigo Paco fenecido hace doce años como pasa el tiempo. Umbral
era Umbral. Le canto un responso mientras me zampo una albacora de la primera
cosecha de la higuera que planté en el huerto. Chimenea y huerto soy feliz
mientras miro para los muros derruidos de la patria mía Segovia triunfal el
gran cedro del convento de las jesuitinas los merlones de la muralla por donde
se asoman los fantasmas de mi pasado todo son pesares y arrepentimientos.
—Nos
ha nacido un niño que será rey de Israel.
Cunde
en aquel instante la alegría por toda la aljama
Así fue y así será. Me envuelvo en las
filacterias del tefillot bufanda de oración y lloro mis pecados que
perdonará siempre Adonai por Yom Kippur. Portamos los judíos la llama del fuego
sagrado libamos de la copa del dolor y del vino eucaristía. Señor bendice este
zumo de la vida fruto de la labor y de los trabajos del hombre (kidush)
amen… amen que este pan y este vino sean la garantía de nuestra salvación (pikuah
nefesh) pues para salvar vidas y no para destruirla fuimos puestos los
judíos. Somos los elegidos del sufrimiento de la paz y del perdón nos agrada
decir shalom. Que esa palabra esté siempre en nuestros labios amin… amin. Todo
es perecedero y extinguible pero los hombres van de acá para allá en una
Poriomanía incansable buscando la tierra prometida somos trotamundos viajeros
peregrinos en esta vida devorados por los félidos tigres leones gatos y
alimentados por los solípedos. El mundo se divide en buenos y malos y en
animales de garra y pezuña. Seamos prudentes y diligentes… Cunctanter… oído al
parche y ojo al cristo que es de plata. Tañe el esquilón y se duermen todos los
tordos al sur. S k l e p o s… dura y áspera es la vida misma… este
adjetivo griego es un monograma que vale para definir cómo es la vida entre
españoles envidiosos desalmados indiferentes ladrones y escoliastas. I am a dangling man. Vivo colgado de una percha subido a lo alto de una columna como Simón
Estilita. Vivo dentro de un arco formero y mi punto de apoyo es un ladrillo
sardinel pero como soy algo escaro y tengo una pierna más larga que otra y se
me hinchan los tobillos piso mal y me fatigo cuando me atrevo con largas
caminata tú me dirás, Rui Blas. Sé manejar el escardillo y el almocafre
De tanto
empinar el codo yo padecía prurito vesical y mis canales urinarios ardían en el
escozor de la ascitis. Por tu uromancia y poliuria yo te conjuro beberás
aguardiente de olivo. Triste destino el del borracho. He sido un patoso en
todas partes, perdí las grandes oportunidades.
Nada me salía a derechas. Un día quise abrir una librería de lance en
Canterbury pero el arzobispo me dijo que no era buena idea. Un pub en Londres
sería más rentable, hijo. Los libros no los quiere nadie. El ángel de la muerte
que odia la verdad y el consuelo derramó su copa de acíbar sobre las páginas de
los grandes textos. Quemaron las novelas de los excelsos autores y a la hoguera
fueron las enciclopedias y los grandes tomos de psicología pero en la gran
almenara sobrevivieron los textos mediocres de Julia Navarro esa que ayer parlaba en
La
contemplación de Segovia que es la ciudad del mundo que más se parece a Jerusalén.
En ella yo nací por desgracia bebía agua en
Si los niños
callan hablarán las piedras voz de inocentes que desdicen las mentiras de los
micrófonos las palabras al oído de las planchas masónicas prometiendo progreso
y dejando desolación. Busco en los recovecos de mi existencia aquellas
corresponsalías en Londres y en Nueva York fui un elegido de los dioses un
ángel caído en el barro democrático. Hube por descontado mis maestros y
epígonos que abrieron senda antes que yo. Uno de ellos fue un manchego Eugenio
Suarez un falangista hijo de un médico de Daimiel al que los rojos fusilaron en
una cuneta un DIA de niebla de noviembre a favor de la oscuridad y de la niebla
pudo huir y refugiarse en una alquería donde le lavaron las heridas y por
Somosierra se pasó. Era un joven periodistas de flamante pluma al que sus jefes
enviaron como corresponsal a Budapest. Yo fui él ultimo de aquélla brillante
saga el mejor racimo de las parras literarias de España. A Eugenio le cupo la
gloria la gracia y la desgracia de contar el holocausto o lo que dicen
holocausto que no fue tal sino el resultado de los dimes y diretes y crueldades
de toda la guerra pero el ángel del mal
se sirve de aquel incidente histórico para acabar con el drama de la pasión del
Señor. Llegó a la ciudad más bella de Europa en un flamante Volkswagen con
escolta de soldados alemanes. Y asistió a la destrucción del bello enclave
magiar que había sido sede europea de toda la judería y donde los judíos habían
podido convivir con los cristianos sin fricciones. Las fortalezas volantes
norteamericanos acabaron con aquella buena relación. Lavalia en la cuidad valía
muy poco. Por unos pengos podías comprar un salvoconducto, una mujer por una
noche y tres bocadillos de salchichas. Que no me vengan con historia. Yo cerré
la tienda de aquellos próceres del periodismo en Nueva York. Cuando el gran
Filipo blandía `puños cerrados en Manhattan y amenazaba con enviarnos a todos a
un campo de concentración o fusilarnos. Tenía como alátere a Maraña que me
insultaba cada vez que podía. El odio rojo les daba vitaminas, pero no eran
moscovitas. Venían criados a los pechos de las principales universidades
californianas
Ahora contemplo la magnifica visión amurallada
de Segovia desde
Los mandilones dicen que allí estaba el
cementerio hebreo pero no es así. Hubo un camposanto judío en el Corral de los
Huesos en lo que era hasta hace poco el macelo municipal pero, al dar la vuelta
a la tortilla aquí todo el mundo se declara más papista, que el Papa y más
israelita que san Melquisedeq cuando hasta hace poco nos corrían a gorrazos y
ese es un tema en el cual no quiero entrar porque me exaspera, yo he venido a
contar la historia de mi amigo Manahén
Gumersindo Arije que creo que llevaba sangre de los elegidos por lo
menos en un cuarenta por ciento como tantos y tantos españoles. También nacido
por estas veredas en la que llamaban
—No derramarás
sangre ni semen.
—Bah, eso de
la religión es puro convencionalismo — clamaba a voces el diablo encaramado a
lo alto del acueducto, mientras se trataba de beneficiar a la alcaldesa. A
Belcebú le vuelven loco un culo grande y unas buenas "domingas" por
otro nombre tetas.
—Pues si no
hay Dios, tú vales muy poco— le dije yo a Satanás que se pavoneaba por aquellas
fechas de haber dado al traste con la unidad patria.
Me subí a
En lo alto del
puente romano el Príncipe de
Es lo que hice
toda mi vida caminando a pasos perdidos por las tabernas y lupanares, adiciones
a Baco, honrando a Venus y al tabaco. No soy digno de colocar sobre mi cabeza
el manto de oración y la tánica pretexta
de los flamines, contaminados por el alcohol y la semilla derramada de tantos
años de perdición, pero sobre todo por la sangre: maté a aquella archivera que
me estaba haciendo la vida imposible, sus insultos, risas y escarnios de
—Eso son sólo
palabras que de poco nos valen, padre mío. Rezar. Llorar, suplicar, abajarme
escuchar el silencio de los corderos hasta que rompiera el alba con su esquila
de luz de las mañanas. Es lo que hice toda mi vida pero tengo un mal pronto que
me enajena. Mis enemigos tómenme por loco y por psicópata. Lo malo es que puede
que lleven razón. Yo me acuso y lloro ante mi "muro de Lamentos" de
haber expresado mis dudas sobre muchas cosas en el bamboleo de mi fe vacilante
en una vida con no pocas vueltas y
revueltas que no fue nada circunspecta a causa de incomprensiones,
persecuciones y sufrimientos.
El diablo mueve la cola y amenaza con tirarme
desde el pináculo del templo. Con esa precisa idea de expiación he vuelto a
Rezo la plegaria
acostumbrada y hago voto de ofrecer un gallo a Esculapio. Ave Cesar. Me dediqué
vagar por el recinto amurallado. El gran cedro del convento de jesuitinas que
dio sombra a la infancia lo habían talado os mancipes dendricidas y poco
avisados. Lo malo de estas plegarias es que constituyen un monólogo.
Preguntas sin respuesta y a Villeguillo hombre de costumbres poco recomendables
le parecía que Adonis estaba muy lejos en algún planeta por ahí perdido
constituido en estrella filante.
Rezamos,
pedimos, imploramos, hacemos vaticinios, rogamos, exclamamos, cantamos y como
si nada; el dios pone orejas de mercader a las súplicas. Se desentiende. Zeus
mora en otra esfera, nadie sin su permiso escalará las peñas del Olimpo. O a lo
mejor que ese día estaba de mal café o no se había traído el sonotone. En mi mente el mosaísmo, el
islamismo y el cristianismo se conjugan pero antes de que vinieran las
aparecidas y de que el apóstol desembarcase en Padrón en una petera de piedra
los dioses familiares presidían nuestras vidas y nuestros actos. Dejémonos de
biblias en verso Es por lo que yo vengo a esta ciudad sorrapeando los párrafos
de “Ab Urbe condita” Tito Livio
impávido e imparcial. La piedra de Juvenal era la roca viva de la cual manaba
un raudal de agua brava, las que se despeñaban desde Peñamellera. Soy un pícaro
un filosofo un historiador, no sé lo que soy, pero estoy al tanto y el que
avisa no es traidor, un gnomo que se trasmuda y biloca porque para mí no hay
barreras ni de espacio ni de tiempo, soy el ojo de Ra, la mano de Dios, que todo lo toco y todo lo ve, émulo del
Gran Piscator, lucho contra los malos y aunque a veces haga partija con Belcebú
no soy uno de ellos. ¿Doble agente? En la redoma de don Cleofás, uno y no más
todos estamos. Pues Segovia como Puente Perin, como Barahona, Brañosera en
Asturias, Hita en
Vieronse
escenas lúbricas porque el momento de romanos se convirtió en anfiteatro
espectáculo porno de acendrado tialismo porque el de los pies de Cabra hacía a
pelo y a pluma después de cubrir a la alcaldesa por detrás fueron desfilando los
ediles y de las ediles y ministras de todas ellas hizo ropa vieja. Porque lo
suyo fue siempre engañar y fornicar.
El padre de
—Tente que te
unto
De su boca
desdentada se alzaron las palabras mágicas de un conjuro. La consigna de
aquellas elecciones convocadas por Perico los Palotes fue “tente que te unto”.
La señora Calvo viceministra se quedó entonces en pelota picada. Por delante el
bosque de Bolonia entreverado de castaño y rubio, diose la vuelta y pudimos con
templar un orondo Coramvobis cordobés tan prieto de carnes como el de
Conjurote sal y cilantro
Por Satanás
Por barrabas
Por san diablo que puede más
Y este bálsamo de Ruibrás
Que esta noche quebraremos el cántaro
Y serás mía
Tente que te unto
Mi coño en tu barba
Debía de ser
la bruja maesa, pronunciaron un conjuro y la alcaidesa y el diablo con el unto
de serpol, beleño, cilantro y otras hierbas mágicas se volvieron transparentes,
espíritus puros y empezaron a volar que parecían aves de mal agüero. Los
cielos de Segovia estaban cargados de
ominosos barruntos pues la diablesa de la alcaldesa no paraba de decir “tente
que te unto”. Un grajo infernal al que mandaron bajó de lo alto y sacó los ojos
a la estatua de
─Tiremos abajo
a
Pusieron
debajo de la lapida una blasfemia: “en mi coño mando yo”.
El maligno que
contemplaba el atropello encaramado al arco más alto reía mandíbula batiente,
luego empezó a ventoseare, sus discípulos hicieron lo mismo y todo el infierno
estalló en risas y en pedos del Ángel caído. Durante casi media hora toda la
plaza del Azogue olía a rayos. Ji ji ji ja jaja. Las descargas eran tan
profundas, de una violencia tal que los segovianos compungidos salían a las
puertas de sus viviendas, tapándose las narices o gritando ay madre el fin del
mundo. Entonces un cuadrillero de Lucifer el que se llevaba a la alcaidesa
dijo:
—Os pasa por
judaizar. Ya sois míos
En la plazuela
del azoguejo con tanto gurriato en pelo malo y tanto discurso los políticos
marranos y los falsos obispos no paraban de sermonear, de dar explicaciones
(ocurre siempre en todas las crisis nacionales; las esquinas se llenan de
plañideras compungidas y de hermeneutas que tratan de explicar lo evidente,
estamos todos hasta los mismísimos de tanto parlamento redundante y dicaz) y lo
evidente era que a redropelo de lo que decía la leyenda, la moza del cántaro
perdió la apuesta, el diablo ganó la partida y al poco tiempo.
Villeguillo hizo esa profecía: el acueducto se
vendría abajo. Que otros salmodien y prediquen y yo decía predícame cura
predícame fraile por uno me entra y por otro mesa sale. Yo soy Villeguillo. Los
que tiraron a
—Parecéis oro
obrizo pero no soy más que oropel, no tenéis cojones─ dijo Ursicinio el Pecoso
con aires de desafío.
Todos se
encogieron de hombros no hicieron caso de poetas, profetas y profecías. Allá
ellos con sus excesos y demasías. Hay que estar al loro. Villeguillo muy triste
por aquel espectáculo volvió grupas y salió de la ciudad por el puente de
Valdevilla que le vio nacer y jugar de niño y por donde pasaban las legiones
del emperador con su estandarte enhiesto
y el carnero mascota de
—De Segovia ni
el polvo las zapatillas.
En aquel
instante la santa abulense hizo la lazada y no quiso volver más a la ciudad de
la calumnia como ella la llamaba y es verdad mis paisanos siempre fueron un
poco recontrajodidos.
Todos al santo
y a las limosnas, atentos al “tente que te unto”, consigna de los degenerados
de la oclocracia. Aquí lo importante es ir tirandillo, sumirse en las andaderas
del buen rollito.
Retumbaban las voces en el transistor del coche,
tenía conectada a
Bergoglio se colocó sobre sus argentinas sienes la
mitra del obispo don Opas era el mandamás de aquel contubernio de anticristos.
Mucho sufriríamos por aquellos días ¡Ay, Señor!
— Vosotros la raza de víboras estás allanando la
historia — yo les dije enfurecido por tales desacatos.
— Nosotros
vuestra historia nos las pasamos por los cojones. Sólo nos importa
— ¿Y qué hay de lo mío? — contesté
— Nosotros somos sionistas, somos los nuevos
cruzados de Zion.
Era un sacerdote de
A mí me seguían pasando cosas. `por poco se sale
de la carretera mi Renault. Hube de pegar un volantazo. Un mozo de escuadra a
la altura del Puente de Valdevilla me dio el alto. Y me multó 200€ por no
llevar un lazo amarillo en la solapa del parabrisas. Bajé del coche todo
indignado y le hablé en catalán:
— Oiga agente tú no eres quien, yo sólo atiendo a
El Torras Chorras, jerifalte catalanista un
Orlando furioso contra Hispania, no es nada original, copia a los hebreos
rusos, manda colocar en el Nou Camp fotos de Ana Frank y vuelve a trillar la
parva del Shoah que es un gran embuste con miras a crear una religión nueva la
del Holocausto el Odio y
— Hablas sin conocimiento de causa
— ¿Cómo, qué? Yo fui corresponsal del Arriba en
Budapest, estuve allí cuando caían los pepinazos de los B-52 y salvé a muchas
estrellas amarillas, los refugié en el sotano de mi propia casa, yo fui
periodista de Franco y telefoneaba todos los días a mi embajador Sanz Briz. En
nombre de Franco salvamos a muchos hebreos. Nuestro caudillo Franco era de
vuestra cuadrilla pero afortunadamente no era sionista.
— Que te crees tú eso.
Quedó aturdido el agente de la autoridad pues a mí
me salió una vena mayestática que confunde y pasma a los que me contradicen,
volvíme irrefutable y apodíctico.
— Bueno circule — ordenó el mozo de escuadro, sus
ojos reflejaban ira y pasmo, yo me volvía a mis pajas y entre mí pensé
"este tío lo mismo que me pega cuatro tiros y me deja seco; en sus ojos se
refleja el furor de los combatientes de Masada" — ahora somos nosotros los
que mandamos en España.
— ¿Vengándose de lo que ocurrió en 1492?
— Eso mismo, pero no quiero perder el tiempo
hablando con un fascista. Venga arranca.
— Yo también soy judío pero de otra tribu
diferente a la tuya. Si yo soy fascista tú eres un nazi sionista que es mucho
peor.
El mozo de escuadra se puso de los nervios.
— Calla la boca
— Ni debajo del agua. Para que consigáis que
guarde silencio me tendréis que matar. Soy diacono griego y proclamo mi
Evangelio desde el ambón.
Dejé el coche aparcado en el Campillo y bajé a pie
contando los arcos del Acueducto atravesé el azoguejo subí las escalerillas del
postigo del Consuelo y callejón adelante contemplé la ventana de mi camarilla
justo debajo de
ONCE ESE
Septiembre
negro brancas y opérculos de las agallas del pez, llevo luto por ti, veo chocar
los trenes y se estrellan aviones contra un rascacielos. ¿Conspiración
(Verschwörung)? Yo que sé. Estoy tan tranquilo en el recibidor de mi domicilio,
me acaban de arreglar la parabólica; vino un técnico… quería cobrarme 510 € le
di 200 y vas que chutas democracia de ladrones. Por lo menos me libera Astra de
los labrados de cerebro de radio Macuto nos dan la vara.
No
tengo donde ir, ni oficina ni despacho, ni editorial, ni nadie. Estoy dejado de
la mano de dios aparentemente pero fijándose bien el aserto noto que no es
verdad. Interiormente me siento un elegido. En libertad les hago un corte de
manga a los capitostes mientras contemplo la piedra de la muralla donde se
estampa mi pasado mi presente y mi futuro. Ese sillar romano frente a la casa
donde vino al mundo es mi bola de cristal. Por las ventanas geminadas se
adentra en la visión del Parnaso pero antes hay que hacer antesala en el
Departamento de Legrado de Memoria. Enséñame las manos. ¿Están limpias? Te las
acabas de pasar por la rabadilla, cochino pero al menos no hay el estigma de la
sangre. No mataste a nadie y no sería por falta de ganas. En los matacanes de
la muralla romana no hay centinelas (stelzi) se han ido a la taberna o están en
el cuerpo de guardia jugando a la brisca. El centurión les observa con sus ojos
omniscientes, penetrantes. Fue uno de los miembros de la escolta que estuvo en
el Monte Calvario. Le ayudó a Longinos a portar la lanza que traspasó el
costado y eso le dio poderes mágicos. Roma caerá en los brazos de la apostasía.
El gran blasfemo, ese jesuita usurpador que dio el golpe de Estado en Vaticano
destronando al legítimo, y dijo llamarse Pancho Culo Magno. Pasará a la
historia más por las dimensiones de sus posaderas que por sus encíclicas. Es
uno de los artífices de la gran confabulación. No sabe lo que decía el doctor
Freud que el cristianismo en su caída arrastrará al judaísmo. No os iréis de
rositas, cabrones. Quedareis sepultados en vuestras maquinaciones del gran
complot. Están matando la gallina de los huevos de oro. Si este barco se
hundiese nos iríamos todos a pique… Impervidum
ferient ruinae. El destino nos golpea. Contemplo sin descomponer el gesto
los muros de la patria mía que se están viniendo abajo. El verso es de Plauto
cuya poesía yo leí en un libro de viejo que compré en Arevalo porque te digo
parla que lo sepa que yo fui regatón o colporteur.
Mi destino era la venta de ocasión, un rotundo fracaso como todo lo que tiene
que ver con la literatura en estos momentos. A la plaza del Arrabal y al atrio
de las Angustias yo llegue escapando del mundanal ruido cuando rugía la
marabunta en los 90, escupido por el oleaje de la gran corrupción. La defensa
de mi patria y de mi religión me convirtió en naufrago del sistema. A partir de
ahí mi nombre se agregó a la lista de los innombrables y malditos. El gulag
democrático adquirió proporciones gigantescas a partir del año 89 cuando
mataron a Ceucescu y se declaró la guerra en Yugoslavia. El ángel del mal
envenena las aguas de los ríos de Europa. Luché contra la impostura y me
convertí en vagabundo sin suerte, en un forajido de la escritura pues ahí nos
las den todas. Mi derrota contra las fuerzas oscuras sólo fue aparente. Los
hechos consumados luego nos dieron la razón y serán pocos los que me rechisten
a no ser que sea Peñalosa ese cretino de
—Mirad
estos preceptos.
—Es
un trágala — clamó una voz
—No.
Es el camino de la salvación. Si cumplís estos mandatos, iréis al cielo. Si no,
al infierno de cabeza.
―Viva la madre que te parió — volvía a
clamar la misma voz.
―Era la de una mujer que estaba encinta de
siete meses
Supe
yo entonces que los diez Mandamientos eran algo más que una película en la que
trabajaban Sofía Loren y Charlton Heston un matrimonio que se amaba, amparados
por la ley dentro de una tienda en el desierto, donde el profeta y su concubina
estiraban la alcatifa.
Preguntaba
un quídam:
―¿No
será aquí donde dan pol culo?
―No,
señor, un poco más alante. Tiene que ir al Registro pero sólo abren por la
mañana de nueve a dos. Allí le darán razón. Si no consigue la cedula eche la
instancia y dirija un oficio al juez Marlasca con el encabezado de
Excelentísimo señor. Él administra el Negociado de los Putos, el furor gay
manda en España. Allí pregunte. El funcionario le hará rellenar una ficha verde
si es usted buharro y roja si es bardaje. Y permitame un consejo al entrar en
ese despacho se pondrá un mandil en las posaderas o un detentebala a prueba de
cualquier ataque anal porque en esa zahúrda van todos los tíos desnudos y
cantando la canción de “por detrás me gusta más”.
Quedé
un tanto corrido con tales preguntas y respuestas pero la información es la
información y no sabemos en qué mundo vivimos. Las cosas han cambiado mucho.
Freud fue un profeta de los nuevos tiempos audaces cuando todo es posible: la
mariconería, Thomas Mann, Muerte en Venecia, el parricidio, la rebelión
feminista, los servicios secretos, las logias, el Verschörung, la pederastia,
los deseos oníricos, las cartas a Einstein sobre la masa y la velocidad. Uno
descubrió la desintegración del alma y el otro la materia. Los dos eran judíos
supervivientes del Shoá. Don Alberto nos saca la lengua y don Segis se fuma
puro. Después de todo Dios no se pone a echar partida con el hombre ni quiere
jugar a los dados. Esas son mohatras y añagazas del clero romano.
―¿Por
qué escribe usted?
―Para espantar a mis fantasmas internos y a
ver si se me pasa el hambre, padezco gordura mórbida, me da por comer a
cualquier hora.
―Pues habrá que reportarse amigo.
―¿No
has oído que hay una virtud que llaman la templanza?
―Sí, pero no es de mi incumbencia yo voy
por otro temario aunque de mozo era bien parecido. Les gustaba a las mujeres.
Allá por los 74 tuve una novia hebrea que se llamaba Percival y hacíamos el
amor todas las noches en la casa donde el Dr. Freud escribía sobre el
psicoanálisis. Un medio se acabaron nuestros encuentros y no volvía a verla
nunca más. Perduran los re cuerdos de aquel barrio que era la aljama de los
hebreos pudientes. Primrosehill se llamaba
LAS
CENIZAS DE
Todos desfilan compungidos ante el besamanos y los pésames
duelos y empatías por doquier te acompaño en el sentimiento su cuerpo apareció
yerto entre las peñas al lado de una botella de vino y una caja de pastillas
muerte voluntaria fue el veredicto nadie quiso decir suicidio ¡hipócritas!
Prefirió una muerte dulce en vino. Nos matan de soledad de olvido de
aburrimiento activan la maquinaria del ninguneo enchufan el ventilador de
la mierda sacan de las charcas a las ranas cantarinas y a los sapos y luego
llaman a las plañideras y el besamanos se convierte en poseo importa mucho
salir en televisión un segundo de televisión ─ al butanito a Corbalán a las
viejas glorias olvidadas─, todos acuden al arrimo de los focos desfilan ante el
cadaver musitando la manida frase de qué buena era… grandísimos camándulas
brindada en conchas de galápagos un país sin sentimientos donde todo es fingir
España es un país de ex frailes y de monjas es la lucha por la vida todos a
trepar por la cucaña y luego a retreparse en el sillón sobre moqueta dentro de
los muros de un edificio con bandera. Blanca esquiaba la nieve de Siete Picos
montañas del alma mirando para ellas pasó mi infancia cono un gacela, ganó
medallas y luego se olvidaron della. Troquel del oro que hicieron oropel. Vivió
el ostracismo el despecho el ingrato olvido fue extranjera en su país. Mira
ahora cómo lloran todos estos en la querencia de un arrimo una donación y todos
esos gajes del oficio. Descanse en paz cuando el olvido aviente sus cenizas
sobre las peñas y la nieve del macizo central. Era una carpetana una mujer
cordillera.
BUFADERO
Desde
el miradero del Pinarejo con la mirada de la carne contemplaba la torre de la
catedral (ebúrnea y misteriosa piedra sin tiempo capitel redondo dando cobijo a
los vanos del campanario) alzándose sobre los merlones de la muralla y el negro
ciprés que besaba con la punta de sus ramas… el matacán donde estuvo el aula de
mi primer colegio y la monja como yo era zurdo me ataba la mano izquierda a la
pata la mesa para que escribiera con la derecha.
Vi
a los soldados de la guardia romana el morrión rematando la galea en forma de
cresta de gallo y escuché las alertas del centinela al relevo de la primara
vigilia. Segovia ciudad amurallada y romana. Cerca de la plazoleta y el arco
del socorro estaba el bufadero. Los cierzos del invierno hacían concilio allí y
se disputaban con el ábrego y el solano el sombrero de los viandantes. En lo
alto del templo estaba la acrópolis. Cesar Augusto empezó a recibir culto de
idolatría en la ciudad donde yo había nacido. Fue coronado el emperador dios
del Olimpo el año 34 Ad. Era invocado por las congregaciones populares y su
estatua incensada cada tarde por uno de los flámines de turno que trepaba hasta
su imagen por una escalera colocada en medio del Acueducto. A mi izquierda a
los pies de la sacramental de san Andrés estaba el Corral de los Huesos donde
siempre oí yo decir que estaba enterrada gran parte de mi parentela. El osario
de los huesos desapareció a finales del siglo XV por orden de la inquisición.
Tibias y calaveras ardieron en la gran pira que se preparó. Muchos de mis
paisanos hablar por hablar desconocen su historia y ubican la necrópolis hebrea
donde no es. En las cuevas del Pinarillo allí donde el Clamores abraza a la
ciudad para casarse con el Eresma se alojaron ermitaños durante roda la edad
media, hacían penitencia, se flagelaban y lloraban sus pecados frente a la
ciudad donde no podían entrar por haber cometido algún agravio. Segovia
pecadora magna peccatrix. Albergue de putas y de perailes. Cuando yo era niño se alojaban en aquellas
espeluncas tenebrosas familias gitanas. Yo recuerdo a una gitana con el pelo
negro subiendo aguas al Clamores por el Camino Nuevo toda vestida de luto y en
alpargatas también negras como el mandil la cara cubierta de arrugas y los ojos
penetrantes de vidente hasta Santi Espiritu con manojos de romero. Que ofrecía
a los viandantes. Al que no le adquiría un manojito le largaba una tremebunda
maldición:
—Mañana
te enterrarán, señorito. Ya oigo el gorigori, caminas por el mundo con la vela
en la mano
A
veces la sentencia de la gitana se cumplía y en alguna de las cien torres de la
ciudad tocaban a clamor… Qué miedo uy.
—Mamá
que viene la gitana Sacramento
Los
gitanos habían establecido un aduar en el Pinarillo y aquella bruja moraba en
lo que hoy llaman cementerio hebreo donde se exhibe un rotulo con la bandera de
Israel y se canta
Caminaba
la madre Sacramento acompañada de un gato negro y detrás venía el jefe de la
tribu su marido en un caballo lucio. Cuando vendían toda la cesta regresaban a
su guarida pero allí donde aparece hoy día una lápida con la estrella de David
no había camposanto ninguno que ya digo el verdadero lugar de reposo para mis
antecesores que fueron a descansar al seno de Abrahán se encontraba intramuros
cerca del enlosado de la catedral a espaldas del templo de san Andrés allí
donde alguna vez rendimos culto a Erifos el cabrito que es como se representaba
en Grecia a Baco. Se disfraza de cabrito pero es un lobo feroz. No le hagáis
caso, alejaos de la botella.
Sklepos y albacora
Duro es el mundo pero esta mañana de verano misa de san
Agustín mis males lleve después de la avenida que anegó los campos de Valdemoro
me acuerdo de mi amigo Paco fenecido hace doce años como pasa el tiempo. Umbral
era Umbral. Le canto un responso mientras me zampo una albacora de la primera
cosecha de la higuera que planté en el huerto. Chimenea y huerto soy feliz
mientras miro para los muros derruidos de la patria mía Segovia triunfal el
gran cedro del convento de las jesuitinas los merlones de la muralla por donde
se asoman los fantasmas de mi pasado todo son pesares y arrepentimientos.
—Nos
ha nacido un niño que será rey de Israel.
Cunde
en aquel instante la alegría por toda la aljama
Así fue y así será. Me envuelvo en las
filacterias del tefillot bufanda de oración y lloro mis pecados que
perdonará siempre Adonai por Yom Kippur. Portamos los judíos la llama del fuego
sagrado libamos de la copa del dolor y del vino eucaristía. Señor bendice este
zumo de la vida fruto de la labor y de los trabajos del hombre (kidush)
amen… amen que este pan y este vino sean la garantía de nuestra salvación (pikuah
nefesh) pues para salvar vidas y no para destruirla fuimos puestos los
judíos. Somos los elegidos del sufrimiento de la paz y del perdón nos agrada
decir shalom. Que esa palabra esté siempre en nuestros labios amin… amin. Todo
es perecedero y extinguible pero los hombres van de acá para allá en una
Poriomanía incansable buscando la tierra prometida somos trotamundos viajeros
peregrinos en esta vida devorados por los félidos tigres leones gatos y
alimentados por los solípedos. El mundo se divide en buenos y malos y en
animales de garra y pezuña. Seamos prudentes y diligentes… Cunctanter… oído al
parche y ojo al cristo que es de plata. Tañe el esquilón y se duermen todos los
tordos al sur. S k l e p o s… dura y áspera es la vida misma… este
adjetivo griego es un monograma que vale para definir cómo es la vida entre
españoles envidiosos desalmados indiferentes ladrones y escoliastas. I am a dangling man. Vivo colgado de una percha subido a lo alto de una columna como Simón
Estilita. Vivo dentro de un arco formero y mi punto de apoyo es un ladrillo
sardinel pero como soy algo escaro y tengo una pierna más larga que otra y se
me hinchan los tobillos piso mal y me fatigo cuando me atrevo con largas
caminata tú me dirás, Rui Blas. Sé manejar el escardillo y el almocafre
De tanto
empinar el codo yo padecía prurito vesical y mis canales urinarios ardían en el
escozor de la ascitis. Por tu uromancia y poliuria yo te conjuro beberás
aguardiente de olivo. Triste destino el del borracho. He sido un patoso en todas
partes, perdí las grandes oportunidades.
Nada me salía a derechas. Un día quise abrir una librería de lance en
Canterbury pero el arzobispo me dijo que no era buena idea. Un pub en Londres
sería más rentable, hijo. Los libros no los quiere nadie. El ángel de la muerte
que odia la verdad y el consuelo derramó su copa de acíbar sobre las páginas de
los grandes textos. Quemaron las novelas de los excelsos autores y a la hoguera
fueron las enciclopedias y los grandes tomos de psicología pero en la gran almenara
sobrevivieron los textos mediocres de Julia
Navarro esa que ayer parlaba en
La
contemplación de Segovia que es la ciudad del mundo que más se parece a
Jerusalén. En ella yo nací por desgracia bebía agua en
Si los niños
callan hablarán las piedras voz de inocentes que desdicen las mentiras de los
microfonos las palabras al oído de las planchas masónicas prometiendo progreso
y dejanto desolación. Busco en los recovequeos de mi existencia aquellas
corresponsalías en Londres y en Nueva York fui un elegido de los dioses un
angel caido en el barro democrático. Hube por descontado mis maestros y
epigonos que abrieron senda antes que yo. Uno de ellos fue un manchego Eugenio
Suarez un falangista hijo de un médico de Dailiel al que los rojos fusilaron en
una uneta un dia de niebla de noviembrew a favor de la oscuridad y de la niebla
pudo huir y refugiarse en una alquería donde le lavaron las heridas y por
Somosierra se pasó. Era un hoven periodistas de flamante pluma al que sus jefes
enviaron como coresponsal a Budapest. Yo fui el ultimo de aqyuella brillante
saga eñ mejor racimo de las parras literarias de España. A Eugenio le cupo la
gloria la gfracia y la desgracia de conar el holocausto o lo que sdicen
holocausto que no fue tal sino el resultado de los dimes y diretes y crueldades
de toda la guerra pero el angle del mal
se surve de aquel incidente hustorico para acabar con el drama de la pasión del
Señor. Llegó a la ciudad más bella de Europa en un flamante Volkswagen con
escolta de soldados alemanes. Y asistió a la destrucción del bello enclave
magiar que había sido sede europera de toda la judería y donde los judios
habían podido convivir con los cristianos sin fricciones. Las fortalezas
volantes norteamericanos acabaron con aquella buena relación. Lavalia en la
cidad valia muy poco. Por unos pengos podías comprar un salvoconducto, una
mujer por una noche y tres bocadillos de salchichas. Que no me vengan con
historia. Yo cerré la tienda de aquellos proceres del periodismo en Nueva York.
Cuando el gran Filipo blandía `puños cerrados en Manhattan y amenazaba con
emviarmps a topdos a un campo de concetración o fusularnos. Tenía como adlatere
a Maraña que me insultaba cada vez que podía. El odio rojo les daba vitaminas,
pero no eran moscovitas. Venían criados a los pechos de las principales
universidades californianas
Ahora contemplo la magnifica visión amurallada
de Segovia desde
Los mandilones dicen que allí estaba el
cementerio hebreo pero no es así. Hubo un camposanto judío en el Corral de los
Huesos en lo que era hasta hace poco el macelo municipal pero, al dar la vuelta
a la tortilla aquí todo el mundo se declara más papista, que el Papa y más
israelita que san Melqisedec cuando hasta hace poco nos corrían a gorrazos y
ese es un tema en el cual no quiero entrar porque me exaspera, yo he venido a
contar la historia de mi amigo Manahén
Gumersindo Arije que creo que llevaba sangre de los elegidos por lo
menos en un cuarenta por ciento como tantos y tantos españoles. También nacido
por estas veredas en la que llamaban
—No derramarás
sangre ni semen.
—Bah, eso de
la religión es puro convencionalismo — clamaba a voces el diablo encaramado a
lo alto del acueducto, mientras se trataba de beneficiar a la alcaldesa. A
Belcebú le vuelven loco un culo grande y unas buenas "domingas" por
otro nombre tetas.
—Pues si no
hay Dios, tú tampoco— le dije yo a Satanás que se pavoneaba por aquellas fechas
de haber dado al traste con la unidad patria.
Me subi a la
alcatifa de los Sueños. Que es un transporte barato para viajar al presente y
al futuro. El pasado es muy negro. Estuvoi teñido de sangre em esta ciudad pero
es así como se construye en el eternio caminar de la historia. Ahora recuerdo
mis tiempos de corresponsal en Londres. Marché a la ciudad del Tamesius con
unas pocas librois en un mini de segunda mano ewn que cargaba un poar de traje
seis mudas un abriho algún libro de rezos y mi maquina de escribir. Yo era un
bohemio. No tuve la suerte de mi colega antecesor Eugenio Suarez. Su nombre
estaba escrito en el cuadro de honor de la vida
En lo alto del
puente romano el Príncipe de
Es lo que hice
toda mi vida caminando a pasos perdidos por las tabernas y lupanares, adiciones
a Baco, honrando a Venus y al tabaco. No soy digno de colocar sobre mi cabeza
el manto de oración y la tánica pretexta
de los flamines, contaminados por el alcohol y la semilla derramada de tantos
años de perdición, pero sobre todo por la sangre: maté a aquella archivera que
me estaba haciendo la vida imposible, sus insultos, risas y escarnios de
—Eso son sólo
palabras que de poco nos valen, padre mío. Rezar. Llorar, suplicar, abajarme
escuchar el silencio de los corderos hasta que rompiera el alba con su esquila
de luz de las mañanas. Es lo que hice toda mi vida pero tengo un mal pronto que
me enajena. Mis enemigos tómenme por loco y por psicópata. Lo malo es que puede
que lleven razón. Yo me acuso y lloro ante mi "muro de Lamentos" de haber
expresado mis dudas sobre muchas cosas en el bamboleo de mi fe vacilante en
una vida con no pocas vueltas y
revueltas que no fue nada circunspecta a causa de incomprensiones,
persecuciones y sufrimientos.
El diablo mueve la cola y amenaza con tirarme
desde el pináculo del templo. Con esa precisa idea de expiación he vuelto a
Rezo la plegaria
acostumbrada y hago voto de ofrecer un gallo a Esculapio. Ave Cesar. Me dediqué
vagar por el recinto amurallado. El gran cedro del convento de jesuitinas que
dio sombra a la infancia lo habían talado os mancipes dendricidas y poco
avisados. Lo malo de estas plegarias es que constituyen un monólogo.
Preguntas sin respuesta y a Villeguillo hombre de costumbres poco recomendables
le parecía que Adonis estaba muy lejos en algún planeta por ahí perdido
constituido en estrella filante.
Rezamos,
pedimos, imploramos, hacemos vaticinios, rogamos, exclamamos, cantamos y como
si nada; el dios pone orejas de mercader a las súplicas. Se desentiende. Zeus
mora en otra esfera, nadie sin su permiso escalará las peñas del Olimpo. O a lo
mejor que ese día estaba de mal café o no se había traído el sonotone. En mi mente el mosaísmo, el
islamismo y el cristianismo se conjugan pero antes de que vinieran las
aparecidas y de que el apóstol desembarcase en Padrón en una petera de piedra
los dioses familiares presidían nuestras vidas y nuestros actos. Dejémonos de
biblias en verso Es por lo que yo vengo a esta ciudad sorrapeando los párrafos
de “Ab Urbe condita” Tito Livio
impávido e imparcial. La piedra de Juvenal era la roca viva de la cual manaba
un raudal de agua brava, las que se despeñaban desde Peñamellera. Soy un pícaro
un filosofo un historiador, no sé lo que soy, pero estoy al tanto y el que
avisa no es traidor, un gnomo que se trasmuda y biloca porque para mí no hay
barreras ni de espacio ni de tiempo, soy el ojo de Ra, la mano de Dios, que todo lo toco y todo lo ve, émulo del
Gran Piscator, lucho contra los malos y aunque a veces haga partija con Belcebú
no soy uno de ellos. ¿Doble agente? En la redoma de don Cleofás, uno y no más
todos estamos. Pues Segovia como Puente Perin, como Barahona, Brañosera en
Asturias, Hita en
Vieronse
escenas lúbricas porque el momento de romanos se convirtió en anfiteatro
espectáculo porno de acendrado tialismo porque el de los pies de Cabra hacía a
pelo y a pluma después de cubrir a la alcaldesa por detrás fueron desfilando
los ediles y de las ediles y ministras de todas ellas hizo ropa vieja. Porque
lo suyo fue siempre engañar y fornicar.
El padre de
─Tente que te
unto
De su boca
desdentada se alzaron las palabras mágicas de un conjuro. La consigna de
aquellas elecciones convocadas por Perico los Palotes fue “tente que te unto”.
La señora Calvo viceministra se quedó entonces en pelota picada. Por delante el
bosque de Bolonia entreverado de castaño y rubio, diose la vuelta y pudimos con
templar un orondo Coramvobis cordobés tan prieto de carnes como el de
Conjurote sal y cilantro
Por Satanás
Por barrabas
Por san diablo que puede más
Y este bálsamo de Ruibrás
Que esta noche quebraremos el cántaro
Y serás mía
Tente que te unto
Mi coño en tu barba
Debía de ser
la bruja maesa, pronunciaron un conjuro y la alcaidesa y el diablo con el unto
de serpol, beleño, cilantro y otras hierbas mágicas se volvieron transparentes,
espíritus puros y empezaron a volar que parecían aves de mal agüero. Los
cielos de Segovia estaban cargados de
ominosos barruntos pues la diablesa de la alcaldesa no paraba de decir “tente
que te unto”. Un grajo infernal al que mandaron bajó de lo alto y sacó los ojos
a la estatua de
─Tiremos abajo
a
Pusieron
debajo de la lapida una blasfemia: “en mi coño mando yo”.
El maligno que
contemplaba el atropello encaramado al arco más alto reía mandíbula batiente,
luego empezó a ventoseare, sus discípulos hicieron lo mismo y todo el infierno
estalló en risas y en pedos del Ángel caído. Durante casi media hora toda la
plaza del Azogue olía a rayos. Ji ji ji ja jaja. Las descargas eran tan
profundas, de una violencia tal que los segovianos compungidos salían a las
puertas de sus viviendas, tapándose las narices o gritando ay madre el fin del
mundo. Entonces un cuadrillero de Lucifer el que se llevaba a la alcaidesa dijo:
─Os pasa por
judaizar. Ya sois míos
En la plazuela
del azoguejo con tanto gurriato en pelo malo y tanto discurso los políticos
marranos y los falsos obispos no paraban de sermonear, de dar explicaciones
(ocurre siempre en todas las crisis nacionales; las esquinas se llenan de
plañideras compungidas y de hermeneutas que tratan de explicar lo evidente,
estamos todos hasta los mismísimos de tanto parlamento redundante y dicaz) y lo
evidente era que a redropelo de lo que decía la leyenda, la moza del cántaro
perdió la apuesta, el diablo ganó la partida y al poco tiempo.
Villeguillo hizo esa profecía─ el acueducto se
vendría abajo. Que otros salmodien y prediquen y yo decía predícame cura
predícame fraile por uno me entra y por otro mesa sale. Yo soy Villeguillo. Los
que tiraron a
─Parecéis oro
obrizo pero no soy más que oropel, no tenéis cojones─ dijo Ursicinio el Pecoso
con aires de desafío.
Todos se
encogieron de hombros no hicieron caso de poetas, profetas y profecías. Allá
ellos con sus excesos y demasías. Hay que estar al loro. Villeguillo muy triste
por aquel espectáculo volvió grupas y salió de la ciudad por el puente de
Valdevilla que le vio nacer y jugar de niño y por donde pasaban las legiones
del emperador con su estandarte enhiesto
y el carnero mascota de
─De Segovia ni
el polvo las zapatillas.
En aquel
instante la santa abulense hizo la lazada y no quiso volver más a la ciudad de
la calumnia como ella la llamaba y es verdad mis paisanos siempre fueron un
poco recontrajodidos.
Todos al santo
y a las limosnas, atentos al “tente que te unto”, consigna de los degenerados
de la oclocracia. Aquí lo importante es ir tirandillo, sumirse en las andaderas
del buen rollito.
Retumbaban las voces en el transistor del coche,
tenía conectada a
Bergoglio se colocó sobre sus argentinas sienes la
mitra del obispo don Opas era el mandamás de aquel contubernio de anticristos.
Mucho sufriríamos por aquellos días ¡Ay, Señor!
— Vosotros la raza de víboras estás allanando la
historia — yo les dije enfurecido por tales desacatos.
— Nosotros
vuestra historia nos las pasamos por los cojones. Sólo nos importa
— ¿Y qué hay de lo mío? — contesté
— Nosotros somos sionistas, somos los nuevos
cruzados de Zion.
Era un sacerdote de
A mí me seguían pasando cosas. `por poco se sale
de la carretera mi Renault. Hube de pegar un volantazo. Un mozo de escuadra a
la altura del Puente de Valdevilla me dio el alto. Y me multó 200€ por no
llevar un lazo amarillo en la solapa del parabrisas. Bajé del coche todo
indignado y le hablé en catalán:
— Oiga agente tú no eres quien, yo sólo atiendo a
El Torras Chorras, jerifalte catalanista un
Orlando furioso contra Hispania, no es nada original, copia a los hebreos rusos,
manda colocar en el Nou Camp fotos de Ana Frank y vuelve a trillar la parva del
Shoah que es un gran embuste con miras a crear una religión nueva la del
Holocausto el Odio y
— Hablas sin conocimiento de causa
— ¿Cómo, qué? Yo fui corresponsal del Arriba en
Budapest, estuve allí cuando caían los pepinazos de los B-52 y salvé a muchas
estrellas amarillas, los refugié en el sotano de mi propia casa, yo fui
periodista de Franco y telefoneaba todos los días a mi embajador Sanz Briz. En
nombre de Franco salvamos a muchos hebreos. Nuestro caudillo Franco era de
vuestra cuadrilla pero afortunadamente no era sionista.
— Que te crees tú eso.
Quedó aturdido el agente de la autoridad pues a mí
me salió una vena mayestática que confunde y pasma a los que me contradicen,
volvíme irrefutable y apodíctico.
— Bueno circule — ordenó el mozo de escuadro, sus
ojos reflejaban ira y pasmo, yo me volvía a mis pajas y entre mí pensé
"este tío lo mismo que me pega cuatro tiros y me deja seco; en sus ojos se
refleja el furor de los combatientes de Masada" — ahora somos nosotros los
que mandamos en España.
— ¿Vengándose de lo que ocurrió en 1492?
— Eso mismo, pero no quiero perder el tiempo
hablando con un fascista. Venga arranca.
— Yo también soy judío pero de otra tribu
diferente a la tuya. Si yo soy fascista tú eres un nazi sionista que es mucho
peor.
El mozo de escuadra se puso de los nervios.
— Calla la boca
— Ni debajo del agua. Para que consigáis que
guarde silencio me tendréis que matar. Soy diacono griego y proclamo mi
Evangelio desde el ambón.
Dejé el coche aparcado en el Campillo y bajé a pie
contando los arcos del Acueducto atravesé el azoguejo subí las escalerillas del
postigo del Consuelo y callejón adelante contemplé la ventana de mi camarilla
justo debajo de
Voló a
Los dioses
otorgan a los mortales dones maravillosos. Tente que te unto. No te muevas,
estate quieto. Yo me hice transparente esto es un espíritu puro cuerpo de ángel
no sujeto a los imperativos de la biología ni hambre ni sed ni sexo ni
actividades excretorias. Podía incluso volar por el firmamento circunvolar los
espacios siderales explorando otros planetas sin necesidad de esa materia
pingüe y grasa con que abadernan el cuerpo las brujas para volar. La
transparencia era capacidad de atravesar las barreras del tiempo y el espacio
algo así como la explicación concepcionista que da el Astete para explicar el
milagro de la inseminación del Espíritu Santo en el vientre de María “lo
atravesó como un rayo de luz trasluce el cristal sin romperlo y sin mancharlo”.
Los anales de
Tito Livio y la historia romana no
guardaban para mí misterio alguno. Deambulé por
—Ellos son mi
fuerza, Villeguillo. Los dioses me dan impulso para torcerle la cabeza a un
toro en el circo, desjarretar a un tigre, y hacer correr a los leones. Mañana
son las lupercales y yo concurro, vendrás a ver cómo lucho contra el diablo,
amigo.
Prometí acudir
sin falta al circo máximo llevando en el bolsillo un canto que había pasado a
manera de talismán por la piedra de Juvenal en la muralla de Segovia frente a
la casa que me vio nacer, pero prioritariamente estuve contemplando a aquellos
seres míticos cuya imagen había estampado un imaginero cretense amigo del
gladiador en un retablo. Europa cabalgaba sobre un toro monstruoso que
arrastraban al aire de cola dos delfines. Minerva contemplaba al dragón, Jasón
jefe de los argonautas escupiendo el vellón transformado en una vestal. Zeus y
Anfión hacían buenas migas en el Olimpo (de nuevo aflorando el tema trinitario
que acoplaron los cristianos a su religión). Bulleron cabalgaba a lomos de
Pegaso el alazán tordo que surcaba el espacio a galope meneando dos enormes
alas que pendían de sus orejas y traspasaba con la lanza a
MI
AMIGO GUMERSINDO ARIJE
A Arije me lo encuentro todos los días
yendo y viniendo por los bulevares de
Él vendrá a separar a los
buenos y a los malos. Apacentará a sus fieles corderos y derramará la sangre de
los cabrones y cabritos. Porque Él es el maestro de Justicia. Pasaron las
pascuas nochebuena tranquila y recatada en el herrén y reanudo yo Arije mis
prosas peripatéticas por el bulevar de Reina Victoria tratando de levigar
aquellos recuerdos separando el grano de la paja de mi juventud. He oído las
palabras de San Esteban el primer mártir que exclamaba mirando al firmamento
"Satis est vixisse" y así
subió a los cielos. Los viejos de
Tengo fuertes palpitaciones y las negras ideas
se apodaran de mí. Las combato rosario en mano. Hay que poner lastre a los
malos pensamientos pues la imaginación hace burbujas y se tira pedos, remuerde
por los desvaríos de cuando entonces y, según los ascetas, es la loca de la
casa.
—¿Viste u oiste el espich que nos largó don
Felipe?
—No me dio la gana. Al verle tan insulso y tan
poco espíritu se me atragantó el turrón. Para mí el único rey que vale es el la
baraja. La monarquía viene del mono y en España siempre tuvimos a los borbones
una desgracia simiesca. Borrón y cuenta nueva.
Crecen los días y suenan
por algún rincón del cielo rondas sanabresas, canciones toresanas, ataruxos
galaicos, espantadazas del paloteo vasco, cobras catalanas y tamboreadas
navarras al son del chistu, juntamente con tonadas asturianas. Arije tenía una
visión muy folklórica y así le iba. Estaba fuera de lugar. Le rodeaban las
maniobras en la red de la incomunicación digital la gente enviando guasaps
dándole al dedito a mogollón. Todos dicen que el diablo no canta aunque sabe
mover el esqueleto. Dios te libre de las lenguas de dos filos y de los sermones
del padre Ricci, el que destapó la olla de la tapa de los infiernos y allí
vivimos cómo se cocían una recella de obispos y pontífices máximos traían en la
mano un libro del Dante. Satanás los pinchaba con un gario de cuatro dientes en
las posaderas. Iban desnudos pero se conocía que no les había dado tiempo a
quitarse la mitra de la cabeza. Sus cabalgadas por las calderas de Pedro Botero
eran un auto lardivo.
—No puede ser
—Porque tú lo digas
En el altar mayor de la
catedral de Luzbel que es una zahúrda de Plutón el infierno es una casa de
acogida alcancé a ver yo a un mitrado muy albardado de casullas, roquetes y
manipulos que daba la bienvenida a los colegas recién llegados con una plática
en la cual les decía que estaban en la casa donde no se come ni se bebe y de
donde no se sale nunca. La cueva de los castigos infernales estaba debajo de
una gran acacia que crecía en el bulevar. Santi de vez en cuando les bajaba un
bocadillo con carne de serpiente y cañas de aceite de ricino ración de patatas
bravas envenenadas, arenques y pollas en vinagre.
Un fraile se sentaba
también como la madre lo parió pero ostentando la tonsura y la cogulla sobre un
sillón de nogal aforrado de guadamecí. Gritaba y se arrancaba todos los pelos
de la barba. Decía ay de mí en la hora que nací. Su cara la estaba pintando el
Bosco en uno de sus cuadros. Junto al departamento episcopal estaba la sección
de los periodistas que eran incontables los que estaban allá pero su número era
superado por el de los abogados y los rábulas espolistas en pelo malo. La leva de
políticos era tan larga que ni te cuento: Trump con su trompa elefantina
diciendo que aquella noche era la navidad y no se iría de picos pardos,
▬Con tanto malvado como
hay en el mundo no se coge. Sacadnos de aquí. Estamos hartos de penar y sufrir.
Al grito de auxilio acudía
el infernal demandadero y les daba la vuelta a la parrilla para que se torrasen
un poco más como san Lorenzo.
No había en el infierno
aliviaderos pues allí no se come ni se bebe ni se mea ni se caga, todo es penar
y crujir de dientes, y para siempre. Para siempre. en medio de esta algarabía
de voces y gritos y blasfemias se escuchaba el barboteo de las perolas donde
cocían sus cuerpos, calderas de pez y aceite hirviendo. la atmósfera era
salobre y sobrecargada de un hedor mefítico. Los fámulos del Pateta se
apresuraban a torturar a los predichos con esmero y diligencia cumpliendo las
órdenes de Lucifer de manera implacable. en aquella alcaicería del furor los
que gritaban fueron sepultados en una montaña de cal viva:
— ¿No estábamos redimidos por
—Penen los rufianes y tengan su merecido.
A las quejas del purpurado
respondió el gran esbirro con un tizonazo en sus partes pudendas donde tanto
duele.
Atollite portas antiquas
abran la cancela pero las puertas de Jerusalén estaban cerradas. La ciudad
santa había sido bombardeada por tres misiles nucleares. me quedé pasmado ante
aquel cuadro de destrucción masiva. Alligieri Dante me señaló a res prelados de
blanco que la impostura glorificó como santos y estaban en cambio sumidos en la
gehena. Eran Pablo, Juan y Wojtyla. Aturdido por la gritería y el espanto
pasmado de las blasfemias vi cómo el Santi el mancebo de la tasca Julifer
también lo llamaban el Bar
—¿Qué dices Etsi?
—Yo no digo nada. Lo tuyo no tiene solución.
Me dejaste abandonada para irte con otra.
Le dije que había navegado
en galeras remando contracorriente con toda la canalla de un barco que iba a
ninguna parte y ahora me esperaba aquella tronera porque de seguro que yo
también era un malvado al que Queronte justiciero aguarda. Tras un infierno en
vida me esperaba otro en muerte. Es el fin; me arrojarán a la trena donde no se
come ni se bebe ni se caga ni se mea durante toda una eternidad. Sicio. Tengo
sed. Un verdugo mojó mis labios con esponja de vinagre y el Santi diome a beber un potingue de cerveza calamocha
mezclada con zumo de rabo de culebra.
—No es justo
—lamentabase Gumersindo Manahén Arije ▬ que en las zahúrdas de Plutón
nos den carena. Don Francisco de Quevedo el profeta lo había pronosticado. Él
tuvo también esta visión. Se ha torcido mi destino cual tibia de alcazuz que
cruje entre las mandíbulas del quebrantahuesos. En aquel instante un sacre
altanero que se desbandó vino a posar sobre la copa de uno de los tilos de la
avenida, al instante en que circulaba un 45 de la línea de autobuses urbanas.
El vehículo recibió una gran cagada en el parabrisas mientras los palomos cojos
caminaban, señoriles, recitando plegarias por el bordillo sin hacer caso del
buitre que desde arriba los echaba el ojo. Ellos a lo suyo a picotear cáscaras
de altramuces y pipas que tiraban las niñeras cortejadas sobre los bancos por
militares sin graduación. Un cabo de
Gumersindo odiaba a las
palomas urbanas que echaban a perder las aceras de la ciudad con sus
deyecciones. Bajaban los viandantes saltando entre las bostas de palomizo y
perrizo porque la población canina igualaba casi en número a los siete millones
de habitantes que tenía Madrid
La escena del cabo moribundo de bronce en
manos de la enfermera me recordaba a mis compañeros del tabor de regulares
cando serví a la patria; aun sabiendo que esto hoy no se lleva Arije se sentía
muy ufano de haber hecho la mili en regulares y cantar por lo bajini aquello de
soldado estoy de España y estoy en el cuartel contento y orgulloso de haber
sentado plaza en él. Florence Nightingale habita entre nosotros y si no hubiese
sido por estas enfermeras que son monjas laicas y a su vez matronas y madrinas
de guerra que dieron su vida por España hubieran muerto solos como los perros
en algún blocao de Xauen o de Dar Akoba nuestros queridos soldaditos llenos de
valor. Eso se supone. ¡Bah! no me quiero poner sentimental. Canta la coruja en
la rama del roble. Ya están llamando. Vuelvo sobre mis pasos a desandar lo
andado. Enrollo el cordel y el zumbel de la memoria empieza a moverse sobre el
firme del bulevar. Camino solo ladera abajo con mis pesadumbres. No es que
quiera mucho a los moros. Les comprendo. Son algo testarudos, muy orgullosos.
Respeto sus lilailas pero yo me quedo con los salmos. No va a ser cosa de
cargar las tintas y aljamiarse y renegar de la fe de Cristo como hacen algunos.
Conozco a los musulmanes y ellos creo que
me conocen a mí pero ni tanto ni tan calvo. No lo puedo remediar. Dicen que es un pecado matar en el nombre de
dios pero la biblia es un libro de hazañas bélicas con resabios porno y yo
marcho a rebalgas perseguido por mi sombra por Reina Victoria. Debo parecer un
paracaidista inglés desfilando por Buckingham Palace en la parada del Trooping of the Colour. El día del santo
de la reina que acontece en London en el bello día de junio. Me dicen los
ingleses que, como su Majestad le da que se las pela al zumo destilado del
enebro con gaseosa, no se le acabará el carrete en mucho tiempo. La reina madre
vivió 102 y ella puede que se plante en los 115. Así que el heredero, al que
llaman el Orejas, el que soñaba con convertirse en tampón higiénico (coño qué
metáfora) de doña Camila la mujer del alabardero, para verla más de cerca, lo
tiene claro.
Tengo una gran colección de arabismos que
exornan (palabras que empiezan con el artículo al) nuestros diccionarios pero
de niño sobre la cabecera de mi cama de madera había un cromo de la batalla de
Clavijo en el que el artista pintaba torpemente la figura de Santiago Matamoros
alzando su espada sobre un caballo tordo. Derribados y bajo los cascos del
caballo del apóstol aparecen unos cuantos turbantes pidiendo árnica. Siempre me
impresionaron los rostros desencajados de esos agarenos que el pintor rural
quiso que fueran negros o medio mulatos, de modo que sus pelambres contrastan
con las barbas y melenas de un blondo y triunfal Hijo del Trueno que para eso
fue patrón de los godos durante siglos
hasta que llegó la monja andariega, madre de los conversos. Ya que buen trabajo
le costó a Francisco de Quevedo defender su auspicio castizo de España por San
Jacobo dándose de cuchilladas con el de los cristianos nuevos, que defendían a
santa Teresa en el compatronato, y bajarle a Boanerges de su pedestal glorioso,
al grito de Santiago cierra España. Estábamos trazando rayas en el aire,
queríamos arar surcos en la mar. Nos falta a los españoles voluntad colectiva,
por eso somos un país de conversos, desdichados y a media hacer enchufado a las
veleidades de una monja andariega e inquieta que podía ser precisamente la que
me arrimaba las nalgas en el trolebús a mí, deseando ser traspasada por el rayo
místico. Quiero que me penetren. Voglio
una donna.
Apañados y apretujados íbamos aquellos
estudiantes sardinas en lata del futuro. Nos hemos olvidado del caballo blanco
de Santiago. Por estos tesos pululan los curas libidinosos, las monjas que se
dan a la fornicación y ansían ser penetradas por el dardo divino.
Yo por lo menos le prefiero a
El Santi se descojonaba.
En el Kiss bailaba la bacante Micaela.
Había algo divino, un halo superior en aquella negra. Parecía una sacerdotisa de Venus color ébano
pero el diablo, que siempre anda por Cantillana, movía la lengua y le hacía
pronunciar cosas extrañas en diversas lenguas. Yo salía renovado de aquel
cuchitril de paredes rojas color vino de la calle
Según Roma, la tribulación aguza la
inteligencia y la alegría hace bajar la guardia a los humanos. Para los
talmudistas es un error imperdonable ir de bueno por el mundo.
Estaba Santi el del Julifer, el bar de la
esquina, hecho un brazo de mar en su telonio despachando cañas de cerveza y
mirando de reojo. Zamora no se ganó en una hora. Qué va a ser... lo de siempre.
Ya no vas al Kiss. Qué es el Kiss preguntó un cliente con pinta de guardia
civil franco de servicio y dijo Santi un puticlú y yo dije ya no me vaga estoy
jubilata soy un cabo pieza al que se le jodio el goniómetro y el Santi que
aquel día se había levantado con el pie torcido se cachondeaba de mí ante el
secreta. Además repuse lo cerraron desde que mataron a Manolo Cantalejano. Creo
que fue la mafia rusa y Santi corroboró:
—Je a éste cualquier día le colocamos las pulseras y lo llevamos a la comandancia.
Lo malo es que tiene las muñecas gordas.
El Santi era un suma y sigue de su hermanan
Leonor a la cual le gustaba faltarme al respeto cuando subía a tomar café de
las mañanas del tiempo que se fue. Por sus interferencias la hubiese dado yo
una en los morros pero no valía la pena. Hay que resistir cuando la gente pide
bronca y poner en practica el consejo de mi abuelo que era de
— Tú tienes madera de asesino en serie.
— ¿Quién yo?
—Sí, tú. No te hagas el longuis
—¿Por qué?
▬Buscas el trato torpe con mujeres
públicas. Eres algo seductor y encantador de serpientes pero insensible al
dolor ajeno. Hundes tus fauces en el légamo del egoísmo. Tienes los pies planos
y me da que eres algo impotente. Esto de la impotencia de don Juvenal fue
corroborado por el sanabrés que poseía buen ojo clínico para tales alicientes
El camarero sanabrés pronunciaba su
diagnóstico de manera contundente. Seguramente había leído a Freud. No. Eso
imposible: Santi era de los que jamás han leído un libro. Esos españoles que
pertenecen a un país en el que menos se lee y más se publica. Vanidad de
vanidades. Me quedé de un aire. Ser gordo en España y atiborrarse de lecturas,
mala cosa. Pero nunca pondréis, malditos, bozal al buey que trilla.
— Calma no hagas caso a esa bruja.
Pese a las impertinencias y humillaciones,
estaba yo allí todos los días a la hora el cafetín. Me atraía el abismo.
Templanza. Moderación. Circunspección y voto de silencio. Todo menos darla un
par de hostias. No te pierdas, Gumersindo. Y por más que me proponía alcanzar
tales virtudes jamás lo conseguía. A lo mejor el Santi llevaba razón: yo,
arrastrado de mis malas inclinaciones, podía liarla parda hasta el punto de
convertirme en un asesino en serie. No me gustaba mirar los telediarios porque
me daban ganas de vomitar y después matar a ZP. A la rubia de bote el chocho
morenote esa lozana andaluza que pronuncia encendidos discursos simulando la
verborrea de los delegados de curso de
¿A causa de la tos ferina?
▬Paez
que sí
Llevaba el féretro un carro tirado por un
tronco de corceles blancos y a Arije que caminaba detrás del cura portando la
cruz alzada y cantando el entierrillo aquellos caballos le parecieron que iban
trotando por los cielos nuncios del Apocalipsis.
Mientras tanto, los narcopoetas escanciaban
yámbicos blancos y las poetisas se llamaban poetas desde que se popularizaron
los versos perroneros de Gloria Fuertes que era bollera. Alzaron el pendón del
orgullo vaginal. rNo somos
poetisas que nos llamen poetas. Hay que ver estos de la involución feminista en
qué tonterías se fijan llevadas por su odio al macho y sus deseos de aniquilar
la vida. Yo quise entonces cambiar el mundo mediante la palabra pero no pudo
ser. Mis parientes ponían oídos de mercader o se mofaban de mis súplicas. En
España escribir es un vicio y yo no era más que una pobre flor de jara, un hijo
de la lluvia. El arcipreste Julito y el padre Eguillor que se torra en los
infiernos ya me lo habían dicho:
▬Arije, tú nunca entrarás n el paraíso.
Mala suerte, chaval. Te salió el esteatoma. Y un zaratán en los pies es para
las ocasiones. Creciste en un mundo sin amor.
A pesar de todo fui por el mundo anunciando
nuevas y contando cosas, navegando por mares de envidia y mediocridad. No
entendían mi lenguaje por yo empleaba los subjuntivos y la consecutio temporum latina y ellos, pagados de si mismos, se creían
los reyes del mango pegados a la alcachofa, y al micrófono rebuznador,
verdaderos “maqueraux” de los
portavoces profanadores del lenguaje de la comunicación, butanitismo informativo, cabrones con pintas. Mi tío Hans murió en
Stalingrado y monta guardia en las estrellas. En noches de desolación nos
comunicamos utilizando un télex particular que me conecta con la ultratumba.
Escucho los tambores que anunciaron la desolación. Siento piedad por tío Hans y
todos los que cayeron en aquel terrible mes de enero e 1943. Nuestro futuro se
derrumbó entonces y vamos muchos dando tumbos por el mundo. Sin embargo
llegaría un día de venganza. La mentira no puede durar mil años. Los serviolas
de proa anuncian una noche larga en la mar. Surgen sombras a popa. Caminarás
sobre el áspid y el basilisco, romperás los eslabones de las cadenas que te
ataron. La nieve y la escarcha (Imbert et
nix) pasarán pero no mi palabra. El Señor que es buen marinero de altura
nos largará una estacha. Mientras tanto, escucho el ruido de los cerrojos que
se abren y cierran en libertad. Los mueve una mano invisible. Ecos que se
grabaron en la piedra de los castillos y matacanes por cuyos pasadizos yo
corría en mi infancia. La piedra guarda los mensajes crípticos. Son ondas del
más allá. Haplología cíclica. El pan de los mastines. Los guardias de seguridad
que guardan la viña bajo el gario de oro de los cuatro dientes: justicia,
fortaleza, prudencia y templanza. Todas ellas abocan a la continencia, la
modestia y la abstinencia que proporcionan alegría al mal y al cuerpo buen
banzo son las virtudes más importantes. Son sus contrarios el hambre, la peste
y la guerra los más destructivos. Después como todo se renueva florece un
tiempo distinto ex novo el abismo. Los poetas son sus heraldos pero muchos son
crucificados porque no son del gusto de los tiranos que traen arrastrándose
tras el carro triunfal a sus propios profetas. Dejen paso a los adoradores del
Becerro de Oro. También sigue a los tiranos una cohorte de nuevos ricos, de
teloneros, de periodistas comprados, y
de abogadotes rábulas picapleitos. Los globos se desinflan y se estrellan
contra el asfalto del Paseo de
Una
cuadrilla de negros en un banco en mitad el bulevar recién desembarcados de la
patera y a las que las autoridades habían mandado para acá estaban sentados sin
trabajo. Iban pululando de acá para allá
y robaban carteras a los borrachos mientras dormían descuidados sobre los
bancos del bulevar la zorra suprema zupia calimocho y ginebra de garrafón
mezclas explosivas. Todos -eran lo menos ocho- ocupaban un banco municipal. No
tenían currele y estaban de brazos caídos porque esto no era lo que les habían
dicho: esto es el paraíso.
— Venimos a España a que nos mantengan. No
vamos a pegar golpe.
Acababan de aterrizar en Madrid como aquel
que dice pero después de la patera ¿Qué? ¡Pobrecillos! A matar o a robar o
hacerse el culo de una puta vieja.
— Pues ninguna lástima te han de dar, Arije
— solía decir mi novia Etsi
En
ese caso estaríamos hablando de turismo sexual o de un nuevo tipo migratorio.
Me daban un poco lastima, la verdad. Este país fue cruce de razas y empalme de
fronteras. La esbeltez de las nubias contrasta con las abotagados rostros
ecuatorianos de piel cobriza que parecen mismamente corchos de botella con
perdón pues así tienen el talle y cara de buenas personas casi todos estos
ecuatorianos inditos que a mí no me molestan. Madrid ya no es rompeolas de las
españas sino el abra donde convergen todos los mares del mundo. ¿Esto es malo o
bueno? Yo que sé. Al principio nos preocupábamos y decíamos pero esto ya no
puede ser. Venida la pella, y como no los puedes vencer, únete a ellos, sálvese
el que pueda. A
Entré en el bar Tera. Zamora no se gana en
una hora.
—No digas sandeces, Fabiniano.
Pocas veces le había escuchado llamarme por
mi nombre pero aquella vez su llamada sonó apelativa y tierna transmitiendo en
su inflexión ciertas querencias de la infancia olvidada. Se sintió generoso y
luego le invitó a absenta después de comer. A la salida del zamorano cada uno
de los dos hermanos tiró para su lado el uno para la derecha y el otro por la
izquierda. Cuídate y no te apures. Todo
eso que pasó ya pasó y habrá que echarlo en el olvido. Si no fueras tan gafe,
te llamaría de vez en cuando pero la gafancia no se cura... y. Tocó madera.
Había una papelera de bambú en las escalerillas del metro y la rozó con la mano
izquierda. Estoy seguro de que Fabiniano ya me ha pasado la galerna. Era como
si en el alma me hubieran sacudid un linternazo. Un ventalle de perdición, hijo
mío. Yo soy Baruj Arije y no se por que me pusieron Baruj ni cual es la raíz
del arije. Seguro que es un nombre moro. Recordó a Malitva una hermana que
había fallecido de cáncer de tiroides. La salieron unos bultos en el cuello y
se le inflamaron como cuévanos las cuencas oculares. Era muy guapa y rubia y de
la noche a la mañana perdió el pelo. Se puso monstruosa. Ella también era una
Arije. Vivió poco tiempo: treinta y cinco años. Dicen que lo del tiroides la
vino en el sobreparto al tener el primer hijo o fue el marido que era un pirata
y un moro en el mal sentido de la palabra. Pobre hermanita.
No tenemos mucha suerte los de la familia.
Avanzamos por la vida con la cargazón de la culpa. Pagamos por los pecados de
otros. Somos del pueblo elegido. Elegidos sí para sufrir. La cosa no es para
tomárselo a broma pero yo suelo hacer de tripas corazón. Le saco partido a la
vida. Buen yantar buenos vinos buenas mujeres alguna que otra si se tercia y
sobre todo buenos libros y buen tabaco. Me he fumado lo mejor de Vuelta abajo
me he bebido cubetes enteros de Vega Sicilia. He amado la literatura profesión
que nos inmortaliza y no fenece. Que grande eres, Dios de Israel. Como cuidas
de nosotros aunque a veces nos mandes castigo. Será que nos lo merecemos. Hemos
siempre de estar preparados y ser congruentes con nosotros mismos para cuando
sople el viento de perdición que extinga la llama de todos los cirios. Otros
tienen oscuridad pero los Arijes vamos por la vida destellando rayos lumínicos.
¿Será eso por lo que el profeta nos define como Vas electionis? ¿Será eso por
lo que me pusieron al nacer Baruj?
Y entretenido en estos pensamientos
místicos deambuló por la ciudad.
— Chupaaa.... folláaaaa
—Bueno, bueno niñas qué cosas tenéis.
Dejadme en paz. Yo tengo otras preocupaciones. Ale, ale, a casita que llueve.
Pero cuanto más les amonestaba mas se le
arrimaban las pigmeas. Se llevó la mano a la cartera. Estas prendas vienen por
algo. Tuvo que ponerse serio Arije y sacar la
poderosa cabritera de muelle que llevaba en bolsillo. Al ver la de
Albacete se espantó toda la bandada y lo dejaron tranquilo. En sus cavilaciones
se le había pasado la noche y tuvo que esperar barzoneando hasta que abrieran
el primer metro. De noche la ciudad resulta casi una desconocida otro dibujo
otra alma y otra vida pero él había sido un noctívago dado al trasnoche y amaba
las madrugadas sobre todo las amanecidas aldeanas cuando se escucha a los
gallos quebrar albores. A las cinco de la mañana todo parecía que despertaba y
poco a poco se notaba un aire de actividad y de currele. Tenía frío. Era lunes
santo y ya se notaba la proximidad de la primavera. Se escuchaban cantar los
pájaros en las frondas del Retiro. Toda aquella huida de Arije de su propio
laberinto y de su castillo interior a la negrura de la noche tenía una
explicación. Se había pasado la tarde entre bostezo y bostezo haciendo zapping
por televisión hojeando a rastras insustanciales periódicos y suplementos
dominicales subidos de color y de desnudeces pero entecos de ideas. Para él
estaba visto que la belleza no estaba plasmada meramente en el felpudo de la modelo
exuberante que por una vez se retrasa mostrando sus líneas. Para él la belleza
era la filocalía. No estaba en torsos ni en senos flotantes sino en la belleza
interior. Una mirada una palabra amable una risa feliz una canción de quintos.
Los nuevos periodistas explicaban a sus lectores a lo largo de una serie de
reportaje su pan comido: ha nacido, señores, una nueva religión. Ahora todos
somos laicos. Los gimnasios habían sustituido a las capillas en su misión
soteriológica. Era el síndrome de la catedral vacía de fieles y llena de
turistas. La descristianización progresiva, los largos puentes de fin de
semana. El alzamiento de pesas. La barra fija. La bicicleta estática y otras
calistenias. La gordura es un pecado mortal y el peor diablo el de la grasa. Los
flamines del tercer nivel habían sustituido a los curas y a los obispos.
Echaron el cierre las rejillas de los confesonarios, derribaron pulpitos y
ambones, el purgatorio no existe y el infierno fue una fabula que se inventó el
Dante así que hemos instaurado la religión nueva. Todo cambió. Acababa de hacer
explosión el coche bomba en Leganés. Le daban escalofríos de pensarlo. Aquel
piso que saltó por los aires entre suras a Alá y la muerte de un geo. Dios
aparta de mí este cáliz. Líbranos de la peste y la guerra. Era buena persona en
realidad Arije. Le tocó vivir un tiempo difícil a lo mejor la culpa la tendría
su hermano el gafe o que un resorte había fallado. Estaban sin embargo
cumpliéndose los designios que había ido desparramando a lo largo de su obra
anepigráfica.
—Tío, eres todo un baluarte
—Pero carezco de antivirus
—Que va. Lo que pasa es que estas
apoltronado hecho un oso buco. Has de caminar más. Pasas las horas muertas ante
la cuartilla blanca. Eternidades de ordenador. Pero ve lo que aguardabas se ha
cumplido. Has logrado tus sueños. Tú sabes. Tú puedes.
—Ya lo sé.
Había que quitarse el sombrero. Arije no
había fallado un punto en sus vaticinios. Ya lo sé que te has pasado tres
pueblos que vives en otro mundo pero que se le va a hacer. Sonreías a los
insultos. Eres un cobarde y encima te quejas.
Todas estas predicas difundidas a beneficio
de inventario sin embargo no valían para nada, no le decían nada. Arije se
paseaba por la roca del precipicio haciéndole un calvo a la vida y a la muerte.
Vio unos demonios so capa de monos forajidos copulando furiosa y fugazmente
sobre la rama de un ailanto del jardín botánico. Ciertamente había demonios en
el jardín. En ese jardín. En todos los jardines. Quizás el jardín se alzaba
sobre un cementerio y allí estaban los huesos del profeta Ezequiel en trance de
alzarse y muchas noches sobre los cielos turbios de la capital se elevaban como
vaharadas las trazadoras de los fuegos fatuos. Debían de ser lo muertos de la
guerra civil o el ralentí de ciertas bombas que no estallaron. Castor y Pollux
un poco más ya junto a la fontana de
—A que no me coges.
—¡Uy esos! Parece que van mal.
Por fin llegó tras mucho caminar, pasados
los pontones del olvido, al intercambiador Digital una cochera inmensa debajo
de los cimientos mismos del Arco de Triunfo. Estuvieron trabajando obreros
actividad frenética día y noche para tenerlo a punto que lo tenía que inaugurar
don Cejas para
—El 39 fue un año triunfal. Ese año un
primero de abril entró la fuerza por acá, en este mismo punto donde nos encontramos.
Entraron las banderas por Princesa y justo aquí fue el empezar y se desplegó la
roja y gualda. Un alférez alto y grande la llevaba.
—Que bonito! —dijo el de la partida que
tenía un brete y una pihuela atados al zapato — pero para de hablar, lechuza
que nos interrumpe. Lo que nos traemos nosotros entre manos es importante.
—¿Qué puñetas hacéis?
—Estamos conspirando.
—¿Así, con ese uniforme de penitenciarios?
Ya tendréis ganas.
—Tú ya verás. Tú a oír ver y callar.
Puede que el 39 fuera año triunfal pero de
aquella fecha ya nadie se acordaba. Ahí estaba la fecha de la inscripción latín
con una leyenda en números romanos. La zorra mirando para arriba. El asno de
Buridán plegó las orejas y un hermeneuta con un puntero iba desglosando como un
parte de incidencias el meollo de la frase: “Armis hic victoribus mens jugiter
victura monumentum hoc” (A las armas victoriosas este tributo). Los romanos más
que escribir esculpían como acuñando moneda para la eternidad y vio por un
resquicio de la memoria al autor un catedrático con las manos llenas de tiza y
la chaquetilla cubierta de polvo que hablaba con una palatización de abiertas
como en el Ampurdán. Lo escrito en piedra no es lo mismo que la escritura en
papel o en papiro que es un poco la escritura en la pared de la cena de
Baltasar. Frases para durar. No una pluma yo lo que anhelo es un buril. Y allí
vio en lo alto del cielo al profesor Mariner mártir de la democracia o la
contrademocracia fulgiendo como un ángel al lado de San Juan y de Tito Livio y
de Virgilio. Armis hic victoribus. Mas, todo eso pasó. Se fue. Pasó. Ábrete.
Mundus transit. Pasa página. Animo pues, amigo que para eso tienes nombre de
poeta y apellido de pámpanos. Eres todo ubre y pámpano. Todo medula. Lo veía al
pobre Baruj Gumersindo Arije. Tenía las espaldas un poco encorvadas. Le había
tundido lo suyo la vida y el pelo se le había vuelto totalmente blanco. Andaba
gambado por una ciudad que fue la suya y ya no le pertenecía. Por sus calles
iba y venía meteco o exilado en su propio país. Sólo tus sueños te pertenecen
pero la ciudad ya no es tuya y hasta el habla siendo la misma es extraña. Todo es extraño. Los rostros, mohínos y
distantes la gente amargada y con cara de ir a lo suyo. En las caras se refleja
la infelicidad que procura el egoísmo y la desconfianza. Madrid me mata.
Transitar por el Arco de Triunfo. Circular por debajo del Arco del triunfo por
donde pasaron las cohortes de Complutum camino de Legio Séptima no es lo mismo
que pasarse todo bajo el arco de triunfo, Arije y hay que pasarte por ese
epicentro del mismo sitio ya sé que tienes anchas espaldas y alforjas
esterones, artolas, baúl para guardar tantos agravios.
Puf. Todo lo que me echen.
Pero para él las calumnias las injurias no
eran tales injurias sino peldaños de la escalera del Cielo. ¿Agravios? ¿Tantos?
Sí. Señor. Tú sufriste muchos y marcaron tu santa faz en el Lithostros.
¿Entonces de qué coños te quejas? No seas zarrioso Arije. Vuélvete a casa. De
noche en Madrid todos los gatos son pardos y esta es la ciudad de los gatos.
Pasé dolores de Getsemaní pero sin Magdalenas pero sin magdalenas que ungieran
mis píes con pomos de nardo ni Verónicas que me salieran al encuentro con sus
paños. La conversación con el antiguo colega me ha dejado de un aire y sin
saber a qué carta quedarme. Nadie se solidariza con nadie. Nadie quiere saber
ni entender. Nadie te ayuda. Estás solo. Atravesamos el desierto el ponto
líquido. Tiempo de Acuario. Todo parece que fluye. Es líquido. Tiempo de
liquidez. Un moro bajó entonces por la escalinata con una gran alcatifa a
cuestas. Era un mohamé manumiso exarico para los que Madrid nunca será Madrid
sino Majeriíta. Al menos ellos tienen esa idea. Para ellos no ha pasado
AÑO NUEVO ESCUCHO LAS
CAMPANAS DE SAN DANIEL
Primero de año estreno
doce nuevos meses de vida. Arije se levantó después del gran catarro que amargó
su nochevieja. Escucharon villancicos en la radiogramola y bailaron algo, salsa
sobre todo que es la música que baila su mujer orígenes cubanos. Arije se
desposó con una Ceiba. Misa en el Vaticano cantada en latín tan de su gusto.
Vio al papa cojo. Le dio un poco de pena aquel hombre. Cojea el padre Bergoglio
y cojeamos todos pero ahí vamos. Tampoco canta este pontífice. Lo que más le
gusta dél es su devoción a la madona inspiración jesuita. Al final del oficio
se cantó ante el pesebre Alma redemptoris
mater pero el portal no estaba tan iluminado como otros años. Luego paseo
por Reina Victoria y tuvo la dicha de escuchar las campanas del Día de
—Populum voco. Mortuos prango. Vulnera frango[5] y aquella voz sonora del
viejo monasterio san Daniel uno de los
muchos monasterios del Cíngulo Dorado— el circulo de oro constituido por
torres, espadañas y muros sagrados o sacra menia que circundaban Madrid por la
parte norte y sur de Moncloa—le retrotrajo a aquellas maravillosas enseñanzas
que había aprendido sobre la liturgia romana en sus años de seminario. Tuvo el
convencimiento que la iglesia no son las encíclicas papales ni la doctrina con
moralina sino algo mucho más alto lo que eleva el corazón. Es la teología, las
súmulas tomistas y el gran acervo de
la tradición. En el monasterio de san Daniel escuchaba la misa de cazadores el
rey Enrique IV al alba antes de recorrer los montes del Pardo a la caza de
jabalíes y en su sacristía al pobre rey segoviano lo envenenó un monje por
mandato de Palencia cuando regresaba del monte sediento y sudoroso. Diole al
monarca a probar una pócima de hierbas con mezclas aromáticas y gaseosa. El
tañido de aquel modesto campanario hoy convento de monjas le llenó de paz. Las
aves huían asustadas por el cielo de Reina Victoria, las palomas buscaban
refugio en las helgaduras de las tapias. En el Islam no hay campanas. Al moro
el sonar de la campana le asusta pero Arije se sintió ampliamente gratificado
en su catolicismo, un catolicismo ferviente que renacía en él cuando
Liturgia es el culto
publico a Jesucristo lo había aprendido él cuando era adolescente y no podía desquitarse
de esa idea. Tal vez por tozudez o por prejuicios. Arije era tozudo y no
precisamente uno de esos que cambian con facilidad de chaqueta. A Dios le
gustan los cantos de alabanzas y esta idea viene del antiguo Testamento. En la
liturgia converge Cristo con Sión y la cosa no tiene vuelta de hoja. Todo este
entramado es expiación, oración, acción de gracias, adoración sacrificial y
canto de alabanza. ahora lo pretenden destrincar los adoradores de Satán.
La iglesia es una y
múltiple. Posee la gran riqueza de la diversidad de cultos en su capacidad de
católica o universal, apostólica pues proviene de los apóstoles. Está fraguada
en símbolos que por desgracia ignoran muchos de los fieles que participan en
los cultos (santa ignorancia) pero es menester entender las ceremonias y
rubricas de los diversos cultos rituales. En la iglesia occidental existen
varios ritos distintas fórmulas de adoración: el galicano francés, el medulano
de la iglesia de san Ambrosio de Milán el bizantino griego y muzárabe-visigótico que aun se celebra en la
primada de Toledo A Arije el rito muzárabe era el que más le inspiraba por su
españolidad y sus adherencias al bizantino. En él abundan preces y letanías —
hesicasmo o repetición de una frase pronunciada por Jesucristo o de los
Evangelios como los kiries que impetran la piedad del altísimo—. En mi opinión
las lenguas vernáculas han roto por una parte con la tradición y por otra
vacían el sentido en que el verbo divino habló en el monte. Por ejemplo en el
ultimo evangelio han traducido et
tenebrae eam non comprehenderunt
por no le entendieron cuando en realidad semánticamente lo que significa es que
la luz fulge y las tinieblas no apagaron esta luz que vino de Oriente. Los
motetes, los himnos eucarísticos, las secuencias forma parte de un fenómeno
privativo del cristianismo: la filocalía o amor a lo bello del que carecen los
otros credos. Es el Cristus Musicus
que se entroniza a través de las musicales notas en el pantocrátor. Además, las
vernáculas han despojado a la iglesia de su universalidad ingénita. Arije no
podía por menos de vapulear las enseñanzas del Vaticano II. El creyente tiene
la obligación de estudiar su fe y de iniciarse en lenguas que le son ajenas
como el latín o el griego o el hebreo como hacen los talmudistas que estudian
constantemente la palabra de Dios. Rito de iniciación. Hay muchas cosas que no
se entienden sino a través del legado de la fe. Y estos misterios nos vienen de
los ritos órficos de donde arranca en parte la liturgia romana que quiere quiso
cristianizar el paganismo y en la vida todo es liturgia y rito, fulgor,
normativa y regla, cauce de convivencia, lo que diferencia al ser humano de los
animales irracionales. Los símbolos nos cercan a Dios. El pez, la paloma iztios, axios el crismón el anagrama que llevaban los legionarios
cristianos en tiempos del emperador Valerio. Los que atacan a la iglesia por
esa milonga de los abusos sexuales que siempre los hubo y los habrá desconocen
esta categoría primordial de nuestra religión. Reducir el depósito de nuestra
fe a los pecados de la concupiscencia humana es una aberración. La liturgia
católica tiene estirpe teatral. Conviene recordar que el teatro nació en los
atrios de los templos cristianos. Autos de navidad y de pasión: Shakespeare,
Calderón, Lope, Tirso y luego la riqueza estatuaria de los ábsides capiteles y
cimacios románicos con la representación de las sibilas, el infierno, los
martirios, las misericordias del coro donde quedaron labrados algunas
advertencias donde colocan sus posaderas los canónigos sobre la presencia del
maligno den el mundo al cual
Arije después de estas
consideraciones y halagado por la presencia viva del Cristus musicus se
santiguó y entró reverente en el pórtico de la iglesia de san Daniel. Las
campanas seguían propalando su melodía a la ciudad de Madrid anunciando orbi et
orbi
Bajé la cuesta, era tan
empinada que con frecuencia el tranvía se atascaba por no poder con tanta
gente, los estudiantes se bajaban y a empujar. En una esquina la casa chalet de
Sebastián Miranda que velaba las armas cara al sol y los aires de la
universitaria. A izquierda de la bajada se abrían las bancadas del Estadio
Metropolitano y todavía el viento de la sierra del recuerdo traía y llevaba los
sones de aclamación cuando Collar desde la extrema izquierda marcaba Gooool, el
grito de júbilo resonaba por toda
El bulevar en rampa de
Reina Victoria cambió de nombre. Daría luego en llamarse Roca Tarpeya de
Salamanca. Ya se sabe lo que naturaleza no da no te lo presta Salamanca.
Cuestión de másteres. Los másteres de Perico el de los Palotes que quiso ser
presidente, sentarse de culo en Moncloa alto paramentos aunque haciendo trampa.
Los tiempos de Donald Trump fueron una trampa cuando sonó la trompa de
Eustaquio por
─Perico, tú machaca todo
lo que se ponga delante de la torre de tu tanqueta. Acaba con los Españoles sin
piedad, límpiate los mocos con la bandera de España y luego los trapos que te
sobren los trae para acá.
─Yes, Sir
Y allá que se fue el
obediente Pedrito cargado con sus masteres, arrastrando las chuletas de las
páginas que copió con su cara de guapo. El enemigo no tenía que embarcarse en
un nuevo Vietnam los gringos son algo gallinas en cuanto empiezan a llegar
féretros de soldados abatidos por el fuego del Vietcong. Bastaba un caballo de
Troya para tal operación y darle el gobierno. Por la avenida bajaba la manada.
Gora san Fermín.
Todos los días en Madrid es San Fermín y
violan a una como en Pamplona esos putos sevillanos de la infame Manada recua
mogote y brazada de depredadores sexuales siendo el más conspicuo uno que
llamaban el prenda el más aguerrido el más picha brava el que la tenía más
larga una verdadera garduña de Sevilla. Cogieron a una pobre chica que venía de
los toros de San Fermín la bajaron las bragas y allá en un portal mismo y
haciendo un standing up se la pasaron
por las armas coito en cuadrilla, hubo un juicio y salió un rábula en defensa
de los fementidos y dijo:
─Señorías, toda vez que la
muchacha dijo no pero un no es siempre sí en estos casos no se puede demostrar
el estupro.
Hubo en el país una
verdadera conmoción. Las Fem se lanzaron a la calle indignadas al amparo de la
consigna: “un no es no y un sí es sí”. Cercaron la audiencia y tiraban los
sostenes a los magistrados se quitaban las bragas y se las tiraban a los
magistrados a los hocicos. A todo esto las reinas de las mañanas tuvieron
afrecho de su duerno mediático durante muchos días y las anarosas y las
susanasgrisos no paraban de darle al chisme de la propaganda. Los fulanos de
─Señora ministra, su
señoría tiene un culo muy prestoso y redondito. Habría que ponerla mirando para
el Cristo los faroles para pasar la tarde.
El mozo de san Fermín
bajaba por
Era la hora de consultas
en el clínico y los tranvías venían atestados de hombres y mujeres que acudían
a ver qué tal andaban sus parientes hospitalizados. Sobre los setos de madera
de boj que circunvalaba al gran caserón de la muerte en cuyas salas se peleó
con tanto denuedo en la guerra civil, pasaba lista
▬ Quiero más. Dame más
▬¿No tuviste bastante?
Pues vale ya.
▬Chavala, tú eres
insaciable.
▬Give me more. Give me more. I want it now.
▬Otro toro que este no
vale. Pase el siguiente
Y esta era la lúbrica
historia de los violadores en cuadrilla que jaleaban las prensas nacionales sin
ningún pudor.
Él pensaba en Etsi aquella
novia que tuco y le hacía el amor en el 600 sin llegar a más. Tonto que fui,
pensaba para sus adentros, con las mujeres no valen medias tintas.
El arcabuz fue el arma más
letal hasta que se inventó la bomba atómica fulminante y esparce un hongo de
muerte al estallar. Carlos V el emperador se lamentaba maldita la hora que a un
chino se le ocurrió descubrir la pólvora. El salitre, el azufre, el carbón y la
mecha cargan de muerte a cualquier artefacto. Picos, palos y azadones. Suban
todos a cobrar que llegó el administrador. El personal hacía cola ante los
cajeros automáticos. Ya no había que acudir al banco para pasarse por caja.
Bastaba con apretar un botón. ¡Qué cosas inventa el hombre blanco! Desde el año
89 todo ha cambiado para bien y para mal. El mundo es distinto así en Ciudad de
Méjico la más populosa del globo como en Becerril de Campos donde no porta en
invierno un alma. ¿El nuevo terror del milenario?
II
LUNA DE ENERO
Lunas fuertes de enero
cuando las gatas tienen celo y en las radiantes noches los árboles desnudos
tiemblan bajo la helada. Había pasado las navidades en su tabuco acariciando
sus recuerdos circundado de libros y de papeles. Le vino bien a su salud el
ayuno pascual. Asistió a la misa de gallo por Internet que celebró el patriarca
Cirilo de Todas las Rusias el adalid que luchaba contra las fuerzas oscuras.
Aquella orgía de voces angelicales, iconostasios de marfil el Pantocrátor en lo
alto de la cúpula, casullas recamadas y el diacono que cantaba:
— Xristós rasdaets piite i pklanite yevó
(Cristo ha nacido venid en adoración)
La catedral de
▬ Los feministas follamos más y mejor que los
de la ultraderecha,
La palabra ultraderecha y
fascista no se le caía de los labios a los de You can que se sentían
amedrentados e impotentes ante Vox un movimiento que arrasaba. Mucho presumir
de potencia sexual y seguro de que el miembro no se les ponía erecto para
cubrir a las cabras locas del Contubernio Fem.
Arije no tenía que ver con
la ultraderecha. Era un anarquista, un rebelde como lo fue Jesucristo contra el
Sanedrín y se sentía satisfecho consigo mismo por haber dado testimonio pero
sus días los pasaba oculto en su esconce y las noches las pasaba en blanco a
causa del dolor de España que lo afligía. Después de salir de la cárcel por
haber asesinado a la funcionaria roja (fue una lacra en su vida pero tenía
demasiado temperamento) se refugio en el sotabanco de Majadahonda. Le había
quedado una pequeña pensión, podía pagar la pensión el resto lo gastaba en
tabaco y en libros en la cuesta Moyano. Nada sabía de su familia. Etsi había
venido a verle dos veces a la cárcel pero desde el año 92 no volvió a saber de
ella. Asumía que había encontrado pareja.
Aquella mañana amaneció
radiante. Los niños de Madrid había sacado a la calle sus camionetas, sus
hombres araña y las muñecas que les trajeron los Reyes Magos.
Pese a sus dolamas tanto
espirituales como corporales se sentía contento. Había llegado la hora de
romper el ayuno. Se fue a comer al Julifer. Allí todo seguía igual que hacía
diez años. El Santis en la barra y
—Coño, yo creía que te
habías muerto.
No supo qué decir ante tal
insolencia. Pidió lentejas, gachopo y una botella de vino. De postre arroz con
leche y un chispacito de coñac.
Había tres o cuatro
individuos en la barra discutiendo acaloradamente sobre la derrota del Madrid
ante el Alavés. Nadie hablaba de política. Abandonó el local satisfecho y por
aquel dicho de que de la panza sale la danza recuperó su buen humor pero ya en
el autobús camino de casa empezó a sentirse mal. Le daban arcadas pero no podía
vomitar. Se le puso cara de luna de enero.
En la parada final se
acurrucó en un banco.
— ¿Se encuentra usted mal,
señor?
—Si llamen a una
ambulancia. Me muero.
Llegó una ambulancia y
Arije fue conducido de inmediato a urgencias. Allí perdió la consciencia.
Cuando despertó estaba en el quirófano de Puerta de Hierro rodeado de tubos de
mascarillas y de electrodos, enchufado a una maquina todo su cuerpo. La medico
una muchacha joven se acercó:
— ¿Qué comió usted hoy?
—Lentejas y cachopo, algo
de vino y un poco de aguardiente.
— ¿Dónde?
—En un bar regentado por
amigos míos
—Señor, pues en las
lentejas le colaron belladona ¿No se dio cuenta? Es un veneno que puede causar
la muerte pero al parecer es usted hombre de complexión fuerte.
—No. Las lentejas estaban
buenísimas.
—Le hemos hecho un lavado
de estomago. Creo que se recuperará. No obstante, quedarán secuelas.
Arije no maldijo a los que
le quisieron envenenar. Lo aceptó como castigo por sus pecados y un aviso del
cielo para no volver a pisar nunca un chigre, tabernas, una fonda sin
homologar. Dios le había salvado de las garras de Erifos y de
SAN ANTÓN
Dio gracias a Adonai por haber salido con bien del intento
de envenenamiento en el mesón de
En su esconce todo seguía igual. Un cuadro del Arcángel san Miguel le saludó
bajo la puerta. Vuelve a casa, pan perdido. En la calle, la rutina de siempre,
los mismos ruidos. Allí le aguardaban sus libros de rezos, sus estampas de
vírgenes y sus rosarios colgados de la pared y las linternas y palmatorias para
alumbrarse de noche. Había meses que le cortaban la luz por falta de pago y
estos hachones magnéticos le hacían buen servicio cuando se iba la
corriente.
Uno de los rosarios era enorme medía dos metros y los dieces enjaretados en un
cordel de esparto los cinco misterios con los cinco gloriapatris rematando en
una cruz fabricada con la roña de la corteza de un pino santo que talaron para
ayudar a los creyentes en la devoción de santo Domingo los jerónimos del Parral
de Segovia, carpinteros a lo divino que hacían bancos y cruces para las
parroquias. Pero este sarta piadosa tenía cierto valor histórico porque había
pertenecido a Sor María de Agreda a Gumersindo Manahén Arije le inspiraba gran
devoción esta mística doctora que escribió más de veinte tomos sobre
Mediante dicha gracia ayudó y consoló en sus noches tristes a los misioneros de
Nueva España, así que mientras la priora de Ágreda en alma oraba sentada en el
coro de su convento su cuerpo era transportado por los ángeles al Nuevo Mundo.
Testigos presenciales la vieron bautizar a los indios de Guanajuato y gracias a
sus dotes los mexicanos conocieron las doctrinas de Jesucristo. Fue a visitarla
el rey Felipe IV a su regreso de su triunfal campaña en las guerras de Cataluña
fue aplastada la rebelión de los barceloneses levantiscos y la monja y el rey
se hicieron amigos. Es copiosa la correspondencia que se conserva de las cartas
entre el monasterio y Palacio. En ellas sor María amonestaba con dolor pero sin
acrimonia al monarca por sus excesos y amorosos desvaríos. Felipe IV tuvo fama
de mujeriego. No paraba de sofaldas damas de la corte e incluso aguadoras de
Madrid y actrices tan famosas como
─Eso que su merced realiza, Majestad no sólo ofende a Dios y le
conduce al infierno también está muy feo─ le reconvenía la madre superiora de
las concepcionistas de Agreda.
─Ya lo sé, reverenda madre, pero no puedo. No puedo.
El cuarto de los Felipes, decía el doctor Marañón, tenía una libido
desbocada, era insaciable. Si hubiese sido reina hubiera padecido de furor
uterino. En todo caso su sensualidad se parecía a las de las mujeres. Sus
biógrafos no ocultan que llenó el reino de bastardos. Engendró a más de de
setenta hijos naturales y hasta podría ser que llegara a tirarle los tejos a
sor María que era bastante guapa pero no consta porque era una santa y devolvió
escandalizada los billetes enamorados que el rey le mandaba hablándole muy
seriamente de las penas del infierno y del cruel destino reservado a los
concupiscentes en las Calderas de Pedro Botero. A don Gumersindo le hacían reír
estas cosillas. Pensaba que el catolicismo en su rama conversa está obsesionado
con las llamas infernales y con el sexo pero él ya no era joven para escandalizarse
por tales asuntillos. Mirando las cosas con cierta distancia y sin
apasionamiento, la misión de los reyes es engendrar muchachos y la obligación
de las reinas parirlos. Ardua tarea porque muchas de aquellas pobres y tristes
reinas morían de sobreparto y no alcanzaban la edad provecta. De este peligro
nos advierte una visita al pudridero del Escorial donde se amontonan las
sepulturas de recién nacidos perro España y yo somos ansí, señora. Que quieren
vuescerdes que yo faga. El rey Felipe no lo podía remediar trigger
happy de bragueta pero nunca probaba el vino, la probaba la caza y
tenía un gusto exquisito por la pintura. San Antón la gallina pon y hasta san
Antón pascual son. El padre Ángel estaba solemne y más orondo con un ocho que
no le cabía un piñón por culo bendiciendo a los burros, los perros y garos del
todo Madrid. Abrió las puertas del templo en la calle Hortaleza a los nobles
brutos Dios le perdone porque ese clérigo asturiano culo de mal asiento que
tiene un sexto sentido para sacarle la pasta a los famosos desconoce que a las
fieras no les está permitido pisar sagrado y un día de San Antón yo vi a un
gran danés tan enorme como un oso andar por la predela olisquear las vinajeras
de la credencia en el altar mayor. El perrazo entre gruñidos y ladridos se puso
a cantar la epístola de la misa del día a los desamparados de Madrid. Su
aspecto era feroz como el de un Rotweiler. Creo que aquel bicho era la vera
efigie del diablo que se le había colado al padre Ángel entre los vuelos de sus
sotana ínfulas animalistas y buenismo pero no vamos ahora a sacar las cosas de
quicio.
FUEGO AMIGO
Arroaban los
jabalíes crotoraban las cigüeñas crascitaban los cuervos relinchaban los
caballos mugían las vacas croaban las ranas mayaba la gata, cantaban los canarios,
gruñías el puerco, silababa el búho mayaba la coruja, cacareaba la gallina,
ladraban los canes de Zurita pero lo peor de todo es escuchar el aullido del
lobo en las noches de enero. El peor enemigo no es la fiera que te muestra los
dientes o escuchar al león rugir ante tu ventana sino el vecino que te pasa la
mano por la espalda. Los borregueros de Turégano se han echado al monte con sus
borregos y Valdivieso es un divieso en carne viva. ¿Estos son tus amigos los
curillas? Pues mira cómo te maltratan. Todos sienten hacia vos rencor y
omecillo. La ira no se les cura. El tuerto de Intereconomía devanaba historias
increíbles. Quería ser el primero. Me lo pido y lo mismo hacían Pío Momas y
otros autores carentes de ingenio. Explotaban el filón. Franco era una mina.
Tenían que eliminar al otro para que no les hiciese sombra y abrirse brecha a
codazos. Ya decía don Miguel que vivimos en un país de rencores pero ese toro
de Intereconomía no es un miura sino un bull de los de Rockefeller. No te fíes
mucho del pelo blanco va a lo suyo. Él y el tuerto pretenden ser los defensores
de España pero su afán es enriquecerse a sí mismo. A derecha e izquierda se
alzan los farallones derruidos de la patria mía. Tú sigue tu ruta, no hagas
caso. La chati del Pigtail se limpiaba el coño con una teja y ahora tiene en su
reserva papeles higiénicos perfumados, vive en una dacha de Galapagar. Adiós
Vallecas. Ellos defienden al obrero… de lejos. La política se ha inventado en
España para chupar imagen, henchir los bolsillos, discursear y pedorrear.
¡Pécoras! Arrúan los jabalíes ya digo. El Santi y la farota de
FUEGO AMIGO
ARROABAN los
jabalíes crotoraban las cigüeñas crascitaban los cuervos relinchaban los
caballos mugían las vacas croaban las ranas mayaba la gata, cantaban los
canarios, gruñías el puerco, silababa el búho mayaba la coruja, cacareaba la
gallina, ladraban los canes de Zurita pero lo peor de todo es escuchar el
aullido del lobo en las noches de enero. El peor enemigo no es la fiera que te
muestra los dientes o escuchar al león rugir ante tu ventana sino el vecino que
te pasa la mano por la espalda. Los borregueros de Turégano se han echado al
monte con sus borregos y Valdivieso es un divieso en carne viva. ¿Estos son tus
amigos los curillas? Pues mira cómo te maltratan. Todos sienten hacia vos
rencor y omecillo. La ira no se les cura. El tuerto de Intereconomía devanaba
historias increíbles. Quería ser el primero. Me lo pido y lo mismo hacían Pío
Momas y otros autores carentes de ingenio. Tenían que eliminar al otro para que
no les hiciese sombra y abrirse brecha a codazos. Ya decía don Miguel que
vivimos en un país de rencores pero ese toro de Intereconomía no es un miura
sino un bull de los de Rockefeller. No te fíes mucho del pelo blanco va a lo
suyo. Él y el tuerto pretenden ser los defensores de España pero su afán es
enriquecerse a sí mismo. A derecha e izquierda se alzan los farallones
derruidos de la patria mía. Tú sigue tu ruta, no hagas caso. La chati del
Pigtail se limpiaba el coño con una teja y ahora tiene en su reserva papeles
higiénicos perfumados, vive en una dacha de Galapagar. Adiós Vallecas. Ellos
defienden al obrero… de lejos. La política se ha inventado en España para chupar
imagen, henchir los bolsillos, discursear y pedorrear. Arrúan los jabalíes ya
digo. El Santi y la farota de
OJO DEL CULO. OJO DE RA. OJO FLOGÍSTICO
Llegó a casa desaforado, sintiendo el aliento de los alanos de
San Antón que ladraban en clave oenejé azupados el padre Ángel aquel cura
trabucaire asturiano. Canes en la iglesia mala cosa. es como decir vienen
sastres, al infierno vamos y en la lúcida mañana de invierno sacó, ganado su
esconce, refugio de sus libros, radios y rosarios, la petaca, atascó la pipa,
hirvió café en el infiernillo aquella infusión le sentaba bien para aplacar su
conciencia y mitigar el hambre que siempre padecía, prendió la cachimba que era
su mejor amiga en tiempos de desolación, cimbel y zumbel la peonza de las
añoranzas daba vueltas, girando sin parar, se acordó de su amigo Nilo que
acababa de tirarse al tren. Nilo escritor en tiempos infaustos del reinado del Rey Borracho al que sucedió su hijo Tontolinón VI al que llamaban medallas pues sólo exhibía su
borbónico valor en los desfiles y besamanos había acumulado una intensa obra.
Le había legado sus cuadernos, varias novelas impresas a ciclostil. Nilo,
inédito, literato sin suerte pero con harto talento, se equivocó de época.
Arije guardaba en los altillos del chiscón de Majadahonda las obras de su
amigo. Las publicaría algún día si tuviese dinero. Lo haría. Aguardaría
ilusionado la llegada de los paquetes que le enviaba la editorial contra
reembolso, iría por las librerías. los libreros los pobres que estaban muy
alcanzados porque los Mandiles no prohibieron la censura pero se empeñaban en
poner astillas en el radio de las ruedas de los autores nuevos aquí sólo
escribe el que yo diga y sólo editará el del pensamiento correcto. El esquema
de acabar con la rica, maravillosa y sufrida historia de la literatura española
sólo entraban en tórculos autores ingleses y norteamericanos, formaba parte del
proyecto de destrucción de España. Querían degollar su cultura y trucidar sus
sueños. Nilo Popín admirador de
Francisco de Quevedo se suicidó amargado de verse obligado a comerse las
ediciones de sus obras. En las librerías le rechazaban sus textos por no tener
distribuidor. La luz de enero se colaba por el montante. De allí llegaba el
ruido de la calle. Majadahonda se había convertido en una ciudad populosa
arrabal de Madrid. Las tenadas de los pastores de
"Don Nilo el hombre,
librero de lance, un santo varón, un justo de Israel, amor en tiempos revueltos
(ya ha vuelto a salir la frase hecha) desde que lo suspendieron de empleo y
sueldo porque, condenado a galeras, le pusieron de compañero de terna a un
marica, y pederasta, erudito muy ilustre de la ciudad de Burgos, conversación
amena pero que tenía una debilidad imperdonable por el culo sobre todo por el
de los niños inocentes y don Nilo el hombre viéndose condenado no hacía otra
cosa que lamentarse de su mala suerte y echaba pestes contra
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