2015-06-07
2015-06-05
Calas del pensil trinitario
2015-05-26
IMITACION DE CRISTO Y MENOS PRECIO DEL MUNDO
EL
KEMPIS
“Fue
compuesta esta obra por el hermano Tomás de Kempis en el monasterio de santa
Inés de Zwole el año 1441”, la frase epilogal del pendolista anónimo que lo
transcribió nos hace pensar en el Nombre de la rosa que no nos dice nada de la
vida del autor. La imitación de Cristo ha sido uno de los libros más difundidos
y traducidos después de la Historia Sagrada. En el grito de rebeldía contra los
cánones y la aridez de la Escolástica se atisba el advenimiento del libre
examen, y de la mentalidad que llevó a Lutero, aunque parezca paradoja este
monje flamenco fue el predecesor de Lutero. El autor era todo recogimiento y
debía de andar a mal con la vida de su monasterio por lo que se recoge en su
celda y entre los libritos y por los rinconcitos busca el anonimato para esta a
solas con Jesucristo. Es el “solo Dios basta" Que preconizaría teresa un
siglo más tarde. Algunos lo denominaron el quinto evangelio y al igual que los
sinópticos no hay demasiada claridad sobre la pluma que los redactara. Se atribuyó
la autoría de la Imitación de Cristo a un inglés John Gerson que era agustino
lo mismo que el copista. A un alemán Johannes Busch. Y al cisterciense
británico Julián de Norwich. Por último se baraja el apellido de otro alemán:
el maestro Eckhart.
Otras suposiciones: el verdadero autor aunque
vivió en Holanda dentro de un convento agustino era hijo de un herrero que
vivía en Kempen en el arrabal de Colonia y se educó en Deventer, Paises Bajos.
En España el librito fue traducido al castellano por el jesuita padre Mayor de
Villagarcía (debió de ser colega del padre Isla con el que parte al exilio el
año 1762.
Partidario de una nueva relación personal con
el altísimo o “nova devotio” predica el empequeñecimiento anonadado ante la
grandeza de la divinidad. Es la piedra basal del quietismo pietista. Por los
rinconcitos y en los libritos es la escuela del misticismo de Windescheim. Fray
Tomas tenía un maestro de novicios que se llamaba Fulgentius y firmo otros
tratados espirituales con el pseudónimo de “Hemmerchen” (martillito) tal vez
para pegar un aldabonazo en las conciencias y es la rubrica que figura en
Tratado del Sacramento, Los claustrales y “Huertecillo de rosas”, “De vita
monachale et de solitudine. Su prosa es sencilla y rítmica. Se titula así De
imitatione Christi porque era la norma de los primeros autores cristianos –
titular por los párrafos de encabezamiento- que se conserva ya solamente en las
encíclicas papales. A lo largo de los capítulos imparte muchas normas y
consejos. Sus aforismos se refieren a la fugacidad de las cosas terrenas y a la
volubilidad de la fortuna. Hoy, cuando se quiere vivir mucho, los consejos del
Kempis no tendrían quórum cuando dice:
—Vanidad es desear larga vida, sin cuidar que
sea buena.
Lo toma del Eclesiastés así como del Libro de
los Proverbios. Utiliza recursos retóricos como la aliteración y el apostrofe.
En esta sencillez algunos historiadores observan una refutación del sofismo de
las escuelas catedralicias. Predica la abstinencia de la carne, la abstinencia
de la lengua, el fan de saber y conocer cosas nuevas, el afán de conseguir
riquezas y el aniquilamiento del Yo. Cosas de la moral práctica; verbigracia:
Refrena tu gula y el vino y dominarás la lujuria… es mucho más sabio tener
contrición que saber definirla. Este oscurantismo abriría brecha iconoclasta.
Lutero que era agustino parece ser que se inspiró en las fórmulas de su hermano
de hábito para clavar las 99 tesis en la catedral de Wittemberg. El progreso
del Peregrino de Bunyam y el Leviatán de Hobbes se inspiran en la Imitación de
Cristo.
Imaginémoslo al hijo del herrero de Hemmer
inclinado sobre su manuscrito redactando con monacal parsimonia su opúsculo
plasmando con letra de pendolista y esmero las letras capitulares de su tratado
místico. El mismo iluminaba los códices por lo cual en su habitáculo no
faltarían ni el cinabrio ni el minio ni el lapislázuli dándose un homenaje en
cada sentada de caligrafía gótica. Mal iluminada el escritorio y muertos de
frío en la crujía corrida del escritorio donde se aplicaban a la tarea los
transcriptores – todo como en el Nombre de la rosa- calentarían sus pies fríos
con mantas de melote. De tarde en tarde alzarían la cabeza para cobrar aliento
o inspiración y se soplarían los dedos entumecidos y con sabañones. No sabían
aquellos frailes que a aquel género de vida le quedaba poco cuando el elector
de Sajonia, los hugonotes, los calvinistas y los puritanos de Cromwell
arrasarían aquellos conventos reduciéndolos a cenizas.
En mis años jóvenes yo me desayunaba con la
lectura de un capitulo de la Imitación que nos leía un lector desde el púlpito refectorial.
Sus primeras palabras De la imitación de Cristo y menoscabo del mundo me trae
el aroma del café con leches con tostadas un bollo y a veces un huevo frito.
Todo pasa.
2015-05-24
MARIA AUXILIADORA CUYA FIESTA CELEBRAMOS LOS 24 DE MAYO
A
María Auxiliatriz de los cristianos
Un
día morirán también las viejas palabras
Entregadas
al humo de la pira, incienso de la nada
Pero
Tú, madre, los 24 de mayo
Sobre los hijos de don Bosco
Derramas la mirada
Cayeron
en desuso los usos y las costumbres
Fueron
fuego en algunos labios
Las palabras
Las palabras
Hielo
luego dentro del corazón petrificado
Ardientes
cariños que se esfumaron
Lirios
se trocaron amenazas
Corrieron
por el cañón del sonido
De
estampida
Mis
sueños y anhelos se desparran
Brotaron
raudas
O
prolongadas
Las
estrofas de la Salve
Que
te llaman nuestra abogada
En
ademan de salmo
Eran incitación a la esperanza
Oh tu Madre
auxiliadora
Olvida mis pecados
perdona mis faltas
Olvida mis pecados
perdona mis faltas
2015-05-22
EL ESPIRITU DE TOLEDO CIUDAD IMPERIAL INMERSO EN UN CUADRO DEL GRECO: "TAL GALARDÓN RECIBE QUIEN A DIOS Y SUS SANTOS HONRA"
MEDITACIÓN ANTE EL ENTIERRO DEL CONDE ORGAZ.
“Tal galardón recibe quien a
Dios y a sus santos sirve”. Esta frase murmurada entre dientes por los prestes
que oficiaban las exequias (san Agustín revestido de capa pluvial y mitra
episcopal, y san Esteban con la dalmática diaconal, se ofrece para poner música de fondo a la
escena que da marco al entierro del conde Orgaz, lienzo donde se estampa con
auténtica veracidad una de las páginas más realistas de la historia de España.
Más que un cuadro, es un
mundo y un teatro de costumbres.
El Greco, lo mismo que
Velázquez, o Goya es pintor poco decorativo. Todos se dirigen a lo esencial.
Van buscando el alma de las cosas y su arte es el arte de la síntesis. Con
tales mimbres que servirán de materia prima de lo sublime [una leyenda local,
consistente en las mandas que dejara a una iglesia de la ciudad, la de santo
Tomé: unas cántaras de vino, varias cargas de leña, tres hogazas de pan. Diez
bodigos para los pobres, y algunas monedas para misas gregorianas] se enhebra el
enternecedor milagro. El Greco pinta la muerte de una forma cotidiana y sin
dramatismo. Los pinceles reflejan la serenidad de un entierro cristiano. No se muere totalmente para los
que creen en el Más Allá.
Existe, de más de eso, una
gran familiaridad con la muerte, de acuerdo con la mentalidad de la propia
época, y la necrofilia de una monarquía como la de Carlos V quien en los
últimos años de su vida en Yuste gustaba de asistir a la celebración de sus
propias exequias, sin que el gesto tuviera nada de macabro; antes bien, se veía
como lo más natural del mundo.
Allí estuvo, nada más y nada
menos que fr. Bartolomé Carranza, dominico, que luego sería primado de Toledo
durante un año hasta que le echasen mano en Torrelaguna los corchetes del Santo
Oficio, incriminado por herejía a causa de un cierto catecismo que había dado a
la estampa en Flandes y por sus conexiones - una pura calumnia- con Carlos de
Seso, el fautor del luteranismo en España, un italiano que estaba en posesión
de la vara de la autoridad, como corregidor en Toro, y los conventículos
reformistas de Sevilla y Valladolid.
Eran los tiempos recios a los que alude santa Teresa en sus escritos
elípticos, y los difficilia habemus
témpora de Luis Vives. Toda esa reciedumbre, esa tortura de una época
cuando temas como la existencia del purgatorio y la teología de la
justificación por la fe eran de tanto monto, pues hasta las verduleras en
Covent Garden y en Zocodover, duchas e teología, debatían con tanto ahínco esos
temas como ahora lo hacen nuestros contertulios de la radio sobre la guerra en
el Golfo Pérsico, el sexo con garantías o la violencia de género, sujeto muy
del agrado de los articulistas en sus coloquios tribunicios.
Al socaire de estas cuestiones sobre la vida futura, el fin del hombre,
sus relaciones con la divinidad, plasmadas en las fimbrias de esas casullas
que, con exquisito gusto, dibuja el Greco. Era una apasionado de la liturgia
coral como buen griego. Había aprendido
el trabajo de los pintores de iconos.
En su obra los cuerpos pierden peso para alzarse hacia arriba, la mirada
transfigurada, los espíritus. Son en él recios los trazos, espectaculares las
caras iluminadas por una luz que emana de adentro.
Parece extraño que en tiempo tan iconoclasta como el nuestro pueda ser
entendida y admirada la iconodulía del Cretense, que, a contrapelo de sus
delicadezas y exquisiteces formales del pudibundo recato en que va a caer la
sociedad de su tiempo, sabe interpretar en sus briosos desnudos las donosuras
del cuerpo. Esos fornidos legionarios romanos de la Legión Tebana o del
martirio de San Mauricio
El candiota vive este tiempo 1541- 1614 a caballo de los reinados de
Carlos V y de Felipe II. Es contemporáneo del concilio de Trento. Ahora se
trata de relacionar su pintura con el modernismo. Incluso, con motivo de su
exposición en la National Gallery, se ha propalado la nueva de que su “Visión
del Apocalipsis” inspirara a las “Señoritas de Aviñón”. Ya es mucho pedir pero
todo lo que sube el Greco de cotización va en desdoro y menoscabo de la de
Velázquez. Y eso, tampoco. Vaya lo uno por lo otro pero esta prelación del
chipriota con respecto al sevillano quizá tenga que ver con los tiempos que
corren, más relacionados con las angustias y torturas, la luz fantasmal y los
desnudos deformes y hasta homo, que con la placidez de don Diego que no se
busca complicaciones mentales, escaso
dramatismo, en su pintura.
Al fin y al cabo era pintor de
corte, una aspiración que Domenico no alcanzara nunca porque sus desgarradas
visiones no encontraron plácida acogida en la retina del monarca, y mira que
Felipe II era un experto en el Arte de Apeles. Pero el rey no llegó a entender
al griego, que se adelantó a su tiempo.
Y no es reivindicado hasta los románticos del siglo XIX. Es sólo a
principios de 1900 cuando empieza a ser conocido y hablar los críticos de su
peculiar macropía que le hacen ver,
por defecto de visión, caras alargadas a través de un mundo irreal.
Que dos bienaventurados
ausentándose por unos instantes del paraíso bajasen a Toledo, la capital del
imperio([1]),
para dar sepultura a un difunto, entra dentro de esa cotidianidad ante la
presencia de la muerte según la mentalidad de entonces. Tratábase de un noble y
cristiano caballero, hidalgo toledano: el conde Orgaz.
Y se concibe como un hecho
corriente y moliente esta intervención celestial: que bajasen los ángeles y los
santos a recibirle en la eterna morada.
En el Greco hay algo de órfico;
la pintura se hace música y es imposible entenderla sin el
acompañamiento de esa gran polifonía, como reverberando en el fondo, que
engozna sus composiciones. No hay que perder de vista este carácter que tienen
sus cuadros de troparios o himnos
litúrgicos de la melodía bizantina.
El pintor en este cuadro, que supone el triunfo de la misericordia y del
amor, esenciales al cristianismo, pinta dos cuadros; el superior y el inferior.
Los cielos y la tierra se dan cita en el acontecimiento. Ambos planos son
estancos y, para bien, o para mal no llegarán nunca a juntarse.
Paradójicamente el plano
terrenal gana la batalla al celestial. El Greco pinta las cosas como son o
debían ser según los cánones del ideal platónico pero se cohíbe ante los
tremendismos y las ficciones de lo ultraterreno. En eso se parece a Velázquez,
quien tampoco sabe pintar a los dioses. Y hasta supo reírse dellos como
demuestran su fragua de Vulcano y el Baco figurativo. Uno y otro, empero, saben
dislocar el dibujo para transmitir el movimiento de las cosas, dando espíritu al leño y vida al lino,
que diría Góngora.
En el Entierro lo que está arriba es inferior en calidad a lo que está
abajo. Es mucho más desdibujado e imperfecto. Pues para él lo que acontece de
tejas abajo es mucho más importante. Sin
embargo, la moderna crítica (me refiero
a un artículo de John Updike) dice que es al revés. Todas una galería de
rostros comparece haciendo corro ante los dos insignes fosores quienes sujetan
por los sobacos y las piernas al difunto amortajado con toda la regalía. ¡Cómo
brillan los aceros de su armadura!
A la vista está que por una vez el espacio tridimensional gana la
batalla al tiempo continuo. Los ojos posan ante todos y cada uno de los
asistentes al duelo. Afloran una serie de personajes que, tristes y enlutados,
hacen rueda de respeto. Muy engolados, y melancólicos pero serenos.
El blanco de sus gorgueras rizadas contrasta con el negro de sus
tiesos jubones. En la capa llevan algunos bordados la cruz de la Orden de
Santiago. Admirable es la técnica de paños mojados, que acentúa la
trasparencia, con la que está bordado el sobrepelliz de uno de los oficiantes,
mientras un franciscano y un dominico rezan los responsos, y un monaguillo, el
hijo del propio Doménicos Theotocopoulos, Jorge Manuel, mira “para la cámara”.
Hay un cierto exacerbamiento de la silueta a lo que se une el proverbial estrabismo
estético de este autor. La vida no es más que un perenne destello.
Hace de preste oficiante don Diego de Covarrubias. En la pechera de la
pañosa de los circunstantes se borda la cruz colorada de los maestres de
Santiago. Ni que decir tiene que estamos entre caballeros.
¿Podrá haber en el mundo algo más melancólico que un entierro? Los dos frailes explican a la posterioridad
el augusto suceso sin parar mientes en lo que acontece sobre sus cabezas,
puesto que, ya va dicho, el Greco, pese a ser un pintor virgíneo, lo es más de
la tierra que de los cielos.
Toda su vida fue una ascensión incandescente hacia ese plano superior,
fue un regusto por la quimera. Plasma el maestro con mayor acierto el cielo en
la tierra que al revés, pues su realismo no le permite transubstanciar lo que
sus ojos, poros del alma, no visualizan.
De esta manera el ángel de la guarda llevando al cielo el alma del
conde Orgaz, representada en la forma de un niño, es mucho menos creíble que
las caras de los caballeros que asisten impertérritos al desarrollo del
milagro. No cabe cosa tan extraordinaria en medio de un hecho paranormal.
Tanta familiaridad ante lo que es poco consuetudinario resulta
francamente portentosa como si los circunstantes estuvieran habituados a vivir
con el prodigio. Ninguno de ellos muestra ni sorpresa ante la presencia de los
dos santos bajados del cielo para hacer las veces de enterradores. Estos son
dos aparecidos y, sin embargo, su aspecto no puede ser más real. Acaban de
irrumpir en escena un anciano obispo y un joven misacantano. Sosegaos.
Aquí el artista está trasladando al lienzo la España de Felipe II en
plena apoteosis de una ciudad: Toledo. El pintor, que borda primorosamente las
fimbrias de sus ornamentos, pues ni la capa pluvial de san Agustín ni la
dalmática del primer diácono dan pasmos, tampoco se sobresalta al narrar los
acontecimientos. La piedad melancólica es el hilo conductor del suceso narrado
con toda la majestad pero sin drama. El Greco es el pintor del catolicismo
universal al que aspiró España en su siglo de oro, en el que cupieran bajo la
vara de Cristo sin exclusiones nacionalistas o chovinismos todos los pueblos.
No puede haber entonces pintor más insigne de la ortodoxia. Que dos santos
bajen del cielo para dar sepultura a un caballero que era legatario de esos
ideales de universalidad nada tiene de extraño.
La sociedad española a la sazón estaba acostumbrada a vivir con el
milagro. El Entierro es la faz emblemática de todo aquel pensamiento. Ni ante
la vida ni ante la muerte un hidalgo español ha de perder la compostura. Dicen
que el enlosado de Santo Tomé, al recibir la visita de los dos santos, se llenó
de fragancias celestiales pese a lo cual todos los que asistían a la ceremonia
permanecieron impertérritos.
Entre los figurantes estaban don Juan de Austria, Góngora, los
hermanos Covarruvias, el hijo del artista y el propio Greco que deja su firma
estampada en griego en los vuelos del pañuelo de uno de los personajes, cabe la
hopalanda.
No es un cuadro lo que pinta, sino una idea, un estado de ánimo. Estos
caballeros, que se apiñan circunspectos con sus rostros ligeramente buidos por
la tristeza colmada de serenidad asisten ensimismados al portento. Héticos,
silentes, con una punta de desequilibrio en el mirar. ¿Para dónde miran esos
ojos que parece que están viendo lo que acontece más allá?
Los personajes que retrata este mural bien pudieran ser alguno de
aquellos hidalgos que vagaban por la Imperial Ciudad arriba y abajo de
Zocodover y que, para disimular el hambre, publicando que habían comido,
salpicaban la barba de unas migajas de pan. Almas ardientes embutidas en
estómagos vacíos vivían una segunda vida interior de absoluta indiferencia
frente a las cosas de este mundo. El autor se desentiende de su obra y el Greco
tiene poco que ver con esta austeridad.
Sus biógrafos afirman que, gracias a sus cuadros, nadó en la
abundancia y se condujo munificente como
Creso en una Toledo empobrecida y demacrada pese a ser la corte
imperial.
Es el pintor de cámara de la “dives toledana”[i]
llevando una existencia regalada en aquel palacio de alquiler, que contaba con
veinticuatro estancias, propiedad del quiromántico marqués de Villena, del que
decían las crónicas que ni palabra mala ni obra buena. El tren de vida y la
fastuosidad del candiota, que ganó muchos ducados con el arte de Apeles, casan
poco con la frugalidad de los personajes
a los que traslada al lienzo. Todo arte emboza ya de por sí una contradicción.
Aunque el Greco se asimiló plenamente a las costumbres y al espíritu
de Toledo, identificándose con él, vivía como un veneciano. Incluso, contrataba
músicos para que le amenizasen las comidas. Insistimos: la música es muy
importante en la pintura solemne y celeste de este genio del cristianismo.
No hay según eso una identidad plena entre retratista y retratados. Su
forma de pintar es una manera diferente de entender el mundo, a través de esos
semblantes con traza de llama, dotados de un singular dramatismo escénico.
El estrabismo estético del autor les confirma una alargadera que
algunos atribuyen a determinado defecto óptico del propio Theotocopoulos quien,
según referencias, en los últimos años de su vida cayó en la locura. Pero tal
extremo no ha podido ser probado y
contiende con la envergadura de este griego trasterrado y trastornado por
Castilla, que pintó Toledo como un verdadero sueño lunar bajo una luz lívida de
ocres. Parece ser que la tesis sobre la enajenación mental del Greco se
sustenta por el hecho de haber pasado por la casa de locos del hospital del
Nuncio, de donde extrae los modelos para perfilar sus doce cuadros sobre el
apostolado, cuadros conservados todos ello en el monasterio de las Pelayas de
Oviedo.
El Greco es un pintor de las almas y en todo alma hay un eco del
infinito que se plasma en un cierto grado de enajenación.
Tuvo infinidad de detractores. El más insigne fue el propio Felipe II,
todo un conocedor, y, en lides pictóricas, peritísimo, pero que nunca llegó a
entender su manejo de los colores. Tuvo un pleito con el cabildo de Toledo
porque en el Expolio, inicio de la pintura de la edad moderna, se resiste a
pintar a las tres marías a longe,
como nos relata el Evangelio. De hecho,
el propio monarca, que entendía de pintura, pero de gustos absolutamente
convencionales, que no le permitía entender ni su estrabismo ni su tendencia a
descoyuntar las figuras, como tampoco el áspero colorido con que formula las
escenas de sus personajes atormentados - el Greco es una sabia combinación de
lo ponderado y de lo desmedido-, mandó que fuese colgado en la sacristía del
Escorial el famoso martirio de san
Mauricio y la Legión Tebana encargando otro lienzo sobre el mismo tema y del
que ahora apenas se habla a un tal Cincinatti.
Este fracaso yuguló las aspiraciones del candiota a convertirse en
pintor de cámara.
Pero él, pintor de eternidades, nunca podría ser un pintor de cámara
al uso. No han comprendido sus detractores que era un pintor de eternidades. Su
obra permaneció minusvalorada sin un reconocimiento categórico hasta bien
entrado el siglo XX.
Domínicos Theotocopoulos ( lit. El muy hijo de la madre de Dios)
nacido en Candía en 1541 hace honor al título de su apellido. Rompe con los
moldes clásicos y ya en Castilla abjura de su romanismo y de su helenismo para
erguirse en portavoz del tétrico y a la vez sereno misticismo hispano. En su
obra se presenta una antinomia entre lo real y lo ideal. Y pinta a base de
crueles borrones impresionistas, muy poco convencionales pero que son de un
gran efecto sobre todo en los paisajes de Toledo bajo la luna, cuando la luz
circunfleja y espectral se derrama hasta derrumbarse sobre lo gollizos y
cuchillares del Tajo.
El Greco es poesía marial, el triunfo del bien sobre las fuerzas
oscuras. Manuel B. Cossío, su indiscutible biógrafo, señala que en el Expolio
nace la pintura moderna. Hay en él un exacerbamiento de la silueta, por lo que
resulta uno de los tres grandes retratistas de todos los tiempos junto a
Leonardo y Velázquez.
Exegeta de los paraísos perdidos viene de la filocalía de los
bizantinos. Es su obra de un platonismo excéntrico y de un cristianismo
melancólico. El Greco en España se
desentiende de sus maestros venecianos y queda transfijo ante los iconos
fanariotas que lo vieron nacer. El resultado de esta mezcla de sangres es algo
profundamente español: sus cuadros se entienden mejor mientras se escucha en
lontananza a los coros del monte Athos. Carece por ejemplo de la desesperación
y pathos del arte protestante. De Rembrandt pongamos por caso. Desconoce,
asimismo, las estridencias de los bufones. Es un arte enteramente aristócrata,
pero de un exotismo criollo, por lo de mezcla de credos, cuasi abrasador. Hasta
en los locos del Apostolado se deja traslucir un poso de cordura. Supo pintar a
los locos de Cristo.
El Caballero de la Mano en el Pecho y el busto de san Juan de Ávila
refrendan ese supuesto. Arte incorrecto que rezuma corrección. Pinta las
esencias, va al grano. Por eso se denomina pintor de pintores. De la vida del
greco-chipriota poco es lo que se sabe. Que provenía de una familia de recia
estirpe cristiana que huyó de Constantinopla el año de la invasión de los
turcos, 1453. Que antes de afincarse en Toledo, donde se casó y tuvo un hijo,
Jorge Manuel, anduvo por Italia aprendiendo dibujo del Tizziano y de Rafael.
Que supo transmitir al lienzo toda la carga de grandeza del alma de Castilla.
Que tuvo muchos pleitos con el cabildo de la catedral, o con la dirección del Hospital de Illescas
por cuestiones que no hacen al caso y que murió en Toledo en 1616.
[i].Dives toletana, sancta
ovetensis, pulcra leonina, fortis salamantina, ebúrnea burgalensis. Un adagio
que se atribuía en la España medieval a a las antiguas catedrales.
2015-05-12
ESPAÑA SE QUEDA SIN LIBRERIAS
Córdoba ciudad bravía/más de cien tabernas y una sola librería, se quejaba Góngora. Y eso que en el siglo XVII el pueblo andaluz era uno de los más cultos de Europa... ay, entre los sueltos caballos y las yeguas que preñaba el aire... Ahora volvemos a la ignorancia más absoluta de analfabetos y ceporros que se pasaban la tarde delante del televisor viendo las gracetas de Juan Imedio y sus vejetes que quieren encontrar novia o la basura de ese señor que en una tele con gafas de concha negra que parece un seminarista picarón y luce chaquetas de lamé que no le alcanzan su pestorejo (por lo menos don Juan Imedio que es más largo que una cuaresma tiene cierta chispa y una elegancia gienense que divierte pero ese otro mostagán...)
Bueno pues se queda sin librerías Andalucía y en Madrid acaba de cerrar la de Moncloa antes "Paraninfo". los libreros al paro. Ya nadie compra libros. El poder los quiere ágrafos. Puede que sea un delito publicar libros. Iba a sacar yo un tratado sobre mística y alumbrados del Siglo de Oro y me he vuelto atrás porque no vendo un saci y los ejemplares se amontonan en pasillos y altillos de mi humilde morada. Soy escritor me rindo. Mi mujer la pobre protesta y con razón de que la tengo colmada de libracos nuestra humilde vivienda.
Es el sino del escritor español ahora: devorar a sus propios hijos. Igual que Saturno, me los como y encima se me colma de insultos en LNE un tipo que se llama Ivan y dice ser periodista. Un ataque a mi línea de flotación profesional. Gobierno este barco desde el año 62 en que cpomenzó y ahora un mindundi me dice que nunca fui corresponsal con carné en Londres y en Nueva York. Pura envidia. Entre mis últimos scoops se cuenta el haber destapado antes que la CNN el escandalo de Bin Laden que ahora dicen los norteamericanos que no se casan con nadie y allí todavía quedan reporteros con información de alcance - God bless America- que a ese personaje lo montaron en un caballo blanco y lo hicieron cabalgar por las televisiones del planeta esgrimiento la cimitarra pero que era una imagen virtual, un montaje. Tuve felpeyos pero mi pronóstico queda ahí. Desde el año 89 hemos entrado en una etapa de control por los iluminados del Big Brother. La mentira se ha convertido en arma de disuasión y de combate. levantamos y a la hora del desayuno hemos de sentarnos a la mesa con el cerebro lavado y oliendo bi en, muy fragantes. ¿Es por esto por lo que están cerrando las librerías y cierran las editoriales para que la pornografía y las novelas basura inunden los estantes? Entonemos un canto fúnebre por los trabajadores de "Librería Moncloa" y esta de Benidporm que se traspasa que se van al paro? Será dificil que un bibliotecario encuentre curro pasaada la edad de cuarenta años. Pobrecillos. Por lo visto yo no soy escritor, no soy periodista, no soy nada según ese infame comunicante, en un querido periodico para mí pues fue fundado por falangistas y era el único del mundo donde aparecía mi humilde y esforzada pluma. Aqui adjunto lo que dijo ayer ese caballero en misiva dirigida a la sección de cartas al director.
Dejaré de enviar misivas a esta sección. No me gusta trabajar gratis y encima para que me pongan como un ecehomo. ¿Que dice el ministro de la cosa? Que se vendimie
Bueno pues se queda sin librerías Andalucía y en Madrid acaba de cerrar la de Moncloa antes "Paraninfo". los libreros al paro. Ya nadie compra libros. El poder los quiere ágrafos. Puede que sea un delito publicar libros. Iba a sacar yo un tratado sobre mística y alumbrados del Siglo de Oro y me he vuelto atrás porque no vendo un saci y los ejemplares se amontonan en pasillos y altillos de mi humilde morada. Soy escritor me rindo. Mi mujer la pobre protesta y con razón de que la tengo colmada de libracos nuestra humilde vivienda.
Es el sino del escritor español ahora: devorar a sus propios hijos. Igual que Saturno, me los como y encima se me colma de insultos en LNE un tipo que se llama Ivan y dice ser periodista. Un ataque a mi línea de flotación profesional. Gobierno este barco desde el año 62 en que cpomenzó y ahora un mindundi me dice que nunca fui corresponsal con carné en Londres y en Nueva York. Pura envidia. Entre mis últimos scoops se cuenta el haber destapado antes que la CNN el escandalo de Bin Laden que ahora dicen los norteamericanos que no se casan con nadie y allí todavía quedan reporteros con información de alcance - God bless America- que a ese personaje lo montaron en un caballo blanco y lo hicieron cabalgar por las televisiones del planeta esgrimiento la cimitarra pero que era una imagen virtual, un montaje. Tuve felpeyos pero mi pronóstico queda ahí. Desde el año 89 hemos entrado en una etapa de control por los iluminados del Big Brother. La mentira se ha convertido en arma de disuasión y de combate. levantamos y a la hora del desayuno hemos de sentarnos a la mesa con el cerebro lavado y oliendo bi en, muy fragantes. ¿Es por esto por lo que están cerrando las librerías y cierran las editoriales para que la pornografía y las novelas basura inunden los estantes? Entonemos un canto fúnebre por los trabajadores de "Librería Moncloa" y esta de Benidporm que se traspasa que se van al paro? Será dificil que un bibliotecario encuentre curro pasaada la edad de cuarenta años. Pobrecillos. Por lo visto yo no soy escritor, no soy periodista, no soy nada según ese infame comunicante, en un querido periodico para mí pues fue fundado por falangistas y era el único del mundo donde aparecía mi humilde y esforzada pluma. Aqui adjunto lo que dijo ayer ese caballero en misiva dirigida a la sección de cartas al director.
Dejaré de enviar misivas a esta sección. No me gusta trabajar gratis y encima para que me pongan como un ecehomo. ¿Que dice el ministro de la cosa? Que se vendimie
El último corresponsal
11 de Mayo del 2015 - Iván
Artaza (Londres), carta a La Nueva España
El Sr. Parra Galindo, en su
carta publicada el pasado 7 de mayo titulada El último corresponsal manifiesta
su pesar por la muerte del periodista Jesús Hermida, al cual dice que conoció
en persona en Nueva York.
Quiero pensar que lo conoció
de pasada, es decir, lo vio, lo tuvo cerca, y Hermida, por su rango
profesional, ni le hizo caso ni le presto la más minima atención. La diferencia
está en que Hermida era un periodista y un corresponsal, y el señor Galindo era
un pseudo periodista, un reporterito sin titulación universitaria, y sí, es
escritor, porque ha escrito algún libro poco interesante (algo que cualquier
ser humano puede realizar), porque leerle es bostezar y los errores
gramaticales de sus escritos son para clamarle al cielo.
Señor Parra Galindo, hay
periodistas buenos, malos y regulares, hay periodistas buenos cuyos padres o
abuelos arreglaban cañerías y hay periodistas que no son periodistas que pasan
su jubilación en Asturias en compañía de otros pseudo periodistas hablando de
hazañas que nunca existieron y forman parte de su imaginación porque carecen
del don de comunicar, de escribir y de contar historias.
Usted en su carta habla, ante
todo, de sí mismo, y todo lo que cuenta de Hermida, el pueblo ya lo sabe por
los medios de comunicación, no aporta nada nuevo que no sepamos, ni anécdota
alguna que demuestre que usted fue amigo profesional o personal de Hermida
porque Hermida con usted no compartió nada, ni tan siquiera un café.
Le aconsejo que continúe
dedicándose al cucho, mientras los profesionales de la comunicación ejercemos
la profesión para la que hemos nacido, con o sin un familiar que arregle
cañerías.
Por favor, envíeme usted una
fotocopia compulsada de su título universitario, para comprobar en qué año se
licenció, por qué universidad, qué nota obtuvo y calificaciones finales en cada
una de las asignaturas estudiadas, y luego hablamos de profesional a
profesional
2015-02-23
2015-02-12
2014-03-23
2012-12-22
COMPRE LA BATALLA DE LA SED
Remember Brunete. La batalla de la sed
Reportaje novelado de las tres semanas de julio de 1937 en que las fuerzaas nacionales se enfrentaron a las de la república, integradas primordialmente por anglosajones de origen hebreo, casi todos ellos trotskistas, y que luego abandonarían el partido comunista cuando se produjo el gran cisma marxista entre Stalin y Trotsky. En la batalla de Brunete murieron cerca de 50.000 españoles. Muchos no sabían por qué morían tanto los de un ejército como los del otro. Los republicanos estaban mejopr pertrechados pero la disciplina y el ardor patrio era mayor entre las columnas franquistas comandadas por los generales Varela, Saenz de Buruaga y los requetés. Este libro demuestra que el contubernio extranjero fue desencadenante de la sangrienta lucha donde se probó por primera el combate con carros de combate. Fue una horrible carniceria en los ardores del tórrido estío. Los veteranos que sobrevivieron la llamaron para siempre La Batalla de la Sed.
Antonio Parra (Segovia, 1944), -castellano de natío y asturiano por amorperiodista, corresponsal en Londres y Nueva York de la Prensa del Movimiento. Licenciado en Anglística, Germanística y Eslavas por la Complutense. Autor de Seminario Vacío, publicado en esta editorial, Quien encontrará a la Mujer fuerte, y Lloviendo rosas. Firmó innúmeros artículos y reportajes en la prensa de toda España.
ISBN: 978-84-15093-58-9
Páginas: 230
Formatos: Edición Rústica con solapas
Comprar: Edición papel Edición E-Book
El Corte Inglés: libros bajo demanda
2012-12-13
CAMPANAS DE LA GIRALDA
Ayer fue Santa Lucía
Y las noches mayores que los días
Luz que empieza a crecer.
Escucho campanas de la Giralda
Que llaman al amor
Dulces bronces de España
Embeleso del dulce son
Hispania magna
Catolicidad acechada
Pero un día triunfará
Me pierdo por las tabernas del Arenal
Nunca comprenderán que el vino es lenitivo
Contra las bravuconadas del catalán
Campanas de Sevilla a guerra tocando están.
Soldados al arma
Defendamos la bandera constitucional
2012-11-15
2012-09-16
2012-09-14
2012-09-03
nos reunimos los del curso el día 7 a las 12am en la fuencisla, cantaremos el Veni Creator, la salve, rezaremos un responso por nuestros difuntos, superiores, allegados, y compañeros fallecidos y no faltará el himno a la Virgen de la fuencisla dandole gracias por los beneficios recibidos. Un año más
2012-04-08
2012-02-17
PEDIDOS dirigirse a bibliopolis@outlook.es para adquirir esta obra "Seminario vacío los pecados mortales de la iglesia". ES UN RETABLO DE SEGOVIA A MEDIADOS DEL PASADO SIGLO
ORGULLOSO DE MI OBRA
Me llama una amiga muy querida, Bosxosdenia- no es rusa más que de nombre- y me dice que se ha divertido mucho con la lectura de mi Seminario Vacío aunque haya a veces pasajes en clave y palabras que tiene que mirar en el diccionario. Mucho alegra a un escritor que lleva dándole a la tecla más de medio siglo una crítica tan benévola. No es por nada pero estoy muy orgulloso de mi obra que es un libro de vivencias de infancia a caballo entre El Camino de Delibes y la Regenta de Clarín. La Segovia provinciana de mi adolescencia debía parecerse al Oviedo de Leopoldo Alas, una ciudad levítica con sus ternuras y sus amarguras pero de una humanidad plena. Es un canto a mi ciudad y una alabanza a la Iglesia eterna aunque tenga que utilizar el escalpelo de la sátira para sajar el divieso de las malas costumbres. En Segovia el libro se ha vendido bastante bien. Levantó ciertas ampollas pero yo no me rindo. No me considero un enagüillas. Ni soy polilla de sacristía. El cristianismo -insisto- no es un asunto ni de faldas ni de braguetas aunque una mala educación sentimental que ha servido de carnaza a los enemigos de la Fe así lo postule. ¿Celibato? Tiene sus ventajas y sus desventajas. ¿Curas casados? ¿Por qué no? Pero nada de obispas ni de presbíteras. Lo siento. La presencia de la mujer es capital en la iglesia pero prepondera de una forma muy diferente a como pretenden las feministas. La reforma de la liturgia del Vaticano II, pésima tras haber suprimido el latín. Muchos curas así lo reconocen aunque con la boca pequeña pues nadie se atreve a colocar el cascabel al gato ni a proclamar que la sustitución del dogma del Holocausto por el de la Redención una deletrea herejía que va a acabar con la noción eclesial que quiso san Pablo.
Por último, intenté hacer recapacitar a la jerarquía sobre un hecho insoslayable: nosotros los ex seguimos siendo curas en el interior de nuestras conciencias. Sería un acto de reparación por parte de los obispos el que se nos llamara a formar parte de la iglesia en calidad de presbíteros o de diáconos. Puedo decir parafraseando a Graham Green England made me que a nosotros el seminario nos dio una visión del mundo muy especial en la cual estamos situados y esta impresión se detecta en todos los viejos compañeros con los que cambié impresiones. Su alma se moduló para siempre en aquellas aulas, aquellos tránsitos, aquellos cantos, aquella vida cuartelera a toque de campana en que no faltaron las miserias humanas pero tampoco la grandeza.
Estoy orgulloso de haber escrito tan controvertido libro y de haber contactado gracias a Internet con los antiguos compañeros de promoción. Antonio Valdivieso, José Antonio Alonso, Olmos y Eliseo Maroto, Tomás Virseda (a los de Cantalejo les quiero mucho y un incidente que me contó Tomás que vio llorar a su padre a las puertas del seminario me determinó a escribir el libro, no pude disimular la cólera porque lo que le pasó a Virseda fue una injusticia) Anastasio, Víctor Borreguero Virseda “Vitito”, me llaman de vez en cuando. Cabrillo, no te sulfures, tío, ni estés enfadado conmigo. Es que una vez me dieron de hostias en Aldehorno que es recio como buen pueblo de la ribera. En mis prosas quise ajustarles las cuentas a aquellos pueblos que eran los mío. Me crié en Fuentesoto culo roto siete varas y otro poco y a mí no le quieren mucho al hijo de la Juanita y del sargento. Son muy ladinos. Algo envidiosos. Y tú fuiste a pagar el pato y los desafueros de aquellas carnestolendas, olvidadas hoy.
Este último eminente catedrático y escritor publica artículos muy buenos en el Adelantado de Segovia, es profesor de la Complutense aunque un poco cabeza cuadrada como todos los de Turégano que se creen el rey de mambo y la llaman ciudad episcopal que nunca fue. Sólo porque estuvieran presos junto a Antonio Pérez y Francisco I un par de obispos.
Pero si tengo una duda en latín me dirijo a Antonio Valdivieso y si he de consultar alguna duda personal pues entonces echo mano de José Antonio Remondo que es la claridad castellana y la inteligencia en estado puro de los resineros de Remondo. Y dicho esto creo que a la vida no sé le puede pedir más. Seguiré escribiendo y provocando. Despertemos, compadres.
Mi pluma es una vara de Falaris. A veces resulta una ijada y escuece y penetra como un arpón; lo contrario sería suscribirse al club de los poetas muertos y ahí nos las den todas. Hay que aguijar a la yunta. Hay que atarse los machos. A todos, salutem plurimam.
-Et nunc et semper- me corregiría antonio Valdivieso.
España y yo somos así, señora como diría el autor de “En Flandes se ha puesto el sol”, Eduardo Marquina. Y un sol ilumina nuestras vidas en la senectud. Vamos.
Llevas razón, Remondín, a nosotros, los del antiguo régimen, no nos quieren ver ni en pintura somos los héroes del silencio, los marginados, los del exilio interior, los que siempre estan offside pues que con su pan se lo coman.
Tal observación que tú me hiciste por teléfono (gracias por tu sinceridad y por tu nobleza) me determinó a meterme en los oscuros y densos pasillos del “Seminario Vacío”, román verité dando vuelta a la memoria, agitando la moviola del tiempo. Estoy seguro, no obstante, de que este centro al que tanto amamos y aborrecimos hablarán las generaciones venideras. La obra se lee de un tirón y eso es un timbre de gloria para cualquier escritor.
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