QUIETORIUM
Envejecer es regresar a la infancia y no sé dónde estoy, sumido
en esta vorágine de los afanes y los días. Febrero fue un mes fasto sin
estridencias ni derivado del alcohol. ¿Vencí a la dipsomanía secuela, madre que
tú me dejaste con tu desamor? Yo te perdono. Fui hijo en rebeldía desde la
primera leche que mamé. Ayer fui al cementerio y coloqué un ramo de guirnaldas
abre tu tumba, hice la consuetudinaria ofrenda de las Protelias a Diana y me
acordé de Otilia mi único amor a la que tú despreciabas. El quietorium o columbario
donde se guardan las cenizas de papá,
del abuelo, del tío Perico y del pobre Agustín estaba dentro de la helgaduras
de los huecos de paloma del columbario y aquello me recordó a las catacumbas de
los primeros cristianos polvo en espera de la resurrección polvo pecador y
enamorado el eco de las risas de las voces de los llantos de los que se fueron.
Di voces:
— ¿Alguien ahí?
El tío Pedro tocaba la marcha real me pareció ver sus dedos
gafos pulsar el teclado del armonio como cuando al final de las misas de tres
curas interpretaba la marcha Real desde el coro y el abuelo Benjamín afilaba
las hoces antes de la siega, percibí el bamboleo de los caros los cubos
cantaban al subir la cuesta de las siete revueltas y Elpidio sentado en el
trillo cantaba en tono de prefacio las jocosas diferencias vernáculas de cada
uno de los pueblos de la Villa y Tierra: Castro los chivos Torreadrada las
Cabras, Membibre para molinos, Aldeasoña no vale nada, Sacramenia para albarcas, Fuentesoto cagaberros que se crían en Peñacolgada donde se caga y se mea la
zorra cuando a ella la viene en gana. La melopea infinita sonaba a lo largo de
la tarde dorada bajo el sombrero del Elpidio que era de paja. Canto gregoriano
a la manera aldeana. Quien anda ahí ninguna respuesta daban. Era mi imaginación
que percibía los sonidos, los olores y mis ojos contemplaban el cielo radiante
del páramo. Quedaba sólo el ábside de la iglesia visigóda. Era el ombligo del que su vida irradiaba. Los cantos de resurrección se conjugaban con los responsos mortuorios millones de veces sonando en aquel risco.
Soplaba una brisa que arrancaba las hojas del espino milenario y
la torre románica con sus dos ojos grandes que miraban para el pueblo de forma
enigmática advirtiéndole de los Novísimos. Caronte aguarda, la torre de la
antigua iglesia de San Gregorio miraba para la aldea las cavidades vacías del
campanario fijándose bien ofrecían el perfil de una guadaña. El quietorium
siempre en calma. Allí sepultaron a un quincurión romano que desvió ruta cuando
su falange se dirigía a Uxama. Tuvo la culpa el vino de aquel extravío, confundir los miliarios el soldado. se equivocó la paloma. se equivocaba Cinco de sus vélites vinieron a recogerlo y
querían reportarlo en andas hasta la cohorte pero el centurión dijo enterradlo
en Foncalada y que la tierra le sea leve. Luego quemaron incienso a los dioses.
Aquellos páramos guardaron para siempre el perfil augusto de Roma. Siglos
adelante los templarios fundaron en aquel monte sagrado un ara El vino de la
tierra fue la causa de aquel desvío. Paró en una bodega (caupona) de Sacramenia de las que abren sus
fauces en el cerro internándose en la montaña y honró a Baco con profusas
libaciones y subió hasta Foncalada dando tumbos. Al legionario romano los
campos se volvieron del revés; la tierra arriba y las estrellas a sus pies le hablaban con emisiones catódicas a millones de kilómetros de distancia. Parece que se reían y es que temblaban de la
tajada que acabó al perder camino. Caldos exquisitos de la tierra vinos
traidores. La cencellada de la noche castellana heló sus huesos y sucumbió
arrecido antes de alcanzar los castros de aquella tierra alta mucho me impresionaron a mí desde niño aquellas
cavidades ojos vacíos de un campanario sin campana que se llevaron los soldados
de Murat cuando la francesada me hablaban del destino misterioso que a todos
aguardan y no cesaba de darme golpes de pecho en un acto de contrición. Mucho
me pesa, Señor de haberte ofendido. Por las tapias del cementerio se alzaban las
cabezas de gente que yo conocí, sombras distantes la puerta cerrada del
cementerio y el hastial solemne de sillares como nuevo y tenían más de diez
siglos. Habían exhumado los restos de mi hermana Henar fallecida en 1941.
Parte del antiguo templo había sido destruido. Uno de los
lienzos de pared mostraba las adarajas o quixaras devastados por la morisma. Aquella era una tierra de frontera y el antiguo templo sucumbió a
Una razzia de primavera del moro Almanzor que pasó por allá tocando el tambor. Traté
de explicar esto a mis paisanos rabaneros por las fiestas de san Pedro cuando
di una conferencia pero me cortaron a media dicurso. alegó el alcalde que era muy largo el sermón. Dijeron que el parlamento
era muy largo. Nadie es profeta en su tierra.
Bajé besando las cruces del calvario a un pueblo en quietud que me resultaba extraño retomando los pasos perdidos de la infancia. Escuchaba los carros cargados de hacinas, los cantos de la gente que iba a la siega, el son de las esquilas de los asnos castrone, cuando a media tarde llegaba el molinero de la Villa con su recua los costales de harina cargados a lomos de los burros y el gruñir de los marranos en el henil. Corté el cordón umbilical del cariño pero sigo unido a tu amor como el arado a la esteva, aun estando desencajadas las belortas y la reja sin filo la esteva desencajada. ¿Con estos bueyes cómo ir a arar sin aguijada ni tralla en lucha contra los elementos y contra todos?
Soy yo, parlando desde una época que pasó, hombre de ayer que no encentra resquicio pero no maldigo a los dioses, feliz de haber llegado a viejo cuando mi infancia parece que fue ayer. Hados perversos al ostracismo me condenaron y todos se ríen de mí. Ya lo hicieron con Job. Propalo quimeras, redacto fantasías porque he visto dar vueltas a la cabeza furibunda de la medusa quimérica y hermafrodita, melena de león el cuerpo de cabra y la cola de dragón vagina de mujer y bálano viril las ubres las arrastra por detrás y por delante, pega bandazos a diestra y siniestra como el destino cruel y proclama al igual que el pregonero de la gran manifestación del ocho de marzo la emasculación liberadora a petición de los Coños Grandes Widecunts.
En la fiesta de las
vaginas las Euménides nos cantan las marzas. Las gomias marimachos van seguidas
de la peste en la gran cabalgata de la Reina Ester. Tiempo de voraces tarascas
aniquiladoras. Una reina putona que le cortó a Haman la cabeza después de
hacerle el amor quiere enmendarle la plana a la doncella de Nazaret. Desfilan
gritando consignas y escupiendo gargajos contra la religión estas cabronas que
se educaron con las ursulinas, se ríen de la maternidad con un no es no y con
mi cuerpo yo hago lo que me da la gana. Son los postulados de una sexualidad
insaciable e irascible sin control. Carmen Fernández del Toro, la gran bollera, encabeza la gran manifestación. Entran en las iglesias y descabezan las
imágenes de la Virgen María. Los buharros bailan mientras tanto en la plaza del
Carmen su rigodón banderas arco iris desplegadas al viento. Yo no iré nunca a
esa demostración. Lo mío es la fábula, el placer y el arte de las tres verdades
que se fraguan en mi imaginación y en mi
ilusión inventora. Hijos sí padres no. Pero esto es trágala, chiquitos. Nos adentramos en el reino de las quimeras
del que nadie vuelve con el cuerpo en condiciones. El alazán apocalíptico trota al paso
entre gritos y consignas y reportajes in situ de las reporteras de la
Telebasta. Allá van las féminas de la exaltación arrastrando sus pies enfermos
de quiropedias, vientres caidos los ojos con ptosis les supuran las legañas, y sus labios malos que piden la lanceta del cirujano que les haga
una quiloplastia. Mujeres de silicato saltan a la red opíparos bustos hinchados
artificialmente. Acampa en el prado el sindicato de las peores furcias. Es la
hora de los coños grandes despiadados. Es cosa de arreglar todos esos morros
caídos a causa del desenfreno, les gusta demasiado chuparla. Hijos sí maridos
no. Vivan los vientres de alquiler. Las cotorras se suben a los arboles
empuñando el micrófono con punta de alcachofa y largan sermones preñados de
visceral oratoria anti varonil. Es el tiempo de Acuario. Vengan los marimachos,
mujeres al poder. Estoy triste con este desvarío pero me consuelo cantando el
evangelio mirando para Aquilón. El quiasmo de
la cruz de Constantino se perfila sobre el horizonte. Ellas no vencerán pues su
grito es contra la vida. La espada de Miguel acabará con el libertinaje pero
han conseguido ponernos a todos el bozal pandémico. En los cinco continentes seis mil millones de seres humanos respiran a través de la mascarilla ¿Madre por qué callas, por qué no te
enfrentas y levantas el pendón de la verdad? ahí tenemos al preste Zabulón
haciendo misa en las campas de Iraq. Su antecesor fue el responsable de la
muerte de Hussein y de la gran efusión de sangre porque lo mandaba el Gran
Sanedrín y en el Vaticano os callabais por la cuenta que os tiene. ¿Y el
holocausto de Siria y las aguas del Éufrates y del Tigris que bajan tintas de
sangre de las víctimas de estas guerras? Madre no calles más. Los
enemigos de la iglesia se esconden bajo el halda de tu sotana blanca. Deja de
sonreír con tu cara asnal y de mover tu inmenso culo que emite cuescos con olor
a mate. Dice que el catolicismo no es la religión verdadera pues ahora sí que
estamos buenos.
Uno no se desunce tan fácilmente de los genes. Hoy dije mi misa
como de costumbre y quedé en paz conmigo y con el mundo dispuesto a trovar, aun
con cierto rezago, las vivencias del pasado a título de inventario nada más, sin
ánimo de lucrarme o por prurito artístico pues soy un escritor fracasado. Todo se
fue por la posta. En el entierro de la sardina di a la tierra lo que es suyo:
mis sueños redentores. Sigo siendo cura. Mis manos fueron ungidas por el
obispo. Me separé de la iglesia con el Vaticano II. La Virgen me apartó de esa
patulea de clérigos fornicarios vagabundos y borrachos. Tuve un amor o muchos
amores pero fui leal y nunca cometí adulterio con la sacristana ni con la mujer
de cualquier feligrés incauto, esos curas que miran con ojos de fauno y ponen
en la cabeza el mirmillón como un saliente Príapo protuberante en el casco. Con
todo y eso la clemente Venus madre de todos los hombres me devolvió a ese epicentro
mágico (o k o l o s), el tete manantial de vida. Venimos de ese flujo que se derrama en
esas eyecciones guarras que las meretrices en pantalla tienen a gala mostrar
coram populo. Hijos somos de un excremento líquido y nos cagamos cuando
exhalamos el último suspiro Orgullosas de que les vino el latigazo consolador
de pilas en ristre volviendo los ojos de placer para poner los dientes largos
de los mirones que pagan un euro por contemplar el lastimoso espectáculo de
estos estertores venéreos. ¿Y qué dicen las feminoides? Nada. Estamos en la era
de Acuario. Ya dijo Protagoras que el hombre es la medida de todas las cosas
cuando yace con hembra placentera sobre todo. De esa creencia se mofaba Plauto
en sus comedias. ¿Existen los dioses del Olimpo? ¿Serán las religiones una
excrecencia de la mitología pagana? las religiones separan pero estas hetairas liberticidas nos vuelven a los hombres de toda calaña iguales. son cosas del rasero igualitario que endereza lo torcida y hará llanuras de las montañas, el milenario. No sé pero a mí me gusta rezar la misa
según el canon gregoriano. Mi alma se llena de una tranquilidad venida de lo
alto cuando me dispongo a consagrar.
Luego reconózcome pecador. Para distraerme pulso los portales
porno de la red y miro para las hembras y ¡qué hembras, Señor! Venus nació de
la espuma y el primer hombre fue extraído del barro. Fuimos concebidos en la
inmundicia y rodeados de corrupción y hedentina cadavérica nos vamos. Estoy
asustado de semejantes visiones lúbricas grandes vergas de todos los tamaños y
colores, clítoris rasgados o en escuadra. ¿No les dará vergüenza? Los cóhenes y
macarras de este gran puterío cinético hacen caja y no dan abasto cada vez
hay más mujeres en el mundo empeñadas en no esconder sus galas naturales lo que
les dio Natura unas por prurito otras por coqueteo otras por necesidad como las
viudas milf puesto que el porno manda. Recordemos que este es el tiempo de
Acuario una constelación húmeda que otorga el mando a las hijas de Eva. El
hombre se siente desterrado e impotente. Sexo y más sexo y exhibiciones
procaces donde toda la lujuria tiene cabida. Aúllan algunas como lobas. Otras
más precavidas gimen imitando a las gatas en el celo de enero. Aguardando el
vestigial o denario con que Roma pagaba a sus putas. Hoy es fácil irse de picos
pardos. Basta con un clic abrimos internet y ala allá están las señoras
meretrices muy emperejiladas. Hay una rusa que es la mujer más perfecta que yo
alcancé a ver a lo largo de mis muchos años de vida. Es muda y cuando recibe la
moneda del mirón o sienten la explosión de una sacudida en sus entrañas lanza
un mayido, un alarido con su voz de trapo un cuerpo perfecto de la Jengibre una
hermosa ucraniana con el pelo de estopa a la que apodan Gingerbread nunca vi
carnes tan blancas ni ojos tan azules. Está encinta y trata de disimular su
gravidez poniéndose bañadores negros. Es una superdotada. Despliega sus sebos
al aire y calculo han de pesar media arroba. Su mirada es entre triste y divertida.
Todos los televidentes muestran curiosidad por saber quien fue el afortunado
que dejó la huella de su virilidad en útero tan precioso y ella dice que fue en
el privado de un chat, un soplo aleteando por internet en sus alternancias
binarias del yin y el yen. ¿Por virtud del espíritu santo? No lo creo. La
preñez no fue virtual sino a efecto de un contacto físico un polvo salvaje
aunque haya dice que va a parir un hijo cibernético. ¿Será Billy Gates el padre
de la criatura? Esta mujer aun desnuda sin embargo parece el paradigma de la
castidad. En otras congéneres el espectáculo se convierte en algo brutal
libidinoso que incita al asco ante semejante perversión coprologica. Al verlo
muchos se acordarán de la sentencia de Job tengo que insistir por ese cabo que
me asusta la promiscuidad y falta de recato sobre la mierda en que nacemos y
envueltos en ella nos vamos, hijos somos de una eyección excretoria, de un
secreción vaporosa… “Et in corruptione genuit mihi mater mea”. Pienso, madre,
que tú no me pariste en el dolor pero no en el alfaque de los bajíos de la
secreción vaginal. Yo soy un tío que mamé buena leche y de calidad. “A este lo
crías con polvos finos, Felicitas” oí decir al tío Matías el sacristán que era
un borracho empedernido. Tú no te colocaste en la cabeza el “p a l l o l i u m” la mantilla corta con la
cual iban las mujeres de la vida caminando por las calles de Roma. A uno que me
llamó una vez hijo de hetaira le hinché los morros.
QUILOMBOS
Mi amigo Quintiliano Quindejas al que llamábamos "Soguillas"
cuando éramos guajes regresó de Foncalada tras su visita al cementerio lugar
más romántico y mejor ventilado no puede haber en el mundo para dejar la
carcasa con el ánimo entristecido y yo voy a tratar de poner blanco sobre negro
los puntos de su azarosa biografía. Me
llamo Eutimio Guzmán pero en el pueblo me llamaba Quinolas por mi afición a la
brisa. En esta parte de Castilla todo quisque tiene un segundo nombre. A
Quintín lo conozco muy bien. Fui su amigo de infancia, fuimos juntos a la escuela
e ingresamos en el seminario al mismo tiempo. Él llegó a cantar misa. Yo colgué
la sotana en primero de Teología. A los dos nos une un estrecho vínculo de
amistad y compartimos la afición por la literatura, vivimos enterrados entre
libros y nos fustiga la misma comezón desalentadora por estar viendo morir al
mundo en que vivimos y la destrucción de nuestros sueños. Ya somos viejos pero
hemos sobrevivido a la peste pandemita que asuela toda la tierra. Aunque con
diferentes ideas los dos hemos sido periodistas. Somos en una palabra el yin y
el yen hecho carne la tesis y la antítesis sin que nuestras diferencias
políticas empañen el vínculo de nuestra amistad