2015-10-14

ADA COLAU Y SUS COLADURAS QUE PUEDEN SUMIR EN LA VIOLENCIA A ESPAÑA.... sed de nimis non curat praetor





una lesbiana de toda la vida, se nos ha colao




De nimis non curat praetor

 

El adagio forense latino lo aprendí cuando estudiaba Derecho Romano. ¡Qué belleza el de este apotegma para los tiempos que vivimos en la desolación de la mentira la pornografía y las falsas expectativas. Dice la alcaldesa de Barcelona que los españoles somos unos genocidas. Yo no sé de dónde habrá salido esta piba.
Un poco arrabalera sí que es, lenguaraz y atormentada por sus exabruptos inanes. El pretor no juzga minucias.
Al que, convulso, se exaspere en desaforados gritos, insultos e invectivas que le apliquen la camisa de fuerza. Madre España cuanto te escarnecen y humillan el día de la Pilarica. Madre España, madre Roma.
Mamamos todos franceses ingleses, italianos, rumanos, portugueses, catalanes, astures y gallegos todos de la ubre de la loba capitalina. Ella posee pechos generosos como aquella rubia de “Armacord” una nodriza superdotada. La primera vez que contemplé Roma con mis propios ojos me entraron ganas de gritar:

▬Madre. Madre. Mio Dio… mama mía

Se esparció el eco por las fuentes de Caracalla en medio del calor de agosto.
Madre Roma, madre España, que nutristeis con la leche de la cultura a tantos pueblos en un proyecto civilizador que no tiene parangón en la historia. Ahí les duele a muchos, al igual que a esta primera vara del Consejo de los Ciento, que se despacha con semejante alcaldada. Debe de ser esta hebrea de sangre municipal y espesa, terca por su madre aragonesa.
Doña Ada Corau no ha leído a Melo aquel historiador portugués que vivió como soldado de un escuadrón de caballería al mando del marqués de Velez la guerra de Cataluña. Ha sido mi libro de cabecera este verano. En sus páginas me he topado con el rostro enfurecido de las turbas que hoz en ristre cortaron la cabeza a un catalán honesto como era el marqués de Coloma que pedía serenidad y proclamaba el consenso.
Una venganza catalana en toda regla  fue aquèlla, pero se estrelló contra los ejércitos de Felipe IV y del Conde Duque de Olivares. Hoy aquellos soldados estan "missing".
Eso sí, por aquí se habla mucho de los legionarios que sacan pecho y lucen su mascota un carnero del que se hacen chistes. La cabra se llama Pablo y nos ha salido rana. ¿Cabra o cabrón? Chivo expiatorio y de la cáscara amarga como la señora alcaldesa que no esconde su orientación sáfica desde que salió del armario. 

La Colau debe de ser una de aquellas furias que ataban a la cola de los caballos a los soldados hechos prisioneros de los regimientos reales o echaban aceite hirviendo en plenas ramblas a la cara de las damas sospechosas de “españolistas”.

Es la misma furia, la misma saña, el mismo odio de aquella desazón en aquel entonces. Sólo que don Felipe VI no es Felipe IV. Va de borbones y vamos de nones. Y don Rajadizo el mirifico tampoco es el Conde Duque, un primer ministro tan grande que llevaba al Estado en la cabeza, un estado que sus tristes sucesores están haciendo trizas.

Tampoco aparece por ninguna parte al Tercio de Sicilia que metió en vereda a los alborotadores de aquella rebelión ni vive siquiera en la Moncloa  un Manuel Azaña que mandó a la artillería contra el palacio de la Generalidad y salió Companys el de los 72 fusilamientos de Montjuich con los brazos en alto. la orden del presidente, poco contemporizadora, era la de tiros a la barriga.
Aquel Luis Companys, un militar que traicionó su jura de bandera, no se distinguió nunca por su valor en el campo de batalla.  Era un "chorizo" como lo sería su sucesor don Jordi Puchol.

En Marruecos, capitán corrupto, se quedaba con los haberes de los soldados, a los que quitaba la masita, y los moros le llamaban el asesino.
Una crisis así – ni Rajoy ni el Borbón lo han entendido, pero el “Verrugo” sí que lo entendió- sólo se solventa con “tiros a la barriga” y de “nimis non curat praetor

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