LA DEFENSA DEL
PERIODISMO EN PEREZ DE AYALA
Periodista total,
periodista universal, en sus novelas Ramón Pérez de Ayala siempre rinde un
tributo a ese cajista anónimo que encajaba tipos de plomo en la galerada,
plasmaba titulares, coordinaba líneas, encimaba ladillos durante las noches de
vela. La letra muerta es para Ayala el fulcro de la palanca que mueve el mundo.
Es una epifanía un libro del Genesis entrega a las multitudes a la hora del
desayuno. Define al periodismo como una carrera de obstáculos, una especie de
sacerdocio redentor de ignorancias, saberes de las masas, un trajín de
demiurgos. Acaso sea demasiado pedir porque la gacetillas es hoja volandera
flor de un día y con poco más de veinticuatro horas de vida y el gacetillero
un tipo humilde que convive con el poderoso pero que nunca deja de ser pobre.
Esto era así en los tiempos de don Ramón hoy alguno de estos plumillas
enchufado a la carroza del poder fulge como un rey Midas de la comunicación.
Si en “La
Voz a Ti Debida” Pedro Salinas cantó
a las veinticuatro redondas blancas, Ramón Pérez de Ayala en "El Sendero
andante" prorrumpe en un canto de amor a la linotipia. "El periodico
es el cubo de las Danaidas, no se acaba nunca". Hay cada mañana cebar a un
monstruo insaciable. Ramón Pérez de Ayala fue jurisconsulto, academico de la
lengua, embajador en Londres y diplomático de altura, dramaturgo, novelista.
poeta eximio pero fue, sobre todo, en su primera juventud egregio periodista.
Escribía sueltos y artículos de fondo, gacetillas y pequeños reportajes en el “Imparcial,”
crítico de teatro, corresponsal en Londres. El periodismo es la vida que pasa,
el río que fluye, el sonido y la furia, espejo del humano, y, si se
quiere, un despeje plaza porque todos
acabamos haciendo mutis por el foro. Los de Oviedo -Tuero, Clarín, Palacio y
Ayala- crearon escuela en Madrid y hasta puede decirse que en Asturias se
descubrió una forma diferente de hacer periodismo. Tuve la suerte de haberme
arrimado a esa escuela desde mis años de practicas en la Escuela (Pérez de las
Clotas me publicó mi primer articulo e LNE hace más de medio siglo) Alfonso
Cepeda, Arias de Velasco, José Luis Balbín. Manolo Avello, Ladis y su hijo
Ladislao Azcona el que fue verdadera punta de lanza con su estilo rompedor de
los telediarios. Y en ese demanda seguimos aferrados a ese sueño de que éramos el Cuarto Poder, un sueño que se desbarata porque en la actualidad ya no es un
cuarto noi un quinto poder sino la voz de su amo.
Y a ese poder le
conviene que estemos “acoyonados”, con la mosca en la oreja y en casa mientras
las gárgolas profieren crónicas de sucesos: a esta la violaron, a aquel lo
mataron, fulano se divorció de zutano, robos, desfalcos (sensacionalismo
amarillista) y en esas estamos a ver con quién se acuestan y con quien se
levantan los famosos.
Los medios de
comunicación hoy y espero que por revelar una verdad no se nos acuse de
conspiranoicos son lacayos de un gran hermano invisible pero con los brazos
podersoso y los dedos sutiles y muy largos.
Tuve la suerte de
conocer una época gloriosa cuando ser
redactor de un diario era ser algo gracias a estos próceres que he mencionado.
Parece ser que ahora
volvemos a las covachuelas decimonónicas y a la frase conminatoria del marqués
de Romanones cuando en una rueda de prensa dijo:
Pasen los periodistas y coman
Humillados y
ofendidos, escupidos despreciados o prostituidos (esos de la Cinco que se
llaman periodistas no merecen ese nombre su oficio el de la alcahuetería el más
viejo del mundo). Yo no me rindo. Seguiremos en la demando, dando palos al
gobierno y tumbos por el mundo (lo aprendí de los americanos el deber de un
buen profesional es criticar a los gobernantes desde el día en que ganan las
elecciones) hasta el momento y hora que nos llamen a entregar la cuchara y
rendir cuentas al altísimo. entretanto, se me esponjan el alma al leer estos
epitalamios a una profesión que me dio de comer ahora tan entredicho y
bataqueada. El periódico es una llama sagrada que ilumina un mundo futuro mejor
y en libertad. Y en esa demanda que me enseñaron los de Oviedo perseveraré
hasta el final.
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