Amigos de séneca
Lucio Eneo séneca podría haber sido un padre de la iglesia y un profeta de Israel pero si esto les parece tara diré que es un escritor perenne y un hombre para la eternidad.
Leo esta tarde decembrina cuando el año fenece este renglón: “la clase de entre los hombres pertenece los portadores de chismes. Son también los acarreadores del vicio” el texto es de cartas a Lucilio un epistolario en el cual este hospanorromano del que yo he sido aficionado y me hubiera encantado haberle conocido ya que en sus miserias y grandezas, en sus epifanías y en sus contradicciones- el que predicaba la austeridad y la continencia labró una fortuna en la corte, llegó a ser amigo de Mesalina y manchó su nombre en complots y conspiraciones, asonadas, contra Nerón.
En sus libros que debieron de ser fuentes de inspiración a san Pablo, el cual creía al igual que Séneca qué la vida es un perenne combate, una incesante milicia, resplandece ese aura de los preclaros varones, una
aureola de santidad laica y heroica, exenta del orgullo y la hipocresía del mundo judaico. Me le imagino hablando un latín ceceante rebozado en esa serenidad que parece impartir la contemplación de la campiña del valle del Guadalquivir, la cabeza potente y bien tallado, el pelo rubio y algo ensortijado, los labios carnosos, la nariz bien construida y un mentón potente como el timón de las naves onerarias que llevaban desde Hispalis a Roma ánforas de aceite, epicúreo y precisando en cierta medida la abstención de los placeres de la mesa y el tálamo aunque no entienda su disposición hacia los efebos. Sus escritos transmiten el mensaje del claroscuro de que la vida del hombre se compone de luces y de sombras. Para los cristianos la luz sería la gracia y las sombras el pecado. En el senequismo no hay pecados.
Sólo vicios. Frente a estos últimos se alza la virtus que para los romanos era la robustez de la voluntad, el valor, la capacidad de acción y la posibilidad de entender.
El pensamiento de que los chismosos son los más aborrecibles de los mortales tiene su miga y perfecta adaptación o advertencia al periodismo y a la atmósfera viciada creada por los medios de comunicación o las alertas al mundo del consumo creando falsas necesidades. Un vivir libre, de acuerdo con los postulados senequistas, ha de prescindir de tales ataduras, el miedo a perder lo que tenemos, la avaricia para incrementarlo, la envidia del mira cómo viven, qué bien se lo pasan, para ellos es el mundo con todo esos paraísos artificiales que vende el marketing. La imagen domina mediante el terror. Nos llenan la cabeza de sofismas virtuales, de gatuperios democráticos.
Echemos a Zapatero y que venga don Tancredo. ¿Podrá solucionarlo Rajoy? La pasión nos estorba el juicio y ahí están todas esas soflamas de los libelistas que cobran por increpar. Nos sentimos estafados. Una panda de borregos. Somos los del “buen rollito” de Pérez Reverte.
Ese tampoco habrá leído el tratado “De senectute” o “Las Consolaciones a Helva”. Los buenos discípulos de Hipócrates no recetarían agua helada a los enfermos de garganta ni tampoco pondrían una daga en las manos de un suicida sin embargo estos galenos de la hora del famoseo y de la fama reparten dineros a los que se los gastarán con mujercillas adulteras.
18/12/2010 16:00:37
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