2025-07-21

 

La discreta muerte del ladrón confeso del Códice Calixtino

Un electricista, un tesoro medieval y el robo que sacudió España están de nuevo bajo los reflectores.
Manuel Fernández Castiñeiras. AEP
Manuel Fernández Castiñeiras. AEP

Con total discreción. Manuel Fernández Castiñeiras, el ladrón confeso y condenado del Códice Calixtino en el archivo de la catedral de Santiago de Compostela en 2011, ha fallecido, informa el periódico compostelano El Correo Gallego. Y es que el exelectricista del templo murió el pasado febrero, hace ya ocho meses.

Un robo impactante

Un 5 de julio de 2011 los murmullos y el desconcierto se apoderaron de la Catedral de Santiago cuando el famoso Códice Calixtino, un libro del siglo XII, con hasta cinco partes y cuya autoría se atribuye al papa Calixto, desapareció misteriosamente. Este suceso, que aún resuena en las calles de Galicia y más allá, marcó el inicio de uno de los robos de patrimonio más sorprendentes en la historia reciente de España.

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El ladrón confeso y sus motivaciones

"Sí. Fui yo quien robó el libro. Me lo llevé el 4 de julio del año pasado, sobre las doce de la mañana". Esta fue la confesión, doce meses después del robo, de Manuel Fernández Castiñeiras, Manoliño do Rego, como se le conocía en Ortoño, un núcleo de Ames (A Coruña) en el que nacieron sus padres.

Castiñeiras, un electricista que trabajaba en la catedral, fue finalmente descubierto como el autor de este audaz hurto. Según confesó, el motor detrás de su acción fue la venganza tras ser despedido después de 25 años de servicio. Las investigaciones revelaron que se llevó el códice el 4 de julio, un día antes de que se echara en falta.

Manolo empezó a trabajar para el templo en los ochenta. Su madre, lechera, había pedido el favor al entonces administrador, Juan Martínez Betral. Y allí se quedó, hasta 2005, cuando el cabildo decidió reemplazarlo por una empresa. El motivo alegado: las facturas por obras no realizadas o con un presupuesto que no se ajustaba. Aquello fue un jarro de agua fría para este hombre regordete y parco en palabras.

La recuperación del manuscrito y la detención

Antonio Tenorio, el inspector jefe de la brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional, tuvo cafés y conversaciones con Manolo, el tiempo que él le permitía, pues lo despachaba pronto. Había sospechas y quería ganárselo.

Un día el autor de los hechos cometió un fallo. "¿No lo habrán quemado, verdad, Manolo?", preguntó Tenorio, mostrando un agobio impostado. "¡No lo quemé!, ¡quemaron!", respondió el operario. Tenorio, tan curtido él, hizo como que no se había dado cuenta. Cuatro meses después fue el arresto.

El 12 de julio de 2012, las autoridades localizaron el Códice Calixtino en un garaje de O Milladoiro, propiedad de Castiñeiras. El valioso libro estaba envuelto en periódicos y escondido en un saco de pienso. Junto con este tesoro, fueron encontrados aproximadamente dos millones de euros en efectivo, revelando la magnitud del robo que había cometido a lo largo del tiempo.

Serafín Castro, jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), aclaró que jamás hubo organización alguna detrás, que Fernández Castiñeiras nunca intentó contactos para deshacerse de la obra a cambio de una buena suma, pues su valor es algo incalculable.

Investigaciones y juicio

La detención de Castiñeiras trajo consigo una investigación detallada que desveló otros crímenes financieros. Se estimó que robó cerca de 2,4 millones de euros y 30.106 dólares de las arcas de la catedral. En 2015, después del juicio, se le condenó inicialmente a 10 años de prisión, aunque más tarde el Tribunal Supremo redujo la sentencia a 8 años y 2 meses.

Los últimos días de Castiñeiras

Castigado por sus delitos, Castiñeiras sufrió varios golpes de salud mientras estaba en prisión, incluido un ictus. En 2019, con una enfermedad incurable, fue liberado. Pasó sus últimos días en Noalla, en Sanxenxo, donde su esposa, también imputada por blanqueo de capitales, lo cuidó hasta su discreto fallecimiento en febrero pasado.

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