2015-12-25

BERGOGLIO NO CANTA MISA


BERGOGLIO NO CANTA NI LA CALENDA

 

EL abad de lo que canta come reza un viejo adagio castellano y pájaro que no canta algo tiene en la garganta. Alegre va el abad por el cañaveral. Un santo triste es un triste santo y una papa triste no deja de ser un pontífice paniaguado. A don Mario no le va esto de la Angélica ni se entrega a los armoniosos filados, como hacía el cura de mi pueblo en aquellos solemnes prefacios de otrora. Pues dicen que al diablo no le gusta la música y a Mahoma le asustaban las campanas alegres de la Pascua. Por lo que en el islam no hay campanarios sino minaretes. A lo mejor es por eso por lo que aparece este Papa con cara de tristeza cuando oficia.
Con todos mis respetos, en la misa del Gallo sorprendíame observar que el papa argentino no está por la labor de cantar aunque un pajarito me dijo que le gustan los tangos. Todas sus misas son rezadas y parece que de Difuntos a juzgar por el semblante y la cara que pone el hombre. En eso poco se parece a Wojtyla el papa que vino del Este, con un hermoso vozarrón de polaco y Benedicto XVI sin desafinar hacía lo que podía. Pablo VI tenía un oído en frente de otro (entre los papas que yo he conocido). 
Sin embargo, Bergoglio, nada de nada. Ni un mal oremus. Gallo que no canta algo tendrá en la garganta y que viva la gallina con su pepita. 
Tradicionalmente la liturgia de navidad era muy pomposa y hasta sublime sobre todo en la lección de la calenda entonada por el diacono. La calenda es la narración de los cinco mil años de historia desde la creación del hombre hasta la venida al mundo del Mesías.

El himno terminaba con un apoteósico tonal que decía “de nativitate Domini nostri Jesuchristi secundum carnem”. El coro se venía abajo cuando respondían amen los chantres, y Aleluya. En ese momento empezaban a volear las campanas anunciando la nueva buena del Nacimiento del Salvador. Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad. Hoy de las alturas los cielos parece que se han ido los ángeles y recorren el aire aviones asesinos y drones vigilantes. Se escuchan por el horizonte clangores de guerra. Los pastores de Belén no se atreven a bajar de las montañas de Judea por miedo a los soldados israelíes y los árabes han cerrado la Basílica de la Natividad a los cristianos peregrinos. ¿Es por esta causa por la que Francisco se niega a cantar?

No entiendo por qué esta loable ancestral tradición romana fue descartada. Parece ser que Su Santidad – y sus razones tendrá pues para eso le dicen infalible- está por la labor de una iglesia austera incluso en los puntos más atrayentes de su liturgia “No frills” (nada de ringorrangos) nada de triunfalismos pues es cuestión de gustos pero a mí me parece que la supresión de la “kalenda” ha despojado de esa alegría que siempre ha tenido entre nosotros la Nochebuena.
Asimismo, en la alocución urbi et orbi, no se dirigió a los pueblos de la tierra en sus más de cincuenta lenguas, como solían sus predecesores.

Cierto que en esto de los crismas hay mucho folklore, mucho mercantilismo. Si los españoles inventamos el Belén y lo llevamos al nuevo mundo, los ingleses se encargaron de mitificarlo con Scrooges y Dickens. Se ha convertido en una festividad pagana y comercial. En eso lleva razón el papa pero su alocución pascual me ha parecido rutinaria y como para salir del paso.

Alude a las guerras pero evita meterse en berenjenales de cuáles sean las causas determinantes de las matanzas de la horripilante guerra de Siria e Iraq, de esas terribles de esos einwanderungen” (emigraciones en masa) o corrimiento de pueblos. Es la voluntad de Obama con sus intereses macabros. 

Habría que tomar el toro por los cuernos, Santidad y mojarse un poco más. Cristo lo haría. Pero don Mario, aunque haya entrado al solio pontificio con un nombre franciscano, es un jesuita. Cautela de serpiente. Doble lenguaje. Nadar y guardar la ropa. Su Santidad no quiere mojarse ni se atreve a condenar a los que le están segando su Iglesia bajo los pies. Encaje de bolillos. Vamos templando gaitas.

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