- BUSCÓN
REGRESA A SEGOVIA
-
- Muerto
el padre de su ayo Diego Coronel y sin cumquibus el pobre estudiante
regresa a su ciudad natal de donde no le llegan buena noticias: su
progenitor entrega su alma a Dios desde la tablazón del rollo de Segovia
instalado a los pies de las gradas de la iglesia del Cristo del Mercado y
su madre cumple cadena en los calabozos inquisitoriales. Un tío suyo
Alonso Ramplón en una larga epístola le comunica las tristes nuevas con
las particularidades de la muerte jocosa en el cadalso del padre de la
criatura. “Llegó a la horca, puso un pie en la escalera, no subió a gatas
ni despacio y viendo un escalón hendido le dijo al justicia lo mandase
aderezar que no todos tenían su hígado… tomó la soga y púsosela a la
nuez. En viendo que el teatino le quería predicar vuelto a él le dijo:
padre yo lo doy por predicado; vaya un poco de credo y acabemos presto…
cayó sin encoger las piernas ni hacer gesto quedó con una gravedad que no
había más que pedir. Hícele yo cuartos”
- Jamás
con tanta concisión y solercia se ha descrito en la literatura universal
los últimos momentos de un ahorcado que afronta la muerte con
longanimidad y presencia de ánimo. Con todo, en sus memorias hace constar
Pablillos que dejó con pena las escuelas de Alcalá a la que siempre
recordaría si no como la Arcadia al menos un lugar en el que fue feliz
dentro de lo que cabe. “Llegó el día de apartarme de la mejor vida que
hallo haber pasado”.
- Con
una mula alquilona donde carga sus libros y pobres enseres regresa a su
pueblo con las orejas gachas y sin haber recibido grado en la docta
Complutum pero lleno de sabiduría de calle y de gramática parda. Por el
camino le van a ocurrir aventuras. Don Francisco deja correr la pluma al
desgaire del placer de narrar soltando párrafos que sembrarán el aire de
carcajadas en la boca de los lectores que se entreguen con fruición a la
lectura de las inmortales páginas del Buscón a lo largo
de los siglos.
- Si
Cervantes es la sonrisa inteligente en don Quijote, Quevedo es la risa
violenta, alegría y solaz para espantar las telarañas del ánima.
Encuentra en Torote a un loco repúblico que ya desde entonces quería
arreglar las cosas de España a su modo. Luego, a un negro zulú espadachín
y matasiete,un mulatazo hotentote padre de todos los bellacos y a
propósito de este mismo personaje valentón y, siempre a punto de
desenvainar la “blanca”, nos cuenta la historia de los que se bajaban al
turco al igual que hoy algunos se bajan al moro, correntones
y desde el Rif nos cuentan sus borracherías dilapidando nuestro pasado y
nuestra religión en hora menguada; cuando por el aire vuelan las brujas
en sus escobas transportando incautos con barbas de gancho y amplios
bigotes en punta que autorizaban a los matones. Quevedo no aguantaba a
los moriscos de los que dice que todos se volvieron bandoleros y
pastores. Tampoco a lo genoveses y judíos “anticristos de las monedas de
España”.
- Junto
al cancel de la iglesia de Torrejón un ciego entona preces al Justo Juez
y luego la del Cumquibus (doble sentido una limosnita
por el amor del crucifijo).
- Aquí
juega el autor al ambiguo parodiando el credo atanasiano que dice quicumque
salvus vult esse (el que quiera salvarse) y ganar la vida
eterna, etc.
- En
la noción popular el dinero es lo que más hace falta para estar en el
cupo de los bienaventurados. ¿Quien sin ser el Dios verdadero hace de
las piedras pan? el dinero poderoso caballeero... Igual de
perspicuo resulta cuando cuenta el protagonista que a su padre lo
hicieron moneda, esto es: cuartos.
- Cuartos
eran la fracción de los reales de a ocho y también el descuartizamiento o
despiece carnicero de la res. A los ajusticiados más infames se les
troceaba y se esparcían los menudillos por el campo para pasto de aves y
alimañas.
- Don
Francisco es un maestro del lenguaje de doble filo el rey de la sinécdoque
que sabe en todo momento sacar a plaza los recursos infinitos de la
lengua castellana.
- El
sol doraba los panes y ya en pleno fulgor cuando la mula del estudiante
alcanza a la del sacristán de Majada-la-honda poeta
trasnochado que regresa de la docta ciudad con las orejas gachas, viene
soltando pestes sapos y culebras de Alcalá donde no ganó un premio en el
certamen poético en honor del sacramento:
- Pastores
no es lindo chiste
- Que
hoy es san Corpus Christe
- Hoy
es día de danzas
- Cuando
el cordero sin mancilla
- Tanto
se humilla y visita nuestras panzas
- Y
entre nuestras bienaventuranzas
- Entra
en el humano buche
- Suene
el lindo sacabuche
- Pues
nuestro bien consiste
- Pastores
¿no es lindo chiste? etc...
- Pablillos
no consigue domeñar la risa:
- —Alta
a la dueña, pare el carro, hermano. San Corpus Christe no existe, no
están en el martirologio. Es la fiesta de la institución de la
eucaristía.
- —¿No?-
replica el clérigo- Pues aguarde mv. Escuche el poema que he compuesto a
las Once Mil Vírgenes en octavas reales
- —No
es posible.
- —Que
existan once mil vírgenes.
- —Yo
las he cantado y alabado con cincuenta versos a cada una. Un millón de
octavas reales en total.
- —No
quiero más cosas a lo divino
- —Pues
atienda a esta comedia y estos sonetos a las piernas de mi amada.
- —¿Vióselas
vuesa merced?
- —No
por vida de mi madre porque tengo ordenes sagradas pero todo se andará.
- aquel momento
los árboles de Segovia se estaban En muriendo de risa de ver a los
parroquianos con corbata y sin camisa. Quevedo se despacha aquí en la
sátira más implacable contra los poetas “chirles y hebenes” a través del
cura de Majadahonda que suelta disparates, uno tras, otro y que se jacta haber
cenado con Vicente Espinel, conversar con Liñán y Miguel de Cervantes y
haber hablado con Lope. “Estuve tan cerca de su persona como lo estoy
ahora de usted mismo”.
- La comedia tenía
más jornadas que un viaje a Jerusalén y los sonetos eran una sarta de
ripios donde se pondera la desmesura de algunos exaltados vates que se
ganaban la vida escribiendo disparates.
- Poetas
repúblicos, cantoneros, vagabundos de los que había gran saturación en
aquel siglo dorado de las letras hispanas donde hasta las verduleras
sabían de teología y se entusiasmaban con los autos sacramentales que al
espectador hogaño le resultan infumables. Poetas conceptistas
despedazadores de vocablos volteadores de razones. “Mandamos quemar las
coplas de estos poetas”.
- A todo esto en
la posada de Atocha ya le esperaban al sacerdote majariego una turba de
ciegos que esperaban les hubiese escrito una sarta de composiciones
piadosas para recitar por los caminos.
- Cuando se
despide el sacristán de Majada la Honda hace una defensa numantina de sus
versos y declara que irá a la Ciudad Eterna para que el Papa de Roma le
haga justicia. Una lectura de través de esta aventura nos llevaría a
conclusiones más precisas sobre lo que hoy denominan dialogo de
civilizaciones y la antipatía del autor hacia los moriscos que se
hicieron pastores y este pueblo de Madrid a cuya capitulo (las más
humildes parroquias a la sazón constaban de un coro de más de treinta
miembros) pertenecía el sacerdote poeta morisco, enamorado el del millón
de octavas a las once mil vírgenes era el punto de recalada de los
rebaños de la mesta toda ella morisca y puede que él mismo autor de tales
disparates y herejías chirles fuese un musulmán oculto, acogido a altana.
Y esta es la razón que late so capa de sátira en la premática contra los
poetas hueros y hebenes. Moros en la costa. “Mandamos quemar estas
coplas”. ¡Ah los greguescos calzones que llevaba el Divino Figueroa!
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