2021-12-17

 LLEGAR A LA PÁGINA 50

 

Nunca me resultó fácil escribir. Tengo que darle cien vueltas al palo, frotarme las manos. Estrujarme las neuronas, un café, varios cigarrillos y a contar historias. Consciente de vivir en una época demasiado cómoda, sin guerras sin hambre (En España todo era sencillo aquellos días) pero buscando un mundo mejor. Sentía pavor a la enfermedad. En Madrid cuando acababa el último curso en la Facultad una amiga de la familia María la de Urueñas la viuda del brigada Galo caído en la guerra civil compañero de mi padre enfermó de cáncer de ovarios. Yo tenía que levantarme a las seis de la mañana para sacarle el número de la consulta del oncólogo en el hospital militar de Gómez Ulla. Aquello supuso un trauma porque la María fallecería a los pocos meses. La tuvimos en casa casi hasta que falleció. Empezaron a aquejarme las depresiones y se me declaró una infección bucal que tuvieron que extraerme un paleto y dos colmillos. Desde entonces tuve que llevar un aparato. Empezaron mis complejos. No me atrevía a sonreír y tuve la sensación de que no me querrían las mozas que nunca tendría novia. El maldito complejo se desvaneció al conocer a Suzanne que me amaba tal como yo era. Fue un amor intenso. Después de conocernos en Hull y cuando regresé a España la escribía casi todas las semanas. Este incentivo de amor epistolar donde puse a contribución y toda la carne en el asador de mi fantasía y de mi poder literario determinó el enamoramiento. Lamento no conservar aquel mazo de cartas de amor.

Mi madre las quemó

Yo era un triunfador. Así y todo, en mi interior yo sentía mis dudas de si sería capaz de hacerla feliz a la mujer más bella de Inglaterra. Afloraron mis complejos, mis inseguridades que trataba de combatir con la cerveza. He sabido mucho después que soy un alcohólico intermitente.

—“You Always are trying to proof yourself. Why?

Tal pregunta me dejaba descolocado.  En medio de mis dudas y vacilaciones partiendo de mí nunca de ella tuve que enfrentarme a mí mismo. Quiero ser escritor.

Algún día mis obras serán un tema de coloquio en los periódicos y en las revistas literarias. Seré famoso y tú estarás a mi lado siempre. Seré tuyo hasta mi último suspiro. Cuando yo muera, serán tus dedos los que cierren mis ojos. Por eso me esforzaba en aprender leyendo todos los libros que caía en mis manos. De los ingleses aprendía el “endeavour” la fuerza del empeño y los jesuitas me enseñaron el “cunning” la picaresca. Yo quería ser un caballero andante un nuevo Palmerín de Inglaterra y cabalgar por el mundo a lomos de mi Rocinante rescatando doncellas del ultraje pero comí ajos y tenía los dientes malos. La realidad desbancaba mi idealismo romántico. Estaba abocado a las depresiones ¡pobre de mí! La más fuerte la que me dio en marzo de 1971, precisamente cuando mi mujer tuvo los primeros síntomas del cáncer tiroideo del cual yo me sentía culpable.

 Estuve casi diez días en la cama sin moverme sin comer ni beber como en una campana de cristal y en el más augusto de los desdenes.

—“Dont be sorry for yourself, dont take no for an answer”.

Lady Suzanne era la mejor consejera pero la hice sufrir. La decepcioné cuando se dio cuenta de que aquel Tony de las cartas no era el hombre que ella había soñado. Al regresar de la escuela en la espaciosa sala de estar me sentaba en una mesa de roble que compramos, ponía música en el radiograma y empezaba a escribir siempre horrorizado de la página en blanco. Un sábado garabateo este poema que conservo en mis cuadernos olvidados:

 

Llego a la página cincuenta

Señor, y he escrito tanto

El poder mío es finito y microscópico

Reflejo del afán de un enano

Ansiedades mías

Fragilidades mías

Soy una caña destrozada por el viento

Un corazón solitario

Conseguí con too y eso

Llegar a la página cincuenta

De este pobre epistolario es un éxito ¿Triunfaré?

¿Fracasaré?

eso no me concierne

será lo que dictaminen los jurados Heme aquí pobre cucaracha literaria

despreciable gusano

avanzando por las paginas

de mi cuaderno

con patitas entumecidas vacilantes

y me pregunto:

¿Esto valdrá algo?

Colecciono palabras del abracadabra

Solfeo partituras en mi menor

No me traicionan los pensamientos

De ellos buen amigo soy yo

Hoy escribo un epitafio al general de Gaulle

Quiero examinar las células

Quiero ver pisar el vino

Mi vida es un torbellino

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