ANDRÉS GIDE LAS CAVAS DEL VATICANO
No son ciertamente cajas de puros ni espumoso champán. Es el secreto de la historia bajo sus arcadas. Cuando yo el año 1964 era un estudiante que fue a trabajar a París en vez de comer me compraba un cartón de leche y un libro de bolsillo. Eran baratos. Una de mis adquisiciones fueron las obras de Gide "La Porte Etroite" y "Les Caves du Vatican". Me dejaron pasmado e indignado tales obras. Yo era un estudiante de fe a machamartillo que acababa de dejar el seminario con sus traumas educacionales pero mantenía impoluta mi fe. Para mí el papa era Dios, el vicario de Cristo que lo representaba en la tierra. Gide sin embargo sostiene a lo largo de esta narración que no enunciaba como novela sino como una "sotie" o juguete literario que el papado es un invento, una falacia traído por los pelos a costa de la potestas clavium por los jesuitas y la masonería fin de dominar el mundo mediante el espíritu
Al correr de los años me doy cuenta de que no le faltaba un punto de razón al autor francés. Ello no merma mis principios católicos y de mi amor a Cristo que es para mí es el eje de la Historia. Estuve por tirar a la papelera el libro que leí con avidez e indignación mientras viajaba en el metro hacia una banlieu parisina donde laboraba, lo he vuelto a abrir después de medio siglo y encontré su mensaje pertinente.
Dice que la Iglesia Católica cambia a compás de los tiempos y se acomoda al "zeistgeist" de la política. Que es implacable y sibilina. Predica el amor pero en sus estructuras adolece de una rigurosa falta de caridad con sus súbditos. Se entrega a los estragos del culto a la personalidad y mantiene una red de espionaje por todo el mundo. Los mejores agentes secreto gastan solideo y fajín rojo.
Son los monseñores implacables para los cuales el bien y los intereses de la Iglesias se superponen a las enseñanzas evangélicas del maestro Jesús. Como buen francés, Gide es árido, cartesiano, feo y antipático. Su prosa se proyecta como una línea recta. Las cavas del Vaticano parecen un tratado de trigonometría teologal donde no queda títere con cabeza. Pontificaba a la sazón León XIII el de la Rerum Novarum el pontifique abogaba por la justicia cuando redacta Gide en 1913.
El estilo es adusto, sin remilgos, carente de sentimentalismos "sans blagues" (como diría un parisino). ¿Da en la diana? Iglesia católica y masonería se dan la mano y van de camino. Desde luego yo he dejado de ir a la iglesia desde que pontifica un tal Francisco. Pero no renunciaré al evangelio jamás que es baluarte de mi esperanza y mi libertad. Gide aparte de maricón era judío.
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